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DANNY PERICH CAMPANA

GOTARIO DE
POEMAS, PENSAMIENTOS,
CUENTOS Y ESTUPIDECES

VERANO 2000

1
DEDICATORIA:

Con cariño a mi esposa Lucy e hijos


Danny, Fabián y Christian, quienes al leer este
libro expresaron :“si el título es gotario de
poemas, pensamientos, cuentos y estupideces,
¿por qué escribiste sólo estupideces?”

AGRADECIMIENTOS:

A mi ex-alumno Alex Oppliger y a mi hijo


Danny quienes, en su calidad de dibujantes,
llevaron al lápiz mi original gotita, logrando
expresiones ajustadas a las ideas.

A Lucy Buljevic O. y Nélida Díaz C. que


hicieron posible la publicación de este libro.

3
4
PRÓLOGO

Ha nacido un genio. Lo leí casualmente y me


impactó. Jamás había visto tanta sabiduría y
creatividad en un estilo tan personal. Es brillante el
recorrido efectuado desde la nada al todo, por un
laberinto de odios, amores, penas, locura, tortura,
vida y risas.
El futuro de este naciente autor, se vislumbra
pleno de éxitos, así que no nos extrañemos de verlo
encumbrado entre los principales escritores, poetas
y pensadores de nuestro país. Gracias a la fortuna
de haber sido la primera en leer los más bellos
suspiros poéticos jamás escritos, los pensamientos
más brillantes, los cuentos de infinita originalidad y
las estupideces más estúpidas...

Nota del autor: ¡Gracias mamá!

5
6
¡Cuidado!,
cada gesto te delata:
no sonrías,
no camines,
no hables,
no respires.
¿Te moriste?

Tus labios, imán para mis


labios;
tus ojos, carcelero de mis
ojos;
tu pelo, enredadera de mi
pelo.
Por ti muero, tú por otro.

Donde la ecología no encuentra eco


es que hay un hombre hueco.

7
He vuelto a verte y al mirarte
mis ojos de juventud se llenaron;
tú también, al pasar, me miraste
y al recordar
nos sonrojamos.

Ese era un cura muy


degenerado.
Cada vez que hablaba con
la gente
le desnudaba el alma.

Tu mirada y mi mirada se cruzaron


y una de ellas aniquiló a la otra,
aún no sé si fue la tuya o la mía,
ni por qué,
pensando en ti, mis ojos lloran.

8
Sol madrugador:
¡ojalá nunca te quedes dormido!

Tras cada locura


no siempre hay un loco

La única vez que todo el mundo


hace fuerza para el mismo lado
es cuando va al baño.

9
El amor juvenil es como
abeja que ha clavado su
aguijón:
sabe que más tarde
morirá.

Toda mujer desea un


hombre,
todo hombre desea un
harem.

¿Cuántas personas han visto


la redondez de la
tierra ?

10
El poeta ve las estrellas y les sonríe,
yo las veo frías y
lejanas.
Él las toma con su
mano,
mientras yo calculo
su distancia
en notación científica.

La verdad de una
sonrisa
aniquila la falsedad de
una carcajada.

Ante el sol que te ciega,


ponte lentes oscuros o,
simplemente... no lo mires.

11
“¡La tierra es redonda¡”,
gritó Colón;
le dije: “¡absurdo, es un
error!”.
La tierra es redonda,
demostrólo Colón
y pensé: “¡maldito,
tenías razón!”.

Mientras paseaba en el
cementerio
el día de todos los
difuntos,
pensaba en lo macabro
que sería
que ellos celebraran el
día de los vivos.

Antipoesía:
es buscar en mi interior
mi mejor tripa y mostrarla.

12
Las manos de mi hijo,
las manos de mi madre,
las manos de mi hermano,
las manos de mi padre,
las manos de mi esposa,
las manos de un amigo,
me muestran claramente
las manos de DIOS.

Vuelve hacia atrás,


vuelve a buscar,
vuelve y quizás
te vuelva a amar.

Ni el día de mi autopsia
sabrán lo que llevo por dentro

La libertad es una cárcel


con rejas de razones.

13
Cada hombre es una gota de lluvia
que cae desde lo alto
y se despedaza en el suelo,
pero existe la
evaporación,
esperanza de elevarnos
nuevamente.

¡Arriésgate a amar!

Aquí decidí colocar


mi pensamiento
más brillante:

14
Cambio ovni por vino.

Mientras todos discuten sobre quién hará el


trabajo, tú comienza a trabajar.

