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Agustín Víctor Casasola

Nació el 28 de julio de 1874 en la ciudad de México.


Hijo de Dolores Velasco y Juan Casasola, queda huérfano de padre a la edad de
seis años y a los diez comienza a trabajar iniciándose en el mundo periodístico
con don Eusebio Sánchez en el periódico El Liberal.

A los 18 años trabaja en los talleres de tipografía y encuadernación, pero a los


20 tiene su primera tarjeta de presentación como repórter del periódico El Uni-
versal dirigido por Carlos Roumagnac. Era un joven inquieto y tenía verdadera
vocación por su profesión. Tuvo diversos trabajos en medios impresos como El
Correo Español, El Popular, y El Globo, entre otros.

A la par del nuevo siglo, Agustín comenzó a trabajar en El Tiempo, “Diario


Católico, Político y de Interés General” que pertenecía a Don Victoriano Agüeros.
En este diario se relacionó con personalidades como José María Vigil y José
María Roa Bárcenas. También, durante los seis años en los que trabajó como
reporter cultivó una estrecha relación con personajes como Luis G. Urbina,
Carlos Pereyra, Miguel Necochea, Carlos Valle Gargen, Pedro Hagelstein, Anto-
nio Páez y muchos más.

Quizá el punto neurálgico que hizo tan importante y trascendente la carrera de


Agustín fue su visión de la fotografía. En una época donde este quehacer era
más un símbolo de poder, el joven Casasola comienza a retratar el acontecer
cotidiano y a dejar memoria gráfica de México. Esta nueva afición, poco a poco
se fue transformando en pasión que se reflejaría en los primeros artículos ilus-
trados de Agustín Víctor en 1901; por ejemplo un completo reportaje sobre los
ferrocarriles de Indianilla, publicado en el periódico El Tiempo.

Pronto, cambiaría la pluma por la cámara y comenzaría una enorme trayectoria


como reportero gráfico, dejando una importante memoria ilustrada de nuestro
pasado.

En 1903 contribuyó a la creación de la Asociación Mexicana de Periodistas, junto


con Carlos Pereyra, Amado Nervo, Luis G. Urbina, entre otros destacados hom-
bres del periodismo. Un año después dejó El Tiempo y se mudó a El Imparcial
de Rafael Reyes Spíndola. En este periódico, Agustín V. Casasola desarrolló y
perfeccionó sus técnicas como fotógrafo y reportero gráfico al presenciar las
grandes construcciones porfiristas como las obras del desagüe en la ciudad de

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México, la construcción del Monumento a Juárez o el Palacio de Bellas Artes.


También con este periódico cubre los preparativos y festejos del Centenario de
la Independencia.

Para esta década (1910) los tiempos eran difíciles pues se estaba gestando la
Revolución.

En 1912 un suceso trágico marcó su vida. Ignacio Herrerías, Humberto León


Strauss y el fotógrafo Rivera, murieron trágicamente en el asalto y quema del
tren en el que viajaban a manos de los zapatistas. Este hecho conmovería pro-
fundamente a toda la nación.

En el contexto de este suceso, recibió de Buenos Aires una propuesta de la


revista Caras y Caretas para contratarlo como corresponsal gráfico, es entonces
cuando empezó a combinar su nueva corresponsalía con su labor en El Imparcial
y convenció a su primo Gonzalo Herrerías (hermano del periodista asesinado)
para crear, casi a finales de 1912, la primera Agencia de Información Fotográ-
fica, llamada “Herrerías y Casasola”.

Distintos periódicos y revistas comenzaron a solicitar sus servicios. El trabajo se


intensificó y fue necesario contar con la ayuda de diferentes fotógrafos que
hacían las corresponsalías desde provincia, contratar a otros que se incorporar-
ían como reporteros gráficos en la ciudad y, sobre todo, Agustín Víctor consideró
indispensable introducir en este mundo a sus hijos, en un principio como ayu-
dantes en el revelado, encargados del equipo, llevando y trayendo imágenes,
hasta que se les incorporó propiamente como fotógrafos. Es así, como en 1913
Gustavo Casasola Zapata, se inicia como reportero a la edad de 13 años.

Gonzalo Herrerías fue nombrado en 1915, director del periódico El Independi-


ente y tiene que abandonar la agencia; de esta manera, la agencia queda a
cargo de Agustín Víctor y cambia su nombre a “Casasola Fots.”

Para los siguientes años Agustín Víctor y la Agencia, cubren importantes


sucesos de la vida política de ese momento. En 1917 se traslada la familia Casa-
sola a la ciudad de Querétaro para presenciar las discusiones, la formación del
Congreso Constituyente y la firma de la Constitución, así como los primeros mo-
mentos de Venustiano Carranza como presidente de la República.

