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Reflexiones acerca de la Formación Docente en el marco de las acciones de la

Comisión LEU-IPC., marzo 2011.


Prof. Sara Lara. Departamento de Geografía e Historia

Los postulados de la UNESCO difundidos a través del Informe Delors (1996),


Metas del Milenio (2000) Declaración Mundial Educación para Todos (2000), Proyecto
Regional de Educación para América Latina y el Caribe/Unesco (2006) coinciden, con
relación al profesional dedicado a la educación, en la premisa de formar un profesional
con profundo sentido ciudadano, crítico, reflexivo, ético bajo el paradigma del
Humanismo el cual enfatiza el respeto por la dignidad de la persona y promueve la
confianza en la capacidad de aprender de los actores involucrados en el proceso educativo.
Nuestro país, a través de su agenda educativa, se ha comprometido con esta
concepción filosófica, reflejada en los artículos 102 y 103 de la Constitución (CRBV,
1999) donde se pondera la educación como un derecho humano y un deber social
fundamental siendo esta democrática y gratuita, con acceso equitativo a una educación de
calidad. Se establecen los valores, el ideal del ethos democrático, a partir del cual se puede
pensar en un modelo educativo basado en valores con una visión crítica y reflexiva.
Otra de las premisas compartidas por los organismos internacionales, está
relacionada con la complejidad social del nuevo siglo, la cual exige de la profesión
docente amoldarse a los cambios culturales y tecnológicos pues sin docentes
comprometidos, competentes y conocedores de la visión integradora del área del
conocimiento donde se desempeñan, los cambios educativos no son posibles. Visto de esta
manera, el docente debe ser agente de transformación de la realidad socioeducativa por
ello, las políticas educativas deben centrarse en su formación, en un intento por conectar
directamente la calidad de la enseñanza con la calidad del desempeño del docente.
Por esta razón, debe haber una coherencia entre lo que el estudiante aprende, como
lo aprende y lo que se le pide enseñe en las aulas. De allí la importancia del modelo
pedagógico de formación docente a adoptar.

Como lo plantea Becerra (2911), para presentar una propuesta de ideas acerca de
un posible modelo de Formación Docente (Becerra 2011) se pueden seguir varías vías,
una de ellas podría iniciarse a partir del quehacer docente, la cual denomina “empírico-
inductivo” una segunda, la conceptual-deductivo y la tercera la forma práctico-hablativa
y conversacional, por cuanto se basa en el hablar y hablar lo cual cataloga como la
hablademia. En nuestro caso optaremos por el camino conceptual deductivo y, hacemos

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la salvedad que utilizaremos el término formación pedagógica, en su acepción más
genérica, aun cuando entendemos la posición del investigador antes mencionado en
cuanto a: Formación Antropogógica: formación pedagógica (niño), formación
pubergógica (púber), formación andragógica (adulto) y formación gerontogógica
(anciano). Todo lo cual implica manejar diferentes estrategias de enseñanza y de
aprendizaje de acuerdo a las diferencias no sólo referidas al desarrollo biológico sino más
bien al desarrollo biosicosocial.

El término Fomación, según UNESCO (2000) formación implica la adquisición de


conocimientos, actitudes, habilidades y conductas íntimamente ligadas al campo
profesional. De acuerdo a Becerra (ob cit), formación se refiere a “estructuras
cognoscitivas, asociadas a determinados dominios y competencias, que permiten hacer
actuaciones eficaces correspondientes. Cuando se forma a alguien, se le inducen
estructuras y esquematizaciones cognoscitivas que deben interiorizarse conscientemente,
a través de procesos de instrucción: docencia, estudio, aprendizaje, aplicación e
investigación, así como también, regulación, auto regulación y evaluación. Con ellas, se
fortalece la disposición hacia el saber y el hacer, la confianza y seguridad en las
actuaciones que se hacen y se propicia el surgimiento y creación de estados internos que
afirman la capacidad para hacer, sentir y vivenciar sensaciones de espiritualidad
personal humana”.
Visto de esta manera, la formación implica cambios en el comportamiento del
individuo a través de la mediación en un contexto determinado. Desde esta perspectiva,
Flórez (1998, 2001), concibe los modelos pedagógicos o modelos de formación docente,
como representaciones esenciales de las corrientes pedagógicas conocidas. Cada una de
ellas caracterizadas por diferir en aspectos tales como
- Tipo de ciudadano a formar, metas
- Contenidos, vivencias, experiencias
- Ritmo del proceso de formación
- Relación maestro, docente , mediador, facilitador – estudiante
En este sentido, las interrogantes fundamentales de la pedagogía serían: a) ¿A qué
tipo de ciudadano, individuo, actor, ser, se va a formar?
b) Cómo o con cuáles estrategias técnico-metodológicas, procedimientos didácticos se va
a formar? c) A través de qué contenidos, experiencias, vivencias? d) ¿A qué ritmo debe
llevarse el proceso de formación ¿lineal?, ¿etapas? ¿recursivo? e) ¿Cómo se distribuye la
dirección del proceso pedagógico entre el maestro, docente, facilitador, mediador y el

