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3ºaño B Profesora: Andrea Tejera.

“El rinoceronte en aula” (Murray Schafer)

En un primer momento al enfrentarme a la obra de este autor se me vino a la mente el hecho de por
qué llamaría así a esta obra, que tendrá que ver el rinoceronte, quien sería el rinoceronte. Por otra
parte creí conveniente conocer un poco al autor ¿quién es? ¿A qué se dedica? Y algunos datos
biográficos de modo tal de poder situarlo en el tiempo, lo que me llevó a además a conocer parte de
su obra como escritor: “El compositor en el aula” “Limpieza de oídos”, “El nuevo paisaje sonoro”
“Cuando las palabras cantan” y “El rinoceronte en el aula”.
Imaginé encontrarme con un tratado sobre cómo enseñar música, un tanto aburrido, pero para mi
sorpresa, la lectura fue bastante entretenida y accesible, el autor utiliza un vocabulario simple pero no
por ello menos interesante. Además su trabajo se basa en la experiencia por lo cual la enriquece aún
más, ya que no son ideas aisladas ni voladas, fueron aterrizadas y los resultados están a la vista.
En este trabajo pretendo seleccionar aquellos datos que considero más relevantes para mi tarea como
docente, Y he rescatado una serie de enunciados que extraje de la obra, ya que es muy significativo
leer tal cual lo que expresa el autor, ya que la forma en la que lo escribe es bastante particular, irónica
y que yo realmente poco me imaginé encontrar.
En primer lugar me gustaría destacar lo que el autor entiende por música: “es una colección de los
sonidos más fascinantes y bellos, producidos por hombres con buenos oídos y que son recordados
por la humanidad.” para continuar es necesario a mi parecer introducir lo que el autor señala con
respecto al maestro (ya que es lo que nos toca más de cerca de nosotros): señala al maestro como lo
más visible, al maestro, es por ello que dice que el maestro es el rinoceronte, supongo que esta
connotación también tiene que ver con las características del rinoceronte.
. ““El rinoceronte en el aula”, está particularmente dirigido a maestros y profesores de música.”
Según Violeta Hemsy de Gainza, pero según mi punto de vista podría decir sin lugar a dudas que esta
obra debería ser leída por todo docente, porque si bien tiene una visión enfocada a la música, a rasgos
generales nos deja una reflexión bastante amplia, aplicable a todas las áreas.
“La mayoría de los libros “pedagógicos” de Schafer (siguiendo a la misma autora) consiste en
transcripciones directas de sus experiencias personales con grupos de niños y jóvenes. Por este
motivo, su estilo es informal y no por eso menos profundo ni poético” no por ello, el autor trata de
decir cómo hacer las cosas, no da recetas, simplemente comparte sus vivencias y la de sus alumnos
considerando a la música de otro modo, interesándose más por la transmisión y el aprendizaje del
lenguaje sonoro.
Señala además que si bien su tarea se basa fundamentalmente en el quehacer creativo no descarta la
corriente educativa principal (aquella que le interesa desarrollar las habilidades interpretativas).
Ambas deben coexistir.
John Pavnter se refería a las clases de Schafer…“aquellas clases de Schafer no sólo se referían a la
música escolar tomadas como un área – educativa convencional- sino que abarcaban muchos de los
problemas actuales que conciernen al sonido y a la sociedad, a nuestra sensibilidad y conciencia,
problemas que por cierto deberían preocupar a todos los maestros”. Me pareció acorde citar lo que
escribía este autor ya que guarda relación con lo que he escrito anteriormente.
En la obra el autor realiza un balance, una reflexión de su actividad pedagógica, basado en la
experimentación y la creatividad.
Schafer sostiene que el no enseña música a sus alumnos sino que hace música con ellos, esto nos da
la pauta de que su estilo de enseñanza es activa.
3ºaño B Profesora: Andrea Tejera.

