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Conferencia pronunciada el 9 de noviembre de 2002 en el Congreso sobre Patrimonio organizado en el seno de
la exposición AR&PA en Valladolid. Esta comunicación ha sido cedida por el autor al Portal Iberoamericano de
Gestión Cultural para su publicación en Boletín GC.
El filósofo de la ciencia Thomas S. Kuhn, fallecido no hace mucho y con el que tuve
en su día algún contacto, en su famoso y, hasta hace poco, muy citado libro La
estructura de las revoluciones científicas2, hacía un estudio de la aparición de las
nuevas ciencias a medida que éstas se fueron desgajando del tronco común de la
filosofía natural. Decía Kuhn que entre los signos que marcaban la aparición de una
disciplina independiente, se contaban tres de manera indefectible: en primer lugar,
la formación de algún tipo de asociación profesional; en segundo, la publicación de
una revista especializada en la nueva disciplina; y, por último, la gradual aparición
de un lenguaje especializado, cada vez más esotérico, que ocasionaba el que,
finalmente, estos científicos sólo pudiesen entenderse plenamente con los de su
propia disciplina.
El mundo del patrimonio es una especie de gran posada donde caben lo mismo
instituciones que dependen del sector público en sus diferentes administraciones
(como Museos Nacionales, Patrimonio Nacional, etc.), otras que dependen de
fundaciones privadas, pequeños museos independientes, castillos y casas históricas
de propiedad tanto pública como privada, patrimonio monumental de la Iglesia,
reservas naturales de propiedad diversa, organizaciones cuyos fondos se obtienen
primordialmente del beneficio producido por las entradas (tales como algunos
centros de interpretación del patrimonio), etc., por citar solo unos pocos, ya que la
lista de diferentes tipos de organizaciones que de una u otra manera intervienen en
el patrimonio sería interminable.
Sin embargo, aunque las personas que trabajan en una determinada clase de
organización del patrimonio (como, por ejemplo, los museos) tienen en general
relativamente pocos puntos de contacto con las que trabajan en otros tipos de
patrimonio (como, por ejemplo, las reservas naturales o las rutas turísticas), hay
unos principios que rigen dentro de este conglomerado que son reconocidos por
todas las personas implicadas en ellas. Estos principios, citando a Middleton, se
reducen a dos 3:
2
Kuhn, T.S. La estructura de las revoluciones científicas. F.C.E., México, 1975
3
Middleton, V. (199 ). "Vision, strategy and corporate planning: an overview", en Harrison, R. (ed.): Manuel of
Heritage Management. Butterworth&Heinemann, Oxford, 1994
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a) Un poderoso compromiso implícito y un conjunto común de actitudes dirigidas
a proteger y conservar para la posteridad los objetos, lugares naturales,
monumentos, estructuras y otras evidencias materiales del pasado y
presente de una comunidad dada.
b) Una percepción compartida del valor intrínseco y cultural del patrimonio y el
propósito de usarlo para comunicar e interpretar el pasado para las
generaciones tanto presentes como futuras.
Hasta hace pocos años, los responsables de mayor rango encargados de manejar
estas distintas instituciones tenían también otra cosa en común: casi ninguno se
consideraba, o consideraba a la institución que dirigían, parte de una industria o un
negocio en los que se pudiera aplicar directamente las prácticas de gestión
desarrolladas en las empresas y en el comercio. La organización y uso de los
recursos y bienes patrimoniales para extraer un beneficio constituían con mucho la
excepción, no la regla. Por supuesto que, todavía hoy, patrimonio (o cultura, en un
contexto más amplio) y beneficio son, para muchos, términos incompatibles o, a lo
sumo, un matrimonio de conveniencia.
Sin embargo, hoy, como ayer y en cualquier circunstancia, los responsables de una
organización de patrimonio, grande o pequeña, han de tomar decisiones no
solamente de carácter tutelar (lo que los anglosajones llaman curatorial) para
preservar el buen ser y estar de los bienes patrimoniales a su cargo - conservación
de las colecciones, restauración, transporte, etc., sino también sobre múltiples
facetas de la organización que implican el manejo de dinero, o la organización de
personas, o la asignación de recursos diversos.
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todas las innovaciones relativas al "management", tan recientemente como en la
mitad de los ochenta era aún excepcional para las organizaciones que se ocupaban
del patrimonio dedicar alguna atención a los temas de gestión de negocios o incluso
realizar planes organizativos o previsiones por escrito.
