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EQUIPO PUEBLOS ORIGINARIOS

SERPAJ - ARGENTINA

INFORME DE LA SITUACION DE LAS MUJERES


DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS DE LA REPUBLICA ARGENTINA

Una aproximación

Si bien este informe pretende dar una visión general de la situación de las mujeres indias y,
por lo tanto, desde la perspectiva de género, no se puede aislar su problemática de la específica que
padecen sus respectivas comunidades. Encontramos que en las diferentes etnias que conforman los
Pueblos Originarios o Primeras Naciones, más allá de sus diferencias en cuanto a asentamientos
geográficos y diferencias culturales entre otras particularidades, existe un denominador común que
las afecta a todas por igual. Podemos decir que la discriminación y consiguiente exclusión que
padecen los sectores más empobrecidos de la población en general, en el caso de los Pueblos
Originarios y de sus mujeres en particular, llega a extremos que muchos estudiosos del tema han
dado en calificar como genocidio1.

Eugenio Raúl Zaffaroni2 afirma que la sociedad argentina discrimina a las comunidades
originarias por una cuestión de clase social y de etnia; que el genocidio continúa en nuestros días
“invisibilizando, omitiendo, dejando que se mueran (...). Se niega la existencia misma de esos
pueblos que es genocidio por omisión. Se niega el derecho indígena a existir” (…) ’No tenemos
indios; no tenemos ese problema’ –se dice-, como si fuera un problema. Pero –agrega-, “si alguien
pretende eliminar a un pueblo, es genocidio. El Estado argentino lo cometió con Julio Argentino
Roca3. Había que romper los vínculos originarios. En este marco, unos salvajes en el sur
molestaban en un país que había que ‘poblar’, donde faltaba mano de obra, tenía que instalarse el
ferrocarril y había que servir al imperio británico…”

En nuestros días, son las multinacionales y muchas empresas nacionales, quienes siguen
apropiándose por la fuerza de sus tierras. No sólo se los torna invisibles negando su existencia, sino
que también sufren persecuciones, violencia física y psicológica, y expulsión violenta de sus tierras
ancestrales que muchas veces termina con la muerte de sus pobladores o, en el mejor de los casos,
1
Genocidio. Exterminio o eliminación sistemática de un grupo social por motivo de raza, religión o de política.
2
Eugenio Raúl Zaffaroni, Ministro de la Corte Suprema. En: Página 12, Viernes 7 de noviembre de 2008. Entrevista de
Darío Aranda.
3
Julio A. Roca. Llevó a cabo la llamada “Campaña del Desierto” (1878-1879). Fue dos veces presidente de la
República (Ver: Las Matanzas del Neuquén. Crónicas Mapuches, Curapil Curruhuinca y Luis Roux, Editorial Plus
Ultra, 3ª Edición corregida, Buenos Aires, 1984).

1
con detenciones arbitrarias y con penas de cárcel por “resistencia a la autoridad”, cuando intentan
defender su lugar de origen (por ejemplo, en estos días, en comunidades Wichí de la provincia de
Formosa y Santiago del Estero en el NE, y Mapuches en el sur del país). Una autoridad que
siempre está al servicio de grandes intereses económicos, ya sea de particulares o de empresas
multinacionales. En suma: sus derechos humanos son violados de manera sistemática y
permanente.

En la actualidad, existen Pueblos Originarios en todas las provincias argentinas, con una
población estimada en un millón y medio a dos millones de personas, sin contar a los descendientes
mestizos. No obstante, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), en los
Primeros Resultados de la Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas (ECPI) de los años
2004-2005, se relevó un número de 600.329 personas que se reconocían pertenecientes o
descendientes en primera generación. Atribuimos esta diferencia a que muchos de los encuestados
no querían reconocer su pertenencia a los Pueblos Originarios, conocedores de la discriminación a
la que son sometidos.

