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UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

CICLO BÁSICO COMÚN


ASIGNATURA: Ciencia Política

PROFESOR TITULAR: Mario Pecheny (mpecheny@retina.ar)


PROFESORES ADJUNTOS: Sergio Emiliozzi y Martín Unzué
JEFAS DE TRABAJOS PRACTICOS: Alejandra Díaz y Emilia Castorina
AYUDANTES DE PRIMERA: Adrián Hermoso, Ana Natalucci, Diego Martínez,
Francisco Romero, Hernán Borisonik, Jimena Montaña, Juan Carlos Quintana,
Melina Vázquez, Nicolás Freibrun y Renata Hiller.

CUATRIMESTRE Y AÑO: 1° - 2011


CARGA HORARIA: 4 horas por semana
DURACIÓN: 16 semanas

Finalidad de la asignatura
La asignatura aspira a introducir críticamente los conceptos fundamentales de la
ciencia política, en el marco de distintos enfoques y modelos en ciencias sociales,
centrándose en problemas políticos contemporáneos.

Objetivos
1. Ofrecer una visión básica y global de los conceptos fundamentales de la ciencia
política así como un panorama de la historicidad y pluralidad de enfoques
2. Introducir los lenguajes y conceptos básicos de la ciencia política en el marco de las
ciencias sociales
3. Introducir al conocimiento y la reflexión acerca de algunas de las posiciones teóricas
y epistemológicas predominantes en la ciencia política
4. Introducir al conocimiento de los rasgos básicos que caracterizan al Estado y
sistema político argentino contemporáneo, en el contexto latinoamericano y
mundial
5. Fomentar el análisis y la argumentación crítica
Modalidad de trabajo en aula
Se alternan clases expositivas con clases participativas de trabajo sobre textos y sobre
determinados problemas políticos

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Modalidad de evaluación
Se toman dos exámenes parciales presenciales, según la normativa de calificación,
aprobación y promoción de las materias “promocionales con examen”. La aprobación y
promoción incluye asistencia mínima a las clases del 75%. Con 7 o más de promedio, la
materia se promociona. De 4 a 6 de promedio, se aprueba la materia y se rinde final
oral o escrito, el cual se aprueba con nota 4 o más, que el conjunto de la Cátedra toma
en una única fecha. Con menos de 4 de promedio se recursa la materia.
Quienes deseen rendir la materia en calidad de libres deberán incluir como obligatoria
la bibliografía complementaria. Antes de cada turno de examen los alumnos libres
recibirán una charla informativa. La fecha se fijará oportunamente y se podrá consultar
en el departamento de alumnos.

Programa analítico desarrollado por unidades


La bibliografía que figura como obligatoria es común para todos los
cursos. Los contenidos de la materia incluyen además las clases dadas
por el cuerpo docente y la bibliografía que cada docente a cargo del
curso pudiera determinar.

Unidad 1 - La definición de lo político


Definiciones. La conformación de lo político. La vida pública y la vida privada. El
mundo moderno. Ciudadanía.
Unidad 2 - El estado en el pensamiento político moderno
El Estado moderno. Derechos individuales y soberanía política en los
pensadores contractualistas: Hobbes, Locke, Rousseau. John Stuart Mill y el
estado liberal. Liberalismo, mercado y política. Crisis y crítica al estado liberal:
la concepción marxista. Transformaciones y problemas en el Estado
contemporáneo.
Unidad 3 - El poder
Distintas concepciones del poder. Maquiavelo y la política. El problema de la
legitimidad. Relaciones entre poder, ética y política. Poder y dominación.
Fuentes de poder político: coerción y consenso. Relaciones de fuerza. Las
tecnologías de poder: la sociedad disciplinaria. Los cuerpos en el tiempo y en el
espacio. Del castigo al control y la vigilancia. El control social a fin de siglo.
Unidad 4 - Teoría y práctica de la democracia. Problemas políticos
contemporáneos en Argentina
Régimen político y formas de gobierno. Definición mínima de democracia.
Democracia representativa y democracia directa. Crisis de representación.
Delegación. Democracia y desigualdades sociales. Dificultades para la
consolidación democrática en Argentina y América Latina. Ciudadanía y
exclusión. Las crisis y la aparición de nuevos actores sociales. Problemas y
tendencias contemporáneos.

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Bibliografía obligatoria y complementaria discriminada por unidad

Unidad 1 - La definición de lo político


Definiciones. La conformación de lo político. La vida pública y la vida privada. El
mundo moderno. Ciudadanía.
Bibliografía obligatoria:
1. Texto incluido en este programa.
2. UNZUÉ M.: “Democracia clásica, ciudadanía y polis”, en AAVV, La Política en
Conflicto. Reflexiones en torno a la vida pública y la ciudadanía, Buenos
Aires, 2004.
3. CASTORINA E.: “La Política vs Lo Político. Una revisión ideológica de los
fundamentos de la cultura política occidental” y/o EMILIOZZI S.: “Vida pública
y ciudadanía en los orígenes de la modernidad. Consideraciones teóricas e
históricas”, en AAVV, La Política en Conflicto. Reflexiones en torno a la vida
pública y la ciudadanía, Buenos Aires, 2004.

