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EMPRESAS Y EMPRENDEDORES CULTURALES

Javier Brun - España

Algunas reflexiones sobre la necesidad del arte en nuestra sociedad, el papel del
artista, mitos y lugares comunes existentes.

Se atribuye, entre otros a Jean Cocteau la conocida frase El arte es indispensable,


aunque no sabemos exactamente para qué y que ilustra de forma clara el papel
relevante, pero difuso que ha jugado la cultura y el arte en las diferentes sociedades.
Sabemos que en unos momentos fue concebido como un signo de distinción, en otros,
como un acercamiento a Dios. En el siglo XVIII se alimentó la creencia de que las obras
de arte tienen la capacidad de mejorar a quiénes las reciben emocional y
espiritualmente. Como indica John Carey 1, Hegel ya abogaba porque el arte puede
“mitigar el salvajismo de los meros deseos al encadenar y educar los impulsos y
pasiones” y de esas creencias provienen algunas de las supuestas certezas que hemos
ido manejando, al menos en nuestras tradiciones políticas, desde que surge todo el
movimiento de la animación sociocultural en la Francia de los años 60, o a partir de
todo el desarrollo del Community Art anglosajón. Es decir, el Arte, la Cultura son
buenos, hacen mejor a la gente y el resultado de la Democratización Cultural no puede
ser otro que una mayor cohesión social y la liberación de la persona. …y lo cierto es
que en muchos lugares los poderes públicos no se han salido todavía de ese estricto
guión.

Otra discusión sería ¿qué cultura es la que hay que democratizar? Sin duda habría un
amplio apoyo a que la Alta Cultura debe ser la que se fomente entre la población, sin
reflexionar sobre el trasfondo de utilización de la Cultura para perpetuar modelos
jerárquicos de comportamiento y de supuesto buen gusto. Otras respuestas abogarían
por las Culturas Populares y final y rápidamente, sin entender la trampa ni quién la ha
introducido, nos encontraríamos diseminando la Cultura Pop a través de grandes
inyecciones de dinero público en dirección a los holdings mediáticos.

Llegados a este punto nos podríamos hacer la pregunta de qué pensaría Hegel acerca
del Arte como herramienta para mitigar el salvajismo, si acudiera a un concierto de So
Solid Crew con muertes incluidas en Birmingham, o de otra fiesta cualquiera de UK

1
Carey, John, ¿PARA QUÉ SIRVE EL ARTE? Editorial Debate, Random House Mondadori.
Barcelona 2007 – ISBN 978-84-8306-691-1
Garage, o si volviera a contemplar las palizas entre pandilleros Mods y Rockers en
Brighton que tan bien reflejara el film de Franc Roddam, Quadrophenia.

Y, dicho sea de paso, nos hallamos ante uno de los elementos predominantes del uso
de la cultura en la segunda mitad del siglo XX y lo que llevamos de éste. La cultura, el
Arte es, ante todo, consumo. Muchas de las cifras, datos, porcentajes que
posteriormente se servirán en esta sala son fruto de esa concepción que ha terminado
por casi monopolizar el discurso mayoritario, y muchas de ellas provienen de
entidades como SGAE u otras sociedades de gestión de Derechos de Autor. Para ellas,
la cultura, ante todo es difusión (radio, televisión, cine, en algún caso, edición en
papel) o ejecución en vivo: conciertos, obras de teatro,… Nuestra Sociedad del
Espectáculo, como diría Guy Débord, ha elevado estos elementos sobre los demás y ha
minimizado otros aspectos igualmente relevantes del Arte, convirtiendo ciudadanos en
consumidores o en espectadores.

Pero no olvidemos otros elementos, que sin el compromiso social o el negocio de la


distribución de bienes, juegan un papel del todo relevante.

Soy un asiduo y entusiasta visitante de Medellín, uno de los lugares del mundo en los
que he estado en más ocasiones. La primera vez que vine a esta Ciudad era el 1 de
Enero de 1993. Las crónicas de Radio Caracol hablaban de casi un centenar de muertos
el día anterior, fundamentalmente debidos a la celebración del fin de año. En la
televisión de mi país se hablaba sin cesar de la lucha entre cárteles y de un tal Pablo
Escobar, enemigo público para unos y héroe para otros. En la terminal de autobuses
dejamos el que nos traía de Riosucio y, como aún nos quedaban una horas para
nuestra cita en otro río, éste negro, le pedimos al taxista que nos diera antes un paseo
por la ciudad, “por sitios seguros” y sin bajar del vehículo, tal era el miedo que nos
invadía en aquel momento. En la segunda ocasión, en 2003, con algo más de confianza,
alentado por las buenas noticias, aunque con la recomendación de prudencia por parte
de toda mi familia, ya me aventuré a visitar algunos otros lugares de la mano de
algunos amigos que andan por aquí. Qué casualidad que, como tantos otros gringos o
chapetones me llevaron encantado a ver el lugar de la virgen de los sicarios (visita que,
con halo de héroe contaría en mi segura España a los amigos). También tuve ocasión
de conocer la creatividad de gestores locales que, jugando como sólo sabe hacer la
gente de la Cultura, convirtieron en Centro Cultural el lugar más característico de una
ciudad que era la capital de la muerte, es decir, el Cementerio. Mucho podríamos
decir sobre las posibilidades que tiene Medellín de convertir, a través del Arte y la
Cultura, su trágico pasado en producto turístico y una boyante industria, pero lo que es
más relevante es que, precisamente por partir de un punto tan oscuro y por el
protagonismo que está teniendo la Cultura en todo este proceso, esta ciudad se ha
convertido en uno de los laboratorios más relevantes a nivel mundial del binomio
cultura y paz.
Se diría que estamos hablando de otros temas, no de economía, ni de empresa, ni de
empleo, pero lo más pertinente es negar la mayor. Pregúntenle ustedes a cualquier
industrial, empresario con intereses en la región la importancia para su negocio que
tiene la paz, la cohesión social. Sn ninguna duda será consciente de su valor
económico, aunque seguramente no lo sabrá medir. Por el contrario, el economista
francés, Patrick Viveret, en su trabajo Reconsidérer la richesse2 nos hace ver el valor de
elementos como la cultura, la cohesión y paz sociales, la política medioambiental, la
seguridad, a partir del coste económico que tendría el hecho que éstos no estuvieran
presentes –¿cuánto cuesta pacificar una revuelta, limpiar un entorno tras una
catástrofe ecológica?, ¿cuánto se gastan los comercios en seguridad privada?- y, a
partir de absurdos como los elevados incrementos del producto bruto que producen
catástrofes, conflictos, … etc., aboga por nuevos métodos de valorar la riqueza, más
consistentes con el interés público.