• Ava Guaraní (Jujuy, Salta,Corrientes, Entre Ríos, Misiones)


• Aymara (Jujuy, Salta)
• Charrúa (Entre Ríos)
• Chiriguano, Chané (Salta)
• Chorote (Salta)
• Chulupí (Salta, Formosa)
• Comechingón (Córdoba)
• Diaguito-Calchaquí (Jujuy, Salta, Santa Fe, Santiago del Estero, Catamarca, Córdoba, La
Rioja,Tucumán)
• Guaraní (Jujuy, Salta, Corrientes, Entre Ríos, Misiones, Santa Fe, Buenos Aires)
• Huarpe (Mendoza, San Juan, San Luis, Buenos Aires)
• Kolla (Jujuy Salta)
• Vilela mestizados (Chaco)
• Mapuche-Araucano (Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz, Neuquén, La Pampa)
• Mby’a guaraní y Cainguá (Misiones)
• Mocoví (Chaco, Santa Fe)
• Ona y Yámana mestizos (Tierra del Fuego)
• Pilagá (Formosa)
• Rankulche (La Pampa)
• Tapieté (Salta)
• Tehuelche (Santa Cruz, Chubut)
• Tupí-Guaraní (Jujuy, Salta, Corrientes, Entre Ríos, Misiones, Santa Fe)
• Wichí (Chaco, Salta, Formosa)

El 50 % de la población relevada está conformada por los pueblos Mapuche, Toba, Kolla y Wichí.

Graves problemas de salud, desnutrición por la devastación de los recursos tradicionales


alimentarios resultado de la deforestación, la contaminación de las aguas y del medio ambiente en
general, usurpación de sus tierras ancestrales por parte de particulares o de empresas
multinacionales, conforman un cuadro de permanente y progresivo deterioro de la calidad de vida
de estas comunidades originarias. En muchos casos, la reiterada o constante “reubicación”,
eufemismo que oculta el traslado forzoso, la expulsión violenta y la expropiación de tierras de las
poblaciones (por ejemplo, y en el momento de escribir este informe, de los Wichí y Tobas en el
NO-NE argentino, o de los Mapuches en el Sur Patagónico, entre muchas otras), provoca la ruptura
de los lazos familiares con el consiguiente trauma de la comunidad y la aparición de problemas

2
sociales. Los hombres que tienen que convertirse en trabajadores golondrina 4por largos periodos,
muchas veces contraen el Sindrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) entre otras
enfermedades, que luego contagian a sus mujeres. Otro factor que influye en el deterioro de la
calidad de vida de estas poblaciones originarias es el de la ampliación permanente de la “frontera
sojera” que, entre otros e innumerables perjuicios, dio por resultado que muchas jóvenes cayeran en
la prostitución.5

Uno de los problemas más graves que afecta a las mujeres, por una cuestión esencial de
género, es el de la salud sexual y materno-infantil por falta de acceso a los servicios de salud en
cuanto a prevención y durante la gestación que, a su vez, influye en los niños por nacer o a los
nacidos durante los primeros años de su vida. Muchas veces, la dispersión geográfica de las
diferentes comunidades en el territorio nacional, y la ausencia o precariedad de los servicios
sanitarios adecuados, influye de manera dramática en la morbilidad y mortalidad materno infantil.
Además, en este sentido, las mujeres de las comunidades indígenas son las que sufren mayor
discriminación y maltrato. Su falta de comunicación y escasa relación con los profesionales de la
salud, hace que no sean tomadas en cuenta; muchas veces son literalmente ignoradas o atendidas en
último término. Y cuando son atendidas, generalmente no se les hace entender cabalmente cuál es
su diagnóstico, sino que se les receta un medicamento (por lo general pastillas) y se da por
finalizada la consulta.

Con respecto al control de la natalidad, indefectiblemente la mujer debe ir acompañada por


su esposo y, si él está de acuerdo, tomará píldoras anticonceptivas o en el mejor y más increíble de
los casos, se colocará un DIU (Comunidad Wichí Alto de la Sierra – Sta. Victoria Este – Salta).

De otro lado, en el tema de Educación, es importante destacar que en la mayoría de las


escuelas donde concurren niños aborígenes, son las niñas las que más abandonan los estudios
porque, en primer lugar, cuando tienen hermanos más pequeños deben cuidarlos y, en segundo
lugar, al tener su menarquia –especialmente en los pueblos cazadores-recolectores-, despiertan
tempranamente al sexo. Es así que desde muy niñas, 11 ó 12 años, muchas veces son mamás, con
todo lo que ello implica. De todas maneras, esta conducta no es tomada a mal por los integrantes de
la comunidad, sino que aún lo ven como algo casi natural.

