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Matemáticas

en la Antigua India

Carlos Maza Gómez

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© Carlos Maza Gómez, 2010
Todos los derechos reservados

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Índice

Geografía e Historia
Marco geográfico ..................................................... 5
Protohistoria: La cultura de Harappa ....................... 8
Período védico .......................................................... 14
Período brahmánico ................................................. 22
Ashoka y el imperio Maurya .................................... 29
Las dinastías locales ................................................. 35
El imperio gupta ....................................................... 36

Geometría védica
Los Sulvasutras ........................................................ 43
Construcción del cuadrado y el trapecio .................. 47
El cuadrado doble y Pitágoras .................................. 53
Suma y resta de cuadrados ....................................... 60
Transformación entre cuadriláteros .......................... 64
Transformaciones de cuadrado y círculo ................. 73
El círculo para los jainas .......................................... 77

Numeración
Numeración oral védica ........................................... 84
Numeración escrita .................................................. 89
Operaciones aritméticas ........................................... 97
El infinito entre los jainas ........................................ 111
El manuscrito Bakshali ............................................ 116

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Geografía e Historia

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Marco geográfico

La India es un inmenso subcontinente asiático que,


en forma triangular, se interna en el océano Índico
dividiéndolo en una parte oriental (mar de Bengala) y otra
occidental (mar Arábigo) que garantizaron en la Antigüedad
unas rutas comerciales de los productos venidos del oeste
(Mesopotamia, Persia, mar Rojo) y otros que marchaban
hacia el este (la costa asiática oriental).

Mapa de la India
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Los ríos, como foco de civilización en aquellos
tiempos, están también presentes en la India. Los dos más
importantes son el Indo (hoy en Pakistán) que desemboca en
el mar Arábigo y el Ganges que lo hace en el mar de
Bengala. La primera forma de civilización (la cultura de
Harappa y Mohenjo Daro, ciudades distantes hasta 600 kms)
se estableció en las orillas del Indo (la región llamada
Punjab, cinco ríos) de manera que a través de su principal
puerto (Lothal) parece confirmado que estableció contacto
con la cultura mesopotámica atravesando el mar Rojo. El
carácter de cuna de la civilización de ambos ríos se muestra
también por la divinización que han encontrado,
particularmente el segundo. Sus orillas son lugares
privilegiados de incineración puesto que la divinidad fluvial
llevará los restos mortales hasta Siva permitiendo la
reencarnación del fallecido. Sus aguas son lugares de
purificación tradicionales para el hinduismo.
Recorriendo el subcontinente de norte a sur se
encuentran muchas de las claves del desarrollo de la cultura
india. En el norte el acceso al país está prácticamente
cerrado por la cordillera del Himalaya. En ella nacen los ríos
citados y se abren muy pocos pasos transitables: El
fundamental, al noroeste, en la frontera con Afganistán, es el
paso del Khyber, lugar por el que llegaron las invasiones de
los arios y de Alejandro Magno, entre otros.
Cuando se viaja hacia el sur se encuentra la fértil
depresión Indo-gangética, lugar de florecimiento de la
mayoría de los reinos indios y donde viven actualmente las
dos terceras partes de su población. El principal obstáculo
que divide horizontalmente a la India son los montes
Vindhya que físicamente distinguen la parte más fértil al

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norte, de la meseta del Dekkan al sur, considerablemente
más árida. La historia antigua de la India es la de la
expansión de los reinos hacia el sur hasta dar con estos
montes. Tanto la diferencia en riqueza como el hecho de que
la cultura se haya desarrollado fundamentalmente en la parte
septentrional en contacto con invasores y con el comercio
occidental, ha hecho que históricamente la parte sur de la
India sea más atrasada, tanto en lo económico como en lo
cultural, discurriendo su historia de forma casi
independiente de la que se desarrollaba en el norte del país.
A dicho aislamiento ha colaborado el hecho de que la costa
occidental fuera poco propicia a la navegación debido a
extenderse en toda la costa la cordillera del Ghat. Por la
costa oriental, sin embargo, el tránsito hacia las costas
asiáticas orientales fue mayor, sobre todo a partir de nuestra
era. Unida a la costa por una serie de islas se encuentra la
antigua gran isla de Ceilán, hoy Sri Lanka, en la que una
comunidad (los tamiles) reclama su independencia en base a
las diferencias culturales, históricas y lingüísticas con el
resto del país.
La India resulta un país que, al igual que China, es
sobre todo agrícola, dependiente de la llegada del monzón
por el suroeste en el mes de julio y su salida por el noreste
un mes después. Aunque su paso está jalonado de
inundaciones en no pocos casos la riqueza agrícola que
garantiza es mucho mayor.

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Protohistoria: La cultura de Harappa

Cuando comienza el tercer milenio antes de nuestra


era, es decir, sobre el año 3.000 a.C., algunos pequeños
grupos de población se asentaron a orillas del río Indo
procedentes de la meseta irania. Las cerámicas encontradas
en ambos lugares son muy similares (de color amarillo y
decoración en negro y rojo) y denotan que la llamada cultura
de Amrï en el Indo estaba emparentada con la de Tepe
Giyan y Bakun en la meseta más al oeste.

Restos de la cultura de Harappa

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Cuando en el siglo XX ingenieros británicos
preparaban materiales sobre el terreno destinados a la
construcción del ferrocarril Lahora-Multán fueron sacando a
la luz, de manera sorprendente, los restos de una antigua y
floreciente cultura. Las primeras excavaciones se realizaron
en un núcleo urbano llamado Harappa, de donde se tomó la
denominación para esta cultura que se había extendiendo a
lo largo del tercer milenio por el valle del Indo para
desaparecer en el segundo por causas controvertidas.

Estanque ritual en Harappa

En Harappa se encuentran restos de una cultura que


había alcanzado una gran madurez económica y social. La
estructura urbana muestra la existencia de graneros (dos
grupos simétricos de seis almacenes cada uno) separados
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por un ancho pasillo. Esto indica que se almacenaba grano
procedente de las cosechas cercanas (trigo y cebada sobre
todo), muy probablemente como consecuencia de la
obligación de tributar por medio de tal producto. La
presencia al norte de casas de ladrillos muy modestas
respecto a las más residenciales parece indicar que había
desigualdades sociales, probablemente porque una casta
sacerdotal o administrativa fuera preponderante respecto a
trabajadores y esclavos.
En Mohenjo-Daro, la otra gran urbe descubierta y
datada en la misma época, se ha encontrado una gran piscina
impermeabilizada dotada de cañerías para su llenado y
desagüe, que puede haberse construido por motivos rituales.
El elevado nivel freático en este yacimiento impide
profundizar en las excavaciones. Sin embargo, sí se han
descubierto edificios espaciosos y lo que parecen salas
amplias de reuniones que muestran nuevamente la
existencia de un poder teocrático y sacerdotal.
Sin embargo, el aspecto más destacable de la cultura
de Harappa es el elevado grado de urbanización que
conoció. Sus ciudades están construidas de forma reticular
orientando las calles principales en la dirección de los
vientos (norte a sur) para su mejor limpieza (o quizá por
motivos astrológicos). Además, presentan un sistema de
alcantarillado subterráneo al que hay que añadir la conexión
con retretes individuales en cada casa lo que muestra un
esfuerzo común notable. Tal trabajo público incide en la
presencia de una sociedad organizada y jerarquizada, con
una clase más poderosa y dirigente. Dados los muy escasos
restos encontrados de actividad bélica se puede suponer que
dicha clase fuera de naturaleza religiosa sobre todo.

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Desde el punto de vista artístico su trabajo (como la
mayoría de sus herramientas cotidianas) es en piedra
(aunque conocían el cobre y el bronce) habiendo testimonios
de esculturas de un alto nivel: La cabeza barbuda de
Mohenjo-Daro, por ejemplo, o el torso de Harappa.
Las dos ciudades principales de esta cultura, Harappa
y Mohenjo-Daro, distan casi 600 kms a lo largo del río. En
la desembocadura del Indo, la ciudad portuaria de Lothal
presenta muelles y diques construidos con ladrillos, que
denotan que era el lugar de tránsito de mercancías y
comercio en general con la región mesopotámica, en la que
se han encontrado restos de la cultura harappiana. Todo hace
indicar que estos pueblos estaban muy relacionados y, sin
llegar a formar una cultura políticamente centralizada,
tenían amplios contactos comerciales. Esta circunstancia
aconseja la existencia de medidas comunes en peso o
longitud y, en ambos casos, se han encontrado restos
significativos.
Se han hallado en Lothal numerosos pesos de forma
cúbica. Tomando el más frecuente como unidad (alrededor
de 27,6 gramos) los hay que corresponden a 0,05; 0,1; 0,2;
0,5 ; 2; 5; 10; 20; 50; 100; 200 y 500 de dicha unidad. Ello
supone una normalización favorecida por la necesidad
común de medir las mercancías con las mismas unidades de
peso.
En segundo lugar, se registran en un fragmento de
concha nueve líneas paralelas espaciadas igualmente en
torno a los 6,7 mm entre cada una y la siguiente. Una de las
líneas está marcada con un círculo y otra, seis más allá, con
un punto grande. La distancia total entre ellas es de 33,5 mm
que ha sido denominada la ‘pulgada del Indo’. Es evidente
que tal precisión en las marcas revela que éste era un

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instrumento de medida, mucho más si se tiene en cuenta que
otra unidad de medida sumeria (el sushi) equivale
exactamente a la mitad de una pulgada del Indo, lo que abre
las puertas a hacer hipótesis sobre las relaciones entre ambas
culturas. En todo caso, se han localizado en las
construcciones de estas ciudades hasta quince tamaños
diferentes de ladrillos pero siempre en una relación fija entre
longitud, anchura y espesor, en concreto 4:2:1.

Medidas encontradas en Harappa

Tanto desde el punto de vista artístico como


comercial tienen especial importancia los 550 sellos de
esteatita encontrados que servían para marcar la mercancía
con un signo distintivo de su propietario. Son estos los
restos encontrados en distintos estratos mesopotámicos y
que revelan el intercambio comercial entre ambas regiones.
Además, su forma artística ofrece algunos datos parciales
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sobre dicha cultura. En concreto, entre los abundantes
motivos religiosos que presentan destaca el “dios astado”,
una figura sentada con las piernas cruzadas y coronado por
un penacho de plumas y cuernos de búfalo, uno de los
animales domésticos de aquella época. La presencia
simultánea en los sellos de rinocerontes, búfalos, tigres o
elefantes parece denotar que este dios sería el de los
animales, mostrando una representación que mucho después
tomaría el dios hinduista Siva.
La cultura de Harappa parece haber llegado a su
culminación entre el 2.500 y el 1800 a.C. Su declive
probablemente fue debido tanto a motivos internos como
externos. Internamente se llegó a un alto grado de
inmovilidad social y cultural. Las excavaciones en Harappa
denotan la práctica inexistencia de cambios en los últimos
niveles, además de unas formas de construcción
progresivamente más toscas. El motivo externo residió en la
invasión aria que recorrió la zona hacia el 1500 a.C. Su
importancia se ha sobreestimado por los restos de Mohenjo-
Daro, que presentan muros incendiados, hasta veinte
esqueletos mutilados en un edificio y restos de alguna
batalla en el final de la ciudad. No obstante, tal cosa no
sucede en Harappa y, lo que es más, Lothal sobrevivió a la
caída de las otras dos ciudades durante un lapso de tiempo
que no baja de los cuatro siglos.
Todo indica, en suma, que una cultura decadente
llegó a un colapso por el ataque directo de invasores más
fuertes y organizados o por las consecuencias económicas
que esta invasión implicó (el cegamiento de canalizaciones,
la interrupción del comercio). Las circunstancias concretas
no se conocen y, en todo caso, el examen de las
inscripciones que han dejado en sellos y tablillas no ha

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resuelto el enigma de su escritura, si llega a serlo. Sí es
notable como ejemplo de escritura bustrofédica,
caracterizada por empezar la primera línea a su derecha y
proseguir escribiendo desde la izquierda en la línea
siguiente, en un característico zig zag. Comparaciones
filológicas han conducido a la sorprendente (pero
seguramente casual) relación de sus signos con los de una
cultura aborigen de la isla de Pascua, en el Pacífico.

Período védico

Hacia el año 1.500 a.C. llegó a la India la rama más


oriental de la emigración aria. Los arios eran una tribu
proveniente de las estepas ucranias que, por razones
desconocidas, inició una emigración masiva en busca de
nuevas y mejores tierras llegando a extenderse por Europa
los más occidentales, por el Medio Oriente algunas ramas
(bordeando por ambos lados el mar de Aral) y entrando por
el valle del Indo tras atravesar y asentarse en parte en la
meseta irania cercana.

Tanto su estructura social como sus valores y formas


de vida eran muy distintos de aquellos que encontraron entre
la población autóctona, previsiblemente una cultura de
Harappa que ya había perdido el vigor de tiempo atrás.
Apoyados en una sociedad jerárquica basada en el imperio
de un rey asesorado por un consejo, teniendo como un valor
fundamental el del poder mediante la guerra, sustentados en
nuevas armas de bronce y el uso bélico del caballo, los

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indoarios fueron extendiéndose paulatinamente por todo el
valle entre el Indo, primero, y el Ganges después.

Emigraciones arias

Los enfrentamientos con la población autóctona no


debieron ser pocos ya que su literatura, que luego
mencionaremos con mayor detalle, denota en estos primeros
tiempos un choque de tipo racial, contrastando el desprecio
con que son tratados los naturales de la región por su color
moreno frente al blanco de los invasores. Es de notar que la
palabra más antigua para denominar una casta es la misma
que designa el color de la piel (varna), así como que se
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considera un valor resaltable socialmente el color más claro
de la piel. En uno de sus textos sagrados, el Rigveda ya se
resalta el valor de la lucha heroica:

Como una nube tormentosa,


el héroe armado irrumpe en la vorágine de la batalla.
¡Gloria a ti y cuerpo ileso!
¡Protéjate la recia armadura!
Con nuestro arco queremos conseguir rebaños.
Con nuestro arco ganaremos batalla tras batalla.
Con nuestro arco, terror del enemigo,
confiamos adueñarnos de las tierras.

