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LA BATALLA ESPIRITUAL Y LA ARMADURA DEL CRISTIANO 1

Amados hermanos, el día de hoy comenzaremos una serie de predicaciones relacionadas


con la batalla espiritual que todos los cristianos hemos tenido que afrontar en el transcurso
de toda la historia.
Muchos han descuidado el frente de batalla espiritualizando de tal manera los textos
bíblicos que finalmente se termina siendo irresponsables frente a nuestra propias decisiones
que acarician y aun arrastran el pecado.
Si bien es cierto, que al recibir al Señor en nuestros corazones:
a. Aunque somos transferidos del reino de las tinieblas al reino de la luz (Colosenses
1:13) También es cierto que en la práctica, en algunas ocasiones, consciente o
inconscientemente, vivimos en la penumbra del pecado.
b. Aunque somos bendecidos con Cristo en lugares celestiales (Efesios 2:6) también es
cierto que mientras peregrinamos por este mundo aun participamos de la necesidad
y de la pobreza, en medio de este mundo lleno de injusticia y de maldad; en que los
gobernadores de este mundo, señores de estas tinieblas oprimen al justo y al
necesitado.
c. Aunque somos extranjeros y peregrinos en el mundo (1 Pedro 2:11) aun nos
movemos en él, y debemos tener relaciones laborales, familiares, económicas, etc.
para poder sobrevivir.
d. Aunque ya no vivimos bajo las normas de la maldad de este mundo (2 Corintios
10:12) también es cierto que en ocasiones alienados y manipulados sicológicamente
somos arrastrados por los medios, y aun sin darnos cuenta, somos conducidos por
las normas de maldad de este mundo.

Por una parte está lo que creemos y por otra parte lo que vivimos.

Esta dualidad, es producto de una batalla espiritual, en la que el Diablo y sus demonios,
los señores de este mundo, y la naturaleza pecaminosa que aun está en nosotros buscan
arrastrarnos a fin de que perdamos toda fe, esperanza y confianza plena en nuestro
Señor.

2Co 10:3-5 “Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne. (Porque las
armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción
de fortalezas;) Destruyendo consejos, y toda altura que se levanta contra la ciencia de
Dios, y cautivando todo intento á la obediencia, de Cristo”

Antes de comenzar con esta serie de predicaciones, vamos a dejar planteados algunos
puntos:

I. Nadie puede salir victorioso en la batalla, si no conoce a su enemigo y sus


estrategias.
II. Nadie puede salir victorioso en la batalla, si no sabe con qué armas cuenta y como
usarlas.
III. Nadie puede salir victorioso en la batalla, si no se entrena y prepara para la batalla.
IV. Nadie puede salir victorioso en la batalla, si primero no lucha y pelea .

Comenzaremos con el primer postulado:


I. Nadie puede salir victorioso en la batalla, si no conoce a su enemigo y sus
estrategias.

Lucas 14:31 ¿O cuál rey, habiendo de ir á hacer guerra contra otro rey, sentándose primero
no consulta si puede salir al encuentro con diez mil al que viene contra él con veinte mil?

Aunque estoy tomando este texto fuera de su contexto, una cosa si es clara y es que yo no
puedo enfrentarme a la batalla, si primeramente no conozco quien es mi enemigo y si en
verdad puedo con el.

La pregunta lógica es entonces: ¿Quiénes son nuestros enemigos?


Encontramos bíblicamente tres clases de enemigos:
1. Satanás y sus demonios.
2. La maldad de este mundo, administrada por medio de los señores de este mundo,
gobernadores de estas tinieblas, que de hecho le siguen el juego a Satanás.
3. Nuestra propia naturaleza pecaminosa que esta viciada conforme a los deseos de
maldad.
Veamos cada uno de ellos.

1. ¿Quién es Satán, el Diablo?

Satán es definido en el A.T. como el que se opone al Señor.


Diablo es definido en el N.T. como el que divide.