En el mundo de la mujer aborigen, el trabajo y las responsabilidades, ya sean domésticas o


fuera de la casa, la alcanzan desde muy temprano. En primer lugar, ayudando en los quehaceres
domésticos (acarreo de leña, arreando ovejas, cuidando a sus hermanos menores, acompañando a la
familia a las cosechas de caña o algodón, trabajando en las artesanías, etc.)

Y cuando el trabajo es fuera de su casa y comunidad debe soportar, entre otras cosas,
salarios inferiores por ser indígena, pérdida de sus valores culturales a raíz de la discriminación,
cuando no malos tratos.
A continuación, se exponen algunos casos-testigo de lo que se señaló más arriba. Se toma
como ejemplo, la situación o experiencia de mujeres de algunas de las comunidades de los Pueblos
Originarios, siempre ligadas a la discriminación y a la exclusión.

CASOS TESTIGOS

4
Golondrina. En la Argentina se denomina de esta manera a los trabajadores que migran desde su lugar de origen a
diferentes regiones, según las épocas de cosecha y por la oferta de diferentes trabajos; por lo general, en al ámbito
agrícola.
5
III Encuentro Latinoamericano de Mujeres Rurales. También en “Mujer Pilagá. En Las Lomitas (Prov. de Formosa)”,
una casa funcionaba como prostíbulo de mujeres aborígenes pilagá” (entre 11 y 16 años).

3
DISCRIMINACION CULTURAL, RELIGIOSA Y SOCIAL6

Matilde Huriñanco (Mapuche, Prov. del Chubut). La escritura versus la oralidad. De cómo la
enseñanza del castellano en la escuela fue útil a la explotación y, especialmente, al sistema
capitalista.

La noción de “pueblos ágrafos” o “pueblos sin historia” son ejemplos de lo anterior. En el


caso de Matilde, ella fue alfabetizada en castellano; no sabía hablar mapuche, pero por su cuenta
empezó a transcribir las palabras que conocía porque “quería saber de qué estaban hablando mis
padres”. Una manera de recuperar su propia lengua y cultura con las herramientas del huinca7. La
escritura del discurso colonial y etnocentrista, versus la oralidad tradicional.

La escuela argentina estuvo orientada hacia el silenciamiento de las lenguas originarias.


Matilde toma la escritura para reponer la oralidad en el lugar de donde había sido expulsada. Quiso
reconstruir por medio de su conocimiento de la escritura la lengua que sus padres habían cesado de
transmitirle.

Recién en la última década comienzan a desarrollarse políticas estatales de educación


bilingüe y multicultural en el contexto escolar. En tanto, se perdió por discriminación y exclusión
mucho del caudal cultural de los Pueblos Originarios, desconociéndose el valor inapreciable de la
transmisión oral.

Lucía Cañicura (Mapuche, Prov. del Neuquén). De niña fue testigo de que autoridades policiales
y eclesiásticas le prohibían a sus padres realizar el Nguillatún (ceremonia mapuche de rogativas y
ofrendas). Más tarde, cuando trabajaba de mucama, la “patrona” le cortó las trenzas y la obligó a
rizarse el pelo. La maestra de su hijo le dijo que su madre “se quitara la pluma y que dejara de
hablar en indio” (se refería al idioma mapuche). Lucía le dijo a su hijo que si se volvía a repetir este
tipo de incidente que la maestra fuera a hablar con ella, o que ella misma iría a hablar al colegio. La
maestra no respondió.

Durante su vida, Lucía tuvo una conducta contestataria y de reafirmación por el ejemplo de
sus padres, quienes participaron en un Nguillatún de manera secreta a pesar de la prohibición. Y su
madre, cuando vio su pelo corto y rizado, le dijo que nunca más volviera a permitirlo. Lucía no
emplea la palabra discriminación, sino humillación.
Así es que le dice a su hijo –con respecto a las observaciones de su maestra-, “nunca tenés que
humillarte (…) tenés para responderles…ellas estudian para ser maestras, para ‘civilizar a los
indios’, como dicen, cuando nosotros somos Mapuche de este suelo y tenemos el conocimiento
aquí, el mapundungun8.

