Bogotá, cuatro (4) de noviembre de dos mil nueve (2009).
Ref.: Exp. 11001 0203 000 2009 00976 00
Se decide el recurso de queja interpuesto por la
demandante, respecto del proveído de 1º de abril de 2009, en virtud del cual el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, Sala Civil, negó la concesión del recurso de casación que aquélla enfiló contra la sentencia de 30 de julio de 2008, proferida por esa Corporación en el proceso ordinario adelantado por BERTHA EMMA RAMÍREZ DE DÍAZ contra SAJONIA LTDA -en liquidación-.
ANTECEDENTES
1. Informan las copias allegadas a la Corte que la
demandante, recurrente en queja, solicitó la reivindicación de un predio ubicado en la zona rural de la vereda Fagua del Municipio de Chía, pretensión que enfiló frente a la sociedad Sajonia Ltda. Así mismo, la actora deprecó el reconocimiento de frutos civiles y naturales. 2. El Tribunal, al momento de desatar la segunda instancia, optó por confirmar la sentencia proferida por el a-quo; éste, a su vez, había negado la totalidad de las pretensiones del libelo incoativo. 3. La parte afectada decidió recurrir en casación, empero, el fallador ad-quem dispuso que, previamente, se justipreciara el interés para impugnar. Una vez el auxiliar de la justicia conceptuara sobre la cuantía del agravio generado a la parte demandante con la sentencia proferida, dado que resultó inferior a la suma establecida para viabilizar la impugnación, el sentenciador denegó el recurso extraordinario; igualmente, desestimó la reposición propuesta por la afectada y en su lugar, ordenó la expedición de las copias que ésta solicitó para elevar la queja que ahora ocupa a la Corte.
LOS FUNDAMENTOS DEL TRIBUNAL
1. Aseveró que el interés del demandante para recurrir en
casación, no ascendía a 425 salarios mínimos mensuales establecidos en la norma procesal (Art. 366 C. de P. C., modificado por el artículo 1 de la ley 592 de 2000), que a la fecha de la interposición del recurso equivalían a $196.137.500.oo., pues el supuesto agravio generado al censor ascendió sólo a $163.560.558, suma que incluye los derechos que la actora tiene sobre el predio a reivindicar, así como los frutos civiles y naturales.
El ad-quem sostuvo que la reivindicante no detentaba el
dominio pleno del fundo objeto de tal pretensión, que lo único que le asistía era la titularidad de derechos y acciones, lo que imponía una reducción significativa del valor del predio, situación que, igualmente, aparejaba la disminución, en la misma proporción, del derecho de la actora involucrado en el fundo y, de paso, su interés para impugnar en casación resultaba afectado en porcentajes similares.
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LA SUSTENTACION DE LA QUEJA
Destacó la impugnante que el Tribunal aceptó la prueba
pericial sin realizar un análisis sobre la misma; que, además, el perito, bajo el argumento de ser abogado, desbordó su función y conceptúo sobre aspectos jurídicos que no le competían. Afirmó, adicionalmente, que dicho auxiliar de la justicia no explicó por qué razón redujo el precio del predio objeto de la reivindicación en un equivalente al 50%.
CONSIDERACIONES
1. Precisa advertir, delanteramente, que las copias
allegadas permiten afirmar que el Tribunal, al momento de evaluar la réplica propuesta por el actor con miras a lograr le fuera concedido el recurso de casación, decidió, tajantemente: “NEGAR el recurso de reposición atendiendo lo expresado en la parte motiva”; aunque, dada la solicitud subsidiaria, procedió a ordenar la expedición de copias para la formulación de la impugnación que ocupa a la Sala. Por ello, en ese contexto, surge viable evaluar la procedencia o no del recurso extraordinario, habida cuenta, itérase, la negativa de la reposición presentada.
2. Y esta es, ciertamente, la finalidad del recurso de queja,
o sea, determinar si, como en el caso de esta especie, la negación del extraordinario de casación estuvo ajustada a la normatividad vigente o, contrariamente, trasluce un desatino del juzgador ad-quem, que amerita adoptar los correctivos pertinentes.
3. Ahora, saldada está toda controversia sobre los
requisitos establecidos en procura del recurso de casación, pues, en aplicación del artículo 366 del C. de P. C., tal impugnación reluce
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condicionada, particularmente cuando de juicios patrimoniales se trata, entre otras exigencias, por el interés para recurrir, vale decir, por la concreción económica de la que fue privado el impugnante en razón al fallo recurrido; afectación que debe ser igual o superior a 425 salarios mínimos tasados para el momento de adoptarse la decisión reprochada. En esa línea, si el perjuicio derivado de la decisión del Tribunal resulta inferior al citado valor, surge con total contundencia que no puede abrirse camino la concesión de la casación.
