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El dique de retención Frías tiene por misión retener por tres o cuatro horas aportes

violentos que arroja en una hora su respectiva cuenca, y tratar de reducirlos a un


cuarto de su valor, para proteger al Gran Mendoza.
La Presa se encuentra en el Río Seco Frías cerca de Mendoza, Argentina, en las
colinas andinas, 966 Km. al oeste de Buenos Aires.
Las condiciones ambientales a que está sometida la ciudad de Mendoza, hace que,
por ejemplo, una gran precipitación en la precordillera o en el piedemonte, derive en
rápidos torrentes que buscan la huella originaria por donde discurrir, en forma
atenuada o vertiginosa, según haya sido la magnitud de la tormenta, se encauzan
peligrosamente, cargadas de un volumen impresionante de materiales sólidos, por
estrechos cauces que desembocan en zonas pobladas. Mientras que, en el cono
urbano, el fenómeno torrencial no se produce, o apenas se evidencia en forma de
lluvia muy leve. Es decir, un panorama tranquilo y austero puede transformarse en un
caos de agua y barro, que súbitamente irrumpe sobre la ciudad.
Mendoza posee pronunciadas pendientes del orden del 5 % al 10 %, escasa
vegetación, cauces torrenciales cuya vida se relaciona con la intensidad, frecuencia y
duración de las precipitaciones. Por lo tanto, el fenómeno aluvional se ciñe a, un
piedemonte erosionado por torrentes que provocaron las precipitaciones estivales,
irregulares y desiguales en tiempo y espacio, de gran magnitud. Estos elementos dan
como resultado un fenómeno de alta peligrosidad aluvional, que puede llegar a
producir pérdidas humanas y materiales en construcciones civiles, carreteras,
ferrocarril, sector industrial, acentuando el grado de erosión, constituyendo un peligro
más ante la posibilidad de una futura inundación.
Es necesario conocer la potencia de los arroyos superiores y sus cuencas, que es
justamente donde reciben su carga máxima y donde realizan un rápido y violento
trabajo de remoción de materiales de todo peso y calibre. Corrección y no contención;
es decir, retardar el tiempo de concentración en las cuencas altas.

Características de la Presa

De materiales sueltos con un revestimiento de hormigón de 0,30m de espesor sobre el


talud aguas arriba y de mampostería sobre el coronamiento y talud aguas abajo,
ambos taludes tienen pendiente 1-1. Su altura máxima era de 15m. Longitud de
coronamiento 62m, ancho de cresta 3.85m.
No se sabe si con el paso del tiempo pudo haberse reducido la protección sobre el
coronamiento o incluso si fue sellada correctamente como para prevenir
adecuadamente la entrada de agua en el cuerpo de la presa durante el sobrepaso.
Como se habían sellado correctamente los paramentos del dique, la presión del agua
confinada en el cuerpo podría ser destructiva.
La toma del dique era una torre de Hormigón de 10m de altura, 800mm de diámetro
interior, con cinco niveles de orificios; la misma descargaba en un conducto de
Hormigón de 30m de largo y 1m de diámetro ubicado en el conglomerado de
fundación inmediatamente bajo el embanque, cerca de su sección máxima.
También contaba con un vertedero con una capacidad de 40 m3 por segundo igual al
máximo flujo registrado, contaba con una rápida construida de hormigón con un canal
de hormigón de 3.5m de ancho. Había un collar de concreto que se extendía
aproximadamente 2 metros en la fundación aguas abajo del vertedero. El plan no
incorporó ninguna provisión para la disipación de la energía del agua cayente. La
instalación por consiguiente no sólo tenía la capacidad de descarga insuficiente sino
que también era potencialmente vulnerable a erosionar. Sin embargo, permanecía
prácticamente intacta durante el colapso del dique, con un poco de erosión en el
extremo inferior de la fundación.
La capacidad de evacuación del vertedero era de 40 m3/seg y la descarga máxima por
orificios de 18 m3/seg. Mientras que el volumen del reservorio era de 200.000 m3, el
aporte de la tormenta a la cuenca fue de 750.000 m3, en solamente 1 hora.
En el lugar de la presa, la piedra arenisca y camas del conglomerado de la Formación
de Mogotes varía considerablemente en el espesor, consolidación, y tamaño de la
partícula. Generalmente los conglomerados están cementados pobremente. Las
piedras areniscas y los conglomerados tienen constituyentes que probablemente en
algunas de las capas tenderían a ablandarse y desintegrar bajo la presión cuando se
saturan. Los investigadores no encontraron ninguna razón para culpar a la fundación,
después del lavado del terraplén de Frías.

