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3.

Los Protagonistas de la globalización


económica
Hoy en día se considera a los grandes protagonistas:
• Grandes empresas y grupos económicas transnacionales
• Organismos e instituciones internacionales que establecen las
normas de los mercados (de productos y factores)
Se destacan sobre todo frente al anterior protagonismo de los Estados-
nación.

CRECIMIENTO Y ESTRATEGIAS DE LAS MULTINACIONALES:


UNA NUEVA GEOGRAFÍA EMPRESARIAL
Stephen Hymer en 1971 manifestaba su creencia de que desde la
Revolución Industrial las empresas siempre han tendido a la expansión: del
taller a la fábrica, la compañía multidivisional, hasta llegar hoy a la
multinacional. Con cada paso, la empresa adquiere una estructura
administrativa más compleja, también (el crecimiento también es
cualitativo). El previó que en el futuro se podría dar un oligopolio, en el cual
pocas empresas controlaran los mercados de determinados productos. En
ese instante, se daría una nueva estructura de la organización
industrial internacional y una nueva división internacional del
trabajo. Lo ocurrido desde entonces permite ir confirmando sus
previsiones.
Las multinacionales son aquellas empresas que han superado la simple
exportación y ahora cuentan con sucursales implantadas en más de un país.
También son llamadas transnacionales, haciendo referencia a los flujos
materiales e inmateriales que cruzan fronteras gracias a ellas. Organizan su
actividad en torno a una estrategia de conjunto, aunque a veces el grado de
descentralización sea elevado; son verdaderas empresas red.
Desarrolladas después de la crisis de 1929, su crecimiento en las 2
últimas décadas ha sido espectacular. En el año 2000 la UNCTAD estimó
63.000 firmas con 800.000 filiales. Al final del siglo representaron un tercio
de la producción total.
Otra forma de medir el potencial de una empresa, pero sobre todo su
peso económico es comparándola con el PBI de los Estados. General Motors,
la primera empresa en su cifra de negocios, recaudó 176.500 millones de
dólares en 2000, superior al PBI de casi un 90% de los Estados
independientes del mundo. Las 100 mayores empresas en 2000 controlaban
un 7% de todos los bienes y servicios, así como 1/4 del comercio
internacional.
Muchas de estas empresas son tan influyentes que sus decisiones
pueden afectar directamente la vida de millones de personas.
Esta estrategia de tener escala internacional tiene varias ventajas (y
por esto también es tan popular). Permite obtener economías de escala al
ampliar los mercados de venta; permite aprovechar las ventajas de cada
territorio: materias primas, mano de obra barata, exenciones fiscales,
buena accesibilidad, etc; permite sortear con facilidad restricciones
impuestas por el Estado, en cuanto a la circulación de bienes, capitales,
etc.
La elección del espacio se puede dar de dos maneras: bien según la
ubicación de las sedes centrales, o según estrategias de localización
específica de las filiales.
(Durante décadas, y aún hoy) La mayoría de las firmas sigue un
proceso de decisión espacialmente jerarquizado: primero, se establecen en
una gran zona geográfica (algún continente de la tríada, por ejemplo), luego
en un país de esa zona y finalmente en una región y una ciudad de ese país.
Los lugares elegidos mantienen escasas relaciones entre sí, actuando como
réplicas de la casa central, estrategia que Porter (1986) llamó
multidoméstica. Este comportamiento clónico es el que predomina,
contribuyendo a esa progresiva homogeneización que muchos asocian con
la globalización. Los hipermercados, cadenas de comida rápida, moda,
hoteleras son ejemplo de esta estrategia. Empresas como McDonald’s se
han convertido en reflejo de los éxitos y riesgos de este proceso.
En los últimos tiempos el rasgo distintivo ha sido la generalización de
estrategias globales. Las filiales ya no reproducen las tareas de la casa
matriz, sino que se especializan en la fabricación de ciertos componentes
que luego pueden ensamblarse en otro lugar, o en modelos específicos
dentro de la gama de productos que produce la empresa. Se distinguen dos
tipos de integración:
• Integración horizontal: una misma filial produce productos
semielaborados y puede producir también el ensamblaje final. La
integración horizontal de marketing es cuando las filiales se alían
para abarcar un mayor sector del mercado, por ejemplo la
empresa Gap, que cuenta con tres marcas atendiendo a
diferentes segmentos de mercado: Banana Republic, Old Navy y
Gap.
• Integración vertical: es lo opuesto; es cuando se produce una
jerarqui-zación: unas filiales producen productos
semielaborados, otras el ensam-blaje final y así.
Todas estas estrategias multiplican los intercambios comerciales,
financieros y tecnológicos y jerarquizan los territorios según las funciones
que las empresas les dan. Se evidencia la capacidad negociadora de
grandes empresas que al poder optar por locaciones alternativas, pueden
exigir a los gobiernos determinadas condiciones para su asiento o
mantenimiento en el lugar. Ramonet (1999) cree que por primera vez la
globalización no está siendo piloteada por los Estados, que cada vez más
van perdiendo sus prerrogativas frente a las empresas.
Sin embargo, más allá del protagonismo de empresas y Estados, hay
un tercer actor fundamental para comprender el modelo actual de
globalización liberal.

