Introducción
Actualmente, los alumnos sordos que cursan sus estudios son frecuentemente
enmarcados dentro de un modelo médico tradicional o clínico-terapéutico, es decir, se
concibe la sordera que padecen como una patología que es necesario remediar. No obstante
es necesario cambiar esta concepción entorno a este tipo de estudiantes, ya que si bien se
trata de un aprendiz con necesidades educativas especiales, sabemos que todos los alumnos
en algún minuto de su historia educativa también lo son, ya que están en constante
desarrollo y por ende requieren de un tratamiento especial, de un currículum flexible, de
metodologías de aprendizaje especializadas, entre otros.
Es por estos motivos que se hace imperante la necesidad de incorporar un método
de enseñanza que potencie las capacidades del niño sordo, que le otorgue las herramientas
para desenvolverse y desempeñarse tanto en la cultura sorda a la que pertenece
(minoritaria), como también a la cultura oyente (mayoritaria), con quienes convive e
interactúa constantemente, sólo de esta forma se estará llevando a cabo el proceso de
inserción; no sólo en el ámbito escolar, sino también en la sociedad.
Si bien durante mucho tiempo el principal objetivo de la educación del sordo fue la
oralización, debido a que la concepción que se tenía de sobre este tipo de alumno era ser
visualizado como un ser enfermo incapaz de comunicarse a través de la lengua oral, lo cual
centraba la formación en un solo aspecto, en desmedro del desarrollo integral del sujeto,
ignorando la capacidad que poseen estos alumnos de comunicarse por otros medios, como
el visual, gestual, kinésico y espacial entre otros. Sesgos que han influido en la formación
educativa de los sordos y en los modelos pedagógicos utilizados a lo largo de la historia.
La historia de la educación del sordo nos demuestra cómo la concepción que se ha
tenido del lenguaje y de las lenguas ha sido determinante para definir los modelos
pedagógicos enfocados a la educación de las personas sordas. Muchos de estos modelos
reflejan un concepto restringido del lenguaje, circunscribiéndolo a la mera articulación de
los sonidos de la lengua y a la formulación de ciertas estructuras gramaticales, y dejan de
lado los aspectos cognoscitivos, sociales, afectivos, culturales, que conllevan la adquisición
y el desarrollo del lenguaje.
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Argumentos
“En la actualidad se reconoce que las personas sordas en nuestro país obtienen una educación incompleta,
donde generalmente no se logra el éxito que se desea, lo que provoca una situación de grandes
desigualdades sociales. La concepción que subyace a la educación de las personas sordas se enmarca en
un "modelo médico tradicional", que concibe a la sordera como una patología que se debe remediar. En
este último siglo, la educación de estas personas se ha visto influenciada por esta concepción, generando
como objetivo fundamental la oralización, lo que ha significado un desmedro en la formación integral de
la persona como tal”. (Adamo et al. 1994:1)
En Chile existen 292.719 personas sordas, de ellas 7.489 son niño sordos entre los 6 y
14 años, por lo tanto se encontrarían en edad escolar. Se tiene conocimiento según la
encuesta del Fonadys 2004 que hay “1.210 estudiantes Sordos se encuentran matriculados
en la educación especial y se estima que 1.200 se encuentran integrados en la educación
regular en todo el país”. (Herrera 2010:214).
Lo que da cuenta del importante número de personas sordas que participan activamente
de la sociedad y buscan igualdad de condiciones a través entre otras situaciones del acceso
a la educación. Pero muchas veces la escuela no está preparada para recibirlos e integrarlos,
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aunque hace escuálidos esfuerzos para generar espacios que le otorguen igualdad de
condiciones educacionales.
“Mis observaciones en visitas a muchas escuelas me dicen que son los estudiantes sordos los que deben
adaptarse, aculturarse, hacer el esfuerzo por integrarse al medio escolar. Los estudiantes oyentes
continúan su vida normal. Esto quiere decir que las escuelas no están necesariamente preparadas para
recibirlos ni para servir sus necesidades”. (Claros-Kartchner 2009:70)
Lo anterior se debe a una concepción errada y arcaica que se tiene sobre la sordera, lo
cual afecta e influye en las políticas educativas, en el modo en cómo se trabaja dentro del
aula con estos estudiantes y sobre todo en los medios que se emplean para el proceso de
enseñanza-aprendizaje.