Bibliografía complementaria:
a. SCHUSTER F. “Prólogo”, EMILIOZZI S., PECHENY M. y UNZUE M. (comps.)
La dinámica de la democracia: Representación, instituciones y ciudadanía
en Argentina, Buenos Aires, 2007.
b. LECHNER N.: “Especificando la política”, en Obras escogidas: Crisis del
Estado en América Latina, Santiago de Chile, 2006.
c. KANDEL V.: “La Universidad como espacio público” en La Política en
Conflicto. Reflexiones en torno a la vida pública y la ciudadanía, Buenos
Aires, 2004.
d. GARCÍA RAGGIO A.M.: “Ciudadanía y política en el orden global
emergente” MIMEO.
e. Texto introductorio basado en:
a. Bobbio, Norberto: Diccionario de Política, México, 1982
b. D’Alessandro, Martín: Algunas notas introductorias sobre la Ciencia
Política, Revista Post Data Nº 5, Bs. As. 1999
c. Pasquino, Gianfranco: Manual de Ciencia Política, Bs. As. 1986
d. Pinto, Julio: Introducción a la Ciencia Política, Bs. As. 1994
e. Wolin, Sheldon: Política y Perspectiva, Bs. As. 1960

Unidad 2 - El estado en el pensamiento político moderno


La política y el Estado moderno. Derechos individuales y soberanía política en
los pensadores contractualistas: Hobbes, Locke, Rousseau. John Stuart Mill y el

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estado liberal. Liberalismo, mercado y política. Crisis y crítica al estado liberal:
la concepción marxista. Transformaciones y problemas en el Estado
contemporáneo.
Bibliografía obligatoria:
4. GARCIA RAGGIO A.M.: La dinámica de los derechos en el pensamiento
político moderno, Buenos Aires, 1996 .
5. HOBBES T.: El Leviatán; LOCKE J.: Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil;
ROUSSEAU J.J.: El Contrato Social, selección de capítulos a cargo de la
cátedra.
6. MILL J.S.: Sobre la libertad, Cap.1.
7. BOBBIO N.: “Marx y el Estado”, en Ni con Marx ni contra Marx, México, 1999.
8. UNZUÉ M.: “Nueva racionalidad en el estado poskeynesiano: una revisión de
la relación de lo público y lo privado”, en Revista Periferias, No 1, Buenos
Aires, 1996.

Bibliografía complementaria:
f. ABAL MEDINA J. M. y NEJAMKIS F.: “Modelos de Política: una mirada desde
el Estado y la Ciudadanía en clave latinoamericana”, La Política en
Conflicto. Reflexiones en torno a la vida pública y la ciudadanía, AAVV,
Buenos Aires, 2004
g. MILIBAND R.: “Marx y el estado” en La evolución del estado en el
pensamiento político, Subirats y Vilanova (comp.), Barcelona, 1981.
h. WALZER M.: “El liberalismo y el arte de la separación”, en Revista
Opciones, No 16, 1989

Unidad 3 - El poder
Distintas concepciones del poder. Maquiavelo y la política. El problema de la
legitimidad. Relaciones entre poder, ética y política. Poder y dominación.
Fuentes de poder político: coerción y consenso. Relaciones de fuerza. Las
tecnologías de poder: la sociedad disciplinaria. Los cuerpos en el tiempo y en el
espacio. Del castigo al control y la vigilancia.
Bibliografía obligatoria:
9. UNZUÉ M.: “Una Mirada introductoria sobre la obra de Nicolás Maquiavelo”,
en García Raggio A.M. comp.: Del poder del discurso al discurso del poder,
Buenos Aires 2001 y MAQUIAVELO N.: El Príncipe, selección de capítulos a
cargo de M. Unzué, ibídem.
10. WEBER M.: La política como vocación y/o CASTORINA E.: “El concepto de
poder político en la obra de Max Weber”, en García Raggio A.M. comp. : Del
poder del discurso al discurso del poder, Buenos Aires, 2001.
11. PORTELLI H. “La superestructura del bloque histórico”, en Gramsci y el
bloque histórico, México, 2007 (p.13-43) o PORTANTIERO J.C.: “Estado y crisis
en el debate de entreguerras”, en Los usos de Gramsci, México, 1981.

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12. EMILIOZZI S.: “Michel Foucault: una aproximación en torno al concepto de
poder”, en García Raggio A.M. comp. : Del poder del discurso al discurso del
poder, Buenos Aires, 2001.

Bibliografía complementaria:
i. FOUCAULT M.: Un diálogo sobre el poder, Buenos Aires, 1990.
j. FOUCAULT M.: “El Panoptismo”, en Vigilar y Castigar, Buenos Aires, 1989.

Unidad 4 - Teoría y práctica de la democracia. Problemas políticos


contemporáneos en Argentina
Definición mínima de democracia. Democracia representativa y directa. Crisis
de representación. Democracia y desigualdades sociales. Dificultades para la
consolidación democrática en Argentina y América Latina. Ciudadanía, crisis y
exclusión. Problemas contemporáneos.

Bibliografía obligatoria:
13. BOBBIO N.: “Democracia representativa y democracia directa”, en El futuro
de la democracia, México, 1986.
14. O’DONNELL G.: “Estado, democratización y ciudadanía”, en Revista Nueva
Sociedad, No 128, nov.- dic. 1993.
15. EMILIOZZI S., PECHENY M. y UNZUE M. comps.: La dinámica de la
democracia: Representación, instituciones y ciudadanía en Argentina,
Buenos Aires, 2007,
Capítulos seleccionados por el/la docente en cada comisión entre los siguientes:
• UNZUE M. “En torno al origen de la idea de democracia representativa”.
• CASTORINA E. “¿Transición democrática o transición neo-liberal?”.
• FREIBRUN N. y GONZALEZ CARVAJAL M.L. “La democracia en tres tiempos:
itinerario de un concepto y una práctica. De la recuperación democrática a
diciembre de 2001”.
• RINESI E. “Representatividad, legitimidad, hegemonía. Los dilemas de la
representación política después del desbarajuste”.
• IAZZETTA O. “Los rostros del decisionismo en Argentina. Revisando el debate
de los 90 sobre la democracia”.
• LEVITSKY S. y MURILLO M.V. “Teorías sobre instituciones débiles: Lecciones
del caso argentino”.
• CALVO E. “Apuntes para entender la actividad Legislativa en el Congreso de
la Nación Argentina”.
• EMILIOZZI S.F. “Política, instituciones y ciudadanía en los procesos de
integración regional. El caso del Mercosur”.

