ÍNDICE
BIBLIOGRAFÍA
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CONTROL HIDRÁULICO EN PRESAS DE MATERIALES SUELTOS
Una presa es una estructura que tiene por objeto contener el agua en un cauce natural
con dos fines, alternativos o simultáneos, según los casos:
- Elevar su nivel para que pueda derivarse por una conducción (creación de
altura).
- Formar un depósito que retenga los excedentes para suministrar un
suplemento en los períodos de escasez (creación de embalse) o para
amortiguar (laminar) las puntas de las crecidas.
En general, en cuanto una presa tiene una cierta altura existe un efecto de embalse,
que suele ser predominante. De esto resulta que la función mecánica esencial de una
presa es elevar el nivel natural del río, de forma permanente o variable, y de aquí que
la sobrecarga fundamental de la estructura es el empuje del agua, y que este empuje
determina su concepto resistente. Como veremos, la magnitud del empuje
hidrostático es de gran entidad y muy superior a las sobrecargas que soportan otras
construcciones, lo que hace a la presa una estructura de especial exigencia.
Otra particularidad del agua como sobrecarga es que no sólo empuja sino que penetra
por cualquier intersticio, lo que se traduce no sólo en problemas de impermeabilidad
sino incluso en presiones internas que dan lugar a otras sobrecargas de gran
intensidad y desfavorablemente situadas.
Los diversos tipos de presas responden a las variadas formas de cumplir la doble
exigencia de resistir el empuje del agua y evacuar los caudales sobrantes. En cada caso,
la importancia relativa de estas dos premisas, las condiciones del terreno y las
exigencias de los usos del agua (y a veces la tecnología y circunstancias económicas del
momento) dan una serie de condicionantes que llevan a la elección del tipo más
adecuado.
En nuestro caso de estudio, las presas se clasifican desde el punto de vista de los
materiales empleados, y bajo la denominación genérica de presas de materiales
sueltos agrupamos varios tipos formados exclusiva o preferentemente por materiales
naturales: piedras, gravas, arenas, limos, arcillas y suelos en general. Cuando el
material predominante (> 50%) es la piedra gruesa se denominan presas de escollera, y
cuando más del 50% de los materiales son térreos o mezclados con gravas o arenas se
suelen denominar presas o diques de tierra. En general, la denominación genérica es la
más apropiada, puesto que estas presas suelen estar formadas por varios materiales,
cada uno con una función específica, por lo que no se pueden llamar propiamente de
tierra o escollera.
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Las presas de hormigón son impermeables (más correcto es decir que son de muy baja
permeabilidad) pero las de materiales sueltos suelen tener componentes permeables
en alto grado (gravas, arenas, escollera) por lo que necesitan un elemento para
cumplir la función de impermeabilidad. Según su posición y el material impermeable
resultan distintos tipos bastante diferentes entre sí. Atendiendo a la clase y posición
del material impermeabilizante se dan los siguientes tipos:
Las presas de material suelto, cualquiera que sea éste, resisten siempre por gravedad,
pues su débil o nula cohesión no les permite transmitir los esfuerzos cortantes y
tracciones que producirían los arcos.
2. La filtración y el drenaje
- Uno directo, de pérdida de agua, que suele ser el menos importante y el más
fácil de controlar o subsanar.
- Un estado de presiones internas con componentes opuestas al efecto
estabilizador del peso. Además, al estar mojados los materiales, disminuye su
cohesión y su resistencia al rozamiento, añadiéndose estos efectos al de las
componentes desestabilizadoras de las presiones internas.
- El paso del agua a través de las zonas con materiales finos tiende a arrastrar
esas partículas, con el consiguiente peligro de erosión interna progresiva. Este
fenómeno se conoce como sifonamiento o piping.
En cuanto a la pérdida de agua, sólo tiene valor económico. De ser excesiva, deberá
disminuirse con impermeabilizaciones complementarias, pero en principio más por el
peligro de sifonamiento que por la propia pérdida.