Sería bueno, finalmente, y sin la voluntad de ser exhaustivos, no olvidar la importancia


que tiene el aporte de la cultura y el arte, como generadores de valor añadido a los
diferentes productos. Pensemos, por un momento en el diseño como principal
elemento motivador para la adquisición de cualquier producto, necesario o superfluo,
desde el automóvil, la ropa de vestir, el IPod, el mobiliario. Algún día algún aliado del
sector cultural deberá calcular en moneda corriente, el valor que tiene la aportación
creativa del artista plástico, textil, gráfico, o del creativo que ha diseñado la campaña
de promoción y ha hecho de un lujo una necesidad al alcance de supuestamente pocos
elegidos.

Hoy en día, el soporte, el material no es el elemento primordial en multitud de


productos. El hecho diferencial, en un momento que la tecnología iguala las
prestaciones, está en la forma o en el imaginario asociado al producto, y en todo ello la
cultura y el arte juega un papel principal.

La importancia de introducir la formación de emprendedores y gestores


culturales en los planes de estudio de enseñanzas artísticas.

Frecuentemente, ustedes como pedagogos y formadores en Arte, se habrán hecho una


misma pregunta. ¿para qué formamos a nuestros alumnos? Y es que, en muchos casos

2
VIVERET, Patrick. RECONSIDERER LA RICHESSE: Rapport d’étape de la mission « Nouveaux
facteurs de richesse ». – [Paris] : Secrétariat d’Etat à l’Économie Solidaire, 2002. - 135 p

www.place-publique.fr/esp/richesse/rapport.pdf
parecería que los preparamos para que sean protegidos en el futuro de un nuevo
Medicis, un Mecenas de las Artes, en forma unipersonal o de Institución Pública.

La formación en las escuelas de arte suele estar llena de elementos y técnicas


expresivas de diferente índole cosa que es, parodiando la matemática, necesaria, pero
no suficiente. Hay que tener en cuenta que, si no queremos formar ante todo artistas
de salón, o amateurs que dedican su tiempo libre a una actividad creativa –algo muy
sano y respetable, pero cuyo cometido debería estar en otras manos- tendríamos que
incidir en los planes de estudios en su formación en referencia al empleo artístico y
cultural.

Para ello deberíamos distinguir algunos conceptos y darnos cuenta de algunas


realidades. En primer lugar, pensar dónde se producen los empleos culturales, cosa
que veremos más adelante. En segundo lugar, distinguir entre Empleo Cultural y
Empresa Cultural. Frecuentemente hablamos de Industrias Culturales y, con ello se nos
acabó la reflexión y el discurso.

Una de las consideraciones que debemos hacer es que no toda la gente de la cultura y
el arte ejercen como tal en empresas típicamente culturales. Del mismo modo,
tenemos que darnos cuenta de que en una empresa claramente cultural, solamente
una parte de sus trabajadores desarrollan funciones que requieren una destreza
artística o un know how vinculado con la Gestión de la Cultura. Por ejemplo, una sala
de exhibición cinematográfica es una pequeña empresa de carácter cultural, o que
podemos incluir en el sector cultural. Naturalmente, no se podría pensar en la
existencia de esa empresa si no existiera un potencial creativo que ha hecho posible la
película que se va a proyectar. Sin embargo, quien trabaja de taquillero, o de
recepcionista o acomodador poco tienen que ver en su oficio con la preparación que
se da en la formación artística o a los gestores culturales. Posiblemente, solamente
quien haga la programación va a ser una persona que provenga necesariamente de ese
grupo. Por el contrario, una agencia de comunicación, o de publicidad puede estar más
o menos cercana en sus trabajos al mundo de la Cultura, pero sin duda, para ser
competitiva necesitará del concurso de distintos creadores en campos como las artes
visuales, el diseño gráfico, la música, la literatura, etc…

Sin embargo, esta diferenciación no disminuye ni desmiente el valor económico


derivado de la creatividad artística, sin el cual no se concebiría ni un proyecto ni el
otro. Digamos que el impacto económico de la creación es parte de una reflexión
distinta, sobre la que existen numerosos y sólidos estudios.

