caracteres de atropello hacia la libertad del escritor la mayoría de las veces : impedir y
negar el influjo de Eros en las artes de la palabra. Cierto es que la literatura en España
exhibe una enorme riqueza de poesía amorosa en toda su historia, aunque reiteradamente
se presenta como tal a la poesía erótica, sin las matizaciones de rigor. O viceversa. No
disimulo que este tipo de poesía es menos cultivado en proporción al que parte del
estímulo de unas motivaciones de índole puramente amorosa. Que si, prescindiendo de
muy escasas individualidades, nos metemos a establecer comparaciones con la poesía
erótica latinoamericana, por ejemplo, la española no sale favorecida. Es oportuno hacer
referencia aquí a la 1ª Antología de la poesía sexual latinoamericana, de Alfredo Tapia
Gómez (Buenos Aires, 1969), frondoso panorama en el que van representados ciento
veinte poetas -de los que treinta y dos son mujeres- de diecinueve países de habla
española. Sin embargo, es evidente que en España hoy se puede trazar y seguir una
trayectoria en este sentido temático, aunque numéricamente modesta por razones no
demasiado arduas de inspeccionar.
El poeta y crítico catalán Joaquín Marco razona que " el erotismo peninsular se distingue
del europeo por su alto grado de represión. Ello se debe a dos causas fundamentales. En
primer lugar, el escritor ha sido siempre sujeto de una educación católica. Erotismo y
pecado se confundirán hasta pasada la primera mitad de nuestro siglo, salvo excepciones,
como el interludio de los novelistas denominados eróticos, durante las décadas veinte y
treinta. Que la literatura peninsular es una literatura fruto del catolicismo es cosa que los
jóvenes no alcanzan a comprender, sino contemplando el desarrollo histórico de nuestras
literaturas. En segundo lugar, figura la represión social de cualquier asomo de erotismo a
través de las instituciones creadas al efecto : Inquisición, censura gubernativa, etcétera. El
erotismo subterráneo, cuando estalla, como en el Jardín de Venus, en el siglo XVIII, o en
el Cancionero de obras de burlas provocantes a risa, de 1519, acostumbra a ser pura
obscenidad, sal muy gruesa. Rastrear el erotismo en la literatura peninsular no sería tarea
difícil, dada su escasez. Sin embargo, hay ejemplos de gran interés en La Celestina, en el
Amadís, en Tirant. Parecía insinuarse una veta erótica que será posteriormente quebrada
por el moralismo. Restarán algunos ejemplos en la poesía. La literatura española se hará
moralista por obligación y no por devoción ".
La rebeldía que transporta toda poesía que rechaza los convencionalismos del medio
ambiente, no siempre tiene su origen en la oposición o su consecuencia en la represión.
(Aunque en España, concretamente a partir de 1939, represión y oposición son elementos
que moldean desiguales productos.) Hay gravitaciones sociales, circunstancias íntimas y
colectivas que marcan el canto del poeta. El resultado de mis indagaciones en un dominio
tan acotado y sin desmitificar puede comprobarse a través de esta antología, que no
pretende ser exhaustiva, ni totalizadora, ni parcial, sino, sencillamente, una exposición de
poemas... Este trabajo, antes que un combinado de los gustos personales del antólogo, es
una proyección de su criterio. Las antologías envejecen pronto y de ninguna vale decir
que haya sido aprobada por unanimidad. Pero cada una supone un testimonio en su error
o en su diana.
Tengo que referirme necesariamente a los poetas de esta antología -a los que agradezco
su aportación de textos publicados o inéditos y el permiso para reproducirlos- y de paso
analizar en qué fundamento las incorporaciones y las ausencias.
Medio siglo ha discurrido entre el nacimiento del poeta que encabeza la lista -Jorge
Guillen- y el nacimiento del último valor que la completa -José Miguel Ullán-. Por
ceñirme a la unidad de idioma quedan excluidos los autores que no escriben en
castellano. (Solo así se explican incomparecencias como las de Joan Salvat-Papasseit o
Gabriel Ferrater.)