La agricultura y el comercio, que habían sido


fundamentales en la cultura harappiana, pasan a un segundo
plano. La economía indoaria se basa sobre todo en el ganado
respecto al cual la vaca empieza a cobrar una simbología e
importancia claramente reconocibles como representación
de la riqueza de la tribu, aunque aún por entonces era
sacrificable. La estructura social de este pueblo ganadero se
asienta en la tribu y la familia, en la que las mujeres tienen
un papel especialmente importante. Sin embargo, éste es
menor que en la cultura de Harappa, donde la mujer estaba
encargada en muchos casos de pedir a los dioses la
protección para su hogar.
Entre los indoarios esta labor de intermediarios entre
los hombres y los dioses son cada vez más asumido por una
creciente clase sacerdotal. Los dioses también cambian
considerablemente, aunque se reconoce un cierto
eclecticismo final entre sus características y las propias del
país al que llegaron. El más popular era Indra, en el que se
combinan los rasgos de un exterminador de dragones y

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demonios, gracias a su maza, y un rey de dioses. Como
caudillo y héroe de guerra lucha desde su carro de combate
contra los enemigos de piel oscura que se le enfrentan. Otros
dioses son Mitra, de un poder casi semejante al de Indra y
que de algún modo supone su réplica dialogante, al ser el
dios de los acuerdos y tratados. Los demás dioses tienen
relación con fenómenos atmosféricos (lluvia, viento, sol)
denotando la estrecha dependencia que los indoarios
reconocieron inmediatamente respecto a los monzones y
fenómenos atmosféricos que les permitían combatir las
hambrunas que registran sus escritos.
No existían templos entonces sino que se construían
altares de sacrificios según los lugares y la necesidad de
solicitar dones a los dioses. La ética indoaria era tosca y
basada en el intercambio: se pedían dones a los dioses a
cambio de sacrificios pero estos dones no eran arbitrarios.
Los dioses no tenían la libertad de negarse si el sacrificio
seguía todos los rituales prescritos, que eran cada vez más
complejos. La mala realización de un ritual anulaba todos
los efectos de la petición mientras que la corrección de
dicho ritual garantizaba la obtención de lo pedido.
De ahí, por un lado, que el ritual fuera cada vez más
importante en sus fórmulas y, por otro, que al hacerse más
complejo sólo una clase sacerdotal específica fuera capaz de
realizarlo y no individuos cualesquiera. En esta combinación
de factores se basó la creciente importancia de esta clase
sacerdotal de brahmanes, conocedores de las fórmulas y
cantos rituales, su adecuada aplicación, el tono y
modulación de los importantes cantos religiosos.
En cierto momento impreciso en torno al año 1.000
a.C. pero con varios siglos de diferencia, se fueron
codificando por escrito todos estos rituales. El fruto de ello

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es la redacción de los llamados Vedas (o Sabiduría)
integrados por sahmitas (colección de himnos), la mayoría
de los cuales contienen una descripción lírica de actos
rituales (encendido del fuego, ofrenda, preparación y
ofrecimiento de la bebida sagrada, el soma).
Existen cuatro Vedas fundamentales. El más antiguo
parece ser el Rigveda, que contiene mil veintiocho himnos
agrupados en diez círculos (o mandalas). Es quizá el más
literario y lírico de los cuatro.

Oh, Tierra,
alégrense tus colinas y tus montañas
cubiertas de nieve, y tus bosques.
En la castaña negra, roja y multiforme, firme y amplia
Tierra,
protegida por Indra, estaba yo, invicto, intocado, ileso.
Lo que es tu centro, oh Tierra,
lo que es tu ombligo, el alivio que sale de ti,
ponlo en nosotros y sé benévola, oh Tierra.
La Tierra es la madre, y yo soy su hijo;
Parjanya es el padre, que él nos dé abundancia.

El Yajurveda entra ya a tratar en profundidad todo lo


apuntado en el Veda anterior pero haciendo hincapié en las
fórmulas de sacrificio dando a los elementos del mismo un
carácter mágico para conseguir los objetivos perseguidos
con el mismo. El Samaveda vuelve de nuevo a los mismos
rituales pero centrándose sobre todo en la forma de canto de
los himnos que deben acompañarlos. Los tres forman un
conjunto ritual llamado Triveda, el conjunto fundamental de
conocimientos que debían poseer los brahmanes para llevar
a cabo los sacrificios habituales. En ellos se aprecia una

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importancia creciente de los sacrificios y una falta de
atención notable hacia los propios dioses que eran
protagonistas del Rigveda pero que van perdiendo
importancia en los dos siguientes textos. El cuarto y
posterior, el Atharvaveda se centra en las fórmulas mágicas
propiciatorias de la obtención de bienes materiales y se
aparta del lirismo y la filosofía de los Vedas anteriores
centrándose en mayor grado en la fe popular de los pastores
y campesinos indios.
Con el tiempo, a los Vedas se les fueron añadiendo
unos apéndices de texto llamados Vedangas. Mientras los
primeros eran verdad y sabiduría reveladas, los Vedangas
tenían una naturaleza simplemente de tradición oral del
pueblo indoario y, sin llegar a la importancia de los
primeros, permitía agrupar las principales normas de
actuación respecto al ritual de sacrificios en un formato más
accesible por medio de aforismos (sutras).

Parte de un Sutra

Estos Vedangas trataban hasta de seis materias


diferentes: fonética, ritual, gramática, etimología, métrica y

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astronomía. Desde el punto de vista matemático las dos
ramas principales en que se muestran los conocimientos en
tal ciencia son las dos últimas. En particular, la métrica
trataba de los modos geométricos de construcción de los
distintos altares de sacrificio. Al realizarse mediciones y
construcciones mediante cuerdas (sulva) eso conducía a
titular estos Vedangas como Sulvasutras (aforismos de
cuerdas). Ocuparán una parte básica en esta exposición del
conocimiento matemático de los antiguos indios.
La historia de la India védica, que discurre
aproximadamente entre el 1.500 a.C. y el 600 a.C., se puede
dividir en dos períodos diferenciados: por una parte el
inicial, en que las tribus indoarias van sometiendo a los
naturales que viven en el valle del Indo y extendiéndose
paulatinamente hacia el Este; de forma tardía, el período
védico completa la ocupación del valle indo-gangético pero
al tiempo se enreda en una serie continua de
enfrentamientos bélicos entre los distintos grupos familiares
y tribales que florecen en lugares diferentes. De todo ello se
encuentra un reflejo literariamente importante en el poema
épica Mahabarata entre los Kaurava y los Pandava, poema
que juega un papel en la antigüedad india semejante a los
cantos de Homero en la Grecia antigua. Denota además el
nivel bélico alcanzado entre las distintas familias más
poderosas por la extensión de su dominio y el control de los
recursos estratégicos. Esta búsqueda de un gobierno
poderoso y centralizado en torno a alguna ciudad emergente
como Asandivat, la primera que se menciona en el texto, no
llegó a fructificar.
Lo que sí se extiende paulatinamente es el sistema de
castas, fruto de la primera diferenciación entre los invasores
indoarios y los naturales de la región, y posteriormente de

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una segunda diferenciación entre la distinta importancia
familiar de los puestos ocupados en la sociedad. Según el
Rigveda, de la boca del dios Brahma surgieron los
brahmanes (sacerdotes, luego profesores, científicos), de los
brazos los kshatriyas (guerreros, más tarde terratenientes y
aristócratas), de los muslos los vaishiyas (comerciantes,
luego funcionarios y administrativos) y de los pies los
sudras (agricultores). Los parias o intocables eran seres
completamente impuros y fuera de las castas a los que no se
les podía ni siquiera tocar. Se podían dedicar a trabajos
impuros, como limpiar letrinas, recoger animales muertos,
etc.
En la estructura social de los arios los oficios
comenzaron a ser hereditarios por una parte (consolidando
el sistema de castas) y a especializarse por otra cuando la
economía se hizo más sedentaria y el comercio y la
agricultura mejoraron (multiplicando el sistema de castas a
partir de las cuatro iniciales). Pronto quedó vedado contraer
matrimonio fuera de la casta por lo que este sistema se hizo
más rígido y cerrado en sí mismo.
La primera tentación del lector occidental consiste en
confundir el sistema de castas con las clases sociales pero el
primero es un sistema con base religiosa, no económica.
Pueden darse profundas diferencias económicas de manera
que un guerrero (sobre todo, hoy en día) sea pobre mientras
un paria se vuelve millonario, pero este último siempre
estará por debajo del primero en el sistema social. Este
sistema tiene claras desventajas en el mundo actual, uno de
cuyos valores occidentales es la igualdad de los hombres
ante la ley, los derechos humanos, etc. pero indudablemente
ha dotado de una gran estabilidad social a la India, a la par
que un elevado grado de inmovilismo.

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Período brahmánico

El reino de Magadha

Durante el período védico parecen haberse


conformado distintos reinos en pugna constante de cuyo
paso sólo queda una constancia indirecta, como es el caso de
la mencionada epopeya Mahabarata.
En el siglo VI sí se encuentran evidencias
arqueológicas del dominio de uno de los reinos sobre los
demás: el de Magadha. Situado junto al valle del Ganges, en
el centro del actual Bihar, alcanza un momento importante
con el advenimiento de Bimbisara (546 a.C.). Rey y político
hábil, contemporáneo de Buda, neutralizó la oposición de
estados vecinos del norte y el oeste mediante alianzas
matrimoniales para lanzarse a la guerra contra estados del
este. La anexión de Anga le permitió disponer de un
importante puerto comercial que comunicaba el Ganges con
el sur de la India. Diversas evidencias lingüísticas (el
marathi, hablado entonces en la meseta del Dekán, es de
origen ario) muestran la penetración que tuvo la dinastía
Nanda en el sur de la India.
Bimbisara fundó una nueva y espléndida capital
llamada Rajagriha, muy cerca de algunos importantes
yacimientos de hierro. Ello no es casual dado que uno de los
factores más importantes para el triunfo del pequeño estado
de Nagadha sobre sus vecinos es el hecho de disponer de un
material de combate tanto de gran tamaño (catapultas) como
de tamaño reducido (armas de hierro), así como el hecho de
establecer un ejército permanente que venció a las fuerzas
tribales que se le oponían.
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Su final (494 aC) fue, sin embargo, trágico porque,
tras ser depuesto por su hijo Ajatashatru, éste le apartó del
poder, lo que motivó que el rey depuesto se dejara morir de
hambre, actitud no infrecuente en la India. La ambición por
el poder de Magadha motivó la guerra con los estados
vecinos parientes de Ajatashatru (concretamente, contra su
tío el rey de Kosala) en la cual destacó la capacidad bélica
del reino de Magadha consiguiendo apoderarse de estos
estados y ampliar considerablemente su poder.
Desde el punto de vista religioso Ajatashatru se
mostró hostil a Buda y sus seguidores pero la influencia de
éste por entonces era muy poderosa y optó finalmente por
solicitar el perdón para organizar, a la muerte del maestro,
un concilio que reuniese a los budistas estableciendo las
bases de la extensión de su influencia.
Según la tradición, sin embargo, a Ajatashatru le
sucedieron tres reyes, todos ellos parricidas lo que, unido a
su crueldad, provocó la reacción de sus súbditos que, por
medio del ministro Shishunaga, acabaron con la dinastía en
el año 414. Este instauró su propia dinastía (414 - 346) que
acabó con la muerte de los diez hijos del último rey por un
jefe de bandidos (Mahapadma Nanda) que, en connivencia
con la reina anterior, gobernó hasta la irrupción del reino de
Maurya (300 aC).

Los persas en la India

Situado el reino de Magadha en el este del


subcontinente, el destino de la parte oeste fue el de ser
ocupado por las tropas persas de Darío I que, hacia el año
518, habían fundado una satrapía (provincia) de la que ha

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quedado constancia en diversos monumentos persas. Su
ocupación no fue violenta, tal como era característico en el
imperio persa, y perduró durante dos siglos. Arqueros indios
participaron en la campaña griega del rey Jerjes
compartiendo la derrota de Platea (479), así como la más
dolorosa y definitiva derrota de Gaugamela (331) en la que
Darío III tuvo que ceder el reino persa a Alejandro Magno.
La influencia de la presencia persa en la India no es
desdeñable. En primer lugar, se tuvo constancia de la
posibilidad de fundar un gran imperio unificador que fue la
inspiración en lo sucesivo para algunos reinos (en particular,
la dinastía Maurya) aunque la disgregación geográfica y
étnica del subcontinente indio imposibilitaron ir más allá de
un cierto límite. En segundo lugar, existe una influencia
cultural que se manifiesta en la promulgación de leyes
(característica de nuevo de la dinastía Maurya) así como en
el uso de la lengua persa, el arameo, que fue el vehículo de
comunicación de toda esa zona (Bactriana, Afganistán) por
varios siglos hasta derivar en la lengua karosti.

Los Upanishads

Desde el punto de vista religioso, a la excesiva


rigidez del ritual en los Vedas le sucede una reacción que se
traduce en la confección de los Upanishads (Textos de
doctrina arcana), un conjunto de libros que empiezan a
escribirse en el siglo VIII aC, aún en el período védico, para
completarse en su forma definitiva dos milenios después.
Según ellos, el hombre no debe pretender manipular
la voluntad de los dioses a través de los sacrificios (como en
los Vedas) sino que precisa la salvación personal. Más allá
del cuerpo y del alma, se encuentra el ‘atman’, esencia

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última de todo individuo. Aunque esta esencia esté en todo y
en todos es única identificándose con el ‘brahma’, la esencia
última del universo. La forma de salvarse, de responder a la
unidad ‘atman-brahma’ no son los actos litúrgicos sino el
conocimiento. Pero no un conocimiento intelectual y
científico donde el análisis divide la realidad, mostrándola
en su variedad, no en su unidad. No es la ciencia con sus
definiciones, su dominio sobre las cosas, la que puede
llevarnos a alcanzar la unidad, sino el amor que contempla
las cosas sin ánimo de posesión.
Estas ideas llevaban de inmediato al monoteísmo
caracterizado por Brahma, la unidad suprema, que da
nombre a todo el período ahora estudiado. Toda forma de
existencia viene de Brahma y a él retorna con la muerte.
Pero cada existencia es imperfecta de manera que el alma
debe purificarse en la vida para volver a Brahma y existir
posteriormente en una nueva reencarnación que será mejor o
peor según el ánimo de purificación de la vida anterior. Esta
es la ley de purificación del ‘karma’, teoría pre-aria que este
pueblo incorporó a sus creencias. Algunos autores hacen
derivar esta creencia de la visión prehistórica del ciclo
monzónico, dador de vida para el hombre agrícola de
entonces y constantemente repetido cada año.

