identidades,
J.Martín Barbero
alteridades:
des-ubicaciones y
opacidades de la
comunicación
en el nuevo siglo
diálogos
de la comunicación
8 9
latinoamericanos. Empujadas a la Social Mundial en Porto Alegre
diálogos
de la comunicación
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y expresión hasta el punto de la mediación tecnológica y mer- Lo que a continuación expone-
poner en serios riesgos los más cantil- lo que estamos necesitan- mos no tiene otra pretensión que
elementales derechos civiles. do pensar es la hegemonía la de luchar contra el cinismo
Pero la comunicación aparece comunicacional del mercado en del pensamiento fácil dibujando
también en Porto Alegre como la sociedad, o mejor, la conver- el complejo esquema de uno de
lugar de dos estratégicas opor- sión de la comunicación en el los mapas indispensables en la
tunidades: primera, la que abre más eficaz motor del desengan- multidimensionalidad de sus
la digitalización posibilitando la che e inserción de las culturas - ejes temáticos y en la trans-
puesta en un lenguaje común de étnicas, nacionales o locales- en versalidad de sus planos de aná-
datos, textos, sonidos, imáge- el espacio/tiempo del mercado lisis.
J.Martín Barbero
nes, videos, desmontando la he- y las tecnologías. Pero al mis-
gemonía racionalista del dualis- mo tiempo estamos necesitados
mo que hasta ahora oponía lo in- de pensar el nuevo mapa que di- I. LA MEDIACIÓN TECNOLÓ-
teligible a lo sensible y lo emo- bujan esas tensiones entre las GICA DEL CONOCIMIENTO EN
cional, la razón a la imaginación, mutaciones tecnológicas, las ex- LA PRODUCCIÓN SOCIAL
la ciencia al arte, y también la plosiones e implosiones de las Lala mediación tecnológica del
cultura a la técnica y el libro a identidades y las reconfigura- coLAnoi“Lo que está cambiando
los medios audiovisuales; segun- ciones políticas de las heteroge- no es el tipo de actividades en las
da: la configuración de un nue- neidades. que participa la humanidad, sino
vo espacio público y de ciuda- su capacidad de utilizar como
danía en y desde las redes de La comunicación ha entrado sin fuerza productiva
movimientos sociales y de me- duda a ocupar un lugar estraté- lo que distingue a nuestra especie
dios comunitarios, como el es- gico en la configuración de los como rareza biológica, su
pacio y la ciudadanía que ha he- nuevos modelos de sociedad capacidad de procesar símbolos”
cho posible, sostiene y confor- pero ello está siendo malin- Manuel Castells2
ma el Foro Mundial mismo. Es terpretado por una tendencia
obvio que se trata de embriones creciente en los Estudios Lati- Dos procesos están transfor-
de una nueva ciudadanía y un noamericanos de Comunicación mando radicalmente el lugar de
nuevo espacio público, configu- al autismo epistémico que preten- la cultura en nuestras socieda-
rados por una enorme plurali- de aislar a esos estudios de las des fin de siglo: la revitalización
dad de actores y de lecturas crí- ciencias sociales construyendo de las identidades y la revolu-
ticas que convergen sobre un una pseudo-especificidad basa- ción de las tecnicidades. Los pro-
compromiso emancipador y una da en saberes técnicos, taxo- cesos de globalización económi-
cultura política en la que la re- nomías psicológicas y estrate- ca e informacional están reavi-
sistencia es al mismo tiempo gias organizacionales. No puede vando la cuestión de las identi-
forjadora de alternativas. resultar extraño que, desconcer- dades culturales -étnicas, racia-
tados por la vastedad y gravedad les, locales, regionales- hasta el
En este malhadado comienzo de de los problemas que hoy punto de convertirlas en dimen-
siglo la comunicación se halla entrañan los procesos y medios sión protagónica de muchos de
atrapada entre fuertes des-ubi- de comunicación, y confundidos los más feroces y complejos con-
caciones y densas opacidades por el pensamiento unidimen- flictos internacionales de los úl-