No eres dócil, pero a veces lo eres;


no soy tierno, pero a veces lo soy;
muchas veces los dos no somos,
pero somos muchas veces los dos.

Los celos, al amor, colocan velos.


15
La vida es un sol con muchos eclipses.

Qué simpático es ver a la


gente
discutiendo los problemas
de los pobres,
mientras hasta la rodilla
les cuelga la barriga.

Cuando se tuerce un
árbol
también se tuercen las
ramas con él.

Te imagino a mi lado
y tú también te lo imaginas.
Y mientras nuestras imaginaciones
viven juntas eternamente, nosotros
cobardemente nos evitamos.

16
Una noche de amor,
no siempre es por amor.

Peor que la rutina del


trabajo
es que tú te vuelvas
rutinario.

Somos muy pocas y creemos en la paz.


¡Por favor, no nos maten!
Moby Dick

¡Qué feliz soy!,


hoy nos mojó la misma lluvia.

17
Chile limita al norte
con el cólera y la guerrilla,
al sur con el blanco futuro,
al este con el fútbol y la coca,
al oeste con el mar contaminado,
hacia abajo con un terremoto dormitando
y hacia arriba con un cielo claro,
un cielo oscuro y el smog.

El que camina
demasiado
rompe sus zapatos,
el que piensa
demasiado
rompe su cordura.

Estamos despiertos,
por eso los sueños
jamás se acaban.

18
Todo triunfo tiene una gota de sacrificio
y muchas veces un mar.

El que tiene pesadilla


es por que algo le pesa.

Voy a romper el ciclo


al devolverle la manzana
sin mordiscos.

Anoche se me perdió el sol


y siguiendo una estrella fui a buscarlo,
giré millones de veces por la tierra
y jamás logré encontrarlo.

19
La televisión es cultura,
pues cada día nos
muestra
lo que no se debe hacer.

Escribir mis pensamientos en una hoja


es como encarcelar mis palabras
tras barrotes de papel.

Al menos al chancho
no le gusta aparentar cosas.

¿Cuánta marihuana
consumirán los aviones?

20
No siempre la noche comienza con no.

1 = 3... y si la santísima trinidad lo afirma,


así debe ser, pero no está demás
verificarlo:

0=0

0·1 = 0·3

1 = 0·3
0

1=3

El que perdona, ama.

El silencio es un arma
mortal.

21
Da rienda suelta a tu felicidad:
¡Llora!

En la madrugada
canta el gallo,
en la noche maúlla el
gato,
durante el día muge,
rebuzna, ladra y
cacarea el hombre.

El que llega siempre atrasado


no es por que sea chileno,
sino porque es un irresponsable
y mal educado.

22
Yace la guitarra en un rincón oscuro
y mi voz dormida en la garganta,
ella me mira esperando que la abrace
y yo la miro sin atreverme a tocarla.

Entre los que dicen SIEMPRE


y los que dicen NUNCA,
están los que dicen la verdad.

Hasta el ser más inteligente,


al despertarse al día siguiente,
sabe menos que ayer.

El que nació con fortuna


tiene el sol y la luna,
pero quizás las estrellas

23
Sexo sin amor: nexo.

La mentira y el engaño
son rocas que pesan
al pasar los años.

No me gusta cortarme el pelo,


no me gusta dormir,
no me gusta hacer trámites,
no me gusta que me manden,
no me gusta que todos sepan
lo que no me gusta.

24
Clávame las manos si quieres,
coróname de espinas con violencia,
que mientras corre la sangre por mi cuerpo
y mi rostro se tiñe de dolencia,
seguiré repitiendo que te amo
más allá del dolor y la conciencia.

Una rosa siempre es bella,


el que la ve fea necesita
urgente
una limpieza del alma.

La educación es como ir de pesca:


algunos llevan redes, otros cañas
y otros, simplemente, van a mirar.

25
Todo el mundo
alguna vez
se ha comportado
como idiota.
¡Ah, el amor!

A la juventud un consejo:
¡acepten los consejos!.

Nacer, llorar.
Dormir, despertar (Bis 25.920 veces)
Morir.

Perro que ladra,


sus razones tiene.

26
Con los años, el dar, se hace extraño.

Hoy no me llames
aunque estoy enamorado,
aunque quiero oír tu voz
hoy no me llames.
Aunque te amo locamente
y tus palabras son mi vida,
hoy no me llames,
¡tengo el teléfono cortado!.

¡Soy un ladrón!
Hoy logré robarte una
mirada.