Entre los veinticuatro poetas agrupados no figura ninguna mujer. Nuestra lírica es
tradicionalmente muy " púdica ". La poesía femenina española no se ha atrevido a
medirse con el tema en cuestión. A lo más que se ha llegado es a escribir algunos versos
de protesta por los bebés in vitro. Se comprende. Y ya va siendo hora de que despierten
en el país siquiera una Delmira Agustini, una Alfonsina Storni, que, con voz de
vanguardia, denuncien lo que huele a podrido y provoquen la desintegración de la antigua
moral.
Blas de Otero recoge en Ancia varias composiciones de manufactura erótica, pero como
ya no satisfacen al autor cumplo con su criterio y las descarto, aunque él, lo consignó, me
concedió absoluta libertad para elegir. En la segunda edición de Ancia aparecen
corregidos diversos poemas de la primera. Un detalle. El poeta escribió en 1958 :
Al cabo de no pocas meditaciones y consultas -no está en el ánimo del antólogo postergar
a nadie-, llegué a convencerme de que Pedro Salinas no encajaba en mi planteamiento
antológico. Entiendo que Salinas es un gran poeta amoroso, pero no erótico. Dos
adjetivos -erótico y amoroso - que se mezclan sin las debidas precauciones en el enfoque
crítico. Julián Palley y Elsa Dehennin le aplican a Salinas el calificativo de " místico ".
Enjuiciando Razón de amor, dice Concha Zardoya que " los límites corporales se
adelgazan hasta borrarse, hasta confundirse con los del alma ". Y también le reconoce a
su vez el grado de "místico", término que rechaza el profesor González Muela siempre
que va dedicado a la poesía saliniana.
Al prescindir de Pedro Salinas, tenía que prescindir de Emilio Prados -quien acompaña a
su poesía de un neoplatonismo visionario-, por mucho que me interese su libro Cuerpo
perseguido. También de Gerardo Diego, amorosísimo, pero desasistido del clamor del
sexo.
En la voz de Luis Cernuda, atormentada y suave, late un paganismo que lleva implícitos
un deseo y una confesión que principian siendo vagos para convertirse en patéticos, como
si renacieran de alguna indirecta maldición mitológica. Las ambigüedades y desazones
del destino y esa adoración constante por los cuerpos, le inspiran poemas tan bellos y
misteriosos como " El joven marino ", " El águila " o " Las islas ".
Uno de los más delicados y portentosos modelos de poesía erótica reunidos en este libro
lo constituye el " Diálogo entre Venus y Príapo ", de Rafael Alberti, poema que por sí
solo merece un detenido comentario. Este finísimo collar de imágenes y ritmos es una de
las más seductoras alhajas del escaparate principal de la poesía de todos los tiempos.
Si en esta antología se reservara sitio a la prosa, Max Aub quedaría bastante mejor
representado dentro del tema. El paralelismo de Eros con la acción revolucionaria es
importantísimo en su obra. De una lírica narración suya -Yo vivo- hubiera escogido
capítulos de belleza perturbadora. Como poeta, Max Aub está muy poco visto en los
manuales, sobre todo en los de la posguerra española. Y no ha sido recuperado aún. De su
Antología traducida saco tres de sus apócrifos.
Miguel Hernández es un poeta más amoroso que erótico. " Aunque más corporal en su
palabra que Cernuda o Aleixandre -observa Vivanco-, va a ser menos sensual que éstos. "
Exacto. La palabra " corporal " de Hernández transporta un fondo muy espiritualizado.
Cabe decir, por tanto, con Guerrero Zamora, que este poeta " es espiritualmente sexual o
sexualmente espiritual ".
También en José Luis Cano hay una espiritualidad, un acento romántico corporizado.
Predomina casi siempre el espíritu sobre el sexo. Cano es un poeta de erotismo
mediterráneo, susurrante, de exquisita y cuidada expresión.