Buda y Mahavira, los reformadores

El príncipe Siddharta Gautama (546 - 466 aC) es


contemporáneo del rey Bimbisara, del reino de Nagadha, y
se constituye en un gran reformador religioso de la vida
india. Dando la espalda a su acomodada posición en palacio
decide salir de él teniendo, según la literatura posterior,

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cuatro encuentros: Con un viejo (la decrepitud), un enfermo
(el sufrimiento), un cadáver (la intrascendencia de la vida) y
un asceta mendigo (la injusticia social). Tras seis años de
vida errante y ascética se detuvo un día en el Parque de los
Ciervos de Benarés donde, bajo un árbol, tuvo una gran
revelación. Convertido en Buda (el Iluminado) renunció a su
salvación individual para desarrollar una vida de
predicación que empezó en el propio Benarés, con el sermón
de las Cuatro verdades del budismo:

Ésta, monjes, es la verdad sagrada acerca del dolor: El


nacimiento es dolor, la vejez es dolor, la enfermedad es
dolor, la muerte es dolor, la unión con lo que disgusta es
dolor, la separación de lo que place es dolor, no conseguir lo
que se desea es dolor... Ésta, monjes, es la sagrada verdad de
cómo surge el dolor; es la sed, que lleva de reencarnación a
reencarnación, junto con la alegría y el deseo, que encuentra
su alegría aquí y allá: la sed de placeres, la sed de
reencarnación, la sed de aniquilamiento. Ésta, monjes, es la
sagrada verdad de la extinción del dolor: La supresión de
esta sed por la destrucción total de la pasión, dejarla
marchar, desprenderse de ella, deshacerse de ella, no dejarle
ningún lugar.

Todo este desprendimiento de las pasiones humanas


conduce al nirvana, a la nada más absoluta. Fruto de ello es
la redacción de una serie de normas morales que permitan
alcanzar un “recto modo de pensar, una recta decisión, recta
palabra, recta acción, recta vida, recto esfuerzo, recto
recuerdo, recta concentración”, todo ello impulsado por una
orden monástica que nunca ha reconocido sucesor de Buda

26
y, durante un largo período de tiempo, ni siquiera admitió la
representación escultórica de su fundador.
Vardhamana Mahavira (530 - 477 aC) fue otro
importante reformador religioso contemporáneo de Buda,
aunque no parece que se conocieran. Pertenece a una larga
serie de reformadores que crearon una escuela de
pensamiento, el movimiento jaina, nombre que deriva de su
fundador histórico Jaina (el Victorioso). Para esta escuela, la
materia consta de átomos, cada uno de los cuales tiene
cuatro propiedades: olor, color, sabor y perceptibilidad.
Estos átomos se van agregando entre sí en conjuntos
mayores hasta formar el cuerpo. El mundo está poblado de
almas individuales relacionadas con la materia de todas las
cosas vivas. Para conseguir su libertad y no ser prisioneros
del cuerpo éste tiene que ser subyugado mediante una visión
recta, un conocimiento recto y una conducta recta. Ello
implica una disciplina y un código moral muy estrictos con
privaciones y penitencias voluntarias, no violencia sobre
todas las cosas vivas, el ayuno para el control del cuerpo
incluso hasta la muerte, el estudio, la meditación, etc.
La regla de la no violencia llega a extremos de
respirar a través de un velo (por cuanto en el aire hay
animales diminutos), filtrar el agua para beber (toda gota
encierra muchas almas vivas) e incluso no dedicarse a la
agricultura (dado que al cavar se matan muchos animales).
De ahí que sus seguidores se encuentren fundamentalmente
entre los comerciantes que, sin ser muy numerosos
(actualmente el jainismo tiene dos millones de seguidores),
sí han formado una élite poderosa en todo momento en la
sociedad india. Para algunos críticos, en la escuela jaina
falta toda idea de Dios, Brahma o cualquier ente superior.
La salvación es individual y a ella está destinado todo el

27
control y la disciplina del seguidor jainista, no tanto a los
que le rodean y sufren.

Templo jainista

28
Ashoka y el imperio Maurya

La dinastía Maurya

Con la dinastía Maurya se asiste al primer imperio


unificador conocido por la India. La primera referencia
histórica del príncipe Maurya Chandragupta (322 - 291 aC)
es su intento de captar como aliado a Alejandro el Grande
en su intento de derrocar a la dinastía Magadha, de la que
entonces formaban parte los dominios Maurya. A la
negativa del general macedonio (entonces en retirada) le
sucedió pocos años después el derrocamiento de la dinastía
Magadha y la creación del nuevo imperio desde su capital
Pataliputra (actual Patna).
Chandragupta extendió sus dominios hacia occidente
expulsando del Sind y el Punjab (en el valle del Indo y que
constituían el reino de Ghandara) a los griegos que
quedaban y llegando, por tanto, desde el mar Arábigo al de
Bengala. Tras estabilizar la frontera del oeste con una
alianza con el nuevo rey Seleuco (entonces más preocupado
con sus enemigos del oeste) su dominio se fue extendiendo,
por primera vez, a lo largo de la meseta del Dekkán, hacia el
sur (aunque este logro pudo deberse a su hijo).

El rey Ashoka

El rey Ashoka (272 - 232), nieto de Chandragupta, es


el más famoso en la historia de la India. Una de las primeras
acciones que se le conocen es la sangrienta represión de la
29
región de Kalinga, que pugnaba por su independencia. Más
de cien mil personas pasadas a cuchillo además de otras
tantas desplazadas da idea de la crueldad, incluso para
aquellos tiempos, de la acción del nuevo rey Maurya.
Además de las tendencias centrífugas a las que siempre se
asistirá en un subcontinente tan amplio y variado, una de las
causas de esta rebelión era el poco apoyo popular de que los
Maurya disfrutaban por su religiosidad brahmánica.

Mapa del territorio Maurya

30
Ashoka, dice la historia, entró en una crisis personal
tras el gran derramamiento de sangre y transformó su fe en
la budista. Es posible que tal cambio pueda verse reforzado
además por criterios políticos pragmáticos en la búsqueda de
una mayor unión con la fe popular, a la que defiende desde
un tono paternalista:

Edicto de Ashoka

Todos los hombres son mis hijos. Como para


mis hijos deseo que alcancen todo el bien, así
es mi deseo para todos los hombres. Por eso
considero que es mi obligación fomentar el
bienester de todos los hombres, pero la raíz
31
de todo está en el uso de todas las fuerzas y
en la realización de los negocios.

Edictos como el anterior hasta un total de catorce


aparecen sobre columnas o rocas, sea en el más antiguo
lenguaje karosthi (lengua al oeste del Indo) o en el más
reciente brahmi (lengua al este del Indo), así como en
nagari. Su budismo no es teórico ni profundo sino que
asoma en sus edictos como normas de moral práctica tanto
para el gobernante como para el gobernado.

Santuario rupestre de la época Maurya

En sus últimos años, según una leyenda, se volvió


infantil. Su aplicación de la doctrina de la no violencia era
incapaz de impedir la defección de algunas partes de su
32
imperio, tal como sucedió en Taxila y el Punjab de la que se
hicieron cargo dos de sus hijos. Retirado a un santuario
budista sus descendientes fueron perdiendo el dominio de un
imperio tan extenso y hacia el 187 a.C. el último fue
asesinado en un desfile militar por uno de sus generales, el
príncipe Pushyamitra, que inauguraba para su dinastía
Shunga el dominio sobre el reino de Magadha.

Esquema de una stupa

Las stupas

Durante la India budista cuyo dominio comienza con


el rey Ashoka, dos formas artísticas destacan sobremanera:
Una son los santuarios rupestres, cuevas ideales para la
meditación budista que, con el tiempo, se transformaron en
verdaderos templos interiores en la montaña. La otra forma
artística es la stupa, un monumento funerario-religioso que
Ashoka multiplicó a miles por todo el territorio de su
imperio. Sobre una plataforma en forma de altar de
sacrificio, representando la Tierra, se levanta una semiesfera
33
(el Cielo) rodeada de una empalizada. Habitualmente bajo el
altar se enterraban reliquias de hombres santos para que los
caminantes les rindieran su recuerdo al pasar junto a ellos.
La bóveda fue pronto recubierta de altos y bajorrelieves
constituyéndose en una obra de arte de gran valor, entre las
que destaca la stupa nº 1 de Sanchi (Bhopal), erigida por
orden del rey Ashoka, un monumento de 36 metros de altura
y cubriendo un círculo de 32 metros de diámetro.

Stupa nº 1 de Sanchi

34
Las dinastías locales

Toda la fuerza que había empleado la dinastía


Maurya en unir las tierras indias en un gran imperio se vino
abajo pronto. Durante los siglos II y I a.C. la llanura del
Ganges (antiguo reino de Magadha) estaba dominada por los
Shunga (185 - 73 a.C.), a los que siguió una corta dinastía
de brahmanes, los Kanva (73 - 28 aC).
La meseta del Dekkán y, en general, casi toda la
India del Sur, estaba en manos de los príncipes Shatavahana,
un pueblo de origen indoeuropeo que, habiendo aceptado el
dominio de los Maurya, se enfrentaron finalmente a ellos
durante la descomposición del imperio llegando a ocupar el
reino de Magadha tras el derrocamiento de los Kanva. No
obstante, en el siglo III d.C. otro pueblo indo-parto, los
Pallava, consiguieron su caída.
El pueblo de los yuejin fue siendo desplazado en el
siglo II a.C .del noroeste de China, donde vivían hacia la
Bactriana, lugar en que empujaron a los partos hacia la
India. Finalmente, hacia el año 65 d.C. los yuejin invadieron
el noroeste de la India y, tras derrotar a los partos, uno de
sus clanes, los Kushana, se hizo con un poder que no cesaría
hasta el año 300 d.C.
Combinando un gobierno férreo con una buena
administración de los recursos, la dinastía Kushana se
estableció alcanzando su mayor grandeza con Kanishka
(144 - 168 d.C.), tiempo en que resultaron ser los
intermediarios perfectos de la China en el establecimiento
de la Ruta de la Seda, ruta no sólo de comercio sino de
extensión del budismo hacia China.

35
El imperio gupta

La constitución del imperio

Desde el año 300 d.C. hasta el 495 el imperio Gupta


consolida una nueva unificación del subcontinente indio, al
menos en lo que se refiere a la llanura indo-gangética. Se
asiste así a un nuevo ciclo de una historia varias veces
repetida en países geográficamente tan amplios y variados
como China o la India e incluso en Egipto durante la
antigüedad.

Territorio durante el imperio Gupta

36
En primer lugar hay una serie de estados pequeños y
autónomos repartidos por el territorio. En segundo lugar,
uno de esos estados a cuya cabeza figura un rey guerrero y
también diplomático (en este caso, Chandragupta) comienza
una expansión que, eventualmente, seguirán sus
descendientes. El reino adquiere un considerable poder, se
forma una administración cada vez más extendida para
controlar todo el territorio, pero la extensión del mismo y las
dificultades de comunicación con el poder central provocan
que las regiones periféricas practiquen una autonomía
creciente. En un determinado momento los problemas
dinásticos motivan disensiones internas cuando no
rebeliones abiertas y, en suma, un creciente debilitamiento
del poder central, con lo que las regiones (empezando por
las más distantes) imponen su independencia formando
reinos pequeños que suceden al imperio anterior para
reanudar el ciclo antes o después.
El imperio Gupta es un nuevo caso en este proceso.
El reino que gobernaba el fundador de la dinastía era
pequeño y estaba situado, como varios otros, en el valle del
Ganges hacia el año 300. Chandragupta fue ese rey guerrero
que se ha comentado pero también un político hábil puesto
que se dio un nombre que recordaba al fundador de la
dinastía Maurya y, sobre todo, casó con una princesa de la
familia de los Licchavi, familia de rancio abolengo desde los
tiempos de Buda aunque venida a menos. Con ello dio a sus
descendientes una legitimidad en el dominio imperial de la
que carecían anteriormente.
Su hijo Samudragupta (335 - 375) hizo de este
pequeño reino un imperio que iba desde el Ganges hasta el
Indo a costa de vencer a numerosos pequeños y débiles
estados que se opusieron a su avance. Su ánimo de

37
conquista le llevó incluso a la llanura del Dekkán donde
venció entre otros al rey Pallava entonces en el poder. Sin
embargo, no se asentó en el sur aunque toda esta zona
convivió tanto en lo cultural como en lo comercial con el
imperio Gupta a lo largo de su existencia.
La labor inconclusa que dejó su padre la completó
Chandragupta II (375 - 414) que culminó la conquista de la
costa occidental venciendo al reino de los sátrapas. Con él
llega a su máxima expansión el imperio que, a partir de
entonces, se dedicó a consolidar su poder con Kumaragupta
I (414 - 455) y luego a hacer frente a una lenta decadencia
cuyas razones se han comentado anteriormente. El último
rey, Budhagupta (447 - 495) resulta vencido por la invasión
de los hunos heftalíes que transformarán la India en un
nuevo conglomerado de estados pequeños hasta la llegada
islámica varios siglos después.

La ruptura de las vías comerciales

Una de las razones y no pequeña de la decadencia


del imperio Gupta se encuentra en la interrupción del
comercio hacia mediados del siglo IV. Por un lado los hunos
heftalíes fueron causando dificultades en la ruta de la Seda
hasta que la ocupación de los pasos fronterizos al norte de la
India la interrumpieron completamente. De forma
concomitante con estas dificultades hay que resaltar que el
lucrativo comercio con Roma se interrumpe con la
decadencia y caída del imperio romano, con lo que una de
las principales fuentes de riqueza y la base del poder de los
comerciantes en el imperio se deshace. La dinastía Gupta,
que se había apoyado fuertemente en esta rama de la

38
población, pierde la base de su poder al no poder hacer
frente a los problemas presentados.
De hecho, lo que se registra en esta época es una
búsqueda de mercados alternativos por parte del sur del
subcontinente que se expande fuertemente hacia las costas
del sureste asiático (las actuales Corea, Indonesia y
Vietnam, por ejemplo) donde se asentaron de manera
pacífica conformando una élite de mercaderes que, en no
pocos casos, se hicieron con el poder de las comunidades
preexistentes. Sin embargo, lo único que ha quedado de esta
expansión en aquellas regiones ha sido la extensión del
budismo.

Religión y cultura

Los Gupta fueron partidarios de la religión hindú,


particularmente rindiendo culto a Vishnú, una de las
divinidades asociadas a Brahma. Sin embargo, su imperio es
un tiempo de rara tolerancia. No es necesaria una religión
oficial y el budismo y el hinduismo conviven en paz sin que
ninguna quiera imponerse a la otra. De tal manera, que hasta
los soberanos Gupta crearon universidades y centros de
estudio sobre el budismo, aunque no lo profesaran. En todo
caso, el budismo fue haciéndose cada vez más intelectual y
apoyándose más en la élite de los ciudadanos y el hinduismo
fue ganando en arraigo popular hasta el punto de que el
primero fue desapareciendo paulatinamente de la India,
lugar donde había nacido, al tiempo que se expandía
incontenible por China.