No recuerdo el día,
ni menos la hora;
sólo se que en un instante
todos lloraban por mí:
el muerto de moda.

27
El halcón vuela,
el águila vuela,
el gorrión vuela,
pero no por eso
juntos vuelan.

No todos los días son iguales,


lo importante es darse cuenta
de que si llueve
se debe usar paraguas.

28
Tengo remordimiento:
debía ser brisa y fui viento.

¡Odio la guerra!.
La odio tanto,
que estoy pensando
seriamente
en declararle la guerra.

Caminando por el monte,


mientras me observaba la luna,
quise sentir la naturaleza,
sentir las aves, sentir el frío;
y lo único que sentí, vaya estupidez,
fue un terrible miedo, ¡Dios mío!.

El teléfono sirve para


hablar y escuchar,
o sea, es un arma de
doble filo.

29
El pan, con el tiempo se pone duro;
el corazón del hombre también.

Reconoceré tu voz aún en el susurro


y tu sonrisa ingenua y preguntona,
tu figura en las nubes dibujada
y en el mundo de las sombras, tu sombra.

Máxima de los deudores chilenos:


en el camino se arregla la carga.

“Me dan pena esos dos árboles


tan solos y tan separados”,
mientras él se aleja, se guiñan un ojo,
y continúan con sus raíces abrazados.

30
Te veo bella,
inexpugnable,
inalcanzable, intocable.
Tú me ignoras,
inhumana.
...Y yo haciéndote
versos
como un imbécil...

Tu actitud frente a la
derrota
puede convertirte en
triunfador.

Que la mirada habla, nadie dude;


porque los dos
hablamos largo rato:
yo para decirle cuánto la
amo
y ella ... aún no logro
descifrarlo.

31
Te besé, me besaste
y jamás en otro beso
te encontré,
ni me encontraste.

Introduzco mi rostro en tus pupilas


por si mi imagen se te queda grabada,
pero cierras los ojos y me pierdo
en la terrible oscuridad de la nada.

El reino de la mujer era su casa,


hoy es su trabajo. ¿Y mañana?.

Me desperté y prendí el sol


apoyando mis pies en la arena,
me vestí con pétalos de flor
y salí a repartirme por la tierra.

32
Al menos serviré de
alimento
a miles de desnutridos
gusanos.

¡Cuánto besos se han dado en el


mundo
y tú preocupada por uno solo!

Un estómago vacío
de cualquier estómago
es enemigo.

El amor idolatra la vida,


por eso no muere con la muerte.
33
¡Ojo artistas!
los aplausos siempre terminan.
Tan, tan.

Cuando duermo,
me doy vuelta con
cuidado
para no aplastar mi
sombra.

El viento es imparable,
veloz,
incansable,
eterno,
pero ¿a dónde va?.

La rabia pasa con los días,


pero si no es así,
es que has comenzado a
gestar
un hijo llamado odio.

34
Te di un beso y mis labios se sellaron,
con el sabor de tu alma se impregnaron;
me volví loco y para no esparcir locura
ya nunca más en otros labios se posaron.

No te enojes con tus alumnos que no


aprenden lo suficiente,
enójate contigo mismo por no personalizar
la metodología para lograr el aprendizaje.

La inteligencia infla la ciencia


y mata la armonía.

No asusta ser viejo.


Lo que espanta es verse
viejo.

35
El hombre, generalmente,
mira hacia el cielo,
al suelo, al frente,
atrás, a los costados,
pero muy pocas veces
hacia adentro.

Habitación a oscuras, lujuria segura.

Un buen profesor es el
que interesa
al alumno sobre lo que
no le interesa.

La lluvia sabe que


gota a gota
puede formar un
gigante mar.
El que esparce
rumores también.

36
Enigmática mariposa
creciste en un prado
entre voces que
clamaban:
¡aléjate gusano!.

La autodisciplina,
es el pleno entendimiento
de lo que significa libertad.

Entre bostezo y bostezo hay


un leso.

El aire es un mar no salado e infinito


que en cada garganta se hace cascada,
se hace vida recorriendo cada poro
y se va, en un suspiro, hacia la nada.

37
Me atrae la locura de ser o no ser.

Da más de lo que te pidan,


pero nunca más de lo que puedas.

El que vive quejándose de los


demás
quiere aparentar que es
perfecto.

El anillo de casado con el tiempo


se lleva en la cintura.

38
Creer en no poder
es tener fe en el Dios de la idiotez.

Eres tan bella y perfecta


que sólo me quedan dos
caminos:
amarte u odiarte.

