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Causas autolesión

Trastornos asociados
Domingo, 11 de Mayo de 2008 23:18

Trauma del pasado / invalidación como antecedente


Van der Kolk, Perry y Herman (1991) realizaron un estudio con pacientes que
se cortaban y presentaban conductas suicidas. Encontraron que la existencia
de abuso físico o sexual, negligencia física o emocional, y condiciones
familiares caóticas durante su infancia y adolescencia, fueron componentes
que permitieron predecir de manera confiable la cantidad y severidad de la
cortada. Concluyeron que la negligencia es el componente más poderoso para
predecir conductas auto-destructivas. Esto implica que aunque traumas de la
infancia contribuyen fuertemente a la iniciación de conductas auto-destructivas,
la falta de relaciones y apegos que brinden seguridad y confianza hacen que la
conducta se mantenga. Los sujetos que no se acordaban de niños sentir que
eran especiales o queridos por alguien, como adultos fueron menos capaces
de controlar su conducta auto-destructiva. Mientras más temprano en la edad
del paciente se dé el abuso, lo más probable que el sujeto se corte y ésta sea
más severa. En el mismo reporte, van de Kolk et al. hacen notar que la
disociación y la frecuencia de experiencias disociativas parecen estar
relacionadas con la presencia de actos de auto-lesión. La disociación en
adultos ha sido relacionada con abuso, negligencia y traumas en la infancia.
La teoría de que el abuso físico o sexual o el trauma son antecedentes
importantes para la auto-lesión, también es expuesta en un artículo de 1989 del
“American Journal of Psychiatry”. Greenspan y Samuel presentan tres casos
en el que mujeres que aparentemente no tenían ningún antecedente
psicopatológico, presentaron conducta de auto-lesión (cortarse) después de
una violación traumática.
Invalidación independiente del abuso
Aunque el abuso físico o sexual y la desatención podrían precipitar conductas
de auto-lesión, no implica que la inversa ocurra: muchos de los que se hacen
daño no sufrieron ningún abuso en su infancia. En 1994 en un estudio realizado
por Zweig-Frank et al. se demostró no haber relación alguna entre abuso,
disociación y autolesión entre pacientes diagnosticados con el trastorno de
personalidad limítrofe. Un estudio subsiguiente de Brodsky et al. (1995) indicó
que el sufrir abuso como niño no implica que como adulto presente disociación
y conductas de auto-lesión. Debido a estos estudios y otras lecturas, se puede
decir que hay una característica presente en la gente que se hace daño que no
está presente en los que no lo hacen, y la causa es algo más sutil que el haber
sufrido abuso en la infancia. Linehan (1993ª) explica que la gente que se
autolesiona (automutila) ha crecido en “ambientes de invalidación”. Aunque un
hogar donde se presenta abuso existe la invalidación, también se presenta en
otras situaciones “normales”. Un ambiente de invalidación es aquél donde la
comunicación de experiencias privadas e íntimas es recibida por respuestas
erráticas, inapropiadas o extremas. En otras palabras, lo dicho de una
experiencia íntima o privada no es validado, en su lugar es castigado y/o
trivializado. La experiencia de emociones dolorosas es negada. La
interpretación que hace el individuo de su propia conducta, incluyendo la
intención y motivación de la misma, es descartada. La invalidación tiene dos
características principales. La primera es que le dice al individuo que está mal
y equivocado tanto en su descripción como es su análisis de su propia
experiencia, particularmente en su punto de vista de lo que está causando sus
emociones, creencias y acciones. La segunda, el individuo atribuye su
experiencia a rasgos de personalidad que no son socialmente aceptados. Las
respuestas que invalidan pueden ser de diferentes formas:“Estás enojada pero
simplemente no lo admites”“Dices que no pero lo que realmente quieres decir
es sí, yo te conozco”“Tu lo hiciste (algo que realmente no hiciste). Deja de