39
Templo de Ajanta

Ello no es óbice para que una de las mayores


expresiones del arte budista, las cuevas de Ajanta, un
santuario rupestre que se trabajó durante varios siglos, se
desarrollara a lo largo de este tiempo. La otra forma de
expresión artística budista, la escultura, también está
magníficamente representada por la escuela de Sarnath.
Ésta, trabajando en piedra arenisca, realiza una serie de
figuras (particularmente de Buda) en torno al metro y medio
de altura donde la figura emerge parcialmente de la piedra
de una forma característica de esta época muy ligada al
altorrelieve.
Por lo que el imperio Gupta, sin embargo, ha
alcanzado la denominación de India clásica ha sido por la
40
protección que todos sus soberanos dedicaron a la cultura y
al arte. En particular la poesía llega en su tiempo a una de
sus cumbres (la que representa, por ejemplo, el poeta
Kalidasa, de fuerte influencia en la literatura europea a partir
del siglo XVIII, admirado por Goethe). También el
conocimiento científico, particularmente las matemáticas (o
como las llamaban, el ‘arte indio’) y la astronomía (con
importante influencia occidental), llegan a su época de
mayor esplendor en la antigüedad india.

41
Geometría védica

42
Los Sulvasutras

Como ya mencionamos al tratar la literatura védica,


los Sulvasutras o aforismos de cuerdas (cordel de medir) son
apéndices de las principales obras védicas, destinadas a la
construcción y medida de los altares para los sacrificios
rituales.
Diversos datos parecen indicar que su redacción
puede situarse entre el siglo VIII a.C., cuando el sánscrito
empieza a tomar la forma que aparece en estos textos, y el
siglo V a.C. en que el sabio Panini codifica y establece las
reglas gramaticales del sánscrito clásico.

Altar cuadrado

En la religión védica cada hogar debe tener tres tipos


de fuegos de sacrificio (agnis). El altar apropiado para ellos
43
son cuadrados, circulares o semicirculares. Sin embargo, los
más elaborados ya corresponden a rituales complejos que
deben ser llevados a cabo por los brahmanes. Estos ya
vienen referenciados en los Vedas samhitas como el
Rigveda, de manera que su elaboración es antigua y
probablemente los Sulvasutras son versiones actualizadas de
conocimientos de varios siglos atrás.

Altar en forma de halcón

Los altares (vedi) más complejos tenían usualmente


forma de halcón, sea con sólo la cola o también patas,
aunque cabía hacerlos también en forma de garza, una
simple variación del primer altar. La razón viene expresada
en uno de sus libros sagrados:

Aquél que desea el cielo puede construir el


altar en forma de halcón, puesto que el
halcón es el mejor volador entre las aves; así
el sacrificante, habiéndose convertido él

44
mismo en halcón, vuela hacia el mundo
celestial.

Pues bien, este altar sagrado se construía con siete


cuadrados y medio. Cuatro de ellos formaban el cuerpo del
halcón. Luego tres más se usaban para las dos alas y la cola.
Finalmente, cada ala se alargaba con un quinto de cuadrado
y la cola con un décimo del mismo cuadrado, totalizándose
así los siete cuadrados y medio. Cada uno de estos
cuadrados tenía por lado una purusa, unidad de medida
equivalente aproximadamente a 2,34 metros y que
correspondían a la altura de un hombre con los brazos
levantados.
Hay varios Sulvasutras: el más antiguo resulta ser el
de Baudhayana y luego es difícil situar a los restantes, el de
Apastamaba y el de Katyayana son los más importantes,
habiendo otros de menor importancia como el de Manava.
El primero, por ejemplo, consta de tres partes consistentes
en 113, 83 y 323 aforismos (sutras), de los cuales los 62
primeros son los más importantes desde el punto de vista
matemático por consistir en:

1-21: Trata de las unidades de medida a emplear en el


resto del texto.
22-49: Se aborda la construcción de cuadrados y
rectángulos, incluyendo la formación de un cuadrado
sobre la diagonal de un rectángulo.
50-60: Examina los métodos para transformar unas figuras
en otras conservando su superficie. En concreto, el
aforismo 58 presenta la transformación de un círculo
en un cuadrado mientras que el 59 y 60 hacen la

45
operación contraria transformando un cuadrado en
círculo de igual área.
61-62: Como fruto de lo anterior, se encarga de determinar
un valor aproximado para la raíz cuadrada de 2.

Todas estas operaciones eran necesarias por varios


motivos:

1) Los altares más importantes debían tener la misma


superficie de siete purusas y media cuadradas que
caracterizaban el del halcón. Dado que había altares
cuadrados debía saber construirse, en primer lugar,
un cuadrado de tal superficie, y después otros altares
rectangulares, triangulares, trapezoidales o
circulares, con la misma superficie. El procedimiento
más directo consistía en transformar un cuadrado en
otro tipo de figuras permaneciendo constante el área.
2) Las reglas brahmánicas establecían que el primer
altar construido en un hogar tuviera la superficie
antedicha pero que si se construía uno más debía
tener una purusa cuadrada más, el siguiente una más
y así sucesivamente. Ello obligaba, a partir del altar
cuadrado inicial, a construir un altar cuadrado (figura
básica inicial, transformable en otra posteriormente)
a partir de la suma de dos cuadrados desiguales.
3) Había sacrificios que exigían un altar cuadrado,
como ya se ha comentado, pero otros de distinto tipo
precisaban un cuadrado que fuera la tercera parte y
aún la novena parte del inicia, lo que conducía al
cálculo de cuadrados equivalentes a la tercera parte
de uno dado.

46
4) Dentro de las transformaciones de un altar cuadrado
en otro de distinta forma, era especialmente
relevante la construcción de un altar circular por
cuanto se planteaba el problema de la cuadratura del
círculo o la circularidad del cuadrado, dando paso a
cálculos sobre el valor más aproximado de la raíz
cuadrada de dos.

A estos problemas geométricos en los que los


brahmanes alcanzaron una gran habilidad y conocimiento,
habría que añadir otros problemas prácticos también
relacionados con las matemáticas. En efecto, los altares
usuales tenían que construirse con cinco capas de ladrillos
que llegaban a un hombre a la altura de la rodilla pero otros
más elaborados debían llevarse a cabo con diez y hasta
quince capas de ladrillos. Cada capa debía tener doscientos
ladrillos hasta totalizar en el más usual el número de mil.
Sin embargo, para que encajaran adecuadamente, estos
doscientos ladrillos de cada capa debían colocarse de forma
no coincidente, lo que obligaba a plantear las distintas
formas de intercalarlos para mantener el número requerido y
dar estabilidad, al tiempo, al altar. Todos estos problemas y
la forma en que los brahmanes indios los solucionaron
empleando métodos geométricos de gran ingeniosidad,
serán tratados a continuación.

Construcción del cuadrado y el trapecio

En primer lugar, el altar debía estar orientado en


referencia a los cuatro puntos cardinales, de manera que la
47
primera tarea de los tendedores de cuerdas era señalarlos, tal
como señala Katyayana. Para ello se colocaba una barra
vertical (el gnomon) y se trazaba una circunferencia pasando
por el lugar de su colocación y que tuviera la altura de
dicho gnomon por diámetro. Sea en el amanecer o en el
atardecer, la sombra del gnomon caería sobre otro punto de
la circunferencia que permitiría tender la cuerda en la
dirección este-oeste, E-O.

A continuación era necesario trazar el eje norte-sur


lo que planteaba el problema de construir la perpendicular a
la recta antes dibujada. Ello se hacía de un modo similar al
actual: Atando cuerdas a los gnomones E-O se tendía una
cuerda de longitud doble que la distancia entre el gnomon E
y el O. Se marcaba con otro gnomon el punto medio de esta
cuerda lo que señalaría en un sentido el norte y en el otro el
sur.
48
Con esta construcción se garantizaba el dibujo de
perpendiculares. Sin embargo, había otro método para su
dibujo consistente en reunir tripletas pitagóricas. Así, se
tomaba una cuerda dividida en dos partes: Una, por ejemplo,
tenía 39 prakramas (unidad de longitud) y la otra 15. Se
doblaba la cuerda hasta que la distancia entre sus extremos
fuera de 36 en cuyo caso se habría construido un triángulo
rectángulo de catetos 15 y 36 y de hipotenusa 39.
Apastamba da otros valores, el más elemental (3, 4, 5) y
algunos múltiplos, así como otras tripletas (12, 5, 13) con
sus múltiplos, (15, 8, 17) ó (12, 35, 37).
Había varios métodos para el trazado de un
cuadrado. Conociendo los ejes E-O, N-S y tomando las

49
mismas distancias desde su punto de corte hacia las cuatro
direcciones sobre dichos ejes, bastaba trazar perpendiculares
por los extremos de estos ejes hasta que sus puntos de corte
dieran los vértices del cuadrado buscado. Otros
procedimientos, sin embargo, son más originales.

El primero tomaba un bambú recto de longitud la del


lado del cuadrado deseado y con agujeros en los extremos y
en su punto medio. Sujetándolo por un extremo A se hacía
girar el otro libremente trazando sobre arena su trayectoria.
Esta acción se repetía sujetándolo por el otro extremo B
hasta que el punto de corte P de ambas trayectorias permitía
construir la perpendicular de un modo semejante al visto
antes. Sujetando un extremo del bambú en el punto medio O
y haciéndolo pasar por el punto P se conseguía el punto Q.
50
Colocando el punto medio del bambú en Q se colocaba este
bambú de manera que sus dos extremos estuvieran sobre las
trayectorias dibujadas en la arena permitiendo así conseguir
los vértices C y D.
Baudhayana, sin embargo, ofrece otro método
basado en el dibujo e intersección de circunferencias.
Consiste en considerar una cuerda tan larga como el lado del
cuadrado deseado fijando el punto medio, a partir del cual y
tomándolo como centro se dibuja una circunferencia que
tenga por diámetro el lado del cuadrado. Se trazan dos
diámetros perpendiculares de esta circunferencia respetando,
naturalmente, las direcciones consabidas E-O y N-S. Por los
puntos donde estos diámetros corten a la circunferencia
(cuatro en total) se dibujan sendas circunferencias iguales a
la anterior. Los puntos de intersección de estas cuatro
circunferencias marcan la posición de los cuatro vértices del
cuadrado.

51
Es evidente que estos métodos sirven de base para la
construcción tanto de rectángulos como de trapecios. En
concreto, el vedi o altar prescrito para tomar en él la bebida
embriagante y sagrada del soma tenía que tener la forma de
un trapecio isósceles (mahavedi) donde la base más corta
debía tener 24 padas (pies), la más larga 30 y la altura del
altar o distancia perpendicular entre ambas bases había de
contar 36 padas.

La construcción dada por Baudhayana es la


siguiente:

1) Se marca con la cuerda la longitud de 36 padas (XY)


en dirección este-oeste.

52
2) Desde el extremo este de la cuerda (X) se señala una
distancia de 5 padas (punto P) y desde el extremo
oeste (Y) una distancia de 8 padas (punto R).
3) A continuación se utiliza el triángulo rectángulo (5,
12, 13) donde 5 es la distancia entre XP, de manera
que 12 será el cateto restante de dicho triángulo y da
el punto A. Si se realiza la misma construcción en el
otro sentido se obtiene el punto D de manera que la
distancia AD es de 24 padas, tal como se deseaba.
4) Del mismo modo, a partir de R y sobre la base
contraria se considera el triángulo rectángulo (8, 15,
17) de manera que, como la distancia YR era de 8
padas, el otro cateto de 15 permitirá obtener B y,
sobre el sentido contrario, C. Así, la distancia entre
los puntos B y C será de 30 padas, como se deseaba.

Parece pues que los indios ya eran perfectos


conocedores de las relaciones pitagóricas y ello varios siglos
antes de que Pitágoras le diera una completa demostración
en sus Elementos. Veamos hasta qué punto es así.

El cuadrado doble y Pitágoras

Dentro de la construcción de altares existen distintas


ocasiones en que es necesario dibujar un cuadrado de área
doble que la de uno dado. La más elemental consiste en
transformar un altar cuadrado en otro en forma de triángulo
isósceles del mismo área. La forma más sencilla para hacer
esto es que, a partir del cuadrado inicial, se construya otro
53
de tamaño doble. A continuación se toma el lado de este
nuevo cuadrado como base y altura del triángulo isósceles.
Sin más que comparar la superficie de los cuatro triángulos
resultantes se comprueba el resultado deseado.

Por este motivo, entre otros, los brahmanes indios


precisaban construir cuadrados de área doble que uno dado.
La forma más fácil de conseguir este objetivo era darse
cuenta de que la diagonal del cuadrado original es el lado
del cuadrado deseado. La forma en que llegaron a tal
solución puede obedecer a una intuición meramente
geométrica al considerar una figura como la siguiente.

54
Dice Katyayana:

En la construcción del altar Paitrki haced un


cuadrado de área dos purusas cuadradas y
tenga los clavos (vértices del altar) en los
puntos medios de los lados. Ésta es la
construcción.

Se puede observar que el cuadrado original consta de


dos triángulos de media purusa cuadrada cada uno, mientras
que el cuadrado construido sobre la diagonal del primero
consta de cuatro de estos triángulos. Naturalmente éste es un
caso particular de la relación más general denominada de
Pitágoras pero probablemente a los brahmanes védicos les
bastaba para tener el procedimiento deseado.
55
Baudhayana dice que

La cuerda que se estira en el sentido de la


diagonal de un cuadrado produce un área de
tamaño doble del cuadrado original.

El conocimiento de esta relación presente en el


triángulo rectángulo era amplio y bastante general por
cuanto las relaciones pitagóricas eran utilizadas
habitualmente en la construcción de ángulos rectos, tal
como hemos visto anteriormente en el altar trapezoidal.
Apastamba, por ejemplo, maneja triadas como (3, 4, 5), la
más elemental, pero también otras que no se deducen de la
anterior, como (15, 36, 39), (5, 12, 13), (7, 24, 25), (72, 96,
120), etc.