El profesor que llega al alma del alumno


puede lograr en 5 minutos
lo que otro quizás
logra en 45.

39
Un hijo es el problema
mas hermoso
que tenemos que
resolver en la vida.

La sinceridad es un don
que te permite ganar siempre...
muchos enemigos.

Pon la luna junto al sol. ¿Confusión?

Últimamente, al que dispara


las flechas del amor
le está fallando el pulso.

A pesar que el hombre


viene del mono
hace puras burradas.

40
Antes de pisarla, dibújala,
así tus nietos sabrán
como era una flor.

Los problemas acrecientan o quitan la fe


a los de poca fe.

Intenta romper una roca


con tus nudillos,
inténtalo, es sencillo.

Inteligente es el que ve siempre


los dos puntos de vista:
cuando lavo mis dientes
también lavo el cepillo.

41
El niño llora,
la mujer llora,
el hombre llora,
el mundo llora...
¡maldito smog!

La comida que más me satisface


es la que doy a los demás.

Me adentré en tu mente
gobernando noche y día
y cuando quise escapar
clausuraste la salida.
¿Existe peor muerte
que la muerte en vida?.

¡Realmente!:
cuando callas pareces
como ausente.

42
Si todos los hombres-volcanes
entraran en erupción,
los volcanes-tierra
se morirían de envidia.

Debería existir un campo nudista...


del alma.

Hay millones de estrellas reflejando caminos.


¿Dónde está la de Belén?,
hoy necesito ver al
Niño.

43
El amor es un cassette
que debe escucharse
por los dos lados.

Una se deja acariciar,


la otra es muy esquiva;
por eso: ¿cuál es más atrayente,
la fulgurante rosa o la afilada espina?

Miro su casa y un suspiro,


almacenado en una esquina del alma,
atraviesa los átomos del aire
y recorre su morada hasta encontrarla.

La cordura de un loco
es la locura de un cuerdo.

44
Maestro: es primordial saber
el por qué y para qué se enseña,
pero es mucho más
importante
que el alumno lo sepa.

La mujer es como el semáforo


y el hombre un infractor permanente.

Me gusta tomarte de la mano


y caminar contando las baldosas,
de mi casa a tu casa hay 530,
más 12 besos y otra cosas.

Si yo hubiese sido
Arturo Prat,
en Chile habría un
héroe menos.

45
Hay que poseer ambición,
pero no permitir que la ambición te posea.

¡Rompe la rutina diaria!: amanece muerto.

Campesino mira tus manos:


surcos arados al tiempo.
Campesino, compara con
las mías:
pavimento, sólo pavimento.

El mar besa la arena,


pero la arena lo engaña;
porque cuando él se va,
ella besa a la montaña.
Por sospechar el mar
pidió al cielo vigilarla
y cuando éste la verdad contó,
la asesinó con marea alta.
46
De profesor a maestro:
un largo y difícil trayecto.

Jamás he podido acallar el silencio.

La luna es un sol triste.

A muchas reinas de belleza


les cambiaría la corona
por una mordaza.

El que ríe y llora,


no ríe cuando llora.

47
Tengo 10 razones para odiarte,
pero 10 millones para amarte.

No permitas una
página en blanco
frente a ti.

El éxito se construye paso a paso,


aunque no siempre cada paso sea un éxito.

48
Jamás te sientas solo,
millones de micro organismos
te rodean.

Un buena idea no siempre genera


una buena acción.

Mi alimento son las palabras


y con ellas a la gente alimento;
esparzo amor, locura, ternura,
alegría, interrogantes, pensamientos:
soy poeta.

Los perros persiguen a los autos


porque en la cajuela llevan un gato.

49
MI PRIMERA NAVIDAD

El centellear de las luces multicolores me


cegó brevemente y se adentró en mi cuerpo con un
mensaje de soledad. Otro año que pasaba a formar
parte de la galería de los recuerdos, otro año que
venía con la misma incertidumbre de los anteriores y
otro año que mi mano estirada recogería las migajas
que por entre los dedos de otra gente escurriría.
Faltaba poco para medianoche, hora mágica en que
la generosidad, por obra del Señor, se hace mucho
más grande; por eso me dirigí hacia las viviendas
señoriales que representaban una noche sin
hambre.
- ¡Feliz Navidad señora!.
- ¡Feliz Navidad, buen hombre!
- Señora, perdone mi atrevimiento de golpear a su
puerta e interrumpir su intimidad en estas horas,
pero el hambre se me adentra en las entrañas como
agujas y quisiera combatirlas con un pedazo de pan
de vuestra mesa.

