Este primer y sencillo principio, que integra los otros cinco y que también
puede practicarse como uno solo, conecta directamente con la esencia de
nuestra existencia: el ahora. Solo por hoy, solo por este momento… a partir
de ahí nuestra práctica se vuelve renovada a cada instante, sin arrastrar ningún
lastre del pasado ni enfocada en un proyecto ilusorio del futuro. Aquello que
hemos de hacer, que hemos de vivir se encuentra aquí, en este momento, y
enfocarnos ahí es realmente la base de nuestra práctica: la tierra sembrada que
dará frutos por sí sola.
No te enfades (Ikaruna)
¿De qué sirve preocuparse? El mismo prefijo (‘pre’) nos indica que hacemos
algo ‘antes de’ tiempo y que por lo tanto no es realizado en el momento
adecuado. Si te preocupas, forzosamente dejarás de ocuparte de lo que
realmente importa: este momento. Vivirás proyectando tu mente hacia algo
que no existe, que no está aquí, y ello le generará gran ansiedad e
incertidumbre. El motivo de las preocupaciones es la búsqueda de seguridad,
algo que hacemos a cada momento. Siempre que la mente actúa busca
preservarse a sí misma, sentirse segura. El momento presente no es de la
mente sino de la conciencia. La mente es la que proyecta el ego, la yosoidad, la
autocomplacencia. Si te preocupas, dejarás de lado lo que eres. Como predicó
el Buda lo justo radica en encontrar el término medio en todo. No
preocuparse no significa “despreocuparse” de una forma radical, lo cual nos
invalidaría en gran medida nuestra capacidad de desenvolvernos ante el
mundo.
Gran premisa ésta. Sentir gratitud por las cosas que recibimos es sin duda la
más humilde huella de nuestra virtud. Si miramos la vida en toda su amplitud
transparente nos daremos cuenta sin esfuerzo alguno que todo es un continuo
recibir: recibimos el aliento de la respiración, la vista, el olfato, las emociones,
un amanecer, el canto del pájaro. Estamos hechos como una vasija, preparada
para recibir el agua que la va llenando. Sin duda, hay otra cara de la moneda,
una reciprocidad inherente; pues tras la recepción se halla la entrega, y
viceversa. Recibimos el aire en la inspiración y lo devolvemos a la Tierra, en la
exhalación. Ser agradecido es también algo natural, algo que hacemos a cada
momento, la mayoría de las veces inconscientemente, al devolver el aire que
hemos recogido: cuando este acto lo volvemos consciente la gratitud se
convierte en sentimiento de amor. Dar es recibir.