LA GLOBALIZACIÓN Y SUS REGLAS: LA INTERVENCIÓN DE LOS


ORGANISMOS INTERNACIONALES
Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía plantea que si bien la
globalización puede ser una fuerza benéfica, es necesario replantearse el
modo en que ha sido gestionada; es decir que para él la globalización sirve,
pero no como se ha hecho hasta ahora.
La evolución hacia un mundo sin fronteras no se ha materializado para
muchos sectores, especialmente países subdesarrollados y se observa a
escala mundial cómo las desigualdades se ahondan.
Para analizar estas reglas es necesario analizar la actuación de
instituciones internacionales.
La regulación del comercio internacional se dio a través de lo
establecido en el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT) de
1947 y ampliado con los años. Tras la conocida como Ronda Uruguay (1986-
1994) en 1995 nació la Organiza-ción Mundial del Comercio, con sede en
Ginebra, a la cual pertenecen 146 países y es la que rige actualmente el
comercio.
El principio esencial es la eliminación de aranceles para facilitar el libre
comercio entre los países, lo que resultaría en un crecimiento de la
actividad económica, el empleo y el bienestar. Sin embargo, los resultados
obtenidos al momento distan del objetivo y una primera razón por la cual
esto sucede es por la desigualdad en el trato de la OMC para con las
producciones de los diferentes países.
Los países de la Tríada tienen importantes barreras proteccionistas
para bienes que compiten con otros del Tercer Mundo, como productos
agrarios y manufacturas intensivas en mano de obra.
Al mismo tiempo, y paradójicamente, EE.UU. y la UE exportan
alimentos fuerte-mente subvencionados, lo que permite su venta a precios
muy bajos, arruinando la viabilidad de explotaciones agrarias de los países
en desarrollo.
También el exceso estructural de oferta sobre demanda y el control de
los mercados de consumo por algunas grandes empresas condena a precios
poco rentables, con tendencia a la baja y con fuertes diferencias
interanuales que no permiten realizar políticas económicas por la fuerte
variación que experimentan.
Notable influencia ejercen las políticas que afectan a los flujos de
capital. Este aspecto se encuentra regido por instituciones como el Fondo
Monetario Internacional o el Banco Mundial, nacidas tras los acuerdos de
Bretón Woods, en 1944. Regulan el sistema monetario internacional e
impulsan la actividad económica.
Estas dos instituciones han sido clave, especialmente en los años
ochenta y a partir del Consenso de Washington, que rigió con reglas
homogéneas a países muy dispares, generalizando políticas económicas
basadas en tres principios esenciaes, asociados al pensamiento único:
• liberalización de los mercados
• austeridad fiscal
• privatización del sector público
Aunque en algunos países esto trajo consigo inversión exterior,
apertura de nuevas empresas, aumento de exportaciones y cierto
crecimiento económico, estas medidas también tuvieron efectos adversos:
• la apertura de los mercados llevó a la crisis de empresas locales,
incapaces de resistir a la nueva competencia. Esto trajo consigo
pérdida de empleos, aumento de la pobreza y emigración.
• Los programas de austeridad fiscal redujeron la posibilidad de
financiar servicios esenciales como la salud y la educación, así
como subsidios a productos de consumo básicos como los
alimentos.
• La privatización de servicios supuso a menudo la sustitución de
un monopolio público por uno privado que trajo consigo, el
encarecimiento de precios, la exclusión de ciertos grupos
sociales y territorios poco rentables.
Otro efecto de las reglas que rigen actualmente es la liberalización de
flujos capitales. La desregulación en este ámbito propició la existencia de
paraísos fiscales, localizados mayoritariamente en el Caribe y en
microestados de Europa y Oceanía, por ejemplo: Antillas Holandesas, Araba,
Bahamas, Islas Cook, Maldivas, Mónaco, Tonga.
Básicamente, son cuentas anónimas y protegidas por el secreto
bancario, no existe legislación sobre el blanqueo de dinero y apenas hay
presión fiscal, propiciando la corrupción y evasión fiscal, o la proliferación de
redes ilegales ligadas a actividades diversas (desde el terrorismo al
narcotráfico).
En resumen, las reglas provocan efectos muy diversos, que en muchos
casos ejercen una influencia directa sobre la organización interna y el
dinamismo de los territorios.

