Pese a estas diferencias, existen muchas semejanzas con el arte griego ya que Roma
asimiló numerosos elementos artísticos y arquitectónicos de los países que incorporaba a
su imperio. También fue frecuente emplear artistas nacidos y formados en otros
territorios, siendo los principales originarios de Grecia.
Los Templos Romanos
En el Imperio Romano existió una gran relación entre el mundo religioso y el político, de
manera que el Sumo Pontífice será el propio emperador.
Otras figuras destacadas en el templo fueron las vestales, figuras femeninas dedicadas a
los templos, especialmente a aquellos que estaban dedicados a diosas femeninas.
El templo romano se levanta sobre un podio y para acceder a la cella existía un escalinata
en la parte delantera. La cella se desarrollaba en sentido longitudinal y podía ser única o
triple.
En los templos se utilizaban especialmente los órdenes compuesto y corintio. Los
frontones solían ser lisos con inscripciones en la parte delantera del entablamento.
El Panteón
No fue lugar de enterramiento, sino un templo dedicado a todos los dioses. Fue realizado
en el 27 a.C. por Agripa. Sufrió un incendio en el 80 d.C. y en el 125-128 lo reconstruyó
Adriano, pero manteniendo la inscripción de Agripa. Ha llegado ha nosotros gracias a que
un emperador bizantino le cedió el templo al Papa y se le dedica a Santa María de Todos
los Mártires, porque muchas reliquias de las catacumbas se llevaron allí.
Actualmente también están enterrados dos reyes italianos y Rafael. Se ha relacionado con
Apolodoro de Damasco, que probablemente tuvo que ver con la restauración. Este artista
fue uno de los arquitectos que proyectó el foro de Trajano.
Tiene una planta centralizada que se corresponde con el alzado. Está realizado en
hormigón y ladrillo y está recubierto al interior por placas de mármol y al exterior con
estucado y pintura. El hormigón se utilizó para los arcos de descarga que son los que
permiten sostener la gran cúpula que cubre toda la cella. Al interior el muro se aligera con
hornacinas, alternas rectangulares y semicirculares, en las que se coloca la estatua de un
dios, y delante de cada una de ellas se sitúan dos columnas que soportan un
entablamento que sólo se rompe en la puerta de entrada y en la hornacina central.
En el exterior hay dos frisos: en la parte baja hay decoración floral con roleos entre los que
hay minúsculos animalillos. En la parte superior donde aparece una magnífica procesión,
en la que se encuentran Augusto con su familia, cortesanos, etc., con una gran riqueza en
actitudes, posiciones y vestimentas. Hay hombres, mujeres y niños en distintos planos,
que dan profundidad y crean un excelente espacio. Una cenefa clásica separa los frisos.
Las Tumbas
En líneas generales, las tumbas romanas derivan de las etruscas, aunque con el tiempo
fueron adquiriendo una mayor libertad y complejidad. Todas las tumbas se encontraban
fuera de la ciudad. El rito funerario podía ser por inhumación o por incineración.
Hubo tumbas colectivas, llamadas columbarios, que podían estar en una roca o en
construcciones con nichos donde se colocaban las urnas.
Los mausoleos son enterramientos que podrían derivar en un principio de los tholoi de
Etruria y del mausoleo de Halicarnaso. Suelen ser circulares, grandes y, generalmente,
cubiertos por un túmulo donde se va a colocar vegetación, estatuas, etc.
También hubo enterramientos con otras formas: de templo, de torre, de monumento, etc.
Muchas veces se formaron verdaderas necrópolis que seguían la forma de los hipogeos
egipcios.
Mausoleo de Augusto
Es del siglo I d.C. y hoy apenas quedan restos. Estaba formado por un anillo circular
coronado por un túmulo de tierra con cipreses y coronado por una escultura del
emperador. En su interior había tres cámaras: una para el cuerpo de Augusto, otra para el
de su esposa, Livia, y otro para su familia. Ya en la Edad Media fue reutilizado como
fortaleza y en el siglo XIX como circo y teatro. Es posible que sobre el túmulo hubiese un
templete circular coronado por una estatua.
Mausoleo de Adriano
Este mausoleo es muy similar al anterior, aunque es ya del siglo II. Fue usado por otros
emperadores. En el s.VI se convirtió en una capilla conmemorando una peste que se
erradicó cuando al Papa Gregorio Magno se le apareció el Arcángel Gabriel. Más tarde se
convirtió en castillo, que es lo que se conserva, el Castillo Saint-Angelo. La diferencia con
el de Augusto es que el anillo circular estaba asentado sobre una base cuadrada. Encima
del túmulo había un templete coronado por un carro tirado por el emperador como si
fuera Apolo.
Enterramiento de Fabara
Es del s.II, por tanto, de época imperial. Se encuentra en la provincia de Zaragoza. Tiene la
forma de un templo, aunque no cumplía esa función, pues sólo sirvió de lugar de
enterramiento. Es próstilo y tetrástilo y de orden toscano. En el friso había una inscripción
conmemorativa sobre el difunto.