En 1918 Agustín Víctor entrevista al gran poeta Amado Nervo, a quien ya

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conocía de tiempo atrás, para la revista argentina Caras y Caretas. En 1920


Gustavo Casasola Zapata, su hijo, parte rumbo a Durango para entrevistarse
con el general Francisco Villa y publicar el reportaje en la misma revista argen-
tina y, en 1922, realiza un extenso recorrido por la zona petrolera dejando una
importante constancia gráfica; ambas investigaciones fueron auspiciadas por la
Agencia y supervisadas por Agustín Víctor.

En 1929, Agustín Víctor Casasola es Jefe de Fotógrafos de la Oficina Técnica de


la Dirección de Servicios Urbanos y Obras Públicas del Departamento del Distrito
Federal y su tarea principal es dejar un testimonio gráfico de todas las obras que
se realizan bajo el mando de esta Dirección. De esta forma, Agustín de 55 años
de edad, viaja por diferentes municipios y localidades –acompañado de sus
fotógrafos- para tomar las imágenes que formarán parte de un importante
archivo de esta ciudad.

Agustín Víctor fue siempre un hombre dedicado y trabajador, por esto, hacia los
últimos años de su vida, continuó con sus labores como Jefe de Fotógrafos y
editor.

En noviembre de 1934 edita un suplemento del Álbum Histórico Gráfico en


sociedad con su primo Alfonso Casasola López en el Paso Texas y el 18 de marzo
de 1938 realiza uno de sus últimos reportajes gráficos de un importante acon-
tecimiento: la expropiación petrolera.

Días después y todavía trabajando para el DDF, muere Agustín Víctor Casasola
el 30 de marzo de 1938 y con él uno de los más importantes fotógrafos de
nuestro país, pero del cual hoy podemos seguir disfrutando y aprendiendo de su
enorme legado.

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Gustavo Casasola Zapata

El hijo primogénito de Agustín Víctor Casasola, nació el 16 de febrero de


1900, justo con el cambio de siglo. Ante la herencia tan significativa de su
padre, continuó sus pasos y se incorporó al periodismo el 8 de septiembre
de 1913 cuando realiza su primer trabajo y retrata al embajador español
Bernardo de Cologan y Cologan junto al cuerpo diplomático y por la noche
toma su primer magnesio de la misma ceremonia.

Inicia su carrera como fotógrafo trabajando primero bajo la supervisión de


su padre y posteriormente solo, como un reportero gráfico más. En 1914
acompaña a su padre al estado de Veracruz para ser testigos y dejar con-
stancia de la invasión norteamericana; en 1915 termina la sociedad entre
Agustín Víctor y su primo Gonzalo Herrerías que dio origen a la Agencia de
Información Fotográfica “Herrerías y Casasola” y cambia de nombre la
Agencia a “Casasola Fots.”, integrándose Gustavo de lleno a la plantilla de
colaboradores y corresponsales.

Para 1916, viaja junto a su padre y otros reporteros, a la ciudad de Queré-


taro donde se celebró el Congreso Constituyente y en 1918 es miembro de
la Asociación de Fotógrafos Taurinos.

El año de 1920 fue de intenso trabajo: por un lado asiste al Consejo de


Guerra que se le llevó a cabo al general Pablo González Garza en la ciudad
de Monterrey, Nuevo León; de esta ciudad viaja a San Pedro de las Colonias,
Coahuila, a presenciar la rendición del general Francisco Villa en julio y en
agosto se traslada a la Hacienda de Canutillo, Durango, para realizar uno de
los más importantes reportajes sobre la vida cotidiana del Centauro del
norte y que sería publicada en diversos medios, incluso internacionales
como es el caso de la revista argentina Caras y Caretas.

En 1922 se une como fotógrafo, a una comisión que irá a investigar el con-
flicto petrolero en los campos de Veracruz y, para este momento, además de
trabajar en la Agencia de su padre, es reportero del periódico El Universal,
para el cual presencia importantes momentos de la vida nacional. Uno de
ellos es cuando el presidente Álvaro Obregón va a la Catedral Metropolitana
a rendir los honores correspondientes a los héroes de la Independencia; o
bien, en 1925 cuando es testigo de la fundación del Banco de México, inau-
gurado por el entonces presidente Plutarco Elías Calles.

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En 1933 viaja al norte del país, para la filmación de numerosos cortomet-


rajes de las obras que está ejecutando la Comisión Nacional de Irrigación y
aprovecha la oportunidad para viajar a Estados Unidos también en calidad
de fotógrafo y cineasta.

El 5 de junio de 1935 se casa en el Paso, Texas con Ma. Elena Salamanca y


en 1936 hace de nuevo una gira como fotógrafo y cineasta, acompañando a
la Comisión Intersecretarial de los indígenas, dejando un importante testi-
monio de la vida y costumbres de las comunidades, además de hermosas
fotografías, muchas de ellas, consideradas como artísticas más allá de peri-
odísticas.