Antecedentes
• En 1716 una gran inundación destruyó gran parte de los edificios céntricos,
entre los que se hallaba la Iglesia de Nuestra Señora de Loreto.
• En 1754 una inundación puso en peligro a los pobladores de la vieja ciudad
fundada en 1561.
• En el año 1895 se precipitó sobre la ciudad y los alrededores, una lluvia de
características inusuales, provocando una verdadera catástrofe. El agua que
descendía de la cerrillada del Oeste, arrastraba a su paso, puentes, troncos de
árboles, numerosos puestos de la sierra, y posteriormente, ropas, muebles,
animales muertos y enceres de las casas de los barrios pobres, situados al
oeste de la ciudad. Este aluvión produjo 24 víctimas, doscientos heridos e
infinidad de familias sumidas en la miseria, por haberlo perdido todo por su
causa.
• En el año 1900 se produce una crecida en el río Mendoza, que destruye parte
del Dique Luján, hoy Cipolletti, y deja sin agua al canal Zanjón que proveía este
elemento a la ciudad. Dos días después una fuerte lluvia caída en las serranías
del oeste, provocó una avenida torrencial que inundó propiedades, viñas y
casas.
• En 1920, el 18 de Enero, una crecida del río Mendoza, destruye parte de las
obras de defensa existentes en La Toma. El hecho se repite el 31 de Enero del
mismo año, provocando nuevamente pánico en la población.
• En el año 1934 se produjo en el río Mendoza una crecida, que provocó
cuantiosos daños. Un glaciar obstruyó el cauce del río, produciéndose una
especie de dique de contención, que al ser arrasado por la fuerza de las aguas
produjo una crecida que se prolongó hasta la localidad de Palmira. Las aguas
destruyeron la Usina de Cacheuta, el Hotel de esa localidad, casas, caminos,
puentes, edificios y vías férreas que se hallaban a su paso. El número de
víctimas sobrepasó las 20 personas y los daños se estimaron en más de
250.000 dólares.
• En los años 1954, 1956 y 1957, se produjeron considerables crecidas en el río
Mendoza que provocaron daños, especialmente en las zonas de Cacheuta y
Potrerillos.
• El 31 de diciembre de 1959 una intensa lluvia, caída en las cerrilladas del oeste
y sobre la ciudad misma, provocaron inundaciones y daños en le centro de
Mendoza. El comercio resultó muy perjudicado pero no se registraron víctimas.
Las pérdidas económicas fueron superiores a los 220.000 dólares.
• El 4 de Enero de 1968, se produjo otro evento de importancia en el
departamento de Las Heras. Las pérdidas fueron calculadas en 435.000
dólares. El mismo día, otra avenida torrencial asoló el departamento de
Tupungato que arrasa plantaciones y las pérdidas se estimaron en 2.150.000
dólares.
• Otro acontecimiento digno de ser destacado es el aluvión que asoló el
departamento de Las Heras, el 4 de Febrero de 1968. Una enorme masa de
arena y barro se desplazó sobre ese departamento y quedó depositada en
importantes arterias y propiedades aledañas.
La Falla
La peor catástrofe soportada por la provincia ocurrió el domingo 4 de Enero de 1970
en horas del atardecer. Una fuerte tormenta se precipitó sobre la cuenca del Frías, que
provocó la destrucción del dique homónimo, originando una avalancha de agua y lodo
que inundó las zonas de influencia del dique. La tormenta de 140mm registrada en la
ciudad de Mendoza, fue producto de tres importantes chaparrones.
El diluvio corrió a través de 20.7 km2 del área urbana, mientras, atrapaba a los
conductores en sus vehículos ahogándolos, demolió casas, arrancó árboles, arrastró
los cafés al aire libre. Una madre y sus dos niños fueron arrastrados por el torrente. La
mujer sobrevivió pero los niños se murieron. Una procesión fúnebre se cruzó con las
aguas, uno de los dolientes se murió. Cientos de otras personas en la ciudad fueron
damnificadas.
Según informes de la época, el dique cedió por embancamiento, hecho que provocó
la consecuente disminución de la capacidad del reservorio, ya que no se habrían
realizado tareas de mantenimiento desde años atrás. Evaluaciones posteriores
arrojaron como resultado que por la presa pasó un caudal diez veces superior al que
se estimó para el proyecto del dique. La cresta del terraplén fue sobrepasada por
aproximadamente un metro de agua durante 15 minutos.
En el caso del torrente Frías puede suponerse que, dado el estado de colmatación en
que se encontraba el vaso al momento de la ruptura, aún una precipitación inferior a la
ocurrida podría haber producido igualmente el colapso, transformando en instrumento
de destrucción una obra cuya función era la protección del área urbana próxima. No se
realizó un mantenimiento adecuado. Dos de las filas de orificios estaban totalmente
obstruidos y una tercera lo estaba parcialmente.

