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1.

INTRODUCCIÓN

¿Puede la Iglesia recordar las Cruzadas sin pedir perdón? Cuestionan

algunos, con una postura que ve en las Cruzadas una expresión de codicia y

fanatismo religioso y a los musulmanes como victimas de una política

expansionista. Por otro lado hay quienes señalan que tuvieron un carácter

defensivo ante la amenaza de enemigos que bastante habían destruido como

para permitirles acabar con todo lo que quedaba.

Estas son discusiones que no deben ocupar a la historia y por ello esta

investigación no esta enfilada a resolver ese tipo de debates, sino que trata de

señalar cuáles fueron las causas que desembocaron en el llamado de la

primera cruzada así como la mención de los hechos más relevantes en ese

acontecimiento.

Este es un tema abordado desde hace mucho tiempo y ríos de tinta han

sido usados para tratar de narrar, explicar o justificar un hecho por demás

importante para la historiografía occidental. Sin embargo no es fácil hablar

sobre acontecimientos que están plagados de parcialidades sobre todo en

años cercanos después de ocurridos. Algunas narraciones se convirtieron en

propaganda tanto oficial como popular, que hacen muchas veces un tanto

imposible de distinguir con claridad entre fuentes primarias y relatos

secundarios. Para muchos cronistas no eran sino obras divinas y relacionadas

con fenómenos cósmicos; esto se puede entender si recordamos que es una

época bastante supersticiosa donde se creía en gigantes y dragones.

En la épica empresa participaron ejércitos organizados, los mejores

ejércitos caballerescos de la Cristiandad. Y junto a ellos, muchedumbres de


pobres inundados de ímpetu, fe y fervor, sentimientos que se mantenían vivos a

pesar de los funestos riesgos que implicaba enfrentarse a una resistencia

islámica cada vez mejor organizada.

Por ello es imposible dejar de lado un factor de suma importancia como

lo es la profunda religiosidad de la gente de la Edad Media, a un grado tal que

se debe observar en su propio contexto ya que es difícil concebirla según los

cánones actuales. Pero es evidente al mismo tiempo hubo otros poderosos

factores materiales que empujaron a caballeros, monjes y siervos a luchar

contra los paganos.

Una Cruzada muestra aparte, una efímera unión de Europa y la

expresión de las ambiciones del mundo occidental. Su análisis resulta algo

complejo, pues para los occidentales es sinónimo de virtud, de escándalo para

los bizantinos y de un intento fallido por detener el Islam para de los

musulmanes.

“Cruzada” pues es una empresa que transformó Occidente, es el

testimonio de una época, con sus respectivas necesidades materiales y

espirituales, la expresión de una mentalidad, así como de un hallazgo

perfectamente adaptado a las necesidades del mundo cristiano.

2. CONTEXTO HISTÓRICO

A. Europa a principios del siglo XI


Para mediados del siglo XI Europa occidental se encontraba en un periodo no

experimentado hasta ese momento. La época de la reorganización después de

las migraciones bárbaras había terminado y el continente experimentaba un

crecimiento dinámico de su población ya asentada. Con estos cambios la vida

urbana volvió a hacerse presente y el comercio regular, por ejemplo, resultó

innovador y en movimiento.

Pasado el primer milenio después de Cristo, los reinos se desarrollaron

y evolucionaron según sus posibilidades. Dicho en otras palabras, se

comportaron según la prosperidad de su tiempo, por lo que experimentaban

avances y crisis, pero a fin de cuentas se estaban consolidando. El recuento

de la población puede ser un buen indicador de la expansión que se produjo a

partir de esos años.

Durante este siglo esta expansión se puede distinguir en dos aspectos.

Primero, la ocupación de las tierras europeas avanzando en la organización

social y la formación de espacios políticos correspondientes. Segundo,

valiéndose de los territorios que no estaban habitados o que agrícolamente no

eran explotados, así que se puso especial énfasis en la utilización de esas

tierras, “el siglo XI es para Europa occidental el inicio de grandes cambios

económicos y el trabajo artesanal comenzó a tener más peso”.

Por otro lado, durante la alta Edad Media la Iglesia católica se había

organizado según una jerarquización en la que el Papa figuraba

indiscutiblemente como cúspide; dicha religión constituyó la más sofisticada

institución de gobierno del continente. El papado no sólo ejerció control sobre

las tierras cercanas (centro y sur de Italia) sino que por medio de diplomacias y
gracias a que la administración de justicia estaba en sus manos influenció en

todo el continente, “la Iglesia había logrado suponer la defensa de la

cristiandad a los intereses políticos inmediatos y había logrado acrecentar su

influencia”

Una mejora en las circunstancias hizo posible que en la etapa de

expansión se reflejara en diversos aspectos de la vida cotidiana del hombre

medieval como la economía, la organización social, la cultura etc.

En lo que respecta a la sociedad, la espiritualidad altomedieval adoptó

un carácter individual orientado ritualmente hacia el sacramento de la

eucaristía y las creencias giraban en torno a la figura de Cristo y su sufrimiento.

Este es a groso modo el ambiente que se respiraba en el viejo

continente y en el que se está por librar un movimiento que desencadenará en

el llamado a la primera Cruzada y para su comprensión creo necesario

mencionar algunos elementos que siguen a continuación.