50
- Por supuesto, espere sólo un momento que algo
habrá para darle.
Me alegré, no siempre comenzaba con suerte y
con este ánimo latente me dirigí a la siguiente casa
con la pisada más confiada, con los labios
dispuestos a entregar una sonrisa. Golpee y tras
unos segundos de espera la puerta se abrió
violentamente y una mujer se abalanzó a mis brazos
gritando.
- Abuelo, abuelo. Rodrigo, Julito, vengan rápido ha
llegado el abuelo.
- Pero señora yo...
- No me llames señora, los años de no vernos no
deben distanciarnos tanto querido abuelo. Llámame
como cuando era pequeña con aquel apodo que
tanto me gustaba: golondrina.
- Quisiera explicarle que... – Sus réplicas resultaron
en vano.
- Abuelito, abuelito- la voz de Julito- ¡qué felicidad
abrazarte!. Mis padres me habían hablado mucho de
ti, de cuando tuviste que partir a tierra lejanas
siendo ellos muy jóvenes. ¡Que lindo que hayas
vuelto!
Y entre abrazos y sonrisas me introduje a
aquella casa que era totalmente extraña para mí.
¿Qué podía hacer?, trato de explicarles que están
en un error, pero me cuentan tantas cosas, muchas
de ella incomprensibles para mi. Me hablan de lo
que vamos a hacer en los días de mi estadía... Oh
Dios y si callo, será justo el hacerlo. Nunca he
tenido una Navidad y por qué no gozar esta que me
ofrecen con tanto corazón.
- Abuelito, te noto distraído. ¿No estás contento de
estar con nosotros?
51
- Por supuesto que estoy feliz Julito, es una alegría
que sólo Dios sabe como la siento.
Sí, mi felicidad era inmensa y fue mayor al ver llegar
a Rodrigo con variados paquetes envueltos en
multicolores papeles de regalo.
- Abuelo recibe estos obsequios de nuestra familia
como agradecimiento por tu sacrificado viaje y
contar con tu compañía en este día tan especial y
ojalá tu estadía sea tan feliz como anhelamos.
- ¡Que los abra, que los abra! – gritaron a coro.
Y siguieron tantas cosas maravillosas que
temí acostarme para luego despertar y ver que todo
lo vivido era sólo una quimera.
- Buenos días abuelo, te traje tu desayuno – la voz
de Golondrina.
- No era quimera – pensé en voz alta.
- ¿Qué dices abuelo?
- Nada mi pequeña Golondrina, es la vejez que a
uno le hace hablar por hablar.
- No digas eso abuelo, aun te queda mucha vida que
disfrutar y recuerda que la vejez es algo solamente
corporal – diciendo esto se dirigió rumbo a la cocina.
- Que exquisito desayuno, pero debo decirles la
verdad, no debo ocupar un lugar que no me
pertenece.
Me levanté, me vestí y luego me dirigí a la
cocina donde esperaba encontrar a la familia, pero
no hallé a nadie. Sobre la mesa un papel escrito:
abuelo, vamos de compre, volveremos temprano.
- Creo que es hora de marcharme, les dejaré una
nota explicándoles lo que sucedió.
El timbre interrumpió mis pensamientos. Al abrir
la puerta me encontré con un hombre de mediana

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estatura, cabello cano y de contextura muy similar a
la mía más una amplia sonrisa.
- Buenos días, ¿en dónde está la familia?
- Fueron de compra y supongo que usted es el
abuelo a quien esperan con tanta ilusión.
- Sí y son muchos años de no vernos ya ni se si me
reconocerán. – comentó con nostalgia.
- Pase, yo ya me retiraba, sólo vine a dejarle unos
encargos que me solicitaron.
Tomé mi abrigo y salí mientras mis lagrimas
comenzaron a caer por las grietas de mi rostro. Me
preguntaba por qué estaba tan triste si al fin y al
cabo había pasado la mejor Navidad de mi vida.
Sólo sentía no haberles dicho la verdad, pero fue
tanta felicidad en un segundo que me embriagué
con ella.
Mis pasos pesaban más que nunca y el
cansancio de los años me aplastaba con cada
minuto que pasaba. Me había alejado ya varias
cuadra de aquella mágica casa, cuando a mis
espaldas sentí unos gritos y muchos pasos que
presurosos trataban de alcanzarme.
- ¡Abuelo, abuelo!
Me volví y mis ojos no podían creer lo que
veían. Golondrina, Rodrigo, Julito y el abuelo se
acercaban presurosamente.
Nuestras lágrimas y abrazos se confundieron.
Comprendí que ya sabían o se imaginaban lo
ocurrido y eso me hizo muy feliz, pues aun
sabiéndolo me habían buscado y llamado abuelo. Y
como una verdadera familia regresamos los cinco
abrazados hacia la casa.

