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Extraído del Libro "La Elección"

LA LLAVE DE LA FELICIDAD
Por Og Mandino

H ombre o mujer, donde quiera que te hayan encontrado estas palabras, aléjate de tu trabajo y
de las luchas de estos momentos y dame tu mano. Ven conmigo a una misión de
exploración, a una jornada de la mente que quizá te ayude a cambiar tu, vida para bien.
Vosotros y yo no iremos en busca de oro, plata ni petróleo, sino de algo mucho más valioso, una
llave, una simple llave que abrirá las puertas de nuestra prisión y nos libertará de nuestro infierno de
infelicidad, inseguridad y fracaso, a fin de que, por lo menos, tengamos una oportunidad de realizar
nuestros sueños. Esa misma llave, si logramos encontrarla, abrirá la enorme caja de enigmas de la
humanidad y nos revelará la respuesta a una pregunta que ha perseguido y preocupado a la mayor parte de
la humanidad durante incontables siglos.
Se nos ha dicho que el hombre es el único animal que no sabe nada y no puede aprender nada sin
que se le enseñe. No puede hablar, ni caminar, ni comer, ni hacer nada incitado por la naturaleza, excepto
llorar.
Durante el transcurso de los siglos nos han enseñado muchas cosas, pero nuestro llanto no
disminuyó a medida que aumentaron nuestros conocimientos. Las lágrimas del desaliento, fracaso,
frustración, autocompasión, impotencia y temor son tan comunes hoy día como lo fueron cuando Homero
se lamentaba diciendo que entre todas las criaturas que respiran sobre la faz de la Tierra y se arrastran sobre
ella, no hay en ninguna parte nadie más triste que el hombre.
¿Por qué tiene que ser así? ¿Por qué somos tan infelices? ¿Acaso no se nos ha dicho que fuimos
creados a imagen y semejanza de Dios y acaso no puso en nuestras manos el dominio absoluto del mundo?
¿Cuándo rechazamos nuestra imagen? ¿Cómo fue que llegamos a abdicar a ese poder? ¿Que fue lo que
salió mal? ¿Por qué, en lo más profundo de nuestros corazones, nos sentimos tan insatisfechos hoy día
como se sintieron nuestros antepasados, para quienes todo momento de vigilia era una constante lucha
simplemente para sobrevivir?
¿Acaso Dios nos abandonó en algún punto del camino? ¿Acaso Él se cansó de nuestro fracaso para
aprovechar plenamente la mente y el talento que Él nos infundió, y el paraíso que Él nos legó y se dirigió a
otros mundos, hacia otras galaxias, abandonándonos para que nos valiéramos por nosotros mismos? ¿Haría
El, en su infinita sabiduría, tal cosa después de crear en todos y cada uno de nosotros tantas contradicciones

y amante, es el único ser viviente que hace víctima a su propia especie. ¿Por qué? ¿Por qué mata,
roba, viola, miente, engaña y saquea si en verdad es el pináculo de la creación? ¿Por qué, a través de sus
insensatas acciones se condena a si mismo a una vida de servidumbre, miseria, fracaso, y frustración, si él
es el centro del Cosmos y el recipiente de tantas bendiciones de Dios? Y si durante tantos milenios hemos
vivido en un estado tan lamentable, ¿existe alguna razón para creer que podemos cambiar AHORA, que
podemos descubrir una mejor forma de vida?
De eso se trata precisamente vuestra búsqueda, la de vosotros y la mía, así que escuchadme, y
escuchadme bien. Lo que podemos lograr juntos muy bien podría determinar la forma en que pasaremos el
resto de nuestros días.
Iniciemos esta jornada como deberían empezar todas las jornadas, con una clara comprensión del
punto donde nos encontramos en el momento de partir. Tu respuesta a cinco preguntas deberá señalar con
toda precisión tu posición actual en el serpenteante camino de la vida:

-¿Tienes el control de tu vida?