4. Control de filtraciones
Las observaciones se hacen en las galerías de visita, viendo en cada una el caudal de las
cunetas y observando si algunos drenes dan más agua que otros (como es lo normal).
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De esta forma podemos inyectar la zona más permeable, atacando el mal en el sitio
más agudo.
Tanto en presas de tierra como de escollera con núcleo impermeable se miden las
presiones intersticiales en los materiales de la presa y del cimiento para conocer si la
distribución de presiones intersticiales y de subpresiones está conforme con lo
previsto. Por lo general, se auscultan durante la construcción las presiones en los
materiales del núcleo impermeable y del cimiento para comprobar su conformidad con
las presiones intersticiales y asientos previstos en el proyecto, y posteriormente con el
embalse lleno para confirmar la efectividad de las pantallas contra las filtraciones. La
auscultación de las presiones en las zonas de filtros y drenes sirve para comprobar su
efectividad en la disminución de presiones.
El equipo empleado en estos sistemas de medida puede variar desde unos sencillos
pozos para observar el nivel freático hasta sofisticadas boquillas para medir presiones
que proporcionan registros de presiones en lugares concretos.
Las presiones intersticiales han sido estudiadas estudiadas en los últimos años,
principalmente, por el Bureau of reclamation de EEUU y el Imperial College de Londres.
Consecuencia de este estudio es el gran número de piezómetros distintos existentes
hoy en día, que en realidad pueden agruparse en los siguientes:
Estos piezómetros están formados por un tubo metálico o de materia plástica con una
superficie filtrante en su base. Este tramo se aísla del resto del sondeo mediante una
capa de bentonita y cemento. Para facilitar la entrada de agua al sondeo, el tramo a
controlar se rellena de arena calibrada silícea y redondeada (no de machaqueo), que
constituye una frontera altamente permeable.
Las limitaciones de estos piezómetros se ven asociadas a los filtros porosos, que
pueden llegar a obstruirse por la repetida entrada y salida del agua: las instalaciones
en limo están sujetas a problemas resultantes de la tendencia de partículas finas a
penetrar dentro del relleno de arena, reduciendo la sensibilidad del piezómetro.
Es, por supuesto, el tipo más económico y utilizado, aunque sus resultados en suelos
de baja permeabilidad son totalmente inaceptables. Para que acuse una variación de
presión debe penetrar cierta cantidad de agua en el tubo, lo cual lleva consigo que su
tiempo de respuesta sea muy alto (este tiempo puede alcanzar fácilmente un mes para
un tubo de 7 mm de diámetro interior en un suelo con un coeficiente de
permeabilidad del orden de 2,5 . 10 -8 cm/s). Además, sus dimensiones hacen que
puedan ser dañados durante construcción o fase de explotación de forma muy sencilla
y la exigencia de que el tubo debe extenderse lo más verticalmente posible excluye el
monitoreo de ciertas zonas de la presa sometida a grandes deformaciones.
c) Piezómetros hidráulicos
En los piezómetros hidráulicos, la presión del agua se detecta por el extremo inferior o
punta porosa y es conducida hasta la superficie o zona de lectura por medio de un
líquido (agua o aceite) dentro de unos tubos de PVC de pequeño diámetro, interiores
al piezómetro. La variación de presión se registra mediante un manómetro de
precisión, generalmente de mercurio.
Estos piezómetros suministran mejores resultados que los convencionales y los tipo
Casagrande, fundamentalmente por dos razones: requieren un tiempo de lectura
menor que con piezómetros de tubo abierto y poseen capacidad (aunque limitada)
para medir presiones negativas. Al contrario de lo que se pudiese pensar en un
principio, son equipos más robustos, lo que los hace menos propensos a daños
durante la construcción o explotación de la presa.
d) Piezómetros neumáticos
Los piezómetros neumáticos consisten en dos tubos llenos de aire donde el dispositivo
de medición se encuentra conectado a una válvula, en adyacencias del material
poroso. Constan de una cámara de equilibrio en la que se ha incorporado un diafragma
que abre o cierra la conexión entre los dos tubos, los cuales alcanzan la superficie
donde se realizan las operaciones necesarias para medir la presión intersticial.