Así pues, lo que nos interesa es preparar a nuestros alumnos a entrar de manera
efectiva en su profesionalización y en el mercado laboral. Para ello tenemos que tener
en cuenta algunas características y salvar algunas inercias. La primera de ellas es
comenzar a cambiar la desconfianza que siente el mundo de la Cultura, especialmente
sus segmentos creativos hacia el mundo de la Empresa. Hace poco, en esta misma
ciudad recordaba la frase del subcomandante Marcos que calificaba de oxímoron el
binomio intelectual de derechas. Concretamente un artículo suyo, de Abril del año
2000 se titulaba: “¡Oxímoron! (La derecha intelectual y el fascismo liberal)”.
Simétricamente, podríamos calificar entonces, Intelectual de Izquierdas, como un
pleonasmo. Aunque no me atrevería a afirmar en un 100 % esto último, sí que nos da
una idea sobre cuál ha sido y es la sensibilidad dominante en el mundo de la Cultura y,
por ello, cuál ha sido la percepción que este mundo -y nuestros cachorros de creadores
entre ellos- tienen del mundo Empresarial y de la figura del empresario en particular.
Algunas imágenes que acompañan esta presentación se acercarían a ello, es decir, al
especulador, al aliado del poder, sin sensibilidad social, que paga sueldos míseros a sus
trabajadores, que conspira con la represión para no perder su estatus, etcétera. Desde
luego, si queremos que nuestros alumnos tengan un acercamiento a esta figura
tenemos muy pocas posibilidades de éxito.

Los datos vienen en nuestra ayuda a desmentir esa supuesta realidad, o al menos, a
matizarla. En primer lugar, estaría el tema de la dimensión de las empresas, muy lejos
de esas imágenes antiguas de la Oliver Twist o la primera Revolución Industrial. En
Europa, A finales del 2003 existían en la UE más de 20 millones de empresas, de las
cuales, un 92,5% cuenta con menos de 9 asalariados; un 6,1%, entre 10 y 49; el 1,2%
entre 50 y249 empleados y sólo el 0,2% se consideran grandes empresas con más de
250 empleados. Ello significa que el 98,6% del tejido empresarial europeo está
configurado por pequeñas empresas. Concretamente, en España, el 41 % de los
trabajadores está contratado en empresas que tienen entre 0 y 9 empleados.
Frecuentemente se incluye como empresas a lo que en mi país llamamos Autónomos,
es decir al autoempleo, con unas condiciones frecuentemente más precarias que los
trabajadores por cuenta ajena.

Todo esto adquiere una dimensión aún más clara y atomizada cuando nos referimos al
mundo de la cultura. Como indica el reciente estudio The economy of culture in
Europe, la inmensa mayoría del Sector Cultural Europeo está constituido por pequeñas
y medias empresas. Estas compañías son extraordinariamente creativas y capaces de
montar proyectos artísticos innovadores, a menudo con presupuestos ridículos.
Representan el grueso del empleo y son los principales recursos para desarrollar nuevos
talentos. Sus inversiones económicas se dirigen esencialmente a la producción, con
menores posibilidades económicas para el mercadeo y la distribución. La inmensa
mayoría de compañías relacionadas con la música y el cine en Europa son
micronegocios y pymes. 3

3
The Economy of Culture in Europe - Comisión Europea - KEA European Affairs, Media Group (Turku
School of Economics), MKW Wirtschaftsforschung GmbH [Documento en línea]
http://ec.europa.eu/culture/eac/sources_info/studies/economy_en.html (traducción propia)
Por ello y por muchos otros temas que sería excesivamente largo enumerarlos aquí es
por lo que la sociedad contemporánea ha emprendido un largo camino, que nos lleva
desde el antiguo concepto de Empresario al más actual de Emprendedor y es por ello,
por lo que también el Sector Cultural ha pasado del rechazo al Empresario, al
Emprendedor como una figura percibida como positiva, con unas cualidades que han
sido enumeradas como quienes,
• Buscar Constantes oportunidades
• Son Creativos e innovadores
• Valoran la eficiencia y la calidad
• Confían en sí mismos y les motivan los propios logros
• Son organizados y planificadores
• Son capaces de encontrar apoyos entre quienes los rodean
• Son valientes pero calculan los riesgos
• son persistentes y resistentes al fracaso
• Se informan y acuden a expertos
• Afrontan los retos de manera positiva pero realista.
…como vemos, poco que ver con las imágenes anteriores, y algo más cercano y
aproximado a la sensibilidad de los creadores y a la realidad del mundo de la economía
creativa de la actualidad. Es decir, un concepto que nos puede ser más útil en su
transmisión a unos alumnos que van a encontrar en el do it yourself la mejor de las
opciones de acceso a la profesionalidad.

¿De dónde surge el discurso actual sobre las empresas culturales?

La tradición en gestión cultural situaba el eje de “el arte por el arte” como
prácticamente el único enfoque que prevaleció en los primeros años de esta profesión
y de las incipientes políticas culturales. Solamente un crecimiento de la preocupación
por las desigualdades sociales derivado de los revolucionarios años 60 propicio un
mayor avance de las políticas de democratización cultural en la decada de los 70.

No obstante, tuvo que ser durante los años 80, en los que una clara involución de las
políticas sociales derivadas de el auge del conservadurismo (Thatcher, Reagan,...)
pusiera en tela de juicio no solamente la expansión del sector cultural, sino su
mantenimiento hasta las cotas alcanzadas hasta la época.

Fue entonces cuando por una necesidad de supervivencia, la cultura tuvo que buscar
un acercamiento hacia el mundo de la economía. De esa época provienen los discursos
que hacen énfasis en la cultura como un factor de desarrollo y que luego se han
generalizado a un nivel planetario. Lógicamente, la recesión económica que siguió a la
crisis del petróleo (subida de precios por parte de la OPEP en 1974) hizo, con todo lo
anterior, que la cultura se preocupara por subrayar sus posibilidades como generadora
de empleo, como una realidad tangible, pero también como una manera de justificar,
ante los ojos del poder económico y político fuertemente aliados, su importancia social
y la oportunidad de dotarla de recursos, o –cuanto menos- dejarle seguir viviendo.

Desde entonces, con mayor o menor énfasis es uno de los principios rectores de toda
política cultural y o económica avanzadas, conjuntamente con las nuevas
preocupaciones (regeneración urbana, cohesión social, diversidad cultural, sociedad de
la información …) que cada época va dejando como impronta.