-¿Esta en paz contigo mismo y con todos aquellos a tu alrededor?
-¿Estas orgulloso de los logros de tu vida?
-¿Disfrutas tu y tu familia de los frutos de tu trabajo?
-¿Te sientes feliz y satisfecho?

Preguntas sencillas, sí, pero difíciles de, contestar. Dolorosas, dolorosas porque aquellos que
puedan contestar afirmativamente a las cinco, con toda verdad, son tan raros como un diamante puro de
veinte kilates. Si logramos reunir a esas afortunadas personas, de los cuatro rincones de nuestra tierra,
veréis que solo forman un porcentaje mínimo de sus seis mil millones de habitantes.
¿Por qué? ¿Por qué no podemos vivir en paz y tranquilidad, con orgullo, satisfacción y felicidad en
un planeta lleno de abundancia, que nos fue legado con amor?
¿Acaso somos simples marionetas... actores y actrices en un escenario... repitiendo los libretos de

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Extraído del Libro "La Elección"

profecías hechas por los angustiados sabios del pasado? ¿Estaba Job en lo cierto cuando se lamentaba:«El
hombre nacido de mujer vive corto tiempo y está atestado de miserias»? ¿Se lamentaba Sófocles de nuestro
verdadero destino cuando preguntó:«¿Qué problema está fuera del alcance del hombre, que pesada carga no
soportará»? O Lucrecio cuando mojó su carrizo en tinta y escribió: «¡Oh miserables mentes de los hombres!
¡Oh ciegas bestias! ¡En que oscuridad de la vida y en medio de que grandes peligros transcurre su término
en esta vida, cualquiera que sea su duración!»
Es fácil mofarse de los esfuerzos del hombre para vivir una vida mejor desde que se vio desterrado
del Edén. Grandes multitudes se han visto atraídas por aquellos que desdeñosamente declaran que todos los
mortales son unos necios y que todos nacimos con un dogal alrededor del cuello. Sus palabras, haciendo
eco a todo lo largo de la historia y de la literatura, nos ofrecen un refugio fácil y una excusa cuando
fracasamos, cuando finalmente nos cansamos de mejorar nuestra condición, cuando hemos sido derribados
por fuerzas que están fuera de nuestro control, cuando toda una sucesión de reveses ha agotado nuestros
recursos. De alguna manera la derrota nos parece fácil de soportar al saber que este es el destino que nos
profetizaron tantos hombres de genio. Es así como nos dejamos ahogar en un mar de mediocridad después
de una breve lucha, o permitimos que nuestro verdadero potencial de enmohezca por falta de uso, o bien
seguimos errantes por los que pudieron ser los mejores años de nuestras vidas, llenos de amargura y
autocompasión, captando apenas un ocasional vislumbre fugaz de lo que pudo ser. Y la profecía se cumple.
¿Por qué hemos permitido que nos infecte esta tragedia, esta plaga de fracasos y de infelicidad? ¿Por qué
somos capaces de vencer temibles enfermedades, de circundar lejanos planetas, de contemplar, desde la
comodidad de nuestros hogares, acontecimientos que tienen lugar a kilómetros de distancia, de diseñar
máquinas que satisfacen nuestros menores deseos, de trasplantar nuestros propios órganos, incluso de crear
vida en un tubo de ensayo y, sin embargo, hemos logrado tan pocos progresos para mejorar la opinión que
tiene el hombre de sí mismo y de sus numerosos talentos?
¿Acaso están en lo cierto los profetas de la fatalidad, tanto pasados como presentes? ¿Estamos aquí
sin ningún propósito? ¿Acaso este mundo, esta inmensa rotante bola en que habitamos no es mucho más
que un hormiguero en donde algunas hormigas transportan maíz, otras llevan a sus pequeños y otras más no
llevan nada y van de aquí para allá en un pequeño montón de polvo? ¿Acaso nuestra vida, nuestra posesión
más valiosa, no es nada más que un pequeño destello de tiempo entre dos eternidades, sin que jamás haya
para nosotros una segunda oportunidad?
¿A que se debe que en la nación más próspera y vital que jamás haya existido, más de trescientos
