El primer factor surge a partir de las definiciones que se han dado de la voluntad,
que podemos apuntar de la siguiente manera: la voluntad como apetencia3 o como
fuerza-capacidad4 de realizar algo. Las anteriores definiciones históricas nos enfrentan
al problema de que se tratarían de definiciones acabadas y, por lo tanto, que intentan
cerrar de una u otra manera la temática que queremos abordar. Si nos quedamos en tal
postura, es decir, asumir como terminada la problemática podemos caer en la falacia de
creer que, en el campo de la ética, ya todo se encuentra dicho.
1
Se anota como tema-problema por el hecho de que si bien la voluntad es una temática tratada por la
ética, ésta genera una controversia, no sólo en la forma en la que la trataron y tratan los distintos autores
filosóficos, sino dentro de la misma comprensión de la voluntad.
2
Puede entenderse también a partir de las ideas de definición última o cerrada.
3
Postura aristotélico-tomista.
4
A tal manifestación apuntarían las posturas kantianas y nietzscheanas.
1
problemática de la voluntad, sino que, quiere ser un intento más para coadyuvar en la
labor ética actual y mostrar que son necesarias las actualizaciones de las temáticas
principales del área en la que nos enmarcamos.
5
Entiéndase actualización como aquella capacidad del ser humano de hacer realidad alguna potencia
suya.
6
Se deben remarcar estos dos ámbitos ya que el individuo no se construye sólo, de manera exclusiva, sino
en la relación con los demás seres humanos de su entorno.
2
creacional,7 sus manifestaciones-expresiones cambiarán o adquirirán una mayor
profundidad dentro del mismo ser humano y de las decisiones que va realizando como
individuo y como ser en sociedad.8
Todo esto nos viene a decir, como ya se ha ido mencionando, el hecho de que el
ser humano no es acabado-finalizado, sino que es un proyecto que se va realizando,
dentro del cual la voluntad colabora como posibilitante de su realización o frustración,
de acuerdo con las opciones tomadas por él de manera responsable. Como se puede
observar, al ser la persona algo inacabado, sus definiciones o concepciones de algo no
podrán tener un carácter definitivo sino provisional.
7
Entiéndase el término creacional como aquella capacidad de la voluntad de ir haciendo a la persona más
humana de acuerdo a lo que esta última misma va optando, eligiendo y realizando.
8
Las modificaciones en ambos niveles se realizarían a lo largo de la historia tanto personal como
colectiva-comunitaria. De esta manera, el ethos griego adquiere relevancia, no sólo como morada sino
como lugar de reflexión de los constitutivos y normas que desarrolla el ser humano. Un análisis
interesante de la etimología de la palabra ethos y sus interpretaciones se encuentra en: COROMINAS,
2000: 40-41.
9
Se rescata en este párrafo los sentidos de: a) Poiesis = poesía, como práctica creativa; y, b) Alegoría-
práctica alegorética, que descubre y oculta el sentido de las cosas. Ambas concepciones griegas exponen
un carácter dinámico-creacional que, sin forzar las cosas, puede ser aplicado a la voluntad. Para una mayor
ampliación de los temas Cf. GRONDIN, 1998: 50-51.
3
En síntesis: La presente propuesta pretende reabrir la problemática acerca de la
voluntad por las siguientes razones fundamentales: La primera, porque entre los
intentos de definiciones que se han realizado, la voluntad ha quedado diluida o reducida
a un ámbito estrecho que difícilmente puede abrirse a una mayor profundización del
problema. Y la segunda, por la importancia que, como constitutiva del ser humano,
tiene la voluntad, originando la dimensión ética de su existencia, en la que puede
crearse y recrearse, tanto individual como colectivamente.
Llegados a este punto, cabe una nueva advertencia. Más que una exposición
pormenorizada del problema, que parta de los orígenes de la filosofía y llegue al tiempo
actual, la presente propuesta comenzará por realizar una relectura crítica de la postura de
Xavier Zubiri, expuesta en su curso Acerca de la voluntad.10
10
Tal curso, realizado en 1961, ha sido recogido en ZUBIRI, 1993: 17-193.
4
Para un mayor enriquecimiento la relectura que se pretende se realizará con los
aportes de otros autores. El más importante es el de Gilles Lipovetsky que, en su obra El
crepúsculo del deber,11 presenta como posición una ética del posdeber y concuerda en su
método con el de Zubiri.12 Esta corriente posmoderna de la ética subraya la realización
humana desde una actitud desligada de lo que se conoce como el imperativo categórico
kantiano13 y de todo aquello que implica negación “dolorosa” de uno mismo a favor de
los demás, es decir, deja de lado todo lo que pueda ser o derivar en un fundamentalismo
y/o dogmatismo religioso que vaya en detrimento del individuo.
11
LIPOVETSKY, 2002.
12
Cf. Método de acercamiento a las obras y de desarrollo del trabajo.
13
“(…) obra sólo según la máxima que te permita al mismo tiempo querer que esa máxima se convierta en
ley universal.” Recogemos la formulación que realiza DARDICHÓN, 1991: 65.
14
Entiéndase el término obligatoriedad desde la perspectiva kantiana: aquello que tengo y debo realizar.
5
actitud activa – participativa del lector, para que se enriquezca la comprensión e
interpretación del texto que se propondrá a continuación.15
15
Este aspecto se tratará con mayor amplitud en el segundo punto de esta parte introductoria: Método de
acercamiento a las obras y de desarrollo del trabajo.
6
3. Resultados. En este capítulo final, en el cual se reabrirá la problemática
central que nos ocupará en el presente trabajo y que ha sido señalada en
letra cursiva en dos oportunidades líneas más arriba, el ejercicio se basará
en explicar e interpretar de una manera mucho más consistente las
problemáticas que se hayan ido presentando en los dos anteriores
capítulos. De esta manera, lo que se intentará mostrar es que se puede
optar por una definición provisional, en la que seguimos la propuesta
zubiriana, pero que a la vez nos presenta nuevas problemáticas.
7
y profundización de las realidades presentadas por los autores y de alguna otra más
cercana a nuestra propia vivencia.
8
que se generan, en torno a la voluntad, para de esta manera ir profundizando y
realizando su propuesta.
