El pionero de la genética moderna es el monje austriaco del siglo XIX Gregor Mendel, que
realizó experimentos con guisantes y dedujo que había factores hereditarios discretos
responsable de la forma en que resultó. En su leyes gaméticas de la pureza y la segregación
independiente, Mendel codificaba lo que los agricultores habían practicado durante
generaciones.
James Watson y Francis Crick descifró el código genético en Cambridge en 1953. La
identificación de la estructura de doble hélice del ADN hizo posible la ingeniería genética en
humanos. Pero tuvieron que pasar de dos décadas de su descubrimiento, que ganó el Premio
Nobel en 1962, antes de dar resultados en el laboratorio y dos más hasta que los alimentos
transgénicos fueron comercializados.
Sin embargo, la modificación genética tiene otras ramificaciones, como sus detractores
señalan. Según Sue Dibb y Tim Lobstein de la Comisión de Alimentos, los alimentos
transgénicos “abren posibilidades de que los métodos tradicionales no podían. Los genes se
pueden agregar, suprimir o inactivar en las células… En la rama más revolucionaria de la
ingeniería genética qpuedan ser transferidas de un especie a otra. ”
Las especies modificadas para crear alimentos transgénicos podrían producir daños
involuntarios a otros organismos. Este tema es objeto de enconado debate, y ambos
lados de la discusión están defendiendo sus datos. En la actualidad, no hay acuerdo
acerca de los resultados de estos estudios y el riesgo potencial de daño a los organismos
no es objetivo, será necesario evaluarlo más a fondo.
La creación de alimentos transgénicos puede reducir la eficacia de los plaguicidas. De la
misma forma que algunos mosquitos han desarrollado resistencia a los ahora prohibidos
plaguicidas DDT, muchas personas están preocupadas de que los insectos se hagan
resistentes a cultivos que han sido genéticamente modificados para producir sus propios
pesticidas.
Otra preocupación es que los cultivos transgénicos diseñados para la tolerancia a
herbicidas es el cruce de especies, que puede dar lugar a la transferencia de los genes
de resistencia a los herbicidas a otras plantas. Estas “super malas hierbas”, serían
también tolerantes a los herbicidas.
Hay varias soluciones posibles para los riesgos ambientales que pueden ocasionar los
alimentos transgénicos:
Los genes se intercambian entre las plantas a través del polen. Hay dos maneras de asegurar
que otras especies no reciben los genes introducidos en plantas transgénicas:
La creación de plantas modificadas genéticamente con machos estériles (no producen
polen).
Modificar la planta transgénica para que su polen no contenga los genes introducidos. De
esta forma se evitaría la polinización cruzada y especies inofensivas de insectos que se
alimentan del polen, no se verían afectadas.
BIBLIOGRAFIA http://nutricionysalud.org.es/alimentos-transgenicos