El poder constituyente
El poder constituyente es el poder fundante del contrato social que establece una
República. No nace del poder constituido: aquí está el nudo gordiano. Nace de la
autoconstitución del poder soberano de las clases y fuerzas subordinadas que
buscan alterar el orden constituido para liberarse.
Podemos aprender de otros pueblos hermanos, sobre todo ahora en que estos procesos
atraviesan el conjunto de nuestra América.
La primera lección es que los grandes procesos de fundación de las Repúblicas, desde la
Revolución Francesa, la Revolución Americana, hasta los procesos contemporáneos de
Cuba, Venezuela o Bolivia, empiezan por reconocer la originalidad de su propio
camino, por reconstruir un imaginario colectivo de este recorrido, a fin de sentar la
bases del nuevo contrato social para fundar o refundar las repúblicas. Aunque no sólo
debemos mirar los procesos triunfantes, sino también los procesos truncos, sobre todo
de los países vecinos, como el de la Asamblea Constituyente del 91 en Colombia.
Con la derrota del poder político y del poder económico, y el triunfo de Rafael
Correa, se confirma el mandato de cambios profundos, de transformación del
contrato social, de refundación de la República. Triunfa el rechazo al poder
tradicional, a la partidocracia, a las mafias del poder, al poder económico; el
rechazo a la neocolonialización imperial, al TLC, al Plan Colombia, a la Base de
Manta, al yugo de la deuda externa; el rechazo a la compra de conciencias y de
votos.
Para avanzar en esa perspectiva contamos con mejores condiciones de lucha: El triunfo
de Correa consolida la modificación de la correlación de fuerzas a nivel
continental, quiebra el intento de enlazar el eje Uribe-Alan García; y fortalece la
presencia de gobiernos soberanos. A nivel local la iniciativa ha retornado a las
fuerzas del cambio.
Sin embargo la tarea es difícil. El enemigo busca recuperarse a través de una estrategia
de relegitimación del Congreso y de mediatización de la Asamblea Constituyente, de
cerco económico y político al nuevo gobierno, y de contención de las aspiraciones de
cambios radicales de la gente.
Aquí está la primera confusión que hay que superar: hay diferencias entre el poder y la
asamblea constituyente. Surge el poder constituyente en momentos fundantes y no se
reduce a la reunión de los asambleístas. “Al poder constituyente (originario) se opone
el poder constituyente asamblear y a los dos el poder constituido. El poder
constituyente es absorbido en la máquina de la representación.” (Negri, 1993)
El proceso independista, el poder constituyente se expresó en las Juntas Patrióticas y en
el Ejército Libertador, con “dos momentos bien diferenciados: el primer grito de la
independencia o “revolución quiteña” (10 de agosto de 1809) y la batalla del
Pichincha o “imposición revolucionaria” (24 de mayo de 1822).”
(i) de inicios de los 70 a mediados de los 80, actúa un bloque social-político liderado
por los trabajadores;
(ii) de mediados de los 80 hasta mediados del 2000, actúa un bloque social-político
liderado por el movimiento indígena con participación de los movimientos sociales;
El triunfo de Correa capitaliza este proceso, si bien se articula también a los intereses de
sectores del poder político dominante no hegemónicos. En la segunda vuelta se expresa
un alto componente de rechazo a la amenaza despótica de Noboa, y no sólo el respaldo
a la propuesta de cambio.
Dos vías
Ahora nuevamente se han puesto en movimiento los dispositivos del sistema de poder.
En el alineamiento ante la Constituyente hay una división del trabajo de las fuerzas
dominantes. En el Congreso un bloque, articulado en torno al eje PRIAN-PSC-
UDC [1] , empuja una estrategia de “todo el poder al Congreso”: relegitimación, para
que asuma las reformas políticas y vuelva innecesaria la Asamblea Nacional
Constituyente; recaptura de la institucionalidad, en particular de los organismos de
control, para cercar al Ejecutivo.
Conocidos los resultados, Gutiérrez desfiló en los canales vinculados para proponer
el negocio: un congreso constituyente y una constituyente maniatada.
Desde las filas del Presidente electo hay una doble respuesta: el Ministro de Gobierno
designado anuncia la negociación con Gutiérrez y Abdalá, para conformar un bloque
parlamentario mayoritario que apoye la convocatoria al Congreso. El Presidente electo,
Rafael Correa, declara que pueden coexistir la Asamblea y el Congreso, aunque ratifica
el Decreto Nº 2 sobre la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente con plenos
poderes.
La tarea es construir un polo que congregue a las fuerzas que están por una
Constituyente originaria, con plenos poderes, y con una composición popular. El
reto es avanzar hacia la construcción de un movimiento político constituyente.
Para ejecutar los plenos poderes la Asamblea debe asumir tres tareas
constituyentes: elaborar y promulgar una nueva Constitución que exprese el nuevo
contrato social para la Refundación de la República; elaborar y promulgar las
leyes orgánicas correspondientes, para garantizar la inmediata ejecución de la
Constitución; y reestructurar la institucionalidad del Estado.
Para la propia conquista de la Asamblea se requiere hincar ese doble proceso: no habrá
Constituyente con plenos poderes si coexiste con un Congreso controlado por la
derecha; no habrá Consulta, si la decisión final la dejamos en manos del Congreso o del
Tribunal Supremo Electoral.
La hoja de ruta
El sujeto es el poder paralelo de los ciudadanos y los pueblos del Ecuador, bajo
diferentes formas; que encuentra su representación en los asambleístas y en la actuación
radical del Gobierno. El objetivo es ganar la mayoría tanto en las calles y las plazas,
como al interior de la Asamblea.
Todavía el ambiente es de expectativa y búsqueda. Para ganar la mayoría tenemos que
juntar la Asamblea con la vida de la gente: mostrar que la Constituyente es el bien
común.
El compromiso del Gobierno es mostrar, en los primeros cien días, que es posible el
cambio, que otro mundo es posible, con medidas que consoliden el proceso de soberanía
ganado por las luchas de los pueblos, los movimientos sociales y los ciudadanos en el
NO al TLC y a la OXY, y la respuesta a las necesidades vitales de los sectores
explotados, en la línea del cumplimiento de las ofertas electorales de Alianza País.
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