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Capítulo I

INCONVENIENTES DEL RÉGIMEN DE “USOS Y COSTUMBRES” EN


ALGUNOS MUNICIPIOS DE OAXACA

A raíz de la reforma a la legislación electoral -a la Constitución Local en 1992 y al


CIPPEO en 1995- y el consecuente reconocimiento legal a las elecciones
municipales por usos y costumbres, algunos municipios de la entidad oaxaqueña
adoptaron este sistema para elegir a sus autoridades.

En este texto se realiza un pequeño análisis y se señalan algunos inconvenientes


de este sistema. Para analizar algunos aspectos específicos con datos numéricos,
se ha tomado de referencia la comunidad de Llano Crucero, que pertenece al
municipio de Santo Domingo, Tepuxtepec del distrito Mixe. La analogía que se
plantea puede considerarse útil para todo el municipio, dado que es el mismo
sistema que impera en el mismo, también puede ser de utilidad para otras
localidades que se rigen bajo el sistema de Usos y Costumbres.

CASO SANTO DOMINGO, TEPUXTEPEC, MIXE

UN CIUDADANO DE SANTO DOMINGO, TEPUXTEPEC, TRABAJA UNA


TERCERA PARTE DE SU VIDA SIN PERCIBIR UN SOLO CENTAVO.

Un ciudadano o comunero de Santo Domingo, Texpuxtepec, debe cumplir un


cargo público que la asamblea le confiere, es decir, debe TRABAJAR por un año
sin percibir sueldo alguno por su trabajo, entendiéndose éste como una obligación
que debe cumplir con su comunidad; además, el ciudadano debe dar
cooperaciones, tequios y colaborar de manera gratuita en otras actividades
ocasionales si así lo determinan las autoridades. La cantidad de cooperación y los
días de tequio están sujetos a los acuerdos que la asamblea determine en la
reunión de comuneros.
CASO ESPECÍFICO DE LA LOCALIDAD DE LLANO CRUCERO,
TEPUXTEPEC.

Llano Crucero tienen alrededor de 440 habitantes, de los cuales el 55% son
mujeres y el resto son hombres (INEGI, 2010). Esta localidad debe elegir
autoridades administrativas de la agencia municipal, de las escuelas del nivel
básico y también autoridades eclesiásticas. Por lo anterior, se ven obligados a
descansar solamente dos o tres años para volver a ocupar otro cargo.

Ahora bien, si de por sí, los habitantes de esta pequeña comunidad, según
información proporcionada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, la
mayoría de los habitantes viven en pobreza o en extrema pobreza, prueba de ello,
es que el mismo INEGI reporta un constante flujo migratorio de sus habitantes a
las grandes urbes de la república mexicana y a los Estados Unidos en busca de
una mejor calidad de vida, sobre todo los jóvenes.

¿Cómo no van a estar en situación de pobreza si cada dos o tres años, trabajan
sin percibir un sólo centavo?

Es tan fácil entender esta situación al hacernos las siguientes preguntas:

¿Durante el año de servicio, de qué viven? ¿Qué comen sus hijos y sus
esposas? ¿Quién los mantiene? ¿Qué tanto puede ganar durante los dos o
tres años que no tienen algún cargo?

En el supuesto de que tienen un trabajo seguro en los dos o tres años que no
prestan su servicio tendrían que ganar tres o cuatro veces, quizá más de lo que
gana un profesionista, de otro modo, es sumamente difícil sustentar una vida
digna bajo este estilo de vida.

HAGAMOS UNA PEQUEÑA ANALOGÍA.

Según el Consejo Nacional de Población (CONAPO, 2010), la esperanza de vida


de los mexicanos incrementó en promedio a 75 años para el 2010. Suponiendo
que los habitantes de Tepuxtepec tengan la misma esperanza de vida que el resto
de los mexicanos. Considerando el estatuto local de dicha comunidad, un
ciudadano debe comenzar a dar su servicio al cumplir la mayoría de edad (18
años), y haciendo cuentas al final de su vida, habrá trabajado 20 años sin
percibir ningún sueldo a cambio de su trabajo. A muchos de los lectores les
parecerá una barbarie.

