fundada sobre la distinción entre el directivo, que cobra un sueldo, y el empresario, que
asume los riesgos y busca el beneficio. por otro lado, la reflexión sobre el papel de este
empresario en la marcha de las empresas ha tropezado siempre con un obstáculo
formidable: la dificultad de medir su aportación al proceso productivo. Como
consecuencia, el "cuarto factor" -así lo denomina Marshall- ha sido relegado a una
posición marginal en la teoría económica dominante. Además, hay en Marshall una
serie de intuiciones sobre esta figura clave en la empresa, injustamente postergada ante
el éxito del modelo de equilibrio general, donde no hay lugar para la actuación del
empresario. Son ideas nacidas hace más de cien años, pero sorprendentemente
modernas, como el uso de la información en las empresas, la publicidad, la teoría del
beneficio, la innovación como motor del desarrollo económico, y el liderazgo
empresarial. Lo que podría llamarse "el Marshall olvidado"
Una de las criticas más interesante generada por Marshall es la del mal uso por parte de
los economistas del análisis económico, como si este fuera el omnipotente determinante
del valor del todo, cuando la verdad se trata de entender la marginalidad como el campo
donde actúan las fuerzas que gobiernan el valor del todo y no de afirmar que la utilidad
marginal o el costo marginal determinan el precio, ya que estos, gracias a la mutua
interacción de los factores también son determinados en el margen.