A comienzos del siglo 18 (1700), la península (extensión de tierra rodeada de mar por
todas partes excepto por una zona que la une a un territorio más grande.) italiana era un
territorio fragmentado en unidades políticas independientes. Para entender la existencia
de esta Serenísima República hay que remontarse a la crisis de la Baja Edad Media, que
en Italia, entre otras consecuencias, llevó a la formación de varias ciudades estado
-Venecia, Milán, Florencia, Estados Pontificios y Nápoles- que rivalizaban por ampliar
sus fronteras y sus redes comerciales.
Venecia está compuesta por 120 pequeñas islas unidas entre sí por 455 puentes. Desde
su fundación la ciudad ha sufrido los efectos de inundaciones periódicas. En la
actualidad la ciudad se considera en grave amenaza por las repetidas inundaciones.
Organización política
En el siglo VII, eligieron su propia autoridad, que era un Dux o Dogo, que gobernaba de
por vida, electo por una Asamblea, lo que le confirió cierta autonomía con respecto al
Imperio Bizatino.
El título doge es la versión dialectal veneciana de duce, derivada del latín dux, dirigente
o duque. En el s.XVII sus privilegios estaban muy limitados. Junto con los miembros de
su familia quedaban excluídos de participar en cualquier negocio mercantil y no podían
abandonar la ciudad sin autorización del Gran Consejo. Sus hijos tenían prohibido el
acceso a cargos. Estaban sujetos a estrecha vigilancia: sus cartas eran censuradas y no
podían tener contactos privados con embajadores extranjeros. La desconfianza que se
sentía ante las ambiciones individuales de poder era tan grande que sus ingresos estaban
estrictamente controlados por el Gran Consejo y no se les permitía aceptar ningún
regalo, excepto flores y hierbas olorosas. Las malas experiencias con dogos ansiosos de
poder hacían aumentar la rigidez de las normas. Desde finales del s.XII eran elegidos
por el Gran Consejo en una complicada votación ideada para evitar el ascenso de
familias concretas. De treinta bolas de oro, un niño elegía nueve que daba en mano a
nueve miembros del Consejo, cuyas caras no podía ver. Estos nueve elegían a cuarenta
electores del Consejo y en sucesivas reducciones y elecciones ganaba el candidato que
alcanzara veinticinco votos. El sistema permitió que las familias Mocenigo y
Partecipazio consiguieran 7 dogos y la de los Contarini 8.
El período que nos ocupa está marcado por la estabilidad, y por un cierto retroceso en el
comercio mediterráneo, en parte por la concentración de la propiedad agraria, la
vigencia de una agricultura tradicional y la decadencia de la clase dirigente ( clase alta).
En efecto, la estabilidad política proviene de la constancia de los ingresos comerciales,
dándose muchas exportaciones de cerámicas, objetos de vidrio y obras de arte, llegando
a declararse la ciudad puerto franco en 1735; en parte también de una clase política
conservadora, anclada en las instituciones tradicionales y dominada por la aristocracia
(Gran Consejo de Nobles, Senado y Señoría) opuestos a cualquier conato de reforma, y
por último, se debe también a una política de neutralidad en la escena internacional.
La Serenísima República de Venecia era, en este siglo XVI que se está tratando, un
estado próspero que basaba su economía fundamentalmente en las transacciones
comerciales, en particular en lo que atañía a obras de arte, objetos de vidrio y cerámica.
Por esta razón, necesitaba mantener a toda costa sus acuerdos comerciales con Bizancio,
y, también por ello, en el seno de las instituciones de la República las luchas por el
poder eran tan furibundas como en la Roma de los Médicis.
Arte en Venecia
Sistema de transporte
El gobierno de Venecia admirado por todo Europa en los siglos XVI y XVII, un viajero
francés en 1709 escribe: “Venecia se ha convertido desde hace tiempo, en escuela en la
que todos los soberanos buscan ejemplos y enseñanzas.
Venecia y la religión