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Es lamentable que se haga tanto hincapié en la muerte del Señor Jesús pero
se suela omitir Su resurrección corporal. Su muerte y resurrección están tan
unidas que la muerte del Maestro sin resurrección no serviría para nada.
Obvio, nunca pudo haber resurrección sin muerte.

La resurrección del Señor Jesucristo es el hecho más trascendental en la


historia de la humanidad. Y confirma sus pretensiones mesiánicas. Tal
resurrección va en contravía de la razón y la lógica occidental y trasciende
cualquier rama de la ciencia. De ahí que algunos tejan historietas alrededor de
la resurrección del Hijo de Dios.

Pudiera pensarse que los apóstoles del Señor empezaron a testificar sin
tener reales evidencias de que había resucitado corporalmente. En realidad, los
primeros incrédulos de la resurrección del Cristo fueron los apóstoles. Tal era
su incredulidad que el Hijo de Dios tuvo que aparecérseles vivo durante ¡40!
días. (Además, se les apareció a más de ¡500! personas a la vez) Ningún
apóstol creía (ni podía entender) que después de pasar por lo que tuvo que
experimentar, el Cristo resucitaría al tercer día. Las mujeres que servían y
seguían al Señor tampoco consideraban tal posibilidad. El primer milagro que
tenía que ocurrir luego de la resurrección del Maestro era que ³resucitara´ la
fe de Sus seguidores, pues fue hecha papilla al verlo clavado en una cruz
como un vulgar malhechor.

De ahí la ardua labor del Cristo a lo largo de ¡40! días al aparecérseles,


compartir y comer con ellos. Asimismo, les animó a tocarle e introducir su
mano en Su costado y muñecas para que supieran que no veían un ³espíritu´ o
alucinaban. Solo después de convencerse de la resurrección corporal del Hijo
de Dios con irrefutables evidencias, estuvieron dispuestos a testimoniar.
La palabra ³testigo´, que aparece en el Evangelio, proviene del griego
koiné V  o V ; de ahí la palabra ³mártir´; alguien que da testimonio a
través de su muerte. Un mártir está dispuesto a dar la vida por lo que sabe o
cree cierto. No ofrenda su vida por una mentira, a menos que esté chiflado.
Excepto Juan, todos los apóstoles murieron por lo que sabían (no solo creían)
era verdad.

Sobre teorías contra la resurrección del Cristo, William Lane Craig afirma:
³La gente que promulga estas teorías admitirían: µSí, nuestras teorías son
improbables pero no son tan improbables como la idea de que ocurriera ese
milagro espectacular [resurrección del Cristo]¶. Sin embargo, la cuestión ya no
es histórica. Es  
: si los milagros son posibles. La hipótesis de que
Dios resucitó a Jesús de entre los muertos no es improbable. En verdad,
basados en la evidencia, es la mejor explicación de lo que sucedió. Lo
improbable es la hipótesis de que Jesús resucitó  V  de entre los
muertos. Eso es extravagante. Cualquier hipótesis sería más probable que
decir que el cuerpo de Jesús volvió a la vida en forma espontánea´.

Craig añade: ³Sin embargo, la hipótesis de que Dios resucitó a Jesús de


entre los muertos no contradice a la ciencia [natural] ni a ningún hecho
conocido de la experiencia. Solo requiere la hipótesis de que Dios existe y
creo que hay buenas razones independientes para creer que sí existe. [Hacia
allá apuntan la cosmología, astronomía, astrofísica y otras ciencias naturales
además de las experiencias irrefutables de la transformación de millones de
seres que han confiado en el resucitado Cristo histórico].

Craig concluye: ³Mientras que la existencia de Dios sea siquiera posible, es


posible que haya actuado en la historia resucitando a Jesús de entre los
hombres´.

En artículo anterior vimos que la física moderna y la mecánica cuántica no


descartan la existencia de Dios y los milagros. Y no se trata de invocar hechos
para hacer creíbles creencias religiosas, sino que ±asegura John W.
Montgomery- ³a diferencia del período de Newton, el universo ya no es una
caja de seguridad cerrada, no es el juego predecible en el cual conocemos
todas las reglas. Desde Einstein ninguna persona moderna [ni responsable]
tiene el derecho a descartar la posibilidad de ciertos acontecimientos con base
en un conocimiento previo de una µley natural¶. La única manera de saber si
un suceso puede ocurrir es ver si ocurrió. El problema de los milagros debe
resolverse en el campo de la investigación histórica, no en el de la
especulación filosófica´.

Basado en la física newtoniana, Hume objetó: ³Un milagro es la violación


de leyes naturales. Dado que una experiencia firme e inalterable ha establecido
tales leyes, la prueba contra los milagros (con base en la naturaleza del hecho)
es tan definitiva como cualquier argumento de la experiencia puede
posiblemente imaginarse. Nada debe considerarse milagroso si ocurre en el
curso común de la naturaleza. No es un milagro que un humano
aparentemente sano muera de repente. Pero es un milagro que un muerto
resucite; porque tal cosa jamás ha sido observada en ninguna época o país. Por
tanto, la experiencia uniforme está en contra de todo acontecimiento
milagroso, de otra manera dicho suceso no merecería ser llamado así´.

C. S. Lewis refuta: ³Claro que debemos concordar con Hume si la


experiencia absolutamente µuniforme¶ está contra los milagros; esto es, si los
milagros jamás han ocurrido. ¿Por qué entonces nunca ocurrieron?
Desafortunadamente, sabemos que la experiencia es uniforme en contra de
ellos solo si estamos seguros de que todos los relatos al respecto son falsos.
[Si somos omniscientes] Y podemos saber que todos los relatos son falsos solo
si sabemos que los milagros nunca han ocurrido. [Si somos, además,
omnipresentes] De hecho, estamos argumentado en círculo´.

Acerca de las probabilidades de la veracidad de los hechos evangélicos,


Josh D. McDowell asevera: ³¡Cuidado! No digo que probé más allá de una
sombra de dudas que Jesús es el Hijo de Dios. Lo que hice fue investigar la
evidencia y poner en balanza los pros y los contras. Los resultados mostraron
que Cristo debe ser quien afirmaba ser, y yo debía tomar una decisión, lo cual
hice. La reacción de muchos es: µEncontraste lo que querías encontrar¶. No es
el caso. Confirmé por medio de la investigación lo que quería refutar. Me
prepararé para desacreditar al cristianismo. Yo tenía preferencias y prejuicios
no a favor de Cristo, sino en su contra. Hume diría que la evidencia histórica
es inválida porque uno no puede establecer la µverdad absoluta¶. Yo no estaba
buscando la verdad absoluta sino más bien la µprobabilidad histórica¶. Las
suficientes evidencias como para establecer que lo que creemos es creíble y
objetivamente cierto´.

¡Feliz Pascua de Resurrección!

El autor es periodista


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