Entrando más en la obra podemos destacar los puntos básicos que el autor considera en la enseñanza
de la música, es decir aquellos aspectos que no se podrían pasar por alto a la hora de enseñar música,
ellos son:

 El descubrimiento de las potencialidades creativas de lo alumnos


 el descubrimiento y valorización del entorno o paisaje sonoro
 la búsqueda de un terreno común en el que todas artes pudieran integrarse
 el aporte de las filosofías orientales para la formación y sobre todo la sensibilización
de los músicos en occidente.

Esto conforma la primer parte de la obra que el autor denomina “credo”. A continuación se
desarrolla las llamadas “máximas para educadores”, por ello, entiendo un conjunto de principios a
seguir, las voy a transcribir tal cual se desarrollan en la obra porque considero que nada de lo que allí
se expresa se desaprovecharía, debajo de cada máxima realizo una valoración de lo que creo
conveniente destacar.

1. El primer paso práctico en cualquier reforma es darlo.

Considero que mucho se escribe sobre cómo se debería abordar tal o cual tema o
asignatura, pero coincido con el autor en que es más productivo hacer, es decir dar los
primeros pasos, es más significativo.

2. En educación, los fracasos son más importantes que los éxitos. No hay nada más
deprimente como una historia de éxito.

“Lo que para el maestro fue un fracaso puede haber sido un éxito para el alumno, aunque
el maestro no se dé cuenta de esto hasta meses o años después” Esto es bastante
ilustrativo de la tarea del docente, seguramente muchos de nosotros recordemos algún
episodio e nuestra etapa escolar donde un maestro señalaba nuestros fracasos, casi
probable con una mala nota, aquí se ve claramente que el maestro debe andar con pies de
plomo al respecto, porque tampoco es quien para determinar si lo que el niño realizó fue
un éxito o un fracaso, quizás no fue lo esperado, pero si pudo haber logrado otras cosas.
Realmente sobre esta postura se ha hablado mucho sobretodo en estos últimos años, ¿que
significa?, que en realidad un aprendizaje es más valioso quizás si viene precedido de una
serie de fracasos, esto llevaría al alumno a replantearse muchas cosas y sería mucho más
rico el resultado, ¿de qué sirve vivir de constantes éxitos? sería muy aburrido y poco
aventurero. Más adelante el autor señala “…por eso es que enseño a mis alumnos que sus
fracasos son más útiles que sus éxitos, porque un fracaso provoca ulteriores reflexiones y
autocrítica. Una persona exitosa, en cualquier campo, es a menudo una persona que ha
dejado de crecer”

3. Enseñe al borde del peligro

Esto guarda relación con lo que he dicho anteriormente, enseñar sobre lo curioso, sobre lo
desconocido y sobre todo hacer hincapié que aquello que se puede descubrir, en lo que
genera cierta adrenalina, espero ser bastante clara con lo que quiero transmitir, ser capaz
de arriesgarse, sin temor a fracasar.
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4. Ya no hay maestros, solo una comunidad de aprendices.

En la obra, el autor desarrolla estas máximas, pero descarta aquella manera tradicional de
pensare n la que el maestro posee el conocimiento y el alumno está a la orden para
recibirlo, el alumno no es receptor, el alumno y el maestro son hacedores.
“En una clase programada para la creación no hay maestros, solo hay una comunidad de
estudiosos”
El maestro comienza su clase presentando una pregunta o una situación problema (de las
cuales no existen respuestas conocidas) y aquí termina su papel como tal. Una frase que
es bastante fuerte para el maestro que hallé en este tratado es que el mismo debe preparar
su extinción, con esto me quedé atónita, pero luego puede ver que es lo que pretende el
autor y que quiere decir realmente.
“El maestro debe ser un catalizador de cuanto pueda suceder en la clase más que a
dictaminar lo que debe suceder”

5. No desarrolle una filosofía de la educación para los demás. Desarrolle una para
usted mismo quizás algunos desearán compartirla con usted.

