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Introducción
Por consiguiente, se hará énfasis sobre los objetivos buscado con la aplicación de
estas medidas en el imputado, las formas y sus requisitos, que deben cumplir las
personas que son beneficiadas con estos tipos de medidas.
Esta figura jurídica surge en el Código Penal de 1982, hoy derogado, y consiste en la
aplicación de condiciones legales que debe cumplir el sentenciado en un término
preestablecido por el juez. En la actualidad, la suspensión de la pena tiene lugar en
procesos en que se impongan penas que no excedan de tres años de prisión, extremo
punitivo que fue ampliado cuando se promulgó el Código Penal que nos rige, debido a
que en la legislación vigente se le ha aumentado la pena a una pluralidad de delitos, y
dicha amplitud permite –precisamente– una mayor aplicación de este sustituto.
Este sustituto penal tiene como requisito imprescindible que el sentenciado sea
delincuente primario. Es necesario detenernos en este punto y destacar que, para los
efectos de la ley penal, será considerada como tal la persona que no ha sido
sentenciada por autoridad judicial competente en los 10 últimos años (Art. 102 del
Código Penal). El Código Penal de 1982 no definía el concepto de delincuencia
primaria, pero un sector mayoritario en la judicatura consideraba como tal a aquel que
nunca había sido sancionado.
Algunos fallos sostienen que para otorgar este sustituto penal, el juzgador solo debe
circunscribirse a examinar si el procesado cumple con los requisitos básicos
estipulados para tal efecto en el Código Penal, mientras que para otros es necesario
tomar en consideración, también, la naturaleza y la gravedad del delito cometido, así
como la seguridad de la víctima. No obstante lo anterior, se conceptúa que el juzgador
posee discrecionalidad, como facultad potestativa, al momento de adoptar esta
decisión judicial.