RELACIONES ENTRE
DERECHO NATURAL Y CIVIL EN SPINOZA.
ABSTRACT
Spinoza opera en la Ética, el TP y el TTP una verdadera demolición de las ideas vigentes en
la ontología y la ética. En el marco de esta desarticulación de juicios compactos que la tradición
filosófica y científica había transmitido nos ocuparemos, a los fines de este trabajo, de la crítica al
finalismo metafísico para pasar luego a la institución del campo político y arribar así, finalmente, a
la concepción del derecho natural como potencia dinámica que circula al interior del cuerpo
político.
BIBLIOGRAFÍA
A menos que se indique lo contrario, las citas de las diferentes obras se harán en base a la
siguiente bibliografía:
Cuando se cita la Ética primero se coloca la “P”, de “Parte” seguida de una coma y luego el
número de la Proposición en notación romana. Cuando se cita del TP o TTP se coloca una “C” de
“Capítulo” seguida de una coma y luego el número de parágrafo.
DESARROLLO
“… la Naturaleza no obra a causa de un fin; pues el Ente eterno e infinito, al que llamamos
Dios o Naturaleza, obra por la misma necesidad con la que existe… Pues la razón o la
causa por la cual Dios o la Naturaleza obra y por la cual existe es una y la misma. Luego,
así como no existe a causa de ningún fin, tampoco obra a causa de ningún fin… Pero lo que
se llama causa final no es nada más que el apetito humano mismo en cuanto se lo
considera como el principio o la causa primaria de una cosa… es una causa eficiente,
considerada como primera… los hombres son ciertamente, como ya lo hemos dicho a
menudo, concientes de sus acciones y apetitos, pero ignoran las causas por las cuales son
determinados a apetecer algo.” (E, P IV, Prefacio)
“cada individuo tiene un cierto derecho sobre todo lo que puede abrazar… el derecho de
cada uno se extiende hasta donde alcanza su poder. Y como es una ley general de la
Naturaleza que cada cosa se esfuerce por mantenerse en su estado, sin tener en cuenta
más que a sí misma, y no teniendo en cuenta sino su propia conservación, se sigue que
cada individuo tiene el derecho absoluto de conservarse, esto es, de vivir y obrar según es
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determinado por su naturaleza”
El Estado de naturaleza será, pues, aquel ámbito común donde cada cosa manifiesta su
derecho natural hasta donde pueda extender su poder, y este derecho se define por el esfuerzo de
cada particular por perseverar en su ser. Llegado a este punto, no se evidencia variación alguna con
la concepción del Leviatán de Hobbes, sin embargo la novedad será introducida por el modo en que
se manifiesta la potencia o poder de los individuos. En el TP (C II, §15), Spinoza alegará que en
Estado de Naturaleza el derecho natural de cada uno es más imaginario que real ya que no hay
seguridad alguna de poderlo ejercer, y esto debido a que, según se ha dicho en la Ética, “…dada una
cosa cualquiera, se da otra más potente por la cual aquella puede ser destruida” (E, P IV, Axioma) y
“La fuerza con la que el hombre persevera en existir es limitada e infinitamente superada por la
potencia de las causas externas” (E, P IV, III). Hasta aquí hemos visto cómo el hombre se halla en
1
Cfr. Padecemos por los afectos (E, P III, Def. II; P IV, XV), por la acción de otros (E, P IV, XXIX a
XXXIV, y XXXVII, Esc. II; TP, C I; C II, § 9, § 10, § 15), por la fuerza de causas externas (E, P IV, Prop. I a
VI).
2
TTP, C XIV, p 236.
una situación de miseria y amenaza constante respecto de otros hombres y de la naturaleza toda.
Trataremos ahora de los procesos que se desenvuelven en el interior de este contexto permitiendo
superarlo.