que provienen de la emergencia sional y funcional que se hace timos años, al tiempo que esas
de una razón comunicacional cu- pasar por el conocimiento pro- mismas identidades, más las de
yos dispositivos -la fragmenta- pio del campo de la comunica- género y las de edad, están
ción que disloca y descentra, el ción, muchos aspirantes a reconfigurando la fuerza y el sen-
flujo que comprime y globaliza, comunicadores se sientan perdi- tido de los lazos sociales, y las
la conexión que desmaterializa dos, se muestren apáticos ante posibilidades de convivencia en
e hibrida- agencian el devenir la reflexión/investigación y ten- lo nacional y aun en lo local. Por
mercado de la sociedad. Frente tados de dejarse seducir por lo su parte, lo que la revolucion tec-
al consenso dialogal del que que más brilla: las fascinantes nológica de este fin de siglo in-
Habermas ve emerger la razón proezas de la tecnología prome- troduce en nuestras sociedades
comunicativa -descargada de la tiendo el reencantamiento de no es tanto una cantidad inusi-
opacidad discursiva y la ambi- nuestras desencantadas y tada de nuevas máquinas sino un 11
güedad política que introducen desazonadas vidas. nuevo modo de relación entre
10 11
los procesos simbólicos -que dios y el papel de mediadores que estructural y estrátegica hoy más
diálogos
de la comunicación
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muy diversas de aprender, a la que nos interpelan desde la ro esté pasando a ser mediación
vez que se halla fuertemente des- tecnicidad. Con el computador técnica del hacer estético, lo que
centrado por relación al sistema estamos no ante una máquina a su vez revela el paso de la
educativo que aun nos rige or- con la que se producen objetos primacia sensorio-motriz a la
ganizado en torno a la escuela y sino ante un nuevo tipo de sensorio simbólica.
el libro. Desde los monasterios tecnicidad que posibilita el pro-
medievales hasta las escuelas de cesamiento de informaciones y
hoy el saber ha conservado ese cuya materia prima son abstrac- 3. Cambios en los mapas
doble carácter de ser a la vez ciones y símbolos. Lo que inau- laborales y profesionales
centralizado y personificado en gura una nueva aleación de cere-
J.Martín Barbero
figuras sociales determinadas. bro e información que sustituye Aunque nuestras universidades
De ahí que una transformación a la tradicional relación del cuer- no parecen darse por enteradas,
en los modos de circulación del po con la máquina. De otro lado, está en marcha una transforma-
saber (J.Rifkin, H.Fischer), como las redes informáticas al transfor- ción en profundidad del mapa
la que estamos viviendo, es una mar nuestra relación con el es- «moderno» de las profesiones y
de las más profundas transfor- pacio y el lugar movilizan figu- la emergencia de un otro mapa
maciones que puede sufrir una ras de un saber que escapa a la ligado cada día más a la confi-
sociedad. Pues es disperso y razon dualista con la que esta- guración de los nuevos oficios
fragmentado como el saber pue- mos habituados a pensar la téc- que vienen exigidos por nuevas
de circular por fuera de los luga- nica (F.Boncano), pues se trata formas del producir, del comu-
res sagrados que antes lo de movimientos que son a la vez nicar y del gestionar, ligados tan-
detentaban y de las figuras so- de integración y de exclusión, de to a las nuevas destrezas men-
ciales que lo administraban. La desterritorialización y relocali- tales que introduce la alfabeti-
escuela está dejando de ser el zación, nicho en el que interac- zación al mundo laboral como
único lugar de legitimación del túan y se entremezclan lógicas y a los nuevos modelos empresa-
saber ya que hay una multiplici- temporalidades tan diversas riales. Estamos, en primer lugar,
dad de saberes que circulan por como las que entrelazan en el ante un nuevo estatuto social
otros canales, difusos y descen- hipertexto a las sonoridades del del trabajador (R. Sennet, U.