Como decía antes, hace no más de quince años, la palabra "gestión" solo suscitaba
en la gente el recuerdo del "gestor administrativo", una persona que se dedicaba
fundamentalmente a realizar trámites burocráticos en ventanillas de la
Administración. Ni siquiera en el mundo de la empresa se utilizaba este término.
Cuando, importados de la Universidad de Harvard, donde nacieron, empezaron a
impartirse en España los primeros MBA (con esas siglas en inglés con que se siguen
conociendo hoy), a esos estudios se les llamaba de Dirección y Administración de
Empresas, que es precisamente lo que son.
Antes de entrar en este tema, quiero poner de relieve algo de lo que muchos de
ustedes se habrán dado cuenta. Es muy corriente ahora que en el contexto de
gestión se hable frecuentemente de la dinamización del patrimonio cultural.
Dinamizar, en el sentido que quieren significar los que emplean este término, quiere
decir innovar, hacer las cosas de otra manera, salir de lo repetitivo, de la esclerosis
producida por años de hacer lo mismo, conectar con las expectativas de una
sociedad moderna. Dinamizar, como se afirmaba recientemente en la presentación
de un congreso de gestión del patrimonio4, es "transformar los bienes culturales
pasivos en recursos culturales activos, con la capacidad de generar ingresos y
contribuir de esta forma a su propia conservación" (después diré algo sobre lo de
generar ingresos). Es conseguir que "nuestro Patrimonio Cultural se comunique de
4
"Presentación" en el programa del Congreso Internacional sobre Gestión del Patrimonio Cultural. Vitoria,
26-29 de septiembre de 2001.
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forma rigurosa pero amable, accesible física e intelectualmente a las personas que
no son especialistas, pero que, de acuerdo con los estudios actuales sobre turismo,
quieren aprender, participar, preguntar y están dispuestas a pagar por vivir una
experiencia cultural memorable".
Su currículo formativo (el del gestor) se aproxima al que se imparte en los estudios
de dirección y administración de empresas, tanto de grado como de postgrado, y su
actividad concreta se deja resumir en la conocida frase nemotécnica "prever,
organizar, mandar, coordinar, controlar". Estas cinco palabras concentran o
resumen todas las actividades de un gestor y voy a hacer un breve repaso de ellas
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La palabra prever incluye la que es, quizás, la más importante de las funciones del
gestor: la planificación, es decir, el determinar los objetivos de la organización y
los métodos (las políticas) necesarios para alcanzarlos.
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realizar frecuentemente coordinación con instituciones oficiales, con patrocinadores
y con otras personas y entidades exteriores a la propia institución.
Por último, queda referirnos a la última palabra del pentálogo: Mandar. He dejado
para lo último hablar de esta función de la dirección porque es quizás la más difícil
desde el punto de vista humano.
Mandar bien implica tener capacidad de liderazgo, "tirón", como se dice en el argot
de la empresa. El director que tiene tirón posee la capacidad de entender lo que
motiva a sus empleados, tiene una gran facilidad de empatía (es decir, la facultad
de ponerse en el puesto del otro, de comprender lo que el otro siente) y una gran
capacidad de entusiasmarse y de transmitir entusiasmo. Tiene que transmitir
confianza y, para ello, tiene que tener él mismo confianza en los que manda. Tiene
que estar dispuesto a ayudar a sus colaboradores en las dificultades inesperadas
que surjan, y ser capaz de hacer que los miembros de su equipo se sientan
partícipes de un objetivo común.
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Por ello, en la Asociación Española de Gestores de Patrimonio Cultural definimos la
Gestión de Patrimonio Cultural como "la eficiente administración de recursos
(culturales, humanos, económicos y de todo tipo) ordenada a la
consecución de objetivos sociales que afecten al patrimonio cultural".
Hay autores que tratan de describir la función del gestor de una manera más
concreta, aunque lo que hacen en realidad es una enumeración parcial de sus
funciones, como por ejemplo: "La Gestión del Patrimonio Cultural se entiende como
la acción que, vinculando a los distintos profesionales de un Proyecto de Patrimonio
Cultural, integra y articula equipos multidisciplinares, consigue, asigna y distribuye
recursos, promueve y alienta la colaboración entre instituciones y evalúa
sistemáticamente los resultados obtenidos." Efectivamente, el gestor debe hace
todo esto, pero no solo esto. Esto son visiones románticas de la función de gestor
que se fijan sólo en lo más llamativo.