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• PECHENY M. “La ciudadanía sexual: derechos y responsabilidades relativos a
la sexualidad y el género”.

Bibliografía complementaria:
k. SVAMPA M.: La sociedad excluyente- La Argentina bajo el signo del
Neoliberalismo, Capítulos 3 y 9, 2005.
l. BOBBIO N.: “El futuro de la democracia”, en El futuro de la democracia,
México, 1986.

INTRODUCCIÓN A LA MATERIA “CIENCIA POLÍTICA” – PROGRAMA 1ER


CUATRIMESTRE DE 2011

La ciencia política es una actividad (una profesión) y un conjunto de textos:


aquello que dicen y escriben quienes hacen ciencia política.
Personas y textos conforman una disciplina identificable y reconocida, que se ha
institucionalizado en congresos, revistas y publicaciones, así como en materias,
departamentos y carreras en universidades. Como toda disciplina científica, la
ciencia política tiene un objeto, es decir, algo de lo cual se ocupa; y
metodologías, es decir, maneras aceptadas de ocuparse de ese objeto.
La ciencia política, en pocas palabras, se refiere al estudio y a la reflexión
sistemática sobre la política, tareas que deben hacerse siguiendo algunos
requisitos mínimos, tales como que haya coherencia lógica en lo que se dice y
escribe, y que las afirmaciones se sustenten en informaciones y datos
comprobables.

Metodologías
Hay acuerdo en que existen requisitos, es decir criterios o métodos científicos
que permiten separar aquellos textos considerados “de ciencia política” de
aquellos que no lo son. Pero no hay acuerdo en cuáles son esos requisitos. Por
el contrario, hay muchas posturas sobre “cómo” hacer ciencia política.
Respecto de los métodos y técnicas: Para algunos, los requisitos para que un
trabajo o un texto sea considerado de ciencia política (y no, por ejemplo, de
periodismo político) son muy estrictos y definidos, incluso se indican requisitos
iguales o similares a los que usan quienes hacen física o biología. Para otros, los
requisitos no son tan estrictos. O son estrictos, pero muy diferentes de los que
se usan en ciencias naturales – ya que las ciencias sociales tienen por objeto

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personas que actúan según sus razones, pasiones e intereses: las ciencias
sociales buscan comprender las acciones e interpretar esas razones, pasiones e
intereses, y no sólo (o principalmente) explicar los fenómenos por sus causas.
Hay perspectivas teóricas y metodológicas, que apuntan a medir, contar,
cuantificar, comparar los fenómenos; y otras perspectivas apuntan a
comprender, entender, de manera más cualitativa, los fenómenos. También
pueden combinarse perspectivas.
Hay quienes piensan que la génesis histórica de los fenómenos, y/o aprender
del pasado, es fundamental, pero hay quienes piensan que es más importante
entender cómo funcionan hoy y qué resultados tienen las estructuras actuales,
más allá de dónde vienen y cómo llegaron a ser lo que son.
Y hay quienes sostienen que, para explicar los fenómenos políticos, es necesario
examinar qué hacen los individuos, y por qué razones, ya que en última
instancia sólo las personas “hacen” cosas; las instituciones no actúan, sino las
muchas personas, los individuos, que forman parte de ella. Mientras otros
sostienen que lo que haga o piense un individuo aislado es irrelevante, no tiene
importancia, ya que los procesos y los efectos que realmente impactan en la
sociedad son los producidos por, o mediante, grandes estructuras, como el
Estado, los grupos económicos o los partidos políticos.
Las técnicas de investigación son modos e instrumentos para poner en práctica
los métodos (requisitos o criterios). Por ejemplo, decimos que las afirmaciones
deben sustentarse en informaciones: esas informaciones pueden recabarse
mediante entrevistas, encuestas, recopilación y sistematización de fuentes
(como las transcripciones de los debates parlamentarios o los artículos de
diarios), comparación de resultados electorales, etc. Algunas técnicas son más
sencillas, otras son más sofisticadas.
Respecto de los valores: Algunos sostienen que para hacer ciencia política hay
que dejar los valores y posturas personales, mientras que para otros esto sería
algo deseable pero imposible. También hay quienes sostienen que dejar de lado
los valores es posible, pero no es algo deseable. Y, finalmente, muchos
consideran que sólo puede hacerse ciencia política si se asume el lugar
particular (histórico, ideológico, biográfico) desde donde se pretende explicar y
comprender los fenómenos políticos y sociales.
Estas y otras diferencias respecto del “cómo” hacer ciencia política, dan lugar a
las distintas escuelas, corrientes, tendencias, algunas de las cuales son
consideradas centrales y están más en boga, y otras son consideradas menos
centrales o incluso marginales.
Aquí sostenemos la idea del pluralismo teórico y metodológico, es decir que es
bueno considerar y conocer la variabilidad para encontrar aquellas perspectivas
que mejor nos convenzan y que mejor iluminen los fenómenos que queremos
explicar y/o comprender.
En la ciencia política, como en otras ciencias sociales, conviven múltiples
teorías, sin querer decir con esto que cualquier teoría sea tan válida como
cualquier otra. Por el contrario, la solidez y la consistencia de cada teoría y
abordaje se manifiesta en su capacidad para describir, comprender y explicar la