tralizados. Esta diversificación y relato oral con las intertex- Beck) que si, de un lado impli-
difusión del saber, por fuera de tualidades de la escritura y las ca el paso de un trabajo carac-
la escuela, es uno de los retos intermedialidades del audiovi- terizado por la ejecución mecá-
más fuertes que el mundo de la sual. Una de las más claras se- nica de tareas repetitivas al de
comunicación le plantea al sis- ñales de la hondura del cambio un trabajo con un mayor com-
tema educativo. Saberes-mosai- en las relaciones entre cultura, ponente de iniciativa de la par-
co, como los ha llamado A. Mo- tecnología y comunicación, se te del trabajador al desplazar el
les, por estar hechos de trozos, halla en la reintegración cultural ejercicio de la predominancia de
de fragmentos, que sin embargo de la dimensión separada y la mano a la del cerebro median-
no impiden a los jóvenes tener minusvalorada por la racionali- te nuevos modos del hacer que
con frecuencia un conocimiento dad dominante en Occidente exigen un saber-hacer, un des-
más actualizado en física o en desde la invención de la escritu- pliegue de destrezas con un
geografía que su propio maestro. ra y el discurso lógico, esto es la mayor componente mental,
Lo que está acarreando en la es- del mundo de los sonidos y las pero ello no significa la libera-
cuela no una apertura a esos imágenes relegado al ámbito de ción de la iniciativa del trabaja-
nuevos saberes sino una puesta las emociones y las expresiones. dor, de su capacidad de innova-
a la defensiva y la construcción Al trabajar interactivamente con ción y creatividad, sino su con-
de una idea negativa y moralista sonidos, imágenes y textos escri- trol por la lógica de la rentabili-
de todo lo que desde el tos, el hipertexto hibrida la den- dad empresarial que la supedi-
ecosistema comunicativo de los sidad simbólica con la abstrac- ta en todo momento a la «eva-
medios y las tecnologías de co- ción numérica haciendo reen- luación de los resultados», al
municación e información la contrarse las dos, hasta ahora mismo tiempo que esa llamada
cuestiona en profundidad. «opuestas», partes del cerebro flexibilidad oculta su verdadera
(F.Varela, E. Thompson y realidad: la precarización del
De otra parte los nuevos saberes E.Rosch). De ahí que de media- empleo en términos de la dura- 13
remiten nuevas figuras de razón dor universal del saber, el núme- ción del contrato de trabajo tan-
12 13
to como en las prestaciones sa- sional es un individuo abocado creciente entre la lógica de lo
diálogos
de la comunicación
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Iglesia- de regulación y autoex- como forma de atraer el capi- raíces impiden caminar». Así, la
presión en las que «hasta las tal»6. La identidad local es así diversidad cultural se hace
identidades colectivas están so- conducida a convertirse en una interculturalidad en los territorios
metidas a la oscilación en el flu- representación de la diferencia y las memorias pero también des-
jo de las interpretaciones ajus- que la haga comercializable, es de las redes la diversidad resis-
tándose más a la imagen de una decir sometida a los maquillajes te, enfrenta, e interactúa con la
red frágil que a la de un centro que refuerzan su exotismo y a las globalización, y acabará por
estable de autorreflexión» 4 , hibridaciones que neutralicen transformarla (L.K.Sosoe). Y des-
Stuart Hall hace explícita la sus ragos más conflictivos. Que de ahí es que hoy se proyectan
fragilización de aquello que su- es la otra cara de la globalización búsquedas de alternativas, comu-
J.Martín Barbero
poníamos fijo y la desestabiliza- acelerando las operaciones de nitarias y libertarias, capaces in-
ción de lo que creíamos uno: «Un desarraigo con que intenta ins- cluso de revertir el sentido mayo-
tipo nuevo de cambio estructu- cribir las identidades en las ló- ritariamente excluyente que las
ral está fragmentando los paisa- gicas de los flujos: dispostivo de redes tecnológicas tienen para
jes culturales de clase, género, traducción de todas las diferen- las mayorías, transformándolas
etnia, raza y nacionalidad, que cias culturales a la lengua fran- en potencial de enriquecimiento
en el pasado nos habían propor- ca del mundo tecnofinanciero y social y personal.