9
sólo de la hermenéutica que se pueda hacer de sus obras sino de la misma necesidad de
actualización que ya hemos apuntado líneas más arriba.
Ahora bien, para realizar tal actualización lo que se intenta realizar en la presente
propuesta es ver qué cosas no han sido dichas por los autores que se presentarán a partir
de la observación e interpretación crítica de las propuestas y de nuevas realidades
interpeladoras. Y, a la vez, en aquello dicho o no dicho, ver qué dificultades se
presentan, como ya expresamos líneas más arriba. Pero, también deberá preguntarse al
texto que presentaremos aquello que no haya dicho para que, valga la reiteración, se siga
profundizando en el tema que se estudia.
10
Las mismas hipótesis que se van realizando en la lectura -que realizamos como
lectores y que otro lector realizará con nuestro trabajo-, deberán ser validadas o refutadas
por los mismos textos: los que leemos nosotros y el que presentamos. Esto es lo que
generará la posibilidad de la creación de nuevos textos.
11
I. VOLUNTAD: DILEMAS GENERALES
16
Los términos volición y voluntad serán utilizados indistintamente salvo que se necesite matizar alguno,
en tal caso se especificará en nota a pie de página. No obstante cabe advertir que, si se sigue la
terminología zubiriana, existen algunos matices. La voluntad es la cualidad o virtud que posee cada
persona, en cambio, la volición es el acto del querer que mueve a la virtud o cualidad. Ahora bien, como
veremos más adelante, poco a poco ambos términos se van interrelacionando, por esta razón serán
utilizados indistintamente.
17
Zubiri apunta el hecho de que el tema de la voluntad parece diluirse por estar en manos de muchas
ciencias y que, al final, no se llega a los aspectos que consisten la índole formalmente suya de la misma, es
decir, de la voluntad.
12
estructurante e íntima de la persona y por esto se halla sujeta a nuevas lecturas tanto
individuales como colectivas que la van profundizando, complementando o corrigiendo
de acuerdo a una realidad interpeladora.
18
Entiéndase los términos definición cerrada también de las formas siguientes: definición última,
acabada, definitiva. Ejemplos de definiciones acabadas se encontrarían en las ciencias exactas y, hasta
cierto punto, natural-biológicas. En cambio parece ser que, en las ciencias humanísticas y sociales, las
definiciones no pueden ser de tal estilo por los motivos ya explicados en los párrafos anteriores.
13
I.1. Algunas definiciones: revisión histórica y nuevas propuestas
En toda la historia de la filosofía los distintos autores que de una u otra forma
han abordado el tema de la voluntad, han dado y dan definiciones de la voluntad que
quedan en su superficie.19 Tal hecho es debido a que tienden a ser definiciones unívocas
y/o porque la mayor parte de las veces, se limitan a ser resultado de análisis de las
manifestaciones-expresiones (Cf. ZUBIRI, 1961: 24) de la voluntad más que de la
profundización en la esencia de lo que, según Zubiri, constituye el fundamento de la
volición: el acto volitivo en sí.20
19
Entiéndase el término superficie como parte-manifestación del problema que no llega al centro del
mismo.
20
Zubiri, en su curso titulado Acerca de la Voluntad, desea realizar dicha profundización y, aunque no
deja de atender a las manifestaciones-expresiones de la voluntad, por la misma tendencia a realizar
elaboraciones sistemáticas que posee el autor, no se queda en las expresiones o ejemplos concretos. Esto
es lo que le permite profundizar y llegar a conceptualizaciones más elaboradas y reflexionadas. Sin
embargo, consideramos que Zubiri no tiende a la univocidad, sino que, su propuesta permite realizar
varias lecturas e interpretaciones.
21
Aunque se utilice el término persona en singular, puede ser interpretado no sólo en la dimensión
individual sino también como ser conformante de una sociedad-colectividad.
14
a) Aristóteles y Santo Tomás proponen hablar de la voluntad como un apetito
racional (Cf. ZUBIRI, 1961: 26) del ser humano que tiende hacia un algo.
Ese algo sería el bien general22 –bien en abstracto-, que encontraría su
culmen en el Bien Supremo –Dios, desde la lectura de Santo Tomás-; apetito
racional que será saciado completamente tanto cuanto la persona se acerque
más a dicho Bien. En otras palabras, el ser humano hallará su plenificación-
realización y culminará su volición cuando alcance por completo tal bien.
b) Existen otros autores, de diferentes corrientes filosóficas, que optan más bien
por definir la voluntad como fuerza, capacidad,24 determinación25 o
deber.26 La definición de la voluntad como fuerza o capacidad es fruto de
ver en la voluntad algo que nos daría una fuerza, valga la reiteración, para
realizar algo que parecería estar más allá de nuestro alcance normal. En
cambio, la definición de la voluntad como determinación o deber es
resultado de una reducción de la voluntad a una cualidad que posee el ser
22
ARISTÓTELES, Ética a Nicómaco, L. I, c. 1: 1094 a3. Citado en ZUBIRI, 1961: 26-27.
23
Cf. Nota 16.
24
Desde esta doble perspectiva fuerza y capacidad puede entenderse la propuesta nietzscheana de la
Voluntad de Poder.
25
Zubiri adscribe en este estilo de comprender la voluntad a Descartes. Ver DISCURSO DEL
MÉTODO. Capítulo III.
26
Aunque Zubiri no lo toma en cuenta, es necesario recordar esta forma de concebir la forma de actuar de
las personas a la que se adscribe Kant. Para este autor todos los actos deben estar regidos de manera que:
“(…) obra sólo según la máxima que te permita al mismo tiempo querer que esa máxima se convierta en
ley universal.” Formulación que se realiza en DARDICHÓN, 1991: 65.