Esto lo entiendo como que cada uno tiene su forma propia para enseñar, que puede o no
coincidir con la de los demás, pue3de o no gustar, pero puede tener resultados
excepcionales, pero es necesario ser original en lo que hacemos, ser capaz de tomar
nuestras propias decisiones y confiar en ello, sin temor a terminar creyendo que no fue la
manera más correcta, pero lo importante es intentarlo., creo que esto lo dice por
experiencia propia, en alguna parte de su obra, relata algunos episodios vividos en la
universidad por ejemplo, por no estar de acuerdo con ciertas normas establecidas por los
profesores.

6. Para el niño de cinco años, el arte es vida y la vida es arte. para el de seis, la vida es
vida y el arte es arte. El primer año de escuela es un jalón en la historia del niño: un
trauma.

Sucede que cuando el niño es pequeño no diferencia entre lo que es arte y vida, todo para
el es lo mismo, siendo más grande somos los adultos quienes fragmentamos los
conocimientos, haciéndole ver por la fuerza que el arte no es para cualquiera, y hasta se
mal usa el término, ocurre a veces que si decimos qué vamos a realizar una tarea de arte
nos miran de reojo creyendo a esta menos beneficiosa y como forma de “perder el
tiempo”, esto para el autor es un trauma para el niño. Porque aquel pequeño de cinco años
vivía en un mundo de expresión y pretendemos de un año a otro mantenerlo sentado en
una silla y que diferencie la hora de trabajo del recreo. ¿No seremos muy pretenciosos y
bastante castradores de la expresión infantil?

7. El antiguo enfoque: el maestro tiene información; el alumno tiene la cabeza vacía. El


objetivo del maestro: introducir información en la cabeza vacía del alumno.
Observaciones: al comienzo, el maestro es un imbécil; al final; el alumno es un
imbécil.

La pedagogía tradicional sostenía estos principios, Schafer de modo bastante irónico


realiza su propio análisis del tema, sosteniendo que el maestro que sigue esta postura es
un imbécil y lo pone al comienzo porque es él el que tiene la potestad de decidir de qué
forma va a enseñar, y ¿qué resultado obtiene? alumnos imbéciles, porque no fueron
capaces de desafiar y desafiarse, de crear, de cuestionar, alumnos sin experiencias
creadoras. ¿De qué sirve entonces?
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8. Por el contrario, una clase debería ser una hora de mil descubrimientos. para que
esto suceda, el maestro y el alumno deberían primero descubrirse recíprocamente.

Después de criticar el antiguo sistema de enseñanza, (no se si de aprendizaje para mi)


Schafer propone su propia forma, para descubrir primero hay que descubrirse.
Seguramente los comienzos irían por este lado, y para ello es necesario el planteo de
ciertas situaciones problemas, que deberán ser estratégicas.
Existe un debilitamiento del papel del maestro como figura de autoridad. “El maestro se
pone en manos de la clase y juntos trabajan sobre los problemas”

9. ¿Por qué será que los únicos que nunca rinden examen de ingreso a sus propios
cursos son los maestros?

Bastante irónica la interrogante del autor, pero está buena para repensarla y plantearnos
algunas cuestiones sobre nuestras decisiones, ¿involucramos a los alumnos? ¿Es un
aprendizaje conjunto? ¿Son víctimas de nuestras propias decisiones?

10. Enseñe siempre de manera provisional. Sólo Dios puede estar seguro.

Nada es seguro, lo que enseñamos debe ser lo que por ahora se tomo como válido, pero
todo está sujeto a modificaciones. Y lo más importante que somos nosotros los
responsables de que las cosas sigan igual o tomen rumbos diferentes.