cionado sólidas localizaciones volatilización de las identidades
como individuos sociales. Trans- para que floten libremente en el
formaciones que están también vacío moral y la indiferencia cul- 2. Globalización: contradiccio-
cambiando nuestras identidades tural. nes entre identidades y flujos
personales»5. El cambio apunta
especialmente a la multiplica- Hasta hace muy poco decir iden- Acelerando las operaciones de
ción de referentes desde los que tidad era hablar de raíces, esto desarraigo la globalización tien-
el sujeto se identifica en cuanto es, de raigambre y territorio, de de a inscribir las identidades en
tal, pues el descentramiento no tiempo largo y de memoria sim- las lógicas de los flujos: disposi-
lo es sólo de la sociedad sino de bólicamente densa. De eso y so- tivo de traducción de todas las
los individuos, que ahora viven lamente de eso estaba hecha la diferencias culturales a la lengua
una integración parcial y preca- identidad. Pero decir identidad franca del mundo tecnofinan-
ria de las múltiples dimensiones/ hoy implica también –si no que- ciero y volatilización de las iden-
adscripciones que los confor- remos condenarla al limbo de una tidades para que floten libremen-
man. El individuo ya no es lo in- tradición desconectada de las te en el vacío moral y la indife-
divisible, y cualquier unidad que mutaciones perceptivas y expre- rencia cultural (N. Klein, P.-
se postule tiene mucho de «uni- sivas del presente- hablar de mi- Y.Bonin). La complementariedad
dad imaginada». Pero eso no pue- graciones y movilidades, de re- de movimientos en que se basa
de ser confundido con la celebra- des y de flujos, de instantaneidad esa traidora traducción no pue-
ción de la diferencia convertida y desanclaje. Antropólogos ingle- de ser más expresiva: mientras
en fragmentación, proclamada ses han expresado esa nueva con- el movimiento de las imágenes
por buena parte del discurso formación de las identidades a y las mercancías va del centro a
posmoderno y rentabilizada por través de la espléndida imagen de la periferia, el de los millones de
el mercado. La celebración de la las moving roots, raíces móviles, emigrantes objeto de exclusión
identidades débiles (fragmenta- o mejor de raíces en movimiento. va de la periferia al centro. Con
das) tiene una fuerte relación Para mucho del imaginario la consiguiente reidentificación
con otra celebración, la de la subtancialista y dualista que to- –frecuentemente fundamentalista-
des-regulación del mercado, exi- davía permea la antropología, la de las culturas de origen que se
gida por la ideología neoliberal sociología y hasta la historia, esa produce en los «enclaves étnicos»
de la que D.Harvey explicita la metáfora resultará inaceptable, y que parchean las grandes ciuda-
paradoja «cuanto menos decisi- sin embargo en ella se vislumbra des de los países del norte. La
vas se tornan las barreras espa- alguna de las realidades más globalización exaspera y alucina
ciales tanto mayor es la sensibi- fecundamente desconcertantes a las identidades básicas, a las
lidad del capital hacia las dife- del mundo que habitamos: que, identidades que echan sus raí-
rencias del lugar y tanto mayor como afirma el antropólogo cata- ces en los tiempos largos. Lo que
el incentivo para que los lugares lán, Eduard Delgado, «sin raíces hemos visto en Sarajevo y 15
se esfuercen por diferenciarse no se puede vivir pero muchas Kosovo es eso: una alucinación
14 15
de las identidades que luchan gar de refugio en el que los indi- to, a lo audivisual, a lo
diálogos
de la comunicación
pues aun adelgazados por el lar- Así como las identidades implo- tica»7. La idea de reconocimiento
go transcurso que los separa de sionan fundamentalizándose, se juega en la distinción entre el
los relatos arquetípicos, los gé- también explosionan reinventán- «honor» tradicional, como con-
neros conservan aún cierta den- dose en proyectos de radical re- cepto y principio jerárquico, y la
sidad simbólica. Los formatos novación de la política y la so- «dignidad» moderna como prin-
en cambio funcionan como ope- ciedad toda. Me refiero a la cre- cipio igualitario. La identidad no