El Plan de Gestión
5
Cossons, Neil: "Designing and implementing corporate plans", en Manual of Heritage Management, op. cit.
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tal punto es esto verdad que se dice que es mejor un mal plan que ningún plan en
absoluto. Un plan de gestión define la misión de la organización, los objetivos y
políticas a poner en práctica para cumplir esta misión, los recursos de que se
dispone para ello y cómo usarlos, y delinea los controles necesarios para evaluar el
desempeño y para adoptar las medidas correctoras necesarias.
La misión
Es importante decir que la definición de la misión sirve tanto puertas adentro como
puertas afuera de la institución, y debe ser consensuada tanto por los dueños o
responsables políticos de la institución como por los gestores y por los funcionarios o
empleados de la misma.
Una vez definida la misión, se debe especificar las metas a conseguir para cumplirla,
y para ello se estructura, de lo más general a lo particular y detallado, como mínimo
los siguientes puntos
§ el punto de partida (indicando lo conseguido en las años inmediatamente
anteriores),
§ la organización,
§ los objetivos a cumplir incluyendo los estándares de calidad aplicables,
§ las actividades a desarrollar para cumplir los objetivos,
§ los recursos a utilizar en esas actividades,
§ la forma de obtenerlos si no se cuenta ya con ellos
§ el orden de prioridades
§ los presupuestos
§ mecanismos de control y medidas correctoras.
Es importante que todo lo que afecta a recursos económicos, gastos e ingresos, se
cuantifique en forma ordenada y preferiblemente tabular, es decir, se presupueste.
A todo ello debe acompañar la forma en que se van a medir y evaluar los resultados
y previsiones para corregir las desviaciones y para adaptarse a circunstancias
inesperadas.
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Cualquiera que sea la forma que se adopte para el desarrollo del Plan de Gestión, y
no se trata de definir aquí un modelo (hay muchos, casi tantos como autores), el
Plan debe ser legible y fácil de entender, tanto para el propio personal de la
organización como por las partes externas implicadas (dueños, autoridades
tutelares, etc.) e incluso por el público, y sus objetivos deben ser razonablemente
alcanzables.
El proceso
Un Plan de Gestión hecho, por ejemplo, por unos asesores externos sin contar con
el equipo que lo ha de implantar y poner en práctica es seguro que encontrará
resistencias como algo impuesto y no creará sentido de pertenencia entre el equipo
humano, que no se sentirá implicado. Hay mil maneras de dar la vuelta a las
instrucciones fijadas en el Plan, de forma que un Plan de Gestión en el que el
personal de todos los niveles no se sienta implicado puede acabar siendo "papel
mojado".
Es por ello por lo que el proceso de gestación del Plan es muchas veces tan
importante como el Plan mismo. Para su confección es imprescindible el análisis, y
este análisis revela muchas veces cosas que estaban ocultas, defectos camuflados
por la costumbre y la repetición. Por otra parte, las cosas consensuadas entre
muchos y diversos intereses, tratando de contentar a todos pueden acabar siendo
inoperantes, de aquí la importancia de que todos los implicados estén de acuerdo
previamente en que una vez discutidas, las decisiones adoptadas deben seguirse
con lealtad aunque no coincidan con el punto de vista que uno inicialmente
defendía.
De todo lo dicho puede parecer que el Plan de Gestión y el proceso por el que se
elabora son adecuados solamente para las grandes organizaciones. No tiene que ser
necesariamente así. Incluso las pequeñas organizaciones de dos o tres personas se
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benefician de la planificación. A menudo, en las organizaciones pequeñas, lo que
hay que hacer y como hacerlo está solo en la cabeza del director. Esto no debe ser
así, el plan, aunque solo sea un modestísimo plan de cuatro o cinco folios, debe ser
puesto sobre el papel. Una vez escrito, las ideas para mejorarlo surgen enseguida.
Además, sirve para evaluar el desempeño de nuestra actividad (a lo mejor estos es
lo que algunos no quieren) y es un excelente punto de partida para elaborar el
nuevo plan que guiará a la institución en el próximo período de tiempo. En resumen,
elaborad Planes de Gestión para vuestras entidades y os quedaréis sorprendidos de
lo mucho que enseña un Plan y de la herramienta tan útil que es.
