Este Derecho se ve ampliado a los extranjeros, que residan legalmente en España, por
virtud de la Ley Orgánica de 11 de enero de 2000, sobrec cc c
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Pero de modo patente, el dato más significativo a tener en cuenta es la aprobación del
Tratado de la Unión Europea de 7 de febrero de 1992, ratificado por España por Ley
Orgánica 10/1992, de 28 de diciembre, en el que se crea la ciudadanía europea.
Si bien del tenor literal del artículo 19 de la C.E. se deriva que los derechos que
reconoce corresponden a los españoles, en una interpretación sistemática del citado
precepto, en conexión con los artículos 10.2 y 13.1 de la C.E., se deduce que los
poderes públicos se encuentran obligados a extender a los extranjeros el disfrute de
aquellos derechos, según lo que establezcan los tratados internacionales y la legislación;
es decir, el concepto de extranjero y su situación jurídica varía en función de los
tratados vigentes, con las limitaciones que de los mismos deriven en lo que respecta a
los derechos estudiados. Pero la novedad más importante es la disolución de la
dicotomía nacional-extranjero al crearse la ciudadanía europea en el Tratado de la
Unión; por tanto, a partir de la ratificación de éste es necesario distinguir entre
nacionales españoles, ciudadanos comunitarios y extranjeros en general, con las
salvedades aludidas anteriormente.
Por si lo dicho no fuera suficiente, nuevas circunstancias, sobre todo de índole socio-
económica -el fenómeno inmigratorio-, y nuevas realidades políticas internacionales -la
desaparición de bloques-, unido a la debilidad de la política de la Unión Europea en
materia de defensa y seguridad, plantean una incógnita que sólo la capacidad del
legislador ordinario, de los titulares del poder reglamentario y de la interpretación
última que de la Norma Suprema hace el Tribunal Constitucional podrá afrontar estos
retos, en consonancia con los órganos competentes de la U.E. y con las inst...
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