Una oposición entre la voz que humilla y la que responde a esa humillación. Es el consejo
de la madre al hijo. Esta tradición se conoce como ngilam, que en este caso es un recurso de la
tradición y la memoria, en respuesta a un discurso estigmatizante fundado en el descrédito, la

6
Investigación por la Diversidad . Producción Científica sobre la Discriminación en la Argentina. Instituto Nacional
contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI). Ministerio de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos.
Presidencia de la Nación, Buenos Aires, 2008. Pp. 90 ss.
7
Huinca. Probablemente, una derivación de “pu inka” (los inkas, contraído en huinca.: extranjero). Por extensión, todos
los que no son indios. Se aplica especialmente a los blancos. En: Nuevo Diccionario Mapuche-Español, P.E. Wilhelm
de Moesbach, Salterio Meyer Rusca, et al., Siringa Libros, Buenos Aires, 1996.
Huinca. Cristiano, blanco. En: Las Matanzas del Neuquén. Crónicas Mapuches. Curapil Curruhuinca, Luis Roux, Edit.
Plus Ultra, 3ª Edición, Buenos Aires, febrero 1987.
8
Lengua mapuche o idioma araucano. En. Ob.cit 7.

4
ridiculización y la impugnación de los atributos étnicos (“que tu madre se quite la pluma y deje de
hablar en indio…”, al decir de la maestra).

La actitud resistente de Lucía también es resultado de unas palabras de su madre quien,


cuando la vio con el pelo corto y rizado, le dijo que nunca debería haberlo hecho, y que no volviera
a permitir este tipo de atropello..

SALUD

Tobas, Wichí, Mocovíes, Prov. del Chaco, El Impenetrable

Fuente: Chaco por Día. Rolando Núñez, Coordinador del Centro de Estudios Nelson Mandela.

El llamado Mal de Chagas (Tripanosomiasis americana) se transmite por un insecto, la vinchuca,


que anida en las paredes de adobe de las chozas9, tuberculosis, parasitosis y escabiosis (sarna),
desnutrición aguda, son algunas de las enfermedades que afectan a los pobladores nativos de esta
región del Noreste argentino que ascienden, aproximadamente, a 60 mil personas.

El año pasado la sociedad argentina se “horrorizó” cuando algunos medios publicaron la


foto de Mabel Pino Fernández, una mujer toba de 45 años que pesaba 26 kilos. Estos casos se
volvieron a repetir especialmente entre mujeres, algunos hombres y casos de mortalidad infantil por
desnutrición, y enfermedades broncopulmonares.

El Impenetrable es una región de cuatro millones de hectáreas cuadradas de difícil acceso


por sus montes espinosos, clima seco y muy caluroso. El 60 por ciento de la población chaqueña
vive por debajo de la línea de pobreza, y de ella el 28 por ciento por debajo de la línea de
indigencia. Dentro de este grupo se encuentran los pobladores originarios.

Morbilidad-mortalidad de las mujeres en la Puna jujeña10 por causas reproductivas (Noroeste


argentino, 1990-2006).

La Puna jujeña es una altiplanicie árida ubicada a 4 mil metros sobre el nivel del mar, de
difícil habitabilidad. Históricamente, sus pobladores pertenecen al Pueblo Originario Kolla, que
durante generaciones se dedicaron a la siembra y cría de ganado autóctono para autoconsumo.

A partir de la década del 70 se instalan grandes emprendimientos mineros –que siguen hasta
la fecha-, y muchos hombres tuvieron que vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario. En la
década de los 90 esta situación, por las privatizaciones y por la instalación de compañías
multinacionales y de poderosas empresas locales, lleva el desempleo y la pauperización a una
verdadera crisis que, ciertamente, afectó a todas las comunidades del país y que, como ya se señaló
más arriba, persiste hasta nuestros días en muchas regiones.