Estos dos nombres definen a quien se opone al Señor y crea división en contra del Señor;
el siembra la duda, la incertidumbre en tu mente para que vivas en una dualidad que
finalmente te puede llevar a la incredulidad. El toma lo bueno y lo tuerce para que lo uses
de una manera dañina e inapropiada.
Sin embargo, debemos recordar que Satanás es un ángel caído. No está al mismo nivel que
el Señor.
Un grave error que se ha cometido en la iglesia de hoy, es que se ha colocado a Satanás al
mismo nivel que Dios, como si fuese una lucha entre iguales, entre el bien y el mal. No
hermanos, Satanás es un ser creado y no tiene poder más allá del que el Señor mismo le
permite tener.
a. Satanás no es omnipotente, su poder es limitado, por el contrario, nuestro Señor si
es omnipotente, el todo lo puede.
b. Satanás no es omnisciente, el no sabe todas las cosas, de hecho no puede conocer
tus pensamientos, por el contrario nuestro Señor si es omnisciente, el todo lo sabe,
no hay cosa oculta que se pueda escapar de nuestro Señor.
c. Satanás no es omnipresente, el no puede estar en todas partes, y aunque su
influencia es muy grande por medio de sus demonios, él no puede estar en todas
partes. Por el contrario nuestro Señor si es omnipresente, nuestro Señor está en
todas partes.
Pero, tampoco podemos subestimar el poder de Satanás. Bien dice el proverbio “más sabe
el Diablo por viejo que por Diablo”.

2. ¿Quién es el mundo?

Debemos entender como mundo, no esta pelota de tierra, ni tampoco los seres humanos
que viven en ella, sino la maldad que se vive en medio de él, las injusticias, la opresión, el
desenfreno, los placeres insaciables, los medios de comunicación que promueven
antivalores con sus novelas y su música, etc.
Este mundo, con su sociedad consumista te impone necesidades, te hace ver que el éxito
está en acaparar cosas, en un título profesional, en un mejor estatus de vida, en el
poder y todos nosotros muchas veces nos dejamos arrastrar de todo esto, ¿Quién no ha
deseado tener su propia casita o su vehículo? su propio cielo en la tierra ¿Quién no ha
deseado tener una carrera profesional para tener un mejor pago y así vivir mejor? de
hecho, los estudios por vocación prácticamente ya se acabaron. ¿Quién no ha trabajado
arduamente con el fin de darle mejores expectativas de vida a sus hijos? Vivimos esta
carrera insaciable que el mundo nos traza sin pensar ni razonar, dejando de lado todos
los valores aplastando a todos cuantos se interpongan en nuestro camino hasta
alcanzar nuestro “proyecto de vida”. Hermanos, bienvenidos al mundo, este es el
mundo egoísta, egocéntrico, hedonista en que vivimos y en el cual todos los días nos
desenvolvemos. Con razón el Señor oraba Juan 17:15 “No ruego que los quites del
mundo, sino que los guardes del mal.” Vivir en medio de este mundo con un equilibrio
piadoso, no es nada fácil.

3. Nuestra carne.
No se refiere al cuerpo físico, el cual algunos consideraban la cárcel del espíritu y del cual
era necesario escapar. Por carne, entendemos la naturaleza pecaminosa, los deseos
pecaminosos propios de cada persona que le arrastran al mal. Este es el enemigo que pasa
más desapercibido. En el mundo cristiano se ha evadido la responsabilidad propia por el
pecado buscando a quien echarle la culpa, al igual que Adan le echó la culpa a Eva (e
indirectamente al Señor) y luego Eva a la serpiente. Actualmente, el cristiano
irresponsable, que quiere pasar por alto sus propios deseos pecaminosos, busca echarle la
culpa al Diablo, a los demonios, a su esposa, a los hijos, a la situación económica, a la
situación social, etc. etc. etc. pero nunca reconoce su propia condición diciendo “si Señor,
me sentí atraído y lo hice, reconozco mi pecado y acudo a tu gracia en Cristo Jesús”.
Es cierto que el Señor colocó en nosotros deseos y necesidades físicas que cuando se
satisfacen de manera apropiada y correcta, glorifican al Señor, pero que cuando no las
administramos de manera correcta, nos hacemos responsables también de sus
consecuencias. Es aquí donde el Diablo que divide la mente, envia pensamientos que te
hagan entrar en una dualidad, tuerce el pensamiento. No había nada de malo, en si
mismos, en que Jesús, para satisfacer sus deseos de comer, convirtiera las piedras en pan,
lo malo estaba en que usara este poder para actuar independientemente de su Padre
(como Adan y Eva) y más aun permitiendo que la duda entrase a su mente ¿será que si soy
el Hijo de Dios?
Un pecado de nuestra naturaleza caída, pecaminosa es el desanimo, la incapacidad, los
temores; producto de la condición de pecado en que fuimos formados, probablemente con
gritos, golpes y palabras groseras que conducen a una baja autoestima. Desde luego el
Diablo está feliz cuando nos ve asi.
1 Samuel 17:1-46 nos relata la lucha entre David y Goliat. ¿Cómo estaba el pueblo? V.11 ,
24-25; amedrentado, con miedo, en una actitud de incapacidad. No había voluntad en
ellos para salir a enfrentarse a semejante gigante. Precisamente una de las cosas en que
cae una persona adicta, ya sea al alcohol, a las drogas, al cigarrillo, a la TV, a la
pornografía, etc. es la falta de voluntad. Sin embargo, aunque el mundo combate con
sus armas (V.34) llevando al muchacho o al adicto al sicólogo Freudiano, por decir
algo, y por el contrario lo que hace es subirle más el ego, el orgullo, y finalmente el
adicto vuelve y recae. Mas el cristiano entiende que “soy victorioso cuando hago uso de
las armas espirituales y escucho la voz del Señor (V.40). Usted por sí mismo no puede
alcanzar la victoria, pero si puede enfrentar la batalla y salir victorioso cuando va
aferrado del Señor (V. 45-47) porque “mayor es el que está en mi, que el que está en el
mundo” (1 Juan 4:4) y “El Señor está conmigo, como poderoso gigante” (Jeremías
20:11). David enfrenta a Goliat diciendo “ Tú vienes á mí con espada y lanza y escudo;
mas yo vengo á ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de
Israel, que tú has provocado. Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y
quitaré tu cabeza de ti: y daré hoy los cuerpos de los Filisteos á las aves del cielo y á las
bestias de la tierra: y sabrá la tierra toda que hay Dios en Israel. 1 Samuel 17:45-46. esta
es la actitud correcta con la cual todo cristiano debe enfrentar sus propios temores y
tentaciones.

En conclusión:

• Satanás no tiene poder más allá del que el Señor le permite tener.
• Satanás no tiene poder, en usted como cristiano, más allá del que usted
mismo le permita tener.
• “…todo lo que hay en el mundo, la concupiscencia de la carne, y la
concupiscencia de los ojos, y la soberbia de la vida, no es del Padre, mas es
del mundo. Y el mundo se pasa, y su concupiscencia; mas el que hace la
voluntad de Dios, permanece para siempre. 1 Juan 2:16-17.
• Los deseos pecaminosos de nuestra propia carne, son un enemigo sutil y
peligroso el cual debe ser despojado de nosotros “…Andad en el Espíritu, y
no satisfagáis la concupiscencia de la carne. Porque la carne codicia contra
el Espíritu, y el Espíritu contra la carne: y estas cosas se oponen la una á la
otra, para que no hagáis lo que quisieres (ó “no prosigáis haciendo los que
deseáis”). Gálatas 5:16-17

David Aragón Giraldo.


Pastor Titular.
davidaragon64@hotmail.com
davidaragon64@gmail.com

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