mil individuos traten de quitarse la vida cada año? ¿Por qué somos tan incapaces de enfrentarnos a las
realidades de nuestros días, hasta el punto de que tan solo en Estados Unidos el año pasado se surtieron
más de trescientos millones de recetas de Valium? ¿Por qué nos vemos obligados a tratar más de cuatro
mil nuevos casos de enfermedades mentales cada veinticuatro horas y permanecemos impotentes mientras
el número de adictos a la heroína y a la cocaína y el de alcohólicos aumenta hasta alcanzar proporciones
epidémicas? ¿Es así como debemos vivir, temiendo a los fracasos y horrores de cada día que estamos
dispuestos a escapar, incluso si nuestra huida nos destruye?
Debe haber una mejor forma de vida.
¡HAY UNA MEJOR FORMA DE VIDA!
Cuando se nos concedió el dominio sobre el mundo, también se nos concedió el dominio sobre
nosotros mismos. Dios no es nuestro navegante. Su intención nunca fue trazar un curso para nosotros, ni
colocarnos a todos bajo Su cautiverio. En vez de ello, El nos dotó a todos y cada uno de nosotros de un
intelecto, un talento y una visión para trazar nuestra propia senda, para escribir nuestro propio Libro de la
Vida en cualquier forma que lleguemos a elegir.
Elegir, ESA ES LA LLAVE. Todos vosotros tenéis múltiples opciones. No tenéis que pasar toda la
vida revolcandoos en el fracaso, la ignorancia, la pesadumbre, la pobreza, la vergüenza y la
autocompasión. Pero, ¡esperar un poco! Si esto es verdad, entonces, ¿por que tantos de nosotros,
aparentemente, hemos elegido vivir de esta manera? ¿Quién sería lo bastante tonto para preferir el fracaso
al éxito, la ignorancia al conocimiento, la pobreza a la riqueza? ¡Nadie! Entonces, ¿cómo podemos explicar
que la inmensa mayoría de la humanidad siga existiendo en una desesperada mediocridad, insatisfecha,
frustrada, envidiosa, despojada de la confianza y de la propia estimación, ni siquiera capaz de cumplir con
sus cotidianas obligaciones, y triste... tan triste que cada nuevo día no logra producir una semilla fresca de
esperanza, sino únicamente más semillas de desesperanza, regadas con lágrimas?
La respuesta es simple y obvia. Todos aquellos que viven hundidos en un desafortunado fracaso
nunca han ejercido sus opciones para obtener las mejores cosas de la vida, ¡porque jamás han estado
conscientes de que tenían otras elecciones! Para ellos la vida nunca ha sido un juego de habilidades en
donde pueden entrar en juego el estudio y el trabajo arduo, el valor y la perseverancia, a fin de convertir el
fracaso en éxito y el infortunio en felicidad. En vez de ello, estas vastas legiones de perdedores consideran
la vida como una guerra en la cual siempre están a la defensiva, luchando con talentos inferiores en contra
de fuerzas superiores... una guerra que siempre están destinados a perder porque han llegado a convencerse
de que la única elección que la única elección que tienen es la de perecer o morir, ¡que triste.

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Extraído del Libro "La Elección"

¡Hay tantos de nosotros que cada mañana despertamos con un gran temor en nuestro corazón!
Enfrentarnos a la monotonía de otro día, con sus incesantes afanes y presiones, por tan poca
recompensa, es una completa agonía. Nos damos un baño, nos vestimos y con renuencia nos obligamos
a arrastrarnos fuera de nuestra concha para encararnos a un mundo que imaginamos dispuesto a
devorarnos o a pisotearnos. Cada día se repite la monótona labor del día anterior, excepto que las horas
parecen volverse dolorosamente más largas a medida que transcurren los años. El cuerpo está fatigado.
La mente está entorpecida. Las obligaciones van en aumento. El futuro es sombrío. Finalmente, el día
llega a su fin. Bendito sueño. Viene el olvido. Y luego el sol vuelve a salir.