Saldo
El hecho provocó más de 24 víctimas fatales y los accidentados se estimaron entre
1500 y 2000 personas. Los daños materiales se calcularon en una suma superior a los
23.000.000 de dólares. A las referencias anteriores deben sumarse las pérdidas
millonarias por inundaciones, en chacras, además de las pérdidas de cosechas, que
en algunos lugares fueron totales, debe tenerse en cuenta el lucro cesante, ya que
muchas plantaciones no dieron frutos hasta dos años después. Referente a la red vial,
solamente en reparación de caminos destruidos debieron invertirse más de 790.000
dólares, originó 2 puentes caídos, 2 torres de alta tensión destruidas, cientos de
personas sin hogar, más de 1.000 evacuados en la zona impactada por la tormenta,
aproximadamente 1.000 automóviles.

Testimonios
Mirta Tuler, que en 1970 tenía 17 años y residía sobre calle Belgrano, frente al Barrio
Cívico; recuerda que se encontraba en la planta alta de su casa y con su familia,
cuando una gran tormenta produjo la interrupción del servicio eléctrico. Encendieron la
radio a transistores donde se informaba sobre la tormenta y daban recomendaciones
para que la población no se dirigiera hacia la montaña. Instantes después oyeron un
estruendo lejano, un trueno, la tormenta ya había cesado. Minutos después un rumor
extraño, las llevó a las ventanas desde donde vieron, una masa de agua muy oscura
que avanzaba rápidamente cubriendo toda la calle. Tras éste primer avance, el
torrente se tornó más lento y pastoso. Muchos elementos que se debatían en él, lo
hacían impresionante. El zanjón Frías, había desaparecido bajo esas aguas y junto
con la calle conformaban un gran río que, frente al domicilio de Mirta, subió hasta el
medio metro, dejando un sedimento de treinta centímetros, acumulado en el garaje.
Lo que más impactó a Mirta, fueron las imágenes que aparecieron al día siguiente en
los diarios: una gran fotografía con la imagen de una mujer fallecida, asfixiada por el
lodo. En aquel instante advirtió cuán grande y trágico había sido aquel fenómeno, que
estrepitosamente transformara, en un día turbulento, aquel domingo apacible de
verano.
Edgar Tarico, ex sacerdote, que en 1970 dirigía la capilla de Nuestra Señora Virgen
del Valle de Villa Hipódromo, recuerda aquel día como un gran sobresalto en las vidas
de los que residían en la villa, y sobre todo, para los que ocupaban las manzanas junto
al canal.
Por la tarde, la lluvia se detuvo y habiendo terminado sus obligaciones religiosas, salió
a respirar aire fresco, dirigiéndose casi instintivamente hacia el Frías, a tan sólo una
cuadra de su casa, detrás de la capilla.
Con tanta agua caída, imaginó que el cauce habría crecido. Extrañamente, eso no
había ocurrido, observó la montaña advirtiendo la gran tempestad que se abatía en la
cerrillada.
Otros vecinos se le acercaron, no presentían ninguna desgracia. Sin embargo, algunos
de ellos tenían sus viviendas junto al canal y en una cavidad que abarcaba una cuadra
ó más, con un desnivel de alrededor de cinco metros, respecto a la calle y al resto del
barrio. Separaba a este conglomerado urbano del peligroso zanjón, un muro de tierra
de unos cinco metros por tres de ancho. Es decir, que vivían en una verdadera olla.
Incluso había algunas casas en el mismo lecho del Frías.
Esta situación se debía al incumplimiento del contrato de una empresa, que había
extraído arena y ripio del lugar, con el compromiso de rellenar el sitio, para después
proceder al loteo correspondiente. Al no producirse ninguno de los dos actos, familias
procedentes de las zonas rurales, se fueron asentando en ese terreno baldío pero
peligroso.
Recuerda el ex cura, que trató de advertir a los vecinos contagiándoles su temor, pero
ya era tarde, a sus espaldas un estruendo interrumpió la conversación. No estaban
muy lejos de donde se iniciaba la tragedia, en tres ó cuatro minutos, el torrente llegó
hasta donde se encontraban. Algunos moradores del bajo alcanzaron a huir con lo
puesto solamente, porque las aguas envistieron el muro e inundaron la olla que pronto
se convirtió, en un oscuro remolino a donde la creciente penetraba fatalmente, para
ahogar a sus víctimas, que junto a enceres domésticos y animales, flotaban sobre las
pastosas aguas.
El padre Tarico vio pasar los cuerpos de los que habitaban más arriba, bajando
