EPISTEMOLOGIA
agnosticismo empirismo fe positivismo realismo ingenuo teismo
ateismo epistemologia fideismo psicologia realismo critico teologia
ciencia escepticismo filosofia racionalismo relativismo
criticismo etica formal realismo sistema formal
existencialism realismo
dogmatismo logica sociologia
o cientifico
agnosticismo (del griego agnostos, de agnoein, no saber, ignorar) Término acuñado
por Thomas Henry Huxley (1825-1895), en 1869, para diferenciar su sistema de
ideas del de los metafísicos, en el seno de la Metaphysical Society, que mantenían
poder probar la existencia de Dios o sostenían la racionalidad de la fe. En general,
supone la afirmación de que no hay que creer en aquello para lo cual no existen
suficientes pruebas. En sentido estricto, suele entenderse como la afirmación de
que no es posible afirmar racionalmente la existencia de Dios ni su no existencia
ateismo (del griego theós, dios, y de la a privativa: sin dios). En el aspecto teórico,
es la negación de la existencia de Dios o de la posibilidad de conocer su existencia,
o hasta la afirmación de que «Dios» es un concepto carente de sentido. En su
aspecto práctico, coincide con la indiferencia religiosa de quien vive de forma que
no tiene en cuenta para nada el concepto de Dios. Ateo es, pues, quien sostiene,
en la teoría o en la práctica, que «Dios no existe».
Sostienen, por otro lado, un ateísmo práctico, además del teórico, aquellos
sistemas filosóficos que propugnan una visión del mundo de la que se excluye
positivamente la idea de Dios: Nietzsche, que proclama una moral cuyo punto de
partida es que «Dios ha muerto»; el existencialismo del que Sartre afirma que es la
consecuencia coherente de la inexistencia de Dios, o el marxismo, para el que la
crítica a la religión es la condición previa de toda crítica. Se suele hablar también
de un ateísmo postulatorio, a saber, aquel que supone que la negación de la
existencia de Dios es una premisa o postulado del propio sistema; éste es el caso,
Las características básicas de que goza la ciencia son las mismas que se
atribuyen al conocimiento científico, ya que, en definitiva, son una sola y misma
cosa (uno es el resultado de la actividad y la otra es la actividad humana que lo
produce), y sólo a ellos se aplica la noción de episteme, tal como se denominaba al
verdadero saber entre los griegos, por oposición a la mera opinión, que se
consideraba conocimiento impropio o saber infundado.
El libro I de esta obra es una crítica cerrada a la doctrina de las ideas innatas, tal
como las entendían los cartesianos; no hay ideas innatas ni principios teóricos o
morales. El entendimiento, antes de toda experiencia, no es más que una tabula
rasa. El libro II trata del origen de las ideas a partir de la experiencia sensible,
interna o externa; nacidas las ideas simples de la sensación o de la reflexión, el
entendimiento puede a partir de ellas componer ideas complejas. En una de estas
ideas complejas, la sustancia, pueden distinguirse cualidades primarias (objetivas)
y cualidades secundarias (subjetivas).El libro III estudia el lenguaje y el IV el
conocimiento (si bien de un modo que no está en plena consonancia con el libro
I).La influencia de esta obra en los ilustrados franceses fue enorme; éstos vieron en
Locke la superación del racionalismo que dominaba en el continente europeo
desde Descartes a Leibniz, y fundaron en ella su modelo de razón empírica. Leibniz
criticó el empirismo de Locke en su obra Nuevos ensayos sobre el entendimiento
humano (1703-1704).Las ideas simples de Locke se agrupan en cuatro clases:1)
las que provienen de un solo sentido; «amarillo», por ejemplo.2) las que provienen
de varios sentidos; la «forma», por ejemplo.3) las que provienen de la reflexión
interna, por pensar sobre ideas simples de los sentidos; el «pensamiento» y la
«voluntad», por ejemplo.4) las que proceden, de forma combinada, de la sensación
y la reflexión a un mismo tiempo a manera de síntesis; la percepción de la
«existencia» de un objeto externo, por ejemplo, o el «dolor».La mente,
combinando, relacionando y abstrayendo, puede formar ideas complejas -«la
belleza, la gratitud, un hombre, un ejército, el universo»-, relaciones y
abstracciones. Las ideas complejas se dividen en modos, sustancias y relaciones.