¿Cómo se responde en España a esta demanda social? Por una parte, la universidad
ya ha recogido el guante y desde hace casi diez años empezaron a ofrecerse en
España, en distintas universidades, cursos de postgrado y másters, que, con
distintos nombres, imparten formación especializada en gestión del patrimonio
cultural: Universidad Complutense de Madrid, Universidad de Zaragoza, de
Barcelona, de la Coruña, de Salamanca y muchas otras.
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Sin embargo, la profesión de gestor de patrimonio cultural, aunque existe "de
facto", no ha sido reconocida como tal oficialmente. Esto ya ha pasado
históricamente con otras profesiones que finalmente alcanzaron su reonocimiento
oficial (ej., la psicología) y no me cabe duda de que lo mismo ocurrirá con ésta.
Para terminar ya esta parte, desearía insistir una vez más en que para cada una de
las tareas y actividades que es necesario realizar en una buena gestión del
patrimonio existe una técnica adecuada susceptible de ser aprendida por personas
normales. Hay técnicas de negociación, de dirección de equipos humanos, de
captación de recursos, de diseño de planes de gestión, presupuestos y estados
financieros, de comunicación y relaciones públicas, de márketing, de planificación de
tiempos y recursos, de confeccionar organigramas, de establecer controles y
mecanismos de corrección. El objeto de la gestión profesional del patrimonio es
sacar a esta valiosa herencia histórica de las garras del voluntarismo, de la intuición,
de lo aleatorio, incluso del capricho personal, incluso, si me aprietan mucho, de la
"genialidad" e introducirla en las vías de lo previsible. Podemos estar convencidos de
que un patrimonio gestionado con método y profesionalidad estará más seguro que
confiado a la intuición o a una pretendida genialidad.
Aunque a costa de una penosa evolución de lo que era un desprecio evidente por el
pasado, constatamos ahora que, para las generaciones actuales es un valor
entendido la existencia de estos restos del pasado y han asumido su conservación.
Es cierto que la conservación de este patrimonio conlleva al gasto de ingentes
sumas de dinero y otros recursos. Pero nos retribuye con una serie de dones de
carácter intelectual y espiritual, los más obvios de los cuales serían:
§ El Patrimonio posibilita la experiencia estética de la belleza
§ Potencia la creatividad individual
§ Nos proporciona nuestras señas de identidad e integra nuestro sentido de
pertenencia.
§ Incrementa el conocimiento acerca de nuestro propio pasado, facilitando
una mejor comprensión del presente.
§ Permite incidir en aspectos comunes y diferenciadores de épocas y culturas,
contribuyendo a una mejor valoración de lo propio y a un mayor
conocimiento y aceptación de la diversidad.
A pesar de estos regalos espirituales, para la gran mayoría, la existencia del
patrimonio y, como consecuencia, la exigencia de su conservación, ha sido vista
tradicionalmente como una carga para la sociedad. Sin embargo, en los últimos
tiempos se viene percibiendo que el patrimonio puede verse, no sólo como un
recurso cultural, que desde luego lo es por excelencia, sino también como un
recurso económico que puede contribuir a la mejora del nivel de vida de las
comunidades en las que se halla inserto. Existe una amplia casuística que da fe de
ello; he aquí unos pocos ejemplos:
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§ Recuperación de los edificios históricos para fines distintos de los originales,
lo que da buenos resultados al contribuir a modernizar las estructuras
económicas.
§ Ejemplo: Paradores de turismo, estancias históricas, edificios históricos para
fines sociales, etc. (sin entrar ahora a discernir si las restauraciones o
rehabilitaciones realizadas se adaptan o no a los criterios de conservación
vigentes, ese no es el problema ahora)
§ Rutas turísticas como el Camino de Santiago, la Ruta de la Plata, etc.
§ Experiencias con éxito llevadas a cabo por las fundaciones Santa María de
Albarracín y de Aguilar de Campoo.
