Es curiosa la etimología del término herencia como nominativo plural del participio
activo de haerēre, estar adherido, pues parece sugerir esa noción de que la
tradición clásica en la literatura se ha quedado adherida a la cultura occidental
como heredera, aunque nunca se ha visto testimonio formal de tal transacción
sucesoria. Asimismo, se habla de herencia respecto al rasgo o rasgos morales,
científicos, ideológicos, etc., que, habiendo caracterizado a alguien, continúan
advirtiéndose en sus descendientes o continuadores, es decir, se sabe de la
existencia de esa tradición clásica porque “se advierte” en la literatura ciertos
rasgos que le son propios.
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