Posteriormente, al construir un altar cuadrado que


tenga por área la diferencia de dos cuadrados desiguales,
podrá encontrarse una construcción geométrica que, no sólo
utiliza de forma general la relación entre los lados de un
triángulo rectángulo, sino que es la misma disposición que
56
permite una demostración ya conocida en el mundo chino.
En efecto, el cuadrado grande de la izquierda se compone
del pequeño interior más cuatro triángulos. El cuadrado de
la derecha, igual que el original, se compone de los mismos
cuatro triángulos y dos cuadrados construidos sobre los
catetos de uno cualquiera de esos triángulos. Si eliminamos
los cuatro triángulos iguales en cada uno de los grandes se
obtiene la evidencia visual de que el cuadrado construido
sobre la hipotenusa es igual a la suma de los construidos
sobre los catetos.
Pues bien, la construcción de un cuadrado de área
doble a partir de la diagonal del cuadrado original supone
conocer, desde el punto de vista numérico, que esta diagonal
se obtiene multiplicando √2 por el lado del cuadrado. En
líneas generales, el cuadrado de lado unidad tiene por
diagonal precisamente √2 de forma que el área del cuadrado
construido sobre ella es 2.
Lo cierto es que la matemática védica supo calcular
una aproximación muy exacta de este valor, tal como
muestran Apastamba y Katyayana:

√2 ≈ 1 + 1 / 3 + 1 / 3 x 4 - 1 / 3 x 4 x 34

En otras palabras, en términos decimales tomaban la


aproximación 1,41421568...
siendo la actual 1,41421356...
La cuestión problemática que se presenta al
estudioso actual es averiguar cómo pudieron llegar a ese
valor tan ajustado. Los Sulvasutras, conjuntos de aforismos
de cómo proceder para realizar los cálculos oportunos son
una obra eminentemente práctica que no se detiene en
demostración alguna. De manera que sólo cabe hacer

57
reconstrucciones lo más verosímiles posible del modo en
que llegaron a un resultado semejante.
La primera sería de naturaleza algebraica:

1. Se considera un altar cuadrado de lado 12. Su área


será 12 2 = 144
2. Ahora se plantea el problema de construir un altar
cuadrado cuya área sea el doble que la anterior, es decir,
2 . 122 = 288
3. La mejor aproximación parece ser la del cuadrado
de lado 17, ya que 17 2 = 289
4. Esto supone que 2 x 122 ≈ 172 luego √2 ≈ 17/12
que expresado a través de fracciones unitarias daría:

√2 ≈ 17 / 12 = 1 + 1 / 3 + 1 / 3 x 4

5. La consideración de esa unidad de diferencia entre


288 y 289 precisaría considerar la sustracción de una
fracción que sería la dada en la fórmula anterior.

Sin embargo, es posible una aproximación de


naturaleza geométrica que quizá estuviera más a su alcance
y ser más intuitiva para justificar la fracción que se resta:
Se toman dos cuadrados iguales de lado unidad. Se
trata de formar un cuadrado de área doble que cualquiera de
ellos recortando el segundo y uniendo las partes recortadas
sobre el segundo hasta formar el cuadrado deseado.
Evidentemente éste es un método aproximativo que se
puede algebrizar posteriormente para dar cuenta de las
acciones efectuadas.

58
Así, el segundo se divide en tres rectángulos iguales
dos de los cuales se colocan sobre el primer cuadrado según
la figura. A continuación el tercer rectángulo se divide a su
vez en tres partes iguales, una de cuyas partes, el cuadrado,
se coloca en la esquina del primero. Los otros dos cuadrados
se dividen cada uno en cuatro rectángulos iguales que
pueden colocarse en torno a la figura antes dibujada. Así,
todo el segundo cuadrado queda repartido alrededor del
primero a salvo de un pequeño cuadradito de la esquina que
es necesario añadir para completar el cuadrado buscado de
área doble. De esta manera, el lado de este último cuadrado
mayor tendrá de lado
1 1
2  1 
3 3 4
a lo que habría que quitar una pequeña cantidad para
compensar el cuadradito pequeño que se ha tenido que
añadir. Éste tendrá de área (1 / 3.4 ) 2 , superficie que
habría que restar del cuadrado hasta ese momento formado.
Pero la resta habría de ser de una pequeña franja rectangular
59
tanto en la parte superior como a la izquierda, por ejemplo,
de dimensiones 1 + 1/3 + 1/3.4 de largo y una cantidad
desconocida x de espesor. ¿Cuánto vale x?
Habrá de cumplirse:
2
 1 1   1 
2 x 1     x2   
 3 3  4 3  4
Despreciando el valor de x2 por ser muy pequeño y
despejando el valor de x se llega a que:

1
x
3  4  34
que justificaría la deducción mostrada por las fórmulas
védicas.

Suma y resta de cuadrados

La construcción de un cuadrado doble que uno dado


ya supone resolver el problema de hallar el cuadrado que
tenga por área la suma de dos cuadrados iguales. Pero el
problema puede generalizarse a la suma de tres y más
cuadrados, siempre que sean iguales.
Baudhayana afirma que

Un rectángulo de anchura igual a la del


cuadrado e igual a la unidad y una longitud
que sea su diagonal tiene una diagonal que da
un cuadrado tres veces más grande.

60
El proceso es generalizable sin más que construir
sucesivos triángulos rectángulos uno de cuyos catetos sea la
unidad y el otro las distintas diagonales crecientes que se
ven obteniendo. Sin embargo, el procedimiento más general
viene dado por Katyayana tiempo después y, aunque no da
explicación de cómo ha llegado al resultado que enuncia, es
posible que el examen de casos particulares haya permitido
inferir el más general. Consideremos la relación pitagórica
que conocían (5, 12, 13). Si tomamos el cuadrado del cateto
pequeño (5 2 = 25) resultaría que el segundo cateto se
obtiene hallando la mitad de este cuadrado menos uno y la
hipotenusa puede interpretarse como la mitad de ese
cuadrado más uno, de modo que

12 = ½ (25 - 1),
13 = ½ (25 + 1).

Puede comprobarse que esta relación sucede en


general y da lugar a tripletas pitagóricas:
61
[√n , ½ (n - 1), ½ (n + 1) ]

Este hecho general permite deducir que si se


construye un triángulo rectángulo que tenga de base ½ (n -
1) y de hipotenusa ½ (n + 1) el otro cateto nos dará el lado
de un cuadrado de área n, siendo n cualquiera.
Probablemente, Katyayana prefiere prescindir de las mitades
considerando el triángulo isósceles que tenga de base (n - 1).
Al mismo tiempo, como la tripleta pitagórica sigue
siéndolo si cada uno de sus términos es multiplicado por el
mismo número L podremos deducir que la construcción de
dicho triángulo permite hallar, a partir del cuadrado de lado
L, un cuadrado n veces mayor.
Los problemas de este apartado se cierran con la
suma y resta de cuadrados desiguales. En estos casos, la
aplicación de la relación pitagórica es flexible y constante,
de manera que debía de ser un procedimiento consabido:
dos catetos permiten hallar una hipotenusa deseada (como
en Baudhayana) y una hipotenusa junto a uno de los catetos
permitía hallar el otro (Katyayana).
Así, para sumar dos cuadrados desiguales
Apastamba propone:

Con el lado del pequeño debe cortarse un


segmento del mayor. La cuerda diagonal del
segmento combinará los dos cuadrados.

62
Como se puede apreciar, estas indicaciones permiten
formar un triángulo rectángulo de catetos a y b, los lados de
los dos triángulos desiguales que se quieren combinar. La
hipotenusa de dicho triángulo tendrá de longitud la raíz
cuadrada de a2 + b2 de manera que constituye el lado del
cuadrado buscado, unión de los dos.
Una construcción semejante realiza el mismo
Apastamba para mostrar la forma de encontrar un cuadrado
igual a la diferencia de otros dos desiguales. En este caso
interesará formar un triángulo rectángulo que tenga por
hipotenusa el lado a del cuadrado mayor y uno de sus
catetos el lado b del menor. De manera que la construcción
es semejante a la anterior salvo en la hipotenusa
considerada.
Así, se divide el cuadrado grande de forma que
quede en su parte inferior el rectángulo de lados a y b.
Entonces se abate el lado a sobre el lado contrario. De este
modo se forma el triángulo rectángulo que tiene b por uno
63
de sus catetos y a por la hipotenusa, de manera que el otro
cateto será la raíz cuadrada de a2 - b2, siendo por tanto el
lado del cuadrado diferencia de los dos iniciales.

Transformación entre cuadriláteros

Cuadrado en rectángulo

Una vez construido el cuadrado por alguno de los


procedimientos examinados, se desea construir un altar
rectangular de la misma superficie, lo que implica
transformar el cuadrado en rectángulo. Se han registrado
64
hasta tres métodos para ellos, el primero de los cuales
(Apastamba) es muy tosco e inexacto.
Consiste en considerar el cuadrado ABCD de manera
que, sobre uno de los lados, se considera el segmento de
longitud EF correspondiente a la anchura del rectángulo que
se desea.

A continuación lo que se hace es cortar superficies


sobrantes pegándolas a continuación del lado corto del
rectángulo hasta completarlo. Primero un trozo de largo
igual a dicha anchura y luego dividir el resto tantas veces
como sea necesario. El resultado de tal acción es bastante
imprevisible porque pueden obtenerse con exactitud esos
trozos y unirlos a continuación o no.
Más exacto como método pero también limitado es
la construcción de Baudhayana o Katyayana que consiste en

65
partir el cuadrado ABCD por la mitad mediante una
diagonal. Uno de los triángulos resultantes, el ABC, se
divide a su vez en dos triángulos iguales que resultan
rectángulos. Estos se trasladan sobre los otros dos lados del
cuadrado para formar el rectángulo ACFG que tiene un área
igual que el cuadrado original. El único problema de esta
construcción es que al rectángulo no se le puede dar el lado
que previamente se desee.

Apastamba, que había mostrado previamente un


método burdo y aproximado, termina ofreciendo una

66
construcción sencilla y exacta (que sólo fue demostrada
como tal por un comentador posterior). Considérese el
cuadrado ABCD cuyo lado CD se lleva hasta la posición EF
de manera que BE coincida con la longitud del rectángulo
que se desea. Se unen entonces los vértices B y F mediante
una diagonal que corta a CD en G. El rectángulo buscado es
entonces el IHEB siendo IH la recta que pasa por G.

En efecto, se parte de que los triángulos BEF y BAF


son iguales. De estos quitamos los triángulos GFH y GFD
iguales. Resulta entonces que los trapecios BGHE y BGDA
son iguales. Quitamos de estos los triángulos BGC y BGI
67
que son iguales. Queda entonces que los rectángulos IGDA
y CGHE también son iguales, de donde lo restado al
cuadrado se le ha añadido al rectángulo para formarlo y las
áreas serán, por consiguiente, iguales.

Rectángulo en cuadrado

Hay que plantear el caso contrario, es decir, convertir


un rectángulo en un cuadrado de la misma superficie.

68
Baudhayana lo hace considerando el rectángulo
ABCD. A partir del lado AB se forma el cuadrado ABKH.
Se considera entonces el segmento EM de manera que el
rectángulo sobrante (HKCD) quede dividido por la mitad. El
rectángulo EMCD se traslada sobre BK a la posición KBJG.
Se considera entonces el cuadrado AJFE.al que habría que
quitarle el cuadrado pequeño de la esquina (KGFM) para
que la superficie fuera equivalente al rectángulo original.
Se ha visto anteriormente el procedimiento para
efectuar la sustracción de dos cuadrados desiguales, como
sería el caso. Consiste en tender una cuerda desde J hasta F
haciéndola girar hasta cortar en W al rectángulo original.
Entonces, el cuadrado deseado tendrá por lado la longitud
JS. En efecto,

JS2 = JW2 - WS2 = AJ2 - BJ2 =


= (AJ + BJ) (AJ - BJ) = AD x AB = Área de ABCD

cálculo que no es realizado más que para efectuar una


comprobación algebraica actual de la corrección del
procedimiento llevado a cabo.

Cuadrilátero en trapecio

Los Sulvasutras ofrecen dos procedimientos para


transformar un altar cuadrado o rectangular en otro
trapezoidal isósceles.
Baudhayana parte de un rectángulo ABCD eligiendo
el segmento AF que coincida con la base mayor del trapecio
deseado. Eso deja a un lado un rectángulo que se divide en
dos mediante una diagonal. De los dos triángulos que
resultan el más extremo se traslada al lado contrario del

69
rectángulo AFED para formar el trapecio deseado de igual
superficie.

Cabe otra posibilidad a partir de un altar cuadrado


ABCD.

70
Consiste en marcar sobre uno de los lados (DC por
ejemplo) dos puntos equidistantes de los vértices (E y F) de
manera que el segmento EF coincida con la base menor del
trapecio deseado. La misma distancia que separa E del
vértice D se toma sobre la prolongación del lado opuesto del
cuadrado AB para conseguir los puntos G y H que definen
el segmento que constituye la base mayor del trapecio.
Al trazar los segmentos GE y HF, lados del altar
trapezoidal, se forman triángulos que son iguales (tienen un
lado igual e iguales los dos ángulos adyacentes) por lo que
la misma superficie que se detrae del cuadrado original se
añade, conservándose finalmente el área.

Cuadrilátero y rombo

La forma de construir un altar romboidal a partir de


uno cuadrado resulta de una gran sencillez según el método
aportado por Apastamba. Así, se considera el cuadrado y se
construye uno de área doble mediante la diagonal del
primero.
A continuación se toma el punto medio de cada lado
del cuadrado doble, uniéndose entre sí. Como es fácil
deducir a partir de los ejes perpendiculares interiores, el área
del rombo así obtenido es la mitad del cuadrado grande y,
por tanto, presenta la misma superficie que el cuadrado
pequeño original.

71
Katyayana plantea incluso la acción contraria,
transformando un rombo en rectángulo, aunque éste no sea
arbitrario sino que muestra uno de sus lados coincidente con
la diagonal mayor del rombo. Así, la mitad del rombo se
puede transformar en dos triángulos rectángulos iguales que
se colocan en el lado contrario del medio rombo opuesto, de
un modo similar al que se seguía en uno de los
procedimientos para transformar un cuadrado en rectángulo.