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estudiante?
Las respuestas varían y asumen diferentes valores en función en la multiplicidad de
los contextos socio-históricos, culturales, la articulación, énfasis e interrelaciones
particulares de las mismas. Además, generan múltiples combinaciones y dinámicas
denominadas modelos pedagógicos o modelos de formación docente. Estos van a adquirir
sentido histórico y conceptual en la estrecha articulación con la cultura específica de una
sociedad en particular.
Si aceptamos el precepto de vivir en una sociedad abierta y compleja de nuevas
demandas educativas y sociales, es conveniente revisar la obra de Morin (2001),
representante del paradigma de la Complejidad, quien resalta las características del
pensamiento complejo como lo es, pensamiento relacionante donde los objetos del
conocimiento se insertan en contextos globales.
A continuación resumimos los Siete Saberes establecidos por el citado autor ,
como necesarios en la enseñanza de la educación del futuro, los cuales pensamos deberían
también reflejarse en el esbozo de Modelo de formación del docente en la Universidad del
siglo XXI, a lo largo del cual ya hemos transitado durante una década.
Pasemos entonces a revisar los Siete Saberes de E. Morin.
1°.-“Las cegueras del conocimiento: El error y la ilusión”
Es una invitación a la apertura ante nuevas ideas, sin aferrarnos a creer
ciegamente en los preceptos aceptados como inmutables. Podríamos decir ideas
fundamentalistas, dogmáticas, unilaterales las cuales atentan contra los derechos humanos
reconocidos internacionalmente.
2°.- “Los principios del conocimiento pertinente”. No se puede conocer las partes
sin conocer el todo, ni viceversa.
Es necesario tener en cuenta el contexto de los conocimientos para darles sentido
bajo una percepción global, tomando en cuenta la complejidad, razón por la cual es
importante desarrollar la inteligencia general a fin de resolver problemas, utilizando el
conocimiento de una manera multidimensional. 3°.- “Enseñar la condición humana”
Tenemos los elementos genéticos de nuestra diversidad pues somos individuo, especie,
sociedad y espiritualidad al mismo tiempo y, por tanto tenemos un destino y una condición
común como ciudadanos de la tierra.
Sólo tenemos un planeta y es nuestra responsabilidad conducir todos los esfuerzos
para promover una conciencia ecológica, un desarrollo sustentable, la protección de la

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biodiversidad, en una palabra, los recursos patrimonio de toda la humanidad y no de una
circunscripción político administrativa determinada.
4°.- “La identidad terrenal” El mundo está cada vez más devastado por la
incomprensión La indiferencia hacia nuestro pequeño mundo se está agravando con el
paso de los años.
Se impone sensibilizar acerca de la conciencia plena de los riesgos del planeta
Tierra, los cuales se concretan en los desastres socio-naturales, las consecuencias del
calentamiento global, la deforestación, la desertificación, las guerras, las asimetrías
sociales cuya intensidad, a diferentes escalas temporo- espaciales, nos afecta a todos. Así
vemos como, fue necesaria la llegada del milenio para que los niveles de pobreza crítica
como asimetría, se convirtiera en un problema y un compromiso de dimensiones
planetarias explícitas.
5°.- “Enfrentar la incertidumbre” la ciencia nos ha dado certezas pero también
incertidumbre.
En función de esas certezas, es posible planificar, diseñar y construir soluciones
con propósito de proteger vidas no obstante, la ciencia ya no puede proporcionar verdades
ontológicas definitivas pues el desorden, el caos, el azar, intervienen en cada una de las
facetas de la vida. Todo lo relativo al ser humano debe ser pensado desde nuevos
paradigmas para incluir la multidimensionalidad dentro del mundo complejo. En
consecuencia es necesario enseñar principios de estrategia a fin de afrontar los riesgos y
tomar decisiones asertivas en el transcurso de los acontecimientos.
6°.-“Enseñar la comprensión humana” La comunicación sin comprensión se
reduce a palabras vacías. La verdadera mundialización llegará cuando seamos capaces de
comprendernos.
La convivencia es la razón social de lo humano la cual queda demostrada cuando
individuos de pensamiento y profesiones diferentes pueden trabajar coordinadamente en
metas para el beneficio común. Por otra parte, también es una apuesta por la paz, pues al
convivir generamos una cultura de paz y, para ello hay que enseñar a vivir en democracia
(p. 58) “La democracia supone y alimenta la diversidad de los intereses y la diversidad de
las ideas, las sociedades democráticas funcionan gracias a las libertades individuales y a
las responsabilidades de los individuos, la regulación y el autocontrol”. Propone el
aprendizaje de la comprensión para el aprendizaje democrático. En la actualidad, la
sociedad venezolana le concede importancia a la educación porque es la via para
posesionar el ethos democrático al propiciar la apertura al diálogo, a la convivencia, de