15
humano pero que debe estar gobernada por la razón. Estas definiciones de la
voluntad apuntan hacia la realización de la persona desde una perspectiva
más racionalista, pues la razón siempre debe gobernar al resto de nuestras
capacidades, y son fruto de la Modernidad. Lo más importante de dichas
propuestas es que dejan de lado la fundamentación en la Trascendencia,27
para adscribirse en una línea más antropocéntrica.28
Cabe señalar que en las formas de definir la voluntad posee un papel muy
importante la decisión. Es decir, la voluntad es decidirse por. Ahora bien,
existe un matiz muy importante que conviene señalar. Si se habla de la
voluntad como fuerza o capacidad nos encontramos frente a la concepción
de la voluntad como virtud-cualidad. En cambio, si hablamos de la voluntad
como determinación o deber, nos encontramos frente a la voluntad como
acto del querer o volición.29 Los límites que nos presentan tales definiciones
es que al estar bajo el imperio de la razón, todo lo que vayamos a determinar
volitivamente debe encontrarse en los límites de lo racional lo que deja de
lado muchos hechos que no pueden explicarse, entenderse ni vivirse de
manera racional.
27
Entiéndase el término desde una perspectiva teológica, no como aquel que permite pensar en posibilidad
de un algo más allá. Parece ser que el racionalismo no renunciaría totalmente a ello.
28
En el Modernismo se realizó una exaltación del ser humano desde una perspectiva más individualista,
mermando la dimensión relacional, que se tradujo en lo que ahora postula alguna corriente del
posmodernismo: el individualismo radical.
29
Cf. Nota 16.
16
c) Zubiri, bastante cauteloso, dice que el acto volitivo es un acto del querer. En
sus palabras: “La esencia de la voluntad está en querer. No es apetito, ni
determinación, ni actividad; es querer.” (ZUBIRI, 1961: 42) Pero, como
veremos más adelante, al analizar la propuesta con más detenimiento, no es
un querer simple, sino que se perfila hacia un modo especial de ser: de ser
querido.30 Dicha forma de ser implica creación libre y auto posesión.31
30
Tal forma de ser se la abordará más adelante, por ahora, baste lo dicho.
31
Dentro de toda esta propuesta, Zubiri tratará el tema de Dios, en un intento por re-conciliar la dimensión
teológica con la ética. Del mismo no nos ocuparemos ya que nos adentramos en ámbitos teológicos que
escapan al tema que nos ocupa.
17
Al ser el querer la esencia de la voluntad, según la lectura de Zubiri, el mismo
querer nos va enfrentando a la situación de descubrimiento y recubrimiento. Tal efecto
sucede pues el querer es siempre dinámico y se acrecienta en tanto éste se descubre y se
recubre en su actuar. Tal proceso se produce por el hecho de que el querer se manifiesta
de maneras concretas, tanto individuales como comunitarias, que se producen en un
tiempo concreto, pero este mismo querer trasciende la temporalidad por ser algo que
permanece y se vive-transmite de una generación a otra. Retornaremos a este tema más
adelante, cuando nos encontremos hablando de la deseabilidad.
18
I.2. Dificultades y/o aportes de las definiciones
Zubiri, al finalizar su lectura de las propuestas que hemos resumido en los incisos
a) y b) del punto anterior, plantea el problema de la siguiente manera:
Lo expresado en la cita anterior nos muestra dos hechos que debemos remarcar y
tener presentes antes de continuar con la exposición del tema que nos ocupa, aunque los
abordaremos nuevamente más adelante. Zubiri desea mostrarnos, por una parte, que las
definiciones que apuntábamos en los incisos a) y b) anteriores, aunque sean
insuficientes,36 son parte formante, por ser manifestaciones, de la voluntad y las que
mueven y son condiciones necesarias de nuestra volición.37 No obstante, y por otra
parte, también nos enfrenta a un modo nuevo de comprenderlas ya que Zubiri comienza
32
Cf. ZUBIRI, 1961: 35.
33
“(…) quiescencia, [es] una especie de movimiento estacionario que consiste en reposar sobre sí
mismo.” ZUBIRI, 1961: 45. El agregado es nuestro, para que se comprenda mejor.
34
Cf. ZUBIRI, 1961: 43.
35
El resaltado es nuestro.
36
Son definiciones insuficientes por el hecho que sólo se atiende uno de los dos aspectos de la voluntad: o
la virtud-cualidad o el acto volitivo. Cf. Nota 16.
37
Cf. Nota 16.
19
a interrelacionar el acto del querer o volición con la esencia de la cualidad-virtud o
voluntad.
20
necesidad de. Como explicaremos más adelante, cuando el apetito es una
necesidad de se torna en una carencia ya que es algo que no se posee,
pero cuando ya se lo tiene, el apetito culmina, en cambio, al ser un deseo
que tiende hacia, la apetencia se potencia y la volición se mantiene
dinámica.
38
Por ejemplo, podemos haber determinado algún medio para alcanzar parte de nuestro Bien, es decir
aquél que nos plenifica y realiza, pero no realizarlo porque consideramos que no es el momento o que
puede presentarse otro medio mucho más eficaz para plenificarnos.
39
Esta postura puede ser leída con el cuestionamiento que Zubiri realiza a la concepción de la voluntad
como mera actividad. Ver ZUBIRI, 1961: 32-33.
40
No determinarse parece ser el problema del apático, que le da exactamente igual una cosa que otra, por
tal motivo no elige nada. Determinarse, en cambio, es tender hacia algo o elegir de manera querente algo.
Ahora bien, no es que el apático no posea las actitudes explicitadas sino que no las ejerce porque su querer
se encuentra inmotivado de una manera constante.
21
es decir, pueden no manifestarse, pero no por eso dejamos de tener
voliciones. Este problema de la no necesidad será tratado de manera más
completa cuando nos refiramos a los temas de la tendencialidad y la
deseabilidad. Aunque cabe señalar que los temas indicados ahora
responden en realidad a las cuatro definiciones que hemos apuntado con
anterioridad.
22
entenderemos? Si es un compromiso por mero compromiso, nos
encontraríamos frente a lo que podemos llamar voluntarismo, no voluntad
en toda su expresión. De manera velada caeríamos al final en realizar un
deber por el deber, aunque sólo sea por un tiempo determinado. Parece
que el compromiso, si va en vías de plenificación del ser, necesitaría un
fundamento más profundo, por más que sea, como ya mencionamos, un
compromiso temporal.