4. Como reiteradamente lo ha expuesto la Sala, “…la
cuantía de este interés depende del valor económico de la relación sustancial definida en la sentencia, esto es, del agravio, la lesión o el perjuicio patrimonial que con las resoluciones adoptadas en el fallo sufre el recurrente, sólo la cuantía de la cuestión de mérito en su realidad económica en el día de la sentencia, es lo que realmente cuenta para determinar el monto del comentado interés” (Auto 064 de 15 de mayo de 1991).
5. Sin embargo, el agravio inferido en manera alguna
puede estar vinculado a la razón o realidad jurídica del derecho reclamado, por ello, independientemente del respaldo legal que asista el afectado en sus reclamos judiciales, la cuantía de esa aspiración, en el evento de serle negada, es la que, en últimas, determina el monto del daño y a la vez, la que permite cuantificar el interés para invocar la casación.
Así lo ha explicitado la Corporación en multitud de
oportunidades. De una de ellas es el siguiente texto: “Por ende, hase definido por esta Corporación, esa labor ha de cumplirse con absoluta independencia de que tales cosas tengan asidero jurídico, pues lo que es objeto de avalúo es la aspiración perdida, con fundamento o sin él, porque distinto es aspirar a tener derecho; o como dijo la Sala en otra ocasión: ‘cuando el sentenciador se da a la tarea de
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averiguar el perjuicio del recurrente en casación, solamente debe averiguarlo en el entendido de que por lo pronto el gravamen es hipotético o presunto’ (auto de mayo 5 de 1993, reiterado en auto 004 de 20 de enero de 2000), vale decir, mirando únicamente su pretensión denegada y olvidándose de la juridicidad de sus pedimentos” (auto 6 de julio de 2005, Exp. 00706).
6. Y, en el caso bajo estudio, en atención a que el actor se
proclamó dueño de todo el inmueble, no de un derecho indiviso o de una porción del mismo, la pérdida sufrida por razón de la sentencia proferida por el Tribunal, está determinada por el valor íntegro del bien, más los frutos civiles y naturales que el mismo produjo. Desde luego, para cuantificar uno y otros, como todo avalúo estimativo del precio de un inmueble, deben ser tenidas en cuenta las diferentes circunstancias que incidan en dicha tasación.
A partir de dicho lineamiento, de suyo resulta innegable,
que, para efectos de cuantificar el valor de un inmueble, no es lo mismo detentar la propiedad de él que su posesión o, eventualmente, sólo algunas prerrogativas a título de tenedor, quizá, reducirse tales vínculos a la calidad que proyecta algunas mejoras puestas; de pronto, como en el caso de esta especie, ser titular sólo de derechos y acciones. Cualquiera de esas circunstancias, sin duda alguna, trae consigo incertidumbre, inseguridad jurídica; situación que no acontece en igual forma, cuando se ostenta el dominio pleno de ese bien.
7. Y, precisamente, como ya se dijera, la demandante lo
que pretende no es la reivindicación de derechos y acciones; la pretensión principal radica, esencialmente, en el reconocimiento del dominio del bien raíz y, como consecuencia de ello, la orden restitutoria del mismo, cual se desprende de las piezas allegadas con motivo de la queja; en otros términos, la accionante reclama la propiedad del fundo; y, claro, bajo esa perspectiva, es un asunto que deviene sub-judice. La
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sentencia del Tribunal tuvo que sopesar tal aspecto para concluir en el sentido en que lo hizo, de ahí que, sin titubeo alguno, pueda afirmarse que el agravio generado a la actora, en verdad, comprende la decisión misma, acertada o no, sobre su derecho de dominio.
Síguese, entonces, que la cuantificación del interés para
acudir en casación no puede reflejar otra suma que el valor total e íntegro del predio, independientemente de que la actora sea su verdadera propietaria o sólo detente derechos y acciones; cuestiones todas estas que son objeto de la decisión judicial, motivo por el cual el auxiliar de la justicia designado no puede tornar, como una verdad incuestionable, que la demandante carece del dominio, cuando, itérase, es un asunto sometido a discusión; es el fundamento basilar del fallo del Tribunal, por lo mismo, en sus manos no está, a través de una experticia finiquitar dicha controversia.
8. En esa línea, cuando el auxiliar de la justicia designado
redujo en el equivalente al 50% el valor del predio, bajo el argumento que la demandante carece de la propiedad del fundo, patentiza una opinión que distorsiona el real y verdadero perjuicio derivado de la sentencia, pues, fija como referente definitivo que los únicos derechos de la actora son las acciones de heredera, siendo que ese punto es todavía objeto de debate. Aceptar, sin cuestionamiento, los términos en los que conceptúo el experto, conduciría, efectivamente, a la negativa del recurso y ello es tanto como sellar una discusión de manera prematura y mediante un mecanismo (experticia), inidóneo para tales efectos, tornando, a la vez, inane cualquier mecanismo impugnativo.
