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ACERCA DE LA PALABRA AMENAZADA DE IVONNE

BORDELOIS

LA INVASIÓN DE LAS VOCES HUECAS

En La Palabra Amenazada de Ivonne Bordelois, la autora nos invita a desandar un


camino inconducente en el cual estamos todos parados y desorientados: el vaciamiento
del lenguaje. En cada capítulo nos enfrenta con un aspecto de la palabra amenazada y
alterna con viajes al origen, a los mitos primigenios para despertar nuestra conciencia.
Explica, ejemplifica y despliega las dificultades que atraviesan a nuestra humanidad,
centrándose en nuestra lengua pero entendiendo que este fenómeno de “la lengua en
peligro” es común al mundo capitalista porque encuentra en sus bases programáticas el
núcleo duro del grave desvío lingüístico.
La población asiste pasivamente a esta depredación de la palabra, a esta invasión de
voces huecas y, si bien tiene una difusa conciencia de lo que viene sucediendo, no tiene
la voluntad, la decisión ni el coraje de parar la pelota.
Los especialistas en el tema declaran sus llamados de atención y alertas dentro de un
círculo cerrado de colegas, cuya información no baja al grueso de la población que está
muy ocupada tratando de ganar dinero para subsistir y consumir. Esta actitud de
desprecio por el conocimiento y la reflexión respecto de la palabra y su vaciamiento de
sentido hace que el problema avance, borrando toda huella de su antiguo esplendor.
El esplendor de la palabra representaba la luminosidad del pensamiento que la producía
retroalimentándose mutuamente. El resultado de esta nutritiva interacción desembocaba
en una expansión de la conciencia y en una profundización de las relaciones humanas a
todo nivel.
Ivonne Bordelois nos llama a mirar hacia atrás para rescatar de nuestro pasado el
sentido inaugural de las palabras que se fueron luego cargando de otros sentidos a través
de los siglos, enriqueciéndose con la diversidad de las actividades humanas hasta los
comienzos del capitalismo. Aquí la historia da un vuelco, ya el eje no son el hombre y el
progreso sino el cliente-consumidor y el consumo-producción.
Paulatinamente, este nuevo eje va borrando la historia que ilumina las palabras, sus
giros, sus estructuras para reemplazarla por los conceptos convenientes que faciliten la
compra-venta y alimenten el mercado para sostener la economía.
El despojo se instala y avanza apoyándose en la especulación con el lenguaje que hace
la publicidad, la propaganda y el marketing. Se construyen elaboradas estrategias para
lograr rendimiento y eficiencia en detrimento de la riqueza interior. Esta rueda perversa
se convierte en una bola de nieve que arrasa vertiginosamente con nuestra apropiación
socio-cultural del lenguaje. Se produce un enajenamiento del hombre de sí mismo, un
lamentable empobrecimiento de su articulación lingüística que va impregnando todos
los ámbitos en los que se desarrollan las actividades humanas.
Las rudimentarias jergas juveniles con su telegráfica forma de comunicación, las
estructuras reducidas a su mínima expresión, el desconocimiento del uso de los
conectores, su vocabulario minimalista, los mensajes con palabras recortadas o
desprovistas de vocales , las infinitas faltas de ortografía que igualan “hasta” y asta”,
“vos” y “voz”, “ahí” y “hay” con “ay”. Los tristes ejemplos son interminables,
inconmensurables como el daño que producen estas podas en el pensamiento. Todos
sabemos que antes de la palabra, del Verbo, la comunicación humana se reducía, en
gran medida, al golpe, al garrote del picapiedra.
Lentamente, la sociedad va desconociéndose a sí misma, incapaz de reconocer de dónde
viene y hacia dónde va. La vida se reduce al aquí y ahora. Una penosa orfandad se
cierne sobre los seres humanos que la componen. Comenzamos a utilizar una palabra
anémica y utilitaria que, paradójicamente, remite a los principios de la humanidad,
olvidando el largo camino recorrido.
Ivonne Bordelois nos pide que despertemos, señalando que estamos a tiempo de rescatar
aquel momento de la evolución del pensamiento/palabra y recomenzar. ¿Cómo?
Leyendo a los clásicos, a los filósofos, abrevando en los mitos, en las leyendas, en la
tradición oral transmitida por nuestros mayores.
Desempolvar, rescatar, recordar, recopilar, releer, volver a abrevar en la etimología de
las palabras y en sus múltiples posibilidades y resonancias. Nos sugiere retomar la
senda que conduce al sujeto de la historia y no al objeto de interés de un mercado
insaciable, depredador que reduce al hombre a la esclavitud.
La dificultad en nuestra interrelación con los otros, la ausencia de diálogo sutancioso,
rico, enriquecedor, nos aleja y nos va convirtiendo, paulatinamente, en desconocidos
que fácilmente pueden tornarse enemigos. La enemistad, el no reconocimiento del otro
es la ruta más corta hacia la violencia que estalla ulteriormente en guerras tan absurdas
como fraticidas.
El desafío está planteado. ¿Podremos responder a este reto con la firmeza que se
requiere, en todos los ámbitos, especialmente en el seno de la familia y en la educación,
haciendo eje en la formación docente?

Norma M. Francomano

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