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mayor cantidad de fenómenos políticos, y en la mayor profundidad y
complejidad, y se consolida en la discusión con otras teorías y abordajes.
Cada teoría posee un conjunto de conceptos y categorías que pueden ser
entendidos como una red que se arroja para apresar fenómenos políticos, que
luego son recogidos y distribuidos de un modo que cada pensador o pensadora
considera pertinente. En ese procedimiento, cada autor o autora elige una
determinada red y la arroja a un sitio por él o ella seleccionado.
Sheldon Wolin, en un libro titulado Política y perspectiva, grafica este proceso
con el caso de Hobbes, autor del Leviatán: “Para un filósofo como Hobbes, que
vivió la agitada vida política de Inglaterra del siglo XVII, la tarea urgente del
filósofo político consistía en definir las condiciones necesarias para un orden
político estable. […] Esta categoría de paz u orden pasó a ser en su filosofía, un
centro magnético que atrajo a su órbita únicamente los fenómenos que Hobbes
consideró pertinentes para el problema del orden. Omitió, o señaló apenas,
muchas cosas: la influencia de las clases sociales, los problemas de las
relaciones exteriores, las cuestiones de administración gubernamental, etc.”
En otras palabras, Thomas Hobbes, cuyas ideas acerca del contrato político se
estudiarán en la Unidad II, de entre todas las preocupaciones clásicas, centró su
reflexión en el tema del orden político y la fundamentación y mantenimiento de
una autoridad legítima. Otras preocupaciones anteriores o posteriores, como la
justicia o la virtud, fueron secundarias para su análisis.
El uso de determinados conceptos y categorías excluye el uso de muchos otros.
Si bien muchos pensadores y pensadoras de la política combinan categorías y
conceptos de distintas teorías, y componen una mirada propia, el límite siempre
pasa por evitar las contradicciones o incoherencias.

¿Qué estudia la ciencia política? ¿Cuál es su objeto?


No hay acuerdo, pues, en las metodologías. Pero menos acuerdos hay sobre el
objeto, sobre qué es la política como campo y como actividad; hay muchas
posiciones sobre qué son, o cuáles son, los fenómenos sociales considerados
como fenómenos políticos.
Para empezar, puede distinguirse lo político, como espacio material y simbólico
en el cual los miembros de las sociedades van procesando sus diferencias sobre
cómo vivir juntos/as, con qué reglas, con qué mecanismos para acceder a los
distintos bienes, con qué maneras determinar quién decide qué y cómo, y sobre
qué cuestiones se toman las decisiones públicas, las decisiones que afectan a
todos/as o a muchos/as.
Este espacio de lo político varía según las épocas, los contextos, los tipos de
orden social, y los puntos de vista.
Algunos sostienen que lo político debe ser muy reducido: por ejemplo, lo político
debe dejar afuera las cuestiones económicas – que le corresponderían al
mercado – o las cuestiones personales – que serían exclusivas de la intimidad
de las personas.
Para otros lo político es un espacio amplio, en el cual una diversidad muy
grande de personas y grupos debería participar, y en el cual una diversidad muy

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grande de temas de la vida social deberían debatirse y ser objeto de luchas. En
esta visión, dado que las relaciones de poder determinan los distintos aspectos
de las vidas de las personas, se considera que participar (y pelearse) en la
definición de tales relaciones es fundamental para que cada uno/a, cada grupo,
pueda contribuir a definir las condiciones de su propia vida.
La política corresponde al conjunto de actividades que individuos y grupos
desarrollan es ese espacio considerado político. Afuera quedarían, pues, las
actividades consideradas no políticas, como las actividades privadas o
personales. Pero ¿hay actividades que sean, totalmente, no-políticas?
Preguntado de otra manera, ¿hay actividades que no produzcan efectos en las
relaciones de poder que afectan la vida propia y las vidas de los demás? ¿hay
actividades que no dependan de las relaciones de poder? También esto se verá
a lo largo del curso, con autores como John Stuart Mill o Michel Foucault.
Cuando la política se desarrolla siguiendo reglas compartidas y formalizadas, en
espacios “designados a tal efecto”, decimos que la política se realiza por los
canales “institucionales”. En algunos períodos más o menos largos, la política
es institucional, y hay otros momentos, de crisis, en que se redefinen las reglas
y espacios, con mayores o menores dosis de violencia, con cambios más o
menos radicales. La ciencia política estudia ambos momentos: los períodos de
orden y política normal, los momentos de crisis y transformación de la
normalidad.
En suma, definir “política” tampoco es tarea sencilla, y es producto de peleas…
políticas.

Política y orden social


La política tiene lugar en la sociedad, que definimos como un orden conflictivo
de relaciones sociales. ¿Qué quiere decir esto?
Para una visión conservadora, la sociedad es (o fue) un orden armónico, que la
política viene (o vino) a perturbar. Según esta visión, hay leyes como las del
mercado, que no hay que perturbar. Como la ley de gravedad, la ley del
mercado es pensada como natural, por lo cual mejor adaptarse a ella que
intentar modificarla. Pero esta visión es, a nuestro criterio, falsa: el orden es
presentado como armónico (y no hay que perturbarlo) por quienes se benefician
del orden tal como es hoy. Podría haber otro orden donde quienes se beneficien
sean otros/as, o nadie en particular. Mientras haya desigualdades sociales (y,
pensamos, siempre habrá desigualdades), los órdenes sociales serán
conflictivos: siempre habrá algunos/as que intenten mantener las cosas como
están, y otros/as intenten cambiarlas.
Para otra visión, el orden social es inherentemente conflictivo. Esto quiere decir
que las relaciones sociales desiguales dan origen a, y resultan de, movimientos
permanentes por reproducir, transformar o destruir esas relaciones. En este
contexto, la política es aquella actividad que individuos y grupos desarrollan con
el fin de reproducir o transformar las relaciones sociales de las que forman
parte.