“En nuestro país continúa predominando la visión clínica de la sordera, a pesar del impulso de las
políticas educativas tendientes a la integración escolar en escuelas regulares, se mantiene la perspectiva
“oyentizadora” de la sordera. Es decir, se continúa esperando que los sordos “logren” un desarrollo
similar al de los oyentes, que aprendan con los mismos medios, que actúen de la misma forma, etc. Sin
embargo, existen algunas señales de cambio que se reflejan en el avance de la visión sociolingüística y en
la fuerza que han cobrado las Comunidades de Sordos del país”. (Herrera 2010:224)
Sin duda, las pequeñas luces de cambio serán las gestoras de un nuevo movimiento en
la educación del sordo, que busca reivindicar sus derechos y otorgarle las mismas
oportunidades que tienen los oyentes, operando desde las capacidades y el potencial de
acción que estos estudiantes poseen y no desde sus limitaciones, es decir, su deficiencia
auditiva.
“En vista de estos esfuerzos para lograr una educación inclusiva, es necesario determinar cómo deben
ocupar ese espacio las personas sordas. En primer lugar hay que establecer que el problema más grande
que enfrentan estos estudiantes es un problema de comunicación. Sin la posibilidad de comunicarse y
acceder a la información que se maneja en las escuelas, es difícil, si no imposible acceder a “una
educación con equidad.” (Claros-Kartchner 2009:64)
Esta equidad no ha sido posible aún, ya que durante mucho tiempo la escuela
chilena se ha regido por concepciones educativas que buscan remediar un problema
(sordera) y no se centra en la integración del estudiante a través de sus capacidades.
“Chile asume íntegramente las conclusiones del Congreso de Milán de 1880 y decreta el Modelo Oral
como única opción comunicativa para la comunidad sorda. El modelo oral instaurado se caracteriza por
una concepción clínica de la sordera que sustituye los objetivos pedagógicos por objetivos terapéuticos,
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lo que genera que el estudiante Sordo sea tratado como paciente y el profesor actúe como terapeuta. Esta
concepción de la sordera se expresa en políticas educativas centradas en la deficiencia y produce
prácticas correctivas y reparadoras al interior de las aulas”. (Herrera 2010:215)
El modelo educativo que se emplee en el aula debe dar cuenta del proyecto
educativo institucional y este debe atender a múltiples factores, ya que cada alumno es
un mundo único y particular, que posee dificultades, pero también potencialidades que
es necesario trabajar para favorecer su integración plena.
“La modalidad comunicativa más adecuada dependerá, entre otros factores (concepción educativa,
recursos disponibles, necesidades educativas particulares que cada alumno…), de si consideramos a las
personas sordas básicamente como deficitarias para adquirir la lengua mayoritaria de la comunidad
oyente o, por el contrario, como competentes en el manejo de una lengua minoritaria: la lengua de
signos.” (Domínguez 2009:48)
“…el modelo de Comunicación simultánea o Bimodalismo, también conocido con el nombre de habla
signada, ya que en ella se usa tanto el habla como los signos. Este modelo se caracteriza por la traducción
simultánea del habla con signos, usando al mimo tiempo palabras del habla y signos de la LSCh,
siguiendo la estructura de la lengua oral”. (Herrera 2010:216)
“… que los estudiantes desarrollen plenamente ambas lenguas, la LSCh como herramienta vehicular de
comunicación y acceso al currículo. La lengua castellana como herramienta básica para acceder a las
exigencias académicas y para su futura integración tanto al sistema educacional como laboral”
(Resolución Decreto Exento 434, 1999 pp. 20).
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“… ni el lenguaje oral ni el de señas pueden ser vistos como alternativas excluyentes, sino más bien hay
que considerar que los sordos siempre participarán en dos comunidades; la oral y la sorda y lo importante
es que tengan las competencias necesarias para desempeñarse eficientemente en ambas.” (Castro 2003:7)
Si bien existen investigaciones que sustentan que los alumnos con necesidades
educativas especiales pueden alcanzar mejor rendimiento en escuelas especiales, donde
sólo conviven con niños iguales a ellos hay otra corriente que sostiene lo contrario, que es
en la escuela regular donde se logra la verdadera inclusión. Sin duda, esta última cobra
mayor sentido, ya que no se puede pretender que alejando al sordo este pueda lograr la
inserción.
