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Juventud Comunista
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Tomado de DUCUMENTOS POLÍTICOS, N9 91, enero-febrero de 1971. Los puntos suspensivos a través
de la página indican que han sido suprimidos párrafos en el original.
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La tarea política fundamental inmediata para los comunistas y todos los sectores patrióticos
y democráticos es la de impulsar el "frente de la oposición" que —como lo ha indicado
Gilberto Vieira— “creará el clima político para el Frente patriótico de Liberación”. El
objetivo del "frente de la oposición" es, por lo tanto, la unidad popular alrededor de un
programa antiimperialista y antioligárquico, es decir, plenamente patriótico y democrático.
La unidad de voluntad entre las fuerzas políticas contrarias al régimen debe apoyarse en la
unidad de acción de los movimientos de masas. En primer lugar, en la unidad de acción de
la clase obrera cuyos combates contra el alto costo de la vida, impulsadas por la CSTC,
representan un avance notable; en segundo lugar, en el progreso de las luchas cíe
campesinos y destechados por la tierra y su acercamiento al movimiento obrero; en tercer
lugar, en la unidad y organización del movimiento estudiantil; y en cuarto lugar, en el
acercamiento de las distintas fuerzas que en los campos resisten la violencia oficial.
En esta etapa decisiva de nuestra vida política surge la pregunta: ¿cómo plantear la
iniciativa del frente de oposición en el movimiento juvenil y en el seno del estudiantado?
¿Cuál ha de ser el papel de la juventud en el proceso de la unidad popular y del frente
patriótico de liberación?
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2. Denuncia de todos los atropellos contra cualquier sector del pueblo y solidaridad
con todas las luchas populares.
Si por movimiento entendemos el proceso por medio del cual una fuerza social asume su
papel propio en el contexto de la lucha de clases, este proceso no es ni mucho menos un
ascenso rectilíneo ni inmaculado. Podríamos describirlo como compuesto de períodos de
avance, retroceso y estancamiento. De 1958 a 1966 podríamos caracterizar el período del
avance —irregular— del movimiento estudiantil; 1966-67 es el período relativamente
rápido del retroceso; de 1967 hacia acá vivimos un período de estancamiento. Es en esta
forma como en general se ha expresado la lucha política, la lucha de clases, en el
movimiento estudiantil en los últimos años; el crecimiento de la lucha y la organización y
luego la contraofensiva del poder burgués.
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Los comunistas luchamos por romper las condiciones que determinan el estancamiento
actual del movimiento estudiantil. Pero nos damos cuenta de qué este empeño no es simple
ni fácil. La primera razón que explica ésto es el desarrollo espontáneo del movimiento, no
sólo en nuestro país sino a nivel del mundo capitalista, que ha colocado de manera rápida a
grandes masas juveniles, estudiantiles e intelectuales en contraposición al imperialismo,
permitiendo el re-surgimiento de corrientes políticas no-proletarias, "infantiles" de
izquierda, que le disputan al proletariado la dirección revolucionaria. Esta situación, si bien
de un modo global no es nueva para el movimiento comunista, mundial, si lo es, en
particular, para nosotros aquí, en los últimos 12 años.
Por lo tanto, infantilismo de izquierda y ausencia de organización nacional son los frenos
que impiden al estudiantado cumplir su misión de aliado de la clase obrera.
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El aplazamiento del congreso estudiantil ha sido un hecho negativo. Pero la JC tiene plena
confianza en las masas y en su capacidad de comprensión.
No hay duda de que existen condiciones para crear la unión nacional. Este propósito ha
sido ratificado por las últimas reuniones nacionales, en el sentido de que constituir la
organización nacional estudiantil es la principal tarea del momento.
Naturalmente, estas dos posiciones descansan sobre las concepciones distintas acerca del
papel del estudiantado en la lucha popular. Pero no vamos a detenernos en esto que ya es
conocido.