Una sustancia es una idea compleja con la que concebimos un ser particular; la
idea de «hombre», por ejemplo.Un modo es la idea compleja con la que pensamos,
por abstracción, conjuntos de ideas simples -referibles a diversas sustancias- que
no subsisten como un ser particular; la «danza», por ejemplo, o la «belleza».Una
relación es una idea compleja que surge de la comparación de ideas; Caio, por
ejemplo, pensado como hombre no dice más relación que a sí mismo, pero
pensado como «marido», o como «padre» entra en relación con otra idea.La
distinción entre cualidades primarias y secundarias, divulgada por Locke, pero
utilizada ya por Descartes, divide las cualidades de las cosas sensibles entre las
que son objetivas y, por tanto, cualidades sustanciales de los cuerpos (extensión,
figura, número, movimiento y solidez), y las que son subjetivas, que sólo
indirectamente podemos atribuir a la sustancia porque las producen en nosotros las
cualidades primarias (color, sabor, sonido, temperatura, etc.). Cualidades primarias
y secundarias son ideas con las que pensamos los cuerpos.El punto de partida de
Berkeley es la crítica a la distinción, hecha por Locke, entre cualidades primarias y
secundarias; la conciencia no hace distinción entre primarias y secundarias: toda
idea es un fenómeno (subjetivo) de la conciencia y todo cuanto sabemos de las
cosas es sólo lo que percibimos (subjetivamente). Por ello «ser es ser percibido» o
«percibir».Hume, a su vez, admite la crítica de Berkeley y asume como punto de
partida que las ideas son fenómenos de la conciencia, pero critica no sólo la idea
de sustancia externa, sino también la de sustancia interna, o yo. De ahí procede su
escepticismo, por cuanto lo que pensamos supera con creces lo percibido, pero
sólo hay certeza de lo percibido, y su fenomenismo.En tiempos de Hume, el
modelo científico newtoniano es una ciencia empírica con pleno derecho; el
empirismo de Hume dirige su atención, no sólo hacia la manera y el fundamento de
nuestro conocer, sino también hacia una ciencia empírica del hombre: el Tratado
de la naturaleza humana (1739) no confiesa otro objetivo que el de lograr en el
mundo de la moral lo que Newton ha logrado en el mundo de la física. Las
investigaciones de Hume se centran, no sólo en el estudio del entendimiento (Libro
I del Tratado de la naturaleza humana, e Investigación sobre el entendimiento
huma-no ), sino también en el de las pasiones (Libro II del Tratado) y la moral
(Libro III del Tratado e Investigación sobre los principios de la moral).La innovación
fundamental de Hume en la teoría del conocimiento es su distinción entre
impresiones e ideas, la relación que existe entre unas y otras y la posibilidad de
que las ideas se asocien entre sí. Una impresión es una percepción que, por ser
inmediata y actual, es viva e intensa, mientras que una idea es una copia de una
impresión, y por lo mismo no es más que una percepción menos viva e intensa,
que consiste en la reflexión de la mente sobre una impresión; tal reflexión se hace
por la memoria o la imaginación. Pero, además, las ideas se relacionan entre sí por
una especie de atracción mutua necesaria entre ellas: por semejanza, por
contigüidad y por causalidad. Igual como en el universo de Newton la atracción
explica el movimiento de las partículas, en el sistema filosófico de Hume las ideas
simples se relacionan -se asocian- entre sí por una triple ley que las une. En el
conocimiento de lo que él denomina cuestiones de hecho, la relación de causalidad
ejerce una función fundamental: síntesis de las dos leyes anteriores, semejanza y
contiguïdad, es ambas cosas a la vez (ha de haber semejanza entre causa y
efecto, y es necesaria una contigüidad en el espacio y el tiempo entre causa y
efecto) más la costumbre, o hábito, de generalizar en forma de ley, o enunciado
universal, las sucesiones de fenómenos que suceden regularmente en el tiempo.La
exigencia básica de que a toda idea ha de corresponderle una impresión para que
tenga sentido, o para que a la palabra le corresponda una idea con un contenido
verdadero, se constituye en el instrumento ineludible de la crítica que instituye a
todos los conceptos fundamentales de la filosofía tradicional: causalidad, sustancia,
alma, Dios y libertad. ¿A qué impresión -se pregunta- corresponde cada una de
estas ideas?La crítica que instaura el empirismo clásico acaba en el fenomenismo
y el escepticismo. Frente a la dogmática seguridad que exige y pretende haber
hallado el racionalismo, el empirismo oferta la razonabilidad del conocimiento
probable y de los límites del conocimiento. El valor histórico del empirismo está en
su crítica; pero no en la empresa no lograda de fundar suficientemente el
conocimiento científico. Ofrece una alternativa, pero no una síntesis y, por lo
mismo, no una superación del racionalismo y el dogmatismo.Asociacionismo de
ideas y perspectiva fenomenista son los dos ejes sobre los que han girado los
sucesivos sistemas empiristas posteriores, en J.S. Mill, H. Spencer, F. Brentano, E.
