Nancy Hagenbuch
Freud avanzó en una investigación que no estaba marcada con el mismo estilo
que las anteriores investigaciones científicas. Su campo es la verdad del sujeto.
La investigación de la verdad no puede reducirse a la investigación objetiva del
método científico habitual. Sólo un hombre que se atrevió a construir las vías de
acceso a la verdad pudo llegar tan lejos.
Freud nos dejó una obra maravillosa, cartas, notas que nos permite captar la
naturaleza del genio.
Muchos son los trabajos sobre la vida de Freud; James Strachey, Ernest Jones,
discípulos y seguidores han escrito sobre su vida.
El poeta austriaco, Stefan Zweig, lo retrató con las siguientes palabras:
“No se podría imaginar un ser de espíritu más intrépido. Instante tras instante
Freud se atrevía a expresar lo que pensaba, aún cuando sabía que inquietaba y
perturbaba con sus declaraciones claras e inexorables; nunca trató de hacer
menos difícil su posición recurriendo a concesiones, así fueran mínimas o
formales. […] Cuando se trataba de su enseñanza y de la verdad, no abandonaba
su intransigencia; cuanto más firme era la resistencia, más se afirmaba él en su
resolución. En el momento en que busco un símbolo de coraje moral (el único
heroísmo del mundo que no exige víctimas) veo siempre ante mi el hermoso
rostro de Freud con su claridad masculina, sus ojos oscuros y la mirada directa y
viril.”
Jakob Freud era un ser amable, querido por todos en su familia. En el momento
de contraer segundas nupcias ya era abuelo. Su joven esposa era una mujer
esbelta y hermosa que mantuvo hasta el final de su vida su espíritu alegre y
despierto.
Del nacimiento del pequeño Sigmund Freud, nos cuenta Ernest Jones en su libro
“Vida y Obra de Sigmund Freud”:
“Nació con abundante cabello, rizado y negro, tanto que su joven madre le puso
por mote “mi negrito”. Siendo adulto ya, su cabello y sus ojos eran negros, pero
no era moreno de tez. Había nacido con la cabeza cubierta por una membrana
fetal, hecho éste que se interpretó como seguro augurio de felicidad y fama. Y
cuando cierto día una anciana, con quien la joven madre se topó por casualidad,
reforzó esta creencia, informándole que había traído al mundo un gran hombre, la
orgullosa y feliz mamá creyó firmemente en la predicción. Manto y ropaje de
héroe venía tejiéndose, pues para él, desde la misma cuna.”
Muchos años después Freud escribiría: “Cuando un hombre ha sido el favorito
indiscutido de su madre, logra conservar durante toda la vida un sentimiento de
vencedor, esa confianza en el éxito que a menudo conduce realmente al éxito.”
El joven Sigmund recibió una educación judía no tradicionalista. En octubre de
1859 Jakob dejó Freiberg, donde los negocios declinaban debido a la introducción
del desarrollo de la industrialización. Se instalaron en Leipzig, esperando en la
ciudad encontrar mejores condiciones para el comercio textil. Al poco tiempo se
trasladaron a Leopoldstadt, barrio judío de Viena.
Viena, capital del grande y multiétnico Imperio Austro-Húngaro, era una verdadera
usina cultural. Habitaban en ella personalidades revolu--cionarias tales como los
compositores Gustav Mahler y Arnold Schönberg así como los artistas plásticos
Oskar Kokoshka y Gustav Klimt.Sus pensadores refor-mularon las propias tradi-
ciones en diversas áreas y fundaron escuelas en dife-rentes disciplinas: literatu-
ra, arte… Al mismo tiempo, la sociedad vienesa pasó por una rápida e intensa
transición política, caracte-rizada por el ascenso y caí-da del liberalismo burgués.
Son numerosos los autores literarios y pintores que despertaron el interés del
joven Freud, entre ellos se destacan Leonardo da Vinci y William Shakespeare.
Freud entró en la Facultad de Medicina de la Universidad de Viena en 1873 y
recibió su diploma en 1881, a la edad de 25 años. Según él decía, la decisión por
Medicina fue tomada al oír una conferencia de Karl Brühl sobre el poema de
Goethe, “De la Naturaleza”.
