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Con el acto legislativo 01 de 1986 se aprobó por primera vez en Colombia la elección popular de
alcaldes, esto representó un paso fundamental para la democracia participativa. Puesto que en
años anteriores, era el ejecutivo quien elegía a nuestros alcaldes; lo que significaba que personas
ajenas a la región llegarán al poder, sin tener pleno conocimiento de las necesidades de la
población que iba a gobernar; y en muchos casos desconociendo aspectos importantes de la vida
económica, social y cultural de la región, circunstancias que perjudicaron por mucho tiempo al
constituyente primario.
Incluso, en muchas partes de Colombia han llegado al poder personas negligentes, que no tienen
la capacidad suficiente para administrar un municipio, evadiendo sus responsabilidades que como
alcalde les corresponde.
Ahora bien, cabe preguntarse sí ¿estoy de acuerdo o no con la elección popular de alcaldes?, claro
que estoy de acuerdo. Porque no solo se ha fortalecido el voto popular, sino que ha permitido que
nuevas fuerzas políticas lleguen al escenario de la democracia local, y ha despertado interés en la
juventud hacia la participación política.
Porque se ha logrado más control ciudadano hacia la gestión pública, ya que el constituyente
primario se ha vuelto más crítico frente la implementación y evaluación de las políticas públicas, y
programas de gobierno.
Así pues, lo que se tiene que hacer es rescatar esta figura, y devolverle su imparcialidad, creando
garantías constitucionales y legales, con el fin de suprimir aquellos factores negativos que
pretenden desnaturalizarla. Además es importante educar al pueblo respecto a las implicaciones
del voto popular a conciencia, pues es este el principal afectado por la mala administración
pública.
En fin, hay que trabajar en pro de la democracia participativa, y devolver leal pueblo su soberanía,
haciéndolo consciente de que el poder no reside en sus dirigentes, sino en el mismo; pues, por
eso recibe el nombre de constituyente primario.
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