¡Yo elijo una mejor forma de vida!


En lo sucesivo, cada mañana despertaré y caeré de rodillas para darle gracias a Dios por el presente
que solo El puede concedernos... un nuevo día. Esta es mi posesión más inapreciable. Si alguna vez llegara
a mostrarme desagradecido y a tratar este milagro a la ligera, solo tengo que abrir el periódico de la mañana
en la página de obituarios y recorrer con la mirada la larga lista de nombres que allí aparecen... nombres de
personas que se sentirían muy contentas de cambiar su lugar conmigo, a pesar de todos mis problemas. En
un cementerio no hay problemas, pero yo prefiero estar aquí que en uno de ellos. Estoy agradecido por esta
nueva oportunidad y demostraré mi gratitud en todo lo que haga el día de hoy. Un reloj de sol únicamente
cuenta las horas en que hay luz del sol, pero yo las contaré todas. Atesoraré cada minuto. Soy inmortal hasta
que haya desempeñado mi trabajo, y apenas he comenzado. Gracias Dios mío, por estas nuevas horas.
Necesitaba éste día para demostrar que no estuviste equivocado al depositar tu fe en mi capacidad. Salgo de
casa sonriendo. Los pájaros... ¿cuando fue la última vez que escuché sus trinos? ¡Qué afortunado soy al
encontrarme aquí?

¡Tantos de nosotros pasamos la vida en busca de la felicidad! Como niños buscando los huevos
de Pascua, corremos apresurados de un lado a otro, en espera de descubrir algún místico pájaro azul. La
vida sería tan diferente, decimos suspirando, si tan solo fuésemos felices. Y así, alguien se apresura a
llegar a casa para ser feliz y alguien más huye de casa para ser feliz. Alguien se casa para ser feliz y
alguien más se divorcia para ser feliz. Alguien viaja en costosos cruceros para ser feliz y alguien más
trabaja horas extras para ser feliz. Una interminable búsqueda. Años malgastados. La locura. La luna
siempre está fuera del alcance, la fruta no está bastante madura, el vino está demasiado seco. Sombras.
Lágrimas. Nuestra almohada conoce la verdad.

¡Elijo una mejor forma de vida!


En lo sucesivo, mi búsqueda de la felicidad llegará a su fin. ¡Qué ciego he estado! Ahora sé que la
felicidad no se esconde en esa casa nueva, en una nueva carrera, en un nuevo amigo. Y que jamás se
encuentra a la venta. Cuando no logro encontrar la satisfacción en mi mismo, es inútil buscarla en cualquier
otra parte. Siempre que dependo del las cosas externas para que me proporcionen alegría, me estoy
condenando a sufrir una decepción. La felicidad, tal y como ahora la veo, no tiene nada que ver con el
hecho de conseguir; consiste en sentirme satisfecho con lo que tengo y con lo que no tengo. Un hombre
sabio necesita muy pocas cosas para ser feliz, en tanto que ninguna cantidad de riquezas materiales lograría
satisfacer a un tonto. Yo no soy un tonto. He trazado un círculo a mi alrededor y siempre que lo cruce será
para dar, no para recibir. Mis necesidades son pocas. En tanto tenga algo que hacer, alguien a quien amar y
algo que esperar, seré feliz. Ahora sé que la única fuente de la felicidad está en mi interior y empezaré a
compartirla. Como sucede con un perfume, sé que no podré derramarlo sobre los demás sin que a mi
también me caigan algunas gotas.