72
Transformaciones de cuadrado y círculo
Queriendo construir un altar circular el
primer problema propuesto fue el de la 'circularidad del
cuadrado', la transformación de un cuadrado en un círculo,
que Baudhayana resuelve del siguiente modo:

73
En el cuadrado ABCD sea M la intersección de las
diagonales. Con radio MA se traza un arco que corta en E a
la perpendicular al lado AD del cuadrado que pasa por M. Si
G es el punto de corte de dicha perpendicular con el lado
AD, sea GN = 1/3 GE. Entonces MN es el radio del círculo
que tiene un área igual al cuadrado ABCD.
Calculemos la aproximación propuesta en términos
actuales. Si se considera el triángulo rectángulo AGM, por
el teorema de Pitágoras, resultará que ME = AM = L/✓2
siendo L el lado del cuadrado original.
74
GE = L/✓2 - L/2 = L (✓2 - 1) / 2

De modo que GN = 1/3 GE = L (✓2 - 1) / 6

finalmente, el radio del círculo equivalente sería:

MN = L/2 + L (✓2 - 1) / 6 = L (✓2 + 2) / 6

De este modo, al lado L del cuadrado le


correspondería un diámetro de
d = L (✓2 + 2) / 3

Naturalmente, éste es un procedimiento


aproximativo que conlleva la consideración final de un valor
de π = 3,088273...
El problema inverso, la cuadratura del círculo, es
resuelto inicialmente a través de una regla algo aproximada:
Dividir el diámetro en 15 partes de las cuales 13 se toman
como el lado del cuadrado. Esto es decir que el lado
L = 13 d / 15
lo que conduce a un valor de π = 3,004. Baudhayana, sin
embargo, da una aproximación aún mayor:

Si quieres cambiar un círculo en un cuadrado,


dividir el diámetro en 8 partes, y nuevamente
una de estas 8 partes en 29 partes; de estas
29 partes quitar 28, y además la sexta parte
[de una de las partes quitadas] menos la
octava parte [de la sexta parte].

En otras palabras, el lado del cuadrado buscado es


75
7 / 8 + 1 / 8  29 - 1 / 8  29  6 + 1 / 8  29  6  8

del diámetro del círculo dado. ¿Cómo pudo llegar a este


valor? La búsqueda de una explicación razonable resulta un
proceso interesante sobre el que se han vertido distintas
hipótesis. Aquí daremos una versión algo antigua, la de
Thibaut, pero de cierta sencillez.
Se parte de la idea de que esta aproximación debe
seguir un proceso en cierta forma inverso al que permite
obtener el diámetro a partir del lado del cuadrado. Teniendo
en cuenta la conclusión a la que llegamos entonces:
d = L (✓2 + 2) / 3
se deduciría que
L = 3 d / (✓2 + 2)

Ahora bien, existe una expresión de ✓2 que es:

✓2 = 1 + 1/3 + 1/3.4 - 1/3.4.34


de manera que:
✓2 + 2 = 3 + 1/3 + 1/3.4 - 1/3.4.34 = 1393/408
de donde:
L = 3 x 408 x d / 1393 = d x 1224/1393 = d x
0,878679...

La cuestión entonces se reduce a saber cómo


Baudhayana pudo llegar a la aproximación citada, teniendo
en cuenta que es muy cercana al valor alcanzado:

7/8 + 1/8.29 - 1/8.29.6 + 1/8.29.6.8 = 0,878681...

76
Thibaut plantea que de lo que se trata es de averiguar
la relación 1224/1393 de una forma más sencilla o, en otras
palabras, por qué número hay que multiplicar 1393 para
obtener 1224. Por ello plantea las siguientes
aproximaciones:

1) Halla 1/8 de 1393, que son 174 1/8.


2) Busca la mayor aproximación en octavos a 1224,
que resulta ser
7 x 174 1/8 = 1218 7/8
3) Hemos multiplicado 1393 por 7/8 pero quedan:
1224 - 1218 7/8 = 5 1/8
¿Cómo conseguir 5 1/8 a partir de 1393?
4) Despreciando 1/8 en 174 1/8 resulta que 174 : 29
=6
lo que supone añadir 1/8.29 pero habría que llegar a 5 1/8,
no a 6.
5) Se quita 1/6 de lo anterior (o sea, una unidad):
1/8.29.6
6) y ahora se añade 1/8 de esta unidad: 1/8.29.6.8

Resultando la fórmula propuesta por Baudhayana y


teniendo en cuenta un error en la aproximación que puede
considerarse despreciable.

El círculo para los jainas


Dentro de la concepción del mundo que tenía el
jainismo, la tierra venía a ser una isla circular con un
diámetro de 100.000 yojannas (aproximadamente un millón
de kms). Dado que no había todavía un desarrollo
77
astronómico como el que se conocerá más tarde,
probablemente éste sea el motivo de una mayor
profundización en el estudio de la circunferencia y sus
elementos principales como el segmento circular o la
longitud de una cuerda, que tampoco parecen provenir de la
construcción de altares, tema que por otra parte iba
decayendo en interés por aquel tiempo.

Pataliputra, la capital jaina

En todo caso, es posible registrar aproximadamente


en el siglo II aC una obra (Tattwarthadhigama-sutra
Bhashya) de un matemático jaina de la escuela de la capital
Pataliputra (cerca de la actual Patna) de considerable
importancia geométrica. Este matemático, Umaswati,
propone una serie de relaciones entre estos elementos de la
78
circunferencia. Llamando C a la longitud de la
circunferencia, A al área del círculo, d al diámetro, c a la
longitud de una cuerda y h a la altura de un segmento
circular (distancia entre la cuerda y el arco que lo define
situada en el diámetro), serían los siguientes:

1) C  10  d
1
2) A C d
4
3) c  4  h d  h 

4) h
1
2
d  d 2  c2 
5) Arco  6  h 2  c 2
1 2
h2  c
4
6) d 
h

Atendiendo en primer lugar a la igualdad (3), su


deducción resulta relativamente sencilla considerando el
triángulo rectángulo formado por la semicuerda y dos
radios, como se señala en la figura. Por el teorema de
Pitágoras resultará que se cumple la igualdad:

2
1 2 1 2 d 
d  c    h
4 4 2 

79
de donde se deduce inmediatamente dicha igualdad sin más
que despejar c.
A partir de ella, tratándola como una ecuación
cuadrática en h,

1
h 2  h d  c2 0
4

que una vez resuelta conduce a la igualdad (4). De igual


manera, la expresión (6) se obtiene de la (3) sin más que
despejar el valor de d.
La expresión (1) da la longitud de la circunferencia
en función del diámetro al multiplicarlo por un factor √10
que, en concreto, equivale a tomar como valor de π el de

80
3,162 lo cual resulta de una mayor exactitud que el clásico
valor de π = 3 considerado por diversas culturas de la
antigüedad, incluida la india.
El origen de este número puede estar en la
inscripción de un exágono dentro de un círculo, una forma
clásica ya por entonces de aproximarse a la longitud de la
circunferencia. Considerando que el lado del exágono (igual
a d/2 por construcción) es una cuerda, se le puede aplicar la
igualdad (4) antes deducida para obtener la altura h de esta
cuerda:

1 1 
h d  d 2   d 2  
2  4 
d d

4

2 3 
12

5
tomando 3 
3

Ahora bien, cada lado S12 del dodecágono se formaría


dividiendo en dos cada lado S6 del exágono de manera que:

1
S 122  h 2  S 62 
4
2 2
d  1 d  10  d 2
     
 12  4 2 144

de manera que el perímetro total del dodecágono, una


aproximación a la longitud de la circunferencia, sería:

81
 10  d 
P  12    10  d
 12 

Por fin, desde la aproximación (1) a la longitud de la


circunferencia, se puede considerar el caso particular en que
la cuerda c que aparece en otras expresiones coincide con el
diámetro de la circunferencia (c = d) en cuyo caso la altura h
= d/2. A partir de dicha aproximación resultaría que el arco
del segmento coincide en este caso particular con la
semicircunferencia:

1 10 d 10 2
C   d 
2 2 4
2
6 2 d
 d d2  6  d2 
4 2
 6 h2  d 2

llegándose a una expresión que puede generalizarse.

82
Numeración

83
Numeración oral védica
Mucho antes que los signos numéricos escritos
existieron las palabras numéricas. Al igual que actualmente
disponemos de la misma herramienta con las palabras: uno,
dos, tres, etc., los indios autores de los Vedas expresaban
verbalmente las primeras cantidades. Aunque existían
diversas acepciones para las mismas, dependiendo del Veda
considerado, de la zona geográfica y su lenguaje,
finalmente quedaron las siguientes palabras en sánscrito
para describir las primeras cantidades hasta el diez:

1 eka
2 dvi
3 tri
4 catur
5 pancham
6 sas
7 saptam
8 astan
9 navan
10 dasan

Durante un largo tiempo, sobre todo en la literatura


védica, estas denominaciones no fueron establecidas. El
contexto era eminentemente poético, como es el caso, por
ejemplo, del mandala II del Rigveda, que presenta la
siguiente estrofa:

Indra, ven aquí con dos corceles castaños,


ven con cuatro, con seis cuando se te invoca.
Ven tú con ocho, con diez, para beber el Soma.
84
He aquí el jugo, valiente guerrero, no lo desdeñes.
¡Oh, Indra!, ven aquí habiendo enganchado a tu carro
veinte, treinta, cuarenta caballos.
Ven con cincuenta corceles bien adiestrados, Indra,
sesenta o setenta, para beber el Soma.

Sin embargo, las palabras numéricas cambiaban en


un contexto astronómico, filosófico, religioso o poético. Así,
la unidad, que terminaría asociada a la palabra “eka”, podía
escribirse como urvara o kisiti, si se refería a la Tierra, como
abja o indu si mencionaba la Luna, como nayaka si trataba
del héroe de una narración, como tanu si se refería al cuerpo
humano. Lo mismo sucedía en todas las demás palabras
numéricas: Cuatro, que terminaría escribiéndose como
“catur” se decía veda si se refería a los textos sagrados, dis
si trataba de un punto cardinal o yuga para las cuatro edades
del mundo en el hinduismo.
En estas condiciones y durante largo tiempo, no
puede afirmarse que la numeración védica considerara el
carácter abstracto del número sino que éste venía referido a
la cualidad o elementos descritos. No sería hasta mucho
después, cuando el sánscrito clásico se hubiera refinado y
pulido, cuando la numeración se sistematizaría.
No obstante, quedó claro desde el principio la
sujeción a una forma de conteo en base diez. Ello tuvo su
consecuencia inmediata en la forma de nombrar los números
superiores a diez:
11 ekadasan
12 dvadasan
13 trayodasan
14 caturdasan
15 pancadasa

85
Como se puede observar, la palabra dasan (diez)
seguía a la denominación de las unidades. De forma que, en
términos actuales, encontraríamos algo como

unodiez, dosdiez, tresdiez, cuatrodiez, cincodiez, ....

Las palabras referentes a las decenas conservaban las


raíces del número de decenas a que se referían:

20 vimsati
30 trimsat
40 catvarimsat
50 pancasat
60 sasti
70 saptati
80 asiti
90 navati
100 sata

para, a partir de la centena, enunciar el número de centenas


correspondiente:
200 dvisata
300 trisata
400 catussata
500 pancasata
...........................

Se fue convirtiendo en norma la pronunciación que


comenzaba por las unidades para continuar con las decenas,
miles, etc., al contrario que en castellano actual. De esta
forma, teniendo en cuenta que

86
1.000 sahasra
10.000 ayutam
100.000 niyutam (o laksa)
....................................

un número como 3.745, por ejemplo, se vendría a


pronunciar como

Pancham catvarimsat saptasata ca trisahasra

donde el término ca significa junto, es decir

Cinco cuarenta setecientos y tres mil


En este caso las palabras numéricas aún no están
inscritas en un sistema posicional dado que las que designan
el número de cada unidad está relacionada indisolublemente
con el tipo de unidad a que corresponde. Así, este número
no se pronuncia
Cinco cuatro siete tres
o sea:
Panchan catur saptan tri

pero este paso terminó por darse en torno al siglo V d.C.,


cuando se dispone de los primeros signos numéricos en los
edictos de Ashoka, prueba inequívoca de que las cantidades
numéricas empezaban a alcanzar un carácter abstracto que
antes no tenían.
Esto significaba por tanto que el orden en que las
palabras numéricas se dijeran era importante. Del mismo
modo que el 3 en los números 38 y 83 no vale lo mismo,
dado que su valor viene definido por su posición relativa a
las demás cifras, catur (cuatro) no describía la misma

87
cantidad si se pronunciaba panchan catur (45) que catur
panchan (54).
Sin embargo, la construcción paulatina de un sistema
numérico posicional de base diez exigía la introducción de
algún término verbal para designar la ausencia de cantidad
en una de las unidades. De otro modo, panchan catur podría
representar 45 pero también 405 o 4050, por ejemplo. Para
ello, ya desde las composiciones poéticas de los vedas, se
utilizaban indistintamente las palabras randhra (agujero),
bindu (gota, punto), ambara (espacio del cielo sin materia)
o, la que quedaría finalmente como admitida en
representación de lo que actualmente es el cero: sunya
(vacío). De este modo, 405 se diría panchan sunya catur,
mientras que 4050 se pronunciaría como panchan sunya
catur sunya. El sistema posicional estaba ya plenamente
establecido a falta de su versión escrita mediante
determinados símbolos.
La palabra sunya (vacío) no se conservó como tal.
Los musulmanes adaptaron el mismo concepto a su
lenguaje, denominando a este vacío numérico “as-sifr”, que
es la sifra islámica o cifra latina. Curiosamente, la
denominación occidental del cero proviene de la palabra
griega que denomina el vacío: cephirum, y no tanto de la
árabe que dio lugar, como es de suponer, a la palabra que
denomina cada signo o cifra.
El latín transformó la palabra griega cephirum en
zefiro o zevero en Italia, palabra que terminaría perdiendo la
sílaba central para transformarse en zero.