En 1875 impulsado por Carl Claus, su profesor de Zoología, obtuvo una beca que
le permitió estudiar en Trieste la vida de las anguilas macho. Publicado en el año
1877, este texto demuestra que Freud trabajaba en la elaboración de una teoría
del funcionamiento específico de las células nerviosas, teoría cuyas huellas se
encontrarán en el “Proyecto de Psicología” de 1895. Luego Freud pasó del
Instituto de Zoología al de Fisiología para convertirse en alumno de Ernst Wilhem
von Brücke, médico fisiólogo alemán. En este Instituto, donde permaneció seis
años, se vinculó con Josef Breuer, médico austriaco de gran renombre. Breuer
desempeñó un papel importante en la vida de Freud, muy pronto los dos hombres
se hicieron amigos.
Después de París se dirigió a Berlín, donde siguió las enseñanzas del pediatra
Adolf Baginsky.
Freud viaja a Nancy, Francia, donde visita a Bernheim, médico francés, con la
idea de perfeccionar su técnica hipnótica. Presenció los experimentos de
Bernheim con sus pacientes de hospital y recibió la más profunda de las
impresiones al comprobar la posibilidad de la existencia de procesos mentales
que se mantenían ocultos a la conciencia del hombre.
Nuevamente en Viena, Freud instaló su consultorio en un departamento ubicado
en 19. Berggase y permaneció allí hasta su exilio en 1938.
En 1891 publicó su monografía “Sobre la concepción de las afasias” basándose
en las tesis de Hughlings Jackson para proponer una comprensión funcional de
los trastornos de lenguaje. Tesis que remplaza la doctrina de las localizaciones
cerebrales por la del asociacionismo, preparando el camino para la definición de
un aparato psíquico tal como se lo encuentra en sus “Trabajos sobre
Metapsicología”.
Trabajando junto a Breuer, Freud abandonó progresivamente la hipnosis en
beneficio de la catarsis y después creó el método de asociación libre.
Freud estableció la hipótesis de que este material provenía del inconsciente. A
diferencia de Breuer, sostuvo que la fuerza determinante en estos casos era la
libido, o energía sexual, contra cuyos deseos la psique establecía defensas y
represiones. Freud se orientaba cada vez más hacía la elaboración teórica
absolutamente innovadora para su época, mientras que Breuer seguía siendo un
científico clásico, apegado a los principios de la fisiología del momento. Esto
determinó el alejamiento entre ambos.
De la nueva teoría del inconciente nacerá un nuevo libro, publicado en 1899 “La
interpretación de los sueños”. El mismo Freud señala que un sueño es la
realización de un deseo sexual, incestuoso y reprimido. Este descubrimiento
tendrá hondas repercusiones en las mentalidades del siglo XX y tendrá su
derivación en nuevas concepciones del arte representadas por artistas como
Klimt, Kandinsky, Dalí, Munch y tantos otros.
Muchos años después Jacques Lacan escribió “El mito individual del neurótico” e
iluminó el texto freudiano. Freud captó la constelación original que había
precedido al nacimiento de su paciente y diagramó la relación de esa prehistoria
con los síntomas y los fantasmas obsesivos.
En el año 1911 Freud publicó “Sobre un caso de paranoia descrito
autobiográficamente” (caso Schreber). La importancia de este escrito no se limitó
a la luz que arrojó sobre los problemas de la paranoia, en este trabajo también
encontramos importantes conceptualizaciones que luego Freud trabaja en su
teoría sobre el narcisismo y en “Pulsiones y destinos de pulsión”.
Entre los años 1911 y 1915 Freud escribió sobre la técnica psicoanalítica.
Freud se resistía a escribir sobre este tema porque él estaba convencido que sólo
la formación y el propio análisis garantizaba la práctica clínica psicoanalítica.
Pasaron muchos años hasta que se decidiera a presentar estos trabajos. Algunos
de los trabajos publicados son: “Trabajos sobre técnica psicoanalítica”, “Sobre la
dinámica de la transferencia”, “Consejos al médico sobre el tratamiento
psicoanalítico”, “Sobre la iniciación del tratamiento”, “Recordar, repetir y
reelaborar”, “Puntualizaciones sobre el amor de transferencia”.