radores de una combinatoria sin ciente presencia de estrategias es pues lo que se le atribuye a al-
contenido, estrategia puramen- tanto de exclusión como, y espe- guien por el hecho de estar aglu-
te sintáctica. Pero la subordina- cialmente, de empoderamiento tinado en un grupo -como en la
ción de los géneros a la lógica ejercidas en y desde el ámbito de sociedad de castas- sino la expre-
J.Martín Barbero
de los formatos remite, más allá la cultura (A.Appaduray). Estas sión de lo que da sentido y valor
de las condiciones en que ope- últimas no sólo inscriben las a la vida del individuo. Es al tor-
ran las industrias culturales, al «políticas de identidad» dentro narse expresiva de un sujeto in-
oscurecimiento de una tradición de la política de emancipación dividual o colectivo que la iden-
cuyos relatos -y metarrelatos- humana, sino que replantean a tidad depende de, y por lo tanto
posibilitan la inserción del pre- fondo el sentido mismo de la vive del, reconocimiento de los
sente en las memorias del pasa- política, postulando el surgi- otros: la identidad se construye
do y en los proyectos de futuro. miento de un nuevo tipo de su- en el diálogo y el intercambio, ya
Roto ese engarce la crisis de la jeto político. Sujeto entrevisto que es ahí que individuos y gru-
estética de la obra y del autor desde que el feminismo subvir- pos se sienten despreciados o re-
halla su más certera expresión tiera el machismo metafísico de conocidos por los demás. Las
en la proliferación/fragmenta- las izquierdas con «lo personal identidades/ciudadanías moder-
ción de los relatos. Como si, ex- es político», y que en los últimos nas –al contrario de aquellas que
traviada su fuente, la narración años incorporara en el mismo eran algo atribuido a partir de
hubiera estallado en pedazos, movimiento el sentimiento de una estructura preexistente
asistimos a la multiplicación in- daño/victimación y el de recono- como la nobleza o a la plebe- se
finita de unos microrrelatos que cimiento/empoderamiento. Sen- construyen en la negociación del
se gestan en cualquier parte y timiento este último que recupe- reconocimiento por los otros. De
se desplazan de unos medios a ra para el proceso de construc- otro lado, lo que el multicultu-
otros (V.Sanchez Biosca). ción identitaria tanto lo que de ralismo pone en evidencia es que
disputa de poder pasa por el las instituciones liberal-democrá-
ámbito de los imaginarios, como ticas se han quedado estrechas
III. HETEROGENEIDADES lo que se produce en la materia- (Ch.Mouffe, E.Laclau) para aco-
SOCIOCULTURALES lidad de las relaciones sociales. ger las múltiples figuras de la di-
La afirmación de una subjetivi- versidad cultural que tensionan
Si es a través de la imaginación dad fracturada y descentrada, y desgarran a nuestras socieda-
que hoy el capitalismo discipli- así como la multiplicidad de des justamente porque no caben
na y controla a los ciudadanos identidades en pugna, aparecen en esa institucionalidad. Desga-
contemporáneos, sobre todo a por primera vez en el feminismo rradura que sólo puede ser
través de los medios de comuni- no como postulado teórico sino suturada con una política de ex-
cación, es también la imagina- como resultado de la explora- tensión de los derechos y valo-
ción la facultad a través de la ción de la propia experiencia de res universales a todos los sec-
cual emergen nuevos patrones la opresión (Ch.Mouffe). tores de la población que han vi-
colectivos de disenso, de vido por fuera de la aplicación de
desafección y cuestionamiento 1. Nuevas figuras de ciudadanía esos derechos, sean mujeres o
de los patrones impuestos a la minorías étnicas, evangélicos u
la vida cotidiana a través de la Las nuevas figuras ciudadanas re- homosexuales. Estamos en todo
cual vemos emerger formas miten, de un lado, a políticas del nuestro derecho al negarnos a
sociales nuevas, no predatorias reconocimiento que, según Char- tener que escoger entre el univer-
como las del capital, formas les Taylor, hallan su base en la de salismo heredado de la ilustra-
constructoras de nuevas la modernidad política donde se ción, que dejaba de lado secto-
convivencias humanas. aloja «la idea de que el pueblo res enteros de la población, y un
