Anda di halaman 1dari 33

Violencia y política durante el Frente Nacional

La percepción de los diplomáticos franceses

Renán Vega Cantor

INTRODUCCIÓN
En este ensayo se reconstruye la visión de los diplomáticos franceses sobre el Frente Nacional, a partir de la
consulta de los archivos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia en Paris, y más específicamente de
los fondos correspondientes a los períodos 1952-1963 y 1964-1970, que hace muy poco tiempo han sido
puestos a disposición de los investigadores. Esta labor de investigación fue adelantada durante mi
permanencia en la ciudad de París entre el 2002 y el 2003. Una versión reducida de este ensayo fue publicada
en el Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura No. 30 de 2003. Sin embargo, dada la amplitud de
la información consultada, he elaborado un escrito mucho más amplio, que ahora es publicado en forma integra
por primera vez y que ofrezco a los lectores de Espacio Crítico.

La información existente sobre el período señalado, con relación a épocas anteriores de la historia de Colombia,
es de mucho más calidad y amplitud, permitiendo hacer una reconstrucción más sistemática sobre la manera
como los diplomáticos franceses perciben la política y la sociedad colombianas. Este es el aspecto que se
pretende resaltar en este escrito, pues es bueno recordar que, en sentido estricto, la información diplomática
proporciona pocos datos adicionales que permitan efectuar una interpretación más rica de los procesos
históricos. En otros términos, desde el punto de vista empírico no existe nueva información que posibilite
reinterpretar a fondo la historia reciente del país. Lo que a nosotros nos interesa es captar lo que se dice sobre
Colombia y por qué se concentran en determinados aspectos, teniendo en cuenta que los análisis se hacen
sobre un período tan reciente que su contemporaneidad gravita de manera decisiva sobre los hechos de hoy.
De ahí se deriva el rol esencial que en los informes diplomáticos tiene la relación violencia-política, que es uno
de los aspectos distintivos de la vida nacional en el último medio siglo, tema al que le dedicamos un amplio
apartado en este ensayo.

La variedad de la información proporcionada por un diplomático depende de su cultura y de sus intereses. Por
eso la información es tan heterogénea, lo que depende de la capacidad analítica de cada funcionario, así como
de su dinámica personal para generar información sobre el país en que reside. Cada funcionario ve lo que
quiere ver, pero en general esa mirada se hace desde arriba, es decir, desde el ámbito del poder y la
dominación del Estado, de las clases dominantes y de los partidos políticos hegemónicos. Pese a las diferencias
individuales que se encuentran en la amplitud de la perspectiva de los diversos diplomáticos, en términos
generales son notables las limitaciones de los puntos de vista sobre Colombia. La mirada diplomática es, por
llamarla de alguna forma epidérmica, ya que se concentra en lo que a primera vista se ve y esa mirada,
además, está condicionada por las fuentes más convencionales, como la prensa bipartidista o las informaciones
oficiales proporcionadas por el gobierno. Esa mirada, aparte de epidérmica es coyuntural, porque los
diplomáticos hacen las veces de cronistas políticos, si entendemos la crónica como una descripción cronológica
de los acontecimientos. En este sentido son prisioneros de la coyuntura, la cual examinan en términos políticos
muy reduccionistas, entendidos como la expresión del Estado o de las fuerzas políticas dominantes. Desde
luego, en algunos casos superan estas limitaciones, cuando intentan pensar más allá de lo inmediato, tratando
de presentar análisis generales, en los que intentan poner en juego interpretaciones sociológicas sobre las
características del país, sus habitantes, la demografía, las razones de la violencia, el sistema político, las
costumbres, etc.

Son esos textos, en los que hay un intento de captar diferentes situaciones en el mediano y largo plazo, los
más importantes para percibir lo esencial de la mirada diplomática sobre el país, y en los que podemos
observar todos los dispositivos de su eurocentrismo. Por tal razón, el ensayo se ocupa de manera prioritaria de
esos análisis generales, antes que de las apreciaciones puntuales sobre hechos estrictamente coyunturales. Por
supuesto, no se les puede pedir a los representantes franceses que dejen a un lado sus intereses, que no son
sólo personales sino los del gobierno que representan, y su formación cultural e ideológica, inmersos, además,
en un contexto histórico específico, el cual influye directamente en muchas de sus apreciaciones, en nuestro
caso concreto la Guerra Fría y el proceso de descolonización en África y Asia. No es raro, a partir de este
contexto, observar como los puntos de vista de los diplomáticos franceses no se distingan, en términos
globales, de las posturas dominantes de los Estados Unidos, destacándose como elementos característicos
centrales el imaginario anticomunista y el eurocentrismo, los cuales impiden aproximarse a la comprensión de
la realidad colombiana, que es examinada a partir de un poco disimulado complejo de superioridad, típico de la
mentalidad colonialista, en un momento, a fines de la década de 1950, en que Francia todavía era uno de los
principales poderes coloniales. No es raro, en consecuencia, constatar, que muchos puntos de vista antes que
intentar captar lo específico de la sociedad colombiana son simples traslados del desdén colonialista y racista
con que eran vistos los pueblos africanos o asiáticos que hacían parte de la periferia del sistema colonial de
Francia.

No obstante, ciertas observaciones sobre el poder, las formas de dominación y las cúpulas de los partidos
resultan muy valiosas, puesto que se hacen mediante un conocimiento directo como resultado de la
compenetración de los embajadores con los círculos dominantes. Creemos que esta es la parte más valiosa de
las impresiones de los diplomáticos, máxime que aquellos comportamientos y actitudes permanecen casi
inmodificables en el largo plazo, incluso hasta el día de hoy, como tendremos ocasión de verlo a continuación.
I. CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE EL PAIS Y LA POLITICA

Para comenzar es indispensable referirse a las apreciaciones más generales en torno a algunos temas que
fueron importantes en el período del Frente Nacional, tales como la “explosión demográfica”, el poder de la
Iglesia Católica, el falso nacionalismo de las clases dominantes criollas, la evidente separación entre el “país
formal” y el “real” y las características de los partidos políticos.

1). la “Explosión Demográfica”

Era casi obligatorio que los diplomáticos se refirieran a la “explosión demográfica” uno de los temas dominantes
en la década de 1960, máxime que Colombia aparecía como uno de los países de América Latina con un mayor
crecimiento poblacional.

Esas preocupaciones demográficas se presentaron a finales de la década de 1960, lo que permite hacer un
recuento de conjunto del periodo estudiado en este ensayo. En 1968 el país tenía 20, 7 millones de habitantes,
siendo superado en América Latina solamente por Brasil, México y Argentina. Pero dado su crecimiento en 1975
ya ocuparía el tercer rango y en el 2000 se calculaba que el país contaría con 57 millones de habitantes.
Previsiones que, como sabemos, resultaron equivocadas.

Con estas informaciones y otras más específicas que aquí no citaremos, el embajador Francis Lavasseur extrae
conclusiones reveladoras de los problemas que se derivan de la “explosión demográfica”: “el problema moral de
muchos niños sin padre con sus corolarios económicos, sociales y sicológicos: niños ‘mal educados’; “el
problema nutricional: el desfase entre el crecimiento de la población y el de los alimentos”; “el problema de la
enseñanza: creación de escuelas y formación de institutores” que lleva a que las “inversiones y gastos de
funcionamiento necesarios crezcan más rápido que los recursos del país”, “el problema de la mano de obra: el
exceso de población rural se dispersa sobre las ciudades que no pueden absorberla: 50 por ciento de
desempleo en Bogotá”.

Ahora bien, para enfrentar todos estos problemas existe una doble solución: limitar los nacimientos y
desarrollar la economía. Para lograr lo primero, es indispensable acudir a la aplicación incondicional de las
políticas de control demográfico impulsadas por organismos internacionales como el Banco Mundial, la OMS, la
UNICEF y por países como los Estados Unidos. En estas estrategias de control natal se recomienda, casi
exclusivamente, el uso de métodos anticonceptivos. Sin embargo, las políticas de control natal enfrentan dos
enemigos de talla: la Iglesia católica y el chovinismo, este último resultado de un “anti-americanismo
[1 ]
visceral” .

Al abordar los obstáculos a la aplicación de las políticas natalistas coloca en un mismo plano la posición
netamente conservadora y antimoderna de la iglesia católica junto a las críticas hechas desde la izquierda a la
estrategia de Estados Unidos, impulsadas principalmente por el Banco Mundial. Las primeras desarrolladas,
mientras que las segundas únicamente las menciona, sin considerarlas a fondo.

En cuanto al papel de la Iglesia señala, con toda razón, que dado su poder e influencia sobre la población
colombiana, su rechazo al uso de los métodos artificiales de control natal tendrá repercusiones negativas
inmediatas. Eso se percibe en las últimas disposiciones sobre control natal, cuya justificación doctrinaria
procede del Vaticano, pues el propio Pablo VI en su encíclica Humanae Vitae condena el control de la natalidad
por medios artificiales. Esta directriz papal se convirtió en el soporte más importante de la oposición de la
iglesia colombiana a las políticas de control natal, como se evidenció durante la Conferencia Episcopal de 1968
en la que se llegó a sostener que el principal recurso de control natal consistía en acudir a la “Divina
Providencia”, lo que llevó a uno de los diarios liberales del país a calificar a la Iglesia colombiana como una de
[ 2 ]
las “más retrogradas del mundo” . Lamentablemente, no existe ningún tipo de consideraciones sobre las
críticas que desde diversos sectores de la izquierda se hacían a las políticas de control natal, que se situaban en
la perspectiva de condenar la célebre afirmación de Robert McNamara, que poco tiempo después será el
principal portavoz de las políticas natalistas del Banco Mundial, de que “era mejor matar a los niños en los
vientres maternos que en las selvas y montañas de los países del Tercer Mundo”.

El desarrollo económico sería el otro mecanismo que debería inducir a una reducción del crecimiento de la
población. Y para que ese desarrollo fuera posible era necesario impulsar, al mismo tiempo, la industrialización
[ 3 ]
y efectuar una reforma agraria . El diplomático en cuestión no desarrolla tampoco este punto pero es claro
que su perspectiva se inscribe en la óptica de las teorías de la CEPAL tan en boga en ese entonces e impulsadas
en el país durante el gobierno de Carlos Lleras Restrepo, gobierno que recibió los más calidos elogios por parte
de los diplomáticos franceses. Para éstos, tal gobierno es el de “burguesía inteligente, la que ya no quiere
permanecer en el siglo XIX, la que ha comprendido la necesidad de amputar un dedo para no perder el brazo y
[4]
todo el cuerpo. Pero este no es un gobierno para el pueblo” .

2). La iglesia: un poderoso “grupo de presión”


Los diplomáticos comentan periódicamente el papel que desempeña la Iglesia católica en la vida colombiana.
Como, además, en los años sesenta, la acción de Camilo Torres Restrepo significó un choque con la tradicional
postura conservadora del clero colombiano, eso atrajo de inmediato la atención de los funcionarios franceses.

En una de las primeras manifestaciones respecto a la importancia de la religión católica en Colombia se


señalaba que“el clericalismo es una de las coordenadas permanentes de la vida nacional”, pero existe una clara
separación entre el sentimiento religioso del “pueblo colombiano” que es “verdaderamente muy ‘católico’, según
un conjunto de actitudes, de ritos sociales, de conductas y de manifestaciones”. Pero ese sentimiento, no
impide “poner en duda en más de un aspecto la realidad de las impregnaciones ‘cristianas’ en el edificio social”.
Y esto, sencillamente, porque el pueblo católico es uno y la iglesia, como jerarquía es otra. Esta última sigue
teniendo una gran influencia política y “es respetada por los dos partidos”, aunque existen matices, ya que “el
partido liberal es menos confesional” y son evidentes “las inclinaciones del alto clero… por el partido
[5]
conservador, el cual se considera a su vez como el partido católico…” .

En sus concepciones y prácticas, “las autoridades religiosas persisten… en sus posiciones tradicionales y
confortables que les asegura hasta ahora, más que una autoridad moral, un verdadero ejercicio de poder
indirecto. La Iglesia, verdadera fuerza, constituye uno de los ‘grupos de presión’, quizá suficientemente libre en
[6]
términos económicos pero muy comprometido con una tendencia conservadora” . Es tal el poder de la Iglesia
[
que se puede decir que existen dos Colombias: “la que es administrada por Bogotá y la que depende de Roma”
7]
.

La Iglesia colombiana, una de las más conservadoras de América Latina, interviene en los más diversos
aspectos de la vida social y política y su poder se encuentra amparado en el Concordato establecido entre el
estado colombiano y el Vaticano. Este acuerdo facilita que la Iglesia colombiana actué de manera intransigente
[ 8 ]
en la vida colombiana desde hace más de un siglo . Esa intransigencia la lleva a estigmatizar y condenar
cualquier voz crítica en el seno de la misma institución, como sucedió con Camilo Torres y luego con los
sacerdotes de Golconda, denunciando lo que siempre ve como la “infiltración marxista” en el seno de la
sociedad colombiana. Estas acusaciones tienen gran eco en la prensa del país, la cual sirve de receptáculo a
todos las exageraciones del clero colombiano, que sólo contribuyen a reforzar la intolerancia. Eso lo captó muy
bien Francis Levasseur en abril de 1969, cuando, comentando la cacería de brujas que se despertó en algunos
lugares del país en torno a la supuesta infiltración comunista y marxista en el seno de la iglesia y de algunos
colegios, aduce que todo ello sólo es una respuesta vengativa contra la reciente promulgación del Manifiesto de
Golconda, firmado por un grupo de sacerdotes colombianos y extranjeros, siendo que ese documento lo único
[9
que hace es denunciar las condiciones de injusticia y desigualdad que predominan en la sociedad colombiana.
]
La visceral postura anticomunista del clero y de la prensa muestra que “la Colombia ultra católica… esta muy
sensibilizada en todo lo atinente al comunismo: todavía no se hace la distinción entre la enseñanza del
marxismo, colocado en el mismo plano que toda otra doctrina filosófica o económica, y la propaganda
comunista. Intervenir en favor de los desheredados, es amenazar la sociedad y hacerse subversivo. Ante esta
intolerancia, las actitudes de los sacerdotes que quieren actuar es delicada: al querer conducirse como
[ 10 ]
cristianos, ellos se arriesgan de ser calificados como comunistas” .

Comentando los incidentes con los “sacerdotes rebeldes de Golconda”, señala que “la prensa, en las manos de
los poseedores, no ha destacado sino los aspectos contestarios de su acción, pasando en silencio el trabajo
humilde y poco espectacular que ellos han realizado en sus parroquias”. Porque, “en este país donde el aspecto
sociológico del subdesarrollo esta caracterizado por lo que se ha llamado aquí la ‘marginalización’, es decir, la
no participación de una amplia fracción de la población en la vida tanto económica como política, el esfuerzo
principal es la educación, tarea del gobierno, pero también la ‘concientización’, tarea de animadores benévolos”
[ 11 ]
.

Este clero católico profundamente conservador fue estremecido por la acción del sacerdote Camilo Torres
Restrepo, su incorporación a las filas del ELN y, sobre todo, su muerte en combate a principios de 1966.
Trazando un esbozo biográfico de Camilo, el diplomático francés recalca su ruptura con las jerarquías
eclesiásticas, las que por boca de su máximo jerarca el Cardenal Concha, califican sus discursos y prácticas
como “opuestas a la doctrina de la Iglesia católica”, y la manera como los partidos políticos tradicionales lo
enfrentaron. Ante esa persecución, el único apoyo que encontró “fue el de los comunistas, que decidieron
[ 12 ]
utilizarlo en provecho de sus intereses” .

La acción de Camilo ha puesto al clero colombiano ante el dilema de mantener sus privilegios o seguir el
[ 13 ]
progreso de las ideas para no caer en la esclerosis interna . Y todo esto, a su vez, tiene que ver con un
cambio radical en la composición social de la Iglesia, pues los sacerdotes ya no son reclutados
[ 14 ]
predominantemente entre los sectores opulentos y adinerados, sino entre las capas populares .

Incluso, después de 1966 los diplomáticos pensaron que efectivamente el clero colombiano se iba a “abrir”
política y socialmente y para eso intentaría distanciarse del partido conservador impulsando la formación de un
partido demócrata cristiano, a la usanza de otros países latinoamericanos como Venezuela o Chile. En razón de
esta expectativa, que resultó por completo falsa, los diplomáticos le atribuyen más importancia de la que
verdaderamente alcanzaron los magros intentos de construir un proyecto político de tipo demócrata cristiano en
[ 15 ]
Colombia .
3). El seudo nacionalismo de las elites colombianas

En algunos momentos los diplomáticos escribieron algunas glosas sobre el sentimiento nacionalista que se
bosquejaba en el país en la década de 1960. Al hablar del nacionalismo, generalizan y confunden las diversas
posturas nacionalistas que se dibujaban en el panorama político del país. En otros términos, para esos
diplomáticos no existían diferencias entre el seudonacionalismo de las elites y el nacionalismo antiimperialista
promovido por sectores de la izquierda. Además, no consideran a fondo los planteamientos de este último,
ocupándose exclusivamente del primero.

En la década de 1960 las elites colombianas promueven un “nacionalismo primitivo”, que resulta convirtiéndose
en un problema que asola a todo el continente, pero que en realidad es un provincialismo que se “opone
violentamente a las influencias extranjeras con tanto más vigor puesto que se acompaña de un complejo de
inferioridad. El extranjero de Estados Unidos o de Europa, estimado como más inteligente, instruido, más
trabajador que el colombiano, es sin cesar sospechoso de malas intenciones para apropiarse de las riquezas
del país”. En este aspecto, el sentimiento nacionalista negativo toma un aspecto social y se combina con los
celos. Esto lleva a los colombianos a comparar la riqueza de unos con la pobreza de otros y esa comparación
conduce al escándalo. “A sus ojos tal injusticia solo puede venir del exterior y es necesario combatirla por todos
los medios. Se reconoce inmediatamente la apariencia castrista de la disposición de espíritu (…). En otros
términos, la envidia al extranjero conduce a muchos colombianos a querer parecérsele, a veces detestándolo,
sin que se encuentre en el país un deseo generalizado de progreso del tipo que existe en Europa desde el siglo
[ 16 ]
XVIII” .

Pero, con razón, dice Francis Levasseur que “en cuanto al mundo exterior, en cuanto a la inserción de Colombia
en el sub continente latinoamericano, sólo algunos dirigentes se preocupan. Salvo cuando se trata de colocar
sus capitales en el extranjero, el negociante como el político poco se preocupan del resto del planeta, y en los
[ 17 ]
periódicos, los artículos de política extranjera son raros y pobres” . En otros términos, el nacionalismo de
las elites colombianas es puro provincialismo.

Ahora bien, lo que los diplomáticos anteponen a este nacionalismo de las elites es la dependencia incondicional
en términos de adoptar plenamente los proyectos de modernización impulsados por Estados Unidos y los países
europeos. Y aquí emerge la visión eurocentrista, la cual queda claramente revelada al analizar el choque de
generaciones, lo que se explicaría porque los mayores de 40 años no estaban vinculadas a la modernización
impulsada por Estados Unidos y Europa, lo que aproximaba a esas elites incultas a las masas populares y los
ha alejado de “los principios y actividad del mundo moderno”. Por el contrario, “los hombres cultivados cuya
idea se sitúa alrededor de los treinta años con frecuencia instruidos en los Estados Unidos y en Europa, están
[ 18 ]
más enterados de las realidades de la época” .

Y en una forma pintoresca, al juzgar lo que encuentran positivo en el país, siempre, como una clara expresión
del chovinismo francés, resultan descubriendo que es resultado, directo o indirecto, de las influencias francesas.
Por ejemplo, al analizar la obra de Carlos Lleras Restrepo, a la que considera como ejemplar, Francis Levasseur
[ 19 ]
concluye que “su inspiración debe mucho a la política francesa” . O, cuando perciben que algo no marcha
bien, recomiendan aplicar las experiencias francesas, como en el caso, tristemente célebre, de Bertrand de la
Sabliere de recomendarle a las clases dominantes del país –como si ya no tuviéramos bastantes sufrimientos
con la adopción de los métodos de los Estados Unidos- de aprender y aplicar las técnicas contrainsurgentes
francesas experimentadas en Indochina y, sobre todo, en Argelia, entre las cuales sobresalió la tortura y el
[ 20 ]
crimen . En una ocasión, a fines de 1961, este diplomático comentaba el malestar del Ejército colombiano
por los continuos golpes recibidos y los lamentos de los altos mandos por no contar con todos los medios para
poner fin a esas acciones. Ante esta circunstancia con mucho orgullo, el embajador francés confesó que un
oficial superior “que acaba de ser enviado a Francia, para seguir los cursos de nuestra escuela de guerra, no
escondía (su) intención de estudiar muy seriamente los métodos franceses de contra-guerrilla y que esperaba
[ 21 ]
ponerlos en práctica algún día” . Esto no tendría nada de reprochable si no supiéramos, como ya lo
sabemos, que entre los “admirables” métodos franceses desplegados en Indochina y Argelia se destacaba la
tortura, la desaparición y el asesinato de los luchadores independentistas, con un saldo de decenas de miles de
muertos. ¡Este caso es un claro ejemplo de las “útiles materias” enseñadas por los “civilizados” representantes
de las potencias europeas a sus súbditos tropicales!

