La divulgación de la Historia:
El historiador ante el desafío de recuperar el vínculo entre la
práctica y los modos en que la comunidad se relaciona con su
pasado.
Alumno:
Parente Emilce Beatriz
Legajo Nº 110655
DNI Nº 25.426.051
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Consignas:
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Si bien las respuestas no están organizadas de manera sistemática, a lo largo del trabajo se
intenta responder cada una de las interrogantes formuladas.
Síntesis:
La historia sirve a la sociedad porque es ella quien ayuda a la comprensión del presente y le
otorga un sentido de identidad. Este trabajo intentará por un lado esbozar uno de los problemas
más significativos que hoy tiene la historia, el alejamiento del historiador del mundo real y la
ocupación de ese vacío por divulgadores no profesionales; y por otro, proponer alguna
estrategia que tiente a la gente a acercarse a la historia y a entenderla como un objeto cultural.
Los historiadores se han retirado del compromiso cívico para adentrarse en la tranquilidad de
la vida académica dejando un vacío que ha sido ocupado por no profesionales, periodistas,
políticos y escritores mal llamados historiadores que divulgan la historia de una manera
asistemática, más divertida, colmada de chismes y anécdotas pero vacía de contenido. Hoy por
hoy es primordial tanto un acercamiento del historiador a la “gente común” como el
resurgimiento en su espíritu de la responsabilidad social que conlleva su profesión.
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El pasado siempre nos ha sido contado por algún miembro del grupo involucrado en esa
historia: desde un relato familiar, donde el tío, la madre o el abuelo cuentan las anécdotas de la
familia y reconstruyen parentescos olvidados, hasta una comunidad tribal en la que el chamán
o anciano relata el pasado colectivo e incluso adquiere la habilidad de franquear las barreras
del tiempo comunicándose directamente con los ancestros. La tarea del historiador se presenta
de alguna forma como una continuidad de estas prácticas y de la necesidad social
indispensable del ser humano de conocer su historia, “esa fuerza viva que proporciona
fundamentos a las pretensiones de identidad, legitimidad y conflicto en las condiciones
presentes”1.
Sin embargo, como señala Eduardo Zimmermann, uno de los problemas respecto de cómo se
cuenta la historia es que “se cuenta de una manera más profesional, menos cercana a la
pretensión de la historia de ocupar el papel de un relato unificador de la comunidad, y menos
cercana al gran público”2, es decir, los historiadores se han alejado del mundo exterior al
desinteresarse de los problemas que interesan al ciudadano común para integrarse en un
pequeño mundo cerrado que menosprecia al de “la calle”, y han dedicado a escribir
exclusivamente para los iniciados y mayoritariamente para otros profesionales (Fontana, 2002).
Gran parte de los historiadores, señala Zimmermann, se aferran a la profesionalización y a los
criterios sobre cómo se hace la historia, cómo se publica, cómo se critica, cómo se muestra la
evidencia y cómo se somete la evidencia a crítica, para mantener así el relato histórico
respetable frente a los desafíos que imponen la critica posmoderna y el giro lingüístico. Pero
sucede que quien vive en el mundo exterior, el ciudadano común, necesita también de la
historia porque es ella quien ha de otorgarle un sentido de identidad, y como en la Argentina los
profesionales no les ofrecen la historia que necesitan, la reciben de políticos; de periodistas,
como Jorge Lanata y Daniel Balmaceda; de psicólogos, como Federico Andahazi; y hasta de
médicos psiquiatras, como Mario “Pacho” O´Donnell.
Si bien en la actualidad la historia reciente o lejana no forma parte del menú de intereses de la
mayoría de la población argentina, que concibe la historia como una materia de estudio escolar
y no como un instrumento para comprender su presente y planificar su futuro, la historia vende.
”Cada año, sólo considerando las casas editoras más importantes, se publican entre 100 y 150
libros de historia argentina. Eso sin contar las novelas históricas. Por año, los O´Donnell,
Lanata, Pigna, Balmaceda y compañía venden en librerías arriba de cien mil ejemplares. Junto
a la literatura infantil, es el sector más próspero del mercado editorial argentino”3, garantizando
así el éxito y la cantidad a la historia independiente y mediatizada. Muchas de estas obras son
obras publicadas bajo la etiqueta del “periodismo de investigación histórica”, que ignoran las
reglas de control y de evaluación científica y agravan la confusión entre historia del presente y
periodismo (Noiriel, 1997). Otras son obras de chismes, anécdotas y ”secretos”.
