ECO Y DERRIDA
La infancia
me inquieta
La infancia me inquieta
Cuando leí por primera vez el cuento de Lispector del que tomé el fragmento
para el epígrafe acudió con mucha fuerza a mi memoria un artículo que
conmovió gran parte de lo que en mi vida y en mi profesión venía pensando y
haciendo en torno al tema de la infancia. Se trata de “El enigma de la infancia”
de Jorge Larrosa[1]. De una manera original la autora brasileña trajo a mi
memoria la revulsiva reflexión de Larrosa sobre la infancia como “lo otro: lo
que, siempre más allá de cualquier intento de captura, inquieta la seguridad de
nuestros saberes, cuestiona el poder de nuestras prácticas y abre un vacío en
el que se abisma el edificio bien construido de nuestras instituciones de
acogida”.
Por eso la delicadeza con que Lispector en su cuento confiesa que “no puede
dibujar al niño” (no puede apresarlo en un trazo) es para mí una invitación a
estar siempre en actitud de alerta frente al peligro de la domesticación. Me
interesa mucho como persona que trabaja en la educación y que se ocupa de
los niños y la literatura que ellos leen pensar en la tensión entre la actitud de
acogida y cuidado y la necesaria responsabilidad sobre la construcción de la
libertad en la infancia.
Frente a estos registros metafóricos que parecen disolver lo que hoy son los
niños y su problemática en una idea nebulosa de futuro me interesa, por el
contrario, pensar en el presente de los chicos sin olvidar, por supuesto, la
tensión entre pasado, presente y futuro, mirándola desde su carácter
contingente, no necesario. Me interesa, subrayo, pensar en lo que pasa hoy con
la vida y las culturas (en plural) de los niños. En el marco de mi interés sobre
qué y cómo leen los niños, se va perfilando una inquietud sobre el sustrato
cultural desde el cual se producen estas lecturas. De acuerdo con la teórica
Margaret Meek, creo que los estudios acerca de la infancia tienen mucho para
decir sobre los hábitos culturales que hoy tienen los chicos y que condicionan
sus formas y estilos de acceder a la lectura literaria y a otras lecturas. Dice
Meek en relación con esto que “cualquier teoría significativa de la literatura
para niños no puede ignorar los textos que estos consideran comunes, pues en
ellos se fundamenta su visión de la literatura, y de ellos se deriva su
competencia literaria”[3]. Para quienes nos ocupamos de la niñez y su cultura,
sobre todo de sus modos de leer, hay una zona poco explorada y es la que
tiene que ver con las formas en que ocurre el ocio (teniendo en cuenta las
condiciones económicas y sociales que permitan su disfrute), las diversas
formas del juego infantil que hoy producen los niños en que manifiestan sus
representaciones sobre el mundo de los adultos, sus formas lúdicas de
enfrentar las restricciones de diverso tipo a las que se ven enfrentados, etc.
Muchos de los estudios sobre folklore infantil ponen el foco en la historia de sus
formatos propios y en su pervivencia en la actualidad pero no hay muchos
estudios sobre el folklore que hoy los niños producen en las diversas
situaciones y culturas en las que viven. En una primera mirada no exhaustiva,
se podrían vislumbrar las hibridaciones que se dan entre formas culturales que
vienen de tradiciones más antiguas y formas culturales correspondientes a
sistemas actuales, donde lo audiovisual y lo mediático tienen una fuerza
insoslayable.
El foco puesto sobre estos formatos nos llevó, tanto a los alumnos docentes
como a mí, a variados hallazgos e hipótesis acerca de algunas manifestaciones
culturales de los chicos que hoy concurren a las escuelas públicas. Por ejemplo,
pudimos corroborar la fuerte influencia de los discursos televisivos en las letras
de los juegos de suertes o juegos de manos (verdaderas coreografías
infantiles). Era interesante observar cómo irrumpían los Simpsons o las divas de
la televisión argentina cambiando parte de las letras originales de juegos
tradicionales, muchos de ellos de origen español. En el caso de los cantos de
aliento a los equipos deportivos era llamativa la manera en que se trasladaba al
espacio escolar algunos rasgos de discriminación (racial o sexual, sobre todo
homofóbica) que son peculiares en los cantos de cancha. En ambos ejemplos se
hacen visibles las miradas de género que están implícitas y que entran a
disputar un lugar en los juegos escolares.
En todos los casos lo que llamaba nuestra atención era la manera en que los
niños tomaban en sus cantos y juegos elementos de la cultura popular vigente
y de la cultura masiva y la mezclaban creando nuevas formas.
A los niños lectores de hoy les debemos más escucha, más reflexión, menos
generalización y más atención a su singularidad.
[2] Carli, Sandra. Niñez, pedagogía y política. Ed. Miño y Dávila. Buenos Aires,
2002
Personaje fílmico
El personaje es en el discurso