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En otras palabras, la política, en tanto lucha (por mantener el estatus quo, por
transformarlo) existe en la medida en que existen conflictos sociales.
La conflictividad social puede definirse y analizarse, por ejemplo, en torno a las
clases sociales – vinculadas al ordenamiento socio-económico desigual, en el
marco del sistema de relaciones sociales capitalistas; y/o en torno a las
jerarquías de género – vinculadas a un ordenamiento sexual desigual. La
conflictividad social ha asumido históricamente muchísimas formas, como la
conflictividad religiosa, nacional, étnica o lingüística: las controversias y
conflictos políticos se refieren pues a un amplio abanico de aspectos de la vida
social.
Al mismo tiempo, como dijimos, la política permite institucionalizar – es decir
procesar mediante reglas e instituciones – algunos de esos conflictos. Hay
reglas para resolver los conflictos (al menos, algunos que pueden justamente
canalizarse mediante esas reglas), hay instituciones, que permiten que los
conflictos no lleguen siempre e indefectiblemente a la violencia. Esas reglas son
productos históricos de siglos de luchas, discusiones y aprendizajes.
Entre las reglas que estudiaremos están las que dan lugar al Estado de Derecho
y a la democracia política. La política es, en este sentido, un conjunto de reglas
de juego, de jugadores/as, y de jugadas regulares y esperables, pero también
de jugadas originales e inesperadas (los “acontecimientos” históricos).
Las reglas de juego determinan, y son determinadas, por los diferentes
regímenes, sistemas políticos o sistemas de partidos… Entre los jugadores del
juego político hallamos a los partidos, organizaciones corporativas y sociales,
líderes, militantes, Estados, burocracias, instituciones varias…. A todos ellos, los
estudia la ciencia política.

Los temas de la ciencia política


Más allá de esta variabilidad, hay temas recurrentes, preocupaciones que
vuelven una y otra vez, incluso mucho antes de que la ciencia política se
consolidara como disciplina. Por ejemplo, la preocupación por lo público, o sea
aquello que afecta a una comunidad en su conjunto, y es – o pretende ser –
accesible: como una plaza pública. Desde hace por lo menos dos mil quinientos
años, los límites de lo público (quiénes entran y quiénes no, qué temas se
discuten en público y qué temas no), son objeto de la reflexión política.
En las sociedades modernas, en el orden político en el cual vivimos hoy, un
actor o un lugar clave, es el Estado. Los orígenes del Estado y los modos de
conceptualizarlo, explicarlo y evaluarlo, tampoco son un asunto sobre el cual
todo el mundo está de acuerdo, como se verá en este curso. Pero sí hay
acuerdo en que el Estado es un tema central de la ciencia política. Lo mismo
sucede con el poder y las relaciones de poder.
El poder es un tema, sino el tema, de la ciencia política. Y también es tema de
esta disciplina los modos y formas en que se ejercen, negocian y transforman
las cuestiones dentro del Estado, las relaciones de poder, de maneras
institucionalizadas (regularizadas), es decir los regímenes políticos, los
procedimientos, instituciones, reglas, y modos concretos en que estos

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procedimientos, instituciones y reglas son usados (seguidos, transgredidos, etc.)
por los sujetos.
Entre estas formas, como dijimos, y como veremos, un capítulo importante lo
merece la democracia política, la forma de organización política que establece
una regla central para determinar quiénes tomarán las decisiones que afectan a
la comunidad en su conjunto: la regla de mayoría (es decir: que se eligen los
tomadores de decisiones por votación de los miembros de la comunidad
política, y que ganan quienes son votados/as por la mayoría;
independientemente de quiénes están autorizados o no para votar y ser
elegidos/as, y qué se considera “mayoría”).
Todos estos temas: Estado, poder, democracia, se introducirán en este curso. Y
se intentará hacerlo en referencia al caso argentino y a América Latina.
Recapitulando: La ciencia política es una disciplina en evolución continua.
Evoluciona a través de la redefinición tanto de su objeto de estudio como de los
métodos empleados. Los métodos son los criterios e instrumentos que se usan
para “hacer” ciencia política (u otra ciencia); por ejemplo, el criterio de que
todas las afirmaciones deben basarse, de alguna manera, en la realidad y no
solamente en los deseos del politólogo o la politóloga; o el instrumento de
investigación que se denomina “encuesta de opinión pública”.

Ciencia política, ciencias políticas…


Hablamos de ciencia política y no de ciencias políticas puesto que se trata de
una sola disciplina científica e intelectual, y no de varias. Tiene un objeto más o
menos definido (lo político, la política) y unos métodos también más o menos
definidos – que hacen de esta disciplina una “ciencia empírica”. (Ciencia
“empírica” quiere decir que es un conocimiento formado de afirmaciones que se
basan en la experiencia. Se diferencia de las ciencias “formales”, como la
matemática o la lógica, que son ciencias denominadas ciencias a priori, es decir
independientemente de la experiencia.)
Las razones del uso del plural se comprenden porque hasta mediados del siglo
XIX el abordaje de los fenómenos políticos era compartido con la filosofía
política, el derecho público y la historia. Sin embargo, ciertos cambios políticos
acelerados desde fines del siglo XIX, como la evolución de las ciencias en
general (que tendieron durante el siglo XX a la especialización), alentaron el
desarrollo de la ciencia política como disciplina autónoma.