¡Tantos de nosotros contamos las horas de trabajo como si fuesen una esclavitud! Avanzamos
cojeando cada día como si tuviésemos los tobillos atados con grilletes, ocupando renuentes las manos en
la tarea inmediata y los ojos siempre fijos en el reloj. Rogamos porque pase ese día, a fin de escapar de
este abominable sitio hacia la oscuridad. Nos acobardamos ante la voz de la autoridad, despreciando al
poder que decreta la forma en que debemos actuar y como debemos pensar en el trabajo. Nos sentimos
tan impotentes... Como un niño. Desobedece y recibirás un castigo. Nuestro alimento, nuestro techo,
nuestra existencia misma nos ordena que debemos trabajar. ¿Es este nuestro destino total? ¿Acaso estas
herramientas, esta charla de ventas, esta inanimada computadora son todo mi futuro hasta que la
muerte venga a liberarme? ¿Eso es todo lo que hay? Por favor, déjenme descansar.

¡Elijo una mejor forma de vida!


En lo sucesivo, desempeñaré cualquier tarea que se me ofrezca como un presente, no importa lo
humilde que sea, no importa lo ardua, no importa lo tediosa, como si mi ingreso en el paraíso dependiera de
que la termine todo lo bien que me lo permitan mis capacidades. Ahora conozco el secreto para alcanzar el
éxito que jamás se haya compartido con el Hombre. Ahora sé que si siempre hago algo más de lo que se

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Extraído del Libro "La Elección"

espera de mi, en todo lo que me pidan que haga, no podré menos que avanzar a grandes pasos hacia una
carrera mejor y más satisfactoria. Mi tarea del momento no es una sentencia a cadena perpetua; yo tengo la
llave para liberarme. Todo lo que necesito es dedicarme a mi trabajo con entusiasmo, con iniciativa y con
amor, y los grilletes se deslizarán de mis tobillos. No soy un engranaje, soy la rueda y tengo que
demostrarlo. ¿Como? Demostrando, por medio de la acción, que soy mucho más valioso que las monedas
que ahora recibo. Este trabajo del momento es una estación en el camino. Dios tiene planes más grandiosos
para mi, pero jamás los realizaré por accidente. Debo ganarme el privilegio de enfrentarme a mayores
desafíos. Puedo crecer, justamente aquí y ahora, con cualquier cosa que pueda hacer. Después vendrá mi
recompensa.

¡Somos tantos los que nos proyectamos a nosotros mismos hacia la pequeñez, hacia la
inferioridad, pensando hacia abajo! Somos demasiado cautelosos y tímidos para aventurarnos; no
tenemos suficiente arrojo. Y así es como llegamos a morir antes de llegar a la mitad de nuestra vida, aún
cuando no nos bajen a la tumba hasta que tengamos setenta años. ¿Que sucedió con los ambiciosos
sueños de nuestra juventud? Se suicidaron. Se vieron derribados por nuestra propia precaución, por
nuestra carencia de fe en nosotros mismos y en nuestras capacidades. ¿Oportunidades? Hubo un gran
número de ellas, pero siempre hubo algún riesgo. ¿Nos atreveremos? Titubeamos. El tiempo vuela y la
oportunidad desapareció. Nos angustiamos. Los años pasan uno tras otro. Finalmente, nos convencemos
de que ya es demasiado tarde y nos conformamos con vulgares imitaciones de la vida. Envidiamos a los
triunfadores. ¡Que afortunados son!

¡Yo elijo una mejor forma de vida!