En 1993, por encargo del entonces Presidente de la Unión Europea, Jacques Delors, se
realiza el estudio que da lugar a la publicación del Libro Blanco sobre el Crecimiento, la
Competitividad y el Empleo. Una de las más interesantes aportaciones del mismo es la
identificación de Los nuevos yacimientos de empleo, concepto que intenta recoger
dos retos de las sociedades europeas contemporáneas, es decir, el desempleo y las
nuevas necesidades derivadas del cambio de hábitos de vida de las mismas. Así pues,
los Nuevos Yacimientos de Empleo intentan dar respuestas a ambos señalando nuevas
profesiones.

Según se identificaron, algunos de los principales cambios sociales producidos en la


Unión Europea y que afectan al empleo serían:

• Las nuevas áreas de actividad que se derivan de la extensión de la Sociedad de


la Información

• La irrupción masiva de la mujer al mercado de trabajo con los consiguientes


cambios de hábitos familiares y creación de nuevas necesidades (cuidado de los
hijos y de los mayores)

• El alargamiento de la esperanza de vida y de la caída de natalidad, lo que


produce una inversión de las pirámides de población, más o menos marcada
en algunos países.

• Los cambios sociales que afectan al consumo, desde un modelo precedente de


posesión de bienes, a un modelo más contemporáneo de acceso a servicios.
Esto afecta especialmente a los servicios culturales.

• La generalización y ampliación de la Educación, en cuanto a su duración (la


educación a lo largo de la vida, la educación preescolar, las actividades en
horario no lectivo, …
Los Nuevos Yacimientos de Empleo tienen algunas características comunes que nos
pueden ayudar a comprender su naturaleza. Así, todos ellos intentan cubrir nuevas
demandas sociales, en principio emergentes, todavía sin desarrollar, con unos grados
de aplicación desiguales, pero que, a través de la iniciativa de los poderes públicos se
facilita la extensión de esa demanda y, a la vez, se organiza la oferta. Todos ellos
tienen que ver claramente con una oferta local y de proximidad y, por otro lado,
requieren de prestaciones de carácter personal, con lo que producen fuertes efectos
en el terreno del empleo.

En el ámbito más relacionado con el sector cultural, los yacimientos de empleo que se
detectaron en dicha obra son los servicios culturales y de ocio, como (numerados entre
los 17 seleccionados):
10. El turismo;
11. El sector audiovisual;
12. La valorización del patrimonio cultural;
13. El desarrollo cultural local.
Este reconocimiento por parte de la Comisión Europea permitió una mayor extensión
de los trabajos en esos ámbitos, así como la movilización de algunos fondos de
financiación por parte de los Estados o la propia Unión.

¿Industrias o Empresas? ¿Culturales o Creativas? Sus límites, de cualquier modo

La primera de las consideraciones es si realmente existe el llamado Sector Cultural


como parte de la economía productiva. Durante este apartado obtendremos datos que
no nos dejarán lugar a dudas. Sin embargo es importante resaltar que, entre los
implicados en el mismo no hay una clara concepción de constituir un sector económico
y muchos no se reconocen en él. Hay una tarea ingente a desarrollar para articular esta
parte de la economía y para que en el imaginario de los creadores, de los empresarios
vinculados, en general, se tome conciencia de la importancia, de la misma manera que
otros sectores han hecho históricamente. Solamente de este modo obtendremos la
masa crítica necesaria para ser tenidos en la consideración que merecemos y ejercer
una mayor presión sobre los poderes públicos y económicos que posibiliten un
desarrollo mayor y armónico de la cultura, aunque sea en esta faceta más ligada a la
producción.

Llegados a este punto, sería deseable introducir el debate semántico sobre si


debemos hablar de Empresas o Industrias y si debemos utilizar el calificativo más
tradicional de Cultural o el popularizado recientemente de Creativa.
El término más usual de Industrias Culturales ha sido el que ha gozado de una mayor
popularidad y es, de algún modo el que se acepta en segmentos más amplios de la
población. No obstante, su uso puede llevarnos a engaño sobre la naturaleza del
sector.

Cuando hablamos de Industria, implícitamente nos referimos a modelos de producción


que tienen algunas características comunes, es decir, Procesos automatizados,
repetitivos, con el concurso de maquinaria que releva los procesos manuales y, lo que
es muy importante, con una tendencia a la disminución de costes de producción,
desde el prototipo o primer ejemplar, a los sucesivos. Todo ello para diferenciarlo de
procesos artesanales, en los que la fabricación obedece a procesos individualizados,
con una importancia decisiva de la mano de obra y con unos costes de producción con
tendencia a mantenerse constantes –es decir, cuesta aproximadamente lo mismo el
primer objeto producido, que el enésimo-.

Si observamos la simplificada división anterior, nos daremos cuenta que, si hablamos


en sentido estricto, las llamadas Industrias Culturales se limitarían a subsectores como:
• Editorial
• Discográfica
• Audiovisual
• Software
• Publicidad, …
• Mass media, …,
mientras que no podrían calificarse como industriales las siguientes actividades
• Gestión Cultural
• Organización de eventos
• Creación artes plásticas
• Espectáculo en vivo
• Artesanía
• Cultura de proximidad, …
Es por ello por lo que el calificativo Empresa agruparía a todas ellas mejor que el más
empleado de Industria. Por otro lado, habitualmente la mayor parte de nuestros
egresados en Escuelas de Arte se verán en condiciones más realista de crear una
entidad de un alcance similar a las del segundo segmento, aunque bien podrían ser
empleados en el grupo anterior.