Antecedentes
Durante el siglo XIX, varios países europeos y americanos experimentaron
transformaciones de su ciudadanía y reformas electorales que fueron
incluyendo cada vez más gente al proceso de elegir y ser elegidos. En medio de
preocupaciones acerca del “orden” y acerca del “cambio” políticos, se consolida
una demanda por conocimientos científicos especializados que posibiliten
adecuadas explicaciones de lo que sucedía. Ello generó condiciones apropiadas
para que empiecen a dictarse cursos de ciencia política en diversas
universidades europeas y norteamericanas. Poco a poco, la ciencia política se

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difunde en Estados Unidos, donde se forma una asociación profesional y se crea
una publicación especializada en 1906. En Europa, esto se alcanza a mediados
del siglo XX, y en América Latina, el impulso más fuerte se da desde los años
setenta y ochenta, durante la época de las dictaduras militares y sobre todo
desde las transiciones democráticas.
A mediados del siglo XX, la disciplina se consolida en Estados Unidos y luego en
el resto del planeta, en el marco del llamado “conductismo”. El conductismo en
ciencia política, cuyos orígenes se remontan a la psicología, se caracteriza por
utilizar la observación, la medición y análisis de los comportamientos
observables de los actores políticos (individuos, grupos, organizaciones,
movimientos), así como también por el empleo de técnicas como las encuestas
y entrevistas, sondeos de opinión, análisis de contenido, simulaciones y hasta
refinadas cuantificaciones.
Estas técnicas novedosas para esos años, siguen siendo empleadas en la
actualidad. Marcan una ruptura no sólo con la filosofía política (de tipo reflexivo
y ensayístico), sino también con el uso de la historia como fuente de datos (tal
como la habían empleado autores como Maquiavelo, Montesquieu, o Mosca).
El desarrollo de técnicas de observación pone a disposición del investigador/a,
como dice el politólogo italiano Norberto Bobbio, una enorme cantidad de datos
que requiere a su vez, para que puedan ser utilizados eficientemente, del uso
de técnicas para realizar cálculos cuantitativos y también, agregamos nosotros,
interesantes y sólidos análisis históricos y cualitativos de la realidad social, así
como una integración inteligente de datos cuantitativos (que se pueden traducir
en cifras) y cualitativos (que se refieren a propiedades no cuantificables).
Si bien estamos frente a una disciplina joven, sus raíces, sin embargo, no son
nada nuevas. Las reflexiones “académicas” sobre la política, como dice
Gianfranco Pasquino, han acompañado a todas las experiencias históricas de
organización comunitarias del mundo occidental, desde las ciudades-estado
griegas, hace dos mil quinientos años.
Desde los primeros pensadores griegos, más allá de los cambios en las técnicas
utilizadas y la redefinición de conceptos básicos, muchas de las preguntas
continúan siendo similares, sino las mismas (como desarrolla in extenso un
autor norteamericano, Sheldon Wolin): preocupaciones por el orden y la
estabilidad, preocupaciones por el cambio; preguntas por cómo son el orden y
el cambio, o por cómo deberían y podrían ser…
Tanto en la Antigüedad (Grecia, Roma) como en el largo período de la Edad
Media (hasta el Renacimiento, en el siglo XV), los filósofos pensaban la sociedad
como si hubiera una unidad entre el orden humano y el orden divino. Que
hubiera unidad implicaba también que no se diferenciara entre el ser (lo que es
la política) y el deber ser (lo que debería ser la política). Hasta la Modernidad (a
partir del siglo XVI, en Europa), los autores intentaron establecer modelos de
sociedad o de organización ideales: buscando modelos que ellos consideraban
justos o buenos. La realidad se examinaba en términos de cuánto se acercaba o
alejaba de esos modelos normativamente ideales.
En el siglo XVI, Nicolás Maquiavelo, como veremos en nuestra materia, fue uno
de los primeros en romper con esa identificación entre lo que es la política (y la

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sociedad, y los seres humanos) y lo que deberían ser. Se propuso describir la
política tal como era, de una manera realista, y no como le gustaría que fuera.
Eso daría lugar a una ruptura entre la ciencia política (que estudia la política
“como es”) y la filosofía política (que reflexiona sobre la política “como debería
o podría ser”).
Para el politólogo italiano Norberto Bobbio, esta distinción entre lo que es y lo
que debería ser, no es fácil de poner en práctica. En otros términos, es muy
difícil delimitar una frontera entre lo que pertenece a la ciencia política (que,
como se dijo, pretende estudiar la política tal como es sin la interferencia de los
valores y posiciones de los científicos y las científicas) y lo que pertenece a la
filosofía política (que reconoce el carácter “intelectual” de la tarea que hacen
los politólogos/as y se propone reflexionar sobre la política tal como es y
también como debería ser).
Según otro politólogo italiano, Giovanni Sartori, la diferencia entre la filosofía
política y la ciencia política radica justamente en la falta de operatividad o de
aplicabilidad de la primera con respecto a la segunda. Desde la visión de
Sartori, la filosofía no es un pensar para aplicar, en tanto que la ciencia supone
su traducción de la teoría en técnicas, de una manera que otro autor (Karl
Popper) llamaba “ingeniería social fragmentaria”. Pero esta visión termina
siendo esquemática, puesto que, como veremos en la materia, muchos ideales
de la filosofía política, no pocas veces en la historia, fueron motivadores de
cambios sociales y políticos.
Tampoco puede hacerse tan fácilmente, sin considerar los de presupuestos y
consecuencias éticas, una supuesta ingeniería social puramente “técnica”, pero
que se realiza con y para seres humanos…
Vale la pena insistir, nuevamente, que un problema difícil de resolver en
nuestra disciplina aparece cuando intentamos definir qué es lo político; esto es,
qué es aquello susceptible de análisis por parte de esta ciencia.
El objeto de la disciplina ha cambiado a lo largo de la historia y no está exento
de cambios en la actualidad. La delimitación del ámbito de lo político ha sufrido
transformaciones constantes, así como también se han modificado los límites de
otros campos de estudio.
Los límites de lo político han abarcado la vida y el pensamiento humano con
distintas demarcaciones, avanzando o retrocediendo sobre ellos de acuerdo a
los contextos. En épocas conflictivas, lo político es más ubicuo (está en más
lugares) y su presencia en la vida y el pensamiento de los hombres y mujeres es
mayor. En épocas de paz y serenidad, o de mucha represión, lo político puede
eclipsarse.
Pero el campo de la política es y ha sido un producto de la creación humana.
Siguiendo a Wolin, ni la designación de ciertas actividades y ordenamientos
como políticos, ni nuestra manera característica de pensar sobre ellos, ni los
conceptos o categorías con que comunicamos nuestras observaciones y
reacciones, se hallan inscriptos en la naturaleza de las cosas, sino que son el
legado de la actividad quienes por siglos han reflexionado y debatido sobre la
política.

