Y aunque aún estamos lejos de realidades como la de España, con 60 kilos per cápita,
estas cifras siguen aumentando. La Región Metropolitana, por ejemplo, ocupa el primer
lugar en consumo, con 70 mil toneladas anuales.
La verdad es que la industria de cecinas es una de las que más ha avanzado en el último
tiempo, con importantes innovaciones tecnológicas, tanto en los procesos de
elaboración como distribución. Esto explica en parte que la producción nacional de
cecinas haya pasado de 30.262 toneladas en 1979, a 178.000 toneladas en 2002.
Sin embargo, a pesar del desarrollo de la industria, hay productos que aún son
elaborados con estándares de baja calidad, malas condiciones higiénicas y sanitarias,
que pueden generar problemas de salud para los consumidores, además del perjuicio en
la imagen para las cecinas en general.
No obstante, la verdad es que existe un sector informal que no es debidamente
fiscalizado ni controlado por la autoridad, lo que puede llegar a perjudicar a las
empresas tradicionales, que deben asumir costos de distribución y venta por mantener
una dependencia con los supermercados.
Estamos enfrentados a un mercado muy competitivo, donde existe una gran cantidad de
actores. Por esta razón, la calidad resulta un elemento diferenciador. El problema parece
ser que muchos consumidores están privilegiando más la cantidad que la calidad, lo que
podría afectar a las principales compañías de cecinas chilenas, como San Jorge, PF,
Super, Winter, La Preferida y Llanquihue. Síntomas de un mercado tremendamente
competitivo, en que la gran variedad de oferta ha repercutido en una baja de los precios
en los últimos años.
En todo caso, esta industria no puede ser analizada sino en relación con su mercado
objetivo. Así como sucede en otros mercados, aquí también nos encontramos con
empresas cuyos productos han sido pensados para el consumo masivo, como son San
Jorge, Super, Winter, PF y Ariztía, entre otras; y aquellas con características premium,
como La Preferida y Llanquihue.
Conclusion