53
INTENTOS

Primer intento. Nada.


Recordé aquella vez que con un rifle de
aire comprimido, disparé un balín a la ventanilla de
un vehículo que pasaba frente a la casa de Manuel,
mi gran amigo, con el cual me juntaba diariamente a
jugar y a planificar algunas diabluras, casi siempre
ideas mías. El auto frenó bruscamente y de él bajó
un hombre bastante fornido, de unos 40 años,
gritando furioso. Dándome cuenta de lo que
pretendía, rápidamente pase el rifle a Manuel y salí
corriendo a esconderme, el automovilista lleno de ira
lo agarró del pelo y, creyéndolo culpable del
incidente, lo abofeteó reiteradas veces. A la
distancia, tras un árbol, me sonreí.
Segundo intento. Nada. Me preocupé.
Con una honda, construida de una rama
arrancada del hermoso árbol que tanto cuidaba
nuestra vecina, con la curvatura precisa y con un

54
elástico de cámara de bicicleta, decidí que había
demasiada luz en mi cuadra, por eso, a pedradas,
las apagué una por una, dejando esparcidos miles
de fragmentos de ampolletas en la calle. Al día
siguiente recibí en mi casa la visita de la policía,
quienes buscaban al responsable de los destrozos
y, muy a mi pesar, tuve que confesarles la verdad.
Se llevaron detenido a Manuel, demostrando con su
silencio ser un leal amigo. Al sentir el ulular del auto
policial alejándose, aliviado sonreí.
Tercer intento. Nada. El pánico se
apoderó de mi.
Me cautivó su mirada serena y su pelo
color trigo, se llamaba Pamela. La veía pasar a
diario, mientras por mi mente se exhibían las
películas más románticas por los dos
protagonizadas. Sin dudarlo, mi corazón fue poseído
por el amor y me propuse hacerla mía para siempre.
Nos presentaron y conversamos animadamente,
teníamos mucho en común y todo estaba perfecto
hasta que nombré a mi amigo Manuel. Su tono de
voz sufrió un profundo cambio y su mirada ya no fue
igual. Ante mi interrogante expresión me confesó
que lo amaba y que yo era la primera persona en
saber de tal sentimiento. Mi mente se trastornó y
plagado de celos le mencioné que yo poseía una
confesión y que por las circunstancias me veía en la
obligación de dársela a conocer para evitar su
destrucción. La vi profundamente preocupada y
curiosa, y sin dudas ni remordimientos le expresé
que no se ilusionara con mi amigo, ya que desde
hace algunos años había contraído y era portador
del mortal Sida. Al transcurrir del tiempo Pamela se

55
convirtió en mi esposa y al darme el sí en el altar,
Manuel no comprendió por qué guiñándole un ojo,
maquiavélicamente, me sonreí.
Cuarto, quinto, sexto intento.
En definitiva, mi paracaídas no se abre.
Sabiendo que voy a morir, elevo mis ojos al cielo
pidiendo por mi podrida alma y a la distancia puedo
ver a mi inseparable amigo Manuel y a mi bella
esposa Pamela, amorosamente abrazados,
haciéndome señas desde la puerta del avión,
despidiéndome y ambos sonriendo maliciosamente.

56
PRINCESA

Mención Honrosa, Tercer Encuentro Binacional


de Cuentos.
Septiembre 1999, Punta Arenas.

Comenzaba el período en que las nubes se


acicalan aprovechando su reflejo en el congelado
suelo patagónico. El frío, manto perenne que
envuelve a Punta Arenas, demostraba su poderío
esplendoroso, haciendo estéril el esfuerzo del
padre sol quien expandía sudoroso sus tentáculos
dorados.
El alarido del despertador lo sobresaltó y el
brazo, cual reflejo rotuliano, se incrustó en el negro
botón y nuevamente el silencio impregnó la
habitación. Lentamente se sacó la piel de sábanas y
frazadas que lo envolvía y con una prisa adormilada
fue cumpliendo uno a uno sus ritos mañaneros que
terminaban con un té incoloro y gastado,