Después de dar una primera referencia acerca de los lineamientos del autor estamos en condiciones
de seguir un poco más profundo en su obra.
¿Qué se pretende lograr? De todo lo que el autor expone en esta obra, puedo decir que se pretende
llegar a una sociedad creativa, pero hay una traba muy grande para ello, y es que para que exista tal
sociedad es necesaria la anarquía. Schafer sostiene que existe cierto terror a todos aquellos actos o
actividades que tienen una cuota de originalidad o mejor dicho originales, y con cierto humor dice
“es más fácil seguir siendo el señor Pérez que convertirse en Beethoven”
Siguiendo con el tema de la filosofía que expresa el autor, sostiene que pretende emplear un método
que no sea aburrido para él, a continuación dice que importa mucho más el espíritu con el que se
enseñe determinado tema que el tema en si, la forma de abordarlo es muy importante, incluso diría yo
que lo primordial. Podría citar aquí ejemplos de mi práctica docente, donde he tenido que abordar
temas que en lo personal no me agradaban lo suficiente y yo creo que eso se transmite a los niños,
incluso cuando hay temas que a uno le permiten explayarse y recorrer diversos lugares, situaciones,
en las que sinceramente uno se siente más cómodo, que quizás no sean lo que a los niños más les
entusiasme, pero si uno recurre a una especie de actuación ellos se entusiasman mucho más, yo estoy
convencida que el tema más lindo puede volverse el más tedioso para los niños y viceversa.
Cabe citar aquí un a frase del autor “Lo mejor que cualquier maestro puede hacer es plantar en la
mente de los estudiantes la chispa de un tema, de manera que ésta pueda crecer, aun si el crecimiento
adopta formas imprevisibles.”
Si nos detenemos a ver su trabajo en educación musical nos vamos a encontrar una serie de
experiencias que no voy a detallar aquí, sino sobre las que voy a tratar de rescatar lo principal de
ellas, no porque no las crea importantes, sino porque considero que el las pone a modo de ejemplo,
no pretendió hacer un recetario, no son instrucciones a seguir, por lo tanto solo las comparte a modo
de ejemplificar su tarea.
Uno de los detalles a tener en cuenta, es que la tarea de Murray Schafer abarca tres grandes campos
que el designa de forma sintetizada de la siguiente manera: Creatividad musical, el entorno sonoro,
un punto de reunión de todas las artes. A continuación pretendo desarrollar de forma breve cada uno
de estos campos.
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Creatividad musical.

Según Schafer las asignaturas se dividen en dos grupos según la necesidad que satisfacen: las que
básicamente pretender brindar conocimientos, y las que fomentan la autoexpresión.
Para el la música debería encontrarse en el segundo grupo, pero ocurre que actualmente esta
clasificación se confunde y muchas veces la música se pasa al otro bando. La música es un arte como
lo son las artes visuales, pero ocurre que éstas van un paso más adelantado que la música, ya qué
estas si son consideradas como fomentadoras de autoexpresión. Existe una gran confusión con
respecto al fin de la enseñanza de la música, entonces el autor plantea una interrogante que está
buena para analizar: “¿No podría ser enseñada la música como una disciplina que simultáneamente
libera energías creadoras y educa la mente para la percepción y el análisis de las propias creaciones?
Schafer parece encontrar la clave de tal error, o mejor dicho de los errores que se suscitan en la
educación, y es el tiempo, esto quiere decir que el problema que enfrenta la educación es por causa
del tiempo, es decir, la educación se ocupa de estudiar lo que sucedió en el tiempo pasado, y los
artistas se ocupan más de presente y del futuro, y es aquí donde no se conjugan.
Para Schafer es necesario ocuparse por el presente y la forma es a través de la creación, ¿por qué?
evidentemente para vivir no hay recetas, y hoy más que nunca, como dice Mc Luhan “estamos
ingresando en una nueva era de la educación que está programada más para el descubrimiento que
para la instrucción”.
El maestro va a plantear preguntas y problemas pero no va a conocer la respuesta. Además estas
preguntas deben admitir tantas soluciones o respuestas como alumnos hayan en la clase. Las
preguntas son la clave de la clase, define si la clase será realmente una instancia de descubrimiento.
Las propuestas de este maestro un tanto especial dan que hablar, por ejemplo: “Disponen de un
sonido. Compongan una pieza con él. Todo lo que les pido es que no me aburran” Schafer sostiene
que el alumno primero tiene que experimentar (hace referencia al descubrimiento del que hablamos)
y luego componer (creación).
Uno de los recursos que él emplea es el trabajo en grupos, ya que de esta manera fomenta el
intercambio de opiniones, fomenta la comunicación.