Para 1937 se integra al equipo de fotógrafos comandado por Agustín Víctor


en el Departamento del Distrito Federal y al morir éste en 1938, ocupa su
lugar como Jefe de Fotógrafos. A la par de su trabajo en el DDF, Gustavo
laboraba intensamente desde tiempo atrás, en el Archivo; y junto a su her-
mana Piedad analizaron, catalogaron, separaron e identificaron cada foto-
grafía que existía en su acervo.

Con la muerte de su padre y a cargo de la colección de cerca de 500,000


imágenes entre negativos y positivos, pertenecientes al acervo conocido
como Archivo Casasola (y a cargo de la administración de su propio archivo
personal el cual hasta la fecha esta compuesto de un poco menos material
que el compilado por su padre), inicia una labor que lo ocuparía hasta los
últimos días de su vida: la investigación y edición de materiales de difusión
cultural e histórica.
De esta manera, comienza en estos años una enorme investigación histo-
riográfica que culminaría con la publicación en 1942 de Historia Gráfica de
la Revolución Mexicana, pero que no se agotaría en este texto, sino que per-
mitiría la publicación de varios textos más sobre la historia, la cultura y los
principales actores sociales de nuestro país, así como la creación de la edito-
rial que lleva su nombre.

Dos décadas más tarde, en 1962, publicó su obra más amplia titulada Seis
siglos de historia gráfica de México, la cual en su primera edición abarca de
1325 a 1925. Después, bajo la dirección de Gustavo Casasola Salamanca, se
enriqueció la obra y se logró editarla en 14 tomos, que abarcaban de 1325
a 1989.

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En 1979 traslada su domicilio y su biblioteca-estudio a la ciudad de Cuer-


navaca, Morelos y es en este cálido e histórico lugar, donde el 13 de mayo
de 1982, a los 82 años de vida, muere Gustavo Casasola Zapata.

La fotografía para Gustavo fue parte de su vida cotidiana desde temprana


edad, sin embargo, al internarse en esta nueva etapa como editor, se con-
vierte en un relator gráfico de los acontecimientos nacionales que fueron
construyendo y configurando nuestra realidad actual.

El mérito de Gustavo Casasola no es menor al de su padre. Gracias a él y a


su hermana Piedad se conservan las fotografías que ahora conocemos. Tam-
bién, fue de vital importancia poner al alcance del público este material a
través no sólo de la catalogación de las fotografías, sino con la publicación
de libros en los cuales, se conserva impresa, la memoria de nuestro país.

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Miguel Víctor Casasola

El hermano menor de Agustín, nace en las calles de Mesones No. 42, en el


centro de la ciudad de México, el 29 de septiembre de 1878.

Miguel tuvo un carácter inquieto, curioso y en ocasiones disperso, por esto


sus oficios versaron desde aprendiz de zapatero, “chícharo” de peluquería,
empleado del Teatro Principal, ferrocarrilero, fotógrafo y hasta revoluciona-
rio.

Los niños Casasola quedan huérfanos de padre a muy temprana edad, por lo
que comienzan a buscar empleo para poder ayudar a su madre con el sos-
tenimiento del hogar; Miguel ingresa a una carpintería y posteriormente
como aprendiz de zapatero. De ahí, se va a la peluquería por las mañanas y
en las noches, ayudante en el Teatro Principal.

Más tarde, en 1906, Agustín Víctor trabajaba en el periódico El Imparcial,


mientras que Miguel en Ferrocarriles, por lo que Agustín convence a su her-
mano de que siga sus pasos como foto-reportero e ingrese con él al
periódico. Este es un momento crucial en la vida de Miguel pues en adelante
la cámara será su fiel compañera en todos sus andares.

Miguel que siempre tuvo un carácter audaz, no tuvo mayor problema en en-
cargarse de la “nota roja” de los periódicos, por lo que se especializó -si
podemos llamarlo así-, en fusilamientos, incendios y sucesos parecidos.

Durante la Decena Trágica, recibió dos balazos en la pierna al atravesar la


calle de Bolívar, para salir a Niño Perdido y fotografiar de cerca los hechos
que estaban ocurriendo.

En estos momentos incandescentes, Miguel decide dejar la cámara por un


tiempo y unirse al coronel convencionista, Javier Ordóñez en la revolución,
librando una batalla en el Chico, Pachuca y volar algunos trenes y muchos
tramos de vía. En 1918, regresa a la ciudad de México y se reincorpora al
trabajo periodístico ingresando al periódico El Demócrata.

Para 1927 se une al equipo de La Prensa donde permanecerá por casi diecio-
cho años, encargándose de momentos importantes de la historia de nuestro
país.