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cuya ausencia surge la fractura familiar, aumento de intolerancia y violencia. Así, para
convivir en democracia se requiere de un aprendizaje, esto significa atender a principios
compartidos, normas para regular nuestra convivencia y solucionar los conflictos por
medio de la negociación. En todos esos aspectos de la vida subyacen los valores,
constituyéndose en un tema imperante de analizar y revitalizar en la educación del siglo
XXI.
7.- “La ética del género humano” La educación del futuro debe enfocar sus baterías a un
cambio de pensamiento encauzado a enseñar a comprender, a tolerar.
La comunidad de destino terrestre nos impone la solidaridad, la hospitalidad el
reconocimiento a las minorías, a la población desplazada, marginada, a los inmigrantes, a
los portadores de una condición especial. Tanto el saber anterior como este, se
complementan al destacar la conciencia, la capacidad de reflexión del ser humano como
una manera de aprender a ser, donde la preparación para la responsabilidad y la
corresponsabilidad están implícitas en el aspecto ético, en los valores compartidos en un
contexto social, los cuales nos conminan a convivir y respetar al otro, de allí la otredad, la
alteridad. Es difícil vislumbrar una sociedad donde no se piense en la lealtad, la
honestidad, el respeto, la responsabilidad pues los valores surgen en el proceso de
interacción humana, del consenso del grupo y es en el lenguaje, el medio a través del
cual las sociedades se comprenden.
A partir del resumen anterior, podemos argumentar que la formación del docente
del siglo XXI, de la Universidad Pedadógica Experimental Libertador debería estar
inmersa en el espíritu de esos 7 saberes pues la aplicabilidad de los mismos es
completamente pertinente. Así pues, desde estos postulados, el modelo docente debe
proporcionar los mapas de un mundo complejo y la brújula para poder transitar en él.
En el quinto saber Morin señala la necesidad enseñar principios de estrategia que
nos permitan afrontar los riesgos. La importancia de las estrategias las encontramos en la
psicología del aprendizaje, donde estas han sido estudiadas (Bruning et al, 2002; Jensen,
2004; Pozo, 2009).
En torno a esto, mucho se ha mencionado en la literatura pedagógica acerca de las
investigaciones de la neurociencia y la psicología del aprendizaje, cuyos resultados sobre
el funcionamiento del cerebro nos orientan hacia nuevos paradigmas con la intención de
escudriñar cómo el sujeto aprende, ahora se destaca la mediación del docente, entre los
recursos del medio y el estudiante para estimular sus procesos mentales superiores.
En este sentido, como lo establecen Pérez Gómez (2000), Jensen (2004), Pozo