Algunos autores (Cawthorn, 2001; Marschark et al., 2002; Stinton y Antia, 1999)
argumentan que la inclusión puede ponerse en práctica mejor cuando los alumnos sordos
acuden a clases ordinarias o regulares con alumnos oyentes, y se les implica en todos los
aspectos de la vida escolar. Además el estar en contacto con los otros (compañeros
oyentes), le permite al sordo mejorar su autoconcepto.
“Los alumnos escolarizados conjuntamente con otros alumnos sordos ya sea en contextos de integración
o en contextos de educación bilingüe (Lengua de señas-Lengua oral) en los que los alumnos sordos y
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oyentes comparten un sistema de comunicación fluido, presentan un mejor autoconcepto que los alumnos
que se encuentran en situaciones de integración individual “(Silvestre y Ramspott, 2003).
“La integración puede contribuir a mejorar el autoconcepto de los alumnos discapacitados cuando
proporciona múltiples grupos de comparación (Strang, Smith y Rogers, 1978), un grupo normativo de
referencia (sus compañeros sin necesidades especiales) al que el alumno siente pertenecer y que utiliza
como modelo a imitar, y otro grupo comparativo de referencia (otros alumnos con necesidades similares)
“(Puigcerver 2003:63)
Por ende la escuela regular es la mejor alternativa para este tipo de alumno, sólo en
este contexto de interacción continua con sus pares oyentes y sordos el estudiante podrá
desarrollar su máximo potencial, lo cual favorecerá su autoconcepto.
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“Un buen número de investigaciones indican que los niños y jóvenes sordos pueden tener dificultades
para desarrollar una buena competencia social, es decir, dificultades para controlar sus impulsos, para
desarrollar un adecuado concepto y autoestima”. (Valmaseda 2004:150)
Los sordos han sido y siguen siendo discriminados y excluidos de los sistemas, si
bien antes era explicitado abiertamente, hoy se hace de forma solapada, ya que se le
permite el ingreso a la escuela regular, pero no se atiende a sus necesidades, ni se le
otorgan los recurso comunicativos para desempeñarse adecuadamente en un contexto
que es cada vez más exigente y excluyente, por ello es casi normal ver que los oyentes
tengan o elaboren un mejor autoconcepto que los sordos, porque las condiciones y
herramientas que han recibido no son las mismas, dejando siempre en desventaja al
sordo.
“… Encontró una diferencia significativa en aceptación social entre los discapacitados y sus compañeros
normales, siendo mayor el autoconcepto en éstos. También, para Heibert, Wong y Hunter, (1982), los
estudiantes discapacitados tenían niveles de autoconcepto académico significativamente más bajos que
los estudiantes normales”. (Puigcerver Hurtado 2003:72)
“El lenguaje es esencial en el desarrollo del autoconcepto, permitiendo que cada uno atribuya significado
a las experiencias sociales y a la interpretación de dichas experiencias. El lenguaje es parte del proceso de
interacción social y de la comunicación.” Myklebust (1960)
“La falta de lenguaje tiene consecuencias tanto en el medio interno del chico/a (autoconcepto, habilidades
de mediación verbal...) como en sus relaciones con el entorno exterior (interacciones con sus familiares,
profesores y compañeros)”. (Puigcerver 2003:79)
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Por ello se hace imprescindible otorgar una educación de calidad para los alumnos
sordos que debe propiciar el acceso a los aprendizajes escolares en igualdad de condiciones
a los compañeros oyentes. Eso significa ofrecer el currículum ordinario (con las
adaptaciones que sean precisas), posibilitar que de verdad el alumno sordo comprenda y
participe de las situaciones de aula (para lo cual muchas veces será preciso emplear la
lengua de signos), propiciar situaciones que posibiliten el aprendizaje de la lengua oral y
escrita de su entorno (con los consiguientes recursos tanto personales como materiales que
necesiten) y ofrecer situaciones, que favorezcan el establecimiento de relaciones de
amistad con otros compañeros sordos y oyentes, y que promuevan el desarrollo armónico
de su personalidad ayudando a los alumnos a crecer en un entorno bi-cultural.
reciben desde edades tempranas, primero en el ámbito familiar y, más tarde, en el escolar y
social.
Fases de la investigación
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Objetivos
Objetivo general
Determinar la influencia del método bimodal en el mejoramiento del autoconcepto del niño
sordo en la escuela regular.
niño sordo en la
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escuela regular
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Identificar mecanismos a través de los cuales se favorece del autoconcepto en los niños
sordos en el contexto de aula regular.
Referencias
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