A. Appaduray cuenta con una identidad ante- diferencialismo tribal que se afir- 17
rior a alguna estructuración polí- ma en la exclusión racista y xe-
16 17
16 17
nófoba, pues esa disyuntiva es saberes y su moral, devalúa su modo de poder intervenir sobre
diálogos
de la comunicación
acompañó, desde el siglo pasado parencia de las redes ciber- otros. Y esa vuelta de tuerca que
hasta bien entrado el actual, el néticas lo que se está minando evidencia en las grandes ciuda-
ejercicio de la militancia tanto en son los fundamentos mismos de des el uso de las redes electró-
las derechas como en las izquier- «lo público», esto es, los proce- nicas para construir grupos que,
das, las imágenes dan cuenta del sos de deliberación y de crítica, virtuales en su nacimiento, aca-
enfriamiento de la política, con el al mismo tiempo que se crea la ban territorializándose, pasando
que N.Lechner denomina la ilusión de un proceso sin inter- de la conexión al encuentro, y del
desactivación de la rigidez en las pretación ni jerarquía, se forta- encuentro a la acción. El uso al-
pertenencias posibilitando fideli- lece la creencia en que el indivi- ternativo de las tecnologías y
dades más móviles y colectivida- duo puede comunicarse prescin- redes informáticas (R. Kroes,
J.Martín Barbero
des más abiertas. Y en lo que al diendo de toda mediación social, S.Finquelevich, J.L.Molina) en la
discurso respecta, la nueva visi- y se acrecienta la desconfianza reconstrución de la esfera públi-
bilidad social de la política hacia cualquier figura de delega- ca pasa sin duda por profundos
cataliza el desplazamiento del ción y representación. Hay sin cambios en los mapas mentales,
discurso doctrinario, de carácter embargo, en no pocas de las pro- en los lenguajes y los diseños de
abiertamente autoritario, a una clamas y búsquedas de una «de- políticas, exigidos todos ellos
discursividad, si no claramente mocracia directa» via internet, por las nuevas formas de com-
democrática hecha al menos de un transfondo libertario que plejidad que revisten las recon-
ciertos tipos de interacciones e apunta a la desorientación en figuraciones e hibridaciones de
intercambios con otros actores que vive la ciudadanía como re- lo público y lo privado. Empe-
sociales. De ello es evidencia la sultado de la ausencia de densi- zando por la propia complejidad
proliferación creciente de obser- dad simbólica y la incapacidad que a ese respecto presenta
vatorios y veedurías ciudadanas. de convocatoria que padece la Internet: un contacto privado
Resulta bien significativa esta, política representativa. Trasfon- entre interlocutores que es a su
más que cercanía fonética, arti- do libertario que señala también vez mediado por el lugar públi-
culación semántica entre la visi- la frustración que produce, es- co que constituye la red: proce-
bilidad de lo social que posibili- pecialmente entre las mujeres y so que a su vez introduce una
ta la constitutiva presencia de las los jóvenes, la incapacidad de re- verdadera explosión del discur-
imágenes en la vida pública y las presentación de la diferencia en so público al movilizar la más
veedurías como forma actual de el discurso que denuncia la des- heterogénea cantidad de comu-
fiscalización e intervención de igualdad. Devaluando lo que la nidades, asociaciones, tribus,
los ciudadanos. nación tiene de horizonte cultu- que al mismo tiempo que libe-
ral común –por su propia inca- ran las narrativas de lo político
De otra parte, el vacío de utopías pacidad de articular la heteroge- desde las múltiples lógicas de
que atraviesa el ámbito de la po- neidad, la pluralidad de diferen- los mundos de vida, despo-
lítica se ve llenado en los ultimos cias de las que está hecha- los tencian el centralismo burocrá-
años por un cúmulo de utopías medios y las redes electrónicas tico de la mayoría de las institu-
provenientes del campo de la se están constituyendo en me- ciones potenciando la creativi-
tecnología y la comunicación: diadores de la trama de imagina- dad social en el diseño de la
«aldea global», «mundo virtual», rios que configura la identidad parcticipación ciudadana.