En términos generales, a partir de eurocéntricos criterios comparativos se juzga toda la estructura social: la
productividad del trabajo y la mediocridad de los trabajadores colombianos, a los campesinos que no lo son en
el “sentido europeo del término”. Para concluir, que, en el fondo, la desgracia de Colombia, “como en otros
[ 22 ]
países del continente, consiste en la imposibilidad sicológica de esta prudencia metódica” . Como quien dice,
estamos determinados fatalmente por nuestra personalidad histórica a no alcanzar nunca las alturas de la
“prudencia metódica” francesa. ¿No es acaso esto una prueba del peso del pensamiento cartesiano, que les
impide a muchos franceses entender otras realidades?

4). País formal y país real

En 1968, el embajador Francis Levasseur se pregunta si en realidad existe Colombia, para esbozar una larga
respuesta que, sociológicamente, es muy interesante para sopesar su percepción de los principales problemas
del país: “Sin ninguna duda existe un gobierno central, una capital, un sentimiento nacional, e incluso un
espíritu nacionalista particularmente quisquilloso…”. A pesar de todo, “el país está sorprendentemente dividido:
geográficamente… por las tres cordilleras que lo fragmentan; climáticamente –y en altitud- por las tres zonas,
caliente, templada y fría, que condicionan las culturas tanto como los caracteres; racialmente, por les tres
grupos: blanco, negro, rojo (sic) y los numerosos mestizos. De ahí, un neta división (…)”.

Cada Departamento, cada capital, tiene su personalidad geográfica, económica, cultural, racial, e incluso
lingüística, y sus ‘niños consentidos’: los hombres políticos locales. “Ellos ‘ascienden’ a Bogotá, pero en el
parlamento no alcanzan a asumir dimensiones nacionales. ‘El país más provincial del mundo’, ha escrito un
editorialista. De hecho, ‘Colombia engloba a los colombianos’. Si el régimen no es federal, la mentalidad lo
es”. Todo esto se inscribe en un ámbito social muy excluyente, pues existe “una ‘oligarquia’, e incluso una
aristocracia muy cerrada, que tiene la tendencia a creer” que sus poderes están amparados en un “derecho
divino”. Esa oligarquía asegura su influencia por medio de la coptación de los grandes cargos del Estado. Es
evidente que “pertenecer a las clases dirigentes constituye una gran ventaja para tener éxito en la vida”,
aunque “la oligarquía terrateniente que gobernó a Colombia hasta la Segunda Guerra Mundial, esta en vía de
ser suplantada por una nueva clase –industriales, comerciantes, banqueros- más rica y que socava su
[ 23 ]
tradicional influencia política” .

Esa nueva clase se ha nucleado en la Asociación Nacional de Industriales (ANDI), cuyos “miembros son un
grupo aparte en el seno de la oligarquía colombiana. Son, a diferencia de los grandes propietarios agrícolas, los
“self made men” de tendencias lógicamente tecnocráticas. Las condiciones como han fundado sus empresas y
su éxito los han convencido en forma definitiva de lo nocivo de la intervención del Estado en sus asuntos. La
[ 24 ]
libre empresa es su catecismo” .

De todas formas, pese a los cambios en la constelación del poder, los “oligarcas” siguen teniendo un gran
poder. Para ejemplarizarlo nada mejor que recordar el caso de Oliverio Lara, poderoso terrateniente del sur del
país:

En 1965, un riquísimo ganadero, Oliverio Lara, fue secuestrado por ‘bandoleros’. Sorpresa: ellos no piden
rescate, y, a pesar de las batidas de las fuerzas armadas, no se encuentra a Lara (…). Pero he aquí que cinco
años después, tras una encuesta judicial que se ha desarrollado mientras tanto, se encuentra su cadáver y se
detiene a sus asesinos. Lara tiene derecho a unos funerales casi nacionales en la Catedral de Bogotá. Su único
mérito es el de haber sido inmensamente rico, riqueza que no le había granjeado amigos puesto que son sus
empleados quienes lo han torturado y luego ejecutado. Sin embargo, toda la prensa entona alabanzas para este
‘creador de riqueza’, y este es un ejemplo del mito propagado por los propietarios de acá: el que se enriquece
[ 25 ]
es un buen servidor de la nación; no se enriquece para sí mismo sino para ella .

Y el poder de esos terratenientes se evidencia con su oposición a la reforma agraria, ya que ellos han dilatado
las negociaciones en el seno del Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (INCORA) mediante diversas
presiones políticas. Y, una cosa reveladora del poder de los terratenientes, se expresa en que la cuestión de la
[ 26 ]
tierra se ventila entre los partidos políticos sin contar para nada con los campesinos . Esta consideración de
Bertrand de la Sablière se contradice, sin embargo, con sus afirmaciones de 1959 y 1960 en las que condenó la
toma de tierras, es decir, la acción directa de los campesinos, como una maniobra comunista y castrista, y que
incluso en esa ocasión aplaudió con satisfacción las medidas de fuerza llevadas a cabo por el gobierno de
[ 27 ]
Alberto Lleras encaminadas a desalojar a los campesinos que habían ocupado tierras en Viota .

El “país político” es el país formal o legal, pero junto a él se encuentra el “país real”:

La opinión publica se apasiona por el affaire Vives (una discusión en el Senado de la República promovida por el
senador costeño Ignacio Vives Echevarria y que puso en aprietos al gobierno de Carlos Lleras Restrepo, nota
nuestra), por la elección de la reina de Belleza de Colombia, o por el partido de fútbol donde juega Pele,
mientras que aquélla no se apasiona por la elección de su presidente, lo que es paradojal porque el ciudadano
colombiano no juega ningún papel en los tres primeros casos, mientras que, soberano, él es quien decide por
[ 28 ]
sus votos, el nombre del primer “mandatario” .

No obstante, “acostumbrado como está, después de un siglo y medio, a ver los asuntos del gobierno y la
selección de sus jefes decidirse en el interior de un serrallo”, el pueblo se resigna porque considera que eso no
le concierne. Además, “los jefes no tienen el carisma de un senador escandaloso y buen conversador, de una
bella joven o de un futbolista. Precisamente, porque se siente ‘marginal’, la masa rechaza las elecciones y,
[ 29 ]
cuando todo va verdaderamente mal, juzga más simple tomar las armas: viene entonces la ‘violencia’” .

En cuanto a los partidos, no tienen fuerza en si mismos, ya que se vota por un hombre y no por un programa:
“Un grupo gobierna al país y algunas familias proveen los presidentes y los ministros…”. Cada político tiene su
propia clientela y se apoya sobre un grupo de presión: “caficultores, petroleros, importadores de carros, etc.,
grupos de presión cuyo interés no es siempre ‘nacional’, aunque siempre tengan esa palabra en la boca”. Este
“país político” o formal, esconde al “país real”, compuesto por los sectores más pobres de la sociedad,
abandonados por el Estado y que en términos políticos no participan en las elecciones. Y lo peor de todo, como
lo había manifestado en 1960 Bertrand de la Sabiere, “de arriba abajo en la escala social los colombianos están
completamente adaptados a sus anacronismos y, si ellos conciben cambios, es a expensas de otro grupo social
[ 30 ]
y no del suyo” , lo cual se convierte en un obstáculo para cualquier modificación democrática como se pone
de presente en el caso de la reforma agraria. En el plano político eso tiene como consecuencia que cada grupo
dominante, “cada periódico tiene su “niño consentido” (el grupo o el periódico se encuentra mas o menos en
sus manos)” y en épocas de campaña electoral “se alaban los meritos del candidato, se le felicita por el alto
[ 31 ]
vuelo de su ultimo discurso, pero no se habla de su programa” .

Entre estos dos países, el formal y el real, se va creando una fosa muy distinta a la que había existido hasta la
década de 1950 que separaba a los dos partidos políticos, porque ahora la “verdadera fosa, la única peligrosa
en la actualidad, separa al pueblo y a los partidos: los marginales políticos constituyen una verdadera mayoría.
La fracturas entre el país real y el país legal existe como subsisten evidentes desigualdades sociales: la
tentación de recurrir a la violencia puede entonces ser grande a pesar de los golpes dados a los guerrilleros en
[ 32 ]
los campos” y a los “‘anti-sociales’ en las ciudades” .

A raíz de esta fosa social, es bueno preguntarse si “Colombia es un país subdesarrollado”. “A primera vista, si
uno se limita a los rascacielos de Bogotá, a las grandes fábricas de Medellín, y a la relativa calidad de los
ministros y altos empleados, Colombia sería ‘desarrollada’. Pero, detrás de los rascacielos, el tugurio; ante la
puerta donde estacionan el Cadillac, los ‘gamines’ mendigando algunos centavos; tras del estado mayor de la
Administración, la masa de empleados de pobre calificación (…) Si en Cundinamarca hay ‘autopistas’, en el
choco no hay carreteras; si el Gerente de una gran empresa dispone de una residencia hollywoodiense con
piscina cubierta y agua caliente, el indio motilón está en la edad de piedra; si el gran ‘cafetero’ representa
25.000 votos, tres cuartos de la población no acuden a las urnas”. Por todo esto, “el subdesarrollo colombiano
no es tanto el ingreso familiar de 230 dólares, sino la ausencia de participación de la gran mayoría de la
[ 33 ]
población en la vida política, económica y cultural de la nación” .

5). Los partidos políticos y el Frente Nacional

Teniendo en cuenta las características particulares del Frente Nacional era indudable que éste despertara la
atención de los funcionarios franceses. Ya en 1959 Bertrand de la Sabiere intentaba hacer un análisis político al
respecto, señalando que el reparto paritario de puestos entre los dos partidos en el período 1958-1974 en
todas las esferas de la administración pública, desde la primera magistratura hasta los modestos concejos
municipales, excluyendo a cualquier otra organización política, constituía algo incompatible con “una
administración equitativa y eficaz” en gran medida porque los partidos políticos no son sino “agregados de
oligarcas muy confusos, dominados por las querellas de personas donde la mediocridad se impone”. A pesar de
que se ha retomado la libertad de prensa y de reunión, la “opinión pública casi no puede ejercer una verdadera
acción en el mercado de los asuntos, controlados prácticamente por los caciques y ciertos grupos organizados”,
[ 34 ]
por lo que “cada uno tiene el derecho de expresar sus puntos de vista en la medida de sus medios” .

Una de las razones intuidas desde muy temprano, aunque solo mencionada y no estudiada en profundidad, era
la relativa a la ausencia de oposición democrática, lo que se originaba en la institucionalización de un sistema
cerrado, cuya debilidad principal radica en el “reparto de puestos y de funciones a partir de criterios únicamente
[ 35 ]
partidistas, propicios a la corrupción, a la ineficacia y al inmovilismo” . Así mismo, se afirmaba que el
Frente Nacional era un pacto firmado entre “hermanos-enemigos”: “hermanos porque cada uno de los dos
partidos representan a la clase dirigente; enemigos porque ellos querían matarse mutuamente”, pero es “pacto
antidemocrático, porque solamente los dos partidos podrían presentar candidatos a las elecciones, puesto que,
[ 36 ]
cualquiera que sean los resultados, el presidente sería alternativamente liberal y conservador” . Y otro de
los elementos que se mencionaba de paso, y que reforzaba el carácter antidemocrático del Frente Nacional, era
la permanencia del Estado de Sitio, que sólo se justificaba en “situaciones críticas”, pero si tanto se habla de
paz y tranquilidad, precisamente como resultado del acuerdo bipartidista, ¿por qué no se permite el libre
[ 37 ]
funcionamiento de las instituciones?”, preguntaba con razón el embajador Francis Levasseur .

Y, sin embargo, pese a esas críticas, en la información periódica que se hace sobre la evolución política del país
se aceptan y legitiman todas las características antidemocráticas del Frente Nacional, tales como la ausencia de
una auténtica oposición política, la persecución y criminalización de todas las protestas sociales, el
anticomunismo, la inscripción de las clases dirigentes colombianas en la órbita norteamericana y la condena de
todos aquellos que criticaban el carácter excluyente del Frente Nacional como fichas del comunismo
internacional, o, de su manifestación latinoamericana, el castrismo.

De ahí que la oposición legal al Frente Nacional, representada en el Movimiento Revolucionario Liberal (MRL) y
la Alianza Nacional Popular (ANAPO), sea condenada a priori y se acepten todas las medidas
frentenacionalistas para prohibir y perseguir a esa oposición. Incluso, como un clara expresión del imaginario
[ 38 ]
anticomunista, se afirma que el MRL es un “movimiento criptocomunista acentuado” y que la política de la
ANAPO, impulsada por el ex dictador Gustavo Rojas Pinilla, forma parte de los “terrenos malolientes del
[ 39 ]
castrismo” . Estos disparates muestran hasta que punto el anticomunismo se convierte en un obstáculo
epistemológico –para utilizar un término muy francés- para entender las especificidades políticas colombianas,
e impide derivar todas las consecuencias generadas por la ausencia de esos espacios democráticos, entre las
cuales sobresale la persistente violencia política.

Ya desde los primeros reportes sobre el Frente Nacional, los funcionarios franceses mostraban su disgusto con
los políticos colombianos, los que, como en ningún otro país, se distinguen por “carecer de la más elemental
seriedad” y de perseguir de manera exclusiva sus “restringidos intereses privados, en contra de los intereses
generales”. Esas tradiciones políticas se han visto reforzadas por el pacto del Frente Nacional y han conducido a
un proceso de “decadencia parlamentaria inquietante”. Por eso, “es necesario admitir que esos ‘representantes’
no representan sino a los grupos de presión más poderosos y no están, generalmente, al servicio de las capas
populares. Cuando el MRL denuncia las colusiones de los políticos conservadores y liberales con la ‘oligarquia’,
lo único que hace es expresar con un lenguaje crudo una dura realidad. Es necesario admitir que la mayor parte
de parlamentarios se desinteresan sórdidamente de los verdaderos progresos de la nación y de las capas
populares” (…)

Para completar, el juego normal de las instituciones de la administración pública se ha visto terriblemente
afectado por “la maldita regla de la repartición por igual de los cargos”, prevista por el pacto frentenacionalista.
Dicho reparto “no ha cesado de ser invocado, introduciendo divisiones en los terrenos más neutros y
condenando frecuentemente la función pública a la esterilidad”. Por eso, tal pacto, “que podía ser un
instrumento de Unión Nacional se ha revelado como un elemento de división y de ineficacia. (…)”.

Esas características de la política colombiana durante el Frente Nacional muestran la “persistencia de


concepciones ‘personalistas’ y ‘caudillistas’ de la política sudamericana del siglo XIX. Mucho más que de un
programa realista objetivo y bien construido, los partidarios se reclaman del hombre, del jefe, del ‘caudillo’,
[ 40 ]
dando así el testimonio decepcionante de la falta de madurez política” . Para redondear, las diferencias
entre los dos partidos han desaparecido, siendo “difícil distinguir un conservador de un liberal ortodoxo desde
que el anticlericalismo de la izquierda se debilitó. Algunos dicen que la única diferencia que existe entre un
liberal y un conservador es que la mujer del primero va a misa a las siete y la del segundo una hora más
[ 41 ]
tarde” . Por todo esto, “en sentido estricto en Colombia no existen partidos políticos propiamente dichos. No
hay más que organizaciones, que por lo demás uno puede llamar ‘partidos de etiqueta’, maquinas electorales al
servicio de una u otra personalidad”. (…) Camarillas, clubes, asociación de intereses, conclaves, todos esos
[ 42 ]
nombres pueden servir para definir los estados mayores de los ‘partidos tradicionales’” .

En las reflexiones generales, cuando intentan pensar más allá de lo puramente inmediato y coyuntural, los
diplomáticos captan los elementos esenciales de la política y del carácter antidemocrático de la sociedad
colombiana. Pero, cuando se analizan las situaciones específicas en cada coyuntura, esas consideraciones
generales no sirven para nada, porque resultan incurriendo en las más vulgares apologías políticas del
bipartidismo y justificando, a la larga, todas las acciones gubernamentales y condenando, casi siempre en
forma apriorística, la oposición, las luchas sociales y los intentos de diversos sectores de la población de
generar espacios y condiciones democráticos. En los casos específicos de la historia del Frente Nacional se
pierden las interesantes reflexiones que de cuando en vez efectúan los diplomáticos y resultan avalando
muchas de los más insoportables comportamientos antidemocráticos. Para mostrar sólo un caso ilustrativo,
nada mejor que recordar lo sucedido en las elecciones del 19 de abril de 1970, cuando como ya está
fehacientemente demostrado, se presentó el más descarado fraude que se haya presentado en la historia
nacional, que supuso el “triunfo” del candidato del Frente Nacional, Misael Pastrana Borrero. El embajador
Francis Lavesseur que había sido, como lo hemos visto antes, uno de los críticos más lucidos de la “oligarquía”
colombiana, de la separación entre país formal y real, que había explicado algunos de los mecanismos de
perpetuación de la dominación y del comportamiento de los partidos políticos, aplaude la actitud de Carlos
Lleras Restrepo y, en últimas, no sólo está de acuerdo con el fraude, sino que implícitamente lo niega, llegando
a sostener que “gracias al presidente, esta primera tentativa de guerra civil había durado muy poco y gracias a
los valientes electores de Colombia, Pastrana ganaba”. De esta forma, “el Frente Nacional y el sistema
parecían salvados. Los habitantes de los mejores barrios respiraban y, para expresar su alivio, izaban en las
[ 43 ]
ventanas la bandera colombiana” . Y como para que no hubiera duda, ante los rumores de prolongar el
Frente Nacional más allá de 1974 para evitar el peligro rojista, anota: “Las metas han cambiado: ayer se
trataba de reestablecer la democracia, mientras que hoy de mantener la oligarquía (en el sentido griego y
[ 44 ]
político y no en el latinoamericano y social)” . Eso del sentido griego es un eufemismo para justificar que en
el poder estarían los “mejores”, no importa que usen todos los medios, incluyendo el desconocimiento de las
decisiones populares.

6. Los partidos políticos en la década de 1960

No vamos a presentar un análisis detallado de toda la información producida por los diplomáticos en torno a la
evolución coyuntural de los partidos políticos y de sus grandes tendencias, simplemente presentamos una
visión de conjunto a partir de los análisis efectuados por el embajador Francis Levasseur a finales de la década
de 1960 y que permiten tener una visión global del asunto.

El Partido Liberal: Durante buena parte de la década de 1960 este partido se dividió entre los seguidores del
MRL y el liberalismo oficialista. Esa división ha terminado con la reincorporación de Alfonso López Michelsen a la
cúpula del partido liberal. Dispone de dos periódicos, El Tiempo, “centrista, aunque algunos de sus columnistas
[ 45 ]
estarían mejor ubicados en el diario conservador ‘La República’, y El Espectador de centro izquierda” .

Durante casi todo el tiempo de existencia del MRL en la correspondencia diplomática el embajador Bernard de
la Sabliere lo calificó de manera reiterada como “cripto-comunista”, sin analizar con seriedad si eso era lo que
representaban sus tesis, entre las cuales sobresalía la crítica al Frente Nacional por la paridad –esto es el
reparto de los puestos del Estado entre liberales y conservadores-, y a los partidos que lo respaldaban, así
como el impulso de algunas reformas sociales (tales como modernización del Estado, reforma electoral,
reforma agraria, modificaciones tributarias y fiscales), inscritas en el marco del capitalismo; en el plano
exterior, en un principio la defensa de la Revolución Cubana. A partir de estos presupuestos políticos, de
manera mecánica tanto el MRL como su fundador Alfonso López Michelsen eran identificados con el comunismo,
aunque luego este mismo dirigente, a medida que se acercaba a Estados Unidos, asumía también el
anticomunismo y se oponía a la Revolución Cubana. Por el contrario, para Francis Levasseur, un analista mucho
más fino y poco inclinado a recurrir al anticomunismo como clave explicativa, en esencia el MRL había
desaparecido de una manera relativamente fácil porque era un estructura caudillista y personalista, un “partido
[ 46 ]
de etiqueta”, “una maquina al servicio de López Michelsen” y por esa razón cuando a este político vio la
oportunidad de satisfacer sus intereses personales, durante el gobierno de Carlos Lleras Restrepo, plegó sus
banderas de crítica al Frente Nacional.