§ Revitalización de centros históricos. La experiencia "Main Street" en USA y
Australia
Como muestran estos ejemplos, en la obtención de rendimiento económico del
patrimonio adquiere una importancia fundamental el turismo cultural. Como
decíamos al principio, es preciso conseguir que "nuestro Patrimonio Cultural se
comunique de forma rigurosa pero amable, accesible física e intelectualmente a las
personas que no son especialistas, pero que, de acuerdo con los estudios actuales
sobre turismo, quieren aprender, participar, preguntar y están dispuestas a pagar
por vivir una experiencia cultural memorable".
Ahora bien, como he insinuado más arriba, la explotación del patrimonio a través del
turismo cultural no está exenta de peligros. No se trata solamente del peligro de
daño irreparable que un turismo cultural de masas sin control, sin una buena
gestión, puede causar sobre bienes insustituibles, sino que también existen
perversiones desde el punto de vista ético y distributivo. Una de las más
importantes es que, muchas veces, los beneficios que reporta el turismo cultural no
repercuten como debiera en la población local. Ello ha sido ya puesto de manifiesto
por la UNESCO, para quien la población local debe extraer "beneficios económicos y
un sentimiento de satisfacción, es decir, empleos, ingresos y orgullo de lo propio".
Por otra parte es sentir extendido entre los estudiosos de este sector que la
industria turística no se compromete suficientemente con la conservación. Por fin,
hay que recordar los peligros de exagerar el aspecto lucrativo del patrimonio, tales
como se exponían en la Convención de SriLanka de 1983, y de los cuales los más
importantes son:
§ La frivolización del Patrimonio cultural por la vía del consumismo
§ El peligro de daño o incluso de desaparición física del propio patrimonio por
las masas de visitantes.
Por otra parte, hay que abrir nuevas vías de turismo cultural más activamente
comprometidas con el patrimonio. Un ejemplo de ello lo encontramos en el turismo
cultural cooperativo, en el que grupos de turistas aficionados a la arqueología,
naturaleza, etc., pagan cantidades a veces elevadas de dinero para cooperar como
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voluntarios no cualificados en excavaciones arqueológicas o prehistóricas (ejemplo:
proyecto Hominid6), parques naturales, etc.
Para terminar con este punto, en lo que se refiere a la gestión como instrumento
para generar recursos económicos a partir del patrimonio habría que repetir lo dicho
en varios pasajes de esta conferencia: la gestión del patrimonio es una técnica
adecuada para conseguir los objetivos previamente fijados. No es una máquina de
convertir en oro todo lo que toca. Son los responsables sociales de los bienes
patrimoniales los que tienen que decidir si el objetivo en la gestión de un
determinado bien cultural debe ser o no generar ingresos y hasta qué punto. Es
claro que la conservación integral del bien debe primar, pero a menudo esta
conservación puede ser compatible con el disfrute del público y con la capacidad de
generar ingresos. Una vez adoptada esta decisión, la gestión del patrimonio dispone
de una amplia panoplia de técnicas adecuadas para conseguir estos objetivos. Pero,
insisto, no es el gestor el que tiene que tomar esta decisión, sino los responsables
sociales del bien cultural de que se trate.
6
Serrallonga, Jordi. Los guardianes del lago. Ed. Mondadori. Barcelona, 2001
7
Bauman, Zygmunt. Modernidad y holocausto. Ed. Sequitur. Madrid, 1997. En relación con este tema puede verse
también la obra de Max Weber El político y el científico.
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"Toda la actividad del Gestor de Patrimonio Cultural estará gobernada por un
inmutable respeto hacia la significación histórica y estética y la integridad
física de los elementos de Patrimonio Cultural cuya gestión se le confíe." Y, en
otra parte, afirma que "el Gestor de Patrimonio Cultural no deberá participar
en ninguna actuación o intervención que, a su juicio, si tiene competencia
legal para emitirlo, o al de los expertos consultados, suponga un peligro para
la integridad del elemento de Patrimonio Cultural que se le haya confiado."
La mayoría de los autores que tratan de las tendencias futuras en gestión del
patrimonio cultual están de acuerdo en que:
1. Gestionar el cambio es la única manera de proteger el patrimonio. No se
trata de una alternativa simplemente; es una condición esencial para la
conservación del patrimonio.