Se estudió la incidencia de los factores socioeconómicos, culturales, étnicos, de género,


entre otros, para determinar cómo inciden en la morbilidad y mortalidad de las mujeres , y de qué

9
En el 2006 el Centro Nelson Mandela sometió a 171 aborígenes a un estudio serológico para determinar si sufrían el
mal de Chagas. Más del 51 por ciento tuvo un resultado positivo. Rolando Núñez no duda en denunciar un “genocidio
étnico” contra estas comunidades.
10
Raquel Irene Drovetta. Centro de Estudios Avanzados, Univ. Nacional de Córdoba, CONICET, Argentina.

5
manera impiden su acceso a la atención de la salud sexual y reproductiva, y también de cómo estas
mujeres perciben las prácticas curativas y conciben la salud y la enfermedad.

En este estudio también se demuestra que las distancias geográficas, la oportunidad de


acceso a los servicios de salud, las diferencias de roles según el género, etc., inciden en el constante
deterioro de la salud femenina. Pero se pone el énfasis en que la ausencia de políticas de salud que
tomen en cuenta el factor cultural, es uno de los que más se vincula con esta problemática. Se
detectó una significativa cantidad de casos de mujeres con cáncer cervicouterino. El nivel de
incidencia es más notable entre las mujeres más jóvenes, las más pobres con necesidades básicas
insatisfechas, con menor nivel de educación, y las que residen en zonas rurales; en términos
generales, las indígenas. Todas ellas viven en situación de alto riesgo.

Sin embargo, todas las comunidades indias tienen, por tradición cultural, su propio
conocimiento de la curación, de su medicina ancestral, natural, a cargo de chamanes, personas de
ambos sexos quienes, a su vez, recibieron este conocimiento de sus mayores por tradición oral y
por praxis.

Pero existe, en muchísimos casos, un “desencuentro cultural” entre ambas medicinas: la


biomédica y la tradicional. Ninguna es mejor que la otra, pero la segunda fue estigmatizada por la
cultura occidental oficial11.

En el estudio mencionado (Ob .cit. 10), se señala que en el análisis de los procesos
mórbidos se puede dar cuenta de todas las mujeres que cargan, temporalmente o por vida, con
enfermedades, lesiones, discapacidades asociadas al embarazo, al parto y el puerperio,
complicaciones por aborto, consecuencias agudas y crónicas de las enfermedades de transmisión
sexual, las consecuencias físicas y psicológicas de la sexualidad prematura y las consecuencias
físicas y psicológicas de la coerción sexual.

De otro lado, la mortalidad por causas reproductivas podría ser evitable al igual que el.
cáncer cervicouterino. Por ambas causas mueren numerosas mujeres en esta región.

En este estudio se señala que el concepto de salud femenina es diferente de la masculina, no


sólo en los aspectos biológicos, sino por la diferencia de sus roles que son determinados social y
culturalmente. Así, a partir de su rol de madre-esposa, la mujer es concebida como la responsable
natural de la reproducción y del consumo familiar (estar a cargo de la reproducción de otros). Estas
funciones se basan en jerarquías de género alimentadas por relaciones primarias de subordinación-
dominio entre los géneros dentro del hogar. Así, muchos de los procesos mórbidos son
consecuencia de inadecuadas condiciones de vida: desnutrición, anemia, y embarazos poco
espaciados. La pobreza, la falta de información y el rol que se les impone a las mujeres, exacerban
los factores biológicos de riesgo.

LA TIERRA: EJE DE LA CULTURA, LA SALUD Y LA EDUCACION

Wichí (Prov. de Salta y Formosa)

11
Hace unos años, en Carmen de Patagones, se llevó a cabo una experiencia interesante en el campo de la salud mental.
Una machi (médica aborigen o curandera del pueblo Mapuche, quien también es guía y consejera espiritual), fue
convocada por un médico psiquiatra del hospital regional. Ambos trabajaron en estrecha colaboración aunando
conocimientos para la cura de pacientes aborígenes con excelentes resultados.