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(2009), participamos de una sociedad cuyas características son, entre otras, abierta y
compleja, de nuevas demandas educativas y sociales de la sociedad cognitiva, sociedad de
la información, del conocimiento múltiple, de la conciencia de la caducidad del mismo y
del aprendizaje continuo. Para abordar el aprendizaje en unas circunstancias como las
mencionadas, los investigadores apuntan a la necesidad de promover capacidades y
competencias en la formación de los docentes, formar para la autonomía y la
responsabilidad social y ética del ciudadano. En nuestro caso, en concordancia con las
orientaciones internacionales de los cambios en todos los niveles de la educación formal
estamos de acuerdo en que, una de las funciones del docente es promover en los
estudiantes, la capacidad para gestionar sus propios aprendizajes, adoptar una autonomía
creciente en su carrera académica, al disponer de herramientas intelectuales y sociales
conducentes a un aprendizaje continuo a lo largo de la vida. Esta debe ser una de las metas
prioritarias, se trata entonces del docente mediador, el responsable de establecer el
andamiaje de manera que el estudiante se apropie del conocimiento, tenga la capacidad de
hacer la transferencia cognitiva y lo canalice hacia su entorno social en un
acompañamiento pedagógico. Adicionalmente, otra de las capacidades a desarrollar por
el docente debe ser la reflexión sobre su práctica, la cual es mencionada por Schon,
(1992), como otro atributo del profesional estratégico, en el sentido de interrogarse,
autoevaluarse permanentemente, para conocer cómo está desarrollando su accionar
pedagógico y mejorarlo.
En consecuencia, el modelo de formación docente a generar debería incluir los
aportes de las investigaciones en el campo del aprender a aprender, el cual se sustenta
teóricamente en conceptos claves del Constructivismo Cognitivo y el Constructivismo
Social tales como La Zona de Desarrollo Próximo, y la colaboración entre pares de
Vigotsky (1979), los aprendizajes significativos de Ausubel, Novak y Hanesian (1983),
que enfatizan la importancia de los conocimientos previos para el logro de nuevos
conocimientos, el andamiaje de Bruner (1975) entendido como el conjunto de actividades
intencionales que se realizan en La Zona de Desarrollo Próximo, siendo éstas socialmente
compartidas.
El aprendizaje estratégico al propiciar un aprendizaje significativo facilita el
cumplimiento de los cinco pilares de la educación de Delors (1997), propuestos por la
UNESCO en cuanto a aprender a ser, aprender a convivir, aprender a conocer aprender a
hacer, y aprender a emprender pues se hace énfasis en la necesidad de promover en el

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individuo la comprensión del mundo circundante y a partir de allí influir en el
mejoramiento de su calidad de vida.
Se debe entonces apuntar, hacia una concepción teórico-metodológica que
establezca una interrelación sociedad-espacio y permita al estudiante, formular criterios
de participación en el tratamiento de los problemas sociales relevantes con alto nivel de
compromiso ciudadano, pues se trata de una nueva epistemología conducente a convertir
al actor social en el centro del todo.
De allí que la propuesta está enmarcada dentro de las Metas de Desarrollo del
Milenio declaradas por las Naciones Unidas en el año 2000, en el sentido ayudar a
corregir las graves deficiencias sociales y económicas que afectan a los países en
desarrollo, como es el caso de Venezuela.
A nuestro modo de ver, el docente cumple hoy más un rol muy importante en la
gestación de un modelo de sociedad que haga a un lado los mecanismos de multiplicación
de la pobreza y la desigualdad entre las personas y las naciones en general. Y eso podrá
lograrse progresivamente, si los nuevos profesionales de la docencia adquieren las
herramientas teórico-metodológicas para criticar y reflexionar sobre su propia realidad,
para luego apalancar la formación de personas solidarias y ciudadanos más responsables a
fin de garantizar el progreso económico y social.
En consecuencia de lo expuesto, el modelo de Formación Docente para los
estudiantes entre otros, los siguientes atributos:
Educación permanente que trascienda el entorno del UPEL para participar,
impulsar y liderar procesos de cambio en los diferentes órdenes de la vida social
Desarrollo de competencias, habilidades y destrezas a fin de prepararse para
comunicarse más eficientemente, esto implica leer hablar y escribir correctamente el
idioma castellano, además de manejar las herramientas de la nuevas tecnologías de la
información y una lengua extranjera que le permita acceder a las publicaciones científicas
de actualidad. La tecnología como recurso es sin duda un elemento fundamental en la
educación del Siglo XXI, al propiciar el fortalecimiento, desarrollo profesional y personal
del educador, al mejorar la calidad de los procesos de enseñanza y de aprendizaje.
Además de fomentar las experiencias innovadoras, la autonomía y la
responsabilidad del estudiante. Sin duda, se debe agregar el manejo ético de las
herramientas de las Tecnologías de la Información y la Comunicación como una
condición insoslayable para trabajar en el medio interactivo.