El liberalismo oficialista correspondía a la mayor parte del partido que había firmado el pacto del Frente
Nacional y que ejercería el poder con Alberto Lleras (1958-1962) y Carlos Lleras Restrepo (1966-1970) y que
pocas diferencias de fondo presentaba con el partido conservador, al haber abandonado las cuestiones cruciales
que durante buena parte de su historia lo habían diferenciado del partido conservador. Para Francis Levasseur,
el Frente Nacional había desnaturalizado a los partidos, que en esencia eran diferentes, aunque ambos se
identificaran porque preconizaban la “opción democrática, la libre empresa y el mundo occidental”. Las
supuestas diferencias radicarían en que el partido conservador “está por la defensa de los grandes propietarios,
ganaderos, industriales y hombres de negocios; practican el culto del capitalismo de industria, que no existe en
Estados Unidos desde hace 30 años; tiene respeto por el rico que estimula el comercio y puede practicar la
caridad; sin oponerse a los objetivos de la reforma agraria, critica las modalidades de aplicación; es hostil a la
intervención del Estado en la economía y ve en cualquier manifestación sindical y estudiantil ‘la mano de la
conspiración comunista internacional’; defiende la iglesia tradicional, ataca a los que quieren su
‘aggiornamento’; se opone al control de la natalidad; propone la ruptura de relaciones con la URSS, renovadas
contra su voluntad; ve en Estados Unidos al mejor amigo de Colombia”.

Luego de hacer esa extensa enumeración sobre el Partido Conservador, no encuentra muchas palabras cuando
busca definir al Partido Liberal y precisar esa pretendida esencia que lo diferenciaría del los conservadores:
“(…). En cuanto al partido liberal, alardea de su preocupación por lo social, acepta la intervención del Estado,
preconiza la diversificación de relaciones con el exterior, no teme criticar a los Estados Unidos, ya sea por su
[ 47 ]
intervención en Vietnam, por su control de la OEA, o por el ‘deterioro de los términos de intercambio’” .
Pero leyendo con cuidado, lo que se puede captar es que en el fondo no habían diferencias sustanciales, en la
medida en que el liberalismo se había conservatizado, pues si algún gobierno había mostrado sus inclinaciones
frente a los Estados Unidos, se había plegado a sus tropelías en Colombia y en el resto del continente,
valiéndose del “Departamento de Colonias” de Estados Unidos (la OEA), y había atacado la protesta social a
partir de un claro anticomunismo, ese era el gobierno de Alberto LLeras Camargo. Pero esto lo olvidaba Francis
Levasseur porque estaba interesado en recalcar la acción del “gobierno de transformación nacional” de Carlos
Lleras al que veía como un presidente reformista, interesado en modernizar al Estado y compartía el criterio de
su antecesor, Robert Valeur, el cual había manifestado que LLeras Restrepo estaba impulsando “una vía distinta
[ 48 ]
a la del castrismo para desarrollar una nación en este subcontinente” .

El Partido Conservador: Desde antes del Frente Nacional divididos en dos tendencias casi irreconciliables, la de
los ex laureanistas o “independientes” y los ospinistas o “unionistas” Los primeros tienen como jefe principal a
Alvaro Gómez Hurtado y se han separado oficialmente del partido en 1958. Son los “ultraconservadores: en el
plano interior han criticado siempre y duramente la política de Reforma Agraria, el control de cambios; en el
[ 49
plano exterior son muy pro americanos y anti soviéticos”. Cuentan con El Siglo como su órgano de expresión
]
. Entre paréntesis, en torno a las relaciones entre este político y la violencia, en 1952 el diplomático francés
Jean Louis Brisset había dado esta opinión “Yo creo que el verdadero instigador (de la violencia contra los
liberales) es Alvaro Gómez Hurtado, el mismo hijo del presidente de la Republica y director de El Siglo, que
dirige de hecho la política del país y que controla la policía. Según el rumor publico el incendio de El Tiempo no
sería más que una sórdida venganza por el incendio de El Siglo, perpetrado luego de los acontecimientos de
[ 50 ]
abril de 1948” .

Los segundos, los ospinistas, están liderados por el ex presidente Ospina Pérez, que en la década de 1950 se
enfrentó a los liberales, pero sus diferencias con éstos desaparecieron tras el Frente Nacional, al cual le han
dado todo su apoyo. “Nadie duda que fue la creación de las ‘repúblicas independientes comunistas’ los ha
llevado a tomar esta sabia decisión. Ellos han comprendido que la guerra entre los poseedores-dirigentes abría
la vía del poder a los comunistas y, de todas formas, antes había llevado al país a la anarquía”. A diferencia de
los laureanistas, están interesados en abandonar los lastres de su pasado y en apariencia preconizan una
[ 51 ]
política más social. Cuentan con La República como su medio de difusión .

Alianza Nacional Popular (ANAPO): Agrupa a los partidarios del general Rojas Pinilla y se fue configurando
desde comienzos de los años sesenta como oposición al Frente Nacional. Rojas y sus principales seguidores
representan la dictadura tradicional en América Latina, bajo la forma de caudillismo. Esa dictadura es de
derecha y pronorteamericana, como aquél lo fue durante su gobierno, en el cual “firmó acuerdos leoninos con
los norteamericanos”. Rojas no tiene nada que ver con las dictaduras militares de izquierda, nacionalistas, que
se han presentado en algunas sociedades latinoamericanas.

Se han ganado la simpatía de las masas haciendo un llamado a los electores contra las maquinarias de las
convenciones partidistas, haciendo promesas demagógicas e irrealizables, entre las cuales en la campaña
[ 52 ]
electoral de 1970 sobresalió el anuncio de lograr la paridad del peso con el dólar .
Los dirigentes de la ANAPO están “ávidos de poder y dinero, su comportamiento con los electores es una
mezcla de promesas y amenazas. Sus promesas son palabras al aire: ‘Si tu votas por nosotros, tu serás
nombrado empleado de correos; nosotros asfaltaremos la ruta que va a tu caserío; tu no pagarás mas arriendo
al propietario de tu casa’; promesas individuales que se ajustan a las promesas del partido: disminución de
impuestos, elevación de salarios, etc. en cuanto a las amenazas, recurren a todo el arsenal posible en la
[ 53 ]
materia: ‘Si no votas por nosotros, perderás el puesto’, es una de las más benignas” .

Estas promesas, que son puro clientelismo, el diplomático se las achaca únicamente a la ANAPO, para criticar
su carácter populista –aunque sin utilizar este término-, pero se niega a reconocer que ese clientelismo
caracteriza por igual a liberales y conservadores y que es, entre otras cosas, uno de los efectos políticos más
perversos del Frente Nacional.

El Partido Comunista Colombiano: Está compuesto, sobre todo, de intelectuales y tiene pocos vínculos con las
masas. Los comunistas, “aunque rechazan el sistema no preconizan como los curas rebeldes el abstencionismo
electoral. Tiene alguna audiencia en los centros industriales donde la Confederación Sindical de Trabajadores de
[ 54 ]
Colombia (C.S.T.C.), central comunisante, está sólidamente implantada” .

El P.C padece de varias limitaciones:

“La propaganda anticomunista sistemática, efectuado por los medios oficiales de información, conduce a una
impregnación anticomunista de los espíritus, siendo que no ha habido jamás una campaña anti-fascista o anti-
anapista.

Le molde de los partidos tradicionales: La ANAPO se presenta bajo una u otra bandera: hay conservadores
anapistas y liberales anapistas, mientras que los comunistas rechazan de dejarse vaciar en ese viejo molde de
150 años; ahora bien, es casi impensable, para un colombiano, votar de otra forma que no sea por
conservadores o liberales.

La incapacidad de sus dirigentes para efectuar una ‘concientización’ del pueblo: es suficiente recordar que el
PCC fue fundado, hace 40 años, por Gilberto Vieira (sic) y que éste se encuentra todavía en la cabeza del
partido. Esclerosis, inadecuación de los eslóganes a la realidad colombiana, falta de raíces. El partido comunista
[ 55
colombiano no ha podido asegurarse una verdadera audiencia como lo ha hecho su homologo el PC chileno”
]
.

II. LA VIOLENCIA

La violencia, con sus múltiples y complejas expresiones sociales y políticas, no solamente persistió durante el
Frente Nacional sino que se convirtió en una característica estructural de la vida colombiana. Por eso, no es
extraño constatar que la violencia sea uno de los temas que más atraen la atención de los diplomáticos y que
también sea una de las cuestiones más incomodas y difíciles de entender.

1). algunos intentos de explicar la violencia

A lo largo de los doce años de la correspondencia diplomática sobre el Frente Nacional se encuentran una serie
de explicaciones en torno al complejo fenómeno de la violencia en Colombia. La cantidad de información
suministrada, así como la calidad de la misma, se modifican ostensiblemente después de 1958, justo con la
emergencia del Frente Nacional. Este hecho estuvo relacionado con las transformaciones políticas y económicas
del país tras la caída de Rojas, que posibilitó que a la luz pública se decantaran una serie de hechos de violencia
que afloraron con toda su fuerza, el principal de ellos el bandolerismo. Porque el Frente Nacional que se
presentaba como la reconquista de la paz entre los partidos, como la cicatrización de las heridas de más de 10
años de mutua persecución política entre liberales y conservadores ahora podía darse el lujo de mostrar ante el
país las “rémoras” de la violencia representadas en las cuadrillas de bandoleros, que en la gran parte de las
explicaciones oficiales poco tenían que ver con los antiguos odios entre los dos partidos tradicionales, como si
hubieran surgido de la nada.

En esta dirección, no es para nada casual que el tema de la violencia inquiete tanto a los diplomáticos, ya que
eso expresaba, de una parte, la preocupación oficial del Frente Nacional de erradicarla, y de otra, ponía de
presente que a pesar de esa retórica en la realidad cotidiana del país la violencia prácticamente se había
institucionalizado. De ahí que, continuamente, en las informaciones diplomáticas se hable del fin de la violencia
y de su reinicio, pues en muchas ocasiones el optimismo frentenacionalista sobre la erradicación definitiva de la
violencia fue acogido al pie de la letra, pero pronto los mismos hechos desmentían las apreciaciones optimistas.
Ya a fines de 1957 el embajador francés Henry Ingrand señalaba que “La ‘violencia’, como se le llama aquí, se
ha reiniciado en el Tolima, valle del cauca y los llanos”, y formulaba unas preguntas centrales “¿Es bandidismo
[ 56 ]
tradicional? ¿Es un hecho de rivalidad política?” , que sin embargo no se aventuraba a responder de
ninguna manera.
En este mismo período se intentó establecer una tipología de la violencia, indicando que esta no se puede
reducir a un solo tipo genérico, sino que es un complejo fenómeno en el que se interconectan diversos
aspectos:

“En primer lugar, figura una violencia en algún modo tradicional, bandolerismo de naturaleza endémica que se
vive sobre todo en las regiones del país de más difícil acceso”. Los bandoleros se reclutan entre los perseguidos
y evadidos de la justicia, incluyendo menores de edad. Esto apuntaba a captar la expresión más directa de
violencia a comienzos del Frente Nacional.

En segundo lugar, “hay igualmente ciertos grupos de colombianos, que viven en regiones muy olvidadas y
desheredados, que, abandonados o ignorados por las autoridades, han formado, frecuentemente contra su
voluntad, ciertas unidades autónomas. Aquéllos, si se les da la oportunidad, aceptan, sin duda con gusto,
retomar su lugar en la comunidad”. Esto hacia referencia a aquellas zonas en donde los campesinos se habían
organizado para defenderse de la violencia oficial, y que andando el tiempo serán llamadas las “Repúblicas
Independientes”, pero lo que no queda claro es por qué esta es una forma de violencia, o en qué medida
asume características violentas.

En tercer lugar, “los conflictos políticos, especialmente después de 1948, cuando han tomado un carácter
partidista, en parte están en el origen de la violencia. Los pueblos cuyos habitantes eran de opiniones
diferentes han librado luchas feroces. Los partidos, en cierta época, han vinculado asesinos a sueldo con la
misión de eliminar los miembros del clan adverso que les incomodaban en su acción”. No se señala si esa
violencia persiste o no y en que manera los odios políticos se transmiten a nuevos problemas como el
bandolerismo.

En cuarto lugar, “el desarrollo de medios de transportes que facilita los contactos entre zonas en otra época
aisladas han llevado a los colombianos a querer instalarse en otras partes del país. Enfrentándose a la
hostilidad de los habitantes, su adaptación ha sido a veces difícil, no pudiéndose aclimatar, han sido conducidos
a unirse a las bandas de “guerrilleros”. Esta es una referencia, muy benigna, al proceso de colonización que
cobró un nuevo aliento en Colombia en la década de 1950 y que no sucedía precisamente por un deseo
voluntario de los campesinos de instalarse en otras tierras, sino a la presión y persecución terrateniente.
Porque la “colonización armada”, que ha caracterizado toda una fase de la historia colombiana, no fue resultado
de la simple voluntad de los campesinos.

“En fin, se han agregado, en los últimos tiempos, dificultades económicas y financieras que atraviesa la nación.
Campesinos de regiones pobres, obreros que han perdido su empleo, han ido, en una suerte de desesperanza,
a engrosar los contingentes de los que se encuentran fuera de la ley”. De esta forma, se señala que existen
condiciones económicas y sociales, generadoras de violencia, pero no se establece su verdadera importancia.

“Este cuadro sería incompleto si no se hiciera mención de la existencia de una cierta influencia comunista que
existe en las grandes ciudades y que es igualmente sensible en algunas zonas rurales, como el norte de
Cundinamarca. Los comunistas en efecto, conforme a su táctica habitual, aprovechan la miseria… para acentuar
[ 57 ]
aún más los disturbios” . Si a mediados de 1958 ya era mencionado el comunismo como directo
responsable de prácticamente todas las protestas sociales que se presentan en el país, ese imaginario
anticomunista se reforzará pocos meses después, luego del triunfo de la Revolución Cubana, cuando reaparecía
el viejo fantasma comunista, ahora encubierto con la barba castrista.

En noviembre de 1960 se manifestaba que la violencia había producido unos 300 mil muertos durante los
últimos diez años y se había extendido a un tercio del territorio nacional. Es vista como una vendetta
generalizada que se originó por varias causas: las instrucciones que, después de 1948-1949, dieron los
dirigentes de los dos partidos de eliminar a sus “adversarios incómodos”; las increíbles exacciones cometidas
por las “fuerzas del orden”, policía y ejército, encargadas de reprimir los desordenes y disminuir los asesinatos,
sobre todo durante la dictadura de Rojas Pinilla. Esto llevo a que la población masculina se organizara para
vengarse de esas exacciones: “la ley del Talión se convirtió en norma excitando aun más las pasiones políticas
y la sed de venganza, en una infernal progresión geométrica de ejecuciones, de arreglos de cuentas, de
bandolerismo y de terrorismo”. En este contexto, se concluye en ese reporte, los comunistas aprovechan la
[ 58 ]
situación para instalar en ciertas regiones “centros de entrenamiento de guerrilleros” .

En octubre de 1961 se elaboró uno de los documentos más sistemáticos y coherentes sobre la violencia, el cual
empieza señalando que ésta “constituye uno de los fenómenos sociológicos más enredados de la actualidad,
por la multiplicidad de interacciones que han jugado desde su nacimiento, desde los años treinta y tras su
[ 59 ]
recrudecimiento a partir de 1948-1949” . El origen del conflicto es netamente político, por la rivalidad
entre liberales y conservadores. Luego del bogotazo, los conservadores se consolidan en el poder apoyándose
en una policía política reclutada en las zonas más conservadoras y que luego se expande por casi todo el país.
“Una ola de abusos, de crímenes, de violencia cometida por esta policía provoca una reacción punitiva de parte
[ 60 ]
de la población rural y da origen a bandas armadas de campesinos, organizados para defenderse” .

Durante la dictadura de Rojas Pinilla el Ejército absorbe a la policía política y efectúa acciones contra la
población, en los departamentos de Huila, Caldas, Valle, Cauca y Tolima. La población civil fue ampliamente
afectada por la acción del Ejercito, hasta el punto “que no hubo una sola familia de las zonas afectadas por la
violencia que no haya tenido uno o varios muertos entre sus miembros, cuando no fue liquidada por
[ 61 ]
completo” .

Las acciones de violencia no sólo producen efectos síquicos, es decir, de tipo individual, sino económicos, por el
robo de tierras a pequeños propietarios, tanto por sus adversarios políticos como por las fuerzas represivas.
Estas últimas han gozado de numerosas ventajas de orden material: elevados salarios, tiempo de servicio
doble, etc.

Aunque existe una presencia comunista “sería un grave error atribuirle, incluso hoy, una preponderancia en ese
fenómeno”: los comunistas, cuando han podido, “han fortificado sus posiciones y sus sectores de influencia,
pero ellos están lejos de asegurarse el control efectivo. Es necesario, además, precisar que cierto grupos de
bandoleros no responden a sus criterios políticos y están constituidos por ‘antisociales’, acostumbrados desde
hace 12 o 15 años, y a veces desde la adolescencia, a vivir del robo y del crimen, en medio de horrores y de
[ 62 ]
anormalidades” .

No obstante, en el documento mencionado se elabora un apartado especial sobre la relación violencia y


comunismo, que es necesario citar extensamente:

Cuando los grupos de campesinos se han constituido para defenderse de los militares, los comunistas han
proporcionado los esquemas de entrenamiento y, en todos los lugares donde han podido imponer su autoridad
a la población, han constituido un sistema de defensa eficaz: el movimiento de auto-defensa, pequeños grupos
locales de 5 o 6 elementos situados en los puntos estratégicos, a lo largo de las ‘fronteras’ a controlar.
Igualmente disponen de guerrillas y de grupos más fuertes, los comandos.

En ciertos casos, ellos han tenido éxito en sus tentativas de infiltración en el seno de las guerrillas liberales y
conservadoras. Sin embargo, en la mayor parte de casos, los antagonismos entre liberales (o conservadores) y
comunistas es tal que, cuando se han enfrentado, han degenerado en combates de exterminación. Hay zonas
del país donde los tres grupos coexisten y se reparten estrictamente el territorio, librando solamente
escaramuzas de un sector de ocupación al otro. Como los comunistas presentan generalmente un frente interno
coherente mientras que los conservadores y los liberales están a veces hoscamente divididos entre sus
respectivas fracciones de hermanos enemigos, aquéllos han perfeccionado una táctica muy flexible de
asimilación a expensas de los dos grupos políticos adversos, haciendo coexistir entre ellos los adversarios
irreconciliables de la víspera: ofreciendo seguridad elemental al campesino liberal o conservador con la sola
condición que él respete a los otros, no hace proselitismo y dejando, por supuesto, las sesiones de
adoctrinamiento a militantes ampliamente preparados En ciertos casos esta coexistencia ha conducido a la
creación de un tipo político nuevo, muy característico de estas zonas aisladas, que viven al margen de la
nación: se trata entonces de ‘liberales-comunistas’, de ‘conservadores-comunistas’, de ‘catolicos-comunistas’,
[ 63 ]
de ‘protestantes-comunistas’, como se intitulan ellos mismos .

Seguidamente se describen las regiones de influencia comunista, “situadas en los altos valles, que comunican
directamente con las cimas y les aseguran posiciones de repliegue protegidas. No siempre corresponden a
municipios y son, frecuentemente, designados por el río que da su nombre al valle (…), son de hecho los ejes
de control en ciertas regiones”.

Las zonas de influencia comunista se encuentran en Viota, en Cundinamarca y Tolima, R. Sumapaz, R.


Villarrica, R. Aco, R. Negro, cerca de Dolores, en Gaitania y Marquetalia (Caldas) y en el Huila: Vega Larga,
Algeciras, R. Aipe. En el Meta, El Pato. En las tierras más profundas: Río Chiquito, Simbola-Paez. Es necesario
agregar algunos nudos aislados en las montañas y dos zonas de los Llanos (peniplano amazónico), el Vichada y
el Ariari”.

Muchas de estas zonas han estado en calma en los últimos años y sus habitantes dicen querer la paz. “Pero no
por ello es menos cierto que representen una amenaza grave para la seguridad interna. Es difícil apreciar sus
efectivos y suputar las fuerzas que podrían movilizar. No es menos cierto que, rodeados como están por otras
fuerzas civiles tan aguerridas como las suyas, las de los liberales y los conservadores, no parecen tener
capacidad como para desencadenar grandes operaciones. Todo el mundo está armado y las fuerzas de policía y
[ 64 ]
del ejército nunca están muy lejos” .

Este último comentario resulta ser muy importante en la medida en que se contradice con las afirmaciones
posteriores sobre el inminente peligro de las llamadas “Repúblicas Independientes” comunistas, sobre las que,
como veremos en seguida, se exageró su importancia de una manera desmedida. Y esto corrobora también que
en muchos de sus análisis los diplomáticos están hasta tal punto influidos por las opiniones de los círculos
políticos y económicamente dominantes de Colombia, que muy fácil y rápidamente cambian de parecer u
olvidan apreciaciones mucho más serias que antes han hecho sobre determinado asunto.