Jacques Lacan, en un retorno a estos textos, encuentra pasajes de suma
importancia para captar el progreso de la técnica del psicoanálisis.
“Gradualmente vemos aparecer nociones fundamentales para comprender el
modo de acción de la terapéutica analítica, la noción de resistencia y la función de
transferencia, el modo de acción e intervención en la transferencia e incluso,
hasta cierto punto, el papel esencial de la neurosis de transferencia.”
En estos trabajos Freud va sembrando la técnica para una clínica que aborda lo
real.
Entre 1912 y 1913, Freud publicó “Tótem y tabú” en cuatro partes, en la revista
Imago: 1) El horror del incesto; 2) El tabú y la ambivalencia de los sentimientos;
3) Animismo, magia y omnipotencia del pensamiento y 4) El retorno infantil al
totemismo.
Este mismo año Von Freund funda una empresa editorial: el “Verlag”. Freud había
tenido infinitas dificultades con las publicaciones tanto de libros como de revistas
debido no sólo a la escasez de papel sino a causa de las dificultades con el editor.
La nueva empresa editora constituía una esperanza para las publicaciones
psicoanalíticas.
Jacques Lacan nos dijo que si toda la primera etapa de la obra freudiana estuvo
dedicada al descubrimiento del inconciente, esta segunda etapa teoriza la pulsión
de muerte y su relación con la repetición. El descubrimiento freudiano de la
pulsión de muerte abre a toda la conceptualización sobre el concepto del goce en
psicoanálisis.
En 1920 muere Sophie Freud (la hermosa hija de Freud) llevada por una epidemia
de gripe que asolaba el norte de Alemania. Mathilde tomó a su cargo al pequeño
Heinerle (hijo de Sophie), quien iba a sucumbir por una tuberculosis tres años
más tarde. Estas muertes causaron un profundo dolor al creador del psicoanálisis.
En 1923 se le diagnostica un cáncer en el paladar y se inicia una dolorosa etapa
de operaciones. El dolor no impidió que Freud siguiera trabajando para la
extensión del psicoanálisis.
Entre los años 1920 al 1930 se produce un fuerte debate en torno a la cuestión de
la sexualidad femenina. Freud mantuvo su teoría de una libido única y del
falocentrismo. La sexualidad de la niña se organiza alrededor del falo y la
dialéctica que está en juego es la de tener o no tener el falo. Realizó una profunda
investigación clínica alrededor del complejo preedípico en la determinación de la
sexualidad femenina. Algunos de los textos publicados por Freud alrededor de
este tema son: “Organización genital infantil (Una interpolación en la teoría de la
sexualidad)”, “El problema económico del masoquismo”, “El sepultamiento del
complejo de Edipo”, “Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia sexual
anatómica”, “Sobre la sexualidad femenina”, “Nuevas conferencias de
introducción al psicoanálisis (conferencia 33; La femineidad)”. Estos trabajos
contribuyeron a iluminar la clínica. Freud invitó a las analistas mujeres para que
hicieran su aporte a la teoría psicoanalítica, y en este camino encontramos a:
Marie Bonaparte, Helene Deutsch, Jeanne Lampl-De Groot, Joan Rivière y Ruth
Mack-Brunswick. También las analistas de la escuela inglesa sentaron su posición
alrededor de la problemática de la sexualidad femenina entre las que se
encontraban Karen Horney y Melanie Klein.
“Me entero por Sachs con sorpresa, pero también con disgusto, que su
enfermedad no ha concluido. Esto no concuerda con la imagen que tengo de
usted. Sólo me lo imagino trabajando sin cesar, indefectiblemente. Experimento
su enfermedad como una especie de competencia desleal, y le ruego que la
interrumpa lo antes posible.”