trágicamente, enredados entre ramas y alimañas, en un viaje vertiginoso y fatal.
Lentamente, las aguas fueron descendiendo. En la cuadra trágica flotaban varios
cuerpos amortajados por el barro.
Hizo que sonara el campanario convocando a la comunidad. Los primeros en llegar,
fueron los bomberos, dedicándose a la tarea de rescatar cuerpos sin vida.
A la noche los inundados sin techo comenzaron a llegar a la capilla. El padre, ya había
abierto las puertas del templo y con los vecinos más próximos, se disponían a
improvisar un albergue, en el no muy amplio edificio sagrado. Hacia las 22, otro diluvio
descargó sus aguas sobre la ciudad. Los curiosos y no afectados, se habían retirado a
sus casas, pero pronto regresaron con ayuda y con los días, la cadena solidaria creció.
Tuvieron suficientes suministros, que la misma sociedad les proveyó.
El padre Contreras hizo que los afectados formaran una comisión que los mantuviera
unidos y organizados, para así efectuar con éxito sus reclamos. A los cinco ó seis días
del hecho, dispusieron ocupar los terrenos fiscales, que se hallaban detrás del hospital
José Néstor Lencinas, por la falta de acción gubernamental. Con adobes levantaron
algunas paredes, que se transformaron en aleros, que divididos con trozos de telas y
bolsas, fueron el albergue para algunas familias.
Advertidas las autoridades y temiendo el surgimiento de una nueva villa, fueron
desalojados por la policía montada. El grupo insistió en el pedido de carpas, que
anteriormente se les habían negado. Finalmente, se consiguieron, gracias a la
organización y persistencia de los inundados.
Ante la noticia de la llegada del presidente Onganía a la provincia y a la visita que
haría a la zona afectada, el ex sacerdote organizó una convocatoria, para que se
hicieran los reclamos al primer mandatario. Pero, como lo prueban las crónicas
periodísticas, Onganía y su comitiva, cruzaron velozmente las calles de Villa del
Parque, para dirigirse directamente y visitar solamente el destruido dique Frías. Esta
indiferencia, motivó que Tarico organizara una poblada, que anunció por el altavoz de
la Capilla. Rápidamente una columna de cerca de quinientas personas, se dirigió hacia
la casa de gobierno con sus pancartas, llegaron a la explanada. La concurrencia se
había aumentado con otro grupo proveniente de una zona también muy afectada de
Godoy Cruz: "Confín Desagüe". Todo fue inútil, ignorados por los funcionarios, estos
sólo accedieron a reunirse con Tarico, quien se negó por no permitir que lo
acompañaran algunos de los damnificados.
Entre cánticos nacionales y voces de protesta, fueron dispersados por la policía,
mientras en el interior del edificio de gobierno se homenajeaba al presidente, con un
almuerzo, antes de su partida en visita oficial a Chile.
No obstante, se construyeron 150 casas aproximadamente, que junto con $300, se
adjudicaron a los afectados por la inundación.

María Cristina Amitrano, joven asistente social por entonces. Recuerda que fue
convocada por la subsecretaría de Acción Social y Vivienda, para atender los barrios
de emergencia del sudoeste.
Realizó su tarea en la Escuela Rawson de Godoy Cruz, durante los meses de febrero
y marzo de 1970. Luego se otorgaron tres meses de alojamiento, alimentos y control
sanitario a 200 personas aproximadamente. La tarea consistía en controlar a la gente
y observar a los niños; es decir, hacer todo lo posible para que esa gente reunida se
adaptara a las circunstancias.
Seis meses después del trágico hecho, continuaba trabajando en el campamento de
Parque Sur, levantado, especialmente para damnificados totalmente desprotegidos,
con la colaboración de un sacerdote. Se fabricaban los adobes para las primeras
viviendas en la Municipalidad de Godoy Cruz.
No recuerda mucho más, que haber visto bastante miseria, pero considera que la
ayuda gubernamental fue más que suficiente. Tanto es así, que debieron comenzar a
estimular a los padres de familia, para que retornaran a sus trabajos ó buscaran
nuevos empleos, ya que no manifestaban, por sí mismos, muchos deseos de hacerlo.
La ayuda y atención de los damnificados, varió según las zonas, de acuerdo al grado
de destrucción que produjo el aluvión y a la concentración demográfica, varió tanto en
calidad como en cantidad, según el sector.

