En la distancia de tiempo y geografía uno entiende mejor las cosas, sobre todo ahora
cuando me acompaño por mi guitarra y escucho cantar a un grupo de muchachos y
muchachas las canciones tradicionales de nuestro país. Reconozco en sus rostros las
mismas sonrisas del que fui hace cerca de 34 años. Ahora que estoy en lo mismo, la
enseñanza y la música, comprendo.
Llegué a la secundaria 2 como muchos, sin saber exactamente lo que significaba, sin
pensar en el por qué o para qué. Los amigos y algún maestro – Carlos, Antonia,
Héctor, Nacho,, de la primaria- nos impulsaron. Pero en mi caso era más bien la
inercia, no ideas de familia.
Ya en la escuela, en el primer grado A, para ser precisos, llegaban, uno por uno, los
maestros que batallarían con nosotros. El de matemáticas, el de español, de biología,
civismo, inglés, educ. física, etc. Uno a uno iban mostrando sus ideas, su forma de
decir las cosas, manera de esbozar con palabras y movimiento de manos lo que
representaba su materia y lo importante que era la educación para nosotros.
Diferente a la primaria, donde cada grupo tenía un sólo maestro, la secundaria
nos mostraba un abanico de personalidades muy distintas, pero convergentes
en la educación, motivo y razón de ser de la escuela. Allí estaban, tenaces, los
maestros. Y entre ellos usted, Juan Pablo, maestro de música, sonriente,
entonando una canción y mostrándonos –también con palabras y sonrisas- la música
como un océano de agua tibia que bañaría nuestro espíritu con notas sonoras,
rítmicas, acompasadas; era miel, era leche tibia que alimentaba nuestro espíritu,
cuyo sabor nos duraba toda la tarde y los fines de semana. Y que nuestro pie al
moverse reflejaba una manifestación de nuestra identidad y antigüedad.
Aún recuerdo a “Comadre Juana vamos a bailar, con ese viejo cara de
comal.”, canción que volví a escuchar en 1986 con la cantante Tehua, voz
terciopelo, en la Casa de la cultura de esta ciudad de Villahermosa.
Mariano Esperón, Los Cuates Castilla, Alvaro Carrillo, Agustín Lara, José Alfredo
Jiménez eran los héroes de mil batallas en la guerra florida de los sentimientos.
Abrevamos esa mezcla de poesía y saber popular que dibujaron lágrimas, sonrisas,
besos, abandonos y sonrisas. La música, mezcla de sonidos y silencios en el tiempo.
Nos dimos cuenta que los tamaulipecos, nuestros paisanos, Cuco Sánchez, Cornelio
Reyna y Rigo Tovar formaban parte de la misma familia de trovadores.
En la mañana, la hora con música era la que le daba sentido al día. Y luego poco a
poco fuimos formando un grupo que llegaba por las tardes a darle cierto orden a
nuestras voces y a los sonidos armónicos que le empezamos a sacar a los
instrumentos.
Algunas tardes nos reuníamos en casa de un amigo (Ariel, Javier Zamora, Tolín y
yo) y con dos guitarras, unos botes grandes y unos sartenes armábamos nuestro
grupo. Con la música construíamos la tarde y a nuestro recuerdo invariable venía la
imagen de la muchacha, muñequita linda, de cabellos de oro.
Y fíjese profe Puente, no había mejores momentos en nuestra vida que cuando
estábamos ante un público. También cuando salíamos a tocar a otro municipio. O
cuando las madrugadas del 10 y del 15 de mayo recorríamos nuestras casas y las de
nuestros maestros para cantarles con el corazón en la garganta. Era don Pedrito el
conductor alegre de ese camión americano que tenía la secundaria, quien sonreía
cuando gritábamos que “al chofer no se le para el camión”
En la estudiantina y el mariachi hicimos muy buenos amigos con los cuales nos
divertíamos en grande. Éramos un buen equipo; aunque es más preciso decir que
aprendimos a trabajar en equipo.
Sí, Profe. mi inicio en el maravilloso mundo de la música en gran medida fue con
usted y su clase. Y aparte de que la maravillosa música me ha facilitado mi trabajo
escolar y transforma en cualquier momento el ambiente del grupo en alegría, en lo
personal me da muchas satisfacciones al apreciar la música de otros pueblos y al
ambientar las fiestas de los amigos con canciones como Paloma querida; El
andariego; No vale nada la vida, etc. En conclusión creo que comprendimos lo que
dice la Biblia respecto a que no sólo de pan vive el hombre.