«ser digital», etc. Y la más enga- de las ciudades y las regiones,
ñosa de todas, la «democracia di- del espacio local y barrial, Las tecnologías no son neutras
recta»8 atribuyendo al poder de vehiculando así la multicultu- pues hoy más que nunca ellas
las redes informáticas la renova- ralidad que hace estallar los re- constituyen enclaves de conden-
ción de la política y superando ferentes tradicionales de la iden- sación e interación de intereses
de paso las «viejas» formas de la tidad. Y para los apocalípticos - económicos y políticos con me-
representación por la expresión que tanto abundan hoy- ahí es- diaciones sociales y conflictos
viva de los ciudadanos, ya sea tán los usos que de las redes simbólicos. Pero por eso mismo
votando por internet desde la hacen muchas minorías y comu- ellas son constitutivas de los
casa o emitiendo telemática- nidades marginadas introducien- nuevos modos de construir opi-
mente su opinión. Estamos ante do ruido en las redes, distor- nión pública y de las nuevas for-
la más tramposa de las ideali- siones en el discurso de lo glo- mas de ciudadanía, esto es, de
zaciones ya que en su celebra- bal, a través de las cuales emerge las nuevas condiciones en que se 19
ción de la inmediatez y la trans- la palabra de otros, de muchos dice y hace la política.
18 19
3. Nuevos regímenes cultura- Destiempos y desmemorias tusiasmo por las conmemoracio-
diálogos
de la comunicación
ra un tiempo homogéneo y vacío culo epistemológico», sino que tre su errancia estética y su com-
es la que G. Vattimo devela en la las convierte en ingrediente cla- plicidad con la seducción.
sociedad actual: la renovación ve de un nuevo tipo de relación
permanente e incesante de las co- entre la simulación y la experi- El proceso que ahí llega entrela-
sas, de los productos, de las mer- mentación científicas (P. Lévy). za un doble movimiento. El que
cancías, está «fisiológicamente prosigue y radicaliza el proyec-
exigida para asegurar la pura y La actual revaloración cognitiva to de la ciencia moderna -Galileo,
simple supervivencia del siste- de la imagen pasa paradójica- Newton- de traducir/sustituir el
ma» (y en la que) «la novedad mente por la crisis de la represen- mundo cualitativo de las percep-
nada tiene de revolucionario ni tación tematizada por M. ciones sensibles por la cuanti-
J.Martín Barbero
turbador»11. Y en un mundo en el Foucault (1966) a partir de la tra- ficación y la abstracción lógico-
que el futuro aparece garantiza- ma significante que tejen las fi- numérica, y el que reincorpora
do por los automatismos del sis- guras y los discursos (las imáge- al proceso científico el valor in-
tema lo único que nos queda de nes y las palabras) y de la efica- formativo de lo sensible y lo vi-
tiempo humano es «el cuidado de cia operatoria de los modelos sible. Un nueva episteme cualita-
los residuos, de las huellas de lo que hacen posible ese saber que tiva abre la investigación a la in-
vivido, (pues) lo que corre el ries- hoy denominamos ciencias hu- tervención constituyente de la
go de desaparecer es el pasado manas. Y es justamente en el cru- imagen en el proceso del saber:
como continuidad de la experien- ce de los dos dispositivos seña- arrancándola a la sospecha racio-
cia»12. Continuidad que no se con- lados por Foucault -economía nalista, la imagen es percibida
funde ni con la uniformación ni discur-siva y operatividad lógi- por la nueva episteme como po-
con la nostalgia, pues se trata del ca- donde se sitúa la nueva dis- sibilidad de experimentación/si-
mínimo de horizonte histórico cursividad constitutiva de la visi- mulación que potencia la veloci-
que hace posible el diálogo entre bilidad y la nueva identidad lógi- dad del cálculo y permite inédi-
generaciones y la lectura/traduc- co-numérica de la imagen. Esta- tos juegos de interfaz, esto es ar-
ción entre tradiciones. mos ante la emergencia de una quitecturas de lenguajes. Virilio
«nueva figura de razón» (A. denomina «logística visual» (P.