Daniel Balmaceda4, autor de Espadas y Corazones; Pequeñas delicias de héroes y villanos de
la historia argentina; Oro y espadas: Desde que Pedro de Mendoza se instaló en Buenos Aires
por culpa de un loco hasta cinco minutos antes de Mayo de 1810; Historias insólitas de la
Historia argentina; y de Romances turbulentos de la Historia argentina, cuenta por ejemplo una
anécdota de Belgrano con Dorrego, quien “en cierta ocasión se burló de su voz aflautada. De
aquella burla surgió que tal vez Belgrano tenía un estereotipo homosexual. Sin embargo, tuvo
mucho éxito con las mujeres, justamente por ser una persona que se cuidaba. Porque de la
manera que lo hacía marcaba mucho la diferencia con los hombres de la época. Y tenía mucho
éxito”5. Si bien Elena Piñeiro sostiene que “no hay ninguna razón, fuera de la poca capacidad
del que escribe, para que una obra de historia que cumpla todos los requisitos académicos sea
aburrida y no pueda llegar al gran público”6, sería raro que a un historiador le importe si a
Belgrano le decían cotorrita porque siempre se vestía de verde o si un día a Liniers le robaron
la peluca en la calle, aunque precisamente sean las historias privadas de personajes históricos
argentinos las que cautiven hoy en día el interés del lector común. ¿Es lo que espera “la gente
común” de los historiadores lo opuesto de lo que saben hacer? “El pasado, como objeto de
curiosidad, cambia con las épocas o los diversos puntos de mira; y así cambian los relatos del
ayer”7 explica Joyce Appleby, y al parecer los intereses de gran parte de los lectores de historia
3 Brienza, Hernan. A vos, ¿quién te cuenta la historia?, [en línea], Critica de la Argentina, 22 de noviembre de 2008.
Dirección URL: http://www.criticadigital.com/impresa/index.php?secc=nota&nid=15858
4 Daniel Balmaceda nació en Buenos Aires en 1962. Es periodista graduado en la Universidad Católica Argentina y fue
editor de las revistas Noticias, El Gráfico, Aire Libre, La Primera, el suplemento escolar Cole Club y los Periódicos de la
Historia, un material realizado especialmente para los colegios. En televisión, fue coordinador de producción de Móvil 13
y Perdona Nuestros Pecados, productor periodístico de Televicio y productor general del documental Gorriarán hoy. Es
miembro titular y vitalicio de la Sociedad Argentina de Historiadores y miembro de la Unión de Cóndores de las
Américas. Presidió la Fundación Cristóbal Colón entre los años 1989 y 1993. Es columnista de historia argentina en
diversos medios radiales del país. Fue jefe de prensa de las secretarías de Industria, Comercio y PyMEs; y de Agricultura,
Ganadería, Pesca y Alimentos de la Nación.
5 Daniel Balmaceda: “La historia que nos enseñaron es un embole”, [en línea], El argentino, 7 de febrero de 2009,.
Direccion URL: http://www.elargentino.com/nota-27646-La-historia-que-nos-ensenaron-es-un-embole.html
6 AA.VV: ¿Cómo se cuenta la historia?, Óp. Cit. pp. 36
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7 APPLEBY, Joyce, HUNT, Lynn y JACOB, Margaret, “Verdad y objetividad” en La verdad sobre la
historia, Santiago de Chile, Andres Bello, 1994, pp. 246
8 Felipe Pigna es profesor de Historia egresado del Instituto Nacional del Profesorado Joaquín V.
González; director del proyecto "Ver la Historia" de la Universidad de Buenos Aires, que ha llevado al
documental fílmico 200 años de Historia Argentina; profesor de la Universidad de Lomas de Zamora
y director del Centro de Difusión de la Historia de la Universidad de San Martín. Es columnista de
Radio Mitre y Rock & Pop; coconductor, junto a Mario Pergolini, y guionista del ciclo Algo habrán
hecho, emitido por Canal 13, que obtuvo el premio Martín Fierro 2006 al mejor programa cultural y el
premio Clarín al Mejor Programa Periodístico. Es conductor de Lo pasado pensado en FM Rock & Pop
y de los documentales históricos que con el mismo nombre se emiten por Canal 7. Ha publicado El
mundo contemporáneo (1999), La Argentina contemporánea (2000), Pasado en presente (2001),
Historia confidencial (2003), Los mitos de la historia argentina (2004) y Los mitos de la historia
argentina 2 (2005), dos de los libros de mayor venta en la Argentina en los últimos tiempos, Lo
pasado pensado (2006), Los mitos de la historia argentina 3 (2006), Evita (2006), La historieta
argentina (2007), Los mitos de la historia argentina 4 (2008) y 25 de Mayo, de la colección Historias
de Nuestra Historia (2009). Es consultor para América Latina de The History Channel y director de la
revista Caras y Caretas, y de www.elhistoriador.com.ar, el sitio de historia más visitado del país.