En algunos casos, los diplomáticos relacionan la violencia con la acción directa de lo que ellos llaman en forma
genérica y ambigua los “comunistas”, categoría en la que incluyen a todos aquellos que se opongan al Frente
Nacional, tengan o no tengan que ver con el partido comunista. Retomando también al pie de la letra la retórica
del gobierno y de los dirigentes políticos, más específicamente las afirmaciones de Alvaro Gómez. Uno de los
aspectos que más recalcaron al respecto desde 1959 fue el del “reducto comunista” de Viota, el cual es descrito
de una manera bastante imprecisa de la siguiente forma:
En la provincia del Cauca (sic) y principalmente en Viota y Brasil, los retratos de Stalin adornan las habitaciones
privadas y los locales municipales.

En enero centenares de bandoleros ocuparon muchas haciendas y fueron apoyados por los habitantes de las
dos poblaciones. Lleras intervino y dio un ultimátum para que en 48 horas desocuparan esas tierras. La orden
fue cumplida y ‘con poca resistencia de parte de los bandoleros’. Al final de la jornada, ‘los propietarios tomaron
posesión de sus tierras’. Es peligroso que existan acciones concertadas y organizadas de la violencia.

La razón de la violencia es que exista un ‘pauperismo mestizo’ en el país, ‘desprovisto de cualquier apoyo moral
[ 65 ]
o material’ .

A pesar de la imprecisión en muchas de las informaciones y, sobre todo, al tendencioso carácter anticomunista,
los diplomáticos intentan de algún modo efectuar explicaciones de tipo “sociológico” y “político”. Pero, en
ciertos momentos, afloraron razones de otra índole, utilizando metáforas médicas como cuando en una ocasión
un funcionario francés señalaba que en Viota, para resaltar la influencia comunista, existía “un foco cancerigeno
[ 66 ]
que constituye un Estado dentro del Estado” . Señalemos, de paso, que eso de calificar al comunismo o a
todo aquello que se identificaba con el mismo como algo cancerigeno, también ha sido una figura universal del
anticomunismo, continuamente repetida, por ejemplo, por casi todos los presidentes de los Estados Unidos
[ 67 ]
durante el siglo XX . Esa terminología, desde luego, fue asumida por los mandatarios colombianos, pues por
ejemplo el presidente Guillermo León Valencia sacó a relucir el término cuando polemizando con Gerardo
Molina, quien había señalado que el anticomunismo no era más que un argumento para restringir aún más las
libertades públicas y para evitar considerar el fondo de las raíces sociales de la protesta popular, señaló que
[ 68 ]
ante todo era necesario erradicar “los gérmenes cancerosos de la sociedad” . Y el embajador Bertrand de la
Sabliere al referirse a las denominadas “Republicas Independientes” las calificó en una ocasión como “regiones
[ 69 ]
contaminadas” .

Este tipo de terminología médica también se empleo para calificar a “la violencia”, como “una lepra social”,
considerando la venganza como el punto clave para entender el bandolerismo. En esa ocasión se subraya,
además, que la violencia subsiste porque el Estado no ha impuesto la pena de muerte ni imparte castigos
ejemplarizantes y se recuerda que en los primeros años del Frente Nacional la violencia se ha convertido en una
“lepra social que ninguna terapia vigorosa ha podido erradicar hasta ahora”. Pero, como hecho novedoso y no
exento de cinismo, el diplomático compara la situación colombiana con los hechos de Argelia, en ese entonces
colonia francesa, cuyas luchas de independencia fueron combatidos con violenta sana por parte de los
“civilizados” franceses. El diplomático en cuestión se queja de que los “elevados niveles de violencia” que se
han presentado en Argelia hayan sido condenados en diversas instancias internacionales pero “las escenas
trágicas que se desarrollan cotidianamente en esta región del globo” sean vistas con indiferencia por “nuestros
[ 70 ]
censores” . Como se puede ver, ya desde fines de la década de 1950 la violencia colombiana empezaba a
ser considerada como punto de referencia internacional, en este caso para justificar las exacciones, torturas y
asesinatos cometidos por los franceses contra la población argelina.

Agreguemos, para concluir este primer punto, que de manera tangencial se intenta explicar la sorprendente
permanencia de la violencia en Colombia, a pesar de que año tras año durante el Frente Nacional se anunciara
su inminente erradicación. En determinados momentos a comienzos de la década de 1960 se recalcó el peso
de los factores geográficos, como cuando haciendo referencia a la cuadrilla de “Pedro Brincos” que operaba en
la zona de Uraba, se recordaba que esa era una región de contrabando incesante, por su cercanía al Canal de
Panamá y por sus condiciones topográficas. Lo mismo se decía de los Llanos orientales, en la frontera con
Venezuela, señalada como una zona de difícil acceso, de escasas comunicaciones y donde la existencia del río
[ 71 ]
Orinoco facilitaba el tráfico de armas . Otro de los argumentos aducidos, reproduciendo las palabras de
miembros del Ejército colombiano, era que éste no tenía suficientes recursos económicos y materiales para
combatir al movimiento guerrillero, que era además apoyado en el exterior por el “comunismo internacional” y
[ 72 ]
en el interior por grupos políticos , lo cual apuntaba a mediados de la década de 1960 a responsabilizar a
sectores del MRL. Esto aparece mencionado de manera explicita en una comunicación del 22 de marzo de 1965
en la que se señala que liberales y conservadores se acusan mutuamente de proteger a los bandoleros, pero los
dos se identifican al acusar al MRL de ser el responsable, puesto que uno de sus militantes fue encontrado en
[ 73 ]
un campamento de bandoleros .

2). Bandoleros, liberales y conservadores

En la información diplomática, aunque de manera episódica, aparecen algunas descripciones sobre las
relaciones existentes entre determinados sectores del bandolerismo y fracciones políticas de los partidos
tradicionales. Merecen destacarse dos informaciones, cada una de ellas relacionada con un partido político: una,
en 1965, a raíz del escándalo suscitado por los nexos entre Cornelio Reyes, un “prominente político
conservador” del Valle del Cauca, que se desempeñaba como Ministro de Comunicaciones, con uno de los
“pájaros” recientemente abatido por el ejército; otra, en 1968, cuando fue ejecutado Dumar Aljure y afloraron
sus nexos con dirigentes liberales, como Hernando Duran Dusan.

En cuanto al primer affaire, el embajador Bertrand de la Sabliere comentaba:


Cornelio Reyes… ha creído un deber asistir a las exequias de uno de sus grandes electores, que respondía al
nombre de Adonias Arias Acevedo, misteriosamente abatido. Ahora bien, las autoridades militares han
identificado a este personaje como un bandolero llamado ‘Capitán Veneno’, autor de numerosas muertes, entre
las cuales un genocidio de 13 campesinos de los dos sexos en 1959. Han detenido 50 de los asistentes pero
han dejado, por supuesto, a Cornelio Reyes en libertad.

Vivamente atacado en la prensa, el Ministro ha replicado que Arias Acevedo era inocente y sosegado, que él
tenía porque saberlo ya que era su abogado y que el supuesto bandido, ‘de una familia de campesinos
honorables y trabajadores’, vivía placenteramente en Bogotá desde hacia 6 años, luego de los resultados
negativos de una instrucción criminal que le concernía. Un diputado ha declarado enseguida que ‘la muerte de
Arias Acevedo es un crimen político, ordenado por la policía secreta, porque este hombre era un gran dirigente
conservador en la ciudad de Restrepo donde trabajaba tranquilamente hasta el envío de un juez prevaricador
con el fin de encarcelar a los jueces conservadores de ese municipio’. El asunto ha sido discutido en la Cámara
para determinar si el ministro de Guerra sería interpelado sobre esta cuestión, de acuerdo al reglamente de la
asamblea. 52 representantes, del partido liberal ortodoxo y del MRL, votaron a favor. 58 representantes,
pertenecientes a todos los grupos conservadores y al movimiento de Rojas Pinilla, votaron en contra. En
[ 74 ]
consecuencia el asunto ha quedado ahí .

Al terminar el relato de este incidente, el diplomático indica que “este no es menos significativo sobre las
costumbres políticas del país y las dificultades que esas costumbres oponen a la extinción del bandolerismo”, lo
cual implica, entre líneas, un señalamiento de las complicidades existentes entre los dirigentes políticos
regionales, en este caso conservadores, y conocidos “pájaros” que operaban a sus anchas. Sin embargo, el
diplomático se detiene allí, sin profundizar en las implicaciones de ese hecho, tanto con respecto a la violencia
como con referencia a las características antidemocráticas del Frente Nacional y a la inexistencia de un sistema
judicial independiente y dispuesto a juzgar a todos los responsables. Incluso, el diplomático, reflejando la poca
importancia que le atribuye a hechos como el de Cornelio Reyes cambia de tema y pasa a hablar de cuestiones
económicas relacionadas con el crédito exterior del país, diciendo de manera olímpica que es mejor “hablar de
[ 75 ]
cosas más serias” .

En cuanto al segundo hecho relativo a las “curiosas” relaciones entre los “bandoleros” y conocidos dirigentes
políticos, en 1968 fue retomado el caso de Dumar Aljure y sus nexos con el cacique liberal de los llanos
Hernando Duran Dusan. El informe comenzaba por señalar que en los Llanos se estaba presentando una sorda
lucha entre los grandes propietarios y los colonos al sur de Villavicencio, en los límites de la Sierra de la
Macarena:

Según un proceso clásico, los primeros organizaron grupos armados encargados de impedir a los segundos
instalarse en las tierras inexploradas y éstos se vieron obligados a defenderse. Por su parte, la misión del
Ejército era la de separar a los combatientes.

Las operaciones, realizadas por las fuerzas del orden en 1965 y 1966 en las regiones del Tolima y del Huila,
habían entrañado el éxodo de campesinos que esperaban, al establecerse en los Llanos, escapar a las
represalias y reiniciar una vida normal. Desde entonces, un cierto equilibrio se había establecido en esta zona:
los propietarios hacían vigilar sus tierras y los recién llegados desbrozaban las que permanecían vacantes.

Sin embargo, parece que uno de los jefes de banda utilizado por los grandes propietarios, llamado Dumar
Aljure, y que después de haber participado en la guerrilla de los Llanos de 1950 a 1953, se había sometido al
dictador Rojas Pinilla, había querido, en los últimos años, crear, para su provecho, una “reserva territorial”. A la
cabeza de una treintena de hombres, en la región de Puerto Limón él había comenzado a aterrorizar a las
poblaciones, cobrando impuestos y exigiendo un derecho o cabeza de ganado.

Creyendo asegurada su impunidad porque se reclamaba del partido liberal y había apoyado en las últimas
elecciones presidenciales la campaña del senador y ex ministro Duran Dusan, notabildad de los Llanos, a favor
del presidente Lleras, Aljure no había tenido en cuenta la firme voluntad del Jefe del Estado y de su Ministro de
Gobierno de combatir todas las formas de ‘bandolerismo’. El Ejército ha intervenido: según el comunicado, una
patrulla habría sido emboscada por los antisociales, y, en un breve combate, Aljure ha muerto junto con quince
de sus partidarios. Es probable que se trate más bien de una operación debidamente organizada por las fuerzas
[ 76 ]
del orden, con instrucciones desde Bogotá .

Y, vaya que el embajador francés o tenía mucha intuición o estaba muy bien informado, porque los detalles de
la forma como murió Dumar Aljure le dieron la razón a su último comentario. En efecto, en otro informe sobre
el mismo acontecimiento, el embajador francés precisa los hechos de la siguiente forma: Dumar Aljure quería
ser amnistiado de todos los delitos, políticos y de derecho común que había cometido; con la promesa de ese
perdón, “hecha por uno de los miembros más importantes del Directorio Nacional Liberal, Hernando Duran
Dusan, Aljure se pone al servicio del liberalismo oficial y en las elecciones presidenciales de 1966 le aporta
8.000 votos de la región a Carlos Lleras Restrepo”; sin embargo, en las elecciones legislativas de marzo de
1968, se producen disidencias en el seno del partido liberal. En el Meta la disidencia es encabezada por Daniel
Arango quien, a su vez, ha prometido amnistiar a Aljure, que rápidamente pasa a las filas disidentes; “el jefe
bandolero recibía frecuentemente a los militares y daba fiestas en su honor. La última tuvo lugar la antevíspera
de su muerte. En la madrugada, la tropa, emplazada durante la noche, arrasa su finca con obuses de morteros
y ráfagas de armas automáticas. Se habla de más de treinta muertos. A muchos kilómetros de distancia, el
lugarteniente de Aljure sufría la misma suerte que su jefe”.
Pero, como algo bien interesante, sectores disidentes del mismo partido liberal empiezan a señalar a los
responsables de la muerte de Dumar Aljure: “El 5 de abril, los miembros del Movimiento de Integración Liberal
enviaron una carta al presidente Lleras, recordándole los ‘asesinatos’, que siguen impunes, de otros ex jefes
guerrilleros de los Llanos, Guadalupe Salcedo y Alvaro Parra entre otros, luego de que ellos habían hecho su
contribución al partido y a Duran Dussan”. Subrayan, además, que “numerosos jefes y parlamentarios del
partido liberal visitaron a Aljure una multitud de veces y que nunca lo consideraron como antisocial o
bandolero, como lo hacen ahora para intentar justificar su asesinato, cometido porque Aljure había apoyado la
disidencia de Daniel Arango contra Duran Dusan”.

Pero, en el fondo, tras la muerte de Aljure se encontraba la cuestión de las tierras que el “antiguo bandolero”
usufructuaba. Por eso, “el INCORA se dispone a parcelar las tierras o a legalizar la ocupación de miles de
hectáreas en las cuales Aljure se había instalado. Su ‘propiedad’ habría sin duda constituido un serio obstáculo
a esta empresa, destinada a hacer adherir los campesinos ‘llaneros’ al liberalismo oficial del presidente Lleras.
[ 77 ]
Su numero ha sido multiplicado por 50 en 5 años” .

Con estas palabras termina el recuento de este suceso. Aunque no hay comentarios específicos, entre líneas el
diplomático transmite un mensaje más profundo sobre los vínculos entre “ilustres políticos” y algunos de los
que, de labios para afuera, eran calificados como “bandoleros” y “antisociales” por esos mismos políticos, que
se habían apoyado en muchos de ellos para convertirse en caciques regionales.

Por otra parte, en cuanto a los métodos empleados para erradicar el bandolerismo, los diplomáticos, sin
profundizar en el asunto, mencionan que el éxito obtenido por el gobierno se debía al uso de espías en el seno
de las bandas de bandoleros para destruirlos desde dentro y también matar a los prisioneros según “la ley del
[ 78 ]
más fuerte” .

Considerando que el bandolerismo, la principal expresión violenta a comienzos de la década de 1960, es


erradicado de una manera relativamente rápida los análisis posteriores que efectuaron los diplomáticos se va a
concentrar en las Repúblicas Independientes y en el movimiento insurgente, que ameritan una atención
particular.

3). Las “Republicas Independientes”

A comienzos de la década de 1960, en un claro abuso del lenguaje, en los círculos políticos colombianos,
principalmente del partido conservador, se va a acuñar la denominación de “Repúblicas Independientes”, un
término que se convirtió en un verdadero estigma para macartizar y perseguir a los grupos campesinos de
autodefensa que habían impulsado la colonización en ciertos regiones del país y se habían organizado para
defenderse de la persecución de “pájaros” y terratenientes. Según el embajador francés Bertrand de la Sabliere
la idea de las “Repúblicas Independientes” ni siquiera se concibió en Colombia sino que se originó el 20 de
noviembre de 1961, cuando el periodista Jules Dubois publicó un artículo titulado “Armed Guerrilla force a
threat to Colombians”, en The Chicago Tribune en el cual se manifiesta que los “territorios soberanos pro-
comunistas en cercanías del canal de Panamá” representan un peligro inminente para la seguridad interior de
los Estados Unidos. Y en una “rara” sincronía, a la manera de los corifeos tras bambalinas, a la que tanto nos
tienen acostumbrados los dirigentes políticos bipartidistas prestos a plegarse a todo lo que venga de los
Estados Unidos, sólo tres días después, el 23 de abril, el diario El Siglo publica su primer artículo sobre las
“Repúblicas Independientes” y el 30 de ese mismo mes Álvaro Gómez inicia en el Senado sus delirantes
diatribas sobre las amenazas que esas “repúblicas independientes de tipo comunista” representan para
Colombia. De paso, se debe señalar que no fue ni la primera vez, ni la última, en que muchas de las
arremetidas militares en territorio latinoamericano se justificaron en la prensa de los Estados Unidos, por
iniciativa de los propios medios de comunicación, por las presiones del aparato político-militar o por el
patrocinio de grandes empresas. Esa prensa norteamericana, visceralmente anticomunista orquestó campañas
sistemáticas como para recordar un solo hecho en una interminable lista de infundíos y mentiras, a comienzos
de la década de 1950 contra el gobierno democráticamente electo de Jacobo Arbenz. Y de manera significativa,
el argumento central esgrimido, por periodistas a sueldo de la United Fruit Company, de la CIA o del
Departamento de Estado, consideraba que Guatemala era un país dominado por los comunistas y que la
existencia del gobierno de Arbens, por su cercanía con el canal de Panamá, ponía en peligro la seguridad de los
[ 79 ]
Estados Unidos .

No es tampoco accidental que El Siglo sea la principal fuente en la que se apoyan los diplomáticos franceses
en sus consideraciones sobre las “Repúblicas Independientes”. Así, en un primer reporte consagrado al asunto
se reproduce un texto de El Siglo sobre las supuestas Republicas y se elabora un mapa (adjunto) que a su vez
es una reproducción de la información periodística. No hay ninguna distancia crítica ni ningún comentario
independiente sobre las informaciones de Alvaro Gómez. Solamente se pregunta sobre la “naturaleza de esas
[ 80
organizaciones”; ¿que son: “bandas armadas de malhechores, organizaciones comunistas o filocomunistas?”
]
. Incluso, el diplomático francés justifica a partir de las informaciones que circulaban en los Estados Unidos,
sobre el supuesto peligro comunista que se cierne sobre el canal de Panamá, que aquel país suministre todas
las armas, helicópteros y medios bélicos que sean necesarios para que el gobierno colombiano erradique de
[ 81 ]
manera completa y definitiva a las republicas independientes .

“REPUBLIQUES INDEPENDANES” DE COLOMBIE


En julio de 1964 se retoma el tema de las “Repúblicas Independientes” a propósito del ataque masivo lanzado
por el gobierno de Guillermo León Valencia. Allí se recuerda que aquellas surgen luego del 9 de abril y se van a
consolidar unos años después en ciertas “regiones contaminadas” y dominadas por “sátrapas marxistas”. Esas
regiones se caracterizan por sus agrestes condiciones topográficas, la dificultad en las comunicaciones y
[ 82 ]
porque, además, están habitadas por campesinos que “no tienen ningún contacto con la civilización” .

En seguida se describen las principales Republicas Independientes (ver: Mapa Adjunto), en su orden las
siguientes:

1). La República del Tequendama: Tiene como epicentro a Viota, fue la “primera organizada por los
comunistas”. Ha servido como “modelo y centro de instrucción para la formación de cuadros y de las milicias
que en seguida se han dispersado a otras regiones”. El poblado más importante de esta “República” es el de
Brasil, territorio que junto a la hacienda Florida ha sido ocupado por los comunistas, encabezados por Víctor
Merchan. El jefe militar es Domingo Monroe, que dispone de unos 2000 comunistas armados. En total el
territorio reúne a unas 20 mil personas.

2). República de Sumapaz y territorios adyacentes: situada cerca de Bogotá, su principal ciudad es Fusagasuga.
El Páramo de Sumapaz que da el nombre a la región es denominado por los comunistas como “La sierra
maestra de Colombia”. El principal jefe comunista es Juan de la Cruz Varela, quien ha sido elegido como
representante por las listas del MRL. Allí se han organizado ligas campesinas similares a los “koljoses
soviéticos”, que se encuentran hasta en Usme, pequeña población situada a 15 kilómetros al sudeste de
Bogotá. Los comunistas disponen de 2000 hombres e influyen en la población de la zona, estimada en 40.000
personas. Dentro de esta gran República se encuentra otras, tales como:

La Republica del Ariari: Habitada por colonos provenientes de Antioquia, de ahí que su capital se denomine
Medellín del Ariari. Esos colonos son de “origen negroide”. El “jefe de la banda” es Plinio Murillo, secundado por
el Tuerto Giraldo, y dispone de entre 500 y 1000 hombres armados que influyen sobre una población de unas
mil familias. Los hombres armados “permanecen tranquilos por el momento y se ocupan de cultivar la tierra en
compañía de su familia”. Esta observación, importante para entender la disposición de la gente en algunas de
las “Repúblicas” y que además confirma anteriores apreciaciones sobre la relativa tranquilidad en esas zonas,
sin embargo no es analizada ni comentada por el embajador francés.