Normalmente el fluído utilizado es gas, aunque en algunos casos se utiliza también
agua u otro líquido.
Otra limitación es que han sido usados por un tiempo relativamente corto y su
durabilidad todavía está por probarse totalmente.
e) Piezómetros eléctricos
Aunque son muy sensibles y su respuesta es casi instantánea, sus limitaciones están
relacionadas con la medición de diminutos cambios de resistencia eléctrica: requieren
de precauciones extras y técnicas apropiadas durante su instalación y lectura, y a pesar
de ello presentan problemas de aislamiento y su fiabilidad a largo plazo no es buena.
Estos piezómetros están demostrando que sus resultados son de gran fiabilidad, ya
que presentan tiempos de respuesta muy cortos (prácticamente instantáneos) y
proporcionan resultados de gran precisión, sensibilidad y fidelidad. Se ha constatado
además su buen funcionamiento en suelos de baja permeabilidad donde los flujos de
agua son pequeños. También se utilizan donde se requiere el monitoreo de presiones
de poro negativas.
Aunque son más caros que otros tipos, su uso se va generalizando, pues los resultados
de total garantía que se obtienen contrarrestan aquel inconveniente. Son además
fáciles de instalar y de leer, admitiendo centralización incluso con control automático
sin excesivos problemas. El único mantenimiento requerido es el cuidadoso
mantenimiento de las unidades de lectura y las baterías, pero se requiere un
entrenamiento especial del personal para calibrar y ensayar el equipo antes de
instalarlo.
Entre sus limitaciones también hay que destacar su inhabilidad para desairear las
puntas de los piezómetros. En aplicaciones donde son importantes pequeños cambios
de la presión de poro, es necesario hacer correcciones por cambios en la presión
barométrica y por temperatura, aunque no es generalmente un problema en la
mayoría de las presas.
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A pesar de que no se tiene una amplia experiencia con estos equipos parecen ser
rígidos y durables. La facilidad con que se pueden automatizar puede llegar a ser una
ventaja importante en el futuro.
Por último hacer referencia a unos elementos que, sin formar parte propiamente dicha
del sistema de auscultación, pueden proporcionar información interesante sobre la
evolución del comportamiento de la presa: los cabezales de drenes.
Para realizar las medidas cada equipo lleva incorporado un manómetro, roscado en la
parte superior del cabezal, de modo que se pueden obtener directamente las
subpresiones en ese punto (en Kg/cm2) con solo girar la llave a la posición de lectura.
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Fig 16. Esquema de drenaje de una presa de materiales sueltos Fig 17. Manómetro de control
En el caso de arcillas, este procedimiento remoldea por corte la matriz que caracteriza
las propiedades de permeabilidad del estrato investigado, alterando las mediciones a
realizar. Asimismo se deberá considerar que la hinca o empuje del piezómetro
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El número y situación de cada tipo de piezómetro tiene que determinarse por los
proyectistas de acuerdo con el tipo y tamaño de la presa y según las características del
cimiento. Dado que los piezómetros funcionan mal y se averían por distintos motivos,
es conveniente instalar un número mayor que el necesario para poder juzgar
correctamente el comportamiento de la presa. En lugares críticos es conveniente
instalar dos tipos diferentes de piezómetro con el fin de disponer de medidas
contrastadas.
- El núcleo impermeable.
- El contacto del núcleo impermeable o sección impermeable con la cimentación.
- Inmediatamente aguas debajo de la pantalla impermeable.
- Entre filtros horizontales.
- Entre filtros verticales o subverticales básicos.
- En la cimentación.
BIBLIOGRAFÍA
Auscultación de presas y sus cimientos. Estado del Arte. Comité Español de Grandes
Presas, Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, 1994.