4. Impactos territoriales del proceso de


globalización
LA PROFUNDIZACIÓN DE LAS DESIGUALDADES SOCIOECONÓMICAS
INTERNACIONALES
Amartya Sen expresa cómo, a pesar de todos los avances en el siglo XX
económicos, políticos (estableciendo la democracia como modelo superior),
habiendo más lazos que nunca entre zonas (en comercio y comunicaciones,
pero sobre todo en ideas e ideales), persisten privaciones, la miseria y la
opresión. “La superación de estos problemas constituye parte fundamental
del ejercicio del desarrollo”.
Todas estas desigualdades impulsadas por la competencia en gran
escala que se da por la globalización generan ganadores y perdedores y son
resultado directo de la globalización.
La reducción progresiva de políticas proteccionistas, acompañada por
tendencias liberalizadoras, acentúan la inseguridad: de las empresas con la
competencia exterior; de los territorios desfavorecidos frente a las regiones
prósperas y las grandes ciudades; de los trabajadores frente al desempleo y
la precariedad.
Los resultados son evidentes y por citar algunas cifras se podría decir
cómo los 10 países más ricos (los que tienen mayor aportación al PNB
mundial) concentran el 85% de la producción mundial en el 2000; y cómo la
mitad de los Estados concentran solo el 1% de la riqueza mundial.
La riqueza también se concentra en unos pocos países como
consecuencia de la globalización. Así, los países de la Tríada tenían el 71,1%
de la participación en el PNB mundial en 2000.
El potencial económico tiene su reflejo directo sobre la población. De
esta manera, se estimó la población por debajo del umbral de pobreza
absoluta (la que vive con un dólar o menos por persona, por día) en 1.199
millones (año 1999) es decir, un cuarto de la población y la gente que vive
con dos o menos dólares por día en 2.801 millones. El 56% de la población
mundial, bastante más de la mitad, no alcanzan ingresos que les permitan
el acceso a bienes y servicios básicos para su subsistencia y el desarrollo de
sus capacidades. La dinamización de la economía, el comercio o las
inversiones de capital no han tenido un efecto positivo apreciable sobre
todos ellos.
El contrapunto de esto es la expansión de las grandes fortunas.
Martínez Estévez explica que se está dando una concentración sin
precedentes, por:
• El número de propietarios (concentración personal)
• El hecho de que esos propietarios estén ubicados en pocos
lugares (concentración espacial)
• El ritmo de esta concentración, mucho más acelerado en los
últimos tiempos.
La riqueza de las 360 personas más ricas equivale a los ingresos de los
3.000 millones de habitantes más pobres. Existe una geografía de las
grandes fortunas concentrada especialmente en los países donde se ubican
los grandes grupos económicos. La mayor parte de los beneficiados por la
globalización financiera, el desarrollo de la nueva economía y las e-business
ligadas a la tecnología se localizan en EE.UU.
En resumen, dos décadas de globalización han ahondado las
desigualdades preexistentes, concentrando la riqueza y el poder en pocos
territorios, empresas y grupos sociales.