Des-ordenes de la razón Renaud) que exige pensar la ima- Virilio) a la remoción que las
gen, de una parte, desde su nue- imágenes informáticas hacen de
El cambio más desconcertante va configuración sociotécnica - los límites y funciones tradicio-
para el racionalismo con que se el computador inaugurando un nalmente asignados a la discursi-
identificó la primera moderni- tipo de tecnicidad que posibilita vidad y la visibilidad, a la dimen-
dad quizá sea el que introduce el procesamiento de informacio- sión operatoria (control, cálcu-
el nuevo estatuto cognitivo de la nes, y cuya materia prima son lo y previsibilidad), la potencia
imagen. Desde el mito platónico abstracciones y símbolos- y de interactiva (juegos de interfaz)
de la caverna, y durante siglos, otra, la emergencia de un nuevo y la eficacia metafórica (trasla-
la imagen fue identificada con la paradigma del pensamiento que ción del dato cuantitativo a una
apariencia y la proyección sub- rehace las relaciones entre el or- forma perceptible: visual, sono-
jetiva, lo que la convertía en obs- den de lo discursivo (la lógica) ra, táctil). La visibilidad de la
táculo estructural del conoci- y de lo visible (la forma), de la imagen deviene legibilidad (G.
miento. Ligada al mundo del en- inteligibilidad y la sensibilidad. Lascaut), que permite pasar del
gaño, la imagen fue, de un lado, El nuevo estatuto cognitivo de la estatuto de «obstáculo epistemo-
asimilada a instrumento de ma- imagen se produce a partir de su lógico» al de mediación discur-
nipulación, de persuasión reli- informatización, esto es de su siva de la fluidez (flujo) de la in-
giosa o política, y de otro, expul- inscripción en el orden de lo formación y del poder virtual de
sada del campo del conocimien- numerizable, que es el orden del lo mental.
to y confinada al campo del arte. cálculo y sus mediaciones lógi-
Hoy día nuevas formas de arti- cas: número, código, modelo. Des-ubicaciones y
cular la observación y la abstrac- Inscripción que remite sin em- reubicaciones de la letra
ción, basadas en el procesamien- bargo no sólo a una economía
to –digitalización y tramado de informacional (G. Chartron) sino Así como el computador nos co-
interfaz- de las imágenes no sólo a una ironía de lo figural (M. loca ante un nuevo tipo de tecni-
las remueve de su, hasta ahora, Levin, T. Lenain) en las que la cidad, nos hallamos también ante 21
irremediable estatus de «obstá- imagen deja de tener como las- un tipo de textualidad que no se
20 21
agota en el computador, el texto número esté pasando a ser me- jo de imágenes que ahí se produ-
diálogos
de la comunicación
digitales, la reorganización de los 9. A.Huyssen, Memorias do moder- Bhabbha, H (ed.) (1990) Nation and
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sólo la información sino el traba- de dos libros de Huyssen: After the Bonin, P-Y. (direct.) (2001), Mondia-
jo y la creatividad, el intercambio great divide: Modernism, mass culture, lisation: perspectives philosophiques,
y la puesta en común de proyec- postmodernism, y Twilight memories: L’Harmettan/ Les Presses Université
tos políticos, de investigaciones Marking time in a culture of amnesia, de Laval.
científicas y experimen-taciones Columbia University, New York,1995;
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