En lo sucesivo correré todos los riesgos y aprovecharé cada oportunidad que pueda proporcionarme
una vida mejor para mi y para mi familia. Yo no creo en la máxima de que piedra que rueda no cría moho.
Es mejor estar en movimiento, incluso si se desperdician energías, que sepultado para siempre en una
sombreada tumba. Eso ya llegará bastante pronto. Me despreciaré después a mi mismo si veo mi vida en
retrospectiva y me doy cuenta de que poseía el talento y la habilidad para hacer grandes cosas, pero que no
fui el valor para intentarlo. Sé lo que puedo hacer y también lo poco que he hecho. He malgastado mis
oportunidades como los niños en la playa que se llenan con arena el hueco formado con sus manos y
después dejan que sus granos caigan através de sus puños abiertos. Todavía no es demasiado tarde para mi.
Todavía puedo llenar mis manos. Todavía puedo darle forma a un futuro de éxito y felicidad. Soy capaz de
grandes maravillas y ahora sé que mis logros nunca se alzarán más alto que la fe que tengo en mi mismo.
Tengo una nueva fe. Fui creado a imagen de Dios; NO FUI CREADO PARA FRACASAR. ¿Derrotado?
Posiblemente. ¿Abandonar la lucha? JAMAS VOLVERE A HACERLO.

Esas cuatro elecciones positivas en la vida, a la disposición de todos y sin coste alguno, son solo
una pequeña muestra de la miríada de opciones que tenéis a vuestra disposición cada día.
Ahora que ya habéis comprendido el proceso de pensamiento involucrado, ahora que habéis visto
lo fácil que es separar en vuestra vida el trigo de la cáscara, ahora que se os ha prevenido, enterándoos de la
verdad de que todos vosotros sí tenéis opciones a todo lo largo del camino, no hay necesidad de seguir
enumerando vuestros errores más comunes y la cura para ellos. El mundo ya está demasiado saturado de
libros de reglas, de guías de "Como hacerlo", de seminarios y cassettes que ofrecen secretos para el éxito
que ya han dejado de ser un secreto. Lo último que necesitamos es otra serie de principios o exhortaciones
sobre como tener éxito, como acumular riquezas y como recuperar nuestra perdida dignidad. Y a decir
verdad, nosotros los humanos rara vez les prestamos atención a las columnas de instrucciones, de
regulaciones, de leyes y cánones, no importa lo valiosos o benéficos que puedan parecer. Consideremos las
guías más importantes para vivir que jamás hayamos recibido, LOS DIEZ MANDAMIENTOS. Incluso
esas sagradas leyes con frecuencia se ignoran, puesto que menos de la mitad de todos aquellos que
piadosamente profesan creer en ellos, ¡apenas pueden recitar más de cinco!
¿Y que me decís de la felicidad, la paz mental, la satisfacción y la serenidad? Si ahora os decidís a
alzar la vista y buscar el éxito, si elegís buscar la fama y la gloria, deberéis sacrificar todas estas cualidades
tan decisivas para llevar una buena vida? ¿Son acaso el precio tan terrible que siempre debéis pagar
vosotros y vuestras familias, como lo han hecho tantos otros para alcanzar sus nuevas metas?.
A vosotros os corresponde decidir. ¿Lo queréis todo.. el éxito
y además la felicidad y la paz mental, la satisfacción y la serenidad? ¿Acaso eso no es esperar
demasiado? ¡NO! Abrid vuestro corazón y veréis que no es difícil. Simplemente decidid vivir cada día
como hace largo tiempo dos seres, que con toda certeza fueron mensajeros especiales de Dios, oraban que
se les permitiera vivir. Tomaros el tiempo necesario para memorizar sus humildes plegarias combinadas
aquí porque parecen salidas del mismo corazón amante:

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Extraído del Libro "La Elección"

No atravesaré por este mundo más que una sola vez; por consiguiente, cualquier bien que pueda
hacer, o cualquier bondad que pueda expresarle a cualquier ser humano, permíteme que lo haga ahora. No
me dejes postergarlo o descuidarlo, ya que no volveré a recorrer este camino.
Al fin podéis abrir la puerta de vuestra celda y caminar con la cabeza erguida en dirección al
futuro que merecéis, pues ya sabéis que Dios no os pide que viváis a crédito, Él nos paga lo que ganamos
y conforme lo ganamos, bueno o malo, paraíso o infierno, según nuestra decisión.
¡Hay una mejor forma de vida... y vosotros habéis descubierto la llave que faltaba!

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