Es decir, casi una tercera parte de su vida habrá trabajado de manera gratuita,
¡Increíble!

Cabe puntualizar que el mismo estatuto menciona que un comunero después de


cumplir los sesenta años, puede quedar exento del servicio, siempre y cuando sus
aptitudes físicas y mentales no sean favorables.

Si de ésos 20 años, la mitad, es decir, 10 años lo usaran para trabajar recibiendo


un salario mínimo, y viviendo en la situación como viven, al término de esos diez
años tendrían suficiente dinero para tener un negocio, tener una casa digna, y por
lo menos un auto.

Esto supuesto sugiere que su nivel de vida daría un giro total.

Claro está de que están atrapados en un circulo absurdo que los mantiene pobres.
Y por más esfuerzo que hagan para alcanzar una vida digna, su idiosincrasia, sus
líderes, y sus usos y costumbres se los impedirá. Se puede decirse que se
esclavizan a sí mismos. Por lo anterior, es sumamente complicado que esta gente
alcance un desarrollo pleno.

Es importante subrayar que existen otras cuestiones que causan la pobreza como
es sabido, como la marginación, el analfabetismo, el monolingüismo, la falta de
capacitación y asistencia técnica, etc. No obstante, la organización política bajo
el régimen de usos y costumbres tiene un peso específico en el rezago
socio-económico en las comunidades.

Si bien es cierto que el régimen partidista no saca un pueblo de su condición de


pobreza, no por el régimen, si no por los políticos. Sin embargo, para algunos
pueblos podría ser una alternativa viable si se asume que las propias
comunidades colocan sus propios candados que salvaguarden la democracia, la
transparencia, valores etc., que los caracterizan los pueblos. Por ejemplo,
establecer acuerdos de honestidad y transparencia, el uso de planillas
obedeciendo ciertos estatutos establecidos por los propios comuneros en una
reunión (ver caso de Juchitán en el siguiente capítulo).

En el siguiente capítulo se analiza esa posible alternativa.


Capítulo II

UNA POSIBLE ALTERNATIVA

Tres puntos importantes señalado por Martínez en el 2010.

El falso dilema: ¿Partidos políticos o Usos y costumbres?

Se señala que existe un antagonismo entre los “usos y costumbres” y los partidos
políticos. En la realidad no hay tal. Habría que recordar que el derecho
reconocido a estos municipios (que se rigen por Usos y Costumbres) es su
autodeterminación: esto es, la facultad de regirse por sus propias normas y elegir
a sus autoridades por sus reglas internas. Por tanto, si hay una decisión de la
comunidad de realizar la elección por partidos políticos o empleando reglas
y herramientas de la democracia representativa, no vulnera ese derecho.
De hecho, en la definición de 1995 de los municipios de UyC y los que se rigen
por partidos, algunos con sistemas de organización y cultura sustentados en la
identidad étnica, optaron por el régimen partidista: Magdalena Ocotlán, Pinotepa
de Don Luis, Ihualtepec, San Baltazar Chichicapan, por ejemplo. En otros se han
adoptado mecanismos de la democracia representativa: urnas, boletas, planillas,
como en Mazatlán Vila de Flores, Chilchotla, Tlacochahuaya, San Juan Mixtepec.

Por tanto, la decisión de elegir por partidos o por asamblea, sistemas de cargos,
etcétera, no es definitoria de sí, del derecho a la autonomía política. Así, si esos
municipios deciden elegir por los partidos políticos no representa mayor problema.

2.- El estupor al encontrar municipios de UyC que “están en realidad eligiendo por
partidos” estriba de esa confusión. El problema entonces no es la presencia de
facciones organizadas en los comicios locales. Tiene que ver más bien con la
imposibilidad de constituir partidos locales, que se permite en muchos países
inscritos en la democracia liberal. Por eso las facciones u organizaciones locales
se ven obligadas a pedir a un partido el préstamo o la renta de su franquicia.