El Pato: situada en el inexpugnable macizo de los Picachos fue fundada por el “jefe liberal de banda Oscar
Reyes”, con la ayuda del “bandolero ‘Richard’. “Oscar Reyes era el único sobreviviente de una familia asesinada
durante la violencia y ha acompañado las bandas armadas desde la edad de 12 años, recorriendo todo el país y
adquiriendo un gran conocimiento de la selva”. Luego del fracaso de la política de pacificación de Lleras
Camargo, “los comunistas adoctrinaron exitosamente a los partidarios de Reyes y transformaron el territorio,
poblado por entre 12 y 15 mil personas, en un centro de colonización marxista. El jefe comunista Martín
[ 83 ]
Camargo, apodado ‘Diamante’ ha ayudado a Oscar Reyes y ha formado unos 1200 guerrilleros” .

Guayabero: situado al sur del Pato y del Guaviare es comandado por el guerrillero Alfonso Castañeda, apodado
“Richard”, “que sería igualmente el jefe del ‘Movimiento de Liberación Nacional’ comunisante. Su capital es la
ciudad de Colombia y todo su territorio albergaría 20 mil personas, de las cuales unas mil forman la milicia
local”.

El conjunto de todo el territorio situado en y alrededor del Sumapaz contaría con una población total de
140.000 habitantes, entre los cuales “100.000 estarían directamente controlados por Juan de la Cruz Varela y
sus compañeros o jefes adjuntos, que reconocen más o menos su autoridad, como Plinio Murillo y Reyes. Se
estima que esta zona tiene unos 10.000 kilómetros cuadrados se extiende sobre 150 kilómetros del sudoeste al
noreste y unos 90 kilómetros del oeste al este”. No sin cierta dosis de racismo, el diplomático francés anota que
el Páramo de Sumapaz está habitado por “descendientes de poblaciones de indios en estado casi puro. Mas al
[ 84 ]
sur, se cuenta sobre todo con negros” .

3). La República del Nevado del Huila, la zona comúnmente denominada Marquetalia: Los comunistas dominan
en un territorio, cuyo centro es el Nevado del Huila. En uno de sus dominios del departamento del Valle han
formado “El Estado Soberano del Aures, que tiene como centro la comuna de Caicedonia”. Las republicas
independientes que se encuentran allí son: Aures, en el Valle; en el Departamento del Tolima, la “República del
Río Simbola, la Estrella y la Aurora. Su jefe es Perdomo Laurentino, alias ‘Tenerife’, que dispone de una banda
de 100 hombres bien armados”.

El otro Estado es el de Gaitania-Marquetalia, recientemente invadido por el Ejercito, era comandado por el
“famoso bandolero Tiro-Fijo, acompañado por su compañero Lister, cuyo verdadero nombre es Isaura Yosa”.

La otra República es la de Río Chiquito, “que el ejército se apresta a atacar”.

Todo el territorio de la República del Nevado del Huila, que pertenece a los departamentos del Tolima, Huila,
Cauca y Valle, es montañoso, muy aislado, sin comunicaciones importantes, carente de escuelas y hospitales.
Son territorios donde viven “campesinos incultos y casi en estado salvaje. Sus 100.000 habitantes son de raza
[ 85 ]
india casi pura que tienen muy pocos contactos con la civilización” .
Dado que la acción del Ejército se concentró en Marquetalia a ella le destina unas consideraciones especiales.
Su capital, Gaitania, toma el nombre del líder liberal. “Su jefe era Tiro Fijo o Marulanda, cuyo verdadero
nombre es Pedro Antonio Marin”. Su lugarteniente es el mayor Lister, “un indio cuyo nombre es Isaura Yosa”.
Se estima que disponía de una fuerza compuesta por unos “300 hombres incondicionales y de una milicia de
500 hombres armados”.

Luego de esta pormenorizada descripción entra a justificar las acciones del Ejército:

Anotemos, para dar una idea de las luchas que libran estos hombres, que antes de pasar a la dirección
comunista este territorio estaba dirigido por el bandido Charro Negro, asesinado en 1960 por el bandolero
liberal Mariachi, en una emboscada organizada con la complicidad de las autoridades.

Para poner fin a esas proezas el ejército ha decidido atacar a Marquetalia con grandes medios. Helicópteros
llenos de tropa han efectuado el bloqueo del puesto de combate de Tiro Fijo. Sin embargo, a pesar de la
sorpresa, el bandido ha tenido éxito en escapar hacia las grandes planicies de los llanos y los territorios
‘hermanos’ del Guyabero y del Pato, donde pretende hacer un ‘frente único’ contra las fuerzas del orden. Antes
de abandonar su cuartel general, le ha prendido fuego. No obstante, las tropas han encontrado documentos y
libros de propaganda que prueban los vínculos castristas de Tiro Fijo (…). Persiguiendo a Tiro Fijo en la selva,
casi impenetrable, el ejército ha llevado sus principales fuerzas a ese lugar para intentar terminar con el
[ 86 ]
conjunto del problema .

Este “análisis”, que retoma al pie de la letra lo que decían los órganos de la gran prensa colombiana y los
dirigentes políticos, no podía dejar de reproducir otro de los infundíos del discurso dominante, como era que
esas Republicas Independientes no podrían existir sin el adoctrinamiento marxista externo, proporcionado por
estudiantes y profesores universitarios. Así, “el diputado del MRL y comunista Hernando Garavito Muñoz, dicta
conferencias en el distrito del Sumapaz. En lo que concierne a Marquetalia, es la Universidad de Ibagué (sic) la
que se encarga de de esa enseñanza marxista y en Río Chiquito este seria hecho por profesores de Cali y de
[ 87 ]
Popayán” .

Un año después de esta minuciosa descripción sobre las Repúblicas Independientes y sobre la campaña militar
para desarticularlas, el mismo diplomático hace un balance de las acciones, basándose en las informaciones
proporcionadas por el coronel Luis Carlos Camacho Leyva. Según ese balance, los territorios de Viota y
Sumapaz habrían recobrado la normalidad, ya no existirían grupos armados, aunque, pese a todo, los
campesinos de la región constituyen una amenaza potencial en la medida en que siguen afiliándose a las ligas
campesinas que dirige el partido comunista. Marquetalia habría sido ocupada y la operación terminada, aunque
nunca hayan podido capturar a Tiro-fijo. Río Chiquito, comandada por Ciro Castaño Trujillo, no ha sido atacada
aún, porque no es de los focos más peligrosos y antes de hacerlo resulta mejor eliminar los otros. El Pato ha
sido completamente conquistado por el Ejército y muchos de sus habitantes, comandados por Oscar Reyes, han
realizado una larga travesía que los ha conducido a un apartado lugar de los llanos orientales. La población del
territorio de Medellín del Ariari, siempre comandado por Angelino Godoy, “el capitán veneno”, observa una
neutralidad tácita frente al ejército y por esa razón éstos no se meten en sus asuntos. Por todo ello, en la visión
optimista del ejército, se anunciaba triunfalmente que la batalla contra las Repúblicas Independientes se había
ganado y que en “Colombia la lucha contra el bandolerismo llegaba a su fin”. Sin embargo, concluía el
diplomático francés con buena dosis de razón, como lo demostraran los hechos posteriores: “Me temo que se
trata de fraseología ad usum delphini. Debo agregar que ya he escuchado expresiones similares de optimismo
[ 88 ]
oficial en tiempos del presidente Lleras, de la boca del Ministro de Guerra de la época” . Este pesimismo del
embajador francés con respecto al triunfalismo oficial ya había sido expresado en noviembre de 1964 cuando,
en una forma lacónica, señalaba que la acción militar emprendida por el ejército había fracasado y que antes de
[ 89 ]
resultar debilitadas algunas de esas repúblicas, como las del Huila, se han fortalecido .

En cuanto a los métodos empleados para combatir la subversión, las opiniones de los funcionarios franceses
eran muy ambiguas, porque en ciertas ocasiones criticaban el comportamiento del Estado y del ejército por no
ser capaces de terminar con el fenómeno y no recurrir abiertamente al uso de métodos expeditivos para
combatirlos. En cierta ocasión Bertrand de la Sabiere manifestó que los gobiernos del Frente Nacional sólo se
limitaban a acusar a Castro y a los comunistas, pero en la práctica no “hacen nada para organizar la represión”.
Como prueba aducía que “cuando el ejército descubre un pequeño grupo de delincuentes en un lugar propicio,
se moviliza un batallón para tomar por asalto con ayuda de blindados una modesta cabaña. El Gobernador de
la Provincia viene en persona, toma parte en las operaciones y publica un comunicado victorioso. Al otro día,
[ 90 ]
los bandidos fusilan a 20 personas para mostrar que ellos son los amos” . Pero, a veces, consideran como
excesivos los procedimientos empleados para combatir a los “bandoleros”, insinuando, por ejemplo, que en la
práctica se había impuesto la pena de muerte, como cuando, a raíz de la muerte de Sangre Negra, el
[ 91 ]
embajador francés sostuvo que aquélla había sido sustituida por la muerte en combate

Con respecto a los métodos empleados por el ejército para combatir a los grupos armados existen pocas
referencias. Una de las más detalladas se encuentra en una información relacionada con un ciudadano francés,
el investigador Pierre Gilhodes, en julio de 1966. En efecto, este investigador “ agregado en español, profesor
del Instituto de Ciencias Políticas vive en Colombia desde hace 18 meses con una beca Rockefeller, para hacer
un estudio completo de los problemas agrarios del país, por lo cual ha recorrido todas las provincias que él
conoce mejor que los mismos colombianos”. Luego hace un relato pormenorizado del incidente:
Deseando regresar a Francia con una empleada del servicio doméstico, Gilhodes requirió la autorización paterna
para obtener el pasaporte de su empleada. Ahora bien, el padre vive cerca de Chaparral, en la zona
tradicionalmente conflictiva del Tolima, la cual ha sido declarada como ‘pacificada’.

Después de haber verificado ante el Ministerio de Defensa que ninguna autorización era necesaria para ir a esa
región, se dirige allá y regresa con toda tranquilidad.

Ahora bien, Gilhodes advierte, desde su partida, que un grupo de ‘contraguerrilla’ del ejército (de la cual éste
niega su existencia, porque parece que esos grupos han sido formados por la Policía, con efectivos reclutados
localmente…) comandado por un teniente, intervino brutalmente en el poblado donde aquel había sido alojado.
El jefe del destacamento ha declarado que un extranjero, que no podía ser sino un agitador político, se había
hospedado allí sin autorización del ‘teniente’. En el curso de las ‘operaciones’ un joven de 18 años fue abatido
“por la gana” (en español en el original), la familia de la empleada doméstica encarcelada y la población ha
soportado malos tratos.

Puesto al corriente de los acontecimientos, nuestro compatriota se presenta espontáneamente en Bogotá al


Ministerio de la Defensa para explicar las razones de su viaje y las consecuencias que eso había tenido para los
campesinos. El coronel del servicio competente no estaba al corriente de los hechos.

Sin embargo, un comunicado de la VI Brigada (Tolima) anunciaba el mismo día que el ‘temible bandolero
Florecita había sido abatido por una patrulla luego que buscaba escaparse… El nombre de ese bandido era hasta
el momento totalmente desconocido, pero se supone que se trata del joven asesinado.

Este incidente permite aclarar la situación real de las zonas campesinas alejadas, sometidas… al arbitrio a los
jefes de pequeños puestos de la Policía o del Ejército que dominan el territorio, y que son controladas desde
muy lejos por las autoridades centrales. En estas condiciones, se puede temer que la pacificación no sea tan
[ 92 ]
completa y verdadera como se pretende” .

Aparte de esta hecho en muy pocas ocasiones se presentaron menciones críticas sobre la acción de las fuerzas
armadas. Una de ellas, en octubre de 1961, consideraba que “en cuanto a la eficacia de los militares, según mis
informaciones, es muy inferior a la de los campesinos en este genero de lucha de guerrillas: en 8 años ellos no
han podido dominar la situación a pesar de la calidad de sus armas y la amplitud de medios empleados, a veces
con gran salvajismo: bombardeos en picada, incendios con NAPALM, masacres. Los campesinos con armas
improvisadas y rudimentarias, entregadas por antiguos suboficiales, los han enfrentado, y progresivamente se
han apoderado de armas y municiones de la policía y el ejercito o las han obtenido mediante trueque con las
[ 93 ]
tropas” .

4). La violencia y el papel de los Estados Unidos

Un aspecto central en las consideraciones sobre la violencia tiene que ver con el papel desempeñado por los
Estados Unidos. En varias ocasiones, casi de forma indirecta, aparece la omnipresente sombra de aquéllos. Por
ejemplo, en julio de 1959, comentando la propuesta del gobernador del Departamento de Caldas, Ramírez
Cardona, de crear milicias de contraguerrilla sostiene que los Estados Unidos están perfectamente de acuerdo
con dicha “solución”, y el propio embajador francés la comparte plenamente pues les sugiere a las autoridades
y al ejercito colombianos que se informen (y ¡aprendan!) de “nuestras operaciones en Argelia”. A lo cual
agrega, de una manera cínica, que en caso de que se concretice esa hipótesis, “el paso de un oficial francés al
corriente de nuestras doctrinas podría tener aquí excelentes efectos políticos porque, dando indicaciones
[ 94 ]
militares, podría explicar su carácter esencialmente humano (¡!)” . ¡Muy humanas las indicaciones que
podía transmitir alguno de los “expertos” en torturas y violación de los derechos humanos procedentes de su
insubordinada colonia, indicaciones que no podían ser otra cosa que la “enseñanza” y la difusión de los métodos
de tortura que eran aplicados indiscriminadamente por el ejército francés contra la población argelina!

En términos generales, la ingerencia de los Estados Unidos en la vida colombiana se considera como algo
perfectamente normal, dando por sentado que las críticas hechas por la izquierda o sectores nacionalistas son
una simple expresión del resentimientos “castrista” o de la envidia. Para nada se consideran, como si no
existieran o si fueran resultado exclusivo de la manipulación comunista, las denuncias y movilizaciones contra
el imperialismo yanqui. Se debe resaltar que solamente se recuerda la presencia de los Estados Unidos cuando
estalla algún escándalo sobre su presencia en territorio colombiano, o cuando la prensa filtra alguna
información al respecto. Un buen ejemplo de eso lo tenemos en mayo de 1964 cuando a raíz de la revelación
que un corresponsal de la agencia de prensa UPI sobre la “contribución norteamericana” en la “represión del
bandidismo en Colombia durante los últimos 16 años”.

Según la agencia UPI… un portavoz militar americano habría declarado que el ejercito americano había
entrenado a los oficiales colombianos en tácticas de lucha contra las guerrillas. El resultado de eso ha sido la
liquidación de los jefes de bandas: Desquite, Sangre Negra, Venganza, Águila Negra, y Tarzan. Aquél había
agregado que los ‘Estados Unidos habían proporcionado a Colombia material, y especialmente helicópteros para
la lucha contra los que se encuentran al margen de la ley, como lo han hecho en Vietnam. La violencia habría
tenido su origen en la lucha que los partidos políticos han librado en el curso de la última década. Sin embargo,
desde 1958 los objetivos políticos pasaron a segundo plano y no era más cuestión de bandidismo. En el curso
de este período habrían sido asesinadas 25.000 personas.
Comentando el fin del último jefe de banda, el portavoz del Pentágono, habría agregado que en todo caso los
Estados Unidos mantendrían en Colombia una ‘unidad de fuerzas especiales’ hasta julio próximo. Estas fuerzas
especiales habrían sido llamadas a Colombia en 1962, algunas semanas después del ascenso a la presidencia
de G. Valencia, a solicitud del gobierno de Bogotá. Los americanos en cuestión, habrían instruido a los soldados
y policías colombianos en las tácticas de la guerrilla y más tarde oficiales colombianos han seguido cursos en
las escuelas especializadas del ejercito de los Estados Unidos, en Fort Braga (Carolina del Norte) y cuyo campo
[ 95 ]
de entrenamiento se encuentra en la zona del Canal de Panamá .

Lo llamativo del caso es que esta declaración se filtró precisamente en el momento en que se iniciaba el ataque
contra las llamadas “Repúblicas Independientes” y pese a que altos oficiales de las fuerzas armadas,
respondiendo a las encendidas reacciones de la prensa sobre la participación de Estados Unidos en la lucha anti
subversiva, habían manifestado que “no hay y no habrán jamás sobre nuestro territorio fuerzas especiales de
los Estados Unidos”. Y por su parte, la embajada de los Estados Unidos, que no estuvo en capacidad de
desmentir los hechos, “deploro este asunto y habría demandado al Departamento de Estado de intervenir ante
[ 96 ]
el Pentágono para que en el futuro este último se abstenga de dar declaraciones tan intempestivas” .

Con relación al rol desempeñado por los Estados Unidos en la vida interior colombiana se recalca la acción
cívico-militar, considerando que, a partir sobre todo de la lucha contra las “Repúblicas Independientes”, el
ejército no solamente emplea medios militares sino que también implementa formas de insertarse en la
población. “Por este medio, un cierto número de organismos del Estado han estado interesados en una especie
de colonización de territorios poco poblados y abandonados por la administración central. Se ha formado un
‘Comité Nacional de Acción Cívica’… que esta coordinado por un Secretariado Ejecutivo en el cual la misión
militar de los Estados Unidos parece tener un rol preponderante, no solo para decidir las acciones sino sobre
todo para atraer los créditos indispensables”. Así mismo, “la ayuda americana ha proporcionado una red de
transmisión que funciona en los puestos alejados de la región amazónica, Leticia, Mitu, San José del Guaviare y
Orocue” y las operaciones cívicas militares se realizan con la ayuda de fuerzas aéreas, por eso se ha fundado
[ 97 ]
SATENA, “siempre gracias a subvenciones americanas” .

La acción cívica-militar, impulsada por el gobierno de Guillermo León Valencia, pero sugerida y diseñada por los
Estados Unidos, intenta combinar la lucha militar abierta con otros métodos, como la construcción de escuelas,
[ 98 ]
caminos, centros de salud, etc., sobre todo en las regiones de fuerte influencia comunista .

5). Algunos hechos de violencia relacionados con problemas sociales.

Aunque en pocas ocasiones se mencionaron y analizaron hechos de violencia relacionados con problemas
sociales, es decir, los hechos en que las fuerzas del orden reprimieron por la fuerza protestas sociales y
populares, si se consideran algunas. Por ejemplo, en la semana santa de 1966 la policía intentó desalojar
violentamente a los habitantes del barrio Policarpa Salavarrieta, lo que produjo varios muertos y numerosos
heridos. Ese hecho fue relatado de la siguiente manera:

De tres a seis muertos, una centena de heridos: tal es el balance aproximado de los incidentes ocurridos el
Viernes Santo en un suburbio al sur de Bogotá.

La ley colombiana prevé que cualquiera que llegue a construir en un terreno una habitación no puede ser
desalojado de allí sino después de un largo procedimiento, cualquiera que sea el propietario del terreno. Este
reconocimiento de un verdadero derecho a la ocupación es el origen de los ‘barrios fantasmas’, tugurios
construidos en terrenos no ocupados del sur de la capital.

Entre estos últimos, el ‘Barrio Policarpo Salavarrieta’ tiene ya seis meses de existencia y cuenta incluso con un
terreno de fútbol. Este espacio libre atrae la codicia de unas cincuenta familias de destechados que, con la
ayuda de los actuales habitantes del ‘barrio’ decidieron instalarse allí el Viernes Santo con la esperanza que la
tregua de pascua mantendrían alejadas o pasivas a las fuerzas de policía.

La operación fue cuidadosamente preparada: fueron prefabricadas barracas de madera y tela asfaltada que en
la tarde del viernes fueron transportadas a espaldas por hombres y mujeres hasta el ‘estadio’ e
inmediatamente fijados al suelo.

Desgraciadamente, y por una vez, la intervención de la policía fue inmediata y los invasores fueron conminados
a abandonar el lugar. Negándose a hacerlo, se enfrentan violentamente a los agentes del orden con el saldo de
victimas precedentemente indicado.

La emoción fue considerable en razón de la fecha y a causa de la energía evidentemente inhabitual desplegada
para restablecer el orden. Sin duda, el hecho de que los terrenos no sean propiedad de personas naturales, sino
que pertenezcan a la Universidad Nacional y al Instituto de Crédito Territorial no es extraño a ello (…).

Sin embargo, desde el lunes una parte de las barracas ha reaparecido. Las exequias de las víctimas, realizadas
ese mismo día, adquirieron un aspecto netamente político, y las consignas coreadas no fueron nada favorables
al Frente Nacional. Setenta personas detenidas han sido trasladadas a la justicia militar.
El municipio de Bogotá ha anunciado un programa de construcciones obreras en ese sector, que sería
financiado por la Universidad Nacional, el Instituto de Crédito Territorial y la Caja de Habitaciones Populares.