Con otras palabras, para que el compromiso sea volitivo, debe ser un
compromiso con y desde la realidad y en realidad. Cada uno de los
matices explicitados nos descubre dimensiones distintas pero
complementarias de lo que es un compromiso volitivo. Al ser un
compromiso volitivo con y desde la realidad nos coloca en una situación
de construcción comunitaria. Lo anterior se complementa con el matiz de
la construcción personal que surge del compromiso volitivo en realidad,
que es el que profundiza a los anteriores matices, por abordar lo más
profundo de nosotros mismos.
23
Al ser la voluntad aquello que hace que el ser humano sea lo que es, no queda
inscrita sólo en un ámbito de actualidad,43 sino que conlleva, al menos, una posibilidad
de ser. Tal posibilidad se produce por el enfrentamiento del hombre con la realidad en
cuanto tal44 y que, en último término, implica la posibilidad del hombre como sí mismo
(Cf. ZUBIRI, 1961: 37), en vías a realizar un proyecto de plenificación-realización.
Todo lo que hasta ahora hemos dicho decanta en dos propuestas de lectura de la
volición: de ser y de posibilidades de ser. Ambas formas implican una opción-decisión
querente.45 Zubiri lo plantea de la siguiente manera:
43
Entiéndase actualidad como lo entendía Aristóteles: el estar o ser algo en acto y no en potencia. No
como hace Zubiri, que más bien llama a la actualidad actuidad.
44
“Realidad no significa aquí que las cosas efectivamente sean reales, sino que mi modo de
enfrentamiento con ellas sea en tanto que realidad.” ZUBIRI, 1961: 22. Consideramos necesario que se
vuelva a observar de nuevo lo que apuntamos en la crítica a la propuesta de Lipovetsky.
45
Entiéndase el término como aquello que es querido por un yo.
46
Detalladamente explica Zubiri cómo llegó a esta formulación en ZUBIRI, 1961: 41-47.
47
ZUBIRI, 1961: “(…) en el soy yo quien quiero, queda bien claro que el quiero es algo que formará parte
de ese yo (…) La condición necesaria y suficiente para que la voluntad exprese el carácter de propiedad
del sujeto que quiere, es que la voluntad que quiere sea efectivamente suya. (…) Si la voluntad es mía,
cuanto decido con mi voluntad es mío y afecta a mi persona. Si no, no.” p. 23.
24
mismo ser humano se vería limitado en su posibilidad de actualizar potencialidades, es
decir, de ser.
48
Entiéndase el término como aquella capacidad del ser humano de irse acercando a la perfección. Ser
perfectible implica el doble juego de ser y poder ser.
25
Entendemos por definición cerrada una definición que tiende a la univocidad y
que es definitiva; es decir, una definición que no permite interpretación ni modificación
alguna. Dentro del ámbito de la ética, esta postura resulta peligrosa, pues puede hacerle
perder criticidad y sumirla en un estado estático.49 Con otras palabras, intentar realizar
definiciones éticas unívocas, por su carácter hermético, no permite reconocer, a través de
la reflexión en el tiempo y de las experiencias personales y comunitarias, la dinámica
creativa que implica el mismo ser humano.50
Todo lo dicho en el párrafo anterior no quiere significar que las propuestas que se
han realizado, y las que aún se realizan, sean inválidas o inútiles, sino solamente que
pueden estrechar la riqueza interpretativa del tema que estamos tratando, tomándose
como absolutas siendo incompletas.51 No obstante, parece ser que las definiciones, tanto
en la filosofía como en la ética, deben tener un cierto carácter de provisionalidad ya que
las manifestaciones externas pueden modificarse a través del tiempo así como el propio
comprenderse y expresarse del ser humano.
49
“Lo que sucede es más bien que el apresuramiento por resolver los problemas éticos puede hacer perder
a la filosofía la radicalidad que le es propia, aceptando presupuestos intelectuales no suficientemente
examinados.” COROMINAS, 2000: 13. Recomendamos observar también la página 14.
50
Cf. Introducción.
51
Zubiri propone que en vez de incompletas se las designe como insuficientes, como ya se fue apuntando.
26
Ahora bien, no se puede renunciar a un intento de profundización, en las
definiciones, por los problemas que hemos ido apuntando. La actitud ciertamente
filosófica parece ser la de tener la capacidad de poner en tela de juicio los supuestos,
fundamentos y/o definiciones que se utilizan, pero con la actitud de buscar una mayor y
mejor comprensión de los mismos y no tanto en caer en posturas nihilistas o en un
criticismo sin fundamentación que podría caer fácilmente, si se nos permite decirlo de
tal manera, en la criticonería.
La revisión que hemos realizado a las definiciones que se han dado, bajo la
perspectiva de la propuesta zubiriana, busca realizar y tratar de concretar la postura
crítica que hemos apuntado en los párrafos anteriores. Finalmente cabe resaltar que las
definiciones que presentamos nos permitieron establecer, de mejor manera, algunos de
los problemas que se pueden producir si se absolutiza una definición.
27
En síntesis: Hablar de algunos de los dilemas generales, en cuanto definición, que
surgen al acercarnos al tema-problema de la volición nos lleva a observar al menos tres
grandes áreas desde las que se puede abordar la voluntad.
28
suficiente para entablar un diálogo con Lipovetsky y Savater. Tal será la temática que
nos ocupe en el siguiente capítulo y que abordaremos desde la perspectiva del ser y/o
poder ser, profundizando de esta manera en la propuesta zubiriana.
29
II. VOLICIÓN: PERSPECTIVA DEL SER Y/O PODER SER
52
Tales posturas se hallan en estrecha relación con la propuesta kantiana del deber. Cf. Punto I.1, inciso
b).
30
Desde esta perspectiva posmodernista, la temática que nos ocupará en este
capítulo girará en torno a tres cuestiones importantes: algunas problemáticas más que
surgen a partir de lo visto en el capítulo anterior; algunas soluciones a las problemáticas
que señalábamos y señalaremos, como actualidades y/o potencialidades, tanto de la
persona como de la voluntad; y, cómo se trata el problema de la voluntad dentro de la
corriente del posmodernismo, que podría, a nuestro entender, enriquecer la propuesta
zubiriana.
Aunque señalábamos que las posturas que se propondrán serán realizadas a partir
de la visión de Lipovetsky principalmente, también rescataremos el planteamiento de
Savater para tener más luces en el tema que estamos tratando. Naturalmente en algunos
puntos retomaremos la propuesta zubiriana, como ya apuntamos, sobre todo cuando
tratemos la problemática de la dimensión de la libertad humana.