Mach y otros, pero también son empiristas otros sistemas filosóficos que deben sus
presupuestos más bien al positivismo del s. XIX, como son los de Duhem, James,
Peirce, Dewey o Russell.El empirismo por excelencia de la edad contemporánea
recibe el nombre de empirismo lógico o neopositivismo. Sus dos principios
empiristas fundamentales son: el problema de la verificabilidad, con sus diversas
soluciones más o menos radicales, y el reduccionismo de los conceptos no lógicos
o no matemáticos de las teorías a enunciados observacionales o a conceptos, en
última instancia, reducibles a ellos. Los escritos de Karl R. Popper representan una
crítica dirigida al neopositivismo en general desde un punto de vista empirista
crítico, que su autor llamó racionalismo crítico. Su principio de falsabilidad se opone
diametralmente al inductivismo que supone el principio de verificación.La nueva
filosofía de la ciencia, esto es, aquella que se opone a la concepción estándar de la
ciencia, insiste sobre cuestiones que parecen minar los puntos fundamentales en
que se sostiene el empirismo: la importancia de la teoría en la misma observación
(observaciones «cargadas de teoría») y la crítica dirigida hacia la excesiva
distinción ente lo teórico y lo observacional. W.V.O. Quine, que ha puesto en
evidencia los dos denominados «dogmas del empirismo», a saber, el
reduccionismo y la distinción entre analítico y sintético, también ha destacado que
sólo «lo sensorial» es suficiente fundamento para la ciencia o para el significado de
las palabras.
Existen, por otra parte, diferencias fundamentales entre las distintas corrientes de
existencialismo. Unas se refieren ya a la manera misma de entender la existencia,
distinta para cada uno de los autores; otras permiten hablar, quizás
superficialmente, de un existencialismo ateo y un existencialismo cristiano: Marcel
es teísta, como lo es Kierkegaard; Jaspers, sin serlo, habla de una trascendencia;
Sartre sostiene que el existencialismo representa un ateísmo consecuente;
Heidegger, aparentemente ateo, no excluye en su sistema, sobre todo en sus
últimas obras, oscuras y enigmáticas alusiones a Dios. Las obras fundamentales
del existencialismo son El ser y el tiempo (1927), de Heidegger, y El ser y la nada
(1943), de Sartre. Sartre escribe esta obra durante el paréntesis en que se halla la
filosofía alemana por causa de la guerra, y este existencialismo francés, con la
rama cristiana representada por G. Marcel y M. Mounier, muy influido por lo demás
por Heidegger y Jaspers, es el que logra ser predominante y extenderse a otros
ámbitos culturales, ya no expresamente filosóficos, como son la literatura y el cine.
A ello han contribuido determinados elementos conceptuales del existencialismo,
particularmente chocantes, procedentes de la situación histórica en que se
desarrolla, el período de entre guerras, y el periodo en que se propaga, la
Karl Jaspers habla de la «fe filosófica» (ver referencia), expresión con la que,
aparte del misticismo propio de su existencialismo creyente, parece indicar la
confianza que el filósofo, igual que todo hombre de ciencia, ha de depositar
preámbulos de la fe.
filosofia (del griego phylosophía, amor al saber, derivado de filos = amar y sophia =
saber, sabiduría) Etimológicamente, en una traducción excesivamente
convencional, «amor a la sabiduría», donde la palabra sophía, en lugar de ser
traducida como «sabiduría», término con connotaciones grandilocuentes, debe
traducirse como «saber teórico», o, en palabras de Aristóteles, como
«entendimiento y ciencia» (ver cita); de igual manera, philos, el «amigo» o el
«amante» de este saber intelectual puede entenderse, a la manera de Platón,
como aplicado a aquel que desea o está ávido de saber .