Si a nivel político juvenil creemos necesario llegar a puntos comunes alrededor de una
oposición consecuente, de un "frente de oposición" a nivel del movimiento estudiantil
proponemos este acuerdo mínimo alrededor del congreso estudiantil y de la unión nacional.
Esto es, no obstante, solo una parte de nuestra política de alianzas.
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Por lo tanto, la vía para poder desarrollar una plena política de alianzas no es otra que la
política de frente de reestructuración. Esta consiste en la organización de todos los
simpatizantes y activistas de la Reforma y Democratización de la enseñanza, de la unidad
de acción de la izquierda, del combate contra el sectarismo y el anticomunismo, de la lucha
por la organización nacional estudiantil y de una acción antiimperialista y antioligárquica
consecuente.
En el logro de este objetivo se mide el papel de vanguardia de la JC. Pero no basta unir a
las masas. Es necesario educarlas ideológica y políticamente en su propia experiencia de
lucha.
Ya hemos dicho que hoy en día, desde el punto de vista democrático y revolucionario, se
confrontan dentro del movimiento estudiantil dos posiciones, dos concepciones de la
estrategia y la táctica revolucionarias. Esto es natural en un medio intelectual que
históricamente se ha anclado en las luchas antiimperialistas y democráticas, escapando al
control directo de la burguesía1.
1
Durante las llamadas Jornadas de Mayo de 1957 que culminaron con el derrocamiento de Rojas Pinilla, los
jefes de la oligarquía Lleras Camargo y Guillermo León Valencia pusieron al se vicio de sus intereses la
lucha estudiantil a través —además— de los llamados "profesores universitarios", a saber: Carlos Lleras
Restrepo, Hernán Jaramillo Ocampo, etc., atrincherados particularmente en las universidades privadas. En
una declaración firmada por los primeros se dice: “...Estamos de acuerdo con la determinación de los
estudiantes, que respaldamos con la expresa condición de que se limite exclusivamente a la no concurrencia a
las aulas, sin ningún género de manifestaciones públicas. (....) Los profesores adoptan esa determinación (la
de ir a la huelga) en el entendimiento de que los estudiantes se limitarán a no concurrir a las aulas y no se
envolverán ni permitirán que se los comprometa en manifestaciones públicas". (Las Jornadas de Mayo,
Bogotá 1957). Palabras que contrastan naturalmente con las de Lleras Restrepo en 1966: "El grupo de
extremistas que se ha venido adueñando de la universidad, por cobardía de unos, complicidad callada de
otros, indiferencia de la gran mayoría, trata de deformar los hechos de presentarlos con la mala fe, con la
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De un lado la línea proletaria que sostiene la necesidad de combinar todas las formas de
lucha, poniendo de relieve la búsqueda de la unidad de acción de todos los sectores
explotados por el imperialismo y la oligarquía y dándole contenido revolucionario a la
lucha por la democracia.
Estas son, en general, las dos únicas concepciones existentes, con uno u otro matiz
intermedio. La innumerable aglomeración de grupos y subgrupos estudiantiles tienen como
punto de referencia una de esas dos posiciones.
La experiencia del 19 de abril, los avances recientes de la unidad de acción obrera, los
logros del "frente de la oposición" en las asambleas y concejos, las enseñanzas de la lucha
latinoamericana (Cuba, Perú, Bolivia, Chile) constituyen hechos que contra-dicen las
formulaciones teóricas del extremoizquierdismo, Debemos apoyarnos en estas experiencias
y enseñanzas, conocerlas y exponerlas con claridad y profusión. Esto respecto de las
formulaciones teóricas del extremoizquierdismo.
Ahora bien, habíamos señalado antes que a estas formulaciones correspondía una práctica
aventurera. La historia reciente muestra que aquí se han producido cambios.