31
por deseos. Ahora bien, dichos deseos no son meros apetitos o caprichos sino que,
conmueven a lo más profundo del ser, generando en él un movimiento o un cambio. Por
esta razón es que al final la voluntad tiende y se determina por algo sin por esto cerrarse
a la posibilidad de nuevas potencialidades o caer en el engaño de que ya nos
encontramos plenificados. Cabe señalar que, al ser conmovido lo más profundo del ser,
se potencian las posibilidades de ser pero a partir, siempre, de lo que ya se tiene
previamente, es decir, de lo que ya se es.53
Lo expresado en el párrafo anterior nos hace caer en cuenta sobre el hecho que el
ser humano, como individuo y como colectividad, se encuentra en una situación de
tendencialidad55 ya que ella sería la que permitiría querer y optar por aquello que lo
plenifica. No obstante no se puede afirmar que el ser humano se halle siempre en tal
situación, es decir tender a algo, o que la sepa reconocer cuando la situación se presenta,
por el hecho de que al estar siempre tendiendo hacia algo no se le permitiría tener la
dimensión de profundidad y, cuando no reconoce la situación, pueden afectar factores,
como el biológico por ejemplo, que escapan al tema que analizamos.
53
En este punto cabe recordar lo que ya se apuntó acerca del sentimiento de carencia. Cf. capítulo I, punto
I.2.
54
Volvemos a enfrentarnos al problema del apático. Cf. Nota 40.
55
Entiéndase el término tendencialidad como el tender hacia algo.
32
El problema con la deseabilidad surge en cuanto el límite entre lo que es un
verdadero deseo y un mero capricho es muy delgado, si se nos permite el uso del
término, y nos podemos engañar. Naturalmente, en ambas situaciones existe el “juego”
entre lo que se es y la (o las) posibilidad(es) de ser. La leve diferencia es que en el caso
del capricho, lo que se observa como potencialidad o posibilidad de ser no es más que
una ilusión y, la perfectibilidad que se busca, en realidad no existe y nos quedamos con
el mismo ser que éramos, o tal vez en una disminución del mismo.56
En este punto debemos atender algunos problemas que surgen, a partir de las
afirmaciones realizadas en el capítulo y puntos anteriores, en torno a la volición
individual y su vinculación con el ámbito social. Cabe señalar que Zubiri, en su
propuesta, no presenta ninguna respuesta al problema de la vinculación entre lo
individual con lo social, en cambio, Lipovetsky sí. La problemática que vamos a abordar
será tratada, como observaremos a continuación, desde la perspectiva individual
primeramente:
56
Cf. Inciso c, punto II.2.
33
presentan. Nada puede ser reprochado, pues se obvia la dimensión de
responsabilidad que implica la voluntad, por los motivos ya mencionados.
57
Posturas como las de Santo Tomás y Kant se inscriben dentro de este ámbito. Cf. Punto I.1, incisos a) y
b).
58
Cabe recordar que se ejecutan actos voluntarios pero que no persiguen ningún fin plenificatorio, como
por ejemplo el comer, que simplemente ayuda a la preservación del sujeto.
59
Un análisis muy interesante y del que se recomienda su lectura se encuentra en: SAVATER, 1994: 35-
50.
60
Desde cierta visión reduccionista, si se nos permite expresarlo así, se podría interpretar en este sentido la
obra de Lipovetsky y la postura del posdeber.
61
Un análisis interesante de esta tendencia actual lo presenta Adela Cortina en: CUADERNOS CJ 123.
CONSUMO… LUEGO EXISTO. pp. 3-17.
34
destruyen. Cabe matizar que no todo lo que nos beneficia personalmente o
nos atrae es dañino, sino que debe entenderse desde la perspectiva de la no
apertura a los demás. Este aspecto se tratará con mayor detenimiento más
adelante.
62
Entiéndase el término escapar como el hecho de que no es posible, bajo ningún aspecto, actuar de
manera en la que no se interrelacione o afecte al entorno.
35
repercutiría positiva o negativamente en el entorno. Optar
por el “término medio” no proporciona muchas luces al
respecto, más bien apuntaría a un no-compromiso con el
entorno y a profundizar la irresponsabilidad.
Este problema se enmarca dentro de las propias opciones que cada quien va
tomando para realizar su proyecto de humanización.65 Así, las decisiones volitivas libres
63
Entiéndase el término islas como aquél estado en el que no es posible ningún tipo de vínculo de una
persona con otra pues la distancia que los separa se ha tornado insalvable, por más que no se trate de una
separación o distancia físicas.
64
Para el tratamiento de la libertad desarrollamos nuestra interpretación de la presentación de Zubiri en
ZUBIRI, 1961: 115-153 y SAVATER, 1994: 53 y passim.
65
Aunque ya se han realizado algunas menciones, el proyecto de humanización apunta a la plenificación
del ser humano como lo que tiene que ser.
36
van limitando a la persona y por eso existirían actos voluntarios no libres, pues si bien la
libertad debe ir generando mayor libertad, también nos va limitando. Con otras palabras,
al optar libremente por algo, se cierra la posibilidad a algunas de las otras opciones
posibles. Pero, pese a lo apuntado, no deja de ser un tema bastante oscuro todavía.
Todo lo que hasta el momento hemos presentado en estos apartados nos servirá
para comprender mejor cuales pueden ser los posibles puntos de enriquecimiento que
nos ofrece la propuesta de Lipovetsky y la cultura posmoderna, en vías a profundizar,
como ya indicamos, la propuesta de Zubiri.
37
Es necesario que observemos con calma lo que afirmábamos en el párrafo
anterior. La propuesta que nos hace Lipovetsky nos dice que es el mismo individualismo
el propugnador de espacios de convivencia y de necesidad del alter que nos interpele y
con el que nos relacionemos. De esta manera, la necesidad de preguntarnos si nuestros
actos volitivos afectan o no a los demás cobra mayor vigencia, aunque tal vez los
resultados tengan menor incidencia en el individuo y/o la sociedad.