Enterramiento de Sádaba
Se encuentra en Zaragoza y es del s.II. Lo que queda es el muro de uno de los laterales. Se
trataba de un edificio de forma rectangular. El basamento era de sillares de piedras
mientras que la parte superior era de un material más endeble. Está articulado con
columnas y arcos de medio punto sobre los que hay entablamento y frontones. Entre los
arcos hay guirnaldas. Es probable que hubiera bustos de las personas aquí enterradas,
quizá en los huecos o entre arco y arco.
El periodo de esplendor del arte romano abarca los dos primeros siglos del Imperio. Pero
ya a principios del siglo II de nuestra era, desde el tiempo de Adriano (año 117), se inicia la
decadencia del buen gusto que se acentúa en el siglo III y se confirma en el siglo IV por
efecto de cierto barroquismo o irregularidad y pesadez en los estilos aunque aumente el
fasto y la magnitud de las obras. Pero la arquitectura, en cuanto arte de construir sigue
desarrollándose hasta la invasión de los bárbaros, por lo menos, en los principales centros
de cultura. Pruebas de esto son las grandes basílicas de Roma construidas en el siglo IV, no
sólo las destinadas al culto cristiano, sino también las civiles. Los restos de la colosal
basílica civil de Constantino (también llamada de Majencio) que todavía se alzan en Roma,
sirvieron como fuente de inspiración a los arquitectos del renacimiento en el siglo XVI.
A ellos, hay que añadir los mucho más numerosos monumentos presentes en la Península
Ibérica.
Los romanos recibieron diferentes tipologías que modificaron o adaptaron a sus gustos o
necesidades, desarrollando algunas gracias a nuevas técnicas. Entre estas podemos
señalar la domus, el templo, el teatro y los monumentos funerarios. Además desarrollaron
otras nuevas como:
Basílicas. Eran palacios de justicia y también lonjas, las cuales tenían planta
rectangular con su pronaos o pórtico, sus naves (central y laterales) para el
público, su transeptum o chalcidicum para los abogados su absis o exedra par el
tribunal, sus entradas principal y laterales y sus tribunas o galerías, sobre las naves
laterales, con vistas a la central.
Arcos triunfales. Se dedicaban a honra de algún vencedor glorioso y se derribaban
luego de haber pasado él en triunfo haciéndose permanentes los construidos
durante el Imperio. También se elevaban estos monumentos lo mismo que las
columnas u obeliscos en conmemoración de otros hechos gloriosos.
Termas o edificios de baños para el servicio público.
Anfiteatros, no conocidos por los griegos. Eran de planta circular o elíptica.
Circos. Servían para las carreras de carros como los griegos hipódromos pero
tenían una espina o muro coronado de estatuas a lo largo de la línea media.
Naumaquias. Eran anfiteatros cuyo fondo se llenaba de agua para representar
combates navales.
Puentes y Acueductos.
Calzadas. Bien fundadas y sólidamente empedradas (ya con anchas losas, ya con
menudos cantos) que partiendo de Roma llegaban hasta los extremos del Imperio
con sus márgines o aceras algo elevadas, sus columnas miliarias para señalar las
millas (los miles de pasos), sus puentes, etc.
Foros
Asimismo, edificaron tipologías ya conocidas pero reinterpretadas:
Los Templos: los romanos dispusieron los templos de una manera similar a los de
los griegos (si bien se adoptó mucho más que entre ellos la rotonda) hasta que al
fin se modificaron disminuyendo el número de columnas exteriores o
sustituyéndolas por pilastras abovedando las naves pero sin acusarse al exterior la
bóveda ni el arco en los templos rectangulares.
Sepulcros. Unas veces consistían sencillamente en una estela o cipo esculturado o
una simple lápida sobre el nicho que guardaba los restos y otras sobre todo
durante el Imperio fueron suntuosos mausoleos como la mole Adriana (hoy castillo
de Santángelo) y la tumba de Cecilia Metela, en Roma. También llegaron a
formarse prolongadas series de sepulcros a lo largo de caminos como es muy de
notar en la Vía Apia y verdaderos panteones de familia y enterramientos
subterráneos con nichos agrupados o en filas que se llamaban columbarios
conteniendo cada uno de éstos la urna cineraria de barro cocido o de piedra con
relieves y con la inscripción correspondiente.
La Vivienda: la casa romana primitiva era de planta más o menos rectangular, tenía
un patio en el centro (atrium) al que se abrían los locales. Las casas eran en
medianería, y los tejados vertían sus aguas hacia el atrio, que solía tener debajo un
aljibe, para guardar el agua. El local principal era el tablinium, donde se guardaban
los archivos familiares y los dioses familiares (penates). Solía estar en la fachada
del atrio enfrentada a la entrada, pero con el eje de la entrada desviado para que
no pudiera verse la puerta desde la calle. Más adelante, por un pretendido influjo
griego, se abrió otro patio en la parte posterior, rodeado de columnas: el peristilo.