9. De lo expuesto se desgaja, entonces, que el interés de
la actora para recurrir en casación, ajeno por completo a la solidez jurídica de su reclamo reivindicatorio, como así quedó reseñado, deriva del valor total del predio, o sea, la suma de DOSCIENTOS CUARENTA
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Y SEIS MILLONES SEICIENTOS DIECISIETE PESOS CON OCHENTA CENTAVOS ($246.617.280.oo.) M/cte. 10. Huelga precisar, adicionalmente, que la decisión del Tribunal, cual quedó evidenciado en la providencia de 6 de mayo de 2009, a través de la cual, bajo el argumento de que tal mecanismo impugnativo no está autorizado por el artículo 348 del Código de Procedimiento Civil, impone la corrección doctrinaria pertinente, dado que, sin duda de ninguna especie, engendra una notoria equivocación.
En efecto, dos razones fundamentales permiten confirmar
el desatino del ad-quem: de un lado, la estructura del recurso de queja; de otro, la competencia funcional de las Salas de Decisión de los Tribunales Superiores.
1.1. Concerniente con el primero de los aspectos
asentados, pertinente resulta anotar que el artículo 377 ib, autoriza la formulación del recurso de queja en el evento en que el de casación sea negado; y, concretamente, en lo que a la “interposición y trámite” de dicho medio de censura refiere, el inc. 1º, del artículo 378 idem contempla: “..El recurrente deberá pedir reposición del auto que negó el recurso….”; a su turno, el inciso 2º de la misma norma, establece: “El auto que niegue la reposición..” (la Sala hace notar). La consagración normativa en los términos evocados, prontamente, sin dubitación alguna, habilita la fijación de los siguientes referentes interpretativos:
i) La providencia que niega el recurso ya de apelación ora
de casación, debe atacarse, de manera principal, a través de la reposición y “en subsidio” solicitar la expedición de copias para elevar la queja. Redacción que trasluce, con nitidez incontrovertible, que la aducción de este último recurso está supeditada a aquel, lo que, en sana lógica, permite inferir que no es posible ordenar la expedición de
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copias sin que, previamente, se agote la formulación, trámite y decisión del recurso de reposición.
ii) En esa perspectiva, elemental resulta aceptar que si el
legislador autoriza un determinado recurso, sea ordinario o extraordinario, no es, precisamente, por el prurito formalismo de interponerse; contrariamente, si dicha impugnación es autorizada, su estudio resulta inevitable para el funcionario competente y, según las circunstancias, la decisión a proferir, ya negándolo ora concediéndolo deviene obligatoria; subsecuentemente, vedado le está dejar de sopesarlo y menos bajo el argumento, contradictorio, por cierto, que su interposición no impone considerarlo en el fondo. En consecuencia, incumbiéndole a la Sala resolver sobre la concesión del recurso de casación, le corresponderá, igualmente, decidir la reposición que el interesado interponga en caso de haber sido denegado, determinación que, por su puesto, deberá abordar el examen de los argumentos aducidos por éste.
Fluye, entonces, que si el legislador, cuando de acudir en
queja se trata, impone al recurrente la carga ineludible de impugnar, previamente, a través del recurso de reposición, la providencia que niega el de casación, una vez presentada dicha censura, el juzgador debe acometer el estudio en el fondo. Esa es, en sentir de la Sala la inteligencia adecuada de tal disposición.
1.2. Pero, complementariamente, a lo esbozado en
precedencia, existe otra circunstancia que conduce, sin titubeo alguno, a conclusión de similar temperamento.
Ciertamente, cuando el inciso 4º del artículo 348 del C. de
P. C., establece que “Los autos que dicten las salas de decisión no tienen reposición..”, es norma que debe hacerse interactuar con aquellas que regulan las competencias asignadas a las salas de
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decisión, sea que correspondan a la Corte Suprema o a los Tribunales Superiores (capítulo V del C. P. C.), entre otras, el artículo 29 ibidem en cuanto dispone: “..corresponde a la sala de decisión dictar las sentencias y los autos que decidan la apelación o queja, o una acumulación de procesos, o un conflicto de competencias; contra estos autos no procede recurso alguno..” (hace notar la Sala).
Luego, conjuntando las dos disposiciones (art. 348 y 29),
en una adecuada inteligencia de su contenido, infiérese que las providencias adoptadas por las salas de decisión, no susceptibles de recurso alguno, incluyendo, desde luego, el de reposición, son aquellas que resuelven “la apelación o queja, o una acumulación de procesos, o un conflicto de competencias”; frente a otras determinaciones sí es procedente recurrirlas a través de cualquier recurso y, por supuesto, mediante la reposición.
RESUELVE:
1. DECLARAR mal denegado el recurso de casación que
interpusiera la parte demandante, frente a la sentencia de 30 de julio de 2008, proferida por la Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, en el proceso reseñado en precedencia. Subsecuentemente, CONCEDER dicho recurso extraordinario.
2. DISPONER que el Ad-quem, con sujeción a lo previsto
en el inciso 3º del artículo 372 del Código de Procedimiento Civil, proceda en la forma regulada por el artículo 371 idem.
3. La Secretaría devolverá las presentes diligencias en su
debida oportunidad, dejando, previamente, las constancias del caso.