UNA ECONOMÍA Y UN ESPACIO DE REDES


Globalización supone una unificación del espacio, como resultado del
aumento en la densidad, frecuencia y escala de los flujos materiales e
inmateriales, así como en todo lo relativo a las comunicaciones, difusión de
informaciones, conocimientos, pautas culturales.
Para representar esta interconexión se utiliza la metáfora de una red.
Todos los componentes de la red dependen los unos de los otros; de la
evolución del conjunto: son interdependientes. Existe el concepto de
sociedad red, caracterizado por esa nueva morfología social.
El espacio de los flujos, se superpone al espacio de los lugares, más
concreto.
Javier Echevarría define la metáfora de Telépolis o ciudad a distancia
para expresar que las ciudades ya no se basan en una concentración de
población en un territorio, sino en su dispersión geográfica ya que los lazos
van siendo lo suficientemente estrechos como para que se pueda hablar de
una nueva forma de polis. Al reducirse el obstáculo de la distancia física,
cobran importancia otros tipos de distancia (económica, social, cultural) que
pueden facilitar u obstaculizar la comunicación.
Otras dos dimensiones complementarias son:
• Nuevas redes de transporte y telemáticas; infraestructura básica
de la globalización
• Ciudades mundiales, por donde pasan los flujos más grandes del
poder.
La evolución de la informática llevó a Castells (2001) a decir que si bien
la era Internet había sido anunciada como el fin de la geografía, no la
suprimía, sino que crea una nueva forma de espacio, característico de la era
de la información: establece conexiones mediante redes informáticas. En
resumen, “redefine la distancia, pero no suprime la geografía”.
Así, cobra interés la propia geografía de Internet, vista desde tres
perspectivas complementarias:
• Geografía del consumo: distribución espacial de los usuarios;
• Geografía de la circulación: son las redes como soporte físico y
los flujos que circulan por ellas;
• Geografía de la producción: localización de las empresas
(principalmente en EE.UU., Reino Unido o Alemania).
Los usuarios de Internet en 2002 se estimaban en 651 millones. Hoy
son 1200 millones. Esta rápida expansión se vio acompañada por la difusión
espacial. Mientras que en 1995 EE.UU. y Canadá tenían el 65% de los
usuarios, en 2002 tenían el 30%. Uruguay en América Latina está solo por
encima de Chile en usuarios de Internet.
La brecha tecnológica actúa como contrapartida de esa rápida
expansión, tendiendo a profundizarse con el paso del tiempo, ante la
renovación y expansión de las tecnologías: la mitad de la población mundial
nunca ha realizado una llamada telefónica.
Por otra parte, en las últimas épocas se ha intensificado la evolución en
los medios de transporte, sobre todo a larga distancia, como los ferrocarriles
de alta velocidad o el transporte aéreo.
En este último caso, en 1999 tuvo 465 millones de pasajeros (el 30%
del tráfico internacional). Los aeropuertos de la Tríada contabilizaron el 78%
de los pasajeros en el año 2000.
Los trenes de alta velocidad provocan el llamado efecto túnel al
necesariamente recorrer grandes distancias (en contraposición al efecto
travesía característico de carreteras), con reducciones significativas de
tiempo en los desplazamientos.
Según Estébanez “para algunos, el mundo es realmente muy pequeño
y ningún punto estás más alejado de las 24 horas; para otros, la mayoría de
la población mundial, el mundo sigue siendo muy grande, difícil y a veces
terrorífico.”