Creador intenso, de vena surrealista y de gran imaginación, pero de obra corta -y con dos
largos paréntesis de silencio : uno de siete años y otro de diez-, es Pablo García Baena,
del que dijo Gerardo Diego : " Oriental bíblico, gusta de los temas exóticos y escriturarios
y se regala con los halagos de una sensualidad asiática. " García Baena es un poeta tan
importante como desconocido en la hora actual.
Alfonso Canales, buen cincelador del verso, navega en una línea reflexiva cuajada de
misterio. En su poesía -no dejo de señalar que en su menor parte- se infiltran tintes
eróticos libres de melifluidades. Otros poemas suyos se vinculan al mismo climax,
aunque insistan más en el decorado que en la representación.
Creo que Ángel González estará un poco harto de la etiqueta de " social ", que lo confina
demasiado. Pero se sobrentiende que no tanto como Jorge Guillen de la de "puro" :
A José Manuel Caballero Bonald le interesa mucho la literatura satánica. Más de una vez
ha manifestado sus predilecciones por Blake, por Sade... Intenta nuevas técnicas, busca
una mitología, un lenguaje. Dice que está preparando " un libro malévolo en su ambición
temática ", que lo constituirán unas " penetraciones virulentas en un mundo abrupto
erótico-moral ". En su poema "El hilo de Ariadna", que selecciono, se nota una doble
correlación erótica que se corresponde muy bien con sus búsquedas emprendidas.
Carlos Barral rompe con la tradición poética española y reconoce haber seguido unos
planteamientos condicionados en gran parte por los italianos del Renacimiento, por los
latinos... Además de adherirse a los esquemas de la poesía alemana y francesa -Rilke,
Mallarmé-, que tan bien conoce. Su estilo es riguroso, barroco, intelectual, y no le hallo
parentesco con ninguna etapa de la poesía en castellano. Su verso es sensual por la lengua
y la imaginación creadoras. El último libro que ha publicado, Informe personal sobre el
alba y acerca de algunas auroras particulares, es extraño y alucinante. Viene ilustrado con
fotografías eróticas. " El alba y los cuerpos desnudos (sean humanos o geometafísicos)
entristecen neuróticamente al poeta ", dice un crítico. Los poemas escogidos -que, como
la mayoría de los agrupados aquí, no sostienen el mismo carácter que dispersos en casi
furtivas ediciones españolas, sin unidad temática y con un disimulo que les quita
significación- imprimen a su naturaleza erótica cierto sentido social, político y
escatológico. Al reeditarlos en Figuración y fuga, Barral decidió extender unas sumarias
anotaciones al lector -a veces para evitarle desviaciones por el hermetismo-, tales como
las aplicadas a " Torre en medio ", texto que selecciono, " cuyas primeras imágenes se
refieren a la llegada por el aire a una ciudad " y en donde " se narra una aventura venal en
esa ciudad desconocida ".
José Ángel Valente persigue una renovación, una ruptura. (Lo mismo que, a su modo,
ensaya Caballero Bonald.) Entiende la urgencia y la necesidad de un lenguaje
descongestionado. (Soy, a mi vez, de los que creen que el idioma " adolece de mutismo o
verborrea para expresar lo sexual ". Alfredo Tapia escribe que " los poetas, a pesar de la
precariedad del lenguaje, son los primeros en hallar una verbalización susceptible de
acompañar a la sexualidad en su evolución [...]. Disconforme con el lenguaje vigente, se
tiende a crear otro que, pese a su hermetismo, no rehuya en su última instancia una clave
asequible ".) La gran aventura de la desmitificación de la lengua -que la afecta en su
longitud semántica, conceptual, fonética- coloca a Valente en el sitio de los precursores.
El más alto exponente de la poesía erótica desde la posguerra es Jaime Gil de Biedma.
