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RIGO B CASTRO | 1

ERES MI VERDADERO TESORO


Rigo B Castro

“Siente la calma, invita a la paz, reinicia tu respiración


para ofrecer tus minutos y recibir a cambio magia y fantasía como recompensa...”

Cayó la noche y junto a ella una lluvia torrencial que generaba una armonía
arrulladora; el frío era intenso e imparable tanto que Leonardo corría para
llegar pronto a su casa. Leonardo estaba trabajando en las montañas, sus
labores eran eternas y extenuantes, su horario era inestable y su rutina
muy común. Su personalidad era exigente y en ocasiones descortés, pero
gracias a su honradez y valentía todos creían era una persona admirada.

Como cualquier día de su vida él regresaba a casa y tomaba un largo


camino lleno de obstáculos naturales; en el descenso de la desolada
montaña, existían varios atajos y pasadizos secretos, pero la lluvia era
tan abrumadora que hacía imposible su visibilidad. Mientras bajaba
rápidamente por la montaña con gestos tambaleantes por el helado
ambiente, recordó que su amuleto de la suerte había quedado colgado en
el árbol donde usualmente dejaba sus objetos personales, paró la frenética
carrera que llevaba y meditó si regresaba por tan valioso amuleto. Estaba
a mitad de camino y la lluvia era aún más intensa, pero Leonardo no podía
caminar sin ese tesoro, ya que un hermoso secreto y el recuerdo de su
amada según él eran quienes cuidaban sus pasos. Sin más duda en su
pensamiento decidió retomar la ruta de vuelta para traer el objeto olvidado,
sin embargo, un ascenso a tal temperatura era peligroso y torturante.

Mientras Leonardo mantenía una gran lucha por regresar a la cima, en


su casa aguardaba su llegada el más fiel amigo que ha tenido, su mascota

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Tommy. Como un gran can que representaba su figura, Tommy observaba
por la ventana con gestos de tristeza porque su gran amigo no regresaba, la
escasa luna que se colaba entre los oscuros nubarrones era su compañía.

La lluvia se tornó a un total diluvio, todo era oscuridad y la única cosa


que podía dar visión a Leonardo era una lámpara casera que funcionaba
con combustible. Era obvio que aquel artefacto no duraría mucho tiempo
y por eso Leonardo ya preocupado por aquel detalle la apagó mientras
ascendía.

Ya en la cima, Leonardo encontró su amuleto, feliz y muy agotado decidió


acampar la lluvia para retomar fuerzas y energía. Un silbido escalofriante
producido por la tormenta tocaba todo su cuerpo, Leonardo miraba sus
manos con desconcierto y temía por una posible hipotermia. Pasaron
las horas pero no el pésimo clima, así que exhausto Leonardo decidió
emprender de nuevo su descenso a pesar del riesgo. Gota tras gota y brisa
tras brisa el camino a casa se convertía en un verdadero desafío; Leonardo
corría a pasos agigantados y en ocasiones dejaba que la gravedad hiciera
su trabajo, descendía muy rápido y la naturaleza jugaba con su cuerpo
como si de un títere se tratase. Leonardo no soportaba más el hielo que
enfriaba sus reflejos, así que apurado y nervioso tomó un atajo casi a
mitad de camino – ¡Detente! – Exclamó una voz desconocida; Leonardo
sorprendido alzó su mirada y trato de buscar su origen, pero no miró
nada a pesar de que limpiaba sus ojos repetidamente. Sin respuesta y sin
temor, creyó era un efecto del viento por ello continuó su arduo descenso
– ¡Que te detengas! – La misma voz pero en esta ocasión mucho más
fuerte; Leonardo observó hacia la cima por entre los árboles e identificó
una silueta deforme y sin color, no juzgó que se tratara de algo normal a
pesar de la intensa lluvia – ¿Quién o qué eres? – Preguntó una y otra vez
lleno de temor – Regresa a la cima porque es peligroso – Respondió la
demacrada y cándida voz – No lo voy a hacer porque llevo prisa y además
cargo conmigo el amuleto que protege todos mis pasos – Gritó Leonardo
sin recibir exclamación alguna. Apresuró su marcha y decidió tomar el
atajo que llevaba al río; aquella senda lo conducía rápidamente a su casa
pero el peligro era inevitable puesto que la tormenta, los sonidos extraños

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y el turbulento río, jugaban un rol de demonios y bestias temporales.
Leonardo impaciente y lleno de valentía se embarcó río abajo como si de
un deporte se tratara; los golpes y los fuertes remolinos eran padecimiento
y sacrificio. Al descender rápidamente, olvidó por completo que una gran
caída lo esperaba en el fin de la montaña; casi llegando a ella, Leonardo
escuchó con fuerza como el agua golpeaba las rocas con un gran eco –
¡La cascada! – gritó y recordó con temor; era casi imposible que su fuerza
le fuese útil para nadar corriente arriba, sin embargo, como si un milagro
se presentara, observó una gran rama que podía servirle de escape;
intentó agarrarla con agilidad pero la rama era frágil para la fuerza del
río en descenso y una gran roca impactó sin piedad su rostro. Nada pudo
detener la tragedia y nadie pudo evitar este suceso.