Los invasores conocen mejor que nadie la lentitud de los procedimientos locales: no es cierto que las promesas
[ 99 ]
los calmen y la situación se mantiene tensa en el sur .

Otra información sobre los acontecimientos que ocurrieron en la ciudad de Lorica el 12 de marzo de 1969,
relaciona la protesta social con la violencia, en razón del trato recibido por los manifestantes. Sigamos el relato
de Francis Levasseur:

Lorica, en las bocas del Sinu… es una ciudad de más de 70.000 habitantes. Ha sido, en el día de ayer, 12 de
marzo, el teatro de eventos que han adquirido proporciones inesperadas.

La causa, al menos en apariencia, ha sido la decisión del Ministerio de Educación Nacional de dejar en la
Escuela Normal de Agricultura de Lorica solamente los primeros 4 años del Bachillerarato Técnico Agrícola, y de
transferir los 3 últimos al Instituto Técnico Agrícola del Departamento de Córdoba, instalado en Turipana,
conformemente a las disposiciones de un contrato firmado entre el gobierno colombiano y la UNESCO.

En señal de protesta, los estudiantes de Lorica se declararon en huelga hace unos días y, el viernes último, 7 de
marzo, habían expresado su disgusto regando en las calles de la ciudad, así como en la carretera que conduce
a Monteria, capital del Departamento, decenas de kilogramos (sic) de puntillas y tachuelas. La circulación fue
interrumpida. Después, los estudiantes rompieron algunas vitrinas y, finalmente, se enfrentaron a la policía.
Algunos se habían dado cita en Monteria para entrevistarse con el Gobernador. Esta entrevista había, al
parecer, calmado los espíritus (…).

Sin embargo, cuatro días más tarde, el 12, a las 8 de la mañana, con el pretexto de que el gobierno no había
cumplido sus promesas, los estudiantes volvieron a regar tachuelas sobre las vías de acceso a Lorica. La
llegada de un camión del Ejército desencadena los disturbios: los manifestantes lanzaron piedras contra los
militares que abren fuego, al aire aseguran las autoridades. Pero una mujer murió en la entrada de su casa, un
estudiante fue herido de muerte, a una pequeña niña le destrozaron una pierna, dos alumnos del Instituto
Técnico recibieron balas en el vientre y en el cráneo. El tiroteo se extendió por toda la ciudad y hubo otras
victimas, en su mayor parte jóvenes.

Del lado del Ejército, algunos soldados fueron heridos por piedras pero también por balas.

Desde el comienzo de la batalla, los estudiantes habían recibido el refuerzo de un gran número de habitantes
de la ciudad. En conjunto, se replegaron hacia el centro de Lorica, atacando a su paso a la Caja Agraria, el
Banco del Comercio, el Banco de Bogotá y el Banco Ganadero. Después, ellos destruyeron muchos automóviles,
antes de tomar por asalto la prisión, de donde liberaron a 20 detenidos y se apoderaron de algunos fusiles.

Después del medio día, en San Antero, a 15 kilómetros de distancia, la población, solidaria con la de Lorica,
mató a golpes de garrote y de piedra a un agente de la policía. Otros dos, para evitar la misma suerte, se
refugiaron en la iglesia.

El toque de queda ha sido decretado. Ya se habla de la participación en los disturbios de ciertos miembros del
Ejército de Liberación Nacional (ELN). Y el Gobernador de Córdoba ha enviado unos 200.000 pesos para ayudar
a los colegios de Lorica, mientras que el Ministerio de Educación Nacional aseguraba que haría todo lo que
estuviera a su alcance ‘para que la ciudad recobrara la tranquilidad y la armonía’.

No se pueden sacar conclusiones formales de estos eventos. Sin embargo, uno no puede dejar de subrayar,
una vez más, la frecuencia y la violencia de los estallidos de cólera en Colombia. Quizá también conviene notar
que Lorica es uno de los centros más importantes de cría de ganado, y que la diferencia entre la fortuna de
unos pocos y la pobreza de las masas allí es particularmente notoria. En todo caso, el balance de los disturbios
es grave: 4 muertos y 50 heridos.

A última hora, me entero que nuevos disturbios han tenido lugar, esta vez en Monteria.

Los estudiantes estarían atacando el palacio de Gobierno e intentarían prenderle fuego a las instalaciones.

[ 100 ]
Las autoridades han llamado a las tropas .

Para concluir con el recuento de algunos de los hechos de protesta social relacionados directamente con la
violencia, citemos las consideraciones que en el año de 1970 se hicieron en torno a los sucesos de Planas, en el
Vichada, en la que fueron masacrados pacíficos indígenas Guahivos:

Se trata una vez más de una reacción de los indígenas desposeídos por los colonos ‘españoles’-como se les
llama así en los Llanos: la colonización de tierras se hace, la mayor parte de las veces, despreciando los
derechos de los aborígenes, que son, poco a poco, arrinconados en las regiones orientales, a medida que los
colonos se extienden como mancha de aceite en torno de Villavicencio, la capital del Meta. A 300 kilómetros de
esta ciudad, la autoridad legan prácticamente no existe y reina la ley de la selva. Una reserva de 380.000
hectáreas, creada por el INCORA no ha sido respetada y nuevos colonos se han instalado sin autorización. Un
inspector de policía, cuyo apellido es Jaramillo, habiendo intentado defender a los indios fue destituido bajo la
presión de los colonos que, además, hicieron cerrar una cooperativa agrícola que aquél había creado para
[ 101 ]
ayudar a sus protegidos .

Algunos meses después se retoma el tema:

…en el mes de febrero pasado, muchos grupos de indios Guahivos se habían sublevado por instigación de
antiguo funcionario de policía, Rafael Jaramillo Ulloa. Los revoltosos atacaron a los colonos aislados, instalados
por el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (INCORA), en tierras ‘baldìas’, situadas en los límites de
antiguas zonas de caza de las tribus indias. En algunos días, 22 fincas fueron incendiadas, 14 colonos muertos
y 9 heridos…

Para hacer frente a esta llamarada de violencia, el ejército fue llevado para realizar una operación de
pacificación en una vasta región comprendida entre los ríos Guatiquia y Pajure, a unos cien kilómetros al este
de Villavicencio (…). Se produjeron algunos combates: las fuerzas del orden capturaron a 34 insurgentes y
mataron a 4. Al cabo de algunas semanas muchas decenas de familias indígenas se reagrupan y los otros
regresan poco a poco a sus poblados. Rafael Jaramillo se ve obligado a alejarse más al este, hacia la selva,
llevándose con él a sus últimos partidarios. Las unidades militares controlan la región… y han emprendido una
‘acción cívica’. El gobierno declaró que la revuelta estaba sometida y, aunque su instigador huya, la prensa no
habla más del asunto.

Tal era la versión oficial de los sucesos, hasta que el sacerdote Ignacio González, “mestizo de origen indio y
Párroco de un suburbio de Villavicencio, ha creído un deber alertar a las autoridades y a la opinión sobre la
‘espantosa suerte de los indios de Colombia, victimas de las persecuciones del Ejército’. Habiendo acudido en
vano a los responsables civiles y religiosos del Departamento, el padre González se dirige a la prensa, a los
sindicatos, a la Jerarquía y finalmente al Procurador General de la Nación, al cual le escribe en el mes de agosto
para denunciar ‘las torturas y las exacciones de las que serían responsables ejército y del Departamento
[ 102 ]
Administrativo de Seguridad (DAS)’” . En este hecho, para completar el cuadro, como lo había señalado el
funcionario francés desde su primera comunicación sobre la tragedia de Planas, algunos sectores de la prensa
habían manifestado que “ese sangriento episodio hacia parte de un plan general de la subversión” y algunos
llegaron incluso a insinuar que el médico Tulio Bayer, el mismo que a comienzos de la década de 1960 había
estado al frente de la guerrilla del Vichada y que en ese momento residía en Paris en calidad de asilado político,
[ 103 ]
estaba otra vez en los Llanos .

En general, los funcionarios franceses no tienen un pensamiento global que les permita interrelacionar los
diversos aspectos de la vida social, lo que en el caso específico de la violencia tiene consecuencias notables,
pues bloquea la vinculación entre los factores económicos, políticos y sociales, todos indispensables en
cualquier esfuerzo de comprender tan complejo fenómeno social. No obstante esa carencia, en contadas
ocasiones intentaron vincular la violencia con las condiciones generales, como cuando a comienzos de 1965 se
estimaba que la situación era crítica, ya que predominaba un “malestar generalizado que comporta una
inflación rápida incontrolada, serios movimientos sociales, cierta anarquía, efervescencia en los precios e
irregularidades en la distribución de los productos, una extensión del bandidismo rural y urbano, un
debilitamiento continuo de la autoridad del Estado”. Y, como para que no quedaran dudas sobre lo que todo eso
podía implicar, remataba con un apunte puntilloso: Fidel Castro” debería aprovechar verdaderamente esta
[ 104 ]
ocasión para desarrollar aquí su actividad” .

6). Los grupos guerrilleros

Desde luego que un lugar central en los análisis políticos del Frente Nacional lo ocupan los diversos
movimientos insurgentes que surgieron en la década de 1960. El origen de estos movimientos está vinculado,
en la percepción de los diplomáticos, a dos hechos principales: uno de tipo internacional, la Revolución Cubana,
y otro doméstico, relacionado con la continuación de la violencia desatada en el país desde la década de 1940.

Esto hace necesario efectuar un breve recuento de la manera como en los informes diplomáticos se percibió el
impacto de la Revolución Cubana. Para el embajador Bertrand de la Sabliere esa influencia era analizada en los
siguientes términos:

La vida social perturbada casi en forma permanente y el vigor de la oposición entre los grupos sociales y
políticos tradicionales crean un campo favorable, a pesar de la persistencia dominante de ‘costumbres
familiares’ (todo colombiano es conservador o liberal). Las corrientes extremistas desean, de una buena vez,
superarlas. No es necesario, entonces, sorprenderse por la esperanza desencadenada por la revolución cubana
y que sus brutales reformas de estructura hayan excitado intensamente a los elementos progresistas,
ampliamente formados en la cortina de hierro y en constante aumento numérico (un obispo señalaba
recientemente la llegada repentina de 300 de esos jóvenes a su Diócesis), lo cual ha asegurado un
recrudecimiento de las actividades comunistas. La utilización del argumento cubano se ha intensificado, así
[ 105 ]
como los nexos directos” . Retoma luego toda la información oficial concerniente a las actividades de la
embajada cubana y el surgimiento de grupos guerrilleros como resultado exclusivo de la influencia cubana. Así
mismo, a partir de ese momento, y casi durante toda la década de 1960, las protestas estudiantes, las huelgas
y movilizaciones sociales, empezaron a ser calificadas como resultado de la manipulación castrista. Aun más el
[ 106 ]
sentimiento antinorteamericano empezó a ser visto como un reflejo de la revolución cubana .

En forma aparentemente paradójica, a Alfonso López Michelsen se señaló continuamente como un portavoz del
castrismo, sobre todo por la creación del MRL y, en un principio, su defensa de la revolución cubana. En una
ocasión, justamente, le dedicaron un apartado especial con el titulo “Actividad pro-castrista de López Michelsen,
jefe del MRL”, en el cual se hacían este tipo de consideraciones:

Las conexiones castristas de numerosos miembros del MRL son publicas, sean ellos o no miembros al mismo
tiempo del MOEC. El acuerdo entre el MRL y el comunismo se ha manifestado por el apoyo que los comunistas,
que no tienen existencia legítima como partido que pueda intervenir en la vida política, no cesan de otorgar al
MRL. Ciertos de los propagandistas comunistas continúan incitando a las antiguas bandas de guerrillas liberales
a unirse a sus grupos de guerrilla… Últimamente esas visitas se han renovado en antiguos focos de violencia,
insistiendo sobre el carácter inevitable de la revolución y prometiendo armamento y la ayuda necesaria en el
momento convenido.

(…) López Michelsen, muy imbuido del prestigio del nombre que porta aunque de personalidad poco consistente
y de género arribista, ha dado muchas pruebas de su versatibilidad en los últimos tiempos. Se contradice en
manifestaciones sucesivas, dando y retirando su apoyo a sus partidarios más osados, más exaltados. No es
menos cierto que él y su grupo están ligados al MOEC, conducido por el aparato comunista y que ellos predican
abiertamente la revuelta, difunden amenazas de represalias entre los campesinos timoratos o indecisos que se
niegan a enrolar sus filas. ¿A dónde pretende llevarlos? ¿A las elecciones o a la revolución? Es difícil precisar si
los insistentes rumores que han circulado sobre el apoyo financiero de Cuba (al MRL) son efectivamente
[ 107 ]
fundados .

Incluso, como parte de la recepción de la Revolución Cubana, plena de odio y de miedo, por parte de las clases
dominantes colombianas, es bueno recordar que en Colombia en la cierto tipo de prensa y entre los políticos
más conservadores se empezó a insinuar que ahora si estaba completamente demostrado que “el comunismo
internacional” era el responsable del bogotazo, puesto que Fidel Castro había participado en los sucesos del 9
de abril de 1948. Sin la menor distancia crítica con respecto a dicho sofisma, Bertrand de la Sabliere lo asumió
[ 108 ]
plenamente, señalando que en el “Bogotazo” “participaron pistoleros cubanos y entre ellos Fidel Castro” .
Casi resulta innecesario subrayar el sentido condenatorio que tiene el término “pistoleros cubanos” en tan
lacónica afirmación, y todo lo que eso supone.

Respecto a la segunda cuestión, relacionada con la evolución específica de la violencia en la historia de


Colombia y a los vínculos entre la “primera violencia” y la que se desencadena durante el Frente Nacional, para
los diplomáticos la separación no aparece en forma nítida básicamente por la existencia del bandolerismo, un
hecho que vincula los hechos de las décadas de 1940 y 1950 con los que se presentan después de 1958.

Incluso las cifras oficiales, que se citan en los informes diplomáticos contribuyen a confundir el fenómeno,
puesto que mezclan indiscriminadamente “bandas liberales”, “bandas conservadoras” y “bandas comunistas”,
por lo cual entienden a los grupos de bandoleros tradicionales ligados a los partidos y a los emergentes
movimientos guerrilleros que aparecen durante la década de 1960. En cuanto a esas cifras oficiales, el número
de “bandas armadas” habría evolucionado entre 1962 y 1965 de esta forma:

1962 1965
bandas No. deBandas Hombres
hombres
Liberales 63 818 14 238
Sin denominación 28 345 3 25
Conservadores 22 260 5 34
Comunistas 19 1869 10 534
TOTAL 132 3292 32 831

FUENTE: Cifras del coronel Luis Carlos Camacho Leyva, citadas en Bertrand de la Sabliere, Evolution de la
violence en Colombie, 30 julio de 1965, p. 2. T. 46.

Sobre el origen social de los guerrilleros y su grado de influencia entre la población las informaciones
diplomáticas no son concluyentes, predominando un conjunto de apreciaciones ambiguas. Así, el embajador
francés en Estados Unidos, sin duda informado por su colega de Bogotá, manifestaba en 1965 que los
guerrilleros del interior no parecen tener raíces bien profundas en la población. Sin duda, “cuentan entre ellos
con auténticos marxistas, algunos de ellos formados en Cuba, pero la mayor parte son supervivientes de
[ 109 ]
bandas armadas liberales o conservadoras que se enfrentan hace 17 años, no son sino “bandidos” . En
otras oportunidades se indicaba que la mayoría de los integrantes de los grupos guerrilleros “son de origen
campesino, sus armas son colombianas, tomadas al Ejército, sus fondos provienen de Bogotá y son resultado
[ 110 ]
de robos a mano armada en las ciudades, principalmente en la capital del país” . Pero, en otros momentos,
los diplomáticos incurrían en apreciaciones pintorescas, por decir lo menos, que además son frecuentes cuando
se buscan los problemas en lugares distantes para evitar explicar lo que tiene que ver con cuestiones ancladas
en la historia de un país, además con una compleja historia en cuestiones de violencia, como Colombia. Por
ejemplo, para explicar el desembarco de armas en la Guajira y en otros lugares del país, Bertrand de la Sabiere
indicaba que esas zonas fueron instaladas copiando el modelo del FLN de Argelia, lo cual fue posible gracias a la
“ayuda de técnicos de la lucha armada revolucionaria que previenen de antiguas estructuras del FLN argelino,
pero yo agrego que, para poner en marcha este plan de acción comunista, las autoridades naserianas habrían
[ 111 ]
dado su apoyo” . Un auténtico disparate, que no amerita muchos comentarios.

En cuanto a los movimientos insurgentes, La Secretaria General de la Defensa elaboró un documento de


difusión restringida. Allí se parte de la tesis que la muerte del Che Guevara ha consagrado el fracaso de la
guerrilla rural en América Latina, como se pone de presente con el repliegue de la subversión armada hacia las
ciudades. Colombia presenta “una situación eminentemente favorable a la subversión. El país sufre de un
pauperismo generalizado y la explosión demográfica complica todavía más los problemas de una economía que
se cuenta entre las menos desarrolladas del subcontinente. Las disensiones políticas profundas durante mucho
tiempo han opuesto a los conservadores y a los liberales por la toma del poder; en fin, la corrupción y el
bandidismo endémicos caracterizan las costumbres del país en el cual la unidad, por añadidura, está
condicionada por el encerramiento geográfico debido a la existencia de tres cordilleras”.

Seguidamente, se hace una descripción de los diversos movimientos guerrilleros:

En 1970, los movimientos de acción revolucionaria se reparten en tres formaciones que se distinguen por su
obediencia ideológica, su implantación geográfica y la naturaleza de sus actividades. El Ejército Popular de
Liberación (EPL): creado en 1968 y de tendencia maoísta opera en el noroeste, en los confines de los
departamentos de Córdoba y Antioquia. Comandado por Libardo Mora, comprende una centena de hombres, en
su mayoría campesinos, con algunos estudiantes, distribuidos en cuatro grupos. Este movimiento muestra una
creciente agresividad desde 1969 pero parece que no está en capacidad de crear serias dificultades a las
fuerzas del orden.

El Ejército de Liberación Nacional (ELN): ha sido formado en 1964. Está implantado principalmente en el
noroeste del país, en particular en Santander. Está compuesto de una centena de campesinos y estudiantes que
todavía se reclaman del castrismo, aunque su jefe, Fabio Vásquez Castaño, parece haber perdido el favor del
líder cubano en razón del vigor de las purgas periódicas a las cuales ha sometido a su movimiento. De otra
parte, aquí como en otras partes de América Latina, Cuba no esta en capacidad de sostener materialmente a
las guerrillas.

En varias ocasiones durante los últimos años, algunos sacerdotes progresistas han venido a dar su apoyo a este
movimiento. Recientemente el padre Domingo Lain, de origen español, expulsado de Colombia hace un año por
haber firmado con otros cincuenta eclesiásticos el manifiesto progresista y antigubernamental de Golconda,
ingresaba a la subversión y se unía a un grupo denominado ‘Camilo Torres’, el nombre de otro sacerdote
guerrillero muerto en el curso de un combate en 1966.

El ejemplo del padre Domingo Lain habría sido seguido por otros padres progresistas. Aunque esta información
no haya sido confirmada, las autoridades encargadas de mantener el orden están preocupadas por el contagio
que podrían suscitar otras acciones de esta naturaleza en un clero con una considerable influencia entre las
masas.

Las fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC): implantadas al sur de Bogotá, en los departamentos
del Tolima y del Huila, comprende un poco más de 150 hombres a las ordenes de Pedro Antonio Marin,
miembro del comité central del PC colombiano. Conforme a las instrucciones del PC Marin ha reducido las
actividades de las FARC al adoctrinamiento de masas campesinas y a la formación de cuadros. Esta actitud, en
la línea del PC. ortodoxo no atrae a los jóvenes revolucionarios. De hecho, los grupos de las FARC aumentan
poco sus efectivos y permanecen esencialmente formados por campesinos de las antiguas ‘Repúblicas
Independientes’. La ausencia actual de las FARC en la lucha armada no debería, sin embargo, hacer olvidar que
este movimiento, el mejor estructurado y el más disciplinado, constituye una fuerza potencial nada
[ 112 ]
despreciable .