Bajo el título En favor de Venus reunió todos sus poemas eróticos. Acerca de este libro
tan importante, ha dicho Vázquez Montalbán : " Jaime Gil toma partido por el amor, en el
sentido francés de la palabra y en todos los restantes sentidos. Del erotismo a la
cordialidad o la solidaridad, En favor de Venus es también un slogan comprometido, muy
comprometido porque la represión sexual y cordial era, en el momento de su aparición, el
único, pero total, punto coincidente de las derechas y las izquierdas nacionales. " No
oculto mi interés por este gran poeta, de los más inteligentes, innovadores y completos
del momento.
Del paso de Joaquín Marco por la poesía erótica recojo dos ejemplos. Guillermo Carnero
cree -y entiendo que no va descaminado- que algún que otro poema de Marco presenta
analogías -de intención " social ", por supuesto- con el Ángel González de Tratado de
urbanismo. Reflexiona que " en España escribir con cierta crudeza sobre experiencias
amatorias es una protesta de claro significado político ". Y añade : " El malestar colectivo
penetra hasta en la alcoba. "
Juan Luis Panero articula desde el comienzo unos signos de madurez creadora poco
frecuentes. Su poesía guarda cierta semejanza -él mismo lo ha confesado- con el cine de
Antonioni. La pasión de un instante, el amor físico de un día, el contacto fortuito, libre y
desinteresado de los cuerpos, incluso el temblor del voyeurismo adolescente, encuentran
en Panero su luz y su sangre.
José Miguel Ullán es un audaz antirretórico, un sensible degollador de usos lingüísticos,
que no desperdicia originalidad ni talento. Desde el primer libro, su poesía -que " carece
de toda pretensión redentora "- tiene una dimensión herética, subversiva. Su estilo
evoluciona en un montaje de sobriedad. Escribir en París, alerta y distanciado de la
tiranía, le permite no " servir de alibí al opresor para mitigar la mediocridad por él creada
". En el poema que cierra esta antología se proyecta lo erótico en lo revolucionario. Hay
que entenderlo así.
por muy vigilada que esté la barrera del silencio, la poesía española, poco a poco y
superando márgenes de provisionalidad, anuncia haber dejado entreabierta una ventana a
la perspectiva de una liberación erótica.
Joaquín Caro Romero
Acta literaria
versión On-line ISSN 0717-6848
Acta lit. n.28 Concepción 2003
doi: 10.4067/S0717-68482003002800010
Acta Literaria Nº 28 (139-144), 2003 ISSN 0716-0909
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Universidad de Concepción
RESUMEN
ABSTRACT
Poetic writing, just because of its condition of writing, does not contain in its physical
substance the concrete sounds, intonations, or rithms which characterize any actually
spoken sequence, but it contains only the acoustic images that correspond to distinctive
sound units. Nevertheless, it firmly conserves its links to orality (like a musical staff);
therefore, the persistence of sonority in poetry preserves it as a phenomenon that, in spite
its scriptural support, maintains its sonorous virtuality, so that a poetry reader "listens in
his mind, behind the written words, their oral music" (Octavio Paz). This is what fully
happens with Gonzalo Rojas' lyrical discourse. The poet not only prefers to read aloud his
prologues and presentations, but also in his poems often resorts to suggestions of orality,
which include all types of procedures that project it on the written page. This is especially
evident in love rithms.
Y dice el poeta: "Todo crece con el ritmo" (595)1; porque uno nace y "desnace al mismo
tiempo" (596). Por eso, su poesía ofrece en una misma trama lo numinoso y lo cotidiano,
lo tanático y lo erótico, lo riguroso y lo placentero, lo físico y lo metafísico, es decir el
juego de la vida trasmutada en sonido con sentido, en cadencia rítmica. Sístole y diástole,
inspiración y expiración, hartazgo y deseo _o como dice el poeta, "hartazgo y orgasmo" o
también "alternancia del esperma y de la respiración" (232)_. Poesía en movimiento,
palabras que se encuentran, chocan, copulan, se distancian, dicen lo uno y lo otro, el yo y
el tú, el esto y el aquello, el yin y el yang. Poesía y encuentro, poesía y eros vienen a ser
lo mismo en la ambigüedad sonora o en la incierta página en blanco: "Falo el pensar y
vulva la palabra" (Paz, 245):
un volcán
que empieza lentamente a hundirse,
-Dios,
Palpitante,
No sé si como sangre o como nube
Errante,
Por mi casa, en puntillas, oscuridad que sube,
Oscuridad que baja, corriste centelleante.