Respecto al alcance del sector, todo depende de la definición más o menos restrictiva
que empleemos para delimitarlo. Algunas definiciones que delimitan de distinta
manera el mismo, las podemos encontrar a continuación:
Conjunto de ramas, segmentos y actividades auxiliares productoras y distribuidoras de
bienes y servicios con contenidos simbólicos, concebidas por un trabajo creativo,
organizadas por un capital que se valoriza y destinadas finalmente a los mercados de
consumo con una función de reproducción ideológica y social 4

Esta primera intenta definir conceptualmente las empresas culturales, mientras quye
las dos siguientes lo hacen desde una perspectiva de enumeración que viene en cierto
modo mediatizada por la tradición de quien elabora el informe:, más centrado por
ejemplo en las disciplinas tradicionales y con alcance social en el caso de la de la
Comisión Europea, mientras que la de tradición anglosajona incluye más elementos
vinculados al diseño, software, …

Aquéllas que incluyen los siguientes sectores clave: publicidad, arquitectura, arte y
mercados de antigüedades, artesanías, diseño, moda, cine, software interactivo para el
ocio, música, artes escénicas, edición, software televisión y radio. 5

La cultura cubre el patrimonio, la literatura, la prensa, la música, las artes escénicas,


las artes visuales, los medios audiovisuales y las actividades socioculturales. 6

Respecto al alcance y delimitación, y desde un punto de vista práctico, la Sociedad de


Autores y Editores en España en algunos de sus manuales de referencia, distingue tres
categorías:

4
Bustamante y Zallo, 1988 – (SGAE -2000)
5
Brighton and Hove Creative Industries Appendices Report – Dic.2000
6
COMMISSION STAFF WORKING PAPER : CULTURE, THE CULTURAL INDUSTRIES AND
EMPLOYMENT – Comisión Europea, 1998
Las actividades te Tipo I, directas, que serían

Actividades susceptibles de generar derechos de propiedad intelectual


Actividades productoras de ocio y entretenimiento

Esta clasificación, si la cruzamos con los epígrafes reconocidos por el Ministerio de


Economía y Hacienda en España, incluiría actividades como (entresacadas, a nivel de
ejemplo)
• Edición
• Producción y servicios relacionados con películas cinematográficas incl. Vídeo
• Espectáculos
• Técnicos en sonido
• Técnicos en iluminación
• Personal docente de enseñanzas diversas
• Pintores, escultores, ceramistas, artesanos grabadores y artistas similares
• Restauradores de obras de arte
• Actores de cine y teatro
• Operadores de cámara, cine televisión y vídeo
• Otras actividades relacionadas con el cine, el teatro y el circo
• Intérpretes de instrumentos musicales
• Cantantes
• Otras actividades relacionadas con la música

Las de Tipo II, indirectas

Actividades que tienen que ver con el uso y difusión de las creaciones culturales y de
ocio, como por ejemplo (siguiendo la misma referencia)

Artes Gas
• Actividades Anexas a las Artes Gráficas
• Laboratorios fotográficos y cinematográficos
• Comercio al por mayor de aparatos y material radioeléctrico y electrónico
• Comercio al por menor de instrumentos musicales en general y de sus
accesorios
• Alquiler de bienes de consumo. Películas de vídeo
• Distribución de películas cinematográficas y vídeo
• Exhibición de películas cinematográficas y vídeo
• Servicio de radiodifusión, televisión y servicio de enlace y transmisión de
señales de televisión
• Bibliotecas, archivos, museos, jardines botánicos y zoológicos
Y, finalmente, las de Tipo III, Indirectas

Las referentes a la fabricación de elementos indispensables como vehículos de


transmisión de los bienes culturales y de ocio, a saber, …tinados principalmente a

• Construcción de máquinas y equipo mecánica. Para industria, de papel, cartón y


artes gráficas
• Fabricación de aparatos y equipos de telecomunicación
• Fabricación de receptores , de registro y reproductores de sonido e imagen
• Fabricación de instrumentos ópticos y material fotográfico y cinematográfico
• Fabricación de pasta papelera
• Fabricación de papel y cartón
• Fabricación de instrumentos de música
• Fabricación de juegos, juguetes y artículos de deporte.

Naturalmente, el grado de cercanía e implicación con la cultura es muy diverso y


algunas de las tipologías nos pueden resultar poco útiles a estos efectos. Sin embargo
es importante darse cuenta de que habrá que saber en cada caso y cada estudio a qué
se refiere cuando centra su mirada en la importancia económica del sector de la
cultura, qué parámetros toma como válidos, que delimitación asume. Todo ello para
que los estudios y las investigaciones puedan ser comparables.

El anteriormente citado documento de la Comisión Europea The Economy of Culture in


Europe7 propone una clasificación que me parece bastante apropiada y que también
intenta arrojar algo de luz sobre la dicotomía entre Creativo o Cultural, así como la
diferencia entre Industrial o no:

7
The Economy of Culture in Europe - Comisión Europea - KEA European Affairs, Media Group (Turku
School of Economics), MKW Wirtschaftsforschung GmbH [Documento en línea]
http://ec.europa.eu/culture/eac/sources_info/studies/economy_en.html
Así pues, para este estudio, hablaríamos de Sector Creativo el más vinculado al diseño,
arquitectura, publicidad e industrias relacionadas con la fabricación de componentes,
mientras que cultural estaría más inscrito a las áreas habituales. Es decir Creativo sería
el sector en el que la cultura supone un input en la producción de bienes no culturales.
Características comunes de las Empresas Culturales y algunos datos para poner de
relevancia la importancia del Sector Cultural y Creativo en Europa, en su contexto de
creación de Empleo y producción de riqueza.

La constatación general, al menos en el contexto Europeo es que el sector cultural está


actuando de manera positiva, desarrollándose y que su tendencia es a aumentar su
peso en la actividad económica general.