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El programa del primer cuatrimestre de 2011
Teniendo en cuenta los propósitos y características propias de una materia
introductoria, pretendemos poner a disposición un conjunto de conocimientos y
saberes para que cada estudiante forme su propia mirada sobre la realidad
política, quizás diferente de la que poseía previamente.
En eso consiste el proceso de aprendizaje: no en una acumulación de
conocimientos memorizados pero incomprendidos, sino en la capacidad de
emplearlos para organizar una mirada propia y crítica de la realidad; no sólo en
la adquisición de un lenguaje y términos propios de una disciplina, sino en la
organización de lecturas y textos, en el sucesivo acercamiento y
distanciamiento con el objeto de conocimiento.
Ojalá que la estudiante o el estudiante del curso, durante ese proceso,
encuentre nuevas preguntas, renueve su interés por la realidad de nuestras
sociedades y termine por deshacerse de cualquier pensar resignado.
La primera unidad de esta materia propone reflexionar acerca de los cambios
en las fronteras de lo político y los significados que, para distintas sociedades y
perspectivas, han tenido estos cambios.
Como dijimos, la política es una actividad social, es algo que hacen los seres
humanos que viven juntos, y que no ha sido igual en todos los tiempos y
lugares. La política se refiere a la vida en común, a lo público, a lo que une y
desune a quienes comparten, en un espacio determinado, sus vidas.
La sociedad no es una suma de individuos. Desde una perspectiva de ciencias
sociales, la sociedad se define, se comprende y se explica por los distintos tipos
de relaciones que los individuos y grupos establecen entre ellos. Estas
relaciones tienen que ver con el modo de producir y distribuir los bienes y
servicios necesarios para que los individuos y grupos se reproduzcan: las
relaciones económicas; también tienen que ver con cómo se vinculan varones y
mujeres en cada sociedad, lo que se llama relaciones de género, y con cómo se
organizan los vínculos familiares y domésticos – las relaciones de parentesco.
Un tipo particular de relaciones sociales son aquellas que implican que un sujeto
pueda imponer su voluntad por sobre la voluntad de otro, y que en esa
imposición pueda –si fuera necesario – recurrir a la fuerza. Ese tipo de
relaciones sociales, son las relaciones políticas, relaciones de poder. También
puede decirse que las relaciones de poder no son un tipo particular de relación
social, sino que el poder es una dimensión que está presente en todas las
relaciones sociales (entre patrones y trabajadores, entre madres/padres e
hijos/as, entre docentes y estudiantes…)
Recordemos aquí que lo político es el terreno en el cual se discuten y toman las
decisiones políticas. Este terreno tiene límites que, vale la pena insistir, son
ellos mismos productos de luchas políticas. En suma, como veremos en los
textos de la primera unidad, lo político es un terreno de disputa sobre cómo en
la sociedad se toman las decisiones que afectan a todos o casi todos. Un terreno
de intercambio de argumentos y disputas que involucran recursos materiales y
relaciones de fuerza física.