Un claro ejemplo es Juchitán, por cierto, un municipio cuyo eje articulador es la


cultura zapoteca e inscrito en el régimen partidista. Ahí la Coalición Obrero,
Campesino, Estudiantil del Istmo (COCEI) ha competido en las elecciones bajo las
siglas del PMS, PSUM y PRD, pero no necesariamente siendo parte de esos
partidos. Por eso ahora que se ha descompuesto en varias facciones se habla de
COCEI-PRD; COCEI-PT; COCEI-PUP; COCEI-PANAL. Esto es, la organización
social está antes y sobre el partido (su descomposición política es otro tema).
3. En varios municipios de UyC sucede lo mismo. Hay grupos que se organizan
para la disputa por el poder local y arman planillas como si fueran partidos. Hasta
ahí no hay problema. Éste se presenta cuando en su necesidad de apoyos (desde
recursos económicos hasta intermediación política) los buscan o se los ofrecen
desde partidos políticos, organizaciones sociales y civiles, hasta personajes de la
política estatal o caciques regionales.

Una situación que se pervirtió particularmente por la figura del Colegio Electoral en
que se erigía la Cámara de Diputados. Quienes decidían a final de cuentas la
validez o no de la elección municipal eran los partidos políticos; por eso se
establecieron ligas con ellos, principalmente el PRI y el PRD, que se han
sostenido. Por otra parte, también es cierto que si los partidos u organizaciones
intervienen en un municipio UyC, es porque existen fracturas internas que las
instituciones comunitarias no pueden resolver.

4. De las confusiones anteriores deriva la solución que se plantea ante la


conflictividad que se presenta: que los municipios de UyC pasen al régimen de
partidos, como si el sólo tránsito garantizara resolver problemas que en muchos
casos son estructurales del sistema (exclusiones, enfrentamiento entre
derechos colectivos e individuales, autonomías comunitarias, etcétera). El cambio
de régimen por decreto propiciaría, como antes del 95, ocultar los problemas pero
no resolverlos.

Para señalar la pertinencia de tal medida se aduce que en los municipios de


partidos han disminuido los conflictos. Si bien es cierto, deja de lado la alta
conflictividad que tenían estos municipios en décadas pasadas: los
enfrentamientos violentos y la toma de palacios municipales era parte del paisaje
cotidiano en los 80s y principios de los 90s. Miahuatlán, Tlacolula, Ocotlán,
Juchitán, entre otros, presentaban recurrentemente violentos conflictos
postelectorales. Y no fue su tránsito a partidos políticos lo que resolvió ese
problema, pues así elegían desde entonces. Lo que sucedió es que las reformas
electorales (federal de 1994 y local de 1995) establecieron normas y mecanismos
institucionales para la atención de conflictos: medios de impugnación, un
organismo electoral autónomo; los tribunales electorales estatal y federal y una
legislación que atenía las variables motivo de conflictos.

Eso está lejos de ocurrir con el régimen de Usos y Costumbres. No existen


canales institucionales para procesarlos. En el Instituto Estatal Electoral (IEE)
mientras los partidos tienen representantes para defender sus derechos; los de
UyC tienen que atenerse a la discrecionalidad de los consejeros electorales. Los
medios de impugnación no existen; cierto, en la reforma de 2008 se establecieron,
pero no se han probado en elección alguna y parecen tan laxos que tendrán
problemas en su operación.

Referencia citada

Martínez Víctor Leonel Juan, 2010, El falso dilema: ¿Partidos políticos o Usos y
costumbres?
OBSERVACIÓN DE LOS USOS Y COSTUMBRES,
INEGI, 2010, Instituto Nacional de Estadística y Geografía, www.inegi.gob.mx
CONAPO, 2010, Consejo Nacional de Población. www.conapo.gob.mx

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