Históricamente, la invención -hecha por los griegos de las colonias jonias de Asia
Menor, hacia el s. VI a.C.,- de hacer frente con la reflexión racional a los problemas
que les presentaba la naturaleza. La invención consistió -es la tesis de Karl R.
Popper- en un cambio de actitud ante las afirmaciones tradicionales acerca del
mundo y el lugar que ocupa el hombre en el mundo, sobre todo acerca de los
orígenes de ambos, debido a profundas transformaciones sociales. De una actitud
tradicional, conservadora y acrítica, basada en el mito, se pasa a una actitud
nueva, innovadora y crítica, que se expresa mediante teorías sobre el mundo, al
comienzo rudimentarias. Esta actitud llega a convertirse en la tradición de criticar
teorías, de modo que la filosofía, primero, y luego la ciencia, que irá naciendo de
aquélla, no son más que la actitud crítica del hombre ante las cosas -la naturaleza,
el universo y él mismo-, tal como se ha desarrollado a lo largo de la historia.
El desarrollo de las mismas ciencias empíricas durante los dos últimos siglos, y
sobre todo el de su metodología, ha llevado a la conclusión de que la investigación
científica no apunta simplemente a la verdad y a la certeza. El valor de la ciencia es
incuestionable y sus procedimientos son modelos de racionalidad, pero lo son
precisamente porque cree que debe cuestionarse a sí misma constantemente.
[Por lo demás, también puede decirse que filosofía es de lo que trata este
diccionario].
formal En general, el adjetivo atribuye a algo una relación con la forma. Cuando se
opone a fondo, sustancia o materia de un asunto o de una cosa, o al valor
semántico, emotivo, expresivo, pragmático o figurativo de una expresión lingüística
o artística, se refiere al aspecto estructural o abstracto. Si se relaciona con la
noción clásica de forma sustancial, o un derivado de la misma, significa lo que es lo
esencial a algo. Si se trata de la forma lógica, se refiere al objeto propio de la
lógica, a saber, la consideración de aquellas estructuras mentales, que expresamos
inválido.
positivismo En general, aquella actitud teórica que sostiene que el único auténtico
conocimiento o saber es el saber científico. Le caracteriza una actitud crítica ante la
filosofía tradicional, en especial la metafísica, y afirma que también la filosofía ha
de ser científica. Para ello, el «espíritu positivo» es fiel a unos principios
orientativos o reglas (L. Kolakowski), que se mantienen en todas las filosofías
positivas de las diversas épocas: la regla ontológica del fenomenismo, según el
cual la realidad se manifiesta en los fenómenos, obliga a rechazar cualquier
concepción de una esencia oculta más allá de los fenómenos; la regla del
nominalismo, según la cual el saber abstracto no es saber de cosas en sí o
universales, sino de meras cosas individuales generalizadas; la regla que obliga a
renunciar a juicios de valor y a enunciados normativos, en cuanto carentes de
sentido cognoscitivo y, finalmente, la regla de la unidad del método de la ciencia,
según la cual cabe pensar en un solo ámbito del saber, reducible a la observación y
a la experiencia, en definitiva a una única ciencia, preferentemente la física.
«positivismo sociológico».
psicologia Término introducido por Goclenius (Rudolf Göckel) hacia 1590, con la
obra Psichologia, hoc est de hominis perfectione, animo et in primis ortu huius
commentationes ac disputationes quorundam theologorum et philosophorum
nostrae aetatis [Psicología, esto es, comentarios y tratados de teólogos y filósofos
de nuestro tiempo sobre la perfección del hombre y de su ánimo, y sobre todo del
origen de éste].
