El trabajador tenía que luchar incansablemente para sólo obtener algunos medios con que
alimentar su sufrida existencia. Las clases de relaciones entre patronos y trabajadores eran
de amo a esclavo, a base de decisiones autocráticas. El señor feudal era amo absoluto, su
poder de decisión era ilimitado, a tal grado que llegaba a “decidir” hasta en la noche de
bodas de sus vasallos (derecho de pernada o prima nocti). 1[1]
De esta forma cabe destacar que otra de las características de este periodo, fueron las
formas descentralizadas de gobierno y como reacción a lo sucedido en el Imperio Romano
y en el gobierno democrático griego, que fueron altamente centralizados.
Es así como aparece el feudalismo, sistema bajo el cual los antiguos ciudadanos y
habitantes del Imperio Romano se agruparon alrededor de personajes en busca de su
protección.
Al continuarse la guerras y con la caída del Imperio Romano, se levantaron nuevos Estados
que repartieron las tierras conquistadas o las depositaron a Señores Feudales para gozar de
su protección, creándose grandes extensiones de territorio que se denominaron feudos y que
eran propiedad de una nueva clase social, los Señores Feudales, en donde ellos eran los
dueños y los antes esclavos, los colonos y los campesinos libres se convirtieron en
campesinos vasallos que en ciertas circunstancias se convertían en siervos y el lema era:
"no hay tierra sin señor".
sistemas organizativos como resultado del debilitamiento del poder central de los últimos
días del Imperio Romano. La autoridad pasó al terrateniente el cual tuvo poderes
extraordinarios para fines tributarios y de policía dentro de su dominio o saltus. Se extendió
también la "commendatio" o entrega de tierra por parte de un pequeño terrateniente que
vivía en ella como precarium para su protección, posteriormente se le cobraba una cuota
vitalicia a través del "beneficio", y por último el "beneficio" se convirtió en feudo que los
vasallos recibían en ceremonias por servicios especiales prestados casi de carácter militar.
1
Estos vasallos hacían lo mismo como otros y así se estableció una pirámide feudal en cuya
cúspide estaba el rey.
Los campesinos o siervos, gozaban de una economía propia basada en el trabajo personal
en donde el señor feudal les prestaba la tierra y el tiempo de trabajo se dividía en dos: El
tiempo necesario, en el que creaba el producto necesario para su sustento y el tiempo
adicional en el que se creaba un excedente que se apropiaba el señor feudal en la forma de
renta del suelo y que además se podía pagar con trabajo, con dinero o en especie.
Primero. Se desarrolla una creciente actividad comercial en los estados italianos, por un
incremento en las actividades de los gremios de artesanos. Se da, al mismo tiempo, un
creciente intercambio comercial de productos entre los Estados.
Silva Herzog dice que: “Las Cruzadas no sólo tuvieron un objetivo religioso, sino que
también obedecieron a causas económicas, para desarrollar el comercio con el Medio
Oriente.”
Segundo. Los valores basados en principios religiosos empiezan a cambiar, a raíz de los
escritos de Santo Tomás de Aquino quien, entre otras cosas, justifica contra la opinión
establecida, la actividad del mercader, sosteniendo que, aunque el comercio sea
desagradable es un mal necesario y que el comercialismo tiene una función social. Se
considera importante esta justificación de las actividades mercantiles. La usura siguió
siendo condenada y restringida. [6]
Además del Sagrado Colegio, la organización cuenta con otra importante institución: la
Curia Romana, a quien corresponde funciones propiamente administrativas, y para
entenderlas está dividida en departamentos, siendo su división principal las congregaciones
romanas, fue establecida por el Papa Pío X (1903-1914). Se compone de los siguientes
dicasterios: Secretaria de Estado o Papal y Consejo (Sagrada Congregación), para los
asuntos públicos eclesiásticos, Sagradas Congregaciones, Tribunales, Oficios Secretariados
Consejos de Seglares y Comisión de Estudios "Justicia et Pax".
A comienzos del siglo XIX, Carl Von Clausewits (1780-1831), general prusiano, escribió
un tratado sobre la guerra y los principios de la guerra , sugiriendo cómo administrar los
ejércitos en periodos de guerra. En éste se inspiraron muchos teóricos de la administración
que posteriormente se basaron en la organización y en la estrategia militares, adaptando sus
principios a la organización y a la estrategia industrial.
Clausewits consideraba la disciplina como un requisito básico para una buena organización.
Para él, toda organización requiere una planeación cuidadosa en la cual las decisiones
deben ser científicas y no simplemente intuitivas. Las decisiones deben basarse en la
probabilidad y no sólo en la necesidad lógica. El administrador debe aceptar la
incertidumbre y planear de manera que pueda minimizarla. [8]