El entorno sonoro

Si tuviera que definir con una palabra lo que es autor ha escrito con respecto a este tema del paisaje
sonoro creo que sería, “oportuno” ¿por qué? porque todo lo que el destaca como importante
realmente lo es, y creo que es preciso tomar conciencia al respecto, es representativo cuando el dice
que “no hay párpados para los oídos” nuestros oídos están siempre abiertos.
El entorno sonoro de cada lugar es único y representativo del mismo, es una fuente de información y
de la cual el hombre también es creador, es una composición macrocósmica.
Hay que reconocer que cada vez más nos exponemos a mayor cantidad de ruidos, el mundo se ha
vuelto más ruidoso en la modernidad.
Algo que me resultó muy interesante en este tema es que yo tenía un concepto sobre “ruido” (como
sonido desagradable) pero el autor lo define como “sonidos que hemos aprendido a ignorar” es decir,
esto es más grave de lo que realmente pensamos, porque si es un sonido molesto del que somos
conciente podríamos tomar cartas en el asunto y hacer algo para evitarlos, pero si los aprendimos a
ignorar, es necesario aprender a escucharlos nuevamente, y tomar decisiones al respecto.
Schafer propone enseñar a escuchar el entorno sonoro como una pieza musical para luego poder
emitir juicios de valor (sería el fin, ya que permitiría optar por aquellos que se quieren conservar por
ejemplo). Los músicos -dice Schafer- son los arquitectos de los sonidos, y se ocupan de seleccionar
y organizar los sonidos.
Dentro de esta temática, se toca un punto muy controvertido en los últimos tiempos y es el de la
polución o contaminación sonora, que guarda estrecha relación con lo dicho anteriormente sobre la
selección y organización de los sonidos. Temática que daría mucho para hablar, pero que no se
pretende ahondar en este momento.
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Un punto de reunión para todas las artes

El autor opina al respecto que debe existir un punto de encuentro entre todas las artes, esto guarda
relación con lo que se expresa en la máxima para educadores número 6; el niño pequeño se expresa
mediante las artes de igual manera, no diferencia lo que es una de la otra señalándolo constantemente
, como se señaló anteriormente el arte es vida para ellos, lo que ocurre es que siendo más grande se
empieza a fragmentar los saberes y las artes no escapan a ello, por lo tanto lo que se hace en música
no se hace en plástica y cada una tiene un espacio diferente y exclusivo. Schafer contestaría a esto
con una simple pero devastadora palabra: ERROR, si bien desarrollar las agudezas específicas de
cada área es importante una constante fragmentación o parcelación de las experiencias puede no ser
tan enriquecedor, e incluso malo para el niño.
Schafer propone entonces que exista espacios donde se conjuguen todas las artes y propone algunos
nombres para la asignatura: “estudio de los medios” o “estudios de la sensibilidad y expresión” aquí
se obtendría una nueva integridad del arte y la vida, que se había destruido al comenzar el periodo
primario.

Otro de las características de su estilo de enseñanza es el empleo de las filosofías orientales, como
por ejemplo el yoga. Schafer dice que en nuestra sociedad el silencio el mal visto, en cambio en
oriente es positivo y feliz en si mismo. El yoga por ejemplo logra que “todo el cuerpo se vuelva
oído” y esto es bueno para apreciar la música de otra manera, incluso nos pasa a nosotros mismos, el
estrés, el hecho de estar siempre apurados y las exigencias de una sociedad que parece no descansar
nunca, nos hace que pocas veces nos detengamos en serio a escuchar música, y si nos disponemos a
hacerlo, no podemos dejar de pensar en todo lo que debemos hacer, porque nos han hecho creer que
detenerse para este tipo de actividades es “perder el tiempo”. El yoga parece servir para bajar a tierra
y concentrarse en algo, en este caso para apreciar música de otro modo, pero cada uno podría darle
una utilidad distinta.