88
Numeración escrita

Desde hace mucho tiempo se ha admitido como


hecho comprobado que la escritura numérica occidental
deriva de la india. El pueblo islámico, en rápida expansión
desde el siglo VII, ocupó el subcontinente indio un siglo
después. Allí los sabios encontraron una forma de contar y
calcular mediante una serie de signos que asimilaron con
rapidez mediante la obra de diversos estudiosos (Al
Khuwaritmi, por ejemplo, en el mismo siglo VIII) que los
trasladaron al papel y popularizaron su uso. Fue a través de
la cultura islámica como llegó a Occidente, bien por la
frontera italiana, pero sobre todo por el trasvase de
información que se efectuaba en la frontera entre cristianos
e islámicos en España. De ahí que la primera muestra escrita
de los nuevos signos numéricos aparezca en una obra
realizada en la Península Ibérica y que lleva por título
Codex Vigilanus, actualmente en la biblioteca del
monasterio de el Escorial.
Pues bien, retrocedamos al origen de estas cifras que
tanta trascendencia habrían de tener en todo el mundo
muchos siglos después. El primer dato arqueológico que
revela su uso se encuentra en las célebres inscripciones
realizadas en tiempos de Ashoka, el emperador Maurya que
reinó en su país entre el 273 y el 235 a.C., es decir, en el
siglo III a.C. Eran inscripciones realizadas en grandes
monolitos de piedra donde el gobernante proclamaba sus
deseos de mejora, su autoridad sobre los súbditos, todo ello
en varios idiomas, según la zona geográfica donde se
colocaran. Eran en griego y arameo en la actual zona de
Afganistán, en karosthi en el curso norte del Indo y en
89
escritura brahmi, al parecer la más generalizada, en el resto
de sus amplios dominios.
Entre las inscripciones aparecían excepcionalmente y
de manera limitada algunos signos numéricos cuyo origen
ha sido objeto de amplias discusiones. La lengua karosthi es
una variante del arameo escrito por los persas tanto por sus
coincidencias en caracteres formales y semánticos como por
el hecho de que se escribe, al igual que la primera, de
derecha a izquierda. Sin embargo, su presencia no parece
haber llegado nunca más allá de Ghandara y el Punjab, es
decir, el noroeste de la India, la zona más cercana a la
satrapía persa allí existente.

Edicto de Ashoka
90
Cifras brahmi en los edictos de Ashoka

La similitud entre los caracteres numéricos en


brahmi y karosthi, prácticamente coincidentes, dio en pensar
en que podrían derivar en parte del karosthi, sobre todo en
aquellas cifras como el seis, cuyo trazado parece arbitrario
(no así en el caso de las tres primeras cifras que se
corresponden con otros tantos trazados verticales). En esa
línea se interpretaba el signo como una posible abreviatura
de la palabra numérica que describiese la cantidad. Sin
embargo, se ha hecho evidente con el tiempo que el brahmi
no sólo estaba más extendido por todo el valle
indogangético sino que era anterior al karosthi. De hecho, el
brahmi (que en el hinduismo denomina a una de las madres
del mundo) será la lengua de la que deriven todas las demás
con el tiempo. Además había diferencias esenciales en
caracteres entre ambos idiomas así como en el sentido de su
escritura, de izquierda a derecha en el brahmi. De manera
que la relación entre ambos idiomas aún no está establecida
y, en todo caso, la escritura numérica en brahmi, queda en
un origen que solo se puede hipotetizar.
El brahmi, con ligeras modificaciones regionales, se
encuentra al sur del Ganges durante el dominio de la
dinastía Shunga (185 a 75 a.C.) o cuando predomina la

91
Kanva (73 a 30 a.C.) en la misma región, posteriormente en
el caso de los Kushana. Su presencia será característica del
sánscrito indio aproximadamente hasta el siglo III d.C.
A lo largo de ese tiempo los signos numéricos fueron
evolucionando, tanto por peculiaridades regionales que
acababan imponiéndose, como por las condiciones del
material que se empleaba para las inscripciones. Tal como
sucedió en Egipto, la piedra exigía trazos fuertes,
rectilíneos. Cuando el elemento utilizado no era el cálamo,
más rígido, sino el pincel como entonces, los trazos se
fueron haciendo más cursivos y paulatinamente unidos entre
sí. De esa forma, por ejemplo, tres trazos rectilíneos
verticales terminaron dando paso a tres horizontales que se
unían entre sí para conformar un signo muy parecido a
nuestro 3. La razón del cambio de orientación de vertical a
horizontal fue motivado, probablemente, por la coincidencia
con unos trazos verticales que, en las composiciones
poéticas en sánscrito, dividen estrofas y frases, sea con un
trazo o con dos. Una vez los tres trazos en horizontal la
tendencia a no separar el pincel de la superficie de escritura
fue motivando que la terminación de uno de los trazos
coincidiera con el comienzo de otro. Esto, que en el caso del
dos o del tres es bastante evidente, se vuelven razones
menos claras para otros signos numéricos.
Esta unión, sin embargo, no se había efectuado aún
en el tiempo de los Gupta, dinastía reinante entre el siglo III
y comienzos del VI d.C. que, no obstante, presenta unos
rasgos muy elaborados en ocasiones, tal vez producto de la
imaginación de los escribas indios, tendentes a adornar en la
corte gupta las letras y signos de su escritura.

92
Cifras gupta

Mientras la notación brahmi, a través de sus


escrituras intermedias (shunga, kushana, etc.) se
transformaba en la gupta, con presencia en el norte de la
India, otras derivaciones acompañaban a la derivación
pallava (siglos IV a VI d.C.), con presencia en el sur del
subcontinente. Desde esa zona los comerciantes indios
llevaron su actividad y sus cifras por todo el sudeste asiático
dando lugar a todo tipo de adaptaciones locales (cifras
sinhala o cingalesas, birmanas, balinesas, javanesas, etc.).
Pues bien, en torno al siglo VII d.C. las cifras gupta
se unificaron paulatinamente en todo el territorio que un
siglo después ocuparía el pueblo musulmán. Las que
encontraron fueron las llamadas cifras nagari, la forma más
evolucionada y definitiva que la cultura india supo elaborar
93
en cuanto a cifras escritas. Estas cifras, junto al sistema
posicional de numeración decimal y los algoritmos de las
distintas operaciones aritméticas, fueron un tesoro cultural
que afortunadamente los musulmanes valoraron y adaptaron
a su cultura para ejercer de transmisores posteriormente de
cara al mundo cristiano occidental.

Cifras nagari

94
Evolución de las cifras

95
Cifras árabes occidentales

Codex Vigilanus, primer testimonio en Occidente cristiano

96
Operaciones aritméticas

Existe muy escasa constancia escrita de los métodos


utilizados por los indios en la Antigüedad para realizar las
operaciones aritméticas. Sí se tiene constancia de que en los
Vedas, particularmente en el Rigveda, los números orales ya
muestran las nociones de suma, resta y multiplicación, sobre
todo.
Así, por ejemplo, nava ca navatih representa “nueve
junto a noventa” o noventa y nueve, donde ca aparece como
una partícula que indica unión, adición, suma entre
cantidades. Pero del mismo modo se emplea otra, como en
nava sakam navatih con el mismo significado pero con
aplicación distinta según la naturaleza poética del discurso.
Los Vedas son cánticos religiosos, composición
poéticas espirituales y no tratados de aritmética. Por ello no
hay ningún tratamiento sistemático de las operaciones a
realizar y las pistas sobre el tratamiento verbal de las
mismas es muy escaso. La noción de resta está implícita
aunque nunca con un término específico. No obstante, un
importante estudioso (Pandit) ha dado a conocer la
utilización eventual del término avama traducible como
“inferior a” o “menos que” en un contexto numérico, aunque
solo ocasionalmente. Lo que sí es cierto es que, del mismo
modo que la suma está implícita en la misma forma de
contar los números, sobre todo a partir del diez:

Eka dasan 11 = 1 + 10
Dva dasan 12 = 2 + 10
.........................................
Navan dasan 19 = 9 + 10
97
resulta que caben otras denominación, particularmente para
el 19, como
Eka na vimsati 19 = 20 - 1

donde veinte (vimsati) es sustraída (na) con una unidad


(eka). Estas expresiones, aunque sean ocasionales, muestran
que la noción de sustracción está presente, aunque sea en la
descomposición de los números.
El mismo objetivo de expresar una cantidad por
medio de otras más sencillas es lo que lleva en el Rigveda a
expresar veintiuno (eka vimasati) como trih sapta (tres
veces siete). Generalmente, el efecto multiplicativo se
consigue añadiendo a la palabra numérica habitual un sufijo:
en el caso del tres (tri) es la terminación -h, pero también
pueden ser -s, -vrt las terminaciones o añadir la partícula
krtvah. De esta forma panca krtvah significaría “cinco
veces”, astau krtvah por “ocho veces más”.
Sin embargo, estas palabras lo que establecen es que
había un sentido operativo en la misma formación de los
números desde los tiempos védicos, pero no permite
conocer la forma en que los indios operaban cantidades
elevadas, ni siquiera cuando el sistema de numeración
escrito ya estaba establecido, a partir del siglo V d.C. como
mínimo.
Se sabe que los musulmanes, al invadir la India en el
siglo VIII, encontraron un sistema numérico muy
consolidado a través de las cifras nagari. Del mismo modo,
se puede rastrear la presencia de algoritmos (como el de
cajas o celosía) inspirados en procedimientos similares
encontrados en la India. Así pues, la cultura india,
científicamente bastante desarrollada, sobre todo en

98
cuestiones astronómicas (Aryabhata, Baskhara, Bramagupta,
como pilares de las mismas), debía contar con algoritmos
cotidianos para realizar las operaciones aritméticas. Sin
embargo, el material habitual para llevarlas a cabo (cajas de
arena al parecer) no han dejado constancia escrita de su
naturaleza y práctica, de manera que sólo se pueden hacer
hipótesis.
Una de las más interesantes a ese respecto, aunque
bastante problemática, proviene de la obra de Barathi Krsna
Tirthaji, también conocido entre sus discípulos como
Gurudeva. Líder espiritual hindú nacido en 1884 llevó a
cabo una labor de naturaleza religiosa, claro está, pero
también en el terreno matemático. La fuente de su
conocimiento sobre los Vedas y en concreto su estudio del
Atharvaveda dejan en suspenso la naturaleza racional del
mismo. En concreto, uno de sus discípulos, que resume y
recopila sus fórmulas matemáticas, afirma:

Obviamente estas fórmulas no se encuentran


en las actuales recensiones del Atharvaveda;
son realmente reconstruidas sobre la base de
la revelación intuitiva, a partir de materiales
dispersos aquí y allá en el Atharvaveda.

Así pues, no es un conocimiento con base científica


sino una hipótesis elaborada por Gurudeva, pese a lo cual,
ha tenido un amplio reconocimiento por su naturaleza
algorítmica especialmente sencilla. En base a este hecho
exclusivamente es por lo que lo traemos a estas páginas y no
por representar una interpretación ajustada a los Vedas
desde un punto de vista histórico riguroso.

99
Multiplicación

En una de las contadas referencias que Gurudeva da


sobre textos del Atharvaveda menciona la frase que afirma
“todo desde el 9 y el último desde el 10", así como “respecto
de la extensión de la deficiencia, disminuir en la misma
extensión”, en apoyo de su “multiplicación nikhilam”, una
operación caracterizada por colocar en vertical los dos
factores disponiendo a la derecha sus “deficiencias desde el
10", es decir, sus diferencias por defecto (signo negativo) o
por exceso (signo positivo) respecto a diez o la potencia de
diez más cercana.
A continuación el resultado de la multiplicación se
obtiene debajo. En la cifra de las unidades se coloca la
multiplicación de las deficiencias (que eventualmente puede
presentar decenas que se llevan) mientras que las cifras de
las decenas se obtiene operando los factores con las
diferencias pero de forma cruzada: restando si esta última
aparece con signo negativo o sumando en caso contrario.
Veamos algunos ejemplos donde se podrá comprobar cierta
falta de generalidad en el procedimiento, adaptado siempre
al tipo de números de que se trata.

Se desea realizar la multiplicación 9 x 7 = 63

100
Las diferencias entre cada factor y la deficiencia del
otro es siempre la misma, como puede observarse.
En el caso de las llevadas, si se quiere realizar
7 x 6 = 42

Si los dos números exceden de diez, se


plantea un caso como 12 x 14 = 168:

101
pero si uno de los números excede a diez y otro no, la regla
cambia de manera que la cifra de las unidades ha de restarse
del conjunto de decenas obtenido, como en 12 x 8 = 96:

de forma que 100 - 4 = 96 da la solución.

La multiplicación nikhilam funciona igual con


números cercanos a cien aunque, si están alejados de dicha
cantidad, el algoritmo se puede realizar pero resulta más
complejo operativamente. Un caso sencillo sería
97 x 98 = 9506

102
o bien 87 x 84 = 7308

Al objeto de superar las especificidades de este


modelo de multiplicación, Gurudeva plantea otro, más
probablemente cercano al que es posible realizar sobre una
caja de arena, donde las cantidades se borran. Sin embargo,
uno de los formatos es extraño al formato en que
habitualmente vemos dispuesta la multiplicación de dos
factores. Veamos el que se ajusta más a lo conocido.
Deseamos realizar la multiplicación

534 x 463

La aplicación de la propiedad distributiva debe


garantizar la multiplicación de todas las unidades de cada
factor por todas las del otro. Ello se consigue con una
disposición sistemática de cruces que se señalan con lineas
que unen dichas unidades. Las unidades de orden superior
que se “llevan” a su unidad correspondiente se escriben
debajo del segundo factor, no en la parte superior del
primero, como es habitual en la enseñanza de estos
103
algoritmos. Por lo demás, el procedimiento será claramente
reconocible y similar al nuestro occidental:

de donde 534 x 463 = 247.242

104
Este algoritmo, conocido como “multiplicación
Urdhva Tiryaka” conoce una variación que, en vez de
sostenerse sobre el trazado de lineas y cruces que recuerden
los productos parciales realizados, sustituye esto por la
variable disposición de uno de los factores que “se desliza”
tras cada producto parcial un lugar a la izquierda. Para que
los cruces empiecen por las unidades inferiores y siga hacia
las superiores, el algoritmo implica el cambiar el sentido del
factor que se desliza. Así, por ejemplo, si deseamos hacer la
multiplicación anterior con este nuevo formato se
dispondrán los factores 534 y 364 donde el último, en orden
inverso, es el que se deslizará bajo el otro alineando los
productos parciales a realizar.

105
División

Hay una forma de división limitada que Gurudeva


denomina también “división nikhilam”. Comienza por
mostrar la forma de dividir entre 9. Cuando el dividendo es
106
de dos cifras, el cociente viene dado por la misma cifra de
las decenas del dividendo mientras que el resto es igual a la
suma de la cifra de las unidades en el dividendo más la
propia cifra de las decenas del dividendo:

En caso de que el dividendo tenga más cifras en la


parte inferior se coloca la suma sucesiva de las cifras del
mismo:

Esta división se limita a construir reglas para la


división entre 9. Cuando se desea ampliar a otros divisores
de una cifra la salvedad es que la suma de las cifras que se
sitúa debajo para obtener el resto ha de multiplicarse por 2
(en el caso del 8), por 3 (en el caso del 7) y así
sucesivamente. La salvedad es que, cuando el resto así

107
obtenido excede al divisor, habría que proceder a una nueva
división.