Una paz regocijante con un hermoso cantar de pájaros se sentía, todo


era armonía y el sonido del agua ahora generaba tranquilidad eterna –
¡Leonardo! ¡Leonardo! – eran gritos de rescatistas de la zona que
buscaban incesablemente a Leonardo. Un fuerte ladrido se escuchó como
eco entre la montaña - ¿Tommy? ¿Eres tú? – Era la voz de Leonardo que
inconscientemente preguntaba mientras los rescatistas iban en busca del
llamado – Tommy ven acá – susurraba Leonardo quien se encontraba en
un estado crítico – Leonardo te hemos encontrado – Exclamó con alegría
uno de los rescatistas - ¿Quiénes son ustedes y qué fue lo que sucedió? –
Preguntó Leonardo – Somos rescatistas de la zona, algunos sobrevivientes
nos avisaron que posiblemente estuvieses con vida en estas zonas. Tu
pueblo ha sufrido una tragedia – Respondió con tristeza el líder del grupo
- ¿Cuál tragedia? No entiendo nada, no he perdido mi memoria y recuerdo
que anoche llovía pero no sentí mayor estruendo – Respondió Leonardo
con un sabor de zozobra – Leonardo el diluvio inició hace una semana
y gran parte del pueblo ha desaparecido hace un par de días gracias a
la furia del río – Exclamó con tristeza el líder del grupo. Leonardo no lo
podía creer, a pesar de que su cuerpo estaba lleno de heridas y golpes,
sabía que estaba bien y no tenía mayor trauma, solo restaba exclamar
algo de satisfacción – A pesar de todo Tommy está conmigo ¡Tommy ven
acá! – Gritaba Leonardo para llamar a su fiel compañero – ¿A cuál Tommy
estás llamando? – Preguntó uno de los rescatistas – A mi perro, él es lo

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único que me queda – respondió Leonardo – ¿Cuál perro? No hemos visto
a ningún perro por estos lares a pesar de que llevamos días buscando
posibles sobrevivientes y detalles de aquel desastre – Respondió el líder
del grupo – Tommy fue quien me despertó, es ilógico que no lo hayan visto,
al parecer debe estar en casa ya que él se conoce esta región – Respondió
Leonardo en discordia con los rescatistas.
El sol permitió que el descenso del grupo incluyendo a Leonardo se hiciera
de una manera ágil. Con mucha sorpresa y tristeza observaron como
el pueblo había sido arrasado por la naturaleza. Leonardo estaba muy
agradecido con el grupo que lo halló con vida a la orilla del río y contando
el relato no tuvo palabras para dar explicación a cómo su cuerpo había
terminado intacto en dicho lugar.

Pasaron las horas y Leonardo recuperaba su estabilidad física y


emocional, pero aún Tommy no aparecía en el panorama. En busca de
algunos objetos sepultados bajo el lodo, Leonardo encontró una fotografía
suya con Tommy y decidió preguntar a las personas presentes si habían
visto a su mascota. Las lágrimas y un dolor intenso llenaron a Leonardo
cuando uno de los socorristas le exclama con tristeza – Ayer encontramos
el cuerpo sin vida de este animal y lo hemos enterrado en aquél sitio –
La locura invadió a Leonardo, era imposible que su único y gran amigo
estuviese muerto; con desconsuelo y sin remedio, se dirigió a la tumba
señalada para comprobar que se trataba de su fiel compañero, escarbó
con sus propias manos y de una forma desesperada, era un vacío notable
el que abordaba su rostro y sus quejidos de incertidumbre, pero la tierra
le dibujo la realidad que él no deseaba, un manto oscuro que cubría el
cuerpo de Tommy se iba destapando lentamente mientras que el shock
de Leonardo crecía de una manera magistral. Nada se podía hacer, la
cruel verdad inundó sus ojos de llanto y sus palabras se conjugaron con
horribles lamentos, acarició por última vez el cuerpo de su amigo para
brindar una digna despedida, tomó su herramienta de trabajo y juró que
la naturaleza se arrepentiría por haberle arrebatado lo que más quería.