Podemos afirmar que hoy la práctica real del extremoizquierdismo y la fuente de su actual
inconsecuencia dentro de las directivas estudiantiles, radica en su contenido derechizante y
reformista de hecho. No es extraño, por lo tanto, que asistamos a un pro-ceso de
descomposición ideológica y política de distintos grupos y tendencias, y a su reagrupación
bajo nuevas corrientes de moda (neotrotskismo, etc.).
absoluta carencia de veracidad que es tan común en quienes profesan la ideología comunista, tan alejada de
las normas de la moral que respetamos el resto de los colombianos. (....) Se tomó como pretexto el que la
presencia del presidente de la República y del señor Rockeffeller, era provocación al estudiantado, dizque
porque él y yo somos enemigos de la universidad". (Mensaje Presidencial, Tomo IV, 1970).
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El peligro principial está, pues, en el oportunismo (por ejemplo, el del antiguo FES que
durante el movimiento de febrero-marzo se puso de espaldas al estudiantado calificándolo
de aventurero y colaboró con el entonces rector Carvajal Arjona, agente de las fundaciones
yanquis) ; en la claudicación frente a la política imperialista y oligárquica, frente a lo que
hemos llamado el reformismo pro-yanqui (por ejemplo, cuando se afirma que es
"imposible" romper el coloniaje cultural yanqui, se rechaza la lucha por el verdadero
cogobierno y la autonomía, etc.) ; o en el gremialismo más puro (por ejemplo, cuando se
plantea que la lucha es "únicamente por las habilitaciones" y nada más)2.
Paradójicamente los sectores extremistas nos acusan de ser nosotros reformistas porque
planteamos la lucha por la Reforma y Democratización de la enseñanza. En general es
corriente escuchar la objeción —incluso dentro de nuestros amigos— de que la lucha por la
Reforma y Democratización de la Enseñanza, que es un postulado programático del Partido
Comunista para la etapa antiimperialista y democrática de la revolución, es una lucha
reformista.
Lo cierto es que la burguesía en América Latina a partir del año 18 y hasta los años treinta
aproximadamente luchó por la reforma y democratización de la enseñanza, contra los
rezagos feudales. Esta lucha en sus resultados fue más o menos profunda, según los países
y el volumen de participación de las llamadas capas medias en ella. En Colombia, por
ejemplo, tal reforma fue enormemente limitada y recortada como lo demuestra la reforma
de la Universidad Nacional en comparación con las demás reformas de América Latina3.
Claro está, la burguesía dirigió esa lucha en una etapa en que se hallaba en ascenso como
clase social. Pero esa no es ya la situación en América Latina. La burguesía no es ya una
clase en ascenso. Este papel corresponde hoy al proletariado. Además, la cada vez mayor
dominación del imperialismo, las. características políticas de América Latina que han dado
lugar a la Revolución cubana, y a la Unidad Popular en Chile, etc., muestran lo agudo de la
crisis de estructura y la amplitud de los sectores comprometidos en la lucha por la
liberación, incluidos sectores intelectuales y otros de las capas medias.
2
Tal fue el caso, concretamente, de la forma como se planteó la lucha por el restablecimiento de las
habilitaciones en la Universidad Nacional, en octubre de 1970.
3
En 1942, siete años después de la "reforma" del 35, ya Gaitán denunciaba la anarquía que seguía
subsistiendo en la educación, por la permanencia de una verdadera aglomeración (que ahora se ha hecho más
compleja) de instituciones nacionales, departamentales, municipales y particulares. "Se ha olvidado que hay
una verdadera anarquía no sólo en la enseñanza primaria en cuanto ésta se relaciona con la secundaria y con
la universitaria" (Oraciones de Gaitán), Ed. Jorvi, sin fecha.
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Nosotros no luchamos por reformas en general, por autonomía en general, por cogobierno
en general. Nosotros luchamos por reformas, por autonomía y cogobierno que se pongan al
servicio de la mayoría de nuestro pueblo contra la minoría explotadora, o sea, que puedan
contribuir a la lucha popular, antiimperialista y antioligárquica. Por eso nos interesamos
por darle a tales luchas un contenido aniimperialista, democrático y por una educación
científica.