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Miguel Casasola es recordado como uno de los fotógrafos más intrépidos y


decididos y que estas cualidades le merecerán el reconocimiento que el 22
de diciembre de 1938, la hizo la XXXVII Legislatura y que quedó asentado
en el Diario de los Debates de la Cámara de Diputados de ese día, como se
lee:
“Miguel Casasola, trabajador fotógrafo de ameritado historial, de grandes
merecimientos en orden de trabajo y de crédito social, mereced de nosotros
los suscritos, diputados en ejercicio de esta XXXVII Legislatura, un estímulo
que le permita mejorar sus instrumentos de trabajo y con esto su vida.
"En atención a lo anterior, nos permitimos proponer a la H. Asamblea sea
servida de acordar se autorice a la H. Comisión de Administración de esta
Cámara, suministre la cantidad de $600.00 (seiscientos pesos), para la
adquisición de una máquina fotográfica que sea obsequiada al compañero
Miguel Casasola.
"México, D. F., a 22 de diciembre de 1938.- Adán Velarde, y otras firmas. Se
pregunta a la Asamblea si se dispensan los trámites. Los que estén por la
afirmativa sírvanse manifestarlo. Dispensados. Está discusión. Sin ella, en
votación económica se pregunta si se aprueba.
Aprobada”.

Miguel fue un gran apoyo para sus sobrinos Gustavo y Piedad Casasola
Zapata en el aspecto administrativo y de producción de los primeros cinco
cuadernos de la obra Historia Gráfica de la Revolución Mexicana.
Miguel Casasola fallece en 1952 en el Hospital Militar, pues se le reconocen
sus antecedentes como veterano de la Revolución con el grado de Capitán.

De su archivo fotográfico personal, gran parte se integró al de Agustín, su


hermano y al archivo del periódico La Prensa que fue el lugar donde tuvo su
más intenso y destacado desarrollo profesional.

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Piedad Casasola Zapata

Nace el 3 de abril de 1909 en las calles de Campo Florido, a una cuadra de


la calle Arcos de Belén, muy cerca de la Ciudadela, en la ciudad de México.
Sus estudios primarios los realizó entre la ciudad de México y Querétaro, ya
que en 1916 la familia se traslada a esta ciudad porque su padre, Agustín V.
Casasola cubrió el Congreso Constituyente en su calidad de reportero grá-
fico.

Concluyó sus estudios secundarios en la ciudad de México en los colegios de


la municipalidad de Mixcoac.

Al salir de la secundaria, su afición por la lectura la convierte en una mujer


con una amplia cultura que pone en práctica al estar al frente de la orga-
nización del material del Archivo.

Piedad desde muy joven se integra al trabajo de la Agencia Fotográfica de


su padre y realiza las labores de ordenamiento y catalogación, además de
hacer contacto con los directores de periódicos y revistas de la República
Mexicana y del extranjero, por el servicio de corresponsalía que ofrecía la
Agencia. Dentro de esta última tarea, su trabajo consistía en llevar un regis-
tro de las solicitudes y entregas, al mismo tiempo que bajo la dirección de
su padre y su hermano mayor Gustavo, es la encargada de clasificar y orga-
nizar el enorme acervo de imágenes tomadas a lo largo del diario servicio
fotográfico de prensa.

Eventualmente en los años 20 y 30’s, se requería el servicio de fotos en color


para algunas de las revistas a las que se daba servicio; para esta labor
Piedad desarrolló su gusto por la pintura al darle tonos de color a las fotos
blanco y negro y así cumplir las peticiones de las revistas de la época.

Tiempo después se traslada al departamento de fotografía de la Dirección de


Obras y Servicios Públicos del Departamento del Distrito Federal, del que era
director su padre y a ella le corresponde organizar el Archivo fotográfico del
DDF.

Dentro de la Agencia desarrolla el gusto y habilidad por la fotografía, pero


sobre todo por el cine; de esta manera, en sus viajes familiares, de trabajo
o descanso, dejó constancia en cine de sus recorridos.

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Piedad tuvo la oportunidad de viajar por gran parte de la República Mexicana


y por el sur de Estados Unidos.

Al fallecimiento de Agustín Víctor en 1938 y bajo la guía de su hermano Gus-


tavo, dedica su tiempo y esfuerzo a apoyar a su hermano y a su tío Miguel
para llevar a cabo la publicación de Historia Gráfica de la Revolución Mexi-
cana, participando activamente en lo que será Ediciones Archivo Casasola y,
sobre todo, representando a la editorial en las distintas ferias del Libro en
las que participaron.
Desafortunadamente, se ve afectada por un problema cardiaco que merma
su salud, falleciendo en diciembre de 1953, a la edad de 44 años.

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