Nelly Gray de Cerdán, en aquella época, se aprestaba a preparar su tesis doctoral fue
testigo presencial de la tragedia en momentos en que regresaba de un día de campo,
como muchos mendocinos, ese día de verano.
Cuenta que salieron apresuradamente del club en donde se hallaban, preocupados
por la gran tormenta, alrededor de las 17, pero cuando llegaron a la intersección de la
calle Ugarte y Panamericana, unos 20 metros antes, el motor del automóvil se detuvo,
por efecto de la fuerte lluvia y las aguas que ya corrían por el camino, salidas del
cauce de un zanjón que se hallaba a esa distancia y que descendía del piedemonte.
Se mantuvieron en el interior del vehículo y cuando menguó la tormenta, limpiaron los
vidrios empañados del parabrisas. Entonces observaron el patético espectáculo que
traía el canal: heladeras, troncos, etc. El agua comenzó a desbordarse peligrosamente
y saliendo del auto, se refugiaron en un sitio más alto, donde debieron permanecer
hasta las seis de la mañana, en que el caudal descendió dejando más ó menos visible
el puente, por donde debían cruzarlo.

Profesor Capitanelli, Recuerda una visita que se hizo, a las obras aluvionales durante
el mes de setiembre de 1969, en que se advirtieron algunas falencias en el sistema
aluvional. Denunciadas, no puede asegurar que se realizaran las correspondientes
reparaciones. Pero sí cree, que había preocupación por parte de las autoridades
respecto al peligro aluvional, a que está sometido el área del Gran Mendoza.
Un sistema de Gaviones, ya había sido aconsejado, antes de la gran inundación, pero
lamentablemente no hubo tiempo, ó tal vez no se creyó necesario realizarlos.