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Experticia en la diversidad de los estilos de aprendizaje estimulantes participativos
y novedosos al tomar como referencia los avances de la neurociencia relacionados con la
organización y funcionamiento cerebral.
Procesos de aprendizaje centrados en el estudiante, que enfaticen en las estrategias
de aprender a aprender conducente al desarrollo autónomo, como respuesta a la caducidad
de conocimiento en el mundo complejo, multidimensional y globalizado.
Integración entre la formación especializada, la formación pedagógica y la práctica
profesional.
Dominio en los conocimientos y saberes teóricos- prácticos propios de la
especialidad, además de las diferentes maneras en las cuales, esta se puede aprender,
integrar, e interrelacionar, de acuerdo a los diferentes niveles y modalidades educativas en
los que se imparten. Capacidad de elevarse desde el conocimiento de las especialidades y
trascender a la transdisciplinariedad como realidad de nuestro tiempo.
Experticia en el manejo de herramientas teórico-metodológicas plurales de
investigación, para apalancar la formación del docente-investigador para ampliar el
horizonte en el análisis crítico y reflexivo al dar respuesta, desde su especialidad, a los
problemas de su propia realidad, propiciando al mismo tiempo, la valoración de las
potencialidades de los recursos del país a fin de formar ciudadanos responsables garantes
del progreso económico y social en una cultura para la paz.
Conocimiento de los distintos programas académicos surgidos y operacionalizados
a raíz de las nuevas políticas educativas del Estado venezolano en sus respectivos niveles
y modalidades Escuelas Bolivarianas, Escuelas Técnicas Robinsonianas, Liceo
Bolivariano, más Colegios Universitarios, los estudios de Postgrado, entre otros. Así como
también, los escenarios de educación para personas en condiciones especiales y ejecución
en espacios no formales.
La ética como elemento regulador, para atender a la formación del ser humano que
sostenga un modelaje docente de los valores de responsabilidad, respeto, tolerancia,
convivencia, solidaridad, entre otros para solucionar conflictos por medio de la
negociación, en el respeto a las normas de convivencia a partir de principios compartidos,
el aprendizaje a vivir democráticamente. Insistir en los Valores de autonomía y
responsabilidad en la formación de ciudadanos pues una persona al observarse a sí misma
de manera crítica, se reconoce y responde ante sus actos de manera ética.

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Al propiciarse el desarrollo de la autonomía, la responsabilidad y
corresponsabilidad como valores se contribuye a la promoción de una ciudadanía a favor
de la construcción de comunidades democráticas, justas y equitativas donde uno de los
pilares a edificar sea la conciencia ecológica para proteger la biodiversidad, los recursos,
agotando todos los esfuerzos para mantener un desarrollo sustentable en la armonía
sociedad-naturaleza.

Un docente reflexivo capaz de interrogarse permanentemente sobre su práctica, del


cómo lo está haciendo, que le sirva para la transformación y actualización de su quehacer
pedagógico.
Para cristalizar la argumentación anterior, requerimos de una Ley de Educación
Universitaria que garantice la acertada selección de la carrera a seguir, a través de los
auspicios de un Sistema Profesional de Orientación y Formación Vocacional, antes de
ingresar a la Universidad. Luego, en el desempeño estudiantil dentro de la Universidad, es
necesario el mejoramiento de las Unidades de Desarrollo y Bienestar Estudiantil como
servicio de apoyo al estudiante, más allá de administrar las providencias estudiantiles,
con políticas estrategias y programas direccionados a atender las necesidades integrales de
los estudiantes. Esto implica, profesionales especializados y un presupuesto adecuado, a
fin de garantizar la implementación de programas a objeto de superar las debilidades
académicas y los conflictos psicológicos detectadas en los estudiantes en el transcurso de
su escolaridad que erosionan su calidad académica y apuntar hacia el cultivo de las
potencialidades pluridimensionales del estudiante en la búsqueda de la calidad garantizada
por la Constitución de la República, ya que, una de las funciones de la educación es
proveer las herramientas intelectuales conducentes a desarrollar un aprendizaje continuo a
lo largo de la vida.
Para la satisfacción de tales demandas se requiere de un proceso de actualización,
inducción, un acompañamiento pedagógico a fin de que las intenciones del modelo se
hagan realidad en una profesión de poco prestigio social, la cual sostiene el trauma
histórico de la indiferencia de las autoridades con respecto sus condiciones y dignificación
laboral.
SER DOCENTE S ASUMIR UN ESTADO DE VIDA

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Referencias
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