Tras estas escuelas clásicas de psicología, que pueden considerarse otros tantos
nacimientos de la psicología como ciencia autónoma, surgen múltiples psicologías
derivadas o mezclas de unas y otras. Una de las más importantes es la psicología
humanística, también llamada «tercera fuerza», en una vía intermedia, armónica
con las humanidades, entre la visión psicoanalítica del hombre y el método
estrictamente científico del conductismo, personalizada en psicólogos como
Abraham Maslow, Gordon Allport y Carl Rogers. Importancia especial debe
atribuirse al surgimiento de la psicología social, desde los años treinta, a partir de
los estudios sobre dinámica de grupos, de Kurt Lewin (1890-1947), del psiquiatra
vienés Jacob Levy Moreno (1892-1974), con la introducción del psicodrama, el
sociodrama y la sociometría, y el estudio de las human relations [relaciones
humanas] llevado a cabo por Elton Mayo (1880-1949). No se trata sólo de una
especie de psicología aplicada a un nuevo campo, la sociedad, sino que introduce
nuevos temas de estudio psicológico -y nuevas metodologías-, como son la
comunicación, la conducta desviada, el grupo, la dinámica de grupos, el
comportamiento de las masas y la comunicación de masas. Entre las corrientes
teóricas más recientes, estrictamente psicológicas o bien relacionadas, son
importantes el interaccionismo simbólico, el freudomarxismo y el funcionalismo
antropológico.
la razón .
realismo (del latín realis, de res, cosa, objeto, realidad) Creencia en que existe un
mundo externo (realismo ontológico) y que puede ser conocido (realismo
epistemológico). Estas tesis pueden son una simple afirmación ingenua y acrítica,
si no se fundamentan más que en la aparente evidencia de los sentidos (realismo
ingenuo) o bien incluyen una fundamentación más o menos crítica. El realismo
filosófico sostiene con argumentos la existencia de un mundo real independiente
del pensamiento y de la experiencia, pero no afirma que percibamos el mundo tal
como es en realidad. Es, pues, ante todo, una afirmación de tipo ontológico (acerca
de que las cosas son), que implica una determinada teoría del conocimiento, así
como una teoría sobre la percepción (acerca de que las cosas no son tal como
aparecen).
Los partidarios del realismo crítico (título también de una obra de R.W. Sellars, de
1916) sostienen un realismo indirecto basado en que los datos sensoriales no
pertenecen tal cual aparecen al mundo físico, distinguiendo de nuevo, entre cosa
externa, dato sensorial (sense-datum) y el acto de la percepción.. Dentro del
realismo critico, se presentan diversas maneras de interpretar los datos
sensoriales. En el ámbito de la filosofía de la ciencia, se discute también si los
supuestos científicos, muchos de los cuales se basan en que las leyes causales y
muchas entidades teóricas tengan una existencia objetiva para que la ciencia
pueda ejercer su función explicativa, son una demostración de la verdad de las
tesis realistas, y en este caso se habla de realismo científico. Muchos teóricos de
la ciencia han insistido en la necesidad de interpretar las teorías científicas en
sentido realista, como (más o menos) verdaderas descripciones del mundo,
llevados por la fuerza de la afirmación de que sólo las causas explican .
determinada.
realismo critico Históricamente, la crítica al «nuevo realismo» inglés y americano
de comienzos de siglo, que realiza un grupo de filósofos americanos - D. Drake,
A.O. Lovejoy, A.K. Rogers, R.W. Sellars y George Santayana, entre otros-
utilizando como lema el título de Critical Realism [Realismo crítico], de una obra de
Roy W. Sellars, publicada en 1916. El realismo crítico no acepta la idea del «nuevo
realismo» de que lo percibido forma parte del mundo físico, ni su «monismo
neutral», y sostiene que, además del mundo físico real, existe también el mundo
de la percepción. La manera como se interpreta, esto es, qué clase de entidad
corresponde a los datos sensoriales, difiere según los diversos autores.
Acostumbran a llamar a los sense- data «complejo de caracteres». Las
interpretaciones más peculiares son las de Lovejoy, que lo considera una cosa
mental, y la de Santayana, que lo considera a modo de una esencia o cualidad,
pero en ambos casos con referencia a la cosa externa percibida.