Investigación
La comisión que ordenó el Ministro de Obras y Servicios Públicos, se formó por
resolución Nº 1 de 1970, para que examinara técnicamente el origen del desastre. Fue
una de las primeras acciones gubernamentales.
Dicha comisión fue la encargada de investigar la destrucción del dique Frías, después
de la crecida del 4 de enero de 1970. Concluyó en su informe elevado al Ministro que,
el estado de la presa era óptimo para cumplir con el objetivo para el cual se había
levantado: "atenuación de crecientes".
Respecto al material de embanque, el mismo cuerpo informó que tras una serie de
verificaciones en las paredes laterales de la cuenca del Frías, aquel se encontraba a
11 metros aproximadamente por debajo del coronamiento que alcanzaba los 14
metros desde el lecho del dique, antes de su destrucción. Es decir, que el volumen de
sedimentos depositados, era de 3m aproximadamente; se trata del 7.2 % de la
capacidad máxima de embalse, calculada en 140.000 m2, según el proyecto.
El mismo informe continúa diciendo que, el fenómeno del 4 de enero aportó un
volumen de agua que sobrepasó la capacidad del vaso y determinó el funcionamiento
forzado de la obra de toma y del aliviadero, a pesar de los cuales, éstos no lograron
atenuar el caudal que bajó de la cerrillada.
Según el Ministro de Obras y Servicios Públicos, Luis M. Magistochi, el sistema estaba
en perfectas condiciones y el dique Frías se hallaba limpio, cuando fue inspeccionado,
justamente un día antes del desastre, sin embargo, gente del lugar dijo a la prensa que
el embalse se hallaba embancado en un cuarto de su parte. A estas afirmaciones, el
Ministro agregó que el embanque habría ayudado a mantenerlo en pie, algunos
minutos más y que de haber estado totalmente limpio, no habría contenido a las
aguas.
Sin embargo cualquiera puede deducir, que el daño habría sido menor, si el dique
hubiera funcionado correctamente, liberando a las aguas por sus conductos
correspondientes y limpios. Y que, si su destino era derrumbarse, menos nocivo habría
sido, que ello se produjera antes de que la presión y el volumen de líquidos y
elementos acumulados, fuese mayor, sin esperar a que el embanque depositado en el
lecho del dique, lo mantuviera en pie algunos minutos más.
Vecinos y personas que lo habían visitado informaron a los medios que el dique
presentaba grietas en sus paredes. Construido en 1942, bajo la dirección del Ingeniero
Federico Tapper, quien también acudió al lugar e hizo declaraciones a la prensa,
algunas de las cuales confirmarían el mal estado de conservación del Frías
"el dique no funcionó gracias a la mala conservación de sus dispositivos. Con sólo
tres metros de margen para trabajar desde la base de embancado hasta el
coronamiento, la torre de descarga y posiblemente el canal aliviadero, no funcionó".
Aclaró luego que, la pared del dique tenía por única misión evitar que el agua se
filtrara a través de las piedras y que la contención se realizada por acumulación de
piedras.
"El dique Frías fue concebido para controlar el paso del agua, no para contenerla. Los
excesos de los caudales serían eliminados por la torre de evacuación y por el
vertedero aliviador".
Todo el sistema dependía de un cuidado constante, consistente en el desembanque y
la limpieza de las bocas de entrada de los dispositivos que permiten dar una salida
paulatina, al agua acumulada en el cuenco del dique. Su conclusión fue:
"imposibilitado el dique de realizar su función de drenaje y con un margen de
seguridad de sólo tres metros, fue fácilmente arrasado por la masa de agua que
descendió de las montañas. En buenas condiciones, los dispositivos, hubieran podido
impedir el desastre ó, por lo menos reducir sus consecuencias".
Estas consideraciones del Ingeniero Tapper, contrastan bastante con lo manifestado
por el Ministro Magistochi, quien parece haber reducido el control del dique, a un
sobrevuelo en helicóptero, el día anterior; después del cual habría considerado, que la
presa, se hallaba en buen estado de funcionamiento.
Sin embargo, el Ingeniero Tapper, tampoco escaparía a ciertas contradicciones, o por
lo menos a la falta de criterio y quizás de conocimientos de la zona y su peligro
aluvional. Al seguir con la lectura del informe que presentara la comisión, antes
mencionada, observamos que en el proyecto elevado al Inspector General de la ex
Dirección Nacional de Irrigación, en mayo de 1939, el Ing. Tapper defiende su
proyecto porque reemplazaría con ventajas a otro que consideraba la construcción de
dos diques. Consideraba sin objeto la construcción del conducto de desagüe que
atraviesa la escollera, para este tipo de presa que debía contener agua por pocas
horas y para las escasas lluvias que se precipitan en la cuenca.
Se aprecia aquí la falta de conocimiento del medio y la falta de experiencia, al
emprender una obra que debía resguardar a una ciudad de una vía natural de aguas,
que ya en aquella época, había manifestado importantes avenidas aluvionales. El
dique propuesto regularía hasta el doble de lo registrado en aquella oportunidad.
Evidentemente no sirvió para posteriores inundaciones como la registrada en 1959 y
por supuesto tampoco en la de 1970.
Lo cierto es que el dique se construyó bajo la dirección de Tapper, pero su proyecto
fue modificado incluyéndose la torre y el conducto de desagüe; y así mismo, la obra
resultó inútil para el gran volumen de líquido y sedimentos, que fueron a dar contra el
dique que no pudo evacuar los afluentes resultantes de aquel diluvio.
Por huellas de sedimentos en las laderas de la olla, el volumen de agua y barro, llegó
a superar en 0.78m el coronamiento del dique, que cedió por la presión del material de
arrastre, al no encontrar cabida en el lecho del embalse, ocupado ya por diversas
capas de sedimentos, acumuladas a través del tiempo.
Al respecto, la opinión en cuanto a los niveles de embanque, motivo principal para
dilucidar las causas del desastre, varían según la fuente de donde provenga.
La Comisión Oficial dice que, el nivel se hallaba por debajo de los 11m de la
coronación del dique, que alcanza 14; por lo tanto, la torre con celdas de desagüe de
10m se hallaba obstruida en un 30 %; y el canal aliviador parcialmente obstruido. Si
esto es correcto y teniendo en cuenta el gran volumen de sedimentos que produjo la
bajante, la obstrucción por falta de desembancado, ayudó para que el proceso se
completara antes de que el dique alcanzara a evacuar. Hecho que sí se produjo en
diciembre de 1939 y durante la finalización de la construcción del dique, cuando el
pluviómetro ubicado en la obra registró, una lluvia de 46.8 mm.
Para Tapper, el nivel de embancado, habría alcanzado hasta 11m, obstruyendo la
torre y el canal aliviador.
Según los vecinos, la pared estaba agrietada y el zanjón, aguas abajo, no estaba
asegurado con paredes de refuerzo.
Casi todos los que han expresado su opinión, coinciden en la falta de atención y
mantenimiento del sistema aluvional, por lo menos en lo que se refiere a la simple
observación directa de los que por esos días, serían testigos del desafortunado hecho.
Otro elemento que es importante analizar, es el de la Estación Meteorológica de San
Martín, que detecta tormentas en un radio de 500 Km. y que, justamente aquel día,
localizaba la formación de una gran tormenta hacia el Oeste, cinco horas antes de que
precipitara. Da la sensación de que su única función era localizar tormenta y nada
más, porque nada se hizo o no se supo que hacer.
Hablamos de 1970, época en que ya existían los teléfonos, automóviles, altavoces.
Estos tres elementos, solamente, podrían haber salvado las vidas de algunas
personas, que se hallaban junto a las vías naturales de torrentes pluviales más
riesgosas: zanjón Frías, calle San Martín, Cacique Guaymallén; vías estas, en torno a
las cuales se ciñe, históricamente, la mayor concentración demográfica. El sistema de
alerta al que hacemos referencia y en el que confluyen los tres elementos
mencionados arriba, más una estación meteorológica, funciona efectivamente, en la
zona de las sierras de Córdoba, salvando la vida de turistas y residentes; a través de
un equipo de emergencia que, informado, transita por una senda adyacente a los
cauces, advirtiendo a las personas, que se alejen de los ríos y arroyos.