¿Por qué enseñar música?

Mi intención en este caso es señalar en breves palabras lo que e autor da como fundamento para la
enseñanza de la música, sabemos que ocupa un lugar pequeñísimo en nuestro currículo escolar, diría
casi el lugar ignorado del programa, pero su existencia es probable, ahora, ¿por qué enseñar música?
Para develar tal misterio citaré algunas frases que Schafer incluye en su obra, que a mi entender son
bastante representativas y claras.
“La música puede ayudar a promover muchas cosas; la sociabilidad es una de ellas, gracia, éxtasis,
fervor religioso o político y sexualidad son algunas otras. Pero la música en sí misma es
fundamentalmente amoral. No es ni buena ni mala…”
“La música existe porque nos eleva de nuestro cautiverio vegetal a una vibrante vida”
Considero que cualquier cosa que podría agregar yo sería muy pequeñito frente a estas declaraciones
de Schafer, creo que no hace falta agregar más nada al respecto, solo que la segunda frase que cité es
bastante fuerte, podríamos cuestionarnos desde el papel de la música hasta nuestra existencia en el
mundo, tema al que no me interesa entrar en este momento.

¿Qué debería enseñarse?

Es bueno aclarar que música no puede enseñar cualquiera, debemos saber respetar nuestro lugar, en
mi caso voy a ser maestra y no profesora de música ni músico, por lo tanto esto me ayuda a poder
trasladarlo a otras áreas y tener un conocimiento general de la temática, pero nadie pretende ocupar
un lugar que no le corresponde.
3ºaño B Profesora: Andrea Tejera.

