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Domingo, 17 de octubre de 2010

AGRO › COLOQUIO DE IDEA Y LA ALIANZA CAMPO-INDUSTRIA

El materialismo vivió equivocado


Entre los empresarios parece mayoritaria la creencia de que el “modelo” actual finalizará
en 2011. Aplauden a políticos grises, sin ideas ni definiciones, pero cercanos al credo de
los ’90.

Por Claudio Scaletta

En el Coloquio de IDEA realizado esta semana en Mar del Plata, el clima de las instituciones
empresarias resultó hostil hacia la actual administración. El fenómeno no es nuevo, sólo una
confirmación: entre los empresarios con peso en el control de las corporaciones parece
mayoritaria la creencia de que el “modelo” actual finalizará en 2011. “Clima de fin de época” se
escribió en el diario del furioso principal multimedios del país. En paralelo, las corporaciones
aplauden y ven con simpatía a políticos grises, sin ideas ni definiciones, pero que se descarta
cercanos al credo de los ’90. El panorama se completa si a la visión del presente se suma el
pasado. El grueso de los empresarios que poblaron el Sheraton de Mar del Plata aplaudió a
rabiar a Carlos Menem y apoyó hasta el colapso a su continuador Fernando de la Rúa.

Algunas apostillas detalladas por este diario fueron reveladoras: Hugo Biolcati, de la Sociedad
Rural, le reprochó públicamente al mediático Cristiano Rattazzi su apoyo a las retenciones. Lo
acusó de haberlas aplaudido frente a la Presidenta. El reproche fue casi injusto pues el hombre
de Fiat, vástago de la familia Agnelli, es un crítico todo terreno de las políticas gubernamentales
y defensor acérrimo de la “modernización” de los ’90. Pero el mensaje del reproche de Biolcati
fue, por así decirlo, más subliminal: transmitió la idea de que estar ahí, ser parte de la cofradía,
implicaba rechazar la política de tipos de cambios diferenciales y de estímulo a la demanda
interna.

En principio no tiene nada raro que los empresarios prefieran un modelo neoliberal. Cuando se
mira la microeconomía de las empresas con mentalidad de mercader siempre parece más
simple pagar menos salarios e impuestos y que el Estado esté lejos. No hay nada en la clase
empresaria local que haga recordar al viejo Henry Ford cuando explicaba la relación entre
salarios más altos y aumento en sus ventas. El ruido aparece cuando se comparan los gustos
ideológicos con la evolución de la economía y las ganancias empresarias. Repasando los datos
más conocidos, el modelo neoliberal condujo al aparato productivo a un deterioro progresivo y
provocó no sólo desindustrialización, con concentración y extranjerización, sino también un
endeudamiento público explosivo.

En cambio, el modelo actual, con sus limitaciones, revirtió la mayoría de estas tendencias.
Desde 2003 el PIB no deja de crecer en paralelo con un fuerte desendeudamiento y un
aumento en los grados de libertad de la política económica. En el último mes, la industria creció
a dos dígitos y este año la producción local de automóviles alcanzará un record histórico.
Resulta comprensible que las corporaciones agropecuarias sigan disputando por la apropiación
del precio pleno en divisas de sus exportaciones. En cambio, parece hasta insólito que un
representante de la industria automotriz se haya convertido en corifeo opositor. Por extensión,
la alianza campo-industria debería ser contra natura.

Llegado este punto, quizá la linealidad del racionalismo economicista sea mala consejera para
el análisis político, sólo una rémora marxista, pero es difícil no intentar asociar los ánimos
empresarios con la evolución de la economía. Tal vez suceda que la ideología y la pertenencia
sean, finalmente, factores más fuertes que las relaciones de causalidad entre base material y
“superestructura jurídico política”, o quizás estas relaciones sean más complejas y menos
lineales. Cualquiera sea el caso, el dato es que los indicadores económicos destacan que a
buena parte de los industriales les va singularmente bien, dato que prevé la teoría para
situaciones de heterogeneidad estructural atacadas con políticas de retenciones. Sin embargo,
los sujetos que representan en la economía a las distintas facciones emergentes de la
estructura heterogénea son homogéneos en sus demandas políticas. Esta limitación de la
actual administración para la construcción de consensos que la acompañen puede ser el
principal obstáculo para la continuidad del modelo. Por último, el Coloquio de IDEA fue también
una muestra más de que la mítica “burguesía nacional” idealizada por el primer peronismo es,
cuanto menos, un sujeto difícil de identificar

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