“… el estado político se ha instituido como una solución natural, con el fin de disipar el
miedo general y eliminar las miserias comunes a las cuales todos están expuestos. Su fin
principal no difiere, pues, de aquel que cualquier hombre razonable se esforzaría por lograr,
4
aunque con pocas oportunidades de éxito en un estado natural”
3
SOUZA DE CHAUI, MARILENA, Política en Spinoza, Editorial Gorla, Ciudad Autónoma de Bs. As.,
2004, p 141.
4
TP, p 159.
entran en relación de reciprocidad en orden a actuar como un único cuerpo5. Esto permitirá
delimitar un campo de inmanencia donde las acciones y reacciones, causas y consecuencias y, en
fin, cualquier tipo de encadenamiento que atraviese al cuerpo político podrá definirse según sus
causas próximas, es decir, los hombres, en tanto se reconocen conformando una esfera al interior de
la cual son la fuente efectiva de lo que ocurre en ella6. Esto es posible en la medida en que aceptan
ceder parte de su derecho natural a todo y concuerdan en actuar solo según el derecho que el Estado
distribuya a las partes involucradas. El derecho así definido por el poder de la multitud se denomina
autoridad política o imperium.
“Todo cuanto puede realizar un hombre en virtud de las leyes de su naturaleza lo hace con
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un derecho natural pleno y tiene tanto derecho en el orden natural cuanto poder tiene”
El filósofo verá en el poder con que cada cual se esfuerza por perseverar en su ser, una
expresión del derecho natural. Desde el punto de vista universal el origen de los deseos, ya sea la
razón o el apetito, debe atribuirse a la Naturaleza (TP, C XVI, § 4). A su vez desde el punto de vista
del derecho natural no hay diferencia entre el hombre y los demás individuos de la Naturaleza, y
dentro de aquellos, no se distingue entre los hombres dotados de razón y los locos, ni entre los
moderados y los concupiscentes (TP, C XVI, § 5). Este plano natural sobre el cual interactúan los
modos singulares y finitos –que son una parte de la potencia infinita de Dios expresada por los
atributos- no se ajusta a los modelos de la razón del hombre. Preexistiéndole ontológicamente, el
imperio de la Naturaleza obliga a los hombres a conservarse utilizando cualesquiera medios estén a
su alcance. No es la sana razón quien determina para cada uno su derecho natural y por ende los
hombres están habilitados a emplear la violencia, los engaños, súplicas o astucias que deseen en
5
“Si varios individuos concurren a una sola acción, de tal manera que todos sean a la vez causa de un solo
efecto, considero, en tal sentido, a todos ellos como una sola cosa singular”, E, P II, Definición VII.
6
Son causa de sus acciones tanto adecuada (parcial) como inadecuadamente (E, P V, IV, Esc.), pero tanto
más libres son los hombres cuanto más adecuadamente conciban –y por ende obren- sus acciones (E, P V,
XX, Esc., y también E, P III, Def. III).
7
TP, § 4, p 146.
función de su supervivencia. Spinoza dirá que esto no debe sorprender ya que la naturaleza no se
encierra en los límites de la razón humana ni agota su lógica en la lógica de la razón:
“Todo, pues, lo que nos parece en la Naturaleza ridículo, absurdo o malo, procede de que
desconocemos en parte las cosas e ignoramos en su mayor parte el orden y enlace de la
Naturaleza entera. Quisiéramos hacer reflejar sus leyes por las de nuestra razón, y por lo
tanto, lo que ésta nos dice ser un mal, no lo es respecto a las leyes de la Naturaleza
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universal, sino solamente en relación a las leyes de nuestra naturaleza propia”
Planteado este juego de causas naturales que configuran una matriz de conflicto, se
esbozará en el Teológico Político que, aún partiendo de este cruce, es posible vivir políticamente
dado que así como se forman relaciones de antagonismo y exclusión, se forman, por otro lado,
relaciones de combinación o sinergia puesto que las cosas singulares también concuerdan en ciertos
aspectos ya que encontramos en la naturaleza nociones comunes. Entre estas áreas de concordancia
hallamos que el hombre se asocia naturalmente a otros hombres ya sea por la esperanza de un bien
mayor o por temor de un mal mayor; Spinoza reconocerá esto como una ley general del
comportamiento humano. Esperanza, miedo y conveniencia determinan al hombre a conformar la
multitudo.