Parecería que el ser humano, tomado como individualidad, es el único que puede
buscar y determinar lo que realmente será su plenificación (Cf. LIPOVETSKY, 2002:
13). Lo anterior es totalmente válido y cierto pero, conlleva el peligro de que tomemos el
buscar cada uno nuestra plenificación como la realización de nuestros caprichos que,
poco o nada tienen que ver con las decisiones que tomamos con nuestra voluntad, como
ya vimos en puntos anteriores.
38
SAVATER, 1994: 35-50) Como se puede notar, la plenificación apuntaría a la
construcción profunda de la persona y los caprichos hacia la ejecución de lo agradable y
que nos causa un placer momentáneo, sin mayores consecuencias.
Cabe una advertencia. Los actos que nos plenifican también nos producen placer.
La diferencia con los caprichos estribaría en el hecho de que los actos plenificatorios,
ejecutados por la volición, nos dejan en una situación en la que se nos abren nuevas
perspectivas para nuestra realización y en la que la sensación de placer se prolonga en el
tiempo. En cambio, los actos ejecutados por el simple capricho quedarían encerrados, si
se nos permite, en ellos mismos y sin la satisfacción profunda que se produce dentro de
la plenificación.
66
Colocamos la palabra superación entre signos de interrogación de manera intencional. Dicha opción
permite observar que, muchas veces, lo que se considera como avance y progreso, en realidad apunta a
reafirmaciones y validaciones de estructuras o planteamientos más antiguos, pero que no queremos
aceptarlos de este modo.
67
Muchos autores señalan a la posmodernidad como mera crítica de la modernidad y sus paradigmas, que
en definitiva intentaron deshumanizar al hombre. Pero, parece ser que tal visión reduccionista no abarca el
fenómeno complejo de la misma, que parece no haber terminado de revelarse.
39
existencia de la dimensión colectiva. Si la dimensión colectiva desapareciera por
completo, no sería entendible la existencia de las sociedades y/o de grupos humanitarios,
que se relacionan y organizan de diversas maneras.
Cabe apuntar que si bien se sigue teniendo una visión societal, la misma, por los
efectos de un individualismo mal entendido, podría correr el riesgo de desaparecer. Las
comunidades o sociedades se van tornando en válidas en cuanto son el espacio en el que
cada uno puede ser o por lo menos tiende a ser. Resulta paradójico, como ya apuntamos,
observar que los movimientos humanitaristas, que buscan la conservación no sólo de la
especie sino de las sociedades, cobran mayor vigencia en una época como la actual.
40
Negar el hecho de que son los paradigmas personales los que orientan la
búsqueda de sentido y plenificación de la persona, a través de la voluntad, sería un error.
Cada persona tiene la capacidad de determinar cuál es el bien que le conviene y lo lleva
a su plenificación, autodeterminándose de esta manera. El problema surge cuando,
dentro de un grupo societal, se quiere conjugar voluntades diversas.
Aunque, cabe advertir que tal orientación puede expresarse de dos maneras: en la
concreción y realización de la plenificación o que el individuo se quede en un estado
potencial para, en una etapa posterior, ejecutar su volición. Muchas veces las acciones
volitivas no se ejecutan acto seguido de que se las tiene sino que, dependiendo de cuán
profundamente ha sido afectada la interioridad del individuo o la sociedad, éstas se
ejecutan en un tiempo más lejano o de manera paulatina, potenciándose y
modificándose, en la medida que se las realiza.
El hecho de tener que observar al individuo como único, nos vuelve a enfrentar a
las problemáticas que ya señalamos en el capítulo y puntos anteriores. No obstante,
debemos resaltar que si no vemos al individuo como un valor en sí, caemos en el riesgo
de diluirlo dentro de la masa. Tal hecho haría que se pierdan lecturas individuales ante el
41
acto volitivo, que enriquezcan su comprensión, y que no se nos permita la diferenciación
y creación a partir, nuevamente, de la dimensión de la libertad.
42
Finalmente, y antes de ingresar al punto siguiente, a partir de todo lo que se ha
ido apuntado sobre la interrelación cabe una última reflexión. Si bien el ser individual es
el único que puede determinar lo que lo plenificará, como ya lo expresamos, por ser
fuente de interrelación y de apertura hacia lo societal, construye de manera diversa su
ser. El aspecto societal le da, al individuo, la posibilidad de nuevas lecturas que validen
sus opciones volitivas o le abran ante nuevas posibilidades.
43
matización importante, que Lipovetsky también señala, y es que el compromiso será tal
y durará tanto cuanto uno decida que sea así (Cf. LIPOVETSKY, 2002: passim).
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Conviene que el lector diferencie algunos de los términos utilizados en el presente párrafo. Desear es
sentir una conmoción interna profunda que nos motiva y nos coloca en una situación de tensión hacia
aquello que nos motiva. Este desear se potencia y plenifica a través del querer que es el que en definitiva
hace que ejecutemos nuestra volición (Cf. ZUBIRI, 1961: passim). En cambio, el gusto es algo que nos
atrae de manera momentánea pero no nos causa una conmoción profunda ni su satisfacción es siempre
plenificatoria y/o satisfactoria.
44
Es a partir de la afirmación anterior que podemos notar el hecho de que
Lipovetsky proponga que los compromisos sean por determinado tiempo. Si uno opta
por un compromiso que no lo plenifica, puede, sin ningún tipo de remordimiento,
dejarlo. Pero se nos abre una problemática mucho más sería. Cuando un compromiso ya
no me satisface lo puedo dejar libremente, independientemente de si afecto o no con mi
decisión a otros.
Lipovetsky apunta que la solución pasa por el hecho de que no existirá ningún
daño si dejamos nuestros compromisos si es que en la ejecución de ellos nos entregamos
por completo (Cf. LIPOVETSKY, 2002: passim). No deja de ser cuestionadora la
actitud pero, a la vez, podría ser un camino que nos lleve a ver qué actos volitivos
debemos ejecutar de manera seria y profunda y, qué actos son sólo por placer
momentáneo.
No obstante, ante la solución que nos propone el autor, cabe una nueva
observación. Al ser varios los actos volitivos que nos van conformando, a través de los
compromisos, parece que nos convertimos en seres fragmentados ya que no existiría
ningún vínculo necesario entre lo que hacemos-optamos y lo que somos. Este hecho nos
enfrenta también a la situación de que no existiría ninguna teleología observable en
nuestra volición. Tal problema lo trataremos un poco más adelante.