[ 113 ]
En la Información Diplomática se presentaron informes sobre el surgimiento de las FARC, el ELN y el EPL .
De la misma manera hay reportes sobre los principales acontecimientos en que resultaron involucrados los
diversos movimientos guerrilleros, tales como la muerte en combate de Camilo Torres Restrepo el 15 de febrero
[ 114 ]
de 1966 , alguna de las “muertes” de “Tirofijo” y sus posteriores reapariciones, así como de las tácticas y
estrategias impulsadas por el estado colombiano para combatirlos. En este último sentido hay un permanente
interés en reproducir las cifras oficiales sobre los “éxitos” en la lucha contra la subversión.
Los recuentos sobre la historia, la estructura y las acciones de los diversos movimientos guerrilleros fueron
frecuentes en la información diplomática generada en la década de 1960. Esa información en la mayoría de los
casos reproducía las versiones oficiales, sobre todo las provenientes de fuentes militares. Y aunque a menudo
se incluye información proveniente o bien de los mismos movimientos guerrilleros o de posturas favorables a
los mismos, tales como artículos de prensa provenientes de diarios de Francia o de Cuba –nunca de prensa de
izquierda colombiana-, los puntos de vista que allí se expresan no influyen para nada en las apreciaciones
diplomáticas. Para citar un ejemplo, a raíz de los ataques contra Marquetalia se incluye el original de un artículo
[ 115 ]
publicado en el periódico Le Monde escrito por Santiago Olarte . En este artículo se analizan las
condiciones políticas y sociales en las que se desarrolla el ataque contra las supuestas “Repúblicas
Independientes”. El artículo se apoya en información periodística y académica, entre la cual sobresale el libro
[ 116 ]
la Violencia en Colombia y un artículo de análisis coyuntural de Eric Hobsbawm . Así mismo, en la
información diplomática aparece la trascripción de una emisión de Radio Habana en la cual se presenta el
programa de los campesinos de Marquetalia. Sin embargo, resulta revelador que esa información aparece al
margen, como si ella en realidad no existiera, y sobre sus afirmaciones y su contenido no se hace la más
mínima consideración, incluso da la impresión que ni siquiera hubiera sido leída. Es decir, como tal no se
consideran las fuentes que proporcionan una información diferente a la de las fuentes oficiales o de los
periódicos de la gran prensa. Esto es muy expresivo del tipo de perspectiva que predomina en los análisis
diplomáticos, es una típica historia por arriba, basado de manera exclusiva en las fuentes de los sectores
dominantes.

Para terminar, existe una pregunta que, a fuerza de circunstancias, tenía necesariamente que emerger cuando
de hablaba de los grupos guerrilleros: ¿qué razones explican su permanencia, pese a que los sucesivos
gobiernos del Frente Nacional anuncien de manera reiterada su derrota y eliminación? Sobre todo en los
últimos momentos del gobierno de Carlos Lleras Restrepo (1966-1970) y los primeros de Misael Pastrana
Borrero (a finales de 1970), reaparece continuamente esa ineludible cuestión: ¿Cómo explicar la terca
persistencia del movimiento armado en Colombia?

Cuando el embajador Francis Levasseur efectúa un balance del gobierno de “transformación nacional” de Carlos
Lleras Restrepo, recordaba que este último se felicitaba por sus “éxitos” en su lucha contra la subversión,
recalcando que las cifras de guerrilleros muertos por parte de las fuerzas gubernamentales habían alcanzado su
máximo histórico, un total de 410, así como el número de detenidos, 1155, entre 1966 y 1970 y los
movimientos guerrilleros habían sido reducidos a su mínima expresión política y militar. Luego de señalar estas
cifras, el embajador francés hace un interesante comentario con un gran significado histórico en la larga
duración:

Pese a las perdidas sufridas, pese al declive de su empresa, los rebeldes han podido renovar cada año una
parte de sus efectivos y procurarse las armas necesarias. No es la menor paradoja de la guerrilla colombiana,
siempre exterminada y siempre, como la hidra de Lerna, reconstituyendo sus efectivos (…) En este país donde
la violencia está siempre a flor de piel, el fenómeno de la guerrilla se perpetúa como un absceso crónico. Si ha
perdido su eficacia en razón del progreso del bienestar (del país) y de la determinación y eficacia del ejército
(…) sería imprudente negar toda posibilidad de reinicio de ese movimiento más o menos a largo término. Si la
situación política, económica y social viniera a deteriorarse, sin ninguna duda los guerrilleros encontrarían
[ 117 ]
nuevamente una situación favorable .

Y este mismo embajador, a finales de 1970 efectúa otra reflexión sobre el movimiento insurgente. A partir de
los datos oficiales suministrados por el Ejército, y compartiendo la visión optimista de las fuerzas armadas,
señala: “La guerrilla, que nunca se ha podido implantar en las ciudades, ha perdido progresivamente el apoyo
de poblaciones rurales. Si atrae de vez en cuando la atención de la opinión, por atentados, tomas o acciones de
sabotaje , no presenta, como en el pasado, un verdadero peligro en el plano ideológico o para el mantenimiento
del orden”. Pero, nuevamente, finaliza el análisis preguntándose por qué razones, “ante su evidente
impotencia”, la guerrilla persiste. Ante lo cual, nos dice el funcionario francés, “yo me arriesgaría a dar dos
explicaciones o, más bien, dos suposiciones”:

Una sicológica: los guerrilleros que se sienten fuera de ley no osan rendirse por miedo al castigo. Habiendo
tomado la costumbre de la vida de rebeldes, se sienten incapaces de readaptarse a la existencia civil (cf.
Mercenarios de Katanga, de Biafra y otros lugares) (…).

La otra política: es más fácil ampliar un foco guerrillero que crear otro (cf. Che Guevara). Guardando así tres
focos más o menos en vigilia, los movimientos revolucionarios disponen de bases que podrían ser reactivadas
algún día).

Concluyamos solamente que a la luz del éxito electoral de los marxistas de Chile y teniendo en cuenta la
política cada vez más “legalista” del PCC y de la URSS, las guerrillas han devenido caprichosamente anacrónicas
[ 118 ]
en Colombia .

De manera paradójica, el mismo funcionario que formulaba unas preguntas muy importantes en el largo plazo
con respecto a la persistencia del movimiento guerrillero, resultaba prisionero de hechos episódicos (y
rápidamente la historia se encargó de mostrarlo, con el desenlace nada pacífico del gobierno de Allende en
Chile) que le impidieron vislumbrar los elementos estructurales de la violencia que caracteriza a la sociedad
colombiana.
III. COMUNISMO Y CONFLICTOS SOCIALES

Desde el mismo momento en que se configura el Frente Nacional resurge la protesta social con muy diversas
expresiones y protagonistas. Como eso coincide cronológicamente con la Revolución Cubana, los políticos e
ideólogos del Frente Nacional encuentran una justificación, incluso, más que eso, una explicación a la mayor
parte de luchas sociales que se desarrollan a lo largo y ancho del país. En estas condiciones, el anticomunismo
se convierte en un parámetro central de la política durante el período que estamos analizando, sobre todo entre
1959 y1965, cuando se desempeñó como embajador Bernard de la Sabliere, quien asume como completamente
ciertos los vínculos entre la protesta social y la acción del comunismo internacional, y de su versión
latinoamericana, el “castrismo”. Desde luego, esto no quiere decir que el anticomunismo este ligado de manera
exclusiva a la Revolución Cubana pues desde mucho antes en nuestro país el anticomunismo ya había hecho
carrera, sino que un hecho tan trascendental como el que se presentó en 1959, por todas las transformaciones
que presentó, generó tanto pánico entre las clases dominantes del país que actualizó por decirlo así su
anticomunismo latente, proporcionándole una justificación inmediata en términos temporales y espaciales.

Es notable el rol central que desempeña el anticomunismo en los análisis diplomáticos, como se pone de
presente en el caso colombiano al mencionar las protestas sociales, las huelgas o las luchas estudiantiles, pero
eso es también evidente en las informaciones suministradas sobre otros países, como en Guatemala durante el
gobierno constitucional de Jacobo Arbenz en 1954. Precisamente, en este hecho que sólo presentamos como
ejemplo por lo que revela sobre el significado del imaginario anticomunista, en cuanto al brutal golpe Made in
USA los relatos de los diplomáticos franceses no se diferenciaban para nada de las posturas oficiales de los
Estados Unidos o, para ser más precisos, las reproducían al pie de la letra sin ninguna perspectiva crítica. Un
gobierno como el de Arbenz, que no sólo había sido elegido en forma democrática sino que estaba llevando a
cabo unas elementales reformas sociales y económicas, es calificado, por los funcionarios franceses, como
“comunista”, “cripto-comunista”. “títere de Moscú”, “quinta columna del comunismo internacional”, etc. Con
estos calificativos, idénticos a los empleados por los Estados Unidos, los diplomáticos se negaban a considerar
el sentido de las políticas adelantadas por Arbenz, y por eso, cuando se presenta el golpe –a todos luces
ilegitimo y antidemocrático-, lo respaldaron de principio a fin, llegando a sostener que, después de Arbenz,
Estados Unidos “no tolerará en adelante ninguna infiltración comunista en América Central”. Así mismo,
consideraron saludable el golpe criminal de la CIA, la UFCO y el Departamento de Estado porque permitió que
Guatemala “regresara a la orbita de las naciones occidentales, con las cuales había, al menos, cometido
[ 119 ]
algunas infidelidades durante los últimos años” .

Otro tanto se puede decir de los hechos de Cuba en abril de 1961, cuando se fraguó desde la presidencia de los
Estados Unidos, por medio de la CIA, la invasión mercenaria que pretendía derrocar al régimen revolucionario.
Ese intento fue aplaudido con entusiasmo por los funcionarios franceses, quienes para nada cuestionaron el
carácter ilegal y criminal de la acción de los Estados Unidos, violatorio de los más elementales principios del
Derecho Internacional y de la carta de la ONU. De la misma forma que los estadounidenses se lamentaron de
que el golpe no hubiera tenido éxito. Compartiendo la opinión de los exiliados contra-revolucionarios que
fueron estruendosamente derrotados, junto con la CIA, en Bahía Cochinos, el Embajador de Francia en los
Estados Unidos sostenía que “sólo los Estados Unidos pueden abatir a Fidel Castro y ellos deben asumir sus
responsabilidades, si desean verdaderamente que se instale en la Habana un gobierno favorable a occidente”
[ 120 ]
.

En el caso colombiano, el imaginario anticomunista de los diplomáticos se despliega con más crudeza durante
los primeros años del Frente Nacional. Por eso encontramos, que desde sus mismos orígenes, la preocupación
central de los funcionarios franceses es la de resaltar la influencia del comunismo internacional, una figura
abstracta y todopoderosa que se encuentra por todas partes, exagerando sus verdaderos alcances.

La conflictividad social, que debe ser uno de los componentes centrales de la vida democrática, no es
concebible como algo perfectamente legitimo en estas tierras sino que es el resultado de “fuerzas externas”, de
“fuerzas oscuras”, de “manipulaciones”. Así, entonces, la historia en lugar de ser vista como una lucha de
diferentes intereses, aparece como un juego maniqueo entre buenos y malos.

Lo significativo del caso radica en que el anticomunismo también se convierte en un dispositivo central de la
percepción analítica de los diplomáticos, quienes, lo mismo que las clases dominantes en Colombia y los
Estados Unidos, siempre sabrán encontrar los nexos entre comunismo y luchas sociales. Estas por lo general, y
salvo casos excepcionales, no tienen razones particulares ni causas propias, sino que se encuentran ligadas de
una manera indefectible a los intereses del “comunismo internacional”. Examinando, por ejemplo, las protestas
estudiantiles y las huelgas de trabajadores que empezaron a aflorar desde los inicios del Frente Nacional,
Bertrand de la Sabliere consideraba que la consolidación de Fidel Castro en Cuba y la difusión de las ideas
marxistas “constituyen una amenaza y un peligro permanente cada vez más reales en Colombia”. Por ende, las
[ 121 ]
huelgas obreras y las protestas estudiantiles hacen parte de una “táctica impulsada por el Kremlin” .

Pareciera, entonces, que la democracia –que en sus consideraciones generales perciben que no existe en estas
tierras- sólo es algo de lo que pueden disfrutar los franceses y los estadounidenses. Que una huelga, una
marcha de campesinos, una protesta estudiantil sea prohibida o se combata por medios violentos es visto como
algo normal en estas latitudes, porque según el imaginario anticomunista, todas estas acciones no se originan
por necesidades sentidas de la población sino que son el resultado de la acción del comunismo internacional.
Desde luego, aunque el anticomunismo se encuentre a flor de piel en los análisis efectuados por los diversos
diplomáticos, en algunos casos es mucho más evidente y acentuado que en otros. Entre los 4 embajadores
franceses que ocupan el puesto entre 1957 y 1970, Bertrand de la Sabiere, quien cubre el período que coincide
con los comienzos de la Revolución Cubana, es el más abiertamente anticomunista, mientras que Francis
Levasseur presenta una postura mucha más amplia y matizada, y, en ciertos casos, es muy cauto frente a los
señalamientos y acusaciones anticomunistas destiladas por los gobiernos y las clases dominantes colombianas.

Aunque en el periodo comprendido entre 1958 y 1970 existe alguna información sobre los conflictos sociales,
principalmente protestas en las universidades y las huelgas, tanto de sectores industriales como de servicios
públicos y bancarios, difícilmente se les analiza en sí mismas, es decir, no se consideran las características de
cada uno de los sectores en lucha ni el sentido de sus reivindicaciones y protestas. Solamente se les menciona
en la medida en que adquirieron carácter noticioso en los periódicos nacionales de Bogotá o porque
confrontaron de manera directa a diversas instancias del estado colombiano. Nuevamente, su visión es asumida
a partir de sus influencias políticas, sobre los diversos gobiernos del Frente Nacional y la respuesta de éstos, a
la que siempre, por lo demás, se le da la razón, sin ningún tipo de argumentación fundamentada. Una de las
circunstancias que más contribuye a este tipo de juicio, absolutamente sesgado e ideológico es, nuevamente, el
abierto anticomunismo de los funcionarios franceses.

Eso se observa, como para señalar algunos casos, en las informaciones concernientes a una serie de conflictos
sindicales que se presentaron desde finales de 1958 en los comienzos del Frente Nacional. Es significativo que
en los análisis diplomáticos se presente una plena coincidencia entre esas protestas y la revolución cubana, la
cual empieza a ser presentada desde su mismo origen como la responsable directa de la agitación social, y no
solo en Colombia sino en casi todos los países latinoamericanos. De ahí que el espectro “castrista” se vea
desfilar en todas las huelgas y protestas sociales que se desarrollaron en Colombia desde finales de 1958. Se
advierte que al principio, cuando todavía no se hablaba de Revolución Cubana, se ha generado un malestar
social- debido principalmente al desfase sin cesar creciente entre los precios y los salarios- en algunas
industrias y en ciertas regiones. Así, tierras no cultivadas, han “sido ocupadas ilegalmente por obreros
agrícolas sin trabajo” y las huelgas se han declarado en algunas fábricas”. Pero todas estas acciones
correspondían a acciones aisladas y espontáneas que no respondían a ningún plan premeditado. Pero, vaya
coincidencia, ya a finales de 1958 “se ha visto el nacimiento o el renacimiento de un movimiento sindical de
carácter reivindicativo que afecta las grandes empresas y algunas casas comerciales. Desde esta época, una
influencia comunista puede ser detectada en ese movimiento”.

Al principio, según el diplomático, el gobierno no intervino e incluso vio con simpatía las reivindicaciones
obreras por el creciente costo de la vida. Pero, el conflicto entre los trabajadores bancarios y la Asociación
Bancaria en mayo y junio de 1959, lleva al gobierno a declarar al sector bancario como un servicio público para
impedir la realización de huelgas. Al mismo tiempo, se presentan huelgas en diversas industrias del Valle del
Cauca y otros lugares del país, presentándose en un lapso de tres meses un total de 70 pliegos de peticiones.

“Esta actividad sindical tendía ante todo al mejoramiento de los salarios y a la lucha contra las decisiones
patronales en materia de contratos, la promoción y el licenciamiento de trabajadores. Pero, cada vez más,
abandona progresivamente el marco sindical para irrumpir en un dominio relacionado directamente con la
legislación del trabajo”. Eso se expresa en las huelgas de solidaridad en los ingenios del Valle del Cauca,
desencadenadas para protestar por el despido de 92 trabajadores. Estas protestas condujeron a una
movilización en Cali, en la que por la acción de las balas de las fuerzas del orden murieron dos obreros.
Inmediatamente, Lleras Camargo en persona, experto en este tipo de comportamiento, califico al movimiento
como una acción subversiva y comunista y justificó la expulsión de los 92 trabajadores que desencadenaron las
huelgas de solidaridad. El diplomático compartiendo al pie de la letra ese comportamiento oficial, al que
aplaude calurosamente, concluye que “la actividad sindical manifiestamente ha desbordado la sola defensa de
los obreros”, siendo “inspirada por una agitación comunista mejor organizada y más visible que en el
[ 122 ]
pasado” .

En septiembre de 1960 analizando la huelga de los trabajadores petroleros de Barrancabermeja, dice que esta
se produjo por tres razones, en su orden: 1) el ejemplo cubano; 2) impresión que se puede mejorar la situación
[ 123 ]
y 3) agitación comunista . Como se puede ver, dos de tres razones eran “externas” a la lucha de los
trabajadores, lo cual les quita cualquier legitimidad en esta visión anticomunista.

En septiembre y octubre de 1961, comentando las huelgas en AVIANCA y el sector bancario nuevamente se
recalca que por la frecuencia y duración de las protestas laborales, debe existir un “estado mayor
[ 124 ]
experimentado”, dispuesto a enfrentarse al gobierno con cualquier pretexto . En el caso de la huelga de los
trabajadores bancarios considera que, pese a las medidas represivas tomadas por el presidente Alberto LLeras
Camargo, entre las que se destacó la declaratoria de ilegalidad, no se fue al fondo del problema al no expulsar
a todos los trabajadores que participaron en la huelga, porque tal actitud contradictoria “no permite luchar
[ 125 ]
contra las influencias subversivas que se encuentran en el origen de estos problemas sociales” .

Salvo en casos aislados, los diplomáticos son cuidadosos en distinguir las razones sociales como causas
profundas de una protesta y los argumentos anticomunistas erigidos no sólo para deslegitimarlas sino para
combatirlas por la fuerza. Uno de esos casos excepcionales, se presentó en 1970 cuando Francis Levasseur
relató en forma breve la toma de tierras a los latifundistas adelantadas por proletarios agrícolas y campesinos
en ciertas regiones del país, esperando que el INCORA regularizara la operación, en nombre del principio de “la
tierra para el que la trabaja”. Ante esto,
los propietarios se rebelan y no dudan en valerse de un ‘plan comunista de agitación social’. Es cierto que el
PCC, que tiene representantes en los ‘comites pro-defensa del campesinado’, apoya este procedimiento
expeditivo. Es evidente, de otra parte, la negligencia de ciertos grandes propietarios, que engordan sus
propiedades, siendo Colombia el país del mundo, junto con la China, donde la superficie media por campesino
es la más débil del mundo, y donde muchas explotaciones son calificadas de ‘intrafamiliares’. Esto es una seria
tentación para los que soportan ‘hambre de tierras’. Como un funcionario del INCORA habría incitado a los
campesinos a actuar así, la campaña ‘anti-reforma agraria’ y ‘anti-INCORA’ ha recobrado aliento: ‘INCORA
fuente de agitación’, ha declarado el presidente de la Federación de Algodoneros.

Esos desordenes rurales no hacen más que confirmar lo bien fundados de las advertencias del BIRD y de la
OIT, según los cuales es importante acelerar la reforma agraria y darle un viraje menos ‘economicista’, menos
[ 126 ]
‘tecnocràtico’ y más social .

Una de las ambigüedades del análisis a partir de la perspectiva anticomunista radicaba en atribuirle una
importancia desmedida al comunismo en Colombia, cuando en la práctica en las ocasiones en que se hacían
referencias al PCC siempre se resaltaba que era un partido pequeño, con escasos militantes, y con escasa
influencia entre las masas. Incluso, en los momentos iniciales de la Revolución Cubana, cuando por el impacto
de este hecho podría pensarse que se generarían condiciones adecuadas para ampliar su base social, en la
información diplomática se señala que la adhesión al PCC no es nutrida en razón del peso de las tradiciones
religiosas y de la influencia bipartidista. Por eso, son muy raros los “tránsfugas que pasan del partido liberal al
PC: los puros liberales se intitulan ‘puros’, ‘limpios’ y llaman a los comunistas ‘comunes’ de una manera casi
injuriosa. Los conflictos entre ellos son generalmente agudos. La distancia es todavía más grande entre los
conservadores, muy unidos al clero, y los comunistas”. Todo esto lo llevaba a concluir que “se puede considerar
[ 127 ]
la situación como estacionaria, a excepción de una lenta campaña de infiltración y adoctrinamiento” .
Constantemente, se recalcaba que el comunismo tiene poco apoyo de masas y es respaldado solamente por
[ 128 ]
intelectuales, profesores y estudiantes de la Universidad Nacional y la Universidad Libre y se comparten
los comentarios del Departamento de Estado de los Estados Unidos que repetían que el comunismo en
[ 129 ]
Colombia estaba ligado al bandolerismo y al terrorismo .