A pesar de que sus pocos conocidos trataron de calmarlo, la furia controló


a Leonardo quien al borde de la locura se dirigía a aquella cima para cumplir

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su venganza – La vida es injusta con los que no lo merecen, por mi necedad
no pude proteger lo único que tenía – Susurraba Leonardo mientras iba
cortando todo árbol que se le atravesase. Nada es más trágico que no
aceptar la realidad, Leonardo estaba ciego y no tenía uso de razón, llego a
la cima con gestos de furia y señales de venganza en su interior, pero fue
un silencio divino quien lo recibió y apaciguó.

Una lluvia de pétalos de rosas adornaban el sitio y un gran árbol de


colores inexplicables llenaron de nostalgia el rencor que reinaba en su
corazón. Leonardo se arrodilló y marchitó su disgusto, pues cómo si
de un fantasma se tratase, Tommy poco a poco hacia él se dirigía; sin
palabras y con una mirada pasmada, abrió sus brazos para recibir a su
gran amigo. Pero algo extraño sucedió, Tommy quien parecía un guardián
angelical se iba fusionando con los pétalos que muy rápido allí circulaban
- ¡No te vayas! Juro jamás abandonarte de nuevo – Suplicó Leonardo
mientras todo extrañamente se esfumaba – ¡Maldición! ¡Maldición!
¡Maldición! – Gritaba furioso ya que todo allí había desaparecido – No
grites, no maldigas – expresó una dulce voz – ¡Por Dios! ¿Eres tú? –
Sonsacó Leonardo después de escuchar tan tierna voz – Soy yo, nunca
me he ido – Respondió la voz mientras aparecía en el firmamento; era
una silueta negra y sin forma alguna, pero gracias a la unión con unos
cuantos pétalos que allí quedaron, se convirtió en una espléndida y bella
mujer de incomparable ternura.

Leonardo no concebía la razón, era ilógico que estuviese viendo el


cuerpo de su pérdida amada, solo tenía balbuceos para dirigir la palabra
y una emoción enorme que no se disimulaba - ¿Cómo es esto posible?
– murmuraba sin sentido Leonardo – Todo es posible, sé que estás
confundido pero no es mi intención abrumarte, siempre he estado contigo,
protegiendo tus movimientos y cuidando tu mortalidad – Respondió la
mujer mientras tomaba la mano de Leonardo – Sé que fuiste tú la que
me salvaste, siempre llevo conmigo nuestro amuleto pero estoy muy
triste, por mi culpa el único ser que he querido después de ti se ha ido –
Exclamó Leonardo con sus sentidos ya controlados pero con tristeza en
su mirada – No te sientas culpable, el motivo de mi presencia es aclararte

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la verdad para que cures tu corazón, nuestro amuleto es un objeto inerte
que ha enceguecido tu confianza, tu amigo, tu fiel compañero es y será
tu verdadero tesoro, quien protegió, protege y protegerá tus pasos por
más difíciles que parezcan; lejos en la oscuridad y cerca en la divinidad
tu compañía siempre seguirá – Recitó la bella mujer mientras Leonardo
observaba con disgusto el amuleto que llevaba – Me tengo que ir amor
mío, mi presencia además de voluntaria es totalmente efímera – Exclamó
la bella mujer mientras en el cielo un gran túnel se pintaba - ¡No te vayas!
¡Necesito de ti! ¡Necesito de alguien! – Suplicó Leonardo lleno de locura
y desconsuelo por tal suceso – No digas eso, no estás solo, tu verdadero
tesoro estará contigo – Con una sonrisa fresca respondió la mujer - ¿Dónde
está Tommy mi amigo? Él es mi verdadero tesoro, por lo menos regálame
esa noticia y cuéntame antes de marcharte cómo está – Pidió Leonardo
ya aceptando su retiro – Mi amor, él está muy bien de eso tienes que estar
seguro – Respondió la mujer mientras tomaba sus manos y poco a poco
iba desapareciendo – Dime ¿Dónde está? Te lo ruego por favor – Suplicaba
sin cesar Leonardo – Adiós amor mío, recuerda que siempre te protegeré
– Palabras que pronunció la mujer en símbolo de despedida eterna – No
te vayas sin decirme, juro jamás abandonar su recuerdo o su presencia
¡Por favor dímelo! – Rogaba una y otra vez Leonardo quien tomaba con
fuerza las manos de su amada – Lo sé, eres bueno y por eso te amo, nunca
olvides tu promesa ya que yo nunca lo hice; Tommy está acá, te protegió
de la muerte y vino a verte al sitio más sagrado, te miró y se convirtió en
pétalos para mostrar su verdadera figura, te saludó, te abrazó y en este
momento te está diciendo adiós.

Rigoberto Bermúdez Castro


Colombia, 2011
© Todos los derechos reservados.
www.proyectstudio.com

El diseño de la portada es de mi propia autoría (rigobcastro - leozero). Para más información visite http://leozerosty.deviantart.com/
Prohibida su reproducción total o parcial. Registrada en SafeCreative.org - Código: 1104249051775

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