mentir”“Estás hipersensible”“Simplemente eres una floja”“No voy a dejar que
me manipules de esa forma”“Anímate, déjalo ir. Tú lo puedes sobrepasar”“Si
vieras el lado positivo de las cosas y dejaras de ser un pesimista ...”“No estás
tratando lo suficiente”“Vas a ver, si quieres llorar te voy a dar algo por qué
realmente llorar”“¡Ah! Así es la vida (y sigue como si no hubieras dicho
nada) Todos tenemos la experiencia de haber sido invalidados en algún
momento, pero para las personas que crecieron en ambientes de invalidación,
estos mensajes los recibían constantemente. A lo mejor los padres tenían
buenas intenciones pero se sentían tan incómodos con las emociones
negativas que no permitían que sus hijos las expresaran, dando como
resultado una invalidación no intencional. La invalidación crónica puede llevar
a la auto-invalidación y auto-desconfianza a nivel subconsciente, y al
sentimiento de “yo no importo” que van der Kolk et al. describieron.
Consideraciones biológicas y Neuroquímica
Las investigaciones que se han realizado bajo este rubro, consideran la
hipótesis de que la autolesión (automutilación) resulta de una disminución de
neurotransmisores cerebrales necesarios. Este punto de vista está justificado
por la evidencia encontrada por Wichel y Stanley (1991). Ellos descubrieron
que aunque los sistemas de dopamina y de opioide no están implicados en la
autolesión, el sistema de serotonina sí lo está. Drogas que logran que llegue
más serotonina al cerebro parecen tener cierto efecto en la conducta de auto-
lesión. Wichel y Stanley plantean la hipótesis de una relación entre este hecho
y las similitudes clínicas entre el trastorno obsesivo-compulsivo (que se sabe
que se le puede ayudar con drogas que aumenten los niveles de serotonina) y
conductas de auto-lesión. Se dieron cuenta que algunas drogas que
estabilizan el estado de ánimo (como Tegretol, Depakote) pueden estabilizar la
conducta de hacerse daño. Coccaro et al. (1997c) han realizado estudios para
ver si el sistema de serotonina está implicado en la conducta de autolesión.
Encontraron que la irritabilidad es la conducta central correlacionada con la
función de serotonina, y que el tipo de conducta agresiva que se muestra en
respuesta a la irritabilidad parece ser dependiente de los niveles de serotonina.
Si los niveles de serotonina son normales, la irritabilidad se expresa gritando,
aventando cosas, etc. Si los niveles de serotonina son bajos, la agresión
aumenta y la respuesta a la irritación va en escalada hacia la autolesión, el
suicidio o atacar a otros. Simeon et al. (1992) hallaron que la conducta de auto-
lesión (automutilación) estuvo considerablemente correlacionada
negativamente con el número de sitios de unión de la imipramina en plaquetas
(los autolesionadores tienen menos sitios de unión de imipramina en plaquetas,
un nivel de actividad de la serotonina) y observan que esto "puede reflejar
disfunción serotonérgica central con inhibición pre-sináptica de la liberación de
serotonina. . . . La disfunción serotonérgica puede facilitar la
autolesión". Cuando estos resultados son considerados a la luz de trabajos
como el de Stoff et al. (1987) y Birmaher et al. (1990), que vinculan los
números reducidos de sitios de unión de la imipramina en plaquetas con la
impulsividad y agresión, parece que la clasificación más adecuada para la
conducta de auto-lesión podría ser un desorden del control de los impulsos
similar a la tricotilomanía, cleptomanía, o juego compulsivo. Herpertz (Herpertz
et al, 1995; Herpertz y Favazza, 1997) ha investigado la forma en que los
niveles de prolactina en la sangre responden a dosis de d-fenfluramina en
sujetos que se autolesionan y sujetos que no lo hacen. La respuesta de la
prolactina en los sujetos auto-esionadores fue deficiente, lo cual "sugiere un
déficit en toda, y principalmente, la función central pre-sináptica 5-HT
(serotonina)". Stein et al. (1996) hallaron un déficit similar en la respuesta de
prolactina en el desafío a la fenfluramina en sujetos con trastorno compulsivo