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La política es la actividad que desarrollan individuos y grupos por dar origen,
reproducir, transformar o destruir un determinado orden político (un
determinado orden de relaciones políticas y de procedimientos considerados
aceptables para su transformación), y, en un sentido más amplio, por dar
origen, reproducir, transformar o destruir un orden social que abarca una
multiplicidad de relaciones: económicas, culturales, laborales, de género,
sexuales, religiosas, intergeneracionales, etc.
Históricamente, tanto lo político como la política han sido pensados y
practicados de muy diversas formas. Un recorrido, aun rápido, por la historia y
la teoría política permite poner en contexto nuestra propia experiencia con la
política.
Lo político no siempre ha sido tal como le experimentamos hoy: como un
terreno de “políticos/as profesionales”, limitado a cuestiones muchas veces
desligadas de la vida cotidiana de las personas, con procedimientos rígidos para
designar a quiénes toman las decisiones (elecciones, nombramientos…) y con
límites acerca de quiénes pueden acceder a esos cargos (ciudadanos adultos de
un determinado país). Las formas de la política también cambian
históricamente.
La unidad 2 encara el estudio de un elemento central de la política y un
concepto central de la ciencia política: el Estado.
El Estado es tanto el terreno privilegiado de lo político en nuestras sociedades
contemporáneas, como un actor privilegiado de la política.
Existen múltiples definiciones de Estado. Pero la mayoría comparte la
caracterización del Estado como definido por el uso (monopólico) de la fuerza,
un uso considerado “legítimo”: es decir, aceptado por los sujetos. La unidad 2
presenta justamente diversos modos que se propusieron a lo largo de la historia
para “legitimar” (es decir, volver aceptable) al Estado.
Algunas maneras de fundar la legitimidad del poder tienen que ver con el origen
de quien toma y aplica las decisiones: origen divino, origen ancestral o
tradicional (“de arriba para abajo”), u origen popular (“de abajo para arriba”).
Este último origen no fue siempre base de legitimidad política; tiene unos pocos
siglos. Autores como Thomas Hobbes y John Locke (en Inglaterra) y Jean-Jacques
Rousseau (en Francia) propusieron pensar el origen de la legitimidad del Estado
y la política, en un contrato: un contrato hipotético mediante el cual cada
individuo cede su capacidad de usar la fuerza a un ente (el Estado), el cual a
partir de ese momento dispone del monopolio de dicho uso.
Estos autores difieren en cuanto a los motivos y efectos de tal contrato, pero la
“ficción” de la que parten es similar: la capacidad de usar la fuerza (el poder)
proviene de los individuos, que lo ceden (de abajo para arriba) al Estado.
Si el origen debe estar justificado, el uso también debe estarlo. Algunos autores
liberales, como John Stuart Mill, se preocuparon en determinar las condiciones y
ámbitos en que el Estado tiene la facultad o no de intervenir en la vida de los
individuos (quienes, “por contrato”, otorgaron el poder al Estado). Aquí hay
diferencias en cuanto a los modos y ámbitos de intervención: cuándo es
legítima la intervención en la propiedad privada, la intimidad de las personas,
etc.

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Finalmente, hay otros autores que cuestionan esta “ficción” y señalan que la
intervención del Estado nunca es neutra, sino que resulta “sistemáticamente”
(es decir, no por casualidad) en la reproducción de un orden social que es
estructuralmente injusto.
En la unidad 2 vemos a Karl Marx, autor del siglo XIX con proyección hasta la
actualidad, quien construye una crítica del Estado sobre la base de mostrar que
el Estado tienen como papel la reproducción de un orden social determinado, el
orden capitalista, y que este orden que aparece como igualitario es
estructuralmente desigual. Para Marx, como el Estado está ligado a un orden
social desigual (un orden de clases sociales explotadoras y clases sociales
explotadas), cuando desaparezca la desigualdad de clases, desaparecerá el
Estado. Dicho de otra manera, el papel del Estado es garantizar mediante la
fuerza la reproducción de un orden social de clases desiguales; no sólo se define
por el medio utilizado (la fuerza) sino por su finalidad (garantizar el orden social
capitalista, basado en la explotación y la propiedad privada).
A su vez, en el siglo XX en los países capitalistas centrales y también en
América Latina, el Estado trató de conciliar este carácter inherentemente
desigual de las sociedades capitalistas con el carácter formalmente igualitario
de la democracia política, y se desarrollaron los llamados Estados de Bienestar:
activos en la economía, tratando de implementar políticas de redistribución
económica y protección social de grupos desfavorecidos. Las explicaciones de
su génesis como de su crisis, y de las respuestas ante esa crisis, también
forman parte de esta unidad.
La unidad 3 está ligada con la unidad 2, pues trata del poder. Empezamos con
un autor de hace quinientos años, Maquiavelo, ya que es uno de los primeros en
señalar que el uso y legitimidad del poder tienen que ser pensados “tal como
son en la realidad”, y no como deberían ser según tal o cual punto de vista
moral.
Maquiavelo propone ver la política “tal como es”, y en este contexto la idea de
legitimidad (que es muy posterior) también será estudiada de manera realista:
una política, un Estado, son legítimos, si sus decisiones son aceptadas por los
sujetos. Y esto, independientemente de la “justicia” de tales decisiones.
El poder es también un concepto polisémico (es decir, que tiene muchos
sentidos). A los efectos de esta introducción, adelantemos que el poder puede
conceptualizarse como un recurso (que un sujeto posee) o como una estructura
(en la que un sujeto se inserta).
El poder es “algo” que los sujetos pueden poseer, a un instrumento – con sus
componentes de fuerza o violencia, y sus componentes de convencimiento,
argumentación o consenso. Y también se refiere a modos de organizarse que
tienen las sociedades, a “estructuras” que producen determinadas relaciones y
posiciones sociales que benefician a algunos y perjudican a otros.
Tres autores centrales en las discusiones del siglo XX forman parte de la unidad
sobre poder: Max Weber, gran sociólogo alemán, quien planteó un análisis hoy
considerado clásico del Estado y la dominación; Antonio Gramsci, un líder
político italiano que ha pensado estas cuestiones siguiendo la tradición
marxista; y Michel Foucault, filósofo e historiador francés que se apartó de la

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visión de poder “como instrumento” y en su carácter puramente represivo (“el
poder prohíbe”) y como estructura de regulación, y pensó el poder como
instalado en todas las relaciones sociales (las “macro” y las “micro”), en las
diversas instituciones, y que no sólo limita o regula las acciones de los sujetos,
sino que “produce” acciones y sujetos.
Finalmente, la unidad 4 se centra en la forma política que caracteriza a la
Argentina contemporánea: la democracia.
Se rastrea aquí la discusión de qué es la democracia como forma política – sus
características, sus problemas, los modos en que ha sido estudiada. Y se
discuten algunos temas políticos de la historia reciente de nuestro país, con la
mirada puesta en ver de qué modo los temas y conceptos tratados en el
programa se refieren a procesos concretos de la Argentina y América Latina.

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