"Al principio, la poesía fue oral: una columna que asciende y que está hecha de versos, es
decir, de unidades verbales rítmicas, que aparecen y desaparecen, una tras otra, en un
espacio invisible hecho de aire (...) La poesía se apoyó, más tarde, en la escritura; desde
entonces se ha servido del signo escrito y de la palabra hablada" (Paz, La otra voz, 121).
La poesía de Gonzalo Rojas ha permanecido fiel a esas fuentes primeras, ese origen oral:
"no estoy por la partitura efímera (...) sino por la oralidad y por la sintaxis del
callamiento. De ahí que, cuando escribo mis líneas menesterosas de aprendiz
interminable, lo primero que hago es ponerme en pie y leerlas en voz alta. No al lector, al
oyente" (Metamorfosis, 588).
En todas las formas escritas de la poesía, el signo gráfico está siempre en función del
oral. El lector advertido oye siempre, detrás del trazo, las palabras del texto, su música
verbal (Paz, La otra voz, 122). De ahí que Gonzalo Rojas no sólo evoque en prólogos y
presentaciones la lectura en voz alta, sino que sus poemas recurren a menudo a
sugestiones de oralidad que incluyen repeticiones, tartamudeos, avances y retrocesos,
correcciones, anacolutos, fugas, muletillas, explicaciones, coloquialismos, juegos de
palabras, colisiones entre el sonido y el significado:
Pero los meses vuelan como vuelan los días, como vuelan
En un vuelo sin fin las tempestades, / Pues nadie sabe nada de nada
así sople (...) así viva (así padezca (...), así me acueste (...), así toque mi cítara (...), así se
abra una puerta
... y estás ahí mirándome, (...) y estás ahí mirándome, (...)// Y no hay sábana donde
dormir, y no hay, y no hay / sol en ninguna parte, y no hay estrella alguna
Podría estar citando textos todo el día. En el poema "Oriana" se juega significativamente
con el origen etimológico del nombre (Oriana: de os, oris = boca, de donde oral y
oralidad) de modo de sugerir la identidad entre palabra (oral)/poesía y mujer. El texto
termina con una serie de rimas lúdicas con ecos huidobrianos.
El poema "Del sentido" también funciona como arte poética. Se trata de un breve e
intenso texto donde la metonimia se metaforiza hasta condensarse en un solo sonido
vocal, suma y cifra del sentido-universo-mujer-eros:
Muslo lo que toco
y pétalo de mujer el día, muslo
lo blanco de lo translúcido. U
y más U, y más y más U lo último
debajo de lo último, labio
el muslo en su latido
nupcial, y ojo
el muslo de verlo todo, y Hado,
sobre todo Hado de nacer, piedra
de no morir, muslo:
leopardo tembloroso (267).
Por fin, el poema "Das heilige" ("Lo santo", lo numinoso) parece reunir todos los sentidos
del libro en una visión en que sonidos lingüísticos, música y órganos genitales femeninos
se funden en un arder vertiginoso humano y cósmico, frenesí dionisiaco, que asume
carácter sagrado: Es la apoteosis de la pasión monopólica del poemario:
Pero además
vagina sagrada, punto G, punto
de la puntada torrencial del
que se ama cuando se ama. Raro
arder aquí todavía (315).
Terminemos citando la declaración `epicéntrica', `axiomática' del autor: "el amor es,
acaso, la única utopía que nos queda".
REFERENCIAS
Paz, Octavio. 1955. El arco y la lira, Fondo de Cultura Económica, México. [ Links ]
__________. 1990. La otra voz, Seix Barral, Barcelona. [ Links ]
Rojas, Gonzalo. 2000. Metamorfosis de lo mismo, Visor, Madrid. [ Li
1Citamos por Gonzalo Rojas (2000).
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