REFORMA EDUCATIVA:
¿QUIÉN LA EVALÚA?
Seguimos pensando que no es sólo cuánta
plata sino CÓMO Y EN QUÉ se gasta.-
Después de 17 años de reformas en la educación, desde que salimos de
la dictadura, se nos sigue diciendo que se apunta a la equidad, la igualdad de
oportunidades, la política de educación compensatoria para los que menos
tienen, el aumento de la carga horaria en aras de la “modernidad” que nos
permite adquirir las mejores herramientas en este mundo globalizado, la
capacitación que nos permitirá acceder al tan ansiado empleo al llegar a
adultos, (lástima que se olvidan que tenemos profesionales universitarios,
docentes, egresados de escuelas técnicas, etc. FORMADOS ADEMÁS DE
CAPACITADOS, SIN TRABAJO). También se afirma que todo lo hecho
persigue el abatimiento de la repetición, el control y la disminución de la
deserción y por sobre todo, la mejora de la calidad de la educación. Ese ha
sido el discurso oficial.
Esa plata viene condicionada: Mayor número de niños por clase. Mayor
carga horaria de los docentes (trabajo los sábados). Unidades de medición de
resultados educativos centralizadas por rama, Primaria, Secundaria etc. Dando
cuenta de estos resultados a los dueños de la plata. Tercerización de servicios
(limpieza, mantenimiento, alimentación escolar), todo esto en el marco de la
política de achicamiento del Estado, de tal modo que en los últimos ocho años
se perdieron 2000 cargos de funcionarios sólo en Educación Primaria, ya que
se produjeron las vacantes por jubilación, fallecimiento etc. y no se llenaron
nuevamente. En el discurso: “Mejorar la calidad de la alimentación y los
servicios” “Abaratar los costos”. “Mejorar el rendimiento de los funcionarios, que
cuando están presupuestados no trabajan”. “Aliviar a los Maestros Directores,
para que puedan hacer realmente la tarea docente que les compete”. No
podemos negar que el discurso es, por lo menos, entrador.
¿Qué pasa con los hechos? ¿Qué dice de esto la porfiada realidad?
4.- Ingresos mensuales de más de U$S 3.000 (tres mil dólares) por mes,
nunca menos de U$S 1.500, señalan una actitud bastante liviana de la
autoridades.