Las dislipidemias son enfermedades asintomáticas en la mayoría de los
casos. El Programa Nacional de Educación en Colesterol (NCEP) publicado en 2001, recomienda la medición de un perfil de lípidos (colesterol, triglicéridos y colesterol – HDL), al menos cada 5 años en adultos de 20 años o más. Las evaluaciones deben ser más frecuentes en personas con múltiples factores de riesgo o casos con niveles limítrofes de colesterol.
La prevención de la cardiopatía isquémica en nuestro país es una meta
prioritaria, ya que es una de las principales causas de muerte; por tal motivo se considera recomendable a toda persona que conozca su concentración de colesterol total, triglicéridos, colesterol – HDL y colesterol LDL.
En México existe la necesidad de contar con estudios prospectivos hechos en
población abierta que permitan identificar las concentraciones óptimas de HDL. Por ejemplo, en Estados Unidos se identifica a la población afectada con niveles por debajo de 40 mg/dL, esto indica como afectados a 33% de los hombres y a 20% de las mujeres. En contraste, con la estrategia del Congreso Europeo (2003), se usan puntos de referencia diferentes para hombres y mujeres (40 y 46 mg/dL) respectivamente. El porcentaje de casos afectados es mayor al aplicar este criterio en México, donde el 48.4% de los adultos entre 20 y 69 años tienen un colesterol - HDL menos de 35 mg/dL, y por lo tanto, aplicar el criterio de 40 mg/dL aumenta el porcentaje a 60%. Estas estadísticas sugieren que niveles bajos de colesterol – HDL sean definidos por debajo de 40 mg/dL, sin embargo, se recomiendan usar a juicio del clínico.
Múltiples autores han demostrado que los triglicéridos son un factor de
riesgo independiente; se sugiere el uso de 150 mg/dL como punto de referencia para el diagnóstico de hipertrigliceridemia. Los casos con niveles muy altos generalmente cursan con una hiperlipidemias primaria y tienen como complicación potencial el presentar una pancreatitis. El 3.1% de los mexicanos tienen triglicéridos muy altos (mayor de 500 mg/dL).
La aterogenicidad del colesterol y el colesterol – HDL, ha sido demostrada en
múltiples estudios epidemiológicos, de acuerdo al NCEP, el colesterol total se considera deseable si es menor de 200 mg/dL. Se recomienda utilizar cifras mayores de 200 mg/dL para la definición de hipercolesterolemia. En cuanto al colesterol – LDL se considera como óptimo si es menor de 100 mg/dL. Últimamente la recomendación para el nivel de colesterol – LDL en pacientes catalogados de muy alto riesgo, es decir, con antecedentes de enfermedad cardiovascular previa es de menos de 70 mg/dL.
La evaluación inicial de un paciente con dislipidemia debe incluir la búsqueda
intencionada de enfermedades cardiovasculares, la historia familiar de muertes cardiovasculares prematuras, pancreatitis, obesidad o dislipidemias; debe hacerse énfasis en la hipertensión arterial, diabetes tipo 2, el consumo de tabaco, la intolerancia a la glucosa y el síndrome metabólico. Además, se debe interrogar sobre el consumo de medicamentos capaces de alterar el perfil de lípidos y el alcohol. El la exploración física se debe buscar intencionadamente la presencia de xantomas, cuyas variedades sugieren el tipo de dislipidemia existente. Otros datos a registrar en la exploración son la presión arterial, el índice de masa corporal y el perímetro de la cintura.