6
La lucha por la recuperación de sus tierras ancestrales o por la conservación de las pocas que
les queda, es la preocupación fundamental de todos los Pueblos Originarios, siempre enfrentándose
a los grandes intereses políticos y económicos. La tierra (la Madre Tierra, como ellos la conciben),
es la que los alberga, les permite su supervivencia, la cohesión entre las comunidades, la
transmisión de su cultura, la unión de la familia, el cuidado de los hijos.

El cacique Francisco Pérez, presidente de la asociación Lhaka Honhat (Nuestra Tierra), ha


viajado mucho, dejando sus montes para reclamar por la tierra ante diferentes instancias
gubernamentales. Sólo para fotocopiar algunos documentos tiene que viajar 136 kilómetros en un
colectivo transitando pésimos caminos. Pero declara que seguirá viajando hasta “que los gobiernos
provincial y nacional, la Corte Suprema de Justicia y el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas
(INAI), cumplan con las leyes y la Constitución”.12

“Cuando caminamos 30 kilómetros y encontramos a alguien de otra comunidad charlamos


este tema –dice Francisco. Y agrega que “necesitamos parcelas grandes en un espacio continuo,
porque la tierra es comunitaria, no puede estar en parcelas con franjas que nos separen”.

En la cultura Wichí, Chorote y Toba de esta región, la palabra compartir es fundamental. No


sólo la comida sino también el espacio, incluso para dormir. “El problema es la familia. A la noche,
cuando un hijo llora, la madre no tiene más que extender el brazo para calmarlo” –dice Francisco.
Los animales domésticos buscan la sombra de las viviendas. El cacique dice que “los agentes
sanitarios están tratando de cambiar eso, pero si le pego a un perro, mi señora y los chicos se
enojan”.

También la hospitalidad es un rasgo característico de estas culturas. Sea quien fuere el


visitante, se le ofrecerá el lugar más fresco, la mejor silla, un colchón o mantas para pernoctar en la
comunidad. Pero este concepto existencial de compartir se vuelve problemático cuando los niños
alternan con los niños criollos. Cuando el auxiliar bilingüe habla en idioma (Wichi) los criollos no
entienden. Entonces el director ordena hablar en castilla (castellano). “Pocos chicos nuestros van a
la escuela y muchos abandonan. Cuando se maltrata la palabra, nuestros chicos no quieren pelear y
se van” –dice el cacique.

En este marco, las mujeres están más expuestas. Muchas adolescentes Wichí, confiadas y
dóciles, sin estudios, terminan embarazadas por jóvenes criollos que son aceptados por la
comunidad como propios. Y si bien se considera natural este tipo de uniones a edad temprana, es
aquí en donde comienzan a nacer entre los siete a diez hijos que tendrá la mujer, con todos los
riesgos de salud que ello implica como ya se señaló más arriba. Una problemática que es común a
casi todas las comunidades indígenas.

El doctor Julio Inturias del hospital de Santa Victoria Este, en el hospital “no se provee de
métodos anticonceptivos. Hay enfermedades venéreas, y el porcentaje de las mujeres que acuden a
la consulta ginecológica es muy bajo. Son muy reacias, lo mismo que para el parto”. Tal vez se
deba a ese “desencuentro cultural” que mencionamos antes, y que las mujeres indias no son –en la
mayoría de los casos-, entendidas y atendidas debidamente.

El cacique se pregunta qué va a pasar con el SIDA. “Aquí no hay control. A las chicas las
violan los criollos. Nos talan el monte, y alambran las lagunas de donde sacamos el agua. Pero no
podemos controlar nada si no tenemos la tierra. Si la tenemos, podemos cambiar lo que está mal”.

12
Sibila Camps, La Tierra, una pelea clave para las comunidades Wichí, Diario Clarín, Enero de 2001.

7
MUJERES INDIGENAS, TRABAJO Y VIOLENCIA

En términos generales, las mujeres son las más vulnerables a la violencia. Y esto se da
cuando entran en contacto con el ámbito occidental, pero también, muchas veces, dentro de sus
mismas comunidades. Y no sólo hablamos de violencia estrictamente física y sexual, sino también
en otros contextos, como algunos de los mencionados en este informe: discriminación cultural,
coerción violenta y psicológica, y abandono o maltrato en los centros de salud, por mencionar sólo
algunos.