9 HOBSBAWN, Eric. Sobre La Historia, Capítulo XXI, Crítica: Grijalbo Mondadori, Barcelona, 1998, pp. 270
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que formaron parte de la historia argentina, tal vez el historiador podría realizar una buena
narración, con una cálida simpatía humana, y tal vez desde lo banal introducir al lector común
en un contexto mucho más fértil que una mera anécdota. Mientras la historia profesional tiene
el monopolio de la metodología, la divulgación tiene el de la popularidad y esta pelea, elitismo
versus popularidad, es la que debe terminar. La historia profesional debe volver a ocupar el
espacio social que había dejado vacante en la sociedad y que ahora ocupan los periodistas. Es
inadmisible, por ejemplo, que el libro Argentinos I se presente en la solapa de su segundo tomo
como “lectura recomendada para enseñanza media”. 10
El historiador parece haber olvidado lo peligroso que puede ser abandonar la formación de la
memoria pública en manos de manipuladores. Es su deber implicarse en el mundo en que vive,
salir de la “quietud temerosa de su taller” y ser además de buenos operarios, buenos
ciudadanos, como escribía en L´étrange défaite Marc Bloch.
Es fácil quejarse porque Pigna es el historiador oficial de la tele, pero ¿no valdría más
alegrarse de que al menos hay un historiador oficial? El acercamiento que logra Pigna tal vez
ahonde el interés de la gente por la historia y encauce lecturas menos banales. Otra buena
opción aparenta ser la propuesta de Gabriel Di Meglio11, quien en su ciclo “La historia en el
cine”, que se trasmite semanalmente por el canal Encuentro, realiza en cada capítulo una
contextualización y reflexión acerca de cada uno de los sucesos narrados en las películas que
permiten conocer y aprender sobre los hechos históricos que tratan los largometrajes. Di
Meglio, junto a otros dos licenciados en historia egresados de la Universidad de Buenos Aires,
Ricardo Watson y Lucas Rentero, ha creado también una empresa dedicada a la realización de
paseos históricos y culturales bajo la guía de profesionales universitarios con formación en
ciencias sociales y humanidades. La firma se llama “Eternautas-viajes históricos” y ofrece
visitas guiadas por la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores, poniendo el acento en los
aspectos culturales, históricos y arquitectónicos. Los paseos también se extienden a La Plata y
a las principales estancias de la provincia y el original emprendimiento brinda también servicios
para colegios primarios y secundarios, que se convierten en una suerte de clase ilustrada, ya
que por lo general guían a grupos de entre 25 y 30 alumnos pertenecientes a una misma
división. Varios de esos recorridos han sido incluso declarados de Interés Cultural por la
Legislatura porteña. Eternautas, además, dicta cursos sobre la historia de la ciudad y desde
Bibliografía:
AA.VV: ¿Cómo se cuenta la historia? Ciclo de mesas redondas interdisciplinarias del Centro Cultural Rector
Ricardo Rojas, Primera edición, Buenos Aires, Libros del Rojas, 2004
APPLEBY, Joyce, HUNT, Lynn y JACOB, Margaret, “Verdad y objetividad” en La verdad sobre la historia,
Santiago de Chile, Andres Bello, 1994
FONTANA, Josep, ¿Para qué sirve un historiador en tiempo de crisis?, Neuquén, marzo de 2002
FONTANA, Josep, “En busca de nuevos caminos”, en La historia de los hombres, Barcelona, Critica, 2001
HOBSBAWN, Eric. Sobre La Historia, Capítulo XXI, Crítica: Grijalbo Mondadori, Barcelona, 1998
NOIRIEL, Gerard, Sobre la Crisis de la Historia, España, Fronesis Cátedra, 1997
VISACOVSKY, Sergio, “Entre lo evidentemente sucedido y lo probablemente experimentado: para una
conciliación entre historia, memoria social y análisis narrativo”, en Entrepasados. Revista de Historia Nº 26, 2004