Algunas de las características que tipifican el funcionamiento o el perfil de las


empresas culturales podrían ayudarnos a comprender el alcance de este fenómeno.
• Se trata de industrias ágiles y flexibles
• Explotan una práctica no convencional de negocios

• El sector está dominado por las pequeñas y micro empresas, así como gestores
individuales y freelancers
• Es un sector de rápido crecimiento en las economías europeas
• Suponen un elemento central en la economía basada en el conocimiento.

• Proporcionan elementos clave para desbloquear los valores intrínsecos de


comunidades sociales y áreas más amplias de negocio.

Sin duda, algunas de ellas las colocan en una buena situación de competir en un
mercado que es cambiante, ágil, así como les permiten penetrar en nichos de mercado
que a las grandes corporaciones les son insondables o les supondrían un coste muy
elevado introducirse.

Por otro lado, su cercanía, convergencia más bien, respecto a la Sociedad de la


Información las hace operar en la antesala del núcleo central de la Nueva Economía del
Conocimiento.

Finalmente el valor creciente que han adquirido elementos como el identitario y en


general los símbolos en la Sociedad Actual, las coloca como necesarias en muchos
procesos productivos, bien sean de bienes directamente culturales (Sector Cultural), o
no (Sector Creativo).

Así pues, según los datos ofrecido por el estudio ya citado The Economy of Culture in
Europe, el impacto en Europa (EU30) manifiestan una facturación del Sector cultural y
creativo (Empresas Tipo I y II, sin considerar el Tipo III de empresas) de 654 millardos
de Euros en 2003, por encima de otros sectores como la producción de automóviles
(271 millardos) o los fabricantes de informática (541 millardos), respectivamente.

Respecto a su contribución al producto bruto de la Unión Europea, en el mismo año,


ésta fue del 2,6 %, por encima de sectores como el alimentario (comida, bebidas y
tabaco), con un 1,9 %, el textil, con un 0,5 %,la industria química (productos químicos,
goma y plásticos), con un 2,3 %.
En cuanto a su contribución al crecimiento de la Unión Europea, manifestar que su
aportación al producto interior bruto de la misma ha crecido en un 19,7 % entre 1999 y
2003 y que, en el mismo periodo, el crecimiento del sector fue del 12,3 % mucho
mayor que el de la Economía Europea en su conjunto.

Por último, y quizá la parte que más nos interesa, es decir el Empleo vinculado al
Sector Cultural y Creativo, en 2004, 5,8 millones de personas trabajaban en la Unión
Europea (EU25), lo que corresponde a un 3,1 % de toda la población empleada.
Además, más importante aún que esto son las tendencias: mientras que, en el periodo
de 2002-2004 se produjo una disminución del empleo general en la Unión Europea, en
el Sector que nos ocupa aumentó en un 1,85 %.

Respecto a las características del empleo, algunas diferencias importantes con


respecto a la panorámica general laboral:

• El porcentaje de trabajadores con titulación universitaria es del 46,8 %, frente


al 25,7 % del total de empleados en todos los sectores.

• La proporción de autoempleo es más del doble que la general. Un 28,8%, frente


al 14,1 %. Ello debe hacernos reflexionar sobre la necesidad de fomentar el
emprendimiento entre nuestros alumnos, dado que esa tendencia no parece
disminuir.

• El grado de temporalidad de los contratos del sector es de un 17%, frente al


general del 13,3 %.

• El porcentaje de trabajadores a tiempo parcial en mayor que el general. Un


25%, frente al 17,6 %.

Es decir, resumiendo, lo que ya habíamos indicado en parte: Empleo muy cualificado,


dinámico y marcado por la microempresa y los trabajadores independientes. Por otro
lado, con un grado alto de precariedad (temporalidad y a tiempo parcial).
Naturalmente la flexibilidad y la competitividad tienen su precio al final y ése recae
frecuentemente en el trabajador o el empresario autoempleado y autoexplotado.

¿Qué podemos pensar de cara a un próximo futuro o a medio plazo?

Realizar profecías en cualquier aspecto de la vida y, en especial en el económico no es


recomendable ni a los médiums, por el alto grado de errores que la experiencia nos ha
hecho vivir. No obstante muchos factores parecen indicar que esa tendencia que,
hasta la fecha se está manifestando, todavía no vive su punto de inflexión y que ese
fenómeno puede irse reproduciendo fuera de los contextos geográficos ya
mencionados de las sociedades desarrolladas occidentales.
Esta posibilidad de intervenir de una manera instantánea en una dimensión mundial,
está en el origen de algunas de las nuevas oportunidades y riesgos que se nos
presentan como creadores y agentes en lo cultural.

En las sociedades occidentales y en amplias capas de las clases medias de otras


latitudes el nivel de escolarización y por ende de alfabetización ha aumentado
significativamente, con lo que el grado de accesibilidad de los productos culturales, en
lo que a cercanía y posibilidad e asimilación ha crecido notablemente. Ello es uno de
los factores por los que el número potencial de consumidores de bienes y servicios
culturales ha experimentado un auge muy importante.

Otro de los elementos que facilita un mayor potencial de consumidores es el aumento


generalizado (obviando los ejemplos desgraciados del continente africano) de la
esperanza de vida en la mayor parte de los países, así como una mayor importancia del
tiempo libre en sus vidas, que se alargan por lo anterior.

Está por demostrar fehacientemente, pero parece que también resulta favorecedor el
mayor grado de urbanización de las actuales sociedades al favorecer la existencia de
masas criticas para el consumo y rentabilidad culturales y una asunción de valores
urbanos más proclives a entender el uso de la cultura como un bien o servicio que
consumir o disfrutar, respectivamente.