2. No se puede aplicar las técnicas de gestión empresarial a la gestión del
patrimonio cultural sin adaptarlas previamente. El mandato imperativo
ético y legal de conservación de este patrimonio pone límites a los
cambios que se podrían adaptar en orden a una mayor eficiencia o generación
de ingresos. Aparte de las consideraciones sobre el desgaste excesivo
producido en elementos de patrimonio que son a la vez frágiles e
irremplazables, hay otras consideraciones que deben tener precedencia sobre
las consideraciones que se podrían tomar estrictamente desde el punto de
vista de gestión empresarial.
3. A pesar de esas restricciones, el campo para la mejora de las técnicas de
gestión en el Patrimonio cultural es inmenso, y hay una urgente necesidad de
hacerlo.
Resumiendo: Gestión del cambio y mejora en las técnicas de gestión, son
tareas ineludibles.
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- Por otra parte, esta disminución es mayor hacia los países del mundo
relacionados de alguna manera con el terrorismo integrista, lo cual, por
el contrario, hace que España se vea favorecida.
- Causas externas, como, por ejemplo, la crisis con Marruecos ha
ocasionado que el turismo de España hacia ese país haya disminuido
un 60 %. Es probable que parte de esos viajeros se decidan ahora a
cambiar su destino turístico dentro de España.
- Otra circunstancia a considerar es que el turismo cultural o el número
de turistas bien preparados culturalmente que exigen algo más que sol,
playa y compras está aumentando.
- Por otra parte, las circunstancias internacionales pueden requerir un
aumento de los gastos, por ejemplo, de defensa, y el dinero que se
invierte en cultura en general y en el patrimonio en concreto puede
verse afectado.
B) Cambios en las estrategias de gestión de las organizaciones
§ Se debe reconocer que es esencial para la sostenibilidad de las
instituciones patrimoniales, independientemente de que cobren o no la
entrada, lograr la satisfacción de un número cada vez más elevado de
visitantes cada vez más preparados culturalmente (igualmente, hay
que prepararse para una disminución de visitantes por las causas antes
citadas)
§ Aceptar la necesidad de establecer objetivos y estrategias medibles,
que reflejen las expectativas de la misión de la institución, respondan a
los cambios esperados y a las expectativas de los visitantes y aspiren a
optimizar la posición en cuanto a su conservación del elemento
patrimonial gestionado.
§ Los responsables de la gestión deben comprometerse a realizar un
seguimiento continuo y sistemático del desempeño de la institución
gestionada, sea semanalmente, mensualmente o en el período que
convenga, para lo que, por supuesto, se requiere el establecimiento de
estándares medibles y de los cauces adecuados para recopilar
información (por ejemplo, sobre la satisfacción del visitante).
§ Creación de redes y consorcios entre las instituciones privadas y cuasi
privadas que gestionan el patrimonio, con el fin de compartir
experiencia y costos en la introducción de nuevas técnicas y
procedimientos de gestión, ante la perspectiva de que, en este nuevo
siglo, las pequeñas organizaciones e instituciones que no se adapten a
estas nuevas técnicas quedarán crecientemente anticuadas y
resultarán siendo anacrónicas.
§ Las nuevas tecnologías de transmisión de datos, el mundo digital y
virtual, así como la red Internet, adquirirán una presencia cada vez
más importante en estas organizaciones y modificarán muchas técnicas
de gestión, y tendrán incidencia sobre la especialización del personal,
en los presupuestos y en el márketing.
§ Tener en cuenta que, aunque las técnicas de gestión son simples y
están al alcance de personas normales, y, por tanto, su
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implementación a corto plazo es fácil, su permanencia en el tiempo
requiere un cambio en la cultura organizacional, y requiere un esfuerzo
de perseverancia y persuasión por parte de la dirección de la
institución.
C) Cambios conceptuales
8
Vallejo Londoño, Claudia (comp.). Somos Patrimonio. Convenio Andrés Bello, Bogotá (Colombia) 2001, pg. 7.
9
Manrique Sabogal, Winston: “Obras maestras vivas”, en El País, 27-7-02, suplemento cultural “Babelia”, pag. 19.
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Esta importancia creciente que se le está dando en el campo patrimonial a lo
intangible tal como lo he descrito antes, se plasma en numerosas actividades e
iniciativas de conservación, y ha obtenido recientemente la sanción de la UNESCO,
que el pasado año 2001 ha proclamado como "Patrimonio de la Humanidad" las
primeras 19 obras de patrimonio intangible, cabiéndonos en España la satisfacción
de que entre ellas se cuente "El Misteri" de Elche.