57
acompañado de una rebanada de pan tostado con
mermelada de ruibarbo.
Samuel Jorquera reflejaba en su rostro
esforzados 61 años y sus múltiples surcos parecían
elaborados meticulosamente por algún escultor del
tiempo. Su cabellera gris desaliñada y escasa, su
ropa con pronunciadas arrugas, más sus manos
eternamente manchadas delataban un hombre
preocupado más de sobrevivir que de vivir.
Como cada día recordó a Irene, con su
caminar acelerado y su inconfundible bata azul
añoso, preparando el desayuno. Su conversación
florecida de recuerdos, con la infaltable queja a la
vida por no haberle regalado hijos, comentando
algún hecho noticioso, para luego darle un beso de
despedida con un tradicional, pero sincero deseo de
una buena jornada. Hoy su Irene ya no estaba y ese
vacío le hacía conocedor de cómo se siente un
cuerpo sin alma.
Salió de su casa cuando todavía la oscuridad
alumbraba las calles y la ciudad era sólo un blanco
desierto de cemento y paralelepípedos sonámbulos.
La nieve repentina, silenciosa y madrugadora
dificultaba sus pasos, como si quisiera retrasarlo,
pero la voz retumbante de su padre hizo eco en sus
oídos, recordándole lo importante que es en la vida
ser puntual. Apuró su caminar, a pesar de sus
desgastados bototos que le hacían mas resbaladiza
la acera, para cubrir las ocho cuadras que lo
separaban de la Municipalidad.
-¡Hola Samuel! ¿y?, ¿qué le pasó al Colo?- gritó
burlonamente Aníbal Nahuelquín, su amigo y
compañero de muchos años. Cámbiate de equipo
mejor.
58
Y una carcajada acompañó dicho saludo.
Recibimiento habitual de los lunes cuando su
equipo era derrotado en la jornada futbolística del fin
de semana. Pero el desquite llegaba cuando ocurría
lo contrario y, como pocas veces, se prendía una
leve sonrisa que mostraba una dentadura carcomida
por el tiempo y la pobreza.
Se dirigió a la bodega y, con la rapidez que da
la práctica de los años, tomó su carro basurero de
dos ruedas, cargó en él un escobillón, una pala
cuadrada y se ciñó la correa reflectante, que le
cruzaba el pecho y la espalda, la cual alertaba a los
conductores sobre su obrera presencia.
Limpiar las calles le hacía feliz. Podía ver
transitar cientos de personas, empaparse de la
alegría de los jóvenes jugueteando con bolas de
nieve, riendo o soñando con algún nuevo amor o
preocupados por sus pruebas a última hora. Por
eso, mientras picaba la escarcha y barría la nieve,
silbaba alegre su canción favorita que popularizara
el famoso conjunto de Coyhaique, “Los Lazos”.
Estaba en esa labor cuando algo interrumpió
la melodía de sus labios y su concentración en el
trabajo. Se sintió observado. Levantó la vista hasta
alcanzar el segundo piso de una hermosa y
elegante casa, donde, por una ventana semejante a
la escotilla de un barco, una hermosa niña, de unos
10 años de edad, de mirada zafiro profunda y
cabellos dorados y brillantes como olas al sol
naciente, seguía sus movimientos de escobillón y el
picoteo de su pala con mucha atención. Al
encontrarse sus miradas, ella agitó su mano en un
gesto de saludo, esbozó una pícara sonrisa y

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desapareció al interior de la habitación como una
aparición. La vio sólo un instante, pero esa sonrisa
celestial se grabó en su mente y no pudo ni quiso
desprenderse de ella por el resto del día.
Desde aquel momento mágico, Samuel
apuraba la limpieza en las calles vecinas y pronto se
encontraba bajo la ventana, donde la niña ya lo
esperaba y lo saludaba agitando su mano al viento.
El saludo entre ambos se tornó cada día más
complejo, toda suerte de señas y morisquetas iban y
venían, en un juego de amistad en el que ambos se
divertían mucho, sin decir ni una sola palabra, hasta
que se despedían. Ella le enviaba un beso a través
del aire, con su mano y él le devolvía una leve pero
amorosa sonrisa.
Recrudeció el invierno y con él la dureza del
trabajo que debía efectuar Samuel. Cada vez
requería mayor esfuerzo extraer la escarcha en
algunos lugares en los cuales la sal esparcida por
los camiones de la Municipalidad no habían logrado
su objetivo de deshacerla totalmente. En especial la
gruesa capa que se formaba en la esquina de Maipú
con Avenida España, donde Samuel empleaba todo
su esfuerzo y dedicación para exterminarla antes de
que el flujo vehicular se hiciera más intenso. Una
vez que finalizaba su tarea la felicidad lo invadía y
se sentía un ciudadano responsable y útil a la
comunidad. También lo motivaba que, luego de ese
trabajo, y a escasas cuadras de allí, vería a
Princesa, como bautizó a la hermosa niña, a la cual
mostraría las nuevas señas creadas cada tarde en
su hogar. Su recompensa era esa sonrisa que, cada
vez más, le conmovía el alma y lo motivaba a