B. La idea de la Guerra Santa

Desde tiempos inmemorables la religión ha tenido participación en los

conflictos bélicos. ¿Serán enfrentamientos puramente religiosos o solamente

conflictos justificados en la fe que tienen detrás venganza, saqueo o

adquisiciones materiales? El tener presente alguna fuerza superior es

básicamente un aspecto más que se usa para asegurar la victoria o para tener
aliados poderosos.

La anterior pregunta se vincula con otra, aplicada ya al tema estudiado: ¿Los

cruzados libraron una guerra únicamente por motivos de fe, o sea, seguirían

luchando si no hubiera una motivación religiosa? Parece que aquellos que

dejaron su lugar natal y de residencia, aquellos que prescindieron de todo y

emprendieron el viaje sin nada material a cambio, sí lo hacían por motivos de

fe. Ya adentrado en el tema me remito a hablar de la llamada Guerra Santa y

creo que es prudente dar una definición.

Una guerra santa es, como su nombre lo indica, una acción bélica pero

no de cualquier tipo. Primero, debe ser declarada por alguna autoridad

religiosa reconocida, por ejemplo el Papa para el mundo cristiano o algún

califa musulmán. Segundo, el objeto debe ser religioso (la conversión de

almas, el resguardo de lugares santos etc.) y por último y no menos importante

(al contrario, tal vez el más significativo) que aquellos que participan reciben

alguna recompensa espiritual, llámese perdón de los pecados, un lugar en el

paraíso, etc. “borraré las malas acciones de quienes emigraron y fueron

expulsados de sus hogares, de quienes padecieron por causa mía y a título de

recompensa de Dios les introduciré en jardines donde corren arroyos” nos dice

el Corán.

Al mencionar la relevancia de la recompensa a la que aspiran los

participantes de la guerra santa me refiero a que han habido muchas guerras

con objetivos religiosos y procurados por figuras importantes, pero se

consideran sólo enfrentamientos puesto que los guerreros no acuden por

deseo incondicional, o por voluntad propia.


La caída del poder romano en el Mediterráneo no significó una pérdida

importante para la cristiandad, puesto que los barbaros germánicos que

penetraban el imperio profesaban la misma religión.

El primer rival de consideración fue personificado en Mahoma a través

de la creación del Islam por su afán expansionista, mismo que adoptó la Jihad

(o guerra santa) como instrumento. Jihad para los musulmanes era un deber

religioso que consistía en propagar el Islam, si esto requería coerción era

totalmente válido no descansando hasta que todo mundo se convirtiera a la

religión de Alá. En esencia era una guerra agresiva que se orientaba hacia la

conquista.

Para los musulmanes, tanto judíos como cristianos rendían culto al Dios

verdadero, sólo que fallaban en la negación de la profecía de Mahoma; por lo

tanto, tenían la libertad de conservar sus prácticas religiosas en las tierras

conquistadas por el Islam. Sin embargo si perseguían o se oponían a la

expansión de la religión serían igualmente blancos de la guerra santa.

El cristianismo a diferencia del Islam no tenía un concepto claro de lo

que significaba guerra santa antes de la Edad Media. Quinientos años después

de Cristo, San Agustín señaló la necesidad de un líder cristiano que

emprendiera una guerra justa, sin embargo insistió en que los fieles no

deberían inmiscuirse en la conversión de almas. Dicho de otro modo, no

debería ser una herramienta para la Iglesia: “no está contemplada ninguna

acción bélica que no esté dictada por el deber de la moral cristiana”

Así en el mundo cristiano debemos tener presente que una cruzada era

una peregrinación, un viaje sagrado, no buscaba la conversión al cristianismo


por ejemplo. Sin embargo, habían sido convocadas por el Papa, tenían un fin

religioso y se ofrecía el perdón de los pecados, (¿no era evidente que un

cristiano que luchaba por recuperar las tierras conquistadas por los infieles

estaba al mismo tiempo luchando por Cristo? ”), o sea, era una guerra santa

entendida de un modo diferente que los musulmanes.

Para los bizantinos por otro lado, las dos posturas les parecían

abominables, no entendían la Jihad y veían con ojos de horror las cruzadas. En

conclusión, los musulmanes creían que la fuerza podía emplearse para poner

a todo el mundo bajo dominio del Islam, los caballeros occidentales creían que

estaban llamados no sólo a defender sino a "elevar" a la cristiandad pues

atacar a sus enemigos sería santo y meritorio. Los bizantinos creían que no era

ni buena ni santa, sino malvada y podía justificarse solo con ciertas

condiciones que se centraban en la defensa del imperio y su de fe.


Mijal Zaborov, Historia de las Cruzadas, Akal, Madrid, 1979, p. 11
José Luis Romero, La Edad Media, Fondo de Cultura Económica, México, 1979, p. 145
Corán, 3:195
Carlos de Ayala Martínez ,Las Cruzadas, Sílex, Madrid, 2004, p. 24
Thomas F Madden, Cruzadas, la verdadera historia Lumen, Buenos Aires, 2005, p. 20

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