Ya se han llevado a cabo cuatro ediciones del Premio y está abierto el plazo para
presentación de proyectos a la quinta edición. Entre las experiencias ganadoras de
las últimas ediciones puedo citar el "Plan de Rehabilitación Integral de Santa Ana de
Velasco Chiquitos", en Bolivia, y el "Programa de Rehabilitación Integral del Barrio
de San Isidro", en el Casco de la Habana Vieja (Cuba).
La iniciativa del Premio resulta de mayor interés por cuanto con él se trata de
estimular experiencias que, casi todas, comparten tres características de suma
importancia: la participación de amplios sectores sociales, la sostenibilidad hacia el
futuro de los cambios obtenidos y la recuperación, no solo de un valioso patrimonio,
sino de la autoestima de las comunidades que han participado en su ejecución. Son
estos tres elementos que propician la continuidad de los proyectos y un impacto
sostenido o creciente en el mejoramiento de la calidad de vida de las comunidades
beneficiadas.
En el ámbito iberoamericano, el proceso de reconocimiento del "otro" y la
aceptación de la diversidad que hacen posible este tipo de experiencias culturales
pone las bases para una convivencia armoniosa entre los diferentes sectores que
integran la sociedad, condición "sine que non" para el desarrollo. De aquí el que
veamos las experiencias de recuperación comunitaria (de "apropiación", en término
propuesto por el CAB) del patrimonio intangible, junto con otro tipo de experiencias
culturales, como el eje alrededor del que tendrán que girar los esfuerzos para
impulsar otros procesos de integración social. En España, un país que, como otros
de la Unión Europea, está asistiendo en el presente a un rápido proceso de
reequilibrio de los componentes étnicos y culturales sobre su propio suelo, quizás
merecería la pena explorar estas experiencias comunitarias compartidas de
recuperación del patrimonio intangible como una vía valiosa de solución de las
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indudables tensiones que ocasiona el mencionado reequilibrio (o quizás deberíamos
decir "desequilibrio").
FINAL
Y ya, para terminar, me gustaría hacer unas breves reflexiones en relación con la
situación actual del Patrimonio. Es cierto que en los últimos treinta años la
mentalidad social ha empezado a valorar el patrimonio en mucha mayor medida en
que lo hacía en los siglos anteriores. Pero ello no implica que el patrimonio esté a
salvo de todo peligro. La mentalidad de amor al patrimonio forma parte de la escala
social de valores y, como tal, debe ser infundida en los ciudadanos desde los
primeros años de su formación, siendo deseable que sea incluida de alguna manera
en los currículos de la educación tanto primaria como secundaria.
Por otra parte, hace falta mucha más implicación social en todas las decisiones que
conciernen al patrimonio: la democracia debe hacerse presente también en este
sector. Solo con fuertes consensos sociales son posibles acciones de revitalización y
apropiación social como algunos de los ejemplos que hemos citado aquí. En este
sentido tenemos que imitar las líneas de actuación de países de tradición
anglosajona, como Estados Unidos, Canadá, Australia, el Reino Unido, etc., donde la
obtención del consenso social, a través de una exhaustiva labor informativa y
explicativa, es uno de los primeros componentes de todo “Management Plan” o Plan
de Gestión.
Por último, una vez tomada la decisión que corresponda sobre el patrimonio y por el
órgano que corresponda, la puesta en práctica debe ser llevada a cabo por
profesionales preparados especialmente para esta función, es decir, por gestores
profesionales, para quienes sendos compromisos con la conservación integral del
bien y con la calidad en su gestión son premisas fundamentales de su código ético.
La gestión del patrimonio no requiere ninguna inspiración divina: es simplemente
una técnica, con unos procedimientos y una metodología susceptible, es obvio, de
ser aprendida por personas normales. No hacen falta genios, sino profesionales bien
preparados, aunque, por supuesto, una buena dosis de imaginación y de creatividad
nunca viene mal.
Y en este trinomio de infundir en nuestros ciudadanos los valores de la conservación
del patrimonio a través de la educación, de procurar el consenso social en las
decisiones que le afectan, y llevar a la práctica estas decisiones por medio de
gestores profesionalmente preparados para manejar esta valiosa herencia histórica,
consiste la modesta aportación que me gustaría transmitir esta tarde a nuestra
generosa y paciente audiencia.
Muchas gracias.
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