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Cabe recordar que esta pregunta surgía a partir de la primera dificultad con las definiciones que
apuntamos en el capítulo anterior.
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apuntando: la autorrealización individual. Los caminos para tal autorrealización serían,
en la propuesta de Lipovetsky, el hedonismo-bienestar, la ecología y el trabajo.
46
Lipovetsky también señala en su obra, de que vivimos en la cultura de la libertad. Pero,
la libertad que se nos propone no es aquella, mal entendida, en la que de manera
caprichosa hacemos lo que queremos sino que, es una libertad responsable. Siendo la
libertad responsable se evita el peligro de que caigamos en el libertinaje o en malas
concepciones, como ya dijimos, de lo que es la libertad.
Libertad es poder decir «sí» o «no»; lo hago o no lo hago, digan lo que digan mis
jefes o los demás; esto me conviene y lo quiero, aquello no me conviene y por lo
tanto no lo quiero. Libertad es decidir, pero también, no lo olvides, darte cuenta
de que estás decidiendo. (SAVATER, 1994: 55)
Como se puede notar, y que parece ser lo que Lipovetsky también nos propone,
entender la libertad como una decisión nos coloca frente a la ejecución real y efectiva de
actos volitivos. Como ya apuntábamos, no podemos entender a la libertad como hacer lo
que queramos pues eso nos lleva sólo a la ejecución de caprichos. Aunque cabe señalar
que la libertad verdadera parece no descartar el hacer lo que queremos, sino que se
conjuga la responsabilidad por los actos volitivos y las consecuencias que conllevan
éstos.
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implica sólo la búsqueda del placer momentáneo, sin el aspecto de la responsabilidad
que ya tratamos.
Lo observado hasta el momento nos lleva a darnos cuenta de que la propuesta del
posmodernismo, como es leído por algunos, no apunta hacia una irresponsabilidad por
parte del individuo. La responsabilidad por sus actos volitivos y los consiguientes
48
compromisos, ejecutados de manera libre, surge de él mismo. Parece que las propuestas
de Lipovetsky y Savater apuntarían a que el individualismo irresponsable estaría más en
consonancia con el libertinaje que con la libertad que posee cada ser humano.
Después de todo lo que hemos ido apuntando, y aunque alguna solución hemos
intentado perfilar ya, debemos tratar de manera más explícita los aportes que nos ofrece
el posmodernismo a las problemáticas de una definición acabada, la atención a las
manifestaciones-expresiones de la voluntad o sus fundamentos y, los ámbitos relacional
49
e individual, que señalábamos al final del capítulo anterior. Tal será la temática que nos
ocupe en el presente apartado.
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2) En cuanto a la problemática de la teleología, parece que la propuesta del
posmodernismo sólo apunta a que la voluntad se desarrolle de manera plena y
total en este mundo y para una individualidad concreta. No obstante, parece ser
que el ser humano no renuncia, así por así, a una dimensión de trascendencia. Tal
hecho se nota a partir de que son los mismos actos volitivos los que, de manera
intrínseca a ellos, nos abren a esta perspectiva.
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3) Finalmente, y como se puede notar claramente en las propuestas de los autores,
no es posible equiparar el acto volitivo a la ejecución de simples caprichos o de
lo que nos atrae o gusta. Ni siquiera la enfatización del posmodernismo en el
individualismo nos puede llevar a aseverar lo anterior. Si realmente estamos
conscientes de que, mientras más individualismo existe más anhelo de encuentro
con el otro se produce, el correlato interpelador de los demás funcionaría
plenamente en perspectiva a la plenificación total del individuo.
Baste lo apuntado hasta el momento para que intentemos realizar una síntesis de
lo expuesto en los dos capítulos y ver si realmente es posible o no dar una definición
cerrada de lo que sea la voluntad y los nuevos obstáculos que se nos pueden presentar.
Tal será la temática que nos ocupe en el capítulo siguiente y final de esta propuesta.
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III. RESULTADOS
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Para este tramo final, consideramos oportuno dividir la tarea en dos apartados.
En el primer apartado nos dedicaremos a observar si es posible, con todos los
instrumentos presentados, dar una definición del qué es la voluntad y qué dificultades
conlleva tal labor. En el segundo, presentaremos algunas de las dificultades que surgen a
partir de las mismas propuestas de los autores. Toda esta labor conllevará una actitud de
apertura, por parte del lector, pero también de observar el carácter propositivo de la
misma, de manera que pueda ser actualizada en lo posterior.
III.1. Definición
Proponer una definición, es decir expresar el qué es algo, conlleva realizar una
delimitación en la comprensión de lo que se quiere definir, sobre todo si la misma
poseerá un carácter acabado. No obstante parece ser que las definiciones, dentro del área
en la que se enmarca esta propuesta, son necesarias pues sin ellas no sería posible
ningún tipo de acercamiento ni de conocimiento del ethos donde se desarrolla la persona
y de la persona misma.
70
Cf. Introducción, capítulo primero (punto I.3) y capítulo segundo.
54
No obstante, al proponer que la indefinición se convierte en una posibilidad de
construcción, queremos remarcar el hecho de la necesidad de relecturas que permiten
que el conocimiento sea dinámico, se profundice y sea actual. Y, por otro lado, que las
mismas definiciones se reajusten a las interpelaciones de las individualidades y de los
distintos ethos en los que las personas se desarrollan e interactúan.
Ahora bien, con lo anterior queremos postular que las definiciones que se van
dando deben poseer un carácter de provisionalidad, en lugar de un carácter terminado.
Deben ser provisionales en tanto que, aunque orientan la actividad y desarrollo
humanos, no pueden cerrarle la posibilidad de nuevas lecturas que surjan a partir del
estar inmerso en un ethos concreto, lo que nos lleva a observar que existiría siempre un
carácter subjetivo en las definiciones que se realizan.
Además, pese a que existen algunos peligros como veremos más adelante, no
todos los ethos son iguales lo que nos enfrenta ante el hecho de que lo que se quiere
definir siempre posee un carácter bastante determinado y específico, pues aunque es
universalizable, responde siempre a realidades concretas.
