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Las Emergencias y el Sistema de Salud.

La tragedia que vivieron algunos salvadoreños con el accidente de tránsito ocurrido


recientemente y muy lamentable por cierto, deja en evidencia muchas deficiencias en
varios sectores y nuevamente la pregunta en el aire de ¿hasta cuándo?

Sin embargo, de todos estos temas me llamo mucho la atención nuestro sistema de
emergencias y el sistema de salud en acción. En el sentido de que la prevención es la
mayor apuesta para evitar o eludir ciertas dolencias personales o grupales.

Obviando la responsabilidad del viceministerio de transporte, la señalización por parte


del fovial y/o MOP, de los transportistas empresarios que velan por el mantenimiento de
sus unidades y por el personal que contratan, de las aseguradoras que velan por los
daños a terceros, por la policía que está pendiente de lo que ocurre en las diferentes
carreteras del país, por los puestos de supervisión que deberían de existir para garantía
de los usuarios, de la educación en seguridad vial que se brinda a la población general,
etc. Centrémonos un poco en la salud.

Se dice que la mejor atención que recibe una persona lesionada es la atención de los
primeros auxilios, ya que esto ha ayudado a salvar más vidas, que el mero hecho de su
traslado a un centro especializado. Conociendo además, la clasificación adecuada de las
victimas para su pronta atención, generando con esto un orden en la atención y
efectividad de la misma.

Por supuesto que es también correcto contar con un sistema de comunicación adecuada
entre los miembros del sistema de emergencia para su coordinación y ejecución de las
actividades a realizar, facilitando así la preparación de los diversos centros de atención;
tanto en insumos médicos como de su personal adecuado para su recibimiento.

El día de la tragedia se volvió a cometer los mismos errores de siempre. Un desorden,


además del desorden ocasionado por el accidente, por falta de conocimiento de la
población que se encontraba en el lugar de los hechos y que aunque su humanismo les
llamaba a brindar su ayuda a como diera lugar, en ciertas circunstancias se pueden
volver en un daño mucho mayor. Pero eran los primeros en el lugar y algo se tenía que
hacer.

El lugar más cercano y con un gran número de personal y equipo de diversa índole que
pudo haber colaborado a solventar parte de lo ocurrido, es el puesto del ejercito
conocido como caballería, y que a través de sus medios de comunicación pudieron
solicitar la asistencia de un medio de transporte más eficaz, como la ayuda de la fuerza
aérea; ya que contamos además con una pista de aterrizaje de emergencia en la zona,
acortando así el tiempo de traslado y de daño secundario por el transporte terrestre, si es
que el trafico de la mañana de un día lunes no se lo impedía.
Los cuerpos de socorro en su totalidad, no cuentan con una capacidad de resolución en
transporte de lesionados de tan gran magnitud, el ministerio de salud tiene desplegado
sus medios de transporte en diversos lugares que es casi imposible reunirlos en un solo
lugar de forma inmediata. Para hacernos una idea, se dice que eran alrededor de 100 las
personas que necesitaban ayuda. Si a esto le asignamos a dos personas por unidad de
transporte por sus diversas lesiones, estamos hablando de más o menos 50 vehículos
para realizar dicha faena. Recordemos también que, no son bultos los que transportan
sino a seres humanos lesionados que necesitan atención inmediata antes, durante y
después del transporte.

Los insumos médicos y personal capacitado para la atención de forma precisa en estos
momentos de tragedia son muy valiosos, pero nuestra realidad demuestra que es una
utopía para las victimas contar con este tipo de atención.

Ya en los centros de salud, la capacidad de reacción mejora notablemente desde el


punto de vista del personal que labora en ellos, pero para reaccionar ante una magnitud
tal se necesita de una comunicación fluida desde el punto del accidente hasta el centro
de atención, sin distingo de responsabilidad institucional (MSPAS e ISSS). Todo esto
para estar preparados y en espera del arribo de cada una de las victimas a atender, desde
los insumos médicos hasta el personal en su totalidad dedicados a atender la tragedia,
sin distingos de especialidad médica ya que en este país, todos y sin excepción tienen
conocimientos básicos de atención de traumas en general.

Pero parece que todo esto vuelve a fallar, desde cualquier punto que se quiera partir para
su revisión y lograr una mejoría en la atención de tragedias de diverso índole. Culpables
somos todos de forma directa e indirecta, aunque nuestra intención sea la de solventar
las dolencias y evitar generar más dolor a las víctimas. Por lo que nuevamente la
cuestión de ¿HASTA CUANDO?

Westenberg Lara Ochoa.

Medico

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