Por otra parte, Karl R. Popper llamó «realismo crítico» a su interpretación realista
de la ciencia en general (ver texto ) y de las teorías científicas en particular, de la
misma manera que lo llama también racionalismo crítico: las teorías científicas no
son sólo instrumentos útiles, sino también y sobre todo conjeturas sobre cómo es la
realidad.
crítico.
realismo ingenuo Creencia fundamentada en el sentido común, que sostiene que
existe un mundo real y que es sustancialmente tal como lo percibimos. Las cosas,
según este realismo naïfe, no sólo poseen una forma determinada y una posición
en el espacio, sino que además son verdaderamente rugosas o lisas, sabrosas o
perfumadas, de colores, etc. Este realismo sostiene, por tanto, que el mundo real
coincide con el mundo percibido y que es independiente del sujeto. El realismo
crítico sostiene también la existencia de un mundo independiente de la percepción
humana, pero establece distinciones y matices respecto a la manera como es
percibido. Al realismo ingenuo se le llama también «realismo directo ingenuo»
relativismo
amoralismo
Afirmación teórica de que no hay principios con los que sea posible determinar la
bondad o la maldad moral de las acciones, pero también afirmación de que, en
definitiva, no existe ni bien ni mal moral. Puede ser una consecuencia del
relativismo moral o de una actitud crítica ante la moral establecida, pero
históricamente se atribuye preferentemente a la actitud que adopta Nietzsche en su
insistencia en el nihilismo.
sistema formal En lógica, un lenguaje formal que, además de símbolos y fórmulas,
consta de procedimientos deductivos, convirtiéndose, por lo mismo, en un cálculo
lógico. Como lenguaje deductivo ha de definir los símbolos básicos o primitivos de
que dispone, las reglas (sintácticas) de formación de fórmulas y las de
transformación de fórmulas, o reglas de inferencia. Los métodos de deducción
pueden basarse en axiomas, en axiomas y reglas de inferencia (sistemas
axiomáticos) o sólo en reglas de inferencia (sistemas de deducción natural, por
ejemplo).Los sistemas formales deben gozar de determinadas propiedades, o
atributos, para ser adecuados: han de ser capaces de expresar todo aquello que
les importa expresar (sus teoremas) y, como deductivos, han de ser capaces de
demostrar cuáles de sus expresiones son fórmulas válidas y si sólo éstas lo son.
Por tanto, han de gozar de consistencia, compatibilidad o no-contradicción, de
modo que toda fórmula que pueda demostrarse sea también verdadera (y si es
deducible sin premisas, ha de ser una verdad universalmente verdadera), lo que
implica, a su vez, que del sistema formal no pueda derivarse una fórmula A y su
contraria A. Ha de gozar también de completud, de modo que toda fórmula
verdadera en el sistema pueda ser también demostrada (y si es universalmente
válida ha de ser un teorema del sistema).La lógica elemental, según demostró
Gödel en 1930, es un sistema formal deductivo que goza de ambas propiedades.
sociologia (del latín socius, socio, compañero, y logos, discurso racional; por
consiguiente, estudio del otro como compañero) Según Comte, que fue el primero
en utilizar el término, estudio de las leyes que rigen los fenómenos sociales. En
general, puede definirse como una manera de conocer científicamente lo que se
considera como propio de «lo social», recurriendo a procedimientos de análisis del
comportamiento humano en sociedad.
Por otra parte, durante el siglo XIX proliferan en Europa las encuestas de carácter
social y los estudios monográficos que investigan la situación de crisis, sobre todo
de las clases menos favorecidas, a que se llega tras un período de transición a la
era industrial y de revoluciones sociales, que deja en entredicho la creencia ciega
de la Ilustración en el desarrollo y el progreso. Las sociedades de intelectuales
desarrollan también sus métodos y estudios estadísticos, cuya implantación habían
generalizado los gobiernos de los países desde comienzos de siglo. A esta época
corresponden estudios como el de La situación de las clases trabajadoras en
Inglaterra (1845), de Engels, o Vida y trabajo de la gente en Londres, de C.J. Booth
(1840-1916), obra en 17 volúmenes publicados entre 1892 y 1903. Del fondo de
estas investigaciones sociológicas descriptivas, hechas, no por sociólogos, sino por
profesionales de diversa clases -médicos, historiadores, maestros, sacerdotes-,
surge la primera tendencia sociológica científica, orientada al descubrimiento del
elemento de cohesión de la sociedad, del vínculo social, cuyas características
sirvan para dar explicación de los fenómenos sociales.
Filósofos analíticos, como Kai Nielsen, M. Durrant, o Anthony Flew y otros, critican
este concepto basándose en la incoherencia, incompatibilidad o contradicción de
los predicados que encierra la noción misma de Dios. Los hay, en cambio, que
sostienen no sólo la racionalidad del concepto, sino hasta la racionalidad de creer