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continuar alegremente y con bríos su trabajo.
Sin embargo, el paso del tiempo deja sus
huellas y la fortaleza de antaño, cual niebla matinal,
se esfuma calladamente. La salud de Samuel se
empezó a resentir. Una tos leve hizo el primer
anuncio, luego la fiebre y más tarde el dolor de
huesos, pero a pesar de esto no interrumpió su
trabajo, ni menos la creación de gestos y
morisquetas que lo divertían y que hacían feliz a
Princesa.
Esa noche su cuerpo ardía, ante lo cual bebió
una infusión de yerbas, la misma que Irene cada
invierno le preparaba. Siempre le había hecho bien
y confiaba que esta vez no sería la excepción, la
bebió hasta la última gota y luego se acostó. No
quería, a pesar de lo débil que se sentía, faltar a su
trabajo. Nuevamente había nevado “como en los
viejos tiempos” y comenzaba a escarchar con un frío
que calaba los huesos. Sería un día duro y mientras
se lo imaginaba sus manos dibujaban novedosas
piruetas en el aire.
Al día siguiente, el despertador se cansó de
sonar, mientras la nieve, con su rítmico balanceo
cadencioso y adormecedor, seguía cayendo. De
pronto se despertó sobresaltado, habían
transcurrido 40 minutos desde que el reloj había
lanzado su alargado grito mañanero, Refunfuñando
culpó a las yerbas de Irene, pero notó que se sentía
mucho mejor. Acortó su rutina diaria y aceleró su
resbaloso caminar hasta la bodega de la
Municipalidad.
Retiró sus implementos de trabajo, previa
explicación de su imperdonable pero involuntario

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atraso y se dirigió rápidamente hacia la peligrosa
capa de hielo que siempre le preocupaba, sabiendo
que estaría más gruesa que nunca. Se acercaba a
ese lugar cuando desgarradores gritos y un tumulto
de gente le aceleró el corazón y, temiendo lo peor,
corrió. En medio de la calle, un vehículo volcado,
giraba sus ruedas, como contando con cada vuelta
los segundos que le restaban de vida. Se acercó
sintiendo como su cerebro le gritaba: “culpable,
culpable”. Miró los cuerpos envueltos de sangre y
nieve; y mientras sus ojos recorrían el horror de la
tragedia, un inmenso dolor punzante retorció sus
entrañas. Allí, con sus ojos de inocencia y ternura,
estaba su Princesa, extendiendo sus sangrantes
manos hacia él. Samuel se acercó, mientras sus
piernas temblaban visiblemente; colocándose de
rodillas rodeó su cuerpo abrazándola paternalmente
en un diálogo de sentimientos y amor inacabable. Y,
a pesar del dolor, una sonrisa se retrató en el rostro
angelical de Princesa, dejando de regalo su último
suspiro. Samuel no pudo más. El llanto afloró y las
lágrimas rodaron desde sus mejillas a las mejillas de
Princesa, formando una inagotable cascada de
amor.
Sonó el despertador y esta vez ya no hubo
rutina. Se levantó vistiéndose con su único traje de
gala, que compró cuando despidió a Irene, y se
arregló meticulosamente su corbata elaborando con
mucha calma el nudo en su cuello. Luego,
inventando su última seña para Princesa, fijó sus
ojos en un punto del cielo raso de su habitación y
un túnel perfectamente circular e iluminado se abrió

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y a lo lejos divisó a Princesa que haciéndole señas
alzaba sus brazos en señal de acogida.
Ese día sus compañeros comentaban su
ausencia. Les extrañaba porque Samuel Jorquera
no había faltado un día al trabajo en toda su vida.
-¡Qué va a venir a trabajar !,- dijo sonriente Aníbal
Nahuelquín. Estará muerto de vergüenza con los 4
goles que le hicieron ayer al Colo.
Y una risotada colectiva inundó el pavimento.

Voy al baño y vuelvo...

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