Actualmente en las escuelas existe el maestro de música ambulante, que poco puede trabajar con los
niños en profundidad, creo que se toma más bien como un espacio de canto, entonces veo que esto
podría servirnos para trabajar en paralelo con el profesor y realizar un trabajo más productivo.
Como dice Schafer, aquí hay una serie de obligaciones, en primer lugar porque toda sociedad tiene
un cierto pasado musical que se quiere rescatar, pero a su vez es necesario realizar un
emprendimiento para la creación de obras nuevas, pasado y futuro entonces sufren un encuentro
bastante especial.
Kooning señala algo bastante ajustado a esta disputa pasado-presente-futuro: “El pasado no me
influye, yo lo influyo” El pasado adquiere importancia o relevancia a medida que lo podemos
relacionar con el presente.
Schafer propone en base a sus actividades, centrarse en el presente y en las creaciones.
Lo que el autor señala bajo esta interrogante no puede separarse del cómo se enseñaría la música, es
por ello que daré los principios básicos de ambas interrogante a la vez, viendo la dificultad para
separarlos.
Los ejercicios que el emplea, se basan en tres etapas: la primera de audición, la segunda de análisis y
la última de realización. Sostiene que “lo principal es que los sonidos no sólo deben ser escuchados,
sino que además deben ser juzgados y analizados”. Su forma de comenzar la clase, es como lo dijo
anteriormente planteando una situación problema, y dando total libertad a sus alumnos, poco a poco,
se va cerrando es espectro para enfocarse a lo que el pretende, el dice a la “economía y artesanía”, a
este principio Schafer lo llama “restringiéndose hacia la abundancia”
Una de las advertencias que hace el autor, es que al vivir en una época interdisciplinaria, una clase de
música puede terminar siendo una oportunidad para abordar otras temáticas “ajena” a la asignatura.
Por lo tanto, no vale asustarse, ya la alerta está hecha.
Bajo el ¿cómo enseñar? poco se puede decir, ya que cada cual adoptará el modelo que le venga en
ganas, pero no es erróneo adoptar técnicas o modelos pertenecientes a otras áreas.
Si bien señalé que no traduciría sus experiencias, me pareció bueno nombrar una de las técnicas que
el utilizó: “la caja de música”, proyecto que podría ser perfectamente adaptado a todas las áreas, por
lo que me pareció el más adecuado. Consistía en poner dentro de una caja una serie de materiales
diferentes (medios múltiples) que estarían a disposición de los alumnos, y que el docente debería
renovar cada un tiempo, dentro del material el señalaba los siguientes: instrumentos y generadores de
sonido, cintas y discos, partituras musicales, artículos, panfletos y folletos, tarjetas de ideas, ítems de
motivación. Estos medios múltiples motivarían al alumno a iniciar descubrimientos que es lo
esperable como primera etapa del proceso.
Los resultados de dicho proyecto fueron los siguientes: maestros agotados, sostenían que era
extenuante el empleo de la misma, eran muchos proyectos simultáneos, pero de todos modos era una
buena idea, solo que la implementación no era tan simple, muchas veces es más fácil seguir con esa
tediosa rutina de enseñanza, que arriesgarse a probar o intentar experiencias nuevas.
Con respecto al significado de música, el autor cuenta una experiencia de clase, donde propone a sus
alumnos escribir palabras que se le vengan a la mente a partir de una palabra dada por el, la palabra
fue “música” y para su sorpresa la mayoría de los alumnos escribieron “notas” “sonidos”, entonces la
pregunta o cuestiones ¿qué está pasando? ¿Qué se le enseña a los alumnos como música?
Evidentemente es importante introducir en los alumnos la notación tradicional de música, pero antes,
se requiere de experiencias propias, de escrituras y notaciones propias de los alumnos, y poco a poco,
introducirles la notación tradicional como convención, ya que si por ejemplo, se intercambian
partituras personales de los alumnos, probablemente ocurra que la composición no será igual a la
que pretendió el autor.
Está claro que de todos modos la notación tradicional, requiere de una reforma, una revisión, ya que
es un código muy complicado.
El autor explica que la notación musical consta de dos elementos: uno gráfico y otro simbólico. “la
diferencia entre las notaciones simbólica y gráfica es que la primera da una información más precisa,
mientras que la segunda indica la forma general de toda la pieza”
3ºaño B Profesora: Andrea Tejera.

Como podemos ver, la cuestión no es sencilla, y menos lo será aún si se introduce de primera a los
alumnos, por lo tanto son los alumnos los que previa realización de sus propias partituras deben darse
cuenta que estas son poco eficaces y se interesen por conocer este tipo de notación. Aquí se
encontraría el sentido de usar la notación tradicional o mejor dicho, convencional. Otra aclaración
importante es que la notación debe ser objetiva según Schafer, ya que si tienen subjetividad, pueden
ser más atractivas pero puede que se produzcan errores, y no es la intención.
Schafer afirma que “una tarea especial de los educadores musicales debería ser la de inventar una
nueva notación o notaciones, que sin apartarse demasiado del sistema convencional puedan ser
rápidamente dominadas…”
Para el cierre del trabajo he dejado para proponer una interrogante que Shafer propone en el capítulo
que denomina “Currículum Vitae”:” ¿Puede institucionalizarse la creatividad?” pero no pretendo
contestarla, tampoco él lo hace directamente, si sería bueno finalizar con las palabras de Schafer que
a mi criterio encierran gran parte de su forma de trabajo “…”Empecé a asumir un sentido de
misión: estaba resuelto como maestro a no inhibir o destruir el fervor juvenil de mis alumnos.
No estaba en condiciones de mantenerme completamente fiel a ese ideal, por supuesto, y la
experiencia me enseñó a considerarlo como una ingenuidad. A veces a los estudiantes talentosos
en un deliberado intento de hacerlos investigar y defender las premisas de sus propias
intuiciones”

INÉS VANRELL
3er. Año B
I.F.D Pando
16 de julio de 2007

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