Consecuencias
Tres años después del fracaso, un nuevo dique del terraplén se construyó en El Río
Seco Frias en un sitio cerca del viejo. El nuevo dique es de materiales sueltos de unos
38 metros de altura, dividido en zonas, con una cresta de 495m de longitud y un
espesor de la cresta de 10m. El volumen del cuerpo de la presa es 600000m 3. Las
pendientes del dique son 2.5 a 1 río abajo y 3.0 a 1 a 3.5 a 1 río arriba. La nueva toma
de corriente y vertedero son de capacidad considerablemente mayor que la estructura
original. La toma de corriente se diseñó para una descarga máxima de 32 m3/seg. La
capacidad del vertedero, basado, en una tormenta de frecuencia del 1,000 años, es
390m3/seg. Tiene una entrada del cauce lateral, y una cascada divergiendo que
termina en un disipador de energía. El nuevo depósito tiene una capacidad del
almacenamiento de 2330000 m3.
Al consultar al ingeniero Fonetti, sobre la posibilidad de que se hubiera podido evitar
que la inundación causara tantos desastres, nos respondió que la prevención de estos
siniestros era imposible. Para calcular el volumen aluvional era necesario tener un
control durante unos 50 años. Aseguró, que era difícil saber si ocurriría una tormenta
crítica, (y lo es todavía), hasta que se produzca, hasta que precipite. Agregó que, el
Frías, soportaría en la actualidad unos 90 mm en 25 minutos.
Con esta última y grave experiencia, se ha tomado la debida conciencia y los diversos
organismos, se han puesto a trabajar. Se han creado otros para áreas que no existían
anteriormente. Tal es el caso del Centro Regional Andino del INCYTH (Instituto
Nacional de Ciencia y Técnica Hídricas). Dicho organismo, opera desde el año 1975
una red hidrometeorológica, en un área de 600 Km2 al oeste de la ciudad de Mendoza.
A partir de 1982, se automatiza y se extiende.
La aplicación más importante de esta red, es el "servicio de alerta hidrológica" para el
río Mendoza y las cuencas aluvionales del oeste del gran Mendoza. Esto permite
aumentar la seguridad de las obras hidráulicas, que se operan en la región y las que
se construyan en el futuro.
Las características de este sistema le permiten trabajar en "tiempo real", es decir, que
la información sobre precipitación ó escurrimiento, está disponible en una central de
recepción y procesamiento, simultáneamente con la ocurrencia del fenómeno
hidrológico ó meteorológico en estudio ó evaluación.
Es importante aclarar que, los objetivos de la red han sido elaborados considerando el
aluvión del 4 de enero de 1970 y uno de ellos es, disponer de un sistema de alerta
hidrológica de aluviones para la ciudad de Mendoza y departamentos vecinos..
El sistema funciona mediante la instalación de estaciones pluviométricas, seis de las
cuales están situadas en áreas urbanas de los departamentos Capital, Godoy Cruz,
Luján y Rivadavia; el resto, en la zona piedemontana.
El río Mendoza también se halla controlado a través de sus dos afluentes (Tupungato
y Cuevas), debido a los antecedentes de obstrucción del río Plomo (afluente del
Tupungato), por parte del glaciar homónimo; en 1985 produjo un endicamiento y
embalse de aguas con características peligrosas.
"El tiempo real", característica del sistema del que hablamos, se hace imprescindible
por la morfología del lugar y por los tiempos de concentración de los líquidos que
oscilan, entre pocas horas a 15-30 minutos, según el área y pendientes; los puntos
más altos, están a 3000m y los más bajos a 800 me, separados entre sí, por menos de
30 kilómetros.
Todo esto, sumado a la escasa protección vegetal, por depredación humana y animal,
crea condiciones muy dificultosas para un sistema de alerta hidrológica, exigiendo un
equipo de transmisión en verdadero tiempo real.
La información básica parte del Servicio Meteorológico Nacional, quien tras un sondeo,
comunica al Centro Regional andino las posibilidades de formación de tormenta y su
localización.
En caso de que comience a precipitar sobre las estaciones de la red, que están
situadas estratégicamente, estas comienzan a transmitir automáticamente:
identificación de la estación, acumulación de mm. y hora. Esto en sólo milisegundos y
sincronizado por un solo reloj, él de la computadora.
Luego, se define el nivel de alerta de cada cuenca en relación con las posibilidades de
escurrimiento de la cuenca afectada y su grado de control y peligrosidad.
En caso de que los datos computados deriven en un alerta, el operador de turno
avisará telefónicamente o radialmente, a las personas a cargo de los organismos
pertinentes, para lo cual dispone de una lista de nombres y teléfonos oficiales y
particulares.
Uno de esos organismos es el Departamento General de Irrigación, cuya función ante
situaciones de alta precipitación, es ejecutar las maniobras necesarias en el sistema
de riego, a fin de preservar vidas y bienes.
La Dirección Provincial de Defensa Civil posee un plan de emergencia muy vasto y
eficiente que no existía como tal, en 1970 y con el que hoy podemos contar felizmente.
Tiene como misión ejecutar las tareas de generar la "alerta selectiva", en las probables
zonas afectadas. El plan incluye los departamentos de Capital, Godoy Cruz,
Guaymallén, Las Heras, Maipú, Luján y Lavalle.