Algunos autores (Jeremy Rifkin, por ejemplo, entre otros muchos) han puesto el
acento en el paso de la sociedad de la propiedad a la era del acceso, dando una mayor
importancia y status social a la posibilidad de acceder a servicios culturales
dependientes del pago por los mismos.

Naturalmente, estas facilidades de extensión de los mercados, favorecidas por la


liberalizacion a escala mundial, asi como por la digitalización de muchos de los
productos culturales (música, audiovisual, ...) han jugado asimétricamente en términos
geográficos o económicos. Ello ha producido una concentración creciente y
preocupante de las cuotas de mercado en favor de los países del norte, especialmente
Estados Unidos (Música, cine televisión, audiovisual en general) ; Reino Unido
(Musica,...)

Sin embargo, el Mainstream tiene un recorrido limitado y termina por agotarse, fruto
de la reiteración o la autorreferencia. El mercado necesita una renovación de los
productos, renovación que puede venir desde la innovación en los lenguajes artísticos,
es decir, las nuevas y permanentes vanguardias, o bien, a través de la deslocalización
de las fuentes (si se me permite la expresión), buscando el exotismo a través de
nuevos orígenes.

De ahí, por poner algunos ejemplos, los fenómenos como el relanzamiento de la


música étnica o de la worldmusic, de la mano de festivales como el WOMAD, o artistas
como Peter Gabriel o Paul Simon, y teniendo en cuenta la creciente demanda de las
poblaciones desplazadas fruto de la inmigración económica internacional. De ahí
también fenómenos como el Rai en Francia, el Bangra en el Reino Unido o el
Merengue, la Salsa o el regetton en España.

Esta búsqueda de la diversidad como fuente de renovación ofrece campos de


actuación que corrigen tímidamente las tendencias dominantes en el mercado
audiovisual, con fenómenos de los que nos habla García Canclini, típicamente
latinoamericanos, como las novelas o seriales televisivos, de los que podría estar
Martín Barbero precisando durante días y que suponen un elemento económico nada
desdeñable y que producen extraños fenómenos como el interés por el Español
creciente en países tan alejados como Rumanía o Bulgaria. Otros ejemplos de sobras
conocidos serían el manga japonés, la enorme producción cinematográfica de
Bolliwood en la India ,y sus secuelas, el Nollywood en Lagos, Nigeria, la tercera
industria del cine más importante del mundo, según algunos...

Por último, y en el centro de esta reflexión está también una mayor Democratización
de la creación y la producción por el más fácil acceso a las herramientas digitales. Ello
nos lleva a la necesidad de capacitar a los estudiantes de arte en estas nuevas técnicas,
pero también en toda la amalgama de oficios conexos y relacionados con el sector, de
forma más o menos cercana. Las empresas culturales, como hemos visto, son
pequeñas unidades altamente especializadas en muchos casos y que, para ser eficaces
requieren de la colaboración de otras que les presten servicios, también
especializados, que permitan dar salida a su trabajo, en una relación de estrecha y
mutua dependencia. Necesitamos artistas, pero también técnicos, especialistas en
distribución de productos y obras de arte, galeristas, managers, promotores de
conciertos, gerentes de teatros, expertos en mercadeo cultural.

Por ello, éstas iniciativas sobreviven mejor en pequeños ecosistemas productivos que,
en el fondo son pequeñas y limitadas concentraciones de empresas, lo que se suele
denominar con el nombre de Clúster. La creación de Clústeres o de Distritos Culturales
ha sido una de las tendencias más claras e importantes en algunas políticas en países
anglosajones, frecuentemente fomentando otros elementos añadidos, como el de la
regeneración urbana o aprovechando situaciones derivadas de ésta, como el caso más
conocido y precursor de Temple Bar, en Dublín.

Éstas, entre otras muchas son algunas de las medidas que los poderes públicos
articulan, en muchas ocasiones de la mano de las entidades privadas. No obstante, y
desde una posición progresista, hemos de entender que hay otras muchas medidas
favorecedoras para el desarrollo de tejidos productivos cada vez más fuertes y que las
instituciones territoriales que se ocupan de la cultura pueden acometer. Muchas de
ellas pasan por ayudas directas, otras por la formación en el emprendimiento, por la
incubación de proyectos, pero también en su forma de hacer política cultural pueden
ayudar a un mayor desarrollo del empleo. Algunas de ellas, basadas en un enfoque
Relacional del Estado tienen que ver con fomentar la gestión independiente de los
proyectos culturales, por devolverle el protagonismo a la Sociedad Civil, por no
confundir Interés Común con gestión centralizada y burocrática, o ejecución directa
por parte de las instituciones. No se trata de privatizar, ni de medidas neoliberales,
sino más bien de fomentar la participación, no sólo en el consumo, sino en la decisión
y gestión de las políticas. Pero, ya que hemos hablado anteriormente de
contradicciones, hay quienes todavía, en mi tierra –en el contexto latinoamericano no
siempre las mismas palabras tienen el mismo significado-, piensan que liberal y de
izquierdas es un oxímoron más. Para ellos quizá sea mejor definir esa política de
izquierda liberal-libertaria, como diría Daniel Cohn-Bendit.

Ferias, mercados locales, regionales, globales, como elementos de armonización en


la circulación de productos artísticos.

La complejidad creciente del sistema en el que se mueve la producción y el mercadeo


de la cultura y el arte, la ampliación de los horizontes geográficos fruto de la
liberalización de mercados, el mayor grado de movilidad que facilitan los transportes y
la inmediatez de la información han hecho posible la potencialidad de una mayor
circulación de artistas pero que, en la práctica frecuentemente se ve ceñida a unos
pocos privilegiados que han firmado en buenas condiciones contratos con empresas
distribuidoras normalmente de países desarrollados.

