Michel Saint-Onge
Como nos ha mostrado la teoría de la atribución, tal como es propuesta por
Hunter y Barker (1987), los alumnos se inclinan más a asumir su parte de
responsabilidad en el aprendizaje si piensan que su éxito depende de su trabajo más
que de su suerte, de su inteligencia natural o de la simpatía de los profesores. y
como hemos visto, esto depende de la percepción que tengan de las circunstancias
del aprendizaje, de la enseñanza que reciben. Nos podemos preguntar ahora cuáles
son las características de una enseñanza que favorezca la entrega al estudio en los
alumnos.
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Saint-Onge, Michel (1997). “Las características de una enseñanza que favorece la entrega de los
alumnos”, en Yo explico, pero ellos... ¿aprenden? Bilbao, Mensajero, pp. 112-116
menos por un esfuerzo de adaptación de los contenidos a los alumnos, como
algunos pretenden hacérnoslo creer, que por un movimiento incontenible de
formalismo y de abstracción» (Prost, 1985).
Rendir cuentas
Se constata como cosa curiosa que la autonomía no se desarrolla en un
medio donde reina la indiferencia. El alumno cobra conciencia de que debe
reaccionar, de que debe tomar en serio el trabajo, de que tiene que rendir cuentas,
cuando su trabajo es controlado, cuando se le exige retomar un deber no cumplido,
cuando se dan calificaciones, cuando hay inspección del libro de notas por un adulto
para él importante (padres, profesor, etc.). Por el contrario, un ambiente de
indiferencia crea en él indiferencia en el estudio. También es importante que las
calificaciones que se den sirvan de seguimiento objetivo del avance respecto de los
aprendizajes concretos. En esto se ve la utilidad de los objetivos pedagógicos y de
las prácticas de evaluación formativa.
La relación con el grupo de aprendizaje
La dedicación al estudio se refuerza con la integración en un grupo que tiene
como función el aprender. El grupo-clase puede jugar este papel si el profesor dirige
sus preguntas a cada uno de los componentes, si se interesa en el modo de pensar
de los alumnos, si la clase persigue unas metas. Según la sociología del entorno se
debe encontrar el sistema de hacer que el alumno considere su esfuerzo útil al
grupo, que perciba que tiene un papel que desempeñar y que el crecimiento de sus
capacidades contribuye al desarrollo de un proyecto grupal. Para que esa relación
sea posible, es evidente que los comentarios del profesor sobre los rendimientos
nunca deben afectar a las aptitudes del alumno. Al contrario, la crítica debe dirigirse
a los esfuerzos realizados o al método de trabajo empleado. De esta manera, el
profesor da a entender al alumno que controla su buen o mal rendimiento a través de
su trabajo. A través del esfuerzo es por donde hay que estimularlo y subrayarle la
importancia que su dedicación puede tener para realizar el proyecto del grupo.
Conclusión
El dar a los alumnos la posibilidad de plantear cuestiones no basta para
asegurar su dedicación a aprender. Para conseguirlo, hay que crearles la conciencia
de que su trabajo es responsable del progreso que pueden constatar.
La exposición magistral, cuando se constituye en el único método de
enseñanza, da la impresión de que el éxito se hace depender de la actividad del
profesor, de la calidad de su exposición, de la cantidad de información que comunica
y de la facilidad de los exámenes que pone. En este caso, el alumno difícilmente
puede establecer la relación entre su trabajo y los resultados que obtiene. Para
cambiar esta percepción, el profesor debe poner a punto una estrategia de
enseñanza que lleve al alumno a cuestionarse, que facilite el desarrollo de la
capacidad necesaria para formular bien las dificultades, que dé la oportunidad de
utilizar las habilidades anteriormente adquiridas, que ayude a verificar los avances
realizados y que ofrezca la posibilidad del «feed-back» de las personas de alrededor.
Todo esto no es fácil, pero es lo que caracteriza como profesionales a los
educadores y a las educadoras.