La mujer india es la depositaria y la transmisora de su cultura. Se podrá argumentar en el


sentido de que en la sociedad occidental y en muchas otras, también cumple este rol por los
atributos de género referidos a la maternidad y a la crianza. Sin embargo, al pertenecer a una
sociedad explotada y relegada por centurias, pauperizada al extremo, despojada de todos sus bienes
ancestrales, a merced de grandes intereses políticos y económicos, es la más expuesta y la que
menos protección tiene.

En cuanto al trabajo, las mujeres también realizan tareas tradicionalmente consideradas


masculinas (por ejemplo, en la cosecha de algodón y en otras en donde también trabajan sus niños);
preservan las técnicas de siembra de cultivos, el cuidado de los animales, la preparación y tintura de
la lana o fibras según la región, la recolección de fibras aptas para el tejido, la artesanía en general.
Por supuesto, y a la par, todas las tareas domésticas.

Al respecto, Rosa Albariño (Charrúa)13, dice: “Sobre nosotros se tomó una decisión de
exterminio total a mediados del siglo XIX” (circa1830 y años siguientes). Rosa refiere que como su
pueblo no se entregó dócilmente, la “solución final” fue la muerte total: para los varones de 12
años para arriba, cacería y degüello. Para los menores de 12 años, castración. A las mujeres y niñas
se las regalaba a estancieros, militares, puesteros y ciudadanos en general. Como botín de guerra
fueron regaladas, sus niños asesinados o mutilados, sus esposos también asesinados o literalmente
esclavizados. Pero estas mujeres resistieron como guardianas de su cultura, y de su transmisión de
generación en generación.

En cuanto a las jornadas actuales de trabajo, dice que son “muy duras, se trabaja en lo que se
consigue, pero se hacen dobles y triples turnos, y luego se continúa en la casa, con las artesanías,
venta de pan, tejidos y otras cosas, porque la paga es muy mala y el trabajo escasea. También en
tareas domésticas, con mucha explotación”.

En general, se excluye a la mujer casada o con hijos para no pagar bonificaciones por hijos
(muchas son jefas de hogar). “La mayoría de las hermanas vive en zonas rurales paupérrimas, con
mucha desnutrición, que hoy está más grave con el avance de los monocultivos (como la soja) y
fumigaciones muy tóxicas”, -dice Rosa. Habría que recordar que las compañías emplean a “niños
bandera” para que señalicen las áreas en donde deben fumigar y al estar expuestos, sin protección
alguna, más allá de las condiciones climáticas a veces extremas, estos niños padecen severos
problemas de salud que pueden conducir a la muerte.

Otros datos de violencia y discriminación: Si la mujer dice que es indígena, es probable que
no consiga trabajo. Si consigue trabajo –negando su ascendencia-, debe aceptar y adaptarse a la
cultura occidental, no decir que practica la medicina natural, el parto indígena y, mucho menos, la
antigua espiritualidad. Estos atributos de su cultura hacen que se la considere “sospechosa” y “rara”.

13
Rosa Albariño (1944-2007)

8
CONCLUSIONES

En la Reforma Constitucional (1994) y la sanción de su artículo 75, inciso 17, se reconoce


“la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos”. Esto implica reconocerlos
oficialmente como Pueblos Originarios con identidad propia y con derechos colectivos que les son
propios. Fue un avance importante; no obstante, casi nunca o muy pocas veces se traduce la letra de
la ley en la realidad cotidiana de estas comunidades.

Al respecto, el doctor José Nun, Secretario de Cultura de la Presidencia de la Nación, dice


que para corregir esta situación de marginación y desigualdad, “es preciso buscar nuevos
mecanismos de participación y de diálogo que permitan desarrollar políticas coherentes con las
cosmovisiones y tradiciones de estos pueblos (…)”14

Desde finales de la década de los 70 y 80 los Pueblos Originarios comenzaron a organizarse


o reorganizarse desde sus mismas raíces. Y no son pocas las mujeres que, siguiendo una tradición
ancestral desde la época de la Conquista y aún antes, se incorporaron a esta lucha desde su propia
perspectiva femenina, ya que su problemática como mujeres, aun cuando no se puede desligar de la
de sus respectivas comunidades, tiene características particulares. Ellas mismas lo afirman:

“Reafirmamos que somos mujeres indígenas de herencia ancestral milenaria y que junto a
nuestros hermanos luchamos para lograr la reconstrucción de nuestros pueblos, para luchar por
nuestros derechos colectivos al territorio, a nuestra lengua propia, a la gestión de nuestros
recursos naturales y a nuestro propio desarrollo”15 (Jujuy 2006)

“Nosotras, las mujeres indígenas del Chaco definimos este encuentro como un espacio
propio, para que la mujer indígena pueda ser protagonista activa en la toma de decisiones sobre su
destino (…) para que este encuentro histórico genere el marco institucional para la unidad de las
mujeres indígenas en la diversidad, y el tratamiento y mejora de nuestras condiciones de vida,
nuestras comunidades y nuestros pueblos, acorde a nuestras propias pautas, bajo las enseñanza de
nuestras madres y abuelas, que son guía y camino hacia el futuro”16 (Isla del Cerrito, Chaco, marzo
de 2006).

En términos generales, más allá de la comunidad a la que pertenezcan o a los diferentes


niveles de educación a los que hayan accedido, las mujeres se perciben a sí mismas como
portadoras de la tradición, las encargadas de la crianza de los hijos y las transmisoras naturales de
su cultura. En nuestros días, las mujeres dirigentes indias tienen en claro que su trabajo es político
(no en un sentido partidario tradicional occidental), sino que la lucha por sus reivindicaciones
comunitarias y de género se encuadra dentro de sus derechos ciudadanos.17

La opresión genera resistencia ante el opresor. Así surge la antinomia conquista-resistencia


que enfrentan los Pueblos Originarios, que se inicia sangrientamente en 1492 y siglos posteriores.
Hoy la resistencia es política, y muchas mujeres son protagonistas de esta nueva etapa.

14
Prólogo. En: Mujeres Dirigentes Indígenas. Relatos e Historias de Vida. Secretaría de Cultura, Presidencia de la
Nación, 1ª Edición, Buenos Aires, 2007.
15
Declaración del Primer Encuentro Provincial de Mujeres Indígenas. Ob. Cit. 14.
16
En Ob. Cit. 14.
17
Política. En su tercera acepción: Actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión,
con su voto, o de cualquier otro modo.

9
En tanto, monte adentro, en las alturas puneñas, en los desiertos o en las tierras patagónicas,
otras mujeres siguen esperando justicia.

Noviembre de 2008

BIBLIOGRAFIA RECOMENDADA

• III Encuentro Latinoamericano de Mujeres Rurales y Urbanas por la Soberanía Alimentaria,


circa Octubre 2008.

• Acosta, Abel H., María S. Ramos, et al. Factores de riesgo de salud en una comunidad
Wichí. Facultad de Medicina, UNNE FUNDEA, Corrientes, versión digital S/F.

• Camps, Sibila. La Tierra, una pelea clave para las comunidades Wichí. En: Diario Clarín, 10
de Enero de 2001.

• Curapil Curruhuinca, Luis Roux. Las Matanzas del Neuquén. Crónicas Mapuches. Editorial
Plus Ultra, 3ª Edición corregida, Buenos Aires, 1984.

• De Luca, Gerardo D., José M. Alonso, et al., Estudio citológico y molecular de infección
por virus papiloma humano en aborígenes de la etnia Pilagá del Noroeste de Formosa.
Instituto de Medicina Regional, Resistencia, Chaco, versión digital, 2004 y ss.

• Drovetta, Raquel Irene. Morbimortalidad Femenina en la Puna Jujeña: potencialidad de la


técnica autopsia verbal. Centro de Estudios Avanzados, Univ. Nacional de Córdoba,
CONICET, Noviembre 2008.

• Gadea, Ethel. La Mujer Indígena y el Trabajo. Entrevista a Mujer Charrúa Rosita Albariño,
Argentina, Edición Digital, S/F.

• Investigaciones por la Diversidad. Producción Científica sobre la Discriminación en la


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