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Si no existiera la profundización responsable, en lo que son los constitutivos de
la persona, nunca podría darse ni existiría la necesidad de que el ser humano se vaya
perfeccionando, pues ya sería perfecto y se encontraría plenificado. Si fuéramos ya
plenos la voluntad, el sentido de la existencia y la misma ética no tendrían razón de ser.
No obstante, lo anterior no debe entenderse de manera negativa. Tal postura nos habla
de la dimensión perfectible que posee toda persona y que es la que refleja la riqueza y
potencialidad de la misma.
Ahora bien, no podemos negar que, los esfuerzos realizados por los diversos
autores, por buscar fundamentos de la voluntad, pueden y deben ser tomados como
instrumentos válidos de profundización de la misma. No obstante, tal vez el hecho de
que algunas de las propuestas se quedan sólo en la superficie o manifestación de la
volición nos debe hacer revisar qué entendemos por fundamento dentro de un
determinado autor.
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No obstante, quedarnos sólo en el querer nos puede acercar mucho a los
caprichos. Pese a las matizaciones que presentamos en los anteriores capítulos, el peligro
sigue vigente y tal vez, con mayor fuerza, en la época que nos toca vivir. La mayor parte
de las veces confundimos querer con ejecución de caprichos. El mismo Lipovetsky, en
su propuesta, no presenta ninguna solución completamente sólida para la superación de
tal tensión.
Como se puede notar, lo propuesto hasta el momento nos lleva a notar que las
actualizaciones, profundizaciones y reinterpretaciones de las definiciones que se pueden
realizar deben ser hechas en dos ámbitos: el individual y el colectivo. Si sólo fueran
propuestas individuales, se empobrecería la interpretación de la voluntad pues no habría
alguien que nos interpele y nos lleve a la fundamentación profunda de nuestra volición.
Y, si sólo fueran propuestas colectivas, la riqueza que se puede obtener a partir de las
vivencias concretas se perdería, dentro de una masa que puede tender a ser demasiado
informe, y la propuesta también se empobrecería.
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en tanto que, como ya apuntamos, lo que un individuo o un grupo determinen como
válido puede no serlo para otro.
58
III.2. Nuevas dificultades
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La ponderación del lado individual se lleva a cabo porque la interpelación
que produce un alter a nuestra voluntad es, muchas veces, intolerable. Que
como particularidades concretas se nos cuestione lo que nuestra voluntad
determina como plenificatorio pone en riesgo la convivencia societal ya que,
la coacción que llega a ejercer el ethos es muy fuerte.
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b) El área de la teleología volitiva, como ya apuntamos, también conlleva
ciertos problemas que debemos observar. El primero de ellos es que se
produce una contradicción dentro de lo que es el mismo acto volitivo. Si
asumimos como válido el hecho de que la voluntad nos lleva a la
plenificación, esta última ya es un fin en sí misma. Con otras palabras, la
plenificación es una teleología de la voluntad pues apunta a algo ya
específico: la realización individual o colectiva de manera concreta y no
abstracta.
61
realización en nuestra vida y en el ejercicio de nuestra voluntad. Sin
embargo, cabe señalar que la última problemática que apuntábamos se
encuentra siempre latente, entonces, la salida, si se nos permite el uso del
término, no deja de ser aparente más que real.
Aunque parece una pregunta trivial, que se respondería a partir del hecho de
que será deseable lo que nos plenifique, no es tan sencilla la respuesta. No
podemos negar que, en gran parte, lo deseable se determina por lo que nos
plenifica pero, parece ser que muchas veces deseamos algo, volitivamente, y
no se busca la plenificación, como apuntamos con anterioridad. La respuesta
62
parece provenir del propio querer ya que queremos lo que deseamos, no
obstante la incógnita queda.
Ahora bien, en esta área nos volvemos a encontrar con la tensión entre lo
individual y lo colectivo. Puede que lo que como individualidades concretas
definamos que es deseable se encuentre en antagonismo con lo que la
sociedad o el colectivo determinan que es deseable. Nos volvemos a
encontrar con el problema de cómo determinar qué es deseable y qué no. En
este punto, por el momento, parece no encontrarse ninguna solución posible.
Como no es nuestra intención agotar las problemáticas que pueden surgir de las
áreas que apuntábamos al inicio de este apartado, baste lo presentado como motivación
para pensar en las mismas. Finalmente, intentaremos presentar algunas ideas finales para
terminar de cerrar y reabrir la presente propuesta.
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CONCLUSIÓN
Aunque, sobre todo en el capítulo anterior, las cuestionantes parecen ser mayores
cada vez, tal hecho no quiere presentarse como una imposibilidad de conocimiento o
expresión de la problemática que nos ha ocupado. Parece ser, como ya indicamos, que
una propuesta ética no puede ser nunca definitiva, sino provisional y, por tanto, las
problemáticas generadas deberían servir siempre de punto de partida para una mayor y
mejor profundización del tema-problema que nos encontremos tratando. Tal fue una de
las motivaciones para la realización de la presente propuesta.
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que ha intentado reflejar de manera clara la imposibilidad del trabajo ético con
definiciones sobre la voluntad, que sean definitivas o cerradas. Si nos hubiéramos ceñido
a la mera lectura y hermenéutica de los textos de los autores, ahora podríamos
encontrarnos en una situación en la que presentaríamos conclusiones cerradas y/o
totalizantes.
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Dejar las conclusiones abiertas al público lector posibilita, también, que el lector
sea el que pueda construir sus propias conclusiones, sin que medie en esto nuestra
postura o las condicionantes de la lectura que hemos realizado. Sin embargo, debemos
apuntar que la propuesta que hicimos sólo abre un campo de posibilidad de acercamiento
al problema de la voluntad y una posible respuesta a la problemática que señalamos en la
Introducción.
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No podemos dejar de apuntar que los aportes que nos brinda la cultura
posmoderna que vivimos, se basan en un individualismo responsable y en un
compromiso que parece poder verse desde una estructura mucho más estable, y pueden
ser fuente de una mayor riqueza en nuestra auto comprensión y no de la destrucción de
la misma. De esta manera, parece que se reafirma la dimensión dinámica que nos
constituye.
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