Conclusión
Es difícil hacer un análisis pormenorizado de todos y de cada uno de los elementos
que engloban el fenómeno aluvional, por el tipo de comportamiento que manifiestan;
pero existen y siempre han existido las señales de la naturaleza, en evidente
advertencia, honesto sería entonces confesar que, la tragedia no pudo evitarse porque
no existían los medios para hacerlo, porque no se concientizó con las experiencias de
1939 y 1959, porque tal vez no hubo preocupación por estos temas y sólo se trató de
mantener lo que se había construido en 1940.
Antes de derrumbarse, el dique Frías habría recibido varios aportes de sedimentos,
debido a que se había producido en sus inmediaciones, una seguidilla de tormentas
con fuertes precipitaciones durante los tres días anteriores a la catástrofe.
Era solamente el preludio de lo que ocurriría el 4 de enero por la tarde y que acabaría
con el dique Frías, el que no estuvo en condiciones para cumplir con el cometido de su
creación: contener y controlar los aluviones precordilleranos.
Pero, no sólo no sirvió porque el volumen de aguas aluvionales fuera impresionante
para su capacidad, sino porque no fue mantenido en condiciones, reforzado y
controlado debidamente.
Se aduce que para estudiar y controlar el fenómeno se necesitan 50 años de registros
estadísticos. Pensamos que con 30 años, llenos de antecedentes desde 1939, se
podría haber avanzado algo más, que la simple observación y escasa manutención de
la Presa Frías y otros cauces.
Resulta casi vergonzoso descubrir, que en 1970, no existían, ni plan ni organismo de
Defensa Civil.
No obstante estas carencias de carácter social, junto con medidas de acción
ambientales de los funcionarios de la época, hay que decir, que la ayuda a los
sectores más castigados por la inundación, fue rápida y eficaz, incluso excesiva,
gracias al trabajo de los efectivos sociales que actuaron en los distintos albergues, que
dispuso el gobierno inmediatamente de conocidos los hechos.
Fue una labor improvisada, pero eficiente, de costos elevados.

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