No quisiera hablar extensamente de las trabas que cada vez más ponen algunos países
para conceder visados a artistas que vienen de entornos menos poderosos
económicamente, ni tampoco hacer sangre acerca de la explotación a algunos
intérpretes y creadores de la worldmusic –podríamos centrarnos en Cuba, por
ejemplo- por parte de managers y distribuidores europeos o norteamericanos. Quede
ahí, sin embargo como elemento de reflexión.

Lo cierto es que, haciendo un cierto paralelismo con la figura del coyote en la frontera
norteamericana, los creadores necesitan de un guía que facilite su acceso a otros
mercados y ese guía debería ser cercano a su comunidad y conocer los mecanismos.

Hoy en día existen y son muy útiles las Ferias y Mercados de la Cultura en diversas
modalidades, y existen también con distinto alcance geográfico, desde lo local y
regional, a lo estatal e internacional.

Podríamos enumerar algunas, en música y en Europa el WOMEX, el Mercat de Música


de Vic, el BabelMed para el Mediterráneo, el MIDEM de Cannes, POPKOMM, SONAR,
MUSICORA, el Masa, en Costa de Marfil, en Africa, , en Artes Escénicas, la Fira de
Tárrega, o la Feria Internacional de Teatro y Danza de Huesca, en España, la FESUR en
Chile, Puerta de las Américas en México, el Mercado Cultural de Salvador de Bahía, en
Brasil, Rideau en Canada, Chainon Manquant, Aurillac, en Francia, Entrevues en
Bruselas, y un larguísimo etcétera que se extiende por Corea, Singapur, Japón,
Australia… Y, lo mismo podríamos hacer respecto a las ferias existentes en otros
dominis de la creación, Ferias del Libro (Bolonia, Bogotá, Frankfurt, Guadalajara,
Buenos Aires, Chicago, …) o de Artes Plásticas y Visuales (ARCO, Estampa, en España,
Artbo, ARTE BA (Argentina), FIA Caracas, NICAF (Japón), Kunstmesse de Köln,
DOKUMENTA de Kassel, Biennale de Lyon, …) o los mercados fílmicos de la Berlinale,
Annecy, Hong Kong, Cannes, ...

Estos mecanismos tienen la virtud de poner en contacto oferta y demanda, ser lugares
de encuentro y de debate sobre los problemas y posibilidades de distribución, se
conoce mucho mejor la manera en que los distintos territorios ordenan sus políticas de
difusión artística, son lugares para el descubrimiento de novedades, para la renovación
de las programaciones y en ellos deberían estar presentes quienes tienen como
cometido la distribución y a ellas acuden cada vez más numerosas, agencias públicas
de exportación de artistas y productos culturales.

Sin embargo, todo este mundo de los mercados artísticos no es, naturalmente, ajeno a
los intereses y a las desigualdades. Por ello también será muy conveniente que,
quienes quieren ampliar sus horizontes llamen a la puerta de algunas de las redes de
que en los distintos ámbitos existen a nivel mundial o continental, ejemplos como el
IETM, por citar el caso más emblemático, deberían servir como recursos, sin intereses
ocultos, en toda esta complicada maraña.

Ampliar el campo de la cultura y el arte. La cultura y el arte como objeto y fin o como
herramienta.

Solamente unos apuntes finales que nos hacen volver al principio de este trabajo. La
pregunta al principio era sobre la necesidad del arte en nuestra sociedad. Sería bueno
responder a la misma al final de este escrito con una de las formas que la Sociedad
tiene de manifestar la anterior.

Ya que hemos centrado gran parte de la intervención en Europa, no estaría de más


explicar hacia dónde van y de dónde provienen los fondos destinados a la Cultura por
parte de la Comisión Europea. Si, de alguna manera, y por no aburrir con cifras totales,
representamos gráficamente como un círculo, la aportación total de la Comisión
Europea a la Cultura, podemos trazar una sección del mismo para diferenciarla del
resto:
Esta sección, que representaría aproximadamente un 10%
de la aportación total a la Cultura, provendría de la
Dirección General encargada directamente de las políticas
Culturales, e iría destinada a proyectos puramente
artísticos y culturales, al margen de que indirectamente
pueda tener otros beneficios que todos podemos
comprender.

Por otro lado, el 90% restante, es decir, el grueso de la


aportación de la Comisión Europea proviene de otras
políticas y busca otros objetivos, a saber, Política de
Juventud, Desarrollo Territorial, Desarrollo Rural,
Política de Empleo, Políticas de apoyo a empresas,
Regeneración Urbana, Política Social, Turismo,
Construcción de Ciudadanía, Salud, Educación, Política
Exterior, Inmigración, …

Algunos creadores se sienten incómodos ante esta situación, entendiendo que se les
está pidiendo algo así como que prostituyan su oficio artístico, y se lamentan diciendo
que ellos no son educadores o trabajadores sociales, no son médicos, no son
urbanistas, y un largo etcétera. Sin embargo, deberían comprender que lo que se les
pide es que actúen, frecuentemente en equipos multidisciplinares, ejerciendo su
propio oficio artístico o de gestor cultural. En caso contrario estaremos limitando el
campo del empleo cultural a los terrenos habituales y al creciente consumo en las
sociedades modernas, y estaremos perdiendo una gran parte de oportunidades,
renunciando al grueso de la financiación pública. Solamente, por otro lado, desde la
comprensión de cuál es la demanda explícita –en forma de presupuestos- de la
sociedad podremos entender en toda su dimensión nuestro papel como artistas o
trabajadores de la cultura en la misma, y hacer que la propia Sociedad recupere, no la
infantil admiración del star system, sino el profundo respeto por sus creadores.

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