de la personalidad, y Coccaro et al. (1997c) hallaron que la respuesta de
prolactina variaba inversamente con las puntuaciones en la escala de “Historia
de Vida con Respecto a la Agresión”. No está claro si estas anormalidades son
causadas por experiencias de trauma/abuso/invalidación o bien si algunos
individuos con este tipo de anormalidades cerebrales tienen experiencias
traumáticas que les imposibilita aprender maneras efectivas de manejar
situaciones estresantes, y por ende, sienten que tienen poco control sobre lo
que les pasa y acaban por recurrir a la auto-lesión como mecanismo de
sobrevivencia.
Saber cuando parar – el dolor no es un factor
Muchos de los que se autolesionan (automutilan) no logran explicar bien su
conducta, pero lo que sí saben es cuando parar una sesión de auto-lesión.
Después de cierta cantidad de heridas, su necesidad o desesperación es de
alguna manera resuelta, y la persona se siente tranquila, calmada, en paz.
Únicamente el 10% de los encuestados por Conterio y Favazza (1986)
reportaron sentir “mucho dolor al lesionarse; el 23% reportaron dolor moderado,
y el 67% reportaron tener poco o nada de dolor. En un estudio (Richardson y
Zaleski, 1986) se les dio a los auto-lesionadores Naxolone, una droga que
bloquea la acción de la reducción de dolor de las endorfinas producidas
naturalmente por el cuerpo. Los resultados indican que no fue efectiva, es
decir, seguían reportando sentir poco o nada de dolor. El dolor no influye en
parar las lesiones. Haines et al. (1995) encontraron que la reducción de
tensión psico-fisiológica es el propósito principal de la auto-lesión. Cuando
cierto nivel de tranquilidad fisiológica se logra, el autolesionador ya no siente la
urgencia de hacerle daño a su cuerpo. La falta de dolor puede ser debida a la
disociación que ocurre en el momento, o bien en que la auto-lesión sirve para
poder enfocarse al 100% en algo concreto y el resto de los estímulos son
bloqueados, incluyendo el dolor físico y emocional.
Condicionamiento operante
Es importante tener en cuenta que las explicaciones basadas en el
condicionamiento operante son relevantes cuando se trabaja con la autolesión
estereotipada (personas con retraso mental, autistas, psicóticos), y menos
útiles con conductas episódicas o repetitivas. Para explicar la auto-lesión
(automutilación) en términos de condicionamiento operante, se parte de dos
paradigmas. Uno es el que los individuos que se autolesionan tienen un
reforzamiento positivo al llamar y obtener la atención, y por ende tienden a
repetir estos actos. Una de las implicaciones de esta teoría es que la
estimulación sensorial asociada al auto-daño podría servir como reforzador
positivo y en consecuencia ser un estímulo para el auto-abuso en el futuro. El
otro paradigma plantea que los individuos que se autolesionan lo hacen para
remover estímulos adversos o condiciones desagradables (emocionales,
físicas). Este paradigma de reforzamiento negativo, tiene eco en una
investigación que indica que la intensidad de la auto-lesión puede incrementar
al incrementar la “demanda” de la situación. De hecho, la auto-lesión es una
manera de escapar de un dolor emocional intolerable.
Contingencias sensoriales
Una de las hipótesis más comunes es que la gente que se hace daño están
tratando de mediar los niveles de de los estímulos sensoriales. La autolesión
puede incrementar la sensación sensorial (se reporta que las personas al
hacerse daño se sienten más “reales”) o disminuirla al enmascarar un input
sensorial que es inclusive más estresante que la auto-lesión. Esto está
relacionado con lo que Haines y Williams (1997) encontraron: la autolesión
(automutilación) provee una liberación dramática de una tensión / estimulación
fisiológica. Cataldo y Harris (1982) concluyen que las teorías de estimulación
sensorial, aunque satisfactorias en su parsimonia, requieren tomar en cuenta
las bases biológicas de estos factores.

http://www.auto-lesion.com/services.asp?service=17

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