La multitudo, o derecho común resultante de la combinación de múltiples derechos
individuales, será el cuerpo político que reciba el estatus de Soberano ya que se trata de aquel
espacio político donde cada cual cede su derecho proporcionalmente al de los demás, en beneficio
de todos, y de común acuerdo. La manera en que se redistribuya la transferencia de derechos según
la configuración del Imperium que se escoja determinará si se trata de una Monarquía, una
Oligarquía o una Democracia. El filósofo holandés argumentará a favor de esta última como el más
perfecto de los regímenes (TTP, C XVI, § 36) ya que asegura un máximo de transferencia de los
derechos individuales según una dinámica de máxima distribución de los mismos, por la cual todos
son en igual medida partícipes del poder político o imperium logrando de esta manera obedecerse a
si mismos y no a otros. El fin del estado político es que el hombre pueda actuar verdaderamente
como un ser sui juris y no alterius juris. Esto solo puede lograrse en comunidad y no aisladamente.
Sin embargo, he aquí que incluso en estado político los hombres pueden caer presa del prevaricato
de aquellos que detentan el imperium o poder político. Nada asegura a los hombres que sus
gobernantes se guiarán por el recto uso de la razón y no por sus propios apetitos (TP, C I). Lo único
8
SPINOZA, BARUCH, Tratado Teológico-Político, Ed. Libertador, Bs. As., 2005, C XVI, § 11.
que previene a los gobernantes de excederse en sus atribuciones es el miedo9 que puedan tenerle a la
multitud dado que, en palabras del TTP
“La experiencia demuestra claramente esto mismo. Jamás los hombres han abdicado sus
derechos ni de tal suerte han renunciado a su poder personal que hayan dejado de ser
objeto de temor para aquellos mismos a quienes han transferido sus derechos y poder; el
gobierno tiene siempre tantos peligros que temer de parte de los ciudadanos, como de los
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extranjeros y enemigos”
He aquí una característica de la concepción del derecho propia de Spinoza, una delicada
tensión entre la transferencia de derechos al interior de la multitudo o cuerpo Soberano y aquella
porción diferencial que, en reserva del derecho natural de cada uno, permanece intransferible según
los términos del derecho civil. El acto de transferencia de derechos no se da de una vez y para
siempre, sino que se reactualiza en cada acto soberano que cualquier parte del cuerpo político
efectúa en virtud del poder de todos juntos. La transferencia implica un movimiento, el derecho
natural no permanece estático, invariante en su inercia inagotable, homogéneo en todo momento y
en un punto cualquiera de la superficie política. El derecho circula, opera desplazamientos
dinámicos que determinan diversas configuraciones de poder al interior del cuerpo político, el
conatus de los hombres no se agota en una transferencia única e irreversible dado que esto anularía
al hombre mismo, o según Spinoza, “¿Quién podrá, en efecto, despojarse en provecho de otro del
poder que le ha sido otorgado y, por consecuencia, de los derechos que le corresponden, sin dejar de
ser hombre?” (TTP, C XVII, § 2). Quedará aún abierta la cuestión de qué relaciones se tejen entre
aquella porción del derecho natural que resulta intransferible y lo que efectivamente se incorpora al
circuito del derecho civil y, sobre todo, qué relaciones políticas o no, determinables o
indeterminables, capturables o no, cuantificables o no, compone aquella parte del poder del conatus
que se resiste a entrar en relación de sujeción bajo la égida del imperium.
9
Cfr. E, P IV, VII, Op. Cit.
10
SPINOZA, BARUCH, Tratado Teológico-Político, Op. Cit., C XVII, § 3.