LA CONSTRUCCIÓN DE UN SISTEMA DE CIUDADES MUNDIALES


Cada vez se dibuja con más nitidez una red de metrópolis mundiales,
cuyos vínculos son reflejo de las estrategias globales aplicadas.
Estas ciudades globales son sedes de las grandes empresas,
instituciones financieras y organismos internacionales desde los que se
gestiona y dirige la economía mundial, así como origen de una cultura
cosmopolita que se difunde en el mundo. Son asiento de empresas que
generan y distribuyen la información, los conocimientos y la innovación que
son esenciales para el funcionamiento de ese sistema mundial. Finalmente,
actúan como nodos de interconexión.
Ocurren tres procesos simultáneos en el interior del sistema de
ciudades mundiales:
• Homogeneización: ante la concentración de un mismo tipo de
actividad al cual se asocia la expansión de un empleo altamente
cualificado o bien remunerado.
• Jerarquización: en función del rango o la importancia de las
funciones
• Dualización interna: a la concentración empresas y puestos de
trabajo de calidad y le acompaña, paradójicamente, la existencia
de otras empresas en crisis y del empleo precario, lo que tiene
su reflejo directo en la propia morfología metropolitana.
Las ciudades mundiales acumulan recursos humanos cualificados,
infraestructuras físicas y equipamientos de calidad, redes de empresas
interrelacionadas, centros de formación superior e investigación, centros de
poder político, sociedad urbana cosmopolita y con cierta capacidad
innovadora. El resultado es el crecimiento económico. Sassen ha
considerado que las ciudades que logran reunir todas estas características
son Nueva York, Londres y Tokio, aunque hay otras que siguen estas
tendencias, pero en menor tenor.
El aumento de competencia entre las ciudades mundiales provoca una
jerarquización según la cantidad y calidad de sus funciones, aspecto hoy
más relevante que la población para medir su verdadera importancia.
Índices tan abstractos como éstos se materializan en la vida de los
habitantes urbanos, que ven surgir nuevas actividades y empleos, o declinar
los existentes, con el impacto que eso provoca sobre el consumo de la
población. Se produce así una creciente superposición entre el espacio de
los flujos, que refleja las relaciones de poder, y el espacio de los lugares, en
el que vive la gente.
Esta nueva forma de territorialización multiplica los contrastes
espaciales, intensificando las microdiferencias. “El territorio es cada vez
menos susceptible de ser descrito en términos de macrodiferencias (…) En
cambio, las microdesigualdades son (…) muy fuertes: la extrema riqueza
bordea la extrema pobreza. El territorio social y económico se vuelve a la
vez más homogéneo a gran escala y más fraccionado a pequeña escala”
(Veltz, 1999).
La dualidazación interna que destaca esas desigualdades ahondadas
por la globalización, y aunque este fenómeno de segregación y
conflictividad humana alcanza grados extremos en el las megaciudades del
Tercer Mundo, no resulta ajeno en absoluto a las metrópolis del mundo
desarrollado. Los espacios residenciales exclusivos, o los espectaculares
barrios de negocios de las megaciudades del hemisferio Sur, junto con las
áreas degradadas y las bolsas de pobreza urbana que algunos califican
como Cuarto Mundo(se refiere específicamente a ese contraste) en el
interior de las prósperas metrópolis del hemisferio Norte, ofrecen una
imagen paradójica que, sin ser nueva, alcanza con la globalización
dimensiones antes desconocidas.

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