Entre los años 1927 y 1930 publicó dos trabajos que completan lo que ya el
Maestro había anticipado en su trabajo “Psicología de las masas y análisis del
yo”: “El porvenir de una ilusión” y “El malestar en la cultura”. En este último él
escribió:
“Hoy los seres humanos han llevado tan adelante su dominio sobre las fuerzas de
la naturaleza que con su auxilio les será fácil exterminarse unos a otros, hasta el
último hombre. Ellos lo saben; de ahí buena parte de la inquietud contemporánea,
de su infelicidad, de su talante angustiado. Y ahora cabe esperar que el otro de
los dos poderes celestiales, el Eros eterno, haga un esfuerzo para afianzarse en
la lucha ante su enemigo igualmente inmortal. ¿Pero quién puede prever el
desenlace?”.
Es notorio que Freud escribiera esta última oración cuando ya comenzaba a ser
evidente la amenaza que representaba Hitler.
En el año 1930 dos acontecimientos rodearon la vida de Freud. Uno fue la muerte
de su madre, el 12 de septiembre a la edad de 95 años. El otro fue el
otorgamiento del premio Goethe. El doctor Alfons Paquet, representante del
Consejo de Administración del Fondo, le envió a Freud una carta donde le
comunicaba el otorgamiento del premio por "…las revolucionarias consecuencias
de las nuevas formas de investigación creadas por usted sobre las fuerzas
plasmadoras de nuestro tiempo. Con el método estricto de la ciencia natural, y al
mismo tiempo en una osada interpretación de los símiles acuñados por los
poetas, su labor investigadora se ha abierto una vía de acceso hacía las fuerzas
pulsionales del alma…”.
Freud contestó manifestando toda su alegría y agradecimiento pero, como se
encontraba enfermo, no pudo ir a recibirlo y envió un escrito: “Alocución en la
casa de Goethe en Francfort” a través de su querida hija Anna.
En el año 1933 Freud mantiene correspondencia con Albert Einstein para una
publicación de la Liga de la Naciones. La situación política comenzaba a ponerse
grave. En una oportunidad escribió a Marie Bonaparte:
“¡Cuan dichosa es Ud. al verse enfrascada en su trabajo sin tener que enterarse
de las cosas horribles que ocurren alrededor de uno!”.
El peligro era cada vez más cercano y al año siguiente se produjo la fuga de
analistas judíos que aún quedaban en Alemania y la aniquilación del psicoanálisis
en ese país. En Berlín fueron quemados todos los libros de Freud.
A pesar de la enfermedad y la estampida de la inminente guerra, Freud
continuaba trabajando en una de sus últimas obras “Moisés y la religión
monoteísta”.
En una carta, dirigida a Jones, Freud escribe: “…También trabajo una hora por
día en mi Moisés, que me atormenta como un alma en pena. Me pregunto si
terminaré alguna vez esta tercera parte a pesar de todas las dificultades externas
e internas”
Entre julio y septiembre de ese año, Freud se dedicó a escribir el “Esquema del
psicoanálisis". Se trata de un resumen, casi un testamento, muy condensado de
las principales ideas de la teoría psicoanalítica.
En septiembre del 1939 se advierte una reactivación del cáncer y es operado por
última vez. La enfermedad se hacía cada vez más extensa y dolorosa y acabar
con esa situación, para Freud, era cada vez más necesaria. Se apoyaba y
dependía de su hija Anna y de su médico personal Max Schur, admirador del
psicoanálisis. Freud acordó con su médico que no permitiría que a raíz de la
enfermedad la vida se le transformara en una tortura. El primero de agosto de
1939 Freud terminó definitivamente su práctica.
“…conocí a Sigmund Freud, ese espíritu grande y severo, que más que ningún
otro en esta época ha profundizado y ampliado el espíritu humano. Fanático de la
verdad pero al mismo tiempo perfectamente conciente de los límites de toda
verdad […] se había aventurado en esas zonas, inexploradas y temerosamente
evitadas, del mundo demasiado terrestre y subterráneo de las pulsiones, es decir,
en la esfera que en esa época se había declarado solemnemente <tabú>. Por
primera vez descubrí un verdadero sabio, que se había elevado por encima de su
propia situación, que ni siquiera percibía ya el sufrimiento y la muerte como una
experiencia personal, sino como objeto de consideraciones que superaba a su
persona; no menos que su vida, su muerte fue una hazaña moral.”