Tal es nuestra concepción de la lucha por la democracia por las libertades democráticas en
el campo de la educación. Es en concreto la lucha por la libertad política y la libertad
científica, para ponerlas al servicio de la lucha revolucionaria del pueblo.
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Por su lado, la política oficial no tiene otra base que lo que llamamos la
"privatización de la enseñanza".
Tenemos que, para las universidades del país en su gran mayoría, se abre la etapa de las
elecciones estudiantiles.
Pero esta tarea debe ser vista, igualmente, con el criterio de defender la Universidad
Nacional frente a la amenaza de su liquidación por la vía de la asfixia presupuestal. El
déficit para 1971 asciende a $ 127. 217.208.00. El porcentaje de admitidos en los exámenes
de ingreso alcanza apenas el 16 por ciento (para el primer semestre de 1971 se presentaron
14.731 aspirantes y fueron rechazados 12.312, o sea el 84 por ciento). Las medidas
reaccionarias de 1969 siguen vigentes, mostrándose en la práctica que no bastan los
4
Para tranquilizar a algunos dogmáticos que podrían in-dignarse ante tal atrevimiento "reformista", los
invitamos ,a hojear los planteamientos de Stalin acerca de algunas particularidades de la táctica de los bolche-
viques. (Cuestiones del Leninismo. La Revolución de Octubre y la táctica de los comunistas rusos, Lenguas
Extranjeras, 1947).
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diálogos (al estilo del muy interesante Seminario 70) sino que se precisan mecanismos
decisorios democráticos (integrados por profesores, estudiantes, trabajadores de la
Universidad y egresados) que puedan sacar conclusiones y transformaciones concretas. A
cambio de esto, el panorama de hoy deja ver un Consejo Superior Universitario integrado
mayoritariamente por los representantes de la oligarquía, designados "a dedo" desde fuera
de la Universidad.
El aumento del presupuesto, de los cupos, el logro de reformas positivas que garanticen su
soberanía intelectual frente a la penetración yanqui, son problemas de vida o muerte para la
Universidad Nacional. La culpable de esta situación escandalosa es la oligarquía que dirige
sus destinos.
A riesgo de hacernos llamar, por enésima vez, "reformistas" en boca de los detentores de la
escolástica ultrarrevolucionaria, diremos que el problema político fundamental de la
Universidad Nacional gira alrededor de si su gobierno debe seguir siendo el instrumento de
la oligarquía para destruirla o para dejarla destruir.
La segunda prioridad consiste en tomar con toda seriedad la tarea de participar y contribuir
al desarrollo de las elecciones estudiantiles para integrar los consejos a todo nivel. La
tercera prioridad es la de traducir la anterior tarea específicamente en Bogotá, con la mira
de apoyar la creación de una federación distrital de estudiantes.
El desarrollo práctico de estas tareas representa una visión nacional de los pasos a seguir
para impulsar la creación de una unión nacional de estudiantes. Cualquiera, medianamente
cuerdo, se plantea-ría en iguales circunstancias, un enfoque nacional.
Para algunos, sin embargo, lo esencial es sugerir la creación de los llamados bloques
regionales para contraponerlos a la organización estudiantil nacional. Para nosotros es claro
que la unidad orgánica del movimiento estudiantil, no puede hacerse sumando distintas
"regiones" agrupadas arbitrariamente (vrg. el denominado "bloque de occidente"), cada una
de las cuales guardaría su "autonomía" frente al convenio formal inter pares que
representaría la unión nacional. Ya Engels combatió con pródigos argumentos la ram-
plonería anarquista que basaba su táctica en la dispersión de las regiones, el poder local etc.
En esta tarea, pensamos que el estudiantado puede encontrar un apoyo seguro y eficaz en
las organizaciones obreras independientes, en las filiales de la CSTC. La colaboración a
nivel nacional y local puede contribuir al acercamiento y a la solidaridad efectiva en la
acción. En muchas partes quizá el mismo movimiento obrero puede contribuir
concretamente a la organización del movimiento estudiantil, no tanto ya a nivel
universitario como a nivel de secundaria.