Es importante retomar el relato sobre los movimientos comunistas, ya que el término “comunismo” en el
imaginario anticomunista tiene tal alcance que abarca prácticamente a todos aquellos que se opusieran al
Frente Nacional. A comienzos de los años sesenta esas fuerzas comunistas estaban representadas de la
siguiente forma:

Movimiento Obrero Estudiantil y Campesino (MOEC): ejerce una gran influencia entre los estudiantes. Entre
ellos se han organizado células que incluyen también a obreros y campesinos, unificando así a los tres sectores
y organizando la agitación. Estos elementos son por lo general jóvenes líderes. El MOEC ha sido desde el
comienzo una organización castrista, que reproduce por lo demás la estructura del movimiento obrero-
estudiantil que funcionaba en Cuba en relación estrecha con Fidel Castro. Ese movimiento está comprometido
en numerosas manifestaciones y huelgas de obreros y empleados de bancos. Frecuentemente, en los centros
urbanos pegan afiches en los que retoman los eslóganes cubanos contrarios a las elecciones populares.
Manteniéndose allí, prepara grupos de guerrilla a través de su organización clandestina.

La existencia de conexiones entre el MOEC y el MRL no hace dudar a nadie: numerosos miembros están
[ 130]
inscritos en las dos organizaciones y el MRL reconoce al MOEC como una de sus fuerzas .

Un buen ejemplo de las exageraciones a las que conduce el imaginario anticomunista lo tenemos en las
afirmaciones relacionadas con Gerardo Molina, por entonces rector de la Universidad Libre, y conocido por sus
posturas democráticas a partir de las cuales criticaba las medidas represivas de los gobiernos del Frente
Nacional, y en especial contra el uso de la pena de muerte no reglamentada cuando se combatía al
bandolerismo y la política de tierra arrasada contra las “Repúblicas Independientes”. Sobre este personaje se
decían este tipo de perlas:

“En relación con esta organización de fuerzas estudiantiles, trabaja muy activamente con líderes estudiantiles
comunistas un personaje de primer plano, Gerardo Molina, antiguo Rector de la Universidad Nacional y ahora
Rector de la Universidad Libre de Bogotá, fundada por los liberales pero hoy controlada por Molina y su grupo.
Él durante mucho tiempo se ha presentado como socialista pero en realidad es un comunista. Hace 17 años que
él mantiene eficazmente su labor de formación de elites universitarias, con una constancia digna de
[ 131 ]
admiración” .

Además, “esos movimientos de estudiantes están en relación permanente con el movimiento sindicalista de los
petroleros bajo la muy hábil dirección de Diego Montaña Cuellar, así como con un sector comunista que opera
en el Valle, en acuerdo directo con los jefes guerrilleros comunistas, con los cuales ellos forman un cuerpo de
[ 132 ]
lucha, de combate” .

Con esta forma de mirar a los estudiantes universitarios no era de extrañar que reprodujera, sin comentarios
críticos, las informaciones verdaderamente delirantes proporcionadas por miembros del Ejército, tales como
[ 133 ]
aquella de que el 45 por ciento de los estudiantes de la Universidad Libre eran comunistas .
FUENTES EMPLEADAS
Para la elaboración de este artículo hemos consultado las siguientes fuentes diplomáticas:

Série Amérique, Sous série Colombie, 1952-1963: comprende un total de 22 tomos, que van del Número 19 al
41. Sobresalen los tomos 24, 25, 26 y 27 destinados a los análisis sobre Politique Interieur y el tomo 28 sobre
Questions Sociales. Questions Religioses.

Série Amérique, Sous série Colombia, 1964-1970: comprende 28 tomos, que van del Número 42 al 69. Se
destaca la información de los tomos 46, 47, 48, 49, 50 y 51 sobre Politique Interieur, y el tomo 52 sobre
Questions sociales et religieuses.

Para citar la información se ha procedido así: El nombre del autor del reporte, utilizando las letras iniciales de
su nombre y apellido; el título original del reporte (en francés) que aparece en cada documento en la parte
superior izquierda y que es colocado por su respectivo autor; la fecha, primero el día, el mes en números
romanos y el año; y, finalmente, el número de Tomo, representado por la letra T.

La información que se encuentra recogida en los tomos no está foliada ni organizada cronológicamente (labor a
la que hemos ayudado durante nuestro trabajo en los Archivos), lo que indicaría que hasta el momento esa
información no había sido consultada. Cada reporte, por lo general, tiene número de página pero a veces no
está numerado. Por esta razón, la numeración de página que se emplea para referenciar la información es la
que pertenece a cada documento. Si no se cita página es que en el original no aparece.

Notas

[ 1 ]. Francis Levasseur (en adelante F.L.), Embajador de Francia en Colombia, Le


Président, la Familla, l’Eglise et l’Université, 7-XI-1968, T. 48, p. 1.

[ 2 ]. Ibid, p. 6.

[ 3 ]. F.L., Démographie colombienne, 4-XI-1968, T. 48, p. 3.

[ 4 ]. F.L., Tension sociale, 16-I-1969, T. 49, p. 5.

[ 5 ]. Notes d’actualité sur la Colombie, noviembre de 1960, T. 26, p. 15.

[ 6 ]. Ibid, pp. 15-16.

[ 7 ]. F. L., La politique intérieure colombiane: ‘péripéties’ et constantes, 10-XII-


1969, T. 50, p. 8.

[ 8 ]. F.L., Reforma du concordat, 3-X-1968, T. 52, p. 1.

[ 9 ]. F.L., Golconda, l 6-II-1969. T. 52, pp. 1-2.

[ 10 ]. F.L., Les “cures rebelles”, 24-IV-1969, T. 52, pp. 1-2.

[ 11 ]. Jean Jacques Peyronnet, Charge d’Affaires, L’eglise et la democratie


chretienne en 1969, 24-VIII-1970, T. 52, pp. 1-3.

[ 12 ]. Robert Valeur, (en adelante R.V.) De la mort de Camilo Torres, 21-II-1966,


T. 47, pp. 1-2.

[ 13 ]. R.V., Dissencions au sein du clerge colombien, 21-X-1966, T. 52, pp. 1-2.


[ 14 ]. R.V., De la nouvelle orientation de la Eglise catolique en Colombia, 6-IX-
1967, T. 52, pp. 1-2.

[ 15 ]. Jean Jacques Peyronnet, Charge d’Affaires, L’eglise et la democratie


chretienne en 1969, 24-VIII-1970, T. 52, pp. 1-3.

[ 16 ]. B.S., Problèmes colombiens, 14-VI-1963, T. 47, p. 3.

[ 17 ]. F.L., Situation politique en Colombie, 24-IX-1968, T. 48, p. 12.

[ 18 ]. B.S., Problèmes colombiens, 14-VI-1963, T. 47, p. 3.

[ 19 ]. F.L., Situation politique en Colombie, 24-X-1968, T. 48, p. 12.

[ 20 ]. Sobre el comportamiento de los cuerpos represivos de Francia en Argelia en


la época de lucha de liberación nacional, ver: Pierre Vidal-Naquet, Les crimes de
l’armée française. Algérie 1954-1962, La Découverte, París, 2001 y del mismo
autor, “L’état français el la torture”, incluido en Face à la raison d’Etat. Un historien
dans la guerre d’Algérie, La Découverte, París, 1989. Recientemente, un antiguo
general de las fuerzas especiales francesas en Argelia ha reconocido el uso
generalizado de la tortura. Tal testimonio ha despertado un miniescándolo en
Francia. Ver: Géneral Amsaresses, Services Spéciaux. Algérie 1955-1957, Perrin,
París, 2001.

[ 21 ]. B. S., Les républiques indépendantes en Colombie, 4-XII-1961, T. 26, p. 3.

[ 22 ]. B.S., Problèmes colombiens, 14-VI-1963, T. 47, p. 3.

[ 23 ]. F.L., Situation politique en Colombie, 24-X-1968, T.48, p. 4.

[ 24 ]. F.L., L’ANDI et le gouvernement Lleras, 24-IV-1969, T. 49.

[ 25 ]. F.L., Affaires Interieures, 18-XI-1970, T. 51, p. 7.

[ 26 ]. B. S, De la reforme agraire en Colombie, 3-V-1965, T. 57.

[ 27 ]. M. Doudenne, Charge de Affaires, De la violence a la ocupation des terres,


27-II-1959, T. 28.

[ 28 ]. F.L., La politique interieure colombienne: peripecias y constantes, 10-XII-


1969, T. 50, pp. 1-2.

[ 29 ]. Ibíd.

[ 30 ]. B.S., Fragilite de l’Etat colombien, 12-VIII-1960, T. 26, pp. 1-3.

[ 31 ]. F.L., La danse des candidatures presidentielles, 2-X-1969, T. 50, p. 2.

[ 32 ]. F.L., F. L., La politique intérieure colombiane: ‘péripéties’ et constantes, 10-


XII-1969, T. 50, p. 9.

[ 33 ]. F. L., Situation politique en Colombie, 24-X-1968, T. 48, p. 5.

[ 34 ]. B. S., Le système colombien, 16-X-1959, T. 25, p. 3.


[ 35 ]. Ibid, p. 5.

[ 36 ]. F.L., Situation politique en Colombie, 24-X-1968, T. 48, p. 6.

[ 37 ]. Ibid, p. 7.

[ 38 ]. B.S., Situation polítique, 30-III- 1962, T. 27.

[ 39 ]. B. S., Le general Rojas Pinilla et l’opposition, 18-IX-1961, T. 26.

[ 40 ]. Notes de actualité sur la Colombie, T. 26, pp. 8-10.

[ 41 ].B.S., Rupture du MRL avec les comunistes, 5-XII-1962, T. 27.

[ 42 ]. Des enseignements des élections: les causes du ‘raz de marée`rojiste


(suite), 19-V-1970, T. 50 pp. 6-7.

[ 43 ]. F.L., Suites des ellectiones presidentielles: LLeras contra Rojas, 23-IV-1970,


T. 50.

[ 44 ]. F.L., Situation politique. Polemiques et controverses poselectorales, 29-V-


1970. T. 50.

[ 45 ]. F.L. La politique intériure colombienne: ‘péripeties’ et constantes, 10-XII-


1969, T. 50. p. 4.

[ 46 ]. F.L. Des enseignements des élections: les causes du ‘raz de marée`rojiste


(suite), 19-V-1970, T. 50 p. 9.

[ 47 ]. F.L., Situation politique en Colombie, 24-X-1968, T. 48, pp. 7-8.

[ 48 ]. Robert Valeur, Lleras et la transformation nationale, 5-XII-1967, T. 47, p. 1.

[ 49 ]. F.L. La politique intériure colombienne: ‘péripeties’ et constantes, 10-XII-


1969, T. 50. p. 4.

[ 50 ]. Jean Louis Brisset , Charge d’Affaires de Francia, La situation interieure en


Colombie, 23-IX-1952, T. 24.

[ 51 ]. F.L. La politique intériure colombienne: ‘péripeties’ et constantes, 10-XII-


1969, T. 50. p. 5.

[ 52 ]. Ibid, p. 4.

[ 53 ]. F.L. Des enseignements des élections: les causes du ‘raz de marée`rojiste


(suite), 19-V-1970, T. 50 p. 7.

[ 54 ]. F.L. La politique intériure colombienne: ‘péripeties’ et constantes, 10-XII-


1969, T. 50.p. 7.

[ 55 ]. F.L. Des enseignements des élections: les causes du ‘raz de marée`rojiste


(suite), 19-V-1970, T. 50 p. 8.

[ 56 ]. H. I, Situation politique interieur, 22-VIII-1957, T. 25.


[ 57 ]. Jacques Suel, Chargé d’Affaires de France en Colombie, Situation intérieure
colombienne, 27-VI1-1958, T. 25, pp. 3-5.

[ 58 ]. Notes de actualité sur la Colombie, noviembre de 1960, T. 26, pp. 7-8.

[ 59 ]. Informations sur la Colombie, octubre de 1961, T. 26, p. 1.

[ 60 ]. Ibid, p. 1.

[ 61 ]. Ibid, p. 1.

[ 62 ]. Ibid, p. 2.

[ 63 ]. Ibid, p. 2.

[ 64 ]. Ibid, p. 3.

[ 65 ]. M. Doudenne, Charge de Affaires, De la violence a la ocupation des terres,


27-II-1959, T. 28.

[ 66 ]. B.S, Inquietude sociale y actividades subversives, 23-6-1960, T. 26.

[ 67 ]. Esto ha sido reiteradamente analizado por Noam Chomsky en sus diversas


obras. Ver, en particular, Mantener la chusma a raya, Editorial Txalaparta, Tafalla,
1995.

[ 68 ]. B. S., D’une controversie sur l’érradication de la violence en Colombie, 14-V-


1964, T. 46

[ 69 ]. B. S., Du demantelament des republiques independantes en Colombie, 3-V-


1964. T. 46, p. 2.

[ 70 ]. Michel Dondenne, Chargé d’Affaires de France, La Violence Lepre Sociale, 6-


VI-1959, T. 28, p. 3.

[ 71 ]. Notes sur la colombie, octubre 1961, p. 4.

[ 72 ]. B.S., Etat d’esprit du comandement des forces armées colombiennes, 7-V-


1965, T. 46.

[ 73 ]. B.S., Situation Politique, 22-III-1965, T. 46.

[ 74 ]. B.S., Situation politique, 23-VIII-1965, T. 46, pp. 1-2.

[ 75 ]. Ibid.

[ 76 ]. F.L, Liquidation d’une bande dans les Llanos, 9-IV-1968, T. 48, pp. 1-2.
(Subrayado nuestro).

[ 77 ]. F.L., Mort du chef bandolero Dumar Aljure, 14-V-1968, T. 48, pp. 1-3.

[ 78 ]. B.S., Violence, 4-VIII-1961, T. 26.


[ 79 ]. Sobre este hecho existen diversas investigaciones, entre las cuales se
pueden destacar, Fruta Amarga; Guillermo Toriello, La batalla de Guatemala, y en
la Correspondencia Diplomática sobre Guatemala también existe información
pertinente, como en el informe de Rogert Rober, Ministro de Francia en Guatemala,
Effondrement du régime Arbenz, 9-VII-1954, Serie Amérique Latine 1952-1963,
Sous Série Guatemala, T. 19.

[ 80 ].B.S., Les républiques indépendantes en Colombia, 4-XII-1961, T. 26, p. 2.

[ 81 ]. Ibid, p. 3.

[ 82 ]. B.S., Du démantèlement des républiques indépendantes en Colombie, 3-


VII-1963, T. 46, p. 2.

[ 83 ]. Ibid, p. 4.

[ 84 ]. Ibid, p. 6.

[ 86 ]. Ibid, p. 8.

[ 87 ]. Ibid, p. 9.

[ 88 ]. B.S., Evolution de la violence en Colombie, 30-VI1-1965, T. 46, pp. 3-7.

[ 89 ]. B.S., Du bandolerismo en Colombie, 24-XI-1964, T. 46, p. 2.

[ 90 ].B.S., Situation colombienne a la vieille de ramiennement ministeriel, 23-IV-


1963, T. 27.

[ 91 ]. B. S, D’une controverse sur la repression de la violence en Colombie, 24-V-


1964, T. 46.

[ 92 ]. R.V., De certains excès du maintien de l’ordre, 30-VI-1966, T. 47, pp. 1-2.

[ 93 ]. Notes sur la colombie, octubre 1961, p. 4.

[ 94 ]. B. S., La lutte contre le brigandage en Colombie et nos méthodes, 10-VII-


1959, T. 28.

[ 95 ]. Jacques Tomas. Charge d’Affaires de France en Colombie, D’ une


declaration américaine sur la lutte contre la violence, 22-V-1964, T. 46, p. 2.

[ 96 ]. Ibid, p. 3.

[ 97 ]. B.S., Evolution de la violence en Colombie, 30-VII-1965, T. 46, p. 4.

[ 98 ]. B.S., Evolution de la lutte contre la violence, 17-IV-1964, T. 46, pp. 1-2.

[ 99 ]. Robert Valeur, Incidents dans Bogota, 12 –IV-1966, T. 47, pp. 1-2.

[ 100 ]. F. L., Emeutes à Lorica, 13-III-1969, T. 49, pp. 1-2.

[ 101 ]. F. L., Situation politique, 4-III-1970, T. 50, pp. 1-2.


[ 102 ]. Jean-Jacques Peyronnet, Scandales et malaise dans l’armée, 10-XI-1970,
T. 51, p. 2.

[ 103 ]. F.L., Politique intériure, 26-II-1970, T. 50, p. 3.

[ 104 ]. B. S., Telegrama, 8-II-1965, T. 46.

[ 105 ]. Notes d’actualité sur la Colombie, noviembre 1960, p. 16.

[ 106 ]. Ibid, p. 17

[ 107 ]. Informatios sur la Colombie, octubre 1961, T. 26, p. 9.

[ 85 ]. Ibid, p. 7.

[ 108 ]. Notes d’actualité sur la Colombie, noviembre 1960, T. 26, p. 16.

[ 109 ]. Bruno de Leusse, Embajador de Francia en Estados Unidos, Telegrama,


Wasghinton, 28-VII-1965, T. 46.

[ 110 ]. R.V. Telegrama, 6-V-1967, T. 47.

[ 111 ]. B. S., Pouseé comuniste en Colombie, 6-IV-1965, T. 46.

[ 112 ]. Secretariat General de la Defense Nationale, Les mouvements


revolutionnaires en Colombie, Paris, 11-VIII-1970, T. 51, pp. 1-4.

[ 113 ]. Sobre la fundación de las FARC: R. V., Réaparition du Guerrillero “Tiro


Fijo”, 27-VIII-1966, T. 47; sobre el ELN, B.S, Activité de la organization dite
Armée de Liberation Nationale en Colombie, 13-I-1965, T. 46; F.L., sobre el EPL,
de nouveaux foyers de guerrillas dans le nord de pays, 16-I-1968, T. 48.

[ 114 ]. R. V, De la mort de Camilo Torres, 21-II-1966, T. 47, pp. 1-7.


Posteriormente señaló que una persona próxima a Camilo le había manifestado que
éste fue llevado a la guerrilla por Moron y que no murió en combate sino que fue
torturado por el Ejército durante tres días antes de ser ejecutado. Concluye,
diciendo que su muerte fue bien acogida por todo el mundo, el clero, los partidos
tradicionales y la izquierda que Camilo “molestaba por sus proyectos y su ímpetu”.
R. V., Nouveaux details sur la mort de Camilo Torres, 4-IX-1966, T. 48, pp. 1-2.

[ 115 ]. Santiago Olarte, “Equipée avec du matériél américan. Armée colombienne


tente de réduire ‘les républiques paysannes indépendantes”, Le Monde, enero 31 de
1965 y febrero 2 de 1965.

[ 116 ]. Eric Hobsbawm, “La situación revolucionaria en Colombia”, La


Documentation Francaise. Articles y Documents, No. 01438, septiembre 26 de
1963.

[ 117 ]. F. L, Bilan du gouvernement de “transformation nationale, 11-VIII-1970, T.


51, pp. 19-20.

[ 118 ]. F.L., Lutte contre la subversión, 30-XII-1970, T. 52.


[ 119 ]. Rogert Rober, Ministro de Francia en Guatemala, Effondrement du régime
Arbenz, 9-VII-1954, Serie Amérique Latine 1952-1963, Sous Série Guatemala, T.
19, p. 11 (subrayado nuestro).

[ 120 ]. Herve Alphand, Embajador de Francia en Estados Unidos, Les Etats-Unis et


l’échec de la tentative d’invasion de Cuba, Wasghinton, 28-IV-1961, en Crise
Americaina-Cubaine, T. 134B. (subrayado nuestro).

[ 121 ]. B. S., Inquietude sociale et activites subversives, 23-VI-1960, T. 26.

[ 122 ]. B. S., Conflict sociaux en Colombie, 18-VII-1959, T. 28, p. 5.

[ 123 ]. B.S, Le mois de septembre en Colombie, 8-VIII-1960, T. 26.

[ 124 ]. B.S, Le mois de septembre en Colombie, 9-X-1961, T. 26.

[ 125 ]. B.S., Greve des employés de Banque, 17-X-1960, T. 28.

[ 126 ]. F. L, Affaires Interieures, 18-XI-1970, T. 51, pp. 6-7.

[ 127 ]. Informations sur la Colombie, octubre de 1961, p. 3.

[ 128 ]. B.S., Le mois de mars en Colombie, 12-IV-1962, T. 27.

[ 129 ]. Opinion du Département d’Etat sur la situation en Colombie,, Wasghinton,


31-I-1963, T. 27.

[ 130 ]. Informations sur la Colombie, octubre de 1961, pp. 6-7.

[ 131 ]. Ibid.

[ 132 ]. Ibid.

[ 133 ]. B.S., Evolution de la violence en Colombie, 30-VII-1965, T. 46, p. 6.

Anda mungkin juga menyukai