Si el divisor es de dos cifras, el procedimiento es


muy semejante pero referido a la centena como potencia de
diez más cercana:

Para generalizar el procedimiento de división se


tiene que abordar un algoritmo más cercano al occidental
que, a fin de cuentas, es derivado históricamente de aquellos
de origen indio. En efecto, la división adopta en el
108
procedimiento “urdhva tiryaka” una disposición semejante a
la ya vista. Sin embargo, la división se realiza empezando
por las cifras superiores del dividendo y dividiéndolas por la
cifra superior del divisor. Colocado el resto y cociente de
dicha división bajo el dividendo se forma la siguiente
división uniendo el resto obtenido con la siguiente cifra del
dividendo, teniendo en cuenta que a esa cantidad hay que
restarle el producto de la segunda cifra del divisor por el
cociente, para compensar su presencia. A partir de ahí el
procedimiento se repite tantas veces como sea necesario.
Así, procedamos a la división de 54.371 entre 83
que, finalmente, llegará a dar 655 de cociente y 6 de resto.

109
Veamos el resultado de dividir 38.471 entre 62:

110
El infinito entre los jainas

Una de las aportaciones más destacadas de la


matemática jaina es la noción de infinito y el modo en que
es concebida en un tiempo tan antiguo. Dicha especulación,
de naturaleza moral, metafísica y espiritual, no podemos
sostener que esté alejada de la vida cotidiana del creyente
jaina dado que la salvación mediante la consecución del
nirvana es el objetivo que da sentido a la vida entera. Por
otra parte, esta liberación final está estrechamente
relacionada con la noción de tiempo y cosmos en el que se
inscribe las creencias hindúes y jainas.
Encontramos el concepto de infinito y la primera de
las exhaustivas clasificaciones del mismo en la misma
noción de tiempo. Para la cosmología jaina no hay principio
ni final en el tiempo al existir una constante repetición de
distintos ciclos cósmicos que no han sido creados ni
acabarán. El tiempo se representa por una rueda de seis
radios o eras que lo hacen girar hacia delante mientras que
seis más hacen el giro en sentido contrario. Si el tiempo
asciende en el ciclo el conocimiento e incluso el tamaño de
los hombres crece para disminuir cuando el tiempo
desciende. Desde un ciclo ascendente se pasa así al
descendente sin discontinuidades y también en sentido
contrario.
El primer período descendente es la “edad
extremadamente maravillosa” donde empezamos a
encontrar grandes cantidades ya que se dice dura 400
billones de océanos de años. Hay que tener en cuenta que un
océano de años equivale a cien millones de veces cien
111
millones de palyopamas, término que a su vez designa un
período de incontables años. El palyopama es en realidad
una aproximación a la noción de infinito, considerando que
ya se presenta el hecho de que haya otros infinitos
superiores, como el océano de años.
El segundo período descendente es la “edad
maravillosa”, que ya ocupa 300 billones de océanos de años,
mientras que el tercero, la “edad tristemente maravillosa”, el
cuarto, la “edad maravillosamente triste”, cada una de 100
billones océanos de años, dan lugar a nuestro tiempo, el
quinto período o la “edad triste” que durará 21.000 años,
justo el tiempo de supervivencia de la sabiduría jainista.
La enormes dimensiones temporales ya nos alertan
sobre el hecho de que la noción de tiempo y su infinitud no
hay que tomarla en un sentido científico temporal, sino de
forma alegórica. La dificultad de comprender el mundo
espiritual indio para un occidental educado en un enfoque
científico del mundo en que vive, es muy notable.
Este hecho se agudiza al considerar la concepción
del mundo entre los jainas. No pretende ofrecer una visión
científica basada en postulados sobre la relación espacio-
tiempo al modo occidental. Para el filósofo jaina la
“realidad” no se basa en estas relaciones sino en cuestiones
morales, éticas y metafísicas que permiten dar un
significado del mismo tipo a la vida humana. Como afirma
uno de los principales estudiosos españoles del jainismo,
Salvador Pániker:

Los tecnicismos matemáticos de la


cosmografía india,... no pretenden
describir científicamente el universo,
sino que miran de describirlo

112
cosmológicamente. Es decir, no tratan
de descubrir las leyes abstractas de la
estructura del universo, sino de
proveer de un marco, un contexto en
el que la vida y el camino espiritual
de las personas puedan insertarse. El
jainismo habla siempre de un
universo moral en el que se
establecen simetrías con la progresión
espiritual...

No es la descripción física lo que importa; es el


destino del ser humano y los demás seres. Se trata
siempre de ofrecer un croquis general del cosmos y
su inmensidad, dentro del cual las mónadas vitales
transmigran de una situación corporeizada a otra.
Es decir, el mundo o loka es el escenario, casi
infinito en su tamaño, donde tiene lugar el continuo
flujo de renacimientos en los infinitos ciclos
cósmicos. Los seres, en su devenir, lo afectan y
cualifican constantemente. La ética -vía la doctrina
del karma- es parte integral de la física y la
metafísica.

Desde este punto de vista es necesario abordar los


datos matemáticos y las consideraciones jainas que aparecen
en sus principales escritos. Así, el cosmos (loka) es una
realidad y tiene una sustancia cósmica por naturaleza,
ordenada en cuatro mundos: el mundo inferior (formado por
siete niveles donde habitan seres demoníacos), el mundo
intermedio (donde vive el hombre, en forma de disco visto
de cara), el mundo superior, en la cima del mítico monte

113
Meru, más allá de las estrellas (compuesto por doce niveles
habitados por divinidades) y el mundo de los perfectos,
donde acceden las almas perfectas.
Para describir este cosmos así entendido se utilizan
unidades como el yojana, entre diez y quince kilómetros, y
la cuerda o rajju, la distancia que recorre una divinidad
durante un vuelo de seis meses a una velocidad superior a
dos millones de yojanas por segundo. Lo más parecido
dentro de nuestras nociones occidentales podría ser el año-
luz. Pues bien, este cosmos tendría 14 rajjus de altura y un
volumen de 343 rajjus cúbicos.
Sin embargo, nuestro mayor interés sería la
descripción que realiza el jainismo del mundo intermedio
que habitamos. En torno al monte Meru que llega hasta el
mundo superior en su cúspide se extienden anillos de tierra
separados por océanos formando una especie de islas. La
primera de ellas, la ocupada por el hombre, es la Isla del
Manzano Rosa (Jambudvipa) que toma su nombre de un
manzano de piedra gigantesco que se levanta cerca de la
cima del monte. La isla está delimitada por el océano Salado
y aparece dividida en siete partes por cordilleras. El
diámetro de esta isla Jambu es de 100.000 yojanas, lo que da
lugar al estudio detallado del círculo y la circunferencia de
esta isla, tal como se ha visto en la sección dedicada a
geometría jaina.
Desde esta perspectiva se comprenderá mejor el
tratamiento numérico del infinito, el sentido que daban los
jainistas al mismo y el por qué de su planteamiento para
describir todo este cosmos en distintas clases, a su vez cada
una en diferentes niveles, tal como sucedía con el tiempo
infinito e increado en el que el hombre busca su liberación
mediante el nirvana. A ello hay que unir la existencia de

114
infinitas vidas que transmigran de una corporeidad a otra
hasta dicha salvación, vidas que habitan tanto a los hombres
como a los animales y plantas. De ahí el respeto riguroso del
creyente jaina a la vida animal y vegetal, además de a la
humana, su completo seguimiento de la doctrina no violenta,
su renuncia a practicar oficios que impliquen transgredir
esta norma (la agricultura por ejemplo, supone acabar con la
vida de muchos organismos) así como sus costumbres,
sorprendentes para el occidental (tapar su boca con un velo
para que al respirar no se acabe con los microorganismos del
aire).
Pues bien, dentro de su afán clasificatorio, el filósofo
jaina concibe los números habituales denominándolos
numerables (samkhyata) y dividiéndolos en tres niveles:
mínimos, intermedios y máximos. Esto permite llegar a un
número máximo numerable N, el llamado en la matemática
occidental primer número transfinito, construido por George
Cantor a finales del siglo XIX.
A partir de él, mediante operaciones con dicho
número, se alcanza la categoría de números innumerables
(asamkhyata), que se dividen en casi innumerables,
verdaderamente innumerables e innumerablemente
innumerables. Así, distintas operaciones con ese número N
permiten definirlos de una forma que se asemejaría a los
cálculos:
N + 1, N + 2, ...., (N + 1)2 - 1
(N + 1)2, (N + 2)2, ..., (N + 1)4 - 1
(N + 1)4, (N + 2)4, ..., (N + 1)8 - 1
y sucesivamente.
Pero después de los números innumerables aún
existen los infinitos (ananta), divididos en casi infinitos,
verdaderamente infinitos e infinitamente infinitos. Este

115
ananta que está presente frecuentemente en la literatura jaina
es descrito en ella como: “Aquel número que no se agota
por la sustracción continua por un tiempo sin fin”.
Con este bagaje el filósofo jaina era capaz de
describir de esta manera la distinta infinitud que mostraba el
mundo espiritual y moral en el que el hombre discurría su
existencia. Su acercamiento corresponde a un enfoque
distinto del occidental que tardó en alumbrar conceptos
semejantes más de un milenio con una utilidad matemática
muy diferente de la que los mismos conceptos tenían para
los jainas.

El manuscrito Bakshali

Hace unos 120 años se descubrió junto al


pueblo de Bakhshali, en el noroeste de la India, un
manuscrito enterrado compuesto por siete decenas de hojas
hechas con corteza de abedul. A pesar de su deterioro (toda
la parte inicial aparece perdida) ha mostrado un compendio
de problemas que la mayoría de los investigadores acuerda
situar en la era gupta, aunque alguno ha llegado a postular
su pertenencia al siglo XII. En todo caso, el manuscrito
parece resumir y comentar reglas anteriores para resolver
problemas, lo que haría que sus métodos de resolución
fueran más antiguos. Aunque trata de aritmética y álgebra
no tiene una unidad específica y parece más un manual de
resolución de problemas de la vida cotidiana.
Esto es digno de reseñar porque en todo el
manuscrito no se observa referencia alguna a motivos

116
religiosos que pudieran estar en la base del planteamiento de
problemas, sino a otros de naturaleza económica, como en

De una cantidad desconocida de lapislázuli se


pierden un tercio, un cuarto y un quinto
[sucesivamente]; la pérdida [total] de la
cantidad, acumulada en tres plazos, es de 27.
Díme, hombre sabio, cuál es el total y
también cuál será la diferencia [entre el total
y la pérdida, o sea, el resto].
Solución: Habiendo sustraído las series de
uno, tenemos 2/3 , 3/4 , 4/5 que si se
multiplican dan 2/5 ; sustrayendo esto de uno
da 3/5 , la pérdida es dividida por esta
cantidad; la pérdida es 27; dividiendo esto
por aquello da 45; quitando de esto la pérdida
de 27, la diferencia es 18.

El procedimiento seguido parte de tener una cantidad


desconocida que podemos expresar como x, realizándose a
continuación tres sustracciones sucesivas:

1 2
1) x x  x queda
3 3
2 1 2 32
2) x x  x queda
3 4 3 4 3
32 1 3 2 4 32 2
3) x x  x  x queda
4 3 54 3 5 4 3 5

de modo que si al final queda los dos quintos de la cantidad


inicial es que se han perdido
117
 2 3
1   x  x  27  x  45
 5 5

es la cantidad inicial a partir de la que puede obtenerse la


diferencia de 18.
Sin embargo, otros problemas parecen reflejar un deseo
especulativo respecto de los números, como en

Un cierto rey distribuye 57 dinares entre cinco sabios. Da


una cierta cantidad al primero y, a continuación, cada vez va
doblando el dinero que ha dado al sabio anterior. Al ver que
todavía tiene algún dinero sobrante, le da al primero lo que
le había dado a los cuatro primeros antes, al segundo lo que
les había dado a los tres primeros, al tercero lo que había
dado a los dos primeros y al cuarto lo que había dado al
primero. El quinto sabio no recibe dinero en esta ronda,
puesto que ya no le queda dinero al rey. Hallar cuánto
dinero recibe cada uno de los cinco sabios.

Este problema resulta de una gran sencillez


algebraica si partimos de que al primer sabio le da una
cantidad de x dinares. En ese caso recibirán

Sabio 1) x + 15 x = 16 x
Sabio 2) 2x+7x= 9x
Sabio 3) 4x+3x= 7x
Sabio 4) 8x+ x= 9x
Sabio 5) 16 x = 16 x

118
de modo que en total habrían recibido 57 x dinares, dato que
nos indica que x = 1 dinar y que las cantidades recibidas
finalmente son de 16, 9, 7, 9 y 16 dinares, respectivamente.

Otros problemas se refieren a la vida cotidiana, como


se refleja en el siguiente de proporcionalidad donde se halla
la respuesta por reducción a la unidad:

Un maestro gana un sueldo de cinco en tres días; otro gana


seis en cinco días. El primero le da siete al segundo de su
sueldo. Dime en qué momento, después de habérselo dado,
sus posesiones serán iguales.
Solución: La diferencia de los sueldos diarios; las dos
fracciones, su diferencia. Los sueldos diarios son 5/3 y 6/5,
su diferencia es 7/15, su obsequio es 7; dividido por la
diferencia de los sueldos diarios el resultado es 15; siendo
doblado es 30, ése es el tiempo en que sus posesiones son
iguales.

En efecto, reduciendo los datos a las monedas


cobradas en un día, el primer maestro ganará 5/3 de
monedas y el segundo 6/5 de monedas diarias. Dado que
hay una donación de siete monedas de uno a otro, el
problema se resolvería con el siguiente cálculo:

119
5 6
x 7 x 7 
3 5
 5 6
   x  14 
 3 5
7
x  14 
15
x  30 dias

Aún en otros problemas se incluyen reglas sin


mayores explicaciones para resolver problemas prácticos
como el que da una aproximación mejor que las hasta ahora
estudiadas de la raíz cuadrada de un número que no es
cuadrado perfecto:

En el caso de un número no cuadrado, réstesele el


número cuadrado más próximo; divídase el resto
por el doble [del cuadrado más próximo]; la mitad
del cuadrado de esta fracción se divide por la suma
de la raíz aproximada y la fracción. Esto se resta y
dará la raíz corregida.

De esta forma, una aproximación a la raíz cuadrada


de un número como 13 podría expresarse como la raíz de 32
(número cuadrado más próximo) más 4 (el resto), de manera
que la regla daría la aproximación:

120
2
 4 
 
4  2 3
13  3   
2 3  4 
2  3  
 2 3
 3 ,60606...  3